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EL JUICIO PROPIO
“…golpeo
“… mi cuerpo, y lo pongo en
servidumbre…”…”
(1ª Corintios 9:27)
EL JUICIO DE LA IGLESIA
Cuando la conducta de un creyente se ha
tornado tal que perturba a la asamblea,
el pastor, en representación de la iglesia
debe corregir la situación. Es
responsabilidad del pastor y de la iglesia
mantener el orden, respeto y amor como
vínculos de la comunión.
Estas son conductas públicas de hechos
realmente vergonzosos, que la iglesia no
puede pasar por alto. En la iglesia de los
Corintios, el apóstol Pablo tuvo que
reprender públicamente por falta de
examen
"…sois
"… carnales…”
“Porque diciendo el uno: Yo
ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo
soy de Apolos…" (1ª Corintios 3:3-4)
EL JUICIO DIVINO
Cuando no hay juicio personal ni juicio
de la iglesia, entonces viene el juicio
divino, cosa nunca querida por Dios. Dios
es un Dios de infinita misericordia. El
caso de la rebelión de Coré, citada en el
libro de los Números en el capítulo 16.
Este hombre se subleva con una porción
del campamento oponiéndose a la
autoridad de Moisés. Por lo tanto la
tierra se abrió y los tragó, porque la
autoridad de Moisés era dada por Dios,
en sus eternos propósitos para su pueblo.
En el libro de Apocalipsis 1:13, el Señor
se pasea entre los siete candeleros que
son las siete iglesias, juzgando entre
iglesia e iglesia. A algunas advirtiéndoles
de su mal andar, para que puedan vencer
y a otras alentarles para que sigan
victoriosas. Es a saber que este juicio es
para recompensarlas.
Estos avisos de juicios divinos, son reales;
Dios siempre avisa. Pero su misericordia
prevalece al juicio. Es verdad, sus hijos
pueden perder con gran dolor el premio
de su carrera, pueden haber corrido en
vano, pero nunca perderán la vida eterna.
La vida eterna comprada por Cristo Jesús
en la cruz para su amado pueblo, jamás
IGLESIA CRISTIANA
TABERNÁCULO DEL
SEÑOR JESUCRISTO
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