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© J.P.Bango
E
l cine de Ciencia Ficción es un cine que se asienta sobre una base
de arquetipos reconocibles y paradigmáticos2. Yendo más allá, y
como una parte de aquél, el cine de Ciencia Ficción Prospectiva
va a invocar a la perspicacia del espectador subrayando el ámbito
formal en el que el film se desenvuelve. Para lograr tan inmodesto
objetivo, este tipo de cine trata de enriquecer el hábitat en el que
viven los protagonistas con teorías de evolución social, tecnológica,
económica y política (Minority Report, Almas de Metal, Cuando el
destino nos alcance...). Hasta tal punto llega el enriquecimiento, que estos films han
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Fragmento de 1984: George Orwell
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Va a encontrar en el entorno una señal de identidad propia en la que van a encajar unos entramados argumentales
de carácter más trascendente (justo como el western).
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conseguido traspasar su ámbito puramente artístico para servirnos de referente (subconsciente)
a la hora de resolver la pregunta de cómo será nuestro futuro (Mad Max; El Hombre
Bicentenario; Desafío Total...).
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Si bien en un ningún momento Gilliam nos da pistas de la fecha en que transcurre la película (cuya acción tiene lugar,
según los créditos iniciales, en un ambiguo “En algún momento del Siglo XX”), la sensación que desprende su
visionado es que se trata de una historia desarrollada en prospectiva, de ahí su parentesco formal con la Ciencia
Ficción vanguardista.
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del film, sino también en cuanto al espíritu de su entramado argumental) y el George Orwell de
1984 (estado burocratizado y controlador asimilado a una entidad omnipotente), el film de
Gilliam parte (como aquella) de una premisa de naturaleza casual que pervierte una parte del
aparato burocrático y que acabará propiciando el desarrollo de toda la acción posterior. Como
un ente salvaje atacado, y consciente de su incapacidad para sobrevivir a sus propios errores,
el Estado reacciona contra aquel desliz borrando del mapa todas las pruebas que sugieren su
incompetencia y que, de algún modo, ponen en duda la eficacia de su engranaje y, en último
caso, la necesidad de su existencia.
Sam Lawry, el sufrido protagonista, encarnado (con prestancia) por Jonathan Pryce,
es un funcionario tristón inmerso en los tejemanejes de una sociedad insulsa donde todo
parece funcionar por pura rutina. Investigador aburrido, empecinado resolutor de un suceso
que lo condenará de por vida, el bueno de Lawry se introduce en el estercolero de una sociedad
hipócrita, aparente, y deshumanizada donde sólo los sueños parecen, únicamente parecen,
tener un final feliz.
Sabiéndose, como es, el único trabajador competente al servicio del trasnochado Mr.
Kurtzman, y ajeno –de momento- al inicio del procedimiento administrativo que provocará la
catarsis, Lawry sobrevive ingenuamente en un engranaje de protocolos burocráticos, parásitos
del sistema y alienados sin solución. En este contexto, e impulsado por unos sueños en los que
Lawry se enfrenta a su propia condición mediocre, el protagonista intentará solucionar El
Problema apelando a la humanidad (como si, de algún modo, existiera una esperanza de
salvación). Por casualidad, y como un guiño del destino, esa actitud “transgresora” le va a
poner enfrente de la mujer (literalmente) de sus sueños. Como si fuera la última oportunidad
de pervivencia en el panteón de los ciudadanos lúcidos, tratará a toda costa de contactar con
ella y, en último lugar, de hacer ciertos los delirios que alimentan esos sueños y que pretenden
alejarlo, inexorable y afortunadamente, de la sociedad maldita en la que "vive".
Brazil se erige, por tanto, en un film que va a consagrar a Gilliam como un cineasta de
Autor (en mayúsculas), ajeno a los caprichos de la moda y muy convencido de la fuerza
visual de las imágenes que filma. Después será, el paso del tiempo, y las eternas disputas
con sus productores, quienes van a contrarrestar el gran talento conceptual que va a
caracterizar a toda obra concebida por Gilliam (y que este film muestra por los cuatro
costados).
3) Brazil y El cine de Terry Gilliam : Brazil ofrece muchas de las constantes temáticas
presentes en el cine del norteamericano:
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Producida por el Ex Beattle: George Harrison
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a) El Hombre entre dos mundos: Como ya se advirtió antes, el difuso límite entre lo
real y lo irreal es un aspecto protagonista del cine de Gilliam (Tanto en el Rey
Pescador como en Time Bandits, Miedo y Asco en las Vengas o 12 monos, este
extremo afecta sobremanera a la percepción que tiene el personaje de su propia
realidad5). Esta parificación subconsciente entre lo onírico y lo real, entre la locura y
la sobriedad, dota al film de un significado ambiguo tanto para el espectador como
para sus personajes, auténticos chivos expiatorios del subconsciente Gilliamniano.
La ambigüedad narrativa permite al cineasta dar vida a un mundo ensoñado
subsumido en otro real, aun extraño. El personaje de Sam Lawry se transmuta, en
este mundo de ensueño, en un ángel alado que desafía las nubes, en un héroe
que pretende liberar a su amor platónico, Jill6 de las garras de un destino
aleccionado por la tragedia. Uno de los enemigos del subconsciente de Lawry toma
el cuerpo de un Guerrero Samurai Gigante y el rostro de su propio jefe: un tipo
atrapado (y nunca mejor dicho) en el empedrado de una sociedad que no permite
la huida (las secuencias alucinadas están afectadas de un gran sentido visual).
Profundamente metafórico, lo onírico va a dar sentido existencialista a lo real y,
finalmente, va a conseguir que ambos se identifiquen en la mente de una víctima
que no conseguirá sobrevivir a su esquizofrenia.
Los personajes de Gilliam son siempre víctimas de una conspiración que acompleja
al resto de un mundo que prefiere vivir en su propia ignorancia. El Aparato
granhermaniano (con cámaras incluidas en forma de ojo) que domina la sociedad
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en 12 monos, el personaje interpretado por Bruce Willis apuesta por autodeclararse un orate como único modo para
encontrar una respuesta válida a la multitud de interrogantes que le plantea su existencia
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idealización que funciona a modo de excusa explotadora de la vena romántica que inspira la actuación de su
protagonista y que sirve para revertir su pensamiento adocenado
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en la que se inscribe el personaje de Lawry, tiene un ámbito de actuación
omnipotente. Los valles humeantes y las montañas plenamente industrializadas nos
dan una pista de que la Gran Conspiración está próxima a ganar la batalla al
hombre.
6) Un Film de Culto: Brazil fue elegida la película del año 1985 por la Asociación de Críticos
de Los Angeles (LAFCA) pero, sin embargo, contó con una distribución reducida y
problemas en la postproducción que originaría varios encontronazos y desacuerdos con
sus productores, alterando –en buena parte- el montaje definitivo de la película. En fin,
quizás lo que más nos interesa de Brazil es que es una película absolutamente
vanguardista, que renuncia a las servidumbres de la previsibilidad y los modismos, y
que es capaz de hacerse un lugar inolvidable en las retinas de los miles de cinéfilos que
aun hoy la consideran la película de culto por excelencia.
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Bossa Nova compuesta hace más de 60 años por el legendario Ary Barroso
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A diferencia de Con la Muerte en los Talones, Tuttle sí existe y, además, con el rostro de Robert de Niro.
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Tentación a la que no puede escapar el propio director en Miedo y asco en Las Vegas
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© J.P.Bango
© Fotos e imágenes, de sus respectivos propietarios.
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Citación bibliográfica:
BANGO, J.P. (2004): "Diseccionando Brazil: El triunfo de la Distopía"
[Fecha de publicación: 2004]
[artículo en línea]. El Cronicón Cinéfilo
[url:http://es.geocities.com/johnnybango/brazil.pdf]