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Diseccionando Brazil: El Triunfo de la Distopía

© J.P.Bango

La libertad es poder decir que dos y dos son cuatro


Si se concede esto, todo lo demás vendrá dado por sus pasos contados.
Diario de Winston1.

Introducción: Eutopías y distopías en el cine de Ciencia Ficción:

E
l cine de Ciencia Ficción es un cine que se asienta sobre una base
de arquetipos reconocibles y paradigmáticos2. Yendo más allá, y
como una parte de aquél, el cine de Ciencia Ficción Prospectiva
va a invocar a la perspicacia del espectador subrayando el ámbito
formal en el que el film se desenvuelve. Para lograr tan inmodesto
objetivo, este tipo de cine trata de enriquecer el hábitat en el que
viven los protagonistas con teorías de evolución social, tecnológica,
económica y política (Minority Report, Almas de Metal, Cuando el
destino nos alcance...). Hasta tal punto llega el enriquecimiento, que estos films han
1
Fragmento de 1984: George Orwell
2
Va a encontrar en el entorno una señal de identidad propia en la que van a encajar unos entramados argumentales
de carácter más trascendente (justo como el western).

1
conseguido traspasar su ámbito puramente artístico para servirnos de referente (subconsciente)
a la hora de resolver la pregunta de cómo será nuestro futuro (Mad Max; El Hombre
Bicentenario; Desafío Total...).

Cómo el cine admite dentro de sí una multitud de caracteres heterogéneos, las


especulaciones sobre el futuro de la humanidad son numerosas y significativas. Pero si en algo
coinciden dichos films es en la concepción utópica de la sociedad. Una utopía es "el conjunto de
imágenes de futuro que están ligadas a preferencias o también a deseos". Dependiendo de que
la concepción sea beneficiosa o perniciosa para el individuo, distinguimos entre Eutopía
(Optimismo: Escenarios de futuros que son considerados muy deseables o que plantean
situaciones que pueden valorarse como buenas) y Distopía (Pesimismo: Imágenes de futuro en
que se sufre una involución a estadios más primitivos o, más drásticamente, se plantea un
colapso). Ambos caracteres se van a confrontar en un mismo film (Gattaca, La fuga de Logan,
Blade Runner...), en una contienda donde el ganador coquetea con la desesperanza. Así ocurre
en Brazil, posiblemente, la película que mejor representa al Cine Distópico.

Brazil: El triunfo de la distopía.

1) Una Sociedad Deshuminazada: Brazil es la obra más personal y ambiciosa de Terry


Gilliam. Un film que retrata, sin concesiones, una sociedad (¿futura?) desilusionada,
subsumida en un entorno barroco que se define por la anacronía.

Brazil también es una idealización, una canción


carnavalesca, el fruto de los sueños de un tipo mediocre
que transita por los caminos del tedio hasta que la
Realidad le pone en su sitio. Brazil se constituye,
entonces, en el reverso tenebroso de una sociedad
manierista, atemporal y ageográfica que consiente,
dentro de su seno, la existencia de unos personajes
conniventes con el ambiente opresivo que los rodea.

La obra de Terry Gilliam se desvincula con esta


película del exceso humorístico que protagonizaba su
trabajo en la Monty Phyton en aras de una enérgica
apuesta por la imaginería y el expresionismo conceptual.
Y aunque el humor, colindante con el sarcasmo, no deja
de estar presente en toda la obra, el tono pesimista del
conjunto del relato atenúa su sentido cáustico hasta
hacerlo parecer intrascendente. La forma y el fondo
adquieren pues, en este film, un grado de parificación
extremo que sólo encuentra parangón en la filmografía
ulterior del propio Gilliam (con permiso de Greenaway) y
va a servir (como un todo sinérgico) para construir un
mensaje subversivo y desmoralizador totalmente inverso
a la eutopía.

El futuro que nos espera3, según Terry Gilliam,


es una suerte de Estado megaburocratizado, repleto de
excesos, donde pervive una sociedad trabajadora enfangada en un ecosistema oscuro y
recargado donde apenas hay lugar para el desahogo. Con múltiples referencias literarias como
base, que oscilan entre el Kafka de El Proceso (y no sólo en relación al arranque y desarrollo

3
Si bien en un ningún momento Gilliam nos da pistas de la fecha en que transcurre la película (cuya acción tiene lugar,
según los créditos iniciales, en un ambiguo “En algún momento del Siglo XX”), la sensación que desprende su
visionado es que se trata de una historia desarrollada en prospectiva, de ahí su parentesco formal con la Ciencia
Ficción vanguardista.

2
del film, sino también en cuanto al espíritu de su entramado argumental) y el George Orwell de
1984 (estado burocratizado y controlador asimilado a una entidad omnipotente), el film de
Gilliam parte (como aquella) de una premisa de naturaleza casual que pervierte una parte del
aparato burocrático y que acabará propiciando el desarrollo de toda la acción posterior. Como
un ente salvaje atacado, y consciente de su incapacidad para sobrevivir a sus propios errores,
el Estado reacciona contra aquel desliz borrando del mapa todas las pruebas que sugieren su
incompetencia y que, de algún modo, ponen en duda la eficacia de su engranaje y, en último
caso, la necesidad de su existencia.

Sam Lawry, el sufrido protagonista, encarnado (con prestancia) por Jonathan Pryce,
es un funcionario tristón inmerso en los tejemanejes de una sociedad insulsa donde todo
parece funcionar por pura rutina. Investigador aburrido, empecinado resolutor de un suceso
que lo condenará de por vida, el bueno de Lawry se introduce en el estercolero de una sociedad
hipócrita, aparente, y deshumanizada donde sólo los sueños parecen, únicamente parecen,
tener un final feliz.

Sabiéndose, como es, el único trabajador competente al servicio del trasnochado Mr.
Kurtzman, y ajeno –de momento- al inicio del procedimiento administrativo que provocará la
catarsis, Lawry sobrevive ingenuamente en un engranaje de protocolos burocráticos, parásitos
del sistema y alienados sin solución. En este contexto, e impulsado por unos sueños en los que
Lawry se enfrenta a su propia condición mediocre, el protagonista intentará solucionar El
Problema apelando a la humanidad (como si, de algún modo, existiera una esperanza de
salvación). Por casualidad, y como un guiño del destino, esa actitud “transgresora” le va a
poner enfrente de la mujer (literalmente) de sus sueños. Como si fuera la última oportunidad
de pervivencia en el panteón de los ciudadanos lúcidos, tratará a toda costa de contactar con
ella y, en último lugar, de hacer ciertos los delirios que alimentan esos sueños y que pretenden
alejarlo, inexorable y afortunadamente, de la sociedad maldita en la que "vive".

2) Terry Gilliam frente a su obra de madurez: Terry Gilliam, el único miembro


norteamericano de los muy británicos Monty Python, resultó ser el más contestatario y
subversivo del grupo. Talentoso dibujante, el inicio de su autorreivindación se inicia con
unas cortinillas televisivas muy inspiradas que alcanzarían su cenit en los títulos de
crédito de Brian’s Life. Co-director de la primera incursión de la troupe en el cine (La
antiheróica pero irregular comedia The Holy Grial) y “ajeno al adecenamiento” como
seña de identidad (que tendría una evolución más o menos redundante en “La Bestia
del Reino”), Gilliam se presentó como director más o menos independiente en la muy
destacable Time Bandits4 (auténtico paradigma del cine infantil; una oda a la
imaginación y a la aventura iniciática). En este "Los Héroes del Tiempo" repleto de
guiños a la mitología universal y al acervo cultural clásico (desde Robin Hood a
Napoleón), sentará las bases de su ideario creativo: a) apuesta desenfrenada por la
dirección artística; b) personajes grandguignolescos; c) saltos temporales y d)
confusión entre el mundo real y el onírico (preeminencia por los mundos virtuales)...
Brazil, segunda parte inconsciente de un tríptico fantasioso que culminaría con la no
menos apasionante (pero más convencional) 12 monos, prosigue por esa vía excesiva
y, eminentemente, pesimista y cínica.

Brazil se erige, por tanto, en un film que va a consagrar a Gilliam como un cineasta de
Autor (en mayúsculas), ajeno a los caprichos de la moda y muy convencido de la fuerza
visual de las imágenes que filma. Después será, el paso del tiempo, y las eternas disputas
con sus productores, quienes van a contrarrestar el gran talento conceptual que va a
caracterizar a toda obra concebida por Gilliam (y que este film muestra por los cuatro
costados).

3) Brazil y El cine de Terry Gilliam : Brazil ofrece muchas de las constantes temáticas
presentes en el cine del norteamericano:

4
Producida por el Ex Beattle: George Harrison

3
a) El Hombre entre dos mundos: Como ya se advirtió antes, el difuso límite entre lo
real y lo irreal es un aspecto protagonista del cine de Gilliam (Tanto en el Rey
Pescador como en Time Bandits, Miedo y Asco en las Vengas o 12 monos, este
extremo afecta sobremanera a la percepción que tiene el personaje de su propia
realidad5). Esta parificación subconsciente entre lo onírico y lo real, entre la locura y
la sobriedad, dota al film de un significado ambiguo tanto para el espectador como
para sus personajes, auténticos chivos expiatorios del subconsciente Gilliamniano.
La ambigüedad narrativa permite al cineasta dar vida a un mundo ensoñado
subsumido en otro real, aun extraño. El personaje de Sam Lawry se transmuta, en
este mundo de ensueño, en un ángel alado que desafía las nubes, en un héroe
que pretende liberar a su amor platónico, Jill6 de las garras de un destino
aleccionado por la tragedia. Uno de los enemigos del subconsciente de Lawry toma
el cuerpo de un Guerrero Samurai Gigante y el rostro de su propio jefe: un tipo
atrapado (y nunca mejor dicho) en el empedrado de una sociedad que no permite
la huida (las secuencias alucinadas están afectadas de un gran sentido visual).
Profundamente metafórico, lo onírico va a dar sentido existencialista a lo real y,
finalmente, va a conseguir que ambos se identifiquen en la mente de una víctima
que no conseguirá sobrevivir a su esquizofrenia.

b) La Teoría de la Conspiración: En una sociedad íntegramente burocratizada y


sometida a los caprichos del exceso protocolario, el poder es ostentado,
lógicamente, por el Ministerio de Obtención de Información: central de
“inteligencia” de poder omnisciente que controla hasta el más mínimo recoveco de
la sociedad a la que sirve. Cuando Lawry vulnera uno de sus protocolos ya se sabe
víctima de él y, aunque subestima su poder (interpretación de la retórica de sus
sueños) sabe que su presente, tal y como lo conoce, peligra. Así ocurre cuando
“puentea” el trabajo de los fontaneros funcionarizados que acuden a arreglar el aire
acondicionado de su casa, y así le ocurrirá cuando inicia la búsqueda de Jill.

Los personajes de Gilliam son siempre víctimas de una conspiración que acompleja
al resto de un mundo que prefiere vivir en su propia ignorancia. El Aparato
granhermaniano (con cámaras incluidas en forma de ojo) que domina la sociedad

5
en 12 monos, el personaje interpretado por Bruce Willis apuesta por autodeclararse un orate como único modo para
encontrar una respuesta válida a la multitud de interrogantes que le plantea su existencia
6
idealización que funciona a modo de excusa explotadora de la vena romántica que inspira la actuación de su
protagonista y que sirve para revertir su pensamiento adocenado

4
en la que se inscribe el personaje de Lawry, tiene un ámbito de actuación
omnipotente. Los valles humeantes y las montañas plenamente industrializadas nos
dan una pista de que la Gran Conspiración está próxima a ganar la batalla al
hombre.

c) La lucidez de la locura: En la cinematografía de Gilliam el lúcido siempre acaba en


el manicomio. Aquel que se acerca a la verdad es considerado por sus coetáneos (o
asimilados) como un loco (12 monos), o un tipo al que, como mínimo, hay que
dejar de lado (un vagabundo en El Rey Pescador). Serán unos pocos los que
confíen en él pero siempre se van a amparar en un sentido de compasión. El plano
final de Brazil, una de las conclusiones más brillantes de la historia del cine,
muestra a un Lawry semiinconsciente, asido a la silla que lo acaba de lobotomizar,
subvocalizando la canción Brazil7 mientras permanece sumergido en su mundo
soñado, entendemos, para siempre. Una brizna de esperanza que se cuela en el
infierno en el que se ha convertido esa sociedad tan reconocible.

4) La Sociedad Aparente: El mundo en el que viven los personajes de Brazil es una


apariencia donde nada es lo que parece: Nadie es lo que quiere ser pero apenas si hay
alguien que se atreve a revocar su destino. El transgresor, aquel que repudia las
normas o, como ocurre con el fontanero Tuttle (excusa argumental de todo el film y
que, sin embargo, como una especie de George Kaplan8, tiene una participación
secundaria) deja de lado los protocolos, es considerado como un terrorista (“¿os
acordáis del crimental de 1984?); los saboteadores que ponen las bombas son poco
más que fantasmas a los que nadie parece hacerles caso; los carteles publicitarios
ocultan, tras su seno, una sociedad industrial eterna, viciada y subyugadora; la comida
que se sirve en los restaurantes es una papilla amorfa que se acompaña de la foto del
filete que debería ser; la cirugía plástica hace estragos, y nunca mejor dicho, entre la
jet set; el sueño vence a la realidad, al fin, en el brillante plano final de la película.

5) Barroquismo visual: La principal característica de este film es su apuesta desenfrenada


por la estética y la dirección artística. En pocos films se hace tan evidente la
presencia de un decorado al que se le asimila un sentido per se (Batman de Tim Burton
hereda esta perspectiva y, siendo generosos con el americano, alguno de los planos de
Brazil). Un ejemplo de esto son los planos cenitales, la angulación de cámara y la
profundidad de plano que protagoniza la presencia de Lawry en el Ministerio de
Obtención de Información. Pero si en algo es destacable el cine de Gilliam es en la
concreción en material fílmico del mundo de los sueños. Brazil, una de las cumbres del
subgénero onírico, no se recrea, sin embargo, en la deformación de la imagen9 (como
sí ocurre en Recuerda/Spellbound de Alfred Hitchcock, por ejemplo), sino en el
derroche imaginativo y en el uso retórico de alguna de sus soluciones visuales.

6) Un Film de Culto: Brazil fue elegida la película del año 1985 por la Asociación de Críticos
de Los Angeles (LAFCA) pero, sin embargo, contó con una distribución reducida y
problemas en la postproducción que originaría varios encontronazos y desacuerdos con
sus productores, alterando –en buena parte- el montaje definitivo de la película. En fin,
quizás lo que más nos interesa de Brazil es que es una película absolutamente
vanguardista, que renuncia a las servidumbres de la previsibilidad y los modismos, y
que es capaz de hacerse un lugar inolvidable en las retinas de los miles de cinéfilos que
aun hoy la consideran la película de culto por excelencia.

7
Bossa Nova compuesta hace más de 60 años por el legendario Ary Barroso
8
A diferencia de Con la Muerte en los Talones, Tuttle sí existe y, además, con el rostro de Robert de Niro.
9
Tentación a la que no puede escapar el propio director en Miedo y asco en Las Vegas

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© J.P.Bango
© Fotos e imágenes, de sus respectivos propietarios.
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Citación bibliográfica:
BANGO, J.P. (2004): "Diseccionando Brazil: El triunfo de la Distopía"
[Fecha de publicación: 2004]
[artículo en línea]. El Cronicón Cinéfilo
[url:http://es.geocities.com/johnnybango/brazil.pdf]

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