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UNAM uN CID ACATLAN Emilia Ferreiro compiladora RELACIONES DE (IN)DEPENDENCIA ENTRE ORALIDAD Y ESCRITURA c cotEcClon, @eo6 i i i ida por La eseritura, como tal, no es el objeto de ninguna disciplina especifics. Sin embargo, en aiios recientes ge ba produeido un incremento notable de produceiones que toman la eseritura como objeto, analizéndola des- Ge Ia historia, la antropologta, la psicolingitistica, la palcografia, la lim iistiea .- El objetivo de la coleccién LEA es difundir una vistén mulKi- gu a ‘contexte histéricg; la. constraceién de Ia textualidad; Ios usos sociales ‘de la lengua eserita; los procesos de apropiaciGn individual de ese ob- foto social; las biblioteeas y las auevas tecnologias. Los libros de esta ‘coleceidn permilirén agrupar una literatura actualmente dispersa y de dificil acceso, permitiendo asi una refloxién mas profanda sobre este ‘objeto “includible”. ‘Titulos publicados B RELACIONES DE (IN)DEPENDENCIA ENTRE ORALIDAD YY ESCRITURA Emilia Ferreiro compiladora ANNE Marae Cusisnin (comp.) Roxx Cuarrmn Cana Fox ALAN K. BOWMAN Y Guec Woorr comps.) Axronto CastLLo (eomp.) ARaanDo Prreuecr Roy Hares. El nombre propio Suescritura y significado a través de la historia en diferentes eulturas Las revoluciones de la cultura escrita Didlogo ¢ intervenciones El traduetor, ta iglesia yelrey Cultura eserita y poder en el Mundo Antiguo Eseribir y leer en et siglo A de Cervantes gedisa Alfabetismo, exeritura, ‘sociedad Signos de eseritura ‘Tradueciéa de los eapitalos 1, 2, 5 y 7: Margarita Mizraji Rovisién téeniea: Emilia Ferreiro Primera ediciém: abril del 2002, Barcelona (ACATLAN ‘Derechos reservados para todas las ediciones en castellano © Editorial Gedisa, S.A. Paseo Bonanova, 9 1-1" 08022 Barcelona, Espaiia ‘Tel. 93 253 09 04 Fax 93 253 09 05 Correo electrénico: godisa@gedisa.com ‘itpyhwww.gedisa.com ISBN: 84-7482-955-8 Depésite legal: B. 17333 Impzeco por: Limporgrat ‘Mogoda, 29-81, Barbera del Valles Impreso en Espatia: Printed in Spain Queda prohibida la reproduccién total o parcial por cualquier medio do impresién, en forma idéntica, extractada 0 modificada, en castellano 0 en cualquier otro idioma. Presentacion Emilia Ferreiro. ‘Los autores . .. 13 1. La escritura, irreductible a un “codigo” Claire Blanche Benveniste ......22..-.000222000025 15 2. Unidades de lengua y unidades de eseritura, Evolucién ymodalidades de a segmentacion grafics Marie-José Béguelin a1 8, Laescritura como tradicién y como instrumento de reflexién Luis Fernando Lara . 4. Una escritura problemética: las canciones dels tradicin oral antigua Margit Frenk .. 5, Lengua hablada, teoria lingiiistica y adquisicién del lenguaje Jim Miller y Regina Weinert ot 17 6. Las “filtraciones” de la eseritura en los estudios psicolingufsticos Ana Teberosky . wu 7. Las précticas de alfabetizacion escolar: jes atin vélido el “hablar bien para escribir bien”? Clotilde Pontecorvo 133, 8. Escritura y orslidad: unidades, niveles de andlisis y conciencia metalingtistica oe Emilia Ferreiro : : of Referencias bibliogréficas ....... See aes Presentacion Brilia Ferreiro Este volumen de la coleccién “Lenguaje-escritura-Alfabetizacién” esta integrado por contribuciones originales de seis investigadores resi- dentes en diversos pafses de Europa (Francia, Suiza, Inglaterra, Bs- Pana, Italia) y tres textos provenientes de México (investigadores de institueiones y disciplinas diferentes: linguistiea, literatura ¥ psico- Lngatstica). Paises y origenes disciplinarios diferentes convergen, sin embargo, ‘en un propésito comtin: problematizar las relaciones entre oralidad y es eritara en el convencimiento de que toda simplificaciéa contribuye a eu incomprensién. Pero hay algo mas. A le largo de los capttulos y a pesar de la diversidad de Ios enfoques, se va delineando una toma de posicién, que podriamos resumir de la siguiente mancra: este tema (elaciones oralidad/escritura) no es un tema tangencial, que jueda interesar a al- gunos y dejar indiferentes a otros. Bs un tema central que define el modo de hacer teorta lingitéstica y el modo de ver el proveso de adquisicién tan- to de la lengua oral como da la lengua eserita. ‘En lugar de resumir, comentar y tratar de vincular los capttullos (y ‘sus autores) me limito aqui a extraer algunas de las afirmaciones pro- vnendaras contenidas en ellos, para ofrccer un anticipo del contenido y suscitar asf su leetura. Elvolumen se inicia con dos capitulos de lingitistas que han hecho importantes contribuciones al toma. Claire Blanche-Benveniste des plioga los argumentos contra la nocién de la eseritura como tna simple ‘odificacién de la oralidad. En sus palabras, la nocién de codiffeaci6n rosentaba a Je lengua hablada como un eédigo oral y a la lengua eccrita come un cédigo gndfico y se suponia que simbas “cadifieaban” el mismo ob- Joto, a “lengua”. Dentro de esta perspectivs, la lengua se considereba im- plicitamente como un dato previo, presuntamente homogéaee ¥ no sujevo a ia influeneta de los “esdigns” tra esta ided, ella sostiene que “la cseritura influye en 1a evolucion Goes ot ot ol outed cand la ees como eel des tee ene aor que tenemos sobre es Tengu noose smo antes ‘spud la cera” pq “una lng qohmataus, La hee «ered eat invert ens propia naturaleza “Teste losd Beguelin, por su parte, nos invita a relesionar core las ceca mntiguas (umd, muito, Mita yal mismo tempo cobre (erae Suton rpidos do coontara en ls aucvos medios clectxén cos. En un agudo y bien documentado capitulo acerca do las unidades de lea I orifiad y ln ecritara se propane reanalzar Ia segmenta- aaa al come la lcvan a cabo ls xjetas hablantes, es por lo gene~ ral el resultado de un compromise en la aplicacién de divarsos eriterios”. Jo reese Gisinguir ont las “unidades ngisteas naturals, vine Jadas a una “logica utilitaria” y las unidades tedricas, marcando fuerte- ‘monte la distinc entre ambas i se. a0neapitlos siguontas extn anclado en Ia Teng espafo pois Fonpands Lara reeomoce que “a esritara ha sido vo ioportante eae unt de objeivacon de las caracteristicas somoras de Tas le>- ae iesando ta fanson des apestillas introduced por ls an- Jean, Son Millan de la Coglla, on La Rijay de Santo Doringo de Si Joa, en Burgos (siglo X1) asi come los efectos en la peninsula ibérica de la ieee de Caslomagno, dosvela el olde Ts oscrtura ‘para objetivar Teele romances, contzaponndce aa una simple vision api- ions, ‘ io Margit Frenk, desde la investigacién histérico-literaria, nos ofrece van hermoso anaes do to que ccuri6eatre lo sigs xv a xt cuando por primera vr 9 pusioron Te ReScits la canciones Ide la isenhispénic oral antigua que hasta en- Winco dicamente babian circilado por via oral c6m0 se las arreglaban ‘REcaus Ios pontan por escrito para decidir qué era'un vreoy qué dos ver~ eat dnt con “oreo” a sero? |A través de miiltiples ejemplos Margit Frenk nos muestra de qué ma- era esa distribucién gréfiea (en dos 0 cuatro versos) afecta la interpre- tacién “de aquellas canciones que on la Edad Media cantaban los tra~ Dajadores det campo” y que no fueron compuestas para ser escritas, por oposicién a la poasta cartesana culta de la misma época. ‘Juin Miller y Regina Weinert sostienen que las grandes diforoncins gramaticales entre lo hablado y lo eserto cream una dicontinuidad entre smbas y ello Liene consecuencias tanto para la teorta Tinggstica como para las teorias sobre ia adquisicién dal lengusje. 10 ACA — 786694 Apoyandose en el andlisis de las relativas en inglés y do las subordi- nadas on alomén, los autores marcan continuamente una oposicién con. los andlisis de la gramética generativa, aunque admiten que “los chomskyanos no son los tinicos que ignoran las diferencias entre habla informal no planificada y eseritura formal planificada”. Las tres titimas contribuciones corresponden a psicolingtiistas in- teresadas en los modelos de adquisicion de lo oral y lo escrito, todas éllas eon contribuciones propias en el campo tesrieo ¥ en la accién edu- cativa, donde los debates teéricos suclen aterrizar sin la requerida reo- Iabaracién, ‘Ana Teberosky hace una encuesta casi detectivesca. Con la sospe- cha de que en los diserios experimentales utilizados en la investigacién. psicolingiiistica sobre la oralidad se “filtra” la escritura, analiza un imn- portante corpus de articulos reciontos. Los resultados de su encuesta som dignos de atencién: por ejemplo, los sujetas len 0 eseuchan taxtos leidos, pero laa conclusiones se refieren a la cralidad: ge utilizan térmi- nos tales como “palabras” u “oracién” sin mayor reflexién acerca del es- tatus (Joral o escrito?) de esos términos; y asi signiendo. La autora se fiala que fen las tareas exporimentalos la psicolingiistica ha mostrado una total in- Aiferencia hacia ol empleo de recursos propios de la eseritura y dels cultura sserita, La escritura nunca fue eonsidarada como un elementa que puede Introducir sus propias restrieciones. Asf pues, las contribuciones teérieas ¥ ‘empiricas sobre oralidad y escritura no presentan nna visién unifienda com Ios estudios psicolingtisticos. :Serd esta disociacion fruto de un redhccio- ‘niemo? gO deriva tal vex de la Lmitacion de los experimentadares que, al di- sefar lac tarcas, clegir la muestra, realizar los andlisis y reflexionar sobre los resultados, no pueden disociar esas decisiones de st propia tradicisn cultural? (.) En muchos estudios no se controla la proyeccién 0 “fltracién” de Tas earacteristicas del instrumonto de andlisis Ia eserivura~ sobre lo analizsdo—el lenguaje oral-. En todos los casos, s¢ utiliza ua instrumento experimental de lo escrito, atribuyéndose los efectos al longseajn oral Clotilde Pontecorvo se preocupa por ubicar el debate oralidadieseritura en la historia reciente de la escuela italisna. Sus refloxiones son perti- nentes para otras contextos dada la gran influencia de Ia pedagogie ite- Tiana del siglo xx en otras latitudes. ;H's necesario corrogir el habla Para enseitar a “escribir bion”? Subyaco a esta pregunta una vision reduccio- nista de la eseritura como notacién de la oralidad. {Hay que aproximar Ja escritura al habla para ayudar al aprendiagje del sistema grafico? {Cuiles son las consecuencias de una posicia aparentemente més favo- rable los aprendices pero que nioga la especificidad de la eseritura? Po- demos ester de acuerdo on promover Ia eseritura infantil, Sin embargo, uw “lailema quetse prosenia es cémo promover ls productivided yfantly Do agus Tos nibos de las imitacionesimpuestas por las précticas oficiales de SeeCFjara, al mismo tiempo quo, por otta parte, nos esogaremos de qu est ser pda domanar esas misesas précticas que oon deeisivas para lograr wear integracién social como persona plenamente alfabetizada, ELlibro concluye eon mis propias rellexiones. Sostongo que es habitual cjmonsar a razonar come si oralidad y escritura fueran dos objetos “75 Gadoe”, confondiendo la exterioridad de los enunciados orales y de las caercas eseritas con la realidad conceptual de los mismos. Silos cbjetos vnacaptuales no estén “dados", mucho menos Jo estan las unidados de Gualisis. En ese eapitulo iniento mostrar de qué manera la letra, en danto marea geafice. contribuye a la conceptualizacidn de los fonemas ¥ Ge qué manera In palabra gréfca interfere con una nocisn pre-alfabé Gea de palabra. El texto concluye con uns propuesta para considerary cx termminos evolutivos, la constraccién simulidnea de la oralidad y 1s escritura. Nota sobre la traduecién “Los eapttulos originales on francés (de C. Blanche Benveniste y M. J Beguelin) necesitaron, después do la primera traduecién, una revisién ‘éenica a cargo de la compiledora quien propuso reformulaciones en in- termecidn con las autoras. La traduccion que aqn{ se publica enenta con Te aprobacida de las autoras. Ocurrié lo mismo con el eapftulo de C. Pontecorvo (original en inglés). J. Miller y R. Weinert aceedieron gen Himonte, pedido de le coropiladora, a varias solicitaciones de amplia- ‘ign en clertas partes y supresién en olrss. "Todos Ibe auriores somos estudiosos del lenguaje y, por lo tanto, to- os somos cancientes de las dificultades de la traduccién, empresa ries tgosa pero ineludible para la préctica y Ia difusiGn de ln ciencta, Los autores Macesone BEGUBLIN, Sura ular de la tora do linghiticn francesa en Te U a on la Universidad do Neucha Esato rae das este ire y Phe ie). "Temes se vein I bere Ucar is bln de ein de as ‘dads ghia, a difeaades del paso Sel are a lo nr Aor Se rts apelin 3 corners de equios dee ge am re sd eras cltvas importants a tna doles nana: De entree snonets: Grammate eoloire ef descriptions linguistiques = mn iptions inguistques (Bruselas: De Boesk Claire BLANCHE-BENVENISTE, Franch Profezora emérita dela Université de Provence; profesora de Aco Hants Budo, Part, Tonas de ivestgacon ington fanca, dar Gita Se lanai a iti cnten dl crud noun hal orien de nga rena te eee) ura, Are osm trabajos propuestas mstadalgeas sobre Ia sintaxis del frances ‘ecto se inna Hela Eng Brno #9144 1965, a corny ties Marin ans du OES ia ERE ne eer ET can Srfere SN co ere a lengea exerts, Aor do arial y libros tauade o publcud oi spoons rs gs vetoes irra ‘éeriture avant la lettre (Paris, Hachette, 2000). ‘ sae ee ere raat erento coor ete rt eerie sexicana del siglo X35 la lecture en voz alia (eobre todo en los siglos 2 y =.) Sate dlethde cinerea ma erec tro; la lirica popular). Alrededar de 150 trabajos do investigacién publicado : Sate ol oma deta cain dos east trav dol letra on vor als hn 1s publicado: Entrada voz el silencio (Alcala de Henares, Centro de Estudios Cer- ‘vantinos, 1997). ‘Luis Fernando LARA, México ‘Profesor del Centro de Retacios Lingtisticos y Lilerarios de El Colegio de Mé- ‘roo, del cual es actual director. Temas de investigacién: seméntica, teorfa lin- ‘iiztica, lexicografia, historia del espaiiol. Autor det Diccionario det expaftol seual on Mésigo (1998) y Teoria dal diccionario monolingie (19977), ambos pu- blicados por El Colegio de México. Jim MILLER, Inglaterra Proftvor de Linguistica on el Departamento de Lingtistica Tedrica y Aplicada, ‘University of Edinburgh, UK. Temas de investigacidn: sintexie v organizacién dol diseurso oral; gramética y seméntica. Autor del libro Semantics and Syntax (Gambridge University Press, 1985) y co-autor con Regina Weinert del libro ‘Spontanewos Spoken Language - Syntax and Discourse (Oxford: Clarendon Press, 1998) Clotilde PONTECORVO, Italia Profesora de Peicapedagogta del Lenguaje y ls Comunicacién en ta Universidad de Roma “La Sapienza”. Ha sido direclora del Departamento de Pricologia det ‘Desarrollo y la Socializaciém durante dos periodos (1082-1986 y 1997-2000). Te- ‘mas de investiguelda: intaracciém verbal en eontexto escolar ¥ famitiar; niveles {niciales de la adquisicién de la lengua escrita. Compiladora de tres libros co- tientes: Farly text construction in children (Lawrence Bribaum, 1996) Dis- course, ols and reasoning: Essays in simated eagnition (Springer Verlag, $007) Writing development: An interdiseiplinary view (John Benjamins, 1997). ‘a TEBEROSKY, Hspatia qeidistenen Pattoga Bvlutiva y dela Baca, Univorsidad de Barer a Tthun de inventgnié:desevaloy prendiajo ol longuaje escrito, Anbir 7a rin areas y itso pleads, uno d lov mas eet eo Propuesta Sputretoee para aprender ltr exis aresone, Eitrial Viens Vives) Regina WEINEKT, tuglateera [Lecturer en German Linguisties en Ia Universidad de Sheffield. Co-satora con ‘Jim Miller de! libro Spontanewos Spoken Language - Syntaz and Discourse (O- ford, Clarendon Pross, 199). ut 1 La escritura, irreductible aun “codigo” Claire Blanche Benveniste El convepto de “eddigo grafico” ha tenida un gran éxito entre los docen- tes franceses durante la década de 1970-1980. Se presentaba a la len- gua hablada como vn “cddigo oral” y a la lengua eserita como un “cddi- 0.gréfico” y se suponia que ambas “codificaban” el mismo objeto: Ia “lengua”, Dentro de esta perspectiva, la lengua se consideraba impltci- tamente como un dato previo, presuntamente homogéneo y no sujeto a In influencia de los “eddigos”. La escritura era un simple instrumento, desprovisto de existencia auténoma y encargado exclusivamente do ha- cer una transposicién de la lengua, sin ejercer ninguna influencia sobre ella, Se trataba de wna reduccién coneiderable dol rol de la eseritura. En este modo de presentacién tal vez existia un artificio didactico, con- siderado dtil para la escuela, pero de ninguna manera podia tomarse como un andlisis serio de lo que constituyen las lenguas escritas (cft. Beguolin, 2000). Fl coneepta do efiiga se adapta al Alfahoto Ronétiea Internacional? (IPA, International Phonetic Alphabet), elaborado por los lingtistas para hacer la “notacin’ de las lenguas que deseriben, y cuyo principio fandamental consiste en que a cada unidad sonora de Ia lengua le co rresponde un signo grifico y solo uno. Pero precisamente existe una gran diferencia entre hacer la “notacién” de una lengua, en este sentido téenice, y “escribir” una lengua, entendiendo por ello que las eserituras existen como fendmenos dentro de una sociedad, inmersos en la histo- ria, y que no estén fundados s6lo en comsideraciones técnicas de ese tipo. Sabemos que la escritura influye en la evolucién de las lenguas Buben, 1935; Desbordes, 1990). ¥ eonocemos también que, tanto en él easo de las eocicdades como en el de los individuos, el saber que tene- 6 ‘mos sobre esa Ipngua no es el mismo antes y después de la eseritura. ‘Una simple “notacién” no produciria esos efectos. Me gustaria ilustrar aqui, entre las funciones de 1a eseritura que no pueden reducirse a les de un cédigo, tres de ellas que me parecen esenciales: para Ia pertinen- tia de la escritura, para la relacién con el sontido 7 para poder conside- var la perteneneia de Ta Tengua a un conjunto cultural mas amptio. 1. La funcién de pertinencia 2Qué conserva la eseritura dentro dol conjunto de Io que escuchamos “cuando la gente habla”? Sin duda, no todos los fenémenos sonoros que estén presentes cuando alguien toma la palabra. Todos ellos constitu- enn si una seleccién y dejan aparte a aquellos fenémenos que, por eso Tnismo, estamos acostumbrades a considerar “fuera de Ja eseritura’. Nos parece natural deseartar, como “no lingifsticos”, es decir, no perti- nentes para nuestro uso de Ia escritura, la tos, las risas, la intensidad de la vor o la eavraspera, aunguo de hecho las escuchamos. Solamente las historietas, que utilizan cierto tipo de eserituras “de segundo grado” conservan ese tipo de elementos. Pero, on el caso de las prolongaciones, Ia altura musical y las aspiraciones, los lingiistas saben que hay que actuar con mayor prudencia, pues en numerosas lenguas son fendmenos ‘que forman parte del eatalogo de elementos pertinentes. Los lingitistas ‘que hacen trabajo de campo deben entrenar el ofdo para escuchar los Stonos” en lenguas que les resultan exdticas y para poder atribuir 2 los to- ‘nos alto, media, bajo, alto-bajo u otros, el 761 que otorgamos en nuestras Tenguas @ las vocales y a Jas consonantes (Dixon, 1997). Cuando se toma cen consideraciéa un conjunto muy grande de lenguas, nos damos cuen- ta de que el proceso de seleccionar entre aquelio que merece conservar- se y lo que conviene deseartar no es una operacién trivial para los lin tistas, Pero, por otra parto, las escrituras son fendmenos sociales que con frocucneia evolucioaan més alld del contral do los linggtistas, de ma- nera tal que lo que la escritura conserva no responde siempre a lo que ellos desearian: conocemos una cantidad de escrituras en las que no se hhace la notacién de 1a altura musical de los “tonos” que, sin embargo se consideran pertinentes en esas lenguas (por ejemplo, el caso del sueco, ‘que utiliza dos tonos diseriminantes, sin registrarlos en Ia escritura). ‘Bxiste otro nivel de solecci6n para determinar qué fonemas de Ia lengua se conservan en Ja escritura (roubetzkoy, 1949). Sabemos que ‘no todas las variaciones audibles forman parte de ella. Fonol6gicamente existe una sola /1/ en franeds, aunque las (r] que se praauncian en rose, ‘prose y port scan muy distinas fisieamente.” Postalamos un solo fonema 7e) en el espanol, aunque proaunciamos dos sonidos, muy distintos, se 16 iin que el fonema esté situado al principio de la sflaba 0 entre dos vocales: ‘griego ['grie¥ol ‘grogui [qro¥i} (eogsin ol Dictionnaire Le Robart & Collins, 1994) Por lo general las escrituras no conservan las diferencias fénicas exis- tentes por debajo del umbral de los fonemas. A causa del conocimiento mismo que tienen de la eseritura, los adultos alfabetizados estan entre- nados para no percibirlas, inientras que los nifios todavia las perciben, antes de pasar por el filtro de la eseritura. Hn este nivel se debe plan- tear ol problema para poder determinar si la conciencia de los fonemas (phonological awareness) es anterior 9 posterior a la adquisicién de la eseritura. En otro nivel se sittian las diferencias de pronunciacién, segén las regiones, el medio social, las goneraciones o los usos de Is lengua. La ten- doncia general de las eserituras, por lo menos dentro de los patses-na- Re-se-nuwzo = zines extranjero”) te-ko-to = téhton (‘cexpintera”) ‘Un ejemplo todavia mAs claro de Ia polivalencia de los étomos graficos Jo,proporciona el hitita, lengua indoenropea registrada un paco antes on ‘un silabario de 137 signos adaptado a su vez del cuneiforme sumerio. $n ita, um grfema puede rpresntaraerisamento (gin Kivaas. 1, un sumerograma con valor ideogréfico (existen sumerogramas fantum, mientras que otros aparecen también con valor fono- grafico}: 2 un determinative seméntico con valor clasificatorio, que no ce pronuncis, como notacién de un rasgo de contenido (por ejemplo , GIS “madera") 8. un silabograma para notar un grupo CV, VC y, a veces, CVC; +4 “en determinadas circunstancias contextuales, una eousonante simple, implosiva o explosiva (por ejemplo pa-ra-a = /pra/“ado- Ianto’); 6. una de las vocales simples 4,¢,i,u; 6, una vocal o un grupe que nose pronuncia, que sirve como auxiliar para aclarar un silabograma contiguo (cuando se trata de uns vocal, esto no constituye indicio de una oposicion cuantitativa), Esta situacidn, a primera vista andrquiea, os el resultado del modo en que un mismo material ce routiliza con fines diversas, a veces para sa- ‘isfacer exigencias externas que provienen directamente de las cireuns- taneias coneretas de la produccién del mensaje. Hsto se trasluce muy bien en el caso 6, en el cual algunos escribss utilizan de inmediato un si- Jabograma, no para “representar” directamente la cadena lingifstica, sino para facilitar al procadimientn da decodifieacién al glosar por reit aci6n Ia voeal 0 el grupo VU inherentes al silabograma precedente. Al tratarse de una grafia facultativa, esta seriptin plena acarrea variacio- nes en la ortografia, con la consecuencia muy notable, aunque sin duda fortuita, de que el sistema tienda hacia una escritura fonolégica. Com- pairense las transliteraciones para fapas/“aquel”: -grafia simple: a-pa-ce ‘grafia plens: a-pova ae la redundancia de la a conlleva, incidentalmen- ‘8, una identificacien entro la eantidad de grafernas y la de 10s fonemas de la secuencia oral paralela), 85 Dentzo de euscomponente ideogréfico residual, eomo aparece en los ca sos Ly 2, la eceritura hitita condensa la referencia a dos niveles do and Tisis diferentes del conteaido: puede romitir al significado de un morfe- ima, pero también a ciortos resgos somanticos mas o menos asimilables = “clasemas”. Del mnismo modo, los determinativos de categoria del su merio y las “claves” del chino tenian la fancis, por lo menos en su ori- fon, a2 distinguir grafomas polisémicos al asignarlos a una determi fheda categoria de significacién. Nuevamente en este easo, el ndlisis Tingutstico no se ofectsa como un fin en si mismo, sino que se produce forvaitamonte semtin las necesidades, cuando se advierte que os preciso evar a cabo alin tipo de desambigvacién para el buen desarrollo de los intereambios verbales. Ta altornancia entre la referencia ideogréfica y la referencia fénica silébiea (casos 1y 3), heredada de la antigua técnica del robus," se on- ‘uontra asimismo, en uno u otro momento de su desarrollo, en os sis- temas grafieos sumerio, egipcio, chino y en el lineal B al que nos hemos reforido antes. Ademés, el lineal B utiliza el procedimiento sumamente interesante del “simbolo serofonico”, de alguna manera simétrico al re- bus. Asi, el empleo del silabograma ZE, equivalente a la unidad lexical _zeigs, “pat”, despoja al grafema do la funcién de representiante exclusivo do la fon‘a, afacténdolo, mediante una especie de equivalencia por sinéc- flogue, a la representacién del signo globel. Mientras que el rebus per- smite practicamente la reutilizacién de un equivalente de un signo como ‘equivalente de eflaba, mediante un fendmeno inverso, el simbolo aerot- pico asegura el pasaje, a través de un grafeana dado, dela representacion, Silabiea (o fmolGgiea) a una reprosentacién del signo eaerespondiente ala primera articnlacién (es decir la articulacion en morfemas). ‘Eneontramos ejemplos comparables on algunos sistemas estenogré- feos moderaos (Chowvet, 1953), que no son més que alfabetos fonéticos pero en los euales diversos aimbolas, cayo valor primitivo es el de notar fina conconanto, sirven también subsidiariamente para transeribir un Imorfema que couuivtisa com wea comsonante. De modo quo ol mimo 62 lenograna se emplea para diversos fines, para representar una unidad distintiva, o bien una unidad signifieativas <= [0 Itodo, todos, toda, todas) } 0 Thien, ete Sometides a exigencies axtornas como la rapido la falta de espacio en la pantalla, los internautas y los usuarios del SMS (Short Message Ser- vice) para los teléfonos méviles recurren a una cantidad de innovacio- nes grificas (eft. Anis, 1998), condicionadas también por la finalidad pragmética de ser “breve y rapido” . Para lograr este objetivo de abre- 36 e ‘iar se utilizan muy diversos procedimientios y, con la mayor naturali- ‘dad del mundo, algunos de ellos retoman lo que earacteriza a los sila- tharios micénico ¢ hitita: 11) _utilizacién de letras o ideogramas oon valor fonético (rebus): U2 = brow tool YAKELKI2? = (y a quelgun} 2. uso de simbolos acrofinieos: asv? = [age sexe ville?| © mdellt = [more de rire] Q= (quoi), [qui} 0 [qwel, por ejeraplo en: CE QJE PENSE 8, reutilizacion de fonogramas con valor silabieo: CP = [eétait] 4 seouao a la ideograia + = [a plus} (que se pronuncia “a pluss”, forma tranca habitual ‘en francés cologuial para “a plus tard”) #5. evielado do diversos eign para consituisls en componentes 85) =p = signos no lingiisticos, que evocan @ una persona que usa gafas y sonrfe 0 a un personaje que sacs la lengua, tomados del repertorio de smileys 0 binettes, (“Emoticén” es una de las denominaciones que se usan en espafal) Ea francés, el recurso a acoriamientos fonogréificas €s frecuente (por jemplo: micuxa = [mieux que ca, elorousketes = [alors ot (est-Joe que tu esl). Sin embargo, la vitalidad de las tendencias ideogréficas, silubogré- fieas 0 acronfmicas que acabamos de ilustrar, viene a desmentir la idea ‘radicional de quo e! prineipio fonolégico constituiria, forzocamente yen cualquier circunstancia, el inico “progroso” posible en la evolucién de los sistemas de escritura. Sefialomos también que es init! intentar evaluar la adecuacién de un sistema grafico sin tomar en cuenta los objetivos ragméticoe con roopesto a loa cuales eae sisters funciona. 2.2 La segmentacién en “palabras” 2.2.1 Palabra o morfema Ta palabra es una entidad tradicional que surge de la préctica esponté- nes de las hablantes, por lo menos on Ins Ienguas de tipo indoeuro peo, desde sus mas antiguos testimonios documentados. Después de haber sido reempiazado por el morfema, definido como la unidad significativa zninima, el cancepia de palabra continué siendo el eentro de atenciga de 37 sanchos lingifistas que han intentado promoverla 21s categoria de enti- Gad formal rigurosa. Las diversas definiciones, propuestas a partir de cRtenos igualmente diversos, Jamentablemente tropiezan todas con Giertas dificuliades: «+ Elcritario entonative que define la palabra como una unidad de ‘scontuacién, plantea problemas para Jas lenguas desprovistas Go acento de palabra; en las lenguas que lo tienen, queda en sus- ‘penso la cuestidn de las formas cliticas (= no acentuadas). +s Elotiterio de Ia autonomfa sintActica no permite dar cuenta de ~algunos elementos no autnomos, con fuertes restrieciones selec fivas, que de todas maneras los hablantes consideran espont- neamente como palabras (ejemplos: las preposiciones, los artfeu- los, los pronombres cliticos).. » E} criterio seméntico-referencial (palabra = unidad de designe. ‘cién) no fimeiona en el caso de ciertas locuciones en francés del tipo chemin de fer, porme de terre, en las cuales e! hecho de que sista “unidad de designacién’, es decir, que romita a un referen- te tinico, no elimina de ninguna manera el aspecto composicional Gel significante (en los dos ejemplos mencionados, 1a metéfore: original continda plenamente accesible) Cade vez que se intenta extremar un punto da vista y definir el eoncep- todo palabra apelando a un nico tipo de pertinencia, aparecen los com- tragjemplos. Ahora bien, si admitimos, siguiendo a Martinet, 1968, que Tapalabra noes una nocién formal, debe parecernos muy natural que los ‘crierios para identificaria sean multiples y que en el andlisis aparez- Gan fenémenos de vacilaci6n, de disenso y de superposicién. Al ser pro- ducto de una constraccién no explicita, la palabra, tanto como el gra~ foma que hemos examinado antes, es una hereneia social. Con todo lo aprosimativo y lo arbitrario que esto puede acarrear, el eriterio de la demareocida grafica cantina siendo el mas s6lido, ‘Ea realidad, en la mayor parte de las escrituras se separan las pa- labras, merliante un blanco o una marea, como en hitita, o mediante tuna raya 0 “interpuntuaci6n”,* como oa griego mieénico. Fsto no quic~ te docir que este tipo de segmentacién sea universal o innato: les len- [pus antiguas presentan ejemplos de scriptio continua, mientras que la fseritura devandgart que, con un alto grado de realismo fonstieo, ha Servido para registfar ol sanscrito, solo utiliza un blanco cuando se pro- Guce una pausa de sandhi® (adaptacidn fonética del final de una pala~ tbra al inicio de la palabra siguiente). De todas maneras, cuando existe, la interpuntuacion o interpalabra es un indicio de la realidad pragma tica y percoptiva quo constituye la entidad delimitada, para los usua- Sr % Side can doterminnda lengu, Btidad maura, erdrqueatente au perioral grafema, la palabra merece, pues, una confrontacién metédica “gon,lay unidades formales de primera articulacién esiablecidas por lx Tingtistica ‘9Bm las Tenguas clésicas, las diversas configuraciones morfol6gicas Abocinns ain non de yulabra concen do mode mio menos Ca Jar eon Jas constataciones que podemos hacor respocio do las longuas indocuropeas modernas.™ En latin, por ejemplo, la préetica editorial pommalmente vigente, que se remonta hasta los eseribas irlandeses y Snelonajoes de principios del Had Medie separa regularmente me lancos as unidades que corresponden a categorias sintdcticas Sepbe Mes « ps itegorfas sink Palabra gréfica = morfema (semper, sic, ut, in...) Palabra grafica = “sintagma restringido” compuesto de muchos de smorfemas: forma declinada (regem, oratorem, amabo), derivado (orator), compuesto (suouetaurilia, aghatinado (ogricultura; pero véese el punto 8) y, por ultimo grupo entonacional com: Buost por n elemento tno suid de tex) (aompra, / 8: Palabra gréfica = eonstiturente de una locucién més o menos fia aglutinada, escrita a veces como una tinica cadena grafica (res. publica (respublica, agri cultura /agricultura, bene dico/benedi- - critura debo rochazarse totalmente como teoria linglfstica per oe, por el con~ trario se la debe incorporar en esa tooria como respaldo (entre otros) de ose ‘componente regulador que forma parte integrante de toda actividad lingisti- ca (P. Achard, en Catach (eomp.), 1988: 74) 11. “Rebus” es un tésmine téenico, vinculado son un “principio de rebus” ‘que designs la posiblidad de reprosentar una palabra o parte de ella mediant= tn logograme de otra palabra que es fonéticamente similar. Fl ejemplo tipico ‘en francés ce la combincién del dibujo de un disco (= dise) y de una cuerda. (= corde) para representar la palubea "no dibujable” discordin (= discord). Los lo- ogramas en cuesti6n pueden ser de naturaleza menos piciérica pero siompre lous ge aplica a términos para los cuales una representacion directa es im- posible. EI caso mds importante, por sus conseonencias historicas, es el de los nombres propios. (Cfr. Coukmas, F., 1996, p-483). (Nota de la revisors) 12. En el original francés se usa indorponction, con el significado de un punto que separa dos palabras y que se situa dentro de la ine deeseritura. Ba spatial no existe el equivalente del italiano que utiliza interpunaione para re- feriroe a todos los us0s, antiguas y modernos, de las mareas ao-letras que 8p3~ zecen entre Tas cedenas de letras, mientras reserva pontesgiature para los us0s Imodernos de Ios Tlamadas “signos de puntunciin”. Hay que tener en euenta que fl término punctus (= punto) constituye la base de otras formas gréficas utii- ‘adas para puntuar an texto. (CE. M. B. Parkes, 1992). (Nota de la revisora) 0. ‘devanigars” y “sandhi” con palabras dal sénserito con un significado ‘éenico procise que han pasado tal eval all vorabalario técnien de Tos estudivs es- pesializades. Td, Para mayores detalles, conaGltose Berrondonuer y (Reicblor JBéiuelin, 1989; Frayt y Reiehlex-] Béguelin, 1990; Fruyt, 1992; [Reiehler-JBérvelin, 1992, 1998, 2000, 16. Lo mismo ocurrfa con Ja oncial y la mindseula latinas; ef. Desbordes, 1990; 228 1G, Cfe. Seenges, 1989; Canfora, 1989; Marrow, 1968, Yi, Bn este caso, la autoaomia gréfiea dol artfeulo antepunsto no es arbi ‘raria; se correspond con Ia posibilided sintéetica de insertar un adjetivo (le long nea), que no existe cuando el articulo esta pospuesto. 18, La expresié del francés coloquisl péter les plombs significa “perder los cestribos". 419, Bate hecho queda oculto por Ia adaptacién sistemstica de In puntua- cién hecha por los editores moderaos de los textos elésicos, transformacian que 50 eee pected Se errr pane ime roa sytney narra ace peecnohenisins ‘a menudo se hace sin indicar claraments eusles han side los principios que gufan 1a transformacian. 20. La sintaxis de reecidn estd caracterizada por restricciones de coocu- rrencia, de secuencialidad, de concordancia entre unidades. ‘21, Bs preciso tener en cuenta que, en francés, ‘Naa pas les épaules”, ct. no, forma una “oracién sintscticamente completa” porque le exprecion del pronem- bre elit perconal inicial os obligatoria detante de un verbo conjagado. O sea, 5 Ta segunda oracion grafica fara del mismo rango sintéctico que la primera, \lebertamos tener: “lle n'a pas les épaules...” 22. Para mayores detalles, véace la ergumentacin desarrollada en Be rrendonner ¥ [Reichler-Béguelin, 1969; Berrendonner 1995 y 1989; Béguelin 1998 y 2000. 51 3 La escritura como tradicién y como instrumento de reflexién El surgimiento del espanol escrito Luis Fernando Lara Una enseiianza elemental de a lingufstica moderna es que los sistemas de escritura alfabétieos ~como el del espaiiol— son cédigos convenciona- les de “representacién’ de los fonemas de las lenguas. Los sistemas de eseritura son objetos sccundarios en relacién con los sistemas fonolégi- 08 que “representan”. Por la misma razén, de ser convenciones do re- presentacién de los fonemas, se rigen por el llamado “principio fonol6si- co": a cada fonema debe corresponder una y la misma letra, y a cada Tetra debe corresponderle uno y el mismo fonema." Bajo ese principio no debieran entonces producirse confusiones en- tre letras y fonemas. No debiora sor posible, por ejemplo, que se exeriba ‘con Ia letra ce tanto la consonante inicial de la palabra “casa”, como la consonante inicial de la palabra “eesta”. Si son dos fonemas distintos, 20 dobieran reprecontaree con Ja micma letra. Varina de Ina propuestas dde modificacién radical de la ortografia del espaol, que se hax venido produciendo desde el siglo x11 hasta ahora, sostienen, por eso, que se ‘destine la letra 2 ala primera conconante ejemplificada, y las letras ce ‘ese, ala segunda: “kausa” y “ccsta/sesta”.* La congruencia de tales ar- gumentos es irreprochable desde el punto de vista de Ta idea de que la escritura es convencional y de que sus cédigos de representaciéa deben establecerse bajo el principio fonol6gieo. Sistemas de escritura tan cla- ramente definides harfan innecesara la ortografia, pues serfan “orto- | sistemas” y facilitarian mucho el aprendizaje de la escritura.> La eseritura, sin embargo, no nacié de una comprensiéa tan clara, 4e lo que son los eédigos convencionales, ni de una conciencia perfecta 58 de la convenci6n que se estaba creando. Por el contrario, el proceso de dentificaci6n, primero, de Ia existencia de sonidos diseretos en Jas len- guas y de invencisn, después, de trazos para representarlos, duré miles de afios y forma parte de la historia de la evolucién humana. Incluso ol fantes y después en el proceso, que aquf supongo por pura necesidad ana- Iitiea ¥ expositiva, pueden haber sido fendmenos simulténeos, en una dialéctica constante. TImaginémoslo de la manera siguiente: el momento en gue ciertos grupos humanos produjeron.por primera voz trazos, de eardcter imitati- ‘vo, para representar objetos que los rodeaban ¥ que les despertaban el interés, debe de haber sido un acontecimiento importantisimo de la for- maci6n de la inteligencia humana. La pintura rupestre (como la que se encuentra en las cuevas de Altamira ode Lascaun), que es el documen- ‘to que conseemos do esas momentos, no se planted como una convencién gméfica, sino como un apoderamiento adaptativo de los objetos represen- tados, que por eso mismo pudo haber tenido un eardcter magico y ritual, ‘La eseritura aparecié varios miles de afios més tarde, cuando los humanos dominaban ya en gran medida el trazo grafico. La escritere cuneiforme, por ejemplo, aparece en Babilonia evando ya hay grandes monumentes decorados con relieves y trazos gréficos. Lo mismo sucede con la eseritura jeroglifica egipcia, que adorna las paredes de los gran- des templos, muestras de Ja avanzada capacidad geométrica ¥ mecéni- ‘ca del ingenio egipcio. Lo quo tiene uno quo preguntarse es eémo se re- lacioné un trazo grafico con un seontecimionto sonoro tan fugaz y poco notable como lo es la pronunciacién de una cadena de fonemas de una lengua, Ciertamente que los trazos gréficos de la eseritura egipcia no se 1igaron desde un principio con sonidos aislados, que son todavia mas di- ficiles de objetivar. Los trazos grificos egipcias “retrataban” objetos de la misma manera en que lo hacia Ia pintura rupestre, Los egipcios, all ver la representaci6n, digamos, de un ojo 0 de une golondrina, recono- cian esos objetos y los nombraban en su lengua. El siguiente paso habr& sido tratar de waar oon rotratos para overibir de otrae corae y, puesto ‘que cada palabra egipcia tenia cierto fmema su inicio, reconocieron ‘ese sonido representandalo con ol retrato del objeto. Si la rafz de “ojo” ‘era jr-ty Ia de “golondrina” era wr, los “rotratos” de esos objetos pesa- ron a representar los fonomas /j/y f/. El “andlisis” fonolégieo egipcio se pprodujo, por lo tanto, sobre Is base del reconocimiento de los sonidos iniciales de las palabras que nombraban objetos representados en el jo- roglifco. a Sostongo arriba que ho es fiieil danse cuenta de las caractaristicas sonoras de las palabras que pronunciamos al hablar, debido a su fuga- cidad y a la falta de apoyos para roconoeerles. La astucia de los ogipeios consistié en pronuneiar sus palabras completas ¥ reconocer solamente 54 pny mibeegaeeraegeeain Lene tema esee sean crete rare eeeeer greenies 286694 €l primer fonema. Pero tal reconocimiento habria sido imposible si no fuera porque el jeroglifice que le dio forma ya estaba allt: bien delinen- do, claramente recanocido por quienes lo admiraban en las paredes de los templos. Lo que necesita una lengua bablada para poder reconocer- se y objetivarse es un medio que la refleje y la mantenga presente a Ie consideracién intelectual, un “espejo” (comsidérese el papel de los espe- jos en el reconocimiento de uno inismo}, y el espejo que utilizaron Ios ‘egipeios fue la eseritura, Basté con que se compusiera una lista de jero- glificos de valor fonétieo para que se produjara un alfabeto y este ayu- dara a reconocer el resto de los fonomas de una lengua, como fue poste- riormente, respecto de la escritura, ol caso del arabe. Un. proceso semajante se puede demostrar en relacién cn las escritaras griega yla- tina, pero no me detendré en él. Lo importante es que la eseritura ha sido un importante instrumento de objetivacién de las caracteristicas sonoras de las lenguas. Hoy, desde nuestra avanzada capacidad de abs- traccién y de anélisis, eroemos que los sonidos se objetivan fécilmente y ‘podlemos reconocer ex el arbitrio de retratar una golondrina y tomar su. representacién como “letra” w del antiguo egipcio una simple y pura conveneién, Pero ni sucedié asi, ni la escritura es secundaria en rela~ cién con el fonema, Por eso lo importante es no creer que el “principio fo- nolégico” os una verdad necesaria, como lo ha venido haciendo la lingiiis- tica moderna, sino reeonocer Ins earactoristicas del proceso intelectual que llevé a Ja inveneiin de la eseritura y que caracteriza su funciona :miento en relacién con Ia lengua hablada, pues solamente reconociendo ‘ese proceso es come se puede comprender la historia de la escritura ¥ su. verdadero papel on Ia idenificacién de las caracteristicas de las lenguas. Come todea sabemos, el espanol os una lengua nacida del latin. La co- Ionizacién romana de la Peninsula Ibérica, que sélo duré cerea de cua ‘trocientos af, resullé tan poderosa que, salvo la lengua vasea, que se conservé en el rinedn noreste de In Peninsula, hizo desaparecer todas Jas que se hablaban on ese territorio antes de la Hegada de los romanos: ¢ impuse cobro elas ol latin; 1a romanizacién de la Peninsula incluso fue eapaz de sostener el latin como lengua de la mayor parte de los po- bbladores de esa regiGn a pesar de las invasiones germénicas y durante lps setecientos afios de dominio érabe. Ciertamente se sabe poco acerca de Ja clase de latin que se hablaba en Ja Peninsula Ibérica. La mozcla de pueblos celtas e ibéricos, los res- tos de las colonias cartaginosas ¥ griegas, y el origen de los pobladoros romanos inieiales debe haber dado al latin ibérico sus propias caracte- risticas, que lo distinguirian de los otros pueblos latinos en las Galias, en Italia, en Dacia y en el norte de Africa* Rafael Lapesa, uno de los mag importantes historiadores del espafil, destacs una “deseripeién” 80 el modo de hablag de los habitantes del sur de Espaiia hacia el sigho xt (probablomente ya castellanizados por la Reconquista, pues durante el dominio drabe la evolucién dialectal dol latin en esa zona habia dado Iu- ‘gar al mozrabo, que fuo un dialocto romance hermano del castellano): “illorum lingua resoaat quasi tympanotriba’ {ou lengua resuena como ‘una tubal.* Aunque ese modo de hablar fuera ¥a un dialecto romance, se puede tuno imaginar que la misma pronunciecién del latin durante los diez siglos previos debe haber tenido pecaliaridades semejantes. ‘No hay duda de que los habitantes de la Peninsula reeonocfan priic- ticamente las diferencias que se habian ido produciendo en sus lenguas alo largo de los siglos. Laposa cita ejemplos de ia Créniea del empera- dor Alfonso en. 1150: “quotidie exiebant de castris magnae turbae mi- Bitum, quod nostra lingua dicitur algaras” (diariamente salian de los campamentos grandes grupos de soldados, que en nuestra lengua se aman algaras];“fortissimae turres, quae lingua nostra dicuntur alea- ares” (poderosas torres, que en nuesira lengua se Haman aledzares) (astense los arabiamos); “insidias, qvuaa lingua nostra dicunt celatas" femboscadas, que en nuestra lengua se dicen celadas].* Pero ese reco- noeimiento no implicaba todavia una distincién entre el castellano v el Iatin, de lp misma manera cn que podemos hacerla los hispanohabian- ‘es modernos. Durante toda esa larga época y hasta el siglo xa las di- ferencias lingtisticas se reconocian slo como précticas comunicativas. Se distinguia un sermo vulgaris, o un sermo rusticus 0 modo de hablar del vulgo o de los niisticos, de Is lengua romana, ya s6lo reconocible en los textos eclesisticns, juridicos y notariales, poro no se posi identifi ‘ar una lengua castellana 0 espafiola como diferente de la lengua lati- na, El conjunto era sélo un “latine loquitur”, un “hablar romance", que ‘queria decir “hablar a la manera de Roma” 6 de los latinos. ‘Aun cuando el analfabetismo era ia situacién normal de los pueblos peninsulares (y de toda Buropa), la tradicién de la escritura latina se conservaba en los documentos juridicos y eclesidsticos. En ciudados ‘como Zaragoza, Toledo, Cérdoba o Sevilla, wlesds, la previses de la tra- duecién de documentos antiguos que legaban desde Bagdad y otras grandes ciudades drabes, congregaba eruditos conocedores del arabe, del hebreo y del latin para escribir versiones latinas de Iz hereneis cule tural y civilizatoria de la antigtiedad griega,” lo que implicaba familia. ridad con la tradicién latina de la escritura. Pero a pesar de eso, habia dificultad para entender textos ecle- sidsticos latinos, ¥ esta se hace patente en la Peninsula apenas hacia el siglo x1, cuando los monjes de San Milldn de la Cogolla, en Ia Rioja, ¥ de Santo Domingo de Silos, al sur de Burgos, se ven en la necesidad 4e apostillar libros de sermones y penitenciales latinos, ya fuera para ‘que los monjes més j6venes aprendieran latin o para ayudarse, en ge- 56 siete boceipctic noral, # leerlos. Las apostillas son de cuatro clases: marcas para indi- car al orden de palabras en le oracidn, segdn el orden romance, que ya no era el znismo que cl latino; apoyos para entender los sujetos dela oracién y los complementes del verbo (directo, indirecto, ote); glosas ro- mance de palabras latinas y comentarios de aclaracién de los textos. Considérese el siguiente ejemplo (apud Wolf, 1996): partitjones _ uerecundia ke aut e r eae per multas divisiones. Bt pudor nullus por muchas divisionea, ¥ el pador ninguno Aqui aparecen, en el primer renglin, las glosas de dos palabras latinas; fn el sogunde, los indicadores de complement y sujeto; en el tercero, el comienzo de tna oracién (+) y los indicatiores de orden; en et cuarto, el toxto latino y en el quinto su traduecién al espanol moderno. En esas mismas Gloeas emilianenvee ol sistema do eseritura rovela sus dificultades iniciales. No s6lo hay dificultad para distinguir clara- mente el romance del latin, aunque practicamente ya se tenga que *tra- ducie’, por ejemplo, divisiones por particiones ¥ pudor por verecundia (que mas tarde evolucionaré a vergaenza), sino que ademés el sistema do oseritura latino consorva su vigencia debido s eu tradicionalidad Eso Hleva a ocultar cambios quo, sogun los estudios del romance do Ia época, ya se debian haber producido en Ia lengua hablada, como la so- norizacién de las consonantes oclusivas en posicién intervocélica: en ‘vez de escribir ganado, eseriben ganato; en vex. de pecada, peccazo; 0 digo y lueco, en vez de digo y luego. De todas maneras, el sistema latino de escritura se disloca ante la dificultad de distinguir con claridad lo- tras de fonemas, euya pronunciacion romance ya no resultaba clara, por lo que, por ejemplo, la letra be se utiliza para representar dos fone sas latinos: /b y fa! cerita on latin con vr chica; Ia letra ge co utiliza para representar el fonema romance /dj/ (que sonarfa como la letra jota del franeés moderno “jour” on segamus /sedjamus)), porque no se encuen- tra mejor manera de reconocer un fonema inexistente para el latin, Lo mismo sucede con las letras ce y zeta, que se usan indistintamente: cer- te frente a zerte, face frente a fazen. Il fonema fil, que es romance y no latino, se escribe de varias maneras: bruina, seingnale, aluenge @bra- fia, sofal, aluetie) Solo més tarde se inventaré la letra ene. De estos breves ejemplos se pueden sacar algunas conclusiones: 1a primera es que los monjes de esos monasterios conocian el sistema de escritura latino y trataban de adaptarlo a los nuevos sonidos que ellos ‘mismos escuchalban (lo mismo sucedis en el siglo xvten el “Nuevo mundo”, BT RoE ‘caando los misioneros trataban de escribir las lenguas amerindias); es decir, que habia concieneia ya de las relaciones entre letras y fonomas, ‘pero las lotras eran las que ayadaban a reconocer los fonemas y no all rrevés, seguin lo supondria el “principio fonoldgico”. La segunda es que se ‘esforzaban por encontrar letras para fonemas que ya pareefan distintos de los latinos, pero sin inventarlas ex nove, como corresponderia = un reconocimiento pleno de la. convencionalidad de Ia eseritara. Al contra- rio, insistian en usar las mismas letras latinas, combinéndolas de ma- ‘neta que su pronuneisciéa se acercara a la de su lengua materna.* ‘eas préctieas de escritura distaban de ser esfuerzos individualos autonomos, de monjes interesados por avercar su eseritura # su pro- nunciacién, eonseiontes plenamente de Ia arbitrariedad de los sistemas de eseritura, de la nocesidad de establecer convencianes y de Ia conve- niencia de dotar a su lengua materna do un sistema adecuado de eseri- tra, Todo lo contrario; Ia moderna investigacion de Jas lenguas ro- mances durante la Edad Media sostiene que los esfuerzos de eseritura en francés, en espaicl, ete. obedecian a una dificultad general de los ‘monjes europeos para leer sus texios eclesidsticos latinos cuando sus propias leaguas o eran totalmente extraftas al latin, come Tas celtas 0 Jas germénicas, 0 habian evolucionado desde el Jatin de una manera poco perceptible para los hablantos, como sucedié com ias lenguas ro- manors, Unos ¥ otros monjes tenjan frente a sus ojos textos escritos en Jatin. Los monjes de las naciones del narte de Europa ~particularmen- te los irlandeses, los ingleses y los alemanes~ necesitaban adjudicar pronunciaciones a las letras de sus taxtos que correspondieran aun la~ tin que nunea Llegaron & conocer con familiaridad, pues les era extran- jero; por lo tanto, se eifieron cuidadosamente al principio fonclégico “pero desde la letra, no desde ol fonoma!- y verdaderamente “crearon” ‘una pronuneiacién del latin eclesiastico hacia el ato 800 y sobre todo a partir del reinado de Carlomagno en Francia y Alemanie. Afirma el his- ‘toriador Roger Wright (1991: 101): “En algunos centros carolingios, en ‘280 @poen sa realizahan los oficios, aunque antes se lo hubiese hecho ast ‘no, sogtin un método parecido al utilizado desde siempre, y probable- mente muy similar al que se utilizaba en todas las regiones de habla alemana, en el cual a cada sfmbolo escrito se le asignaba un correspon- diente sonido oral”. Los monjes de las naciones latinas, como los espa~ Soles, por el contrario, debido a la dificilmente perceptible evolucién del Jatin hablado en sus regiones, leerfan sus textos con su propia pronun- Giacién romanee sin darg.cuenta de que sus fonemas habfan cambiado incluso que la morfologia de sus palabras habia evolucionado (per- diendo, por ejemplo, los morfernas de caso latinos). Cuando los benedic- tinos del monasterio de Cluny extiendea a Espana el rito romano de la Iglesia catélica desde la Francia de Guillermo el Piadoso, durante el si- 38. 10 x, no sélo sustituyen al rito visigético, sino que reformsn los monas~ terios esparioles y reintroducen el eonocimiento del latin, alora. con wn. estilo propio de leciura, que lo vuelve aun mas extrafio, en comparacién con las primitivas lenguas romances, Si antes no parecia evidente la co- rréspondencia entre la escritura y Ia pronunciaciGn, a partir de esa épo- a la lectura en voz alta del latin eclesidstico impone su extrafieza, de origen germénico 0 celta, sobre la idea que se habfan formado los mon- jes espafioles de su romance, de su “lengua romana”. Bs decir, de nue- ‘vo, que es la escritura la que sirvo pare objetivar las lenguas romances ‘no, por cierto, con Ta objelividad de una aplicacién exacta del principio funolégico, sino problematizando el “eonocimiento oscuro” (para decirlo con Leibniz) que tenfan los monjes espaiioles de su propia lengua, frente ‘aun “espejo” que ya no les “devuelve la misma imagen”. Ls esfuerzos de los monjes de San Millan y Santo Domingo por escribir su romance resultan ser esfuerzos acotados por una tradieiOn de escritara, comuni- cada por monjes irlandeses e ingleses (Elcock, 1961: 10). Los textos la- ‘inos, por su escritura y por la manera en que se ensefiaba su lectura, 26 vuelven eada ver-mas extrafios respecto del romance; el romance, nun- ca antes escrito, se vuelve objeto de interés para poder glosar aquellos ‘textos latinos. La primitiva eseritura espanola, en Ta que era dificil dis- tinguir con claridad también Ios diferentes romances, sobre todo el cas- tellano y el aragonés, se nutre de esas dos extrafiezas, pero tiene como horizonte el sistema latino, ‘Tendrian que pasar todavia dos siglos més para que el rey Alfoa- 0X el Sabio, de Castilla, pusiera en practica la primera normalizacién dol sistoma de eseritura castellano; y todavia cinco mas, para que le Academia Espanola estableciera su primera Orthographia (1741). ‘La escritura, en consecuencia, fue un poderoso inetrumento de objeti- vvacidn de las lenguas y no una simple eonsecuencia del reconocimiento de la lengua hablada, a la que se le asociara convencionalmente wn sistema de ropresontacion. Por eso el alfabeto Istino se extondi6 por toda la Bure pa cristianizada desde Roma, en tanto que el alfabeto griego, de cavacte- risticas semejantes, se convirti6 en el origen del alfabeto de las lenguas e- lavas, eristianizadas desde Bizancio por san Cirilo (de abt el nombre de ooeritura cirlica” para el alfaboio que utilizan el ruso, el biilgaro, el ser- bio, et.) De haberse originado la eseritura en una pura convencién grafi- ca para representar un previo andlisis fonolozico de las lenguas, quizés hhabrian pululado varios elfabetos, mejor ajustados a sus lenguas, pero di- ficilmente inteligibles de una lengua 2 Ia otra. El alfabeto latino se con- virti6 en un elemento central de una civilizacién comin muchos pueblos europeos, de Jos que descienden las culturas americanas contemporéness.i Ademas del papel que tuvo la eseritura en ese primer momento de reconocimiento de la fonologia de las lenguas romances, ayud6 a objeti- 59 var las lenguas engeras. Ya la expresién “lingua nostra” eomenz6 a quo- rer reconocer que el castellano, pero igualmente todas las demés len- gas romances, era una lengua diferente del latin, La eseritura estabi- a6 Jos relatos histéricos, los cuerpos legales y la poesia. Objetivé las caracteristicas de sus gramaticas y ayudé a desarroliarlas como medio de expresién del intelecto. Las lenguas romances dejaron de ser medios de comunicacién aldeanos y fragmentados, para comenzar a convertirse en lenguas cultivadas, ienguas eultas, decimos ahora, hasta llegar al ‘punto en que se encuentra el espafiol moderno, el francés moderno, el italiano moderno, oteéiera. El “descubrimiento de Ia lengua materna’, como Jo Hama ol filésofo alemsn Kari Otto Apel (1980), es decir, cl reconceimiento objetivo de las Jenguas romances por parte de sus propios hablantes, no se lograra sino hasta el siglo xur, con Dante en ewanto al florentino, que luego se volvi6 italiano, ¥ con Alfonso el Sabio, en cuanto al castellano, que pocos siglos después se vendefa a lamar espaol. Tin ese proceso, la fluidez lings ca de la Europa romance se va doteniendo 7 produciondo unidades de- timitadas entre si. Bastard con que los Estados modernos (en Espatia, ol reinado de Isabel de Castilla y Fernando de Aragén) asuman ese dest brimiento como medio de consolidacién de sus commnidades de comuni cacién, para que las lenguas modernas se identifiquen. Las ensefianzas de la lingafstica moderna son, por eso, Le6ricamen- ‘te Giertas, pero histéricamente el proceso de objetivacién de las lenguas y, en el caso que nos interesa, de los fonemas, fue muy diferente, do di- reocisn contraria al “principio fonoldgico”. El aprendizaje de la lectura ¥ la escritura es una practica comunicativa social, cuyo principal valor reside en la capacidad que adquiere cada individuo para adentrarse en la cultura y en el dominio de La civilizacién en la que vive. En esa reali- dad, los hablantes eontempordneos recibimos la escritura como una tra- dicién, no como una convencién. De abt la complejidad de la escritura, cl origen de 1a ortografia y los limites de todo cambio de sistema o de ‘toda reform artografica. El sistema de escritura sigue siendo un elemento determinante de reconocimiento y objetivacién de Ias lenguas; de la propia y de las de- mds. Mste y Ia ortografia, a la vez, es la manifestacién de la tradicion hisvérica creada al comenzar a escribir las longuas y tratar de ajustar la oseritura a sus propias caractoristicas. Se trata, en consceuencia, de ‘un conocimiento complejo, que hay que comprender bien para poder tranamitirlo mejor... 60 Notas 1. Convendria tomar en consideracién otros sistemas de escritura, como loz exelusivamsinte conzonsinticos, los sildbieos y los logogréfices, para podor formarse wna mejor perspectiva de lo que es fa eseritura en general, En Ta es critura china, por ejemplo, lo que se representa es una combinaciGn de signifi- cados, arientados por st referencia, y epoyos fonéticos para identificer In refe- roneia; pera ademe de eso, la correcta interprotacién de los ideogramas deponde del reconocimionto de Ia 6poea histérica on que to eseribieren, pues los signifieados eambian, 7 2. Enel iltimo caso hay diferencias entre quienes reconocen Ia necesidad de que Ia eseritura de la lengua espaiola sea general a todo el mundo bispani 0 y, por ello, aceptartan que “cesta” se eseribiera con ce, como corresponde a la fonologia eastallana -o incInso can zeta~ y los que abogan por une “indepen aeneia” lingstica hispanoamericana, por I cual se debiera escribir sesta, aun, al precio de datiar la comnieacién internacional en espael. 3. Sobre la diferoncia entre sietema de escritura ¥ ortagrafia, véase Lara, 1007 ¥ Lara, 2000. 4, Léase al respecto Lapesa ,1981 y Alatorre, 1989. 5. Bn el poems latino de Almeria (Carmen de expugnatione Almariae tr bis), Habie, V, 1974, 85, v. 149 de Juan Gil, apd Lapesa, 1981, § 50, n.2 6. Citas de la Chroniea Adefonst imperatoris, edicién de J. Sancher Belda, Madrid, 1950: §§ 86, 102 y 110, apud Lapesa, 1981, ibicem. Las traducciones aprosimadas son mfas, 7. Véase, por ejemplo, el estudio de Juan Vernet, 1999. 8, Exactamonte ol mismo fonémano ae ha presentodo entre los pueblos ame ‘indios mexicanos, cxando ce propone un sistema do cecritura para sus lengua 61 4 Una escritura problematica: las canciones de la tradicién oral antigua* Margit Frenk Hoy dis... no 6 puede ignorar que ta visuatizacién de tun texto escrito induce @ eierta interprezacién en fusncitn de la miema presentocién. Vincent Ozanam (Toulouse), (Critiedn, 68 (1999), p. 188 Quisiera ccuparme aqui de una cuestién que me ha inquietado desde ‘que empecé a investigar sobre Ia antigua lirica hispénica de tipo popu- Jar, y quisiera hacorlo ahora de manera mas detenida, porque plantea tun asunto de indole general sobre I escritura y sobre la manera en que ‘esta puede influir en nuestra lectura de los textos. Se trata de observar Jo que ocurrié entre los siglos xV a xvt cuando por primera vez se pu- sieron por escrito las canciones que hasta entonces tinicamente habian. cireulado por via oral: joimo se las arreglaban quienes los ponfan por cscrito para decidir qué era un verso ¥ qué dos versos y eémo distribuian sus “versus” ul exeribislos?” Recordemos que una parte considerable del repertorio que conoce- mos de esa Iirica hispénica antigua tiene una versificacién no regida por la regularidad silébica; “versificacién irregular” la llamé Henriques, Urefia en el titulo de su famoso libro; versificacién “uctuante” quiso amarla en Ja que seria la edicién péstuma de ese libro.” Los cantarci- tog y rimas de dos, tres, cuatro versos que constituyen la gran mayoria ‘ Texto pablicado en la revista Tépices del seminario, Programa de semié- tica y Bstudios de la significacida, Universidad Autonoma de Puebla, Mexico, ‘volumen 6, joliodiciembre del 2001, Reprocucida con autorizacion de dicha re- vista y de la autora. 63. ‘ dui 3a del repertorio cgnocide de la antigua lirica popular tienen verses de muy diversa medida (entre cinco y trece silabas, si nos ponemos a con tarlas), y los versos se agrupan en nna gran variedad de ostrofas, desde Jas isosildbieas (versos de igual modida) hasta las que alternan versos, de diferentes tamafios, pasando por aquellas que utilizan determinados cesquemas combinatorios de larges y breves. Por otra parte, cuando con- ‘amos con mas de una versiin de un cantareillo, solemos encontrarnos ‘con pequeiias discrepancias que cambian el nimero de silabas de los ver- 408 sin afectarlos: “Beséme el colmenero” o “Besdme el eolineneruelo” 0 “Que beséme en el colmensruelo” (NC 1619 Ay n.)son lo mismo para esta lirica, pese a que el verso tiene siete, ocho 0 diez sflabas, respectiva- mente; el término fluctuante se aplica inuy bien a esa flexibilidad y mo- vilidad de los versos. En cuanto a las estrofas, veamos una cuantas muestras de cantar- citos en que alternan unidades de diferente extensidn, mas largas unas, mis breves otras: Y.al alboré al alboré, nif, te lo dies. (NC 450)" ‘San Francicoo, jy valedmél, «que amores me siguen, y yo mueromé. (NC 616) Busead, buen amor, on qué me falagruedes, ‘que mal engjada me tenedes, (NC 861) ‘Las vacas de la virgo ‘no quieren bebar on el rfo, sino on bacin de oro fina, (NC 1151) Ans{andande, El.amor se me vino a la mano; andanto anst, se aparta el amor de mt. (NC 1489 A) ~Guérdame las vacas, carillo, yy besarte he. “Became ta ami, que yo te las guardaré. (NC 1683 A) Como veremos, en muchos casos puede haber duda sobre obmo repartir los versos; “Buscad, buen amor, con qué me falaguedes”, por ejemplo, Podria escribirse en un solo verso, on vez de das. Es esto lo que quere- ‘mos ver y qué significa en términos de nuestra lectura de los textos. 64 Pero antes vale la pena comparar brevemente este tipo de versificacién con el de otras manifostaciones de Ie liriea hispénica. Bn 1a poesia popu- Jar -o tradicional o folelérica—* de nuestros dfas, en buena parte del te- rmitorio hispano y luschablante, el panorama es muy distinto: en tér- minos generales ~ (Elhs se otra vex emborrachado porque ella totalmente dapri- rida por los alrodedores corre.) Else ha emborrachado otra vez por lo que ella anda por ahi to- talmente deprimida. Los ejemplos (27a) y (27b) tienen significados diferentes. La proposiciga con weit en (272), con el vorbo finito léuft en segunda posicién (0 sea, “main-clause position”), ofrece las razones para la afirmacion de la principal ("Yo a6 que él ha estado bebiondo otra ver ~ Lo eé parque ella esta deprimida"). La proposicién con weil en (27b), com el verbo finito en posici6n final (0 sea, “subordinate-clause position”), ofrece las razones para la situacién presentada por la principal: “Ia razéa por la cual él bebe es que ella esta deprimida”. ‘Al igual que en el inglés escrito, el alemsn formal eserito presenta el rango completo de proposiciones adverhiales, mientras quo el ale- smn oral espontéeo presenta un rango menor. Las proposiciones mds ‘comunes son las temporales y condicionales introducidas por mwenn y well (cuandolsi y porque) y las eausales; luego siguen las proposicianes adverbiales concesivas,introducidas por obwohd (aunque) y las de tiempo, introducidas por wihrend (mientras). En el Dialogetrubturenkorpus diel Institut fir Deutsche Sprache (alrededor de 220.000 palabras), las roposiciones con wenn y weil eonstituyen alrededor del 60% y 20%, respectivamente, mientras que las introducidas por obwohl y wihrend, gue les siguen en frecuencia de aparicin, representan alrededor del 3% cada una. Aunque el orden “prpposicién principal-proposicién adverbial” tan- tn como el orden inverso Se encuentran en el alomén escrito, el orden ti- pico del alemén oral es “proposicidn adverbial-proposicién principal”. Esto ultimo orden se encuentra silo en las proposiciones eon wenn, pero aponas el 25% o menos, dependiendo del tipo de texto, Las combinacio- 98 nes “proposiciin principal-proposicién con wenn” por lo comtin son de tres tipos. Con frecuencia son correlativas, es decir, la principal contiene el deictieo dann, y también suelen incluir nur (28a). La proposicién con wenn no siompro se combina con Is principal en una relacién temporal ‘condicional, sino que funciona mis como un complemento de un adjetivo o sustantivo precedente (28b); ademas, sigue a una pregunta (28). 28a das geht nur dann. wenn man genug Geld hat. (esto va sélo entonces euando se bastante dinero tiene.) esto sélo es posible cuando se tiene bastante dinero. 28b ich finde es gut wenn man sich vorher ein Jahr Zeit nimmt. (Go encuentro ollo bion cuando uno se antes un ano de tiempo toma.) me parece bien si uno se toma antes un afio de deseanso, 28c Was machen Sie wenn man sie anpumpt? (2Qué hace usted cuando ee le pide?) Qué hace usted cuando alguion le pide prestarle dinero? La distribucion de las diferentes estructuras “proposicién principal. proposicidn con wenn” depende parcialmente de los tipos de texto. Sin embargo, los datos sugieren quo estén limitadas por los eontextos lin- blifsticos, Este punto se discutira mas adelante, en el apartado 7. Otra propiedad de las proposiciones advorbiales en el alemén ha- blado, sea con el verbo en sogunda posicién o en posicién final, es que por lo comin sélo tienen un débil vinculo sintéctieo con la principal Esto vale particularmente en el caso de las proposiciones con el verbo en segunda posicidn, en las que el eonectar adverbial puede analizarse como una particula discursiva, quo se combina en forma muy endeble con el texto anterior y posterior, como en (29, donde + indiea una breve pausa), Pero incluso las proposiciones con el verbo al final pueden apa- recer solas, como resultado de elipsis situacional, eolaboracién del ha- dante o funcién pragmiitica capecial (80). 29 und da hatte ich ersimal den totalen Schock + weil es war + ganz furchtbar ne ein schreckliches Haus und + total verwahr- lost ailes vergammelt und dreckig + (entonees tuve yo primero el total shock porque ello era total- mente terrible una horrible casa y totalmente descuidade todo destrozade y sucio,) ¥ entonces al principio quedé totalmente conmocionada porque era algo completamente terrible, no, una casa horrible y abso- Iutamente descuidada, todo estaba destrozado y sucio. 99. Anteriormente nos

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