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LENIN OBRAS COMPLETAS -AKAL EDITOR Vi 1 LENIN OBRAS COMPLETAS TOMO. IV 1898 - abril de 1901 pypuoteth Tae WIRD i WO SOE pe DEA Akal Editor Version de Editorial Progreso Cubierta: César Bobis AKAL EDITOR, 1975 Sanchez Barcdiztegui, 40° Teléfono 251 04 35,- Madrid-7’ _ 1. S. B. N. Obras completas: 84- 336-0071-0 I. S. B. N. Tomo IV: 84-7339-091-1 Depésito Legal: M. 39.884-1974 Impreso en Espafia - Printed in Spain Imprime: Técnicas Graricas, 5. 1. Las Matas; 5 - Madrid-29 PROLOGO. Los trabajos incluidos en el cuarto tomo de las Obras com- pletas fueron escritos por V. I. Lenin entre febrero de 1898 y febrero de 1901. Estdn dedicados a la lucha por el triunfo del marxismo revolucionario en el movimiento obrero y a desenmas- carar las ideas antirrevolucionarias de los populistas, “marxistas legales” y “economistas”. Los articulos Observaciones sobre el problema de la teorta de los mercados (Con motivo de la polémica entre los sefiores Tugén-Baranovski y Bulgdékov), Algo mds sobre la teoria de la realizacién y El capitalismo en la agricultura (El libro de Kautsky y el articulo del sefior Bulgakov)” estén dirigidos contra los “marxistas legales”, que querian subordinar y adaptar el movi- miento obrero a los intereses de la burguesia. Este tomo contiene los primeros escritos de Lenin contra el “economismo”: Protesta de los socialdemécratas de Rusia, los articulos para el nim. 3 del periddico Rabéchaia Gazeta: Una tendencia retrégrada en la socialdemocracia rusa y A propésito de la “Profession de fo, en los cuales pone al descubierto el oportunismo de los “economistas” y demuestra que el “econo- mismo” es una variante del oportunismo internacional (“bers- teinismo en suelo ruso”). A la posicién antimarxista de los “eco- nomistas”, Lenin contrapone el plan de la unién del socialismo con el movimiento obrero. Algunos de los articulos que figuran en este volumen cons- tituyen un modelo de periodismo militante, al cual Lenin conce- - dia enorme importancia en la lucha contra la arbitrariedad de los funcionarios zaristas, por despertar la conciencia de las vastas masas populares. De ese cardcter son: Golpea duro, pero no mates, gPara qué apresurar la marcha del tiempo? y Una esta- distica objetiva, agrupados bajo el titulo de Acotaciones margi- 8 Vv. I. LENIN nales; Incorporacién de 183 estudiantes al ejército, el Prélogo al folleto sobre las célebres jornadas de mayo del afio 1900, Las jornadas de mayo en Jarkov, y el articulo Acerca de los tribunales fabriles, escrito a raiz de que se adjudicaron funciones policiales a los inspectores de fabricas. Forman también parte de este tomo trabajos relacionados con la organizacién en toda Rusia del periddico marxista ilegal Iskra; por ejemplo: Proyecto de declaracién de la Redaccién de “Iskra” y de “Zarid”, De cémo casi se extinguié “Iskra” y Decla- racién de la Redaccién de “Iskra”. Estos documentos, asi como los articulos Nuestre programa, Proyecto de programa de nuestro partido, Tareas urgentes de nuestro movimiento, El partido obrero y el campesinado, definen las tareas que se planteaban a las organizaciones marxistas y el movimiento obrero de Rusia en el momento en que Lenin se dedi- e6 de Ileno a la creacién del partido, cuya misién debia ser luchar, bajo la bandera unitaria del marxismo revolucionario, contra el oportunismo, los métodos artesanales, la dispersién ideolégica y las vacilaciones. oliatintan A PROPOSITO DE NUESTRA ESTADISTICA FABRIL (Nuevas hazafias estadisticas del profesor Karishev)* EI ptiblico lector ruso esté vivamente interesado en los pro- blemas de nuestra estadistica fabril, y en las deducciones mAs importantes que surgen de la misma. Ese interés es perfecta- mente comprensible, ya que el problema se vincula con uno mas vasto: el del “destino del capitalismo en Rusia”. Pero por. des- gracia, la forma en que ha sido elaborada nuestra estadistica. fabril no corresponde en absoluto al interés general que despier- tan los datos que proporciona. La situacién en que se halla en nuestro pais ésta rama de la estadistica econémica es verdadera- mente lamentable, y quizA mds lamentable atin es el hecho de que quienes escriben sobre esas cuestiones manifiestan a menudo. una asombrosa iricomprensién sobre el cardcter de las cifras por ellos analizadas, sobre su veracidad y su utilidad para determi- nadas conclusiones. Ese juicio, precisamente, merece el reciente trabajo del sefior K4rishev, impreso primeramente en el Boletin del Instituto de Agricultura de Mosct: (afio IV, Vol. 1), y luego editado en folleto aparte con el rimbombante titulo: Materiales sobre la economia nacional rusa. I. Nuestra industria fabril en 1894-95 (Moscu, 1898). El sefior Karishev intenta en este trabajo sacar conclusiones de la reciente publicacién del Departamento de Comercio y Manufacturas sobre nuestra industria fabril**. * Este articulo, escrito en agosto de 1898, fue publicado en la recopi- lacién Estudios y articulos econémicos, editada en octubre de ese afio; sus datos y conclusiones fueron utilizados ampliamente por Lenin en. su obra El desarrollo del capitalismo en Rusia, (V. I. Lenin, Obras completas, Bs. Aires, Ed. Cartago, 1969, tomo III.) (Ed.) . ** Ministerio de Finanzas. Departamento de Comercio y Manufactu- lu v. I LENIN Nos proponemos someter a un examen detallado las conclusiones del sefior K4rishev y, mds especialmente, sus métodos. Nos parece que tal examen puede ser importante, no sélo para determinar Ja forma en que este profesor elabora sus materiales (bastaria dedi- car a este punto algunas lineas de nuestra resefia), sino también para determirar en qué medida los datos de nuestra estadistica fabril son veraces, qué conclusiones es posible extraer, cudles son las principales necesidades a las que responde nuestra esta- distica fabril y cudles los objetivos de las personas que las estudian. La fuente utilizada por el sefior KArishev contiene, como lo indica su titulo, una lista de las fabricas del Imperio en 1894-95. La publicacién de una némina completa de todas las fAbricas (es decir, de los establecimientos industriales relativamente més grandes, con distintas concepciones sobre qué establecimiento habria que considerar grande), no es una novedad en nuestra literatura. Los sefiores Orlov y Buddgov confeccionaron ya en 1881 un Indice de fdbricas cuya Ultima edicién, la tercera, apa- recié en 1894, Mucho antes, en 1869, en la primera edicién de los Anales del ministerio de Finanzas, se inserté una lista de fabricas en las notas adjuntas a la estadistica industrial. Como materiales de referencia para todas esas publicaciones se utili- zaron los informes que los propietarios, de fabricas estan obliga- dos por ley a proporcionar anualménte al ministerio. La nueva edicién del Departamento de Comercio y Manufactura, diferente de las anteriores por el mayor miméro de informaciones que con- tiene, presenta, al mismo tiempo, tremendos defectos inexistentes en las anteriores ediciones y que hacen extremadamente dificil su utilizacién como material para la estadistica fabri]. En la intro- duccién a la Lista se sefiala el cardcter,insuficiente de esta estu- distica en el periodo precedente; y sé define con claridad al objetivo dela publicacién: servir no s6lo como obra de referen- cia, sino, en especial, proveer de materiales para la estadistica. Pero mientras tanto, como_publicacién estadistica, la Lista sor- prende por la carencia absoluta de totales y de cifras compara- tivas. Es de esperar que tal publicacién, la primera en su género, ras. La industria fabril en Rusia. Lista de fébricas. San Petersburgo, 1897, namero de paginas: 63 + VI -+ 1047. A PROPOSITO DE NUESTRA ESTAD{STICA FABRIL 3 sea también la ultima publicacién estadistica sin totales. Por’ otra parte, para una obra de referencia, la inmensa masa de> materiales en bruto presentados bajo la forma de acumulacién de cifras es un lastre superfluo. El prélogo a la Lista critica con dureza. los informes ofrecidos anteriormente al ministerio por los fabricantes, diciendo que “contienen siempre las mismas infor- maciones confusas, que se repiten de afio en afio y no permiten siquiera determinar con exactitud la cantidad de mercancfas pro- ducidas. Sin embargo, son absolutamente indispensables datos més completos y veraces sobre la produccién” (pag. 1). No dire- mos, por supuesto, una sola palabra en defensa del antiguo sis- tema de nuestra estadistica fabril, propio de la época anterior a la reforma, totalmente anacrénico tanto por su ordenamiento fomo por su calidad. Pero, por desgracia, el mejoramiento en ja presentacién de esta estadistica es casi imperceptible hasta el momento. La enorme Lista que acaba de ser publicada no da derecho a hablar de cambios serios, cualesquiera que estos sean, en el viejo sistema undnimemente reconocido como inservible. Las informaciones ofrecidas “no permiten siquiera determinar con exactitud la cantidad de mercancias producidas”... Por cierto que en la nueva Lista no se encuentra informacién alguna sobre la cantidad de mercancfas producidas, aunque, por ejemplo, el Indice del sefior Orlov daba esas informaciones respecto de gran numero de fabricas, y en algunas ramas de la produccién respecto de casi todas las fabricas, de modo que en el resumen se informa también sobre Ja cantidad de lo producido (cueros, bebidas alcohélicas, ladrillos, cereal triturado, harinas, cera, sebo, agra- mado de lino, cerveza). Y el material del Indice consistia preci- samente en esas viejas informaciones. En la Lista no hay infor- macién sobre el mecanismo utilizado, aunque el Indice da esa informaci6n para algunas ramas de Ja produccién. La Introduc- cidén describe de la siguiente manera el cambio acaecido en nuestra _estadistica fabril: antes los fabricantes proporcionaban esas informaciones “segin un cuestionario somero e insuficiente- mente claro”, por intermedio de la policia, y nadie las verificaba. “Se obtenian asi materiales sobre Jos cuales no se podia fundar ninguna conclusién mds 0 menos exacta” (p4g. 1), Ahora se ha confeccionado un nuevo cuestionario mucho més detallado, y se encargé. a los inspectores reunir y verificar las informaciones estadisticas sobre las fabricas. A primera vista, podria suponerse 12 vo L LENIN que de esta manera obtendremos datos realmente aceptables, pues un cuestionario elaborado en forma correcta y la garantia de la verificacién de los datos, son las dos condiciones mis importantes para obtener buenas estadisticas. Pero en la prac- tica esas dos condiciones se encuentran ain en el mismo estado primitivo y cadtico de antes. El! cuestionario detallado, con las explicaciones que lo acompafian, no esta reproducido en la Intro- duccidn de la Lista, aunque la metodologia estadistica exige la publicacién del cuestionario con el cual se han recogido las infor- maciones. E] examen de los materiales incluidos en la Lista nos haré ver que las preguntas fundamentales del cuestionario para la estadistica sobre*las fabricas no estan de ningtin modo acla- radas. En Jo que se refiere a la verificacién de los datos, he aqui la opinién de una persona que ha realizado esa verificacién; me réfiero al inspector en jefe de las fabricas de la provincia de Jers6n, sefior Mikulin, autor de un libro que contiene datos esta~ disticos recogidos y elaborados de acuerdo con el nuevo sistema en la provincia de Jers6én: . “Resultaba imposible verificar de manera efectiva todos los datos numéricos proporcionados por los informes de los propie- tarios de los establecimientos industriales; por eso, los informes eran devueltos para su rectificacién sélo en caso de descubrirse un evidente desacuerdo en Jos datos, al compararlos con los de otros establecimientos del mismo género o con Jas informaciones obtenidas por las inspecciones en las fdbricas. En todo caso, la responsabilidad por la exactitud de los datos numéricos ofrecidos en los balances de cada establecimiento corresponde a las per- sonas que los han comunicado.” (La industria fabril y la indus- tria artesanal en la provincia de Jersén, Odesa, 1897. Prefacio. El subrayado es nuestro.) Asi, pues, la responsabilidad por la exactitud de los datos incumbe, como antes, a los propios fabri- cantes. Los representantes de la inspeccién de fAbricas no sélo no pudieron verificar todos los datos acumulados, sino que ni siquiera procuraron (como, veremos mds abajo) que fuesen homo- géneos y comparables. . A continuacién enumeraremos, en detalle, todos los defectos ‘ de la Lista y de los materiales que retine. Su defecto esencial, como ya dijimos, es la carencia absoluta de sumas globales (lo: particulares que elaboraron el Indice anotaron los totales y. ex cada edicién’ los fueron ampliando). EI sefior Kérishev, que A PROPOSITO DE NUESTRA ESTADISTICA FABRIL 13 disponia de dos colaboradores, concibié la feliz idea de llenar, siguiera en parte, esta laguna, calculando los totales de nuestra industria fabril de acuerdo con la Lista, Esa labor es muy util y todo el mundo le estarfa reconocido por haberla realizado... si el sefior Karishev, en primer lugar, hubiese publicado en forma completa, algunos de los totales obtenidos por él, y en segundo lugar, si en el. manejo de los materiales no hubiera revelado una falta de sentido critico rayana en el desparpajo. El sefior Kérishev ‘ tenia prisa por extraer “conclusiones” antes de haber estudiado con atencién sus materiales, y antes de efectuar una élaboracién estadistica “a fondo”*, por Jo tanto cayé en una serie de curio- sisimos errores. Comencemos por el primer problema esencial en la estadis- tica industrial: gqué establecimientos corresponde clasificar entre las “fAbricas”? El sefior Kérishev ni siquiera planted tal pro- blema; supone sin-duda que “fAbrica” es algo perfectamente, definido. En lo que se refiere a la Lista, con una audacia digna de mejor empleo, sostiene que esa publicacién, a diferencia de las precedentes, registra no sdlo los grandes establecimientos, sino todas Jas fAbricas. Esta afirmacién, repetida en dos opor- tunidades por el autor (p4gs. 23 y 34), es totalmente errénea, En realidad, y por el contrario, la Lista registra sdlo los estable- cimientos mds grandes, si se la compara con anteriores. publi- caciones de. estadisticas de fabricas. Explicaremos ahora cémo el sefior Ké4rishev pudo “no advertir” semejante “nimiedad”, pero antes recurriremos a una referencia histérica. Hasta la mitad de Ja década del 80, no existia en nuestra estadistica fabril ninguna definicién ni regla que limitase la nocién de fdbrica a ios mas grandes establecimientos industriales. En la estadistica de “fabri- cas” entraban los establecimientos industriales (y artesanales) de toda especie: esto, por supuesto, creaba un inmenso caos en los datos, ya que un censo completo de todos los establecimientos de ese género es absolutamente imposible. con Ja fuerza y: los medios de que disponemos (es decir, sin un censo industrial correcto); asi, en ciertas provincias o ciertas ramas de la produc- * A la inversa de lo que opina el autor del articulo de Riisskie Viddo- mostt (1898, ném, 144), al parecer tan incapaz de adoptar una actitud critica frente a las conclusiones del sefior Kérishev como éste frente a las cifras de la Lista. , 4 ve lL LENIN cién se contaban centenares o millares de establecimientos muy pequefios, y en otras sdlo las “fabricas” mds grandes. Por eso es natural ‘que las s que primero intentaron elaborar cientificamente los datos de nuestra estadistica fabril (en la década del 60) hayan dedicado toda su atencién a este aspecto, y dirigido sobre todo su esfuerzo a distinguir las ramas de la produccién que habian proporcionado datos m4s 0 menos ajus- tados, de las que habian suministrado datos completamente inexactos, para determinar los establecimientos suficientemente grandes de los cuales se pudieran obtener datos satisfactorios. Bushen*, Bok**, y Timiri4zev*** brindaron indicaciones tan valiosas sobre estas cuestiones, que si dichas indicaciones hubie- ran sido cuidadosamente observadas y desarrolladas por los compiladores de nuestra estadistica fabril, tendriamos ahora, con seguridad, datos muy aceptables. Pero en realidad todas esas recomendaciones fueron, como de costumbre, prédica en el de- sierto, y la estad{stica fabril conserva su antiguo cardcter caético. A partir de 1889 el Departamento de Comercio y Manufacturas empez6 a publicar la Recopilacién de datos sobre la industria fabril en Rusia (para 1885 y afios siguientes). En esta publi- eacién se dio un pequefio paso .adelante: se suprimieron las pequefias empresas, es decir, las que tenfan una produccién total inferior a 1.000 rublos. Se sobrentiende que esta norma era demasiado baja y grosera: seria ridiculo pensar en un censo completo de todos los establecimientos industriales con una produccién superior a esa suma, cuando las informaciones son reeogidas por la policfa. Como antes, ciertas provincias: y deter- minadas ramas de la produccién inclufan gran cantidad de péquefios establecimientos, con una produccién de 2.000 a 5.000 rublos, en tanto que otras provincias y otyas ramas de la produc- cién los omitian. Mas adelante veremos.algunos ejemplos, Por Ultimo, nuestro reciente sistema de estadistica fabril introdujo un indicio bien diferente para definir la ‘nocién de “fAbrica”. Se * Anales del Ministerio de Finanzas, 1? edicién, San Petersburgo, 1869. ** Bolétin estadistico del Imperio Ruso, serie II, 6# edic., San_Peters- burgo, 1872. Materiales para la estadistica sobre la industria fabril en Rusia europea, elaborados bajo Ia redaccién de 1. Bok. i *** Atlas estadistico de las ramas de la industria fabril en Rusia europea con némino de fdbricas. Tres ediciones, San Petersburgo, 1869, 1870 y 1873. A PROPOSITO DE NUESTRA ESTADISTICA FABAIL 15 ha resuelto someter a registro a “todos.los establecimientos indus-.. triales” (de “los que se encuentran en la jurisdiccién” de la inspeccién de fdbricas) “que tengan no menos de 15 obreros, € igualmente a-los que, con un numero de obreros inferior a 15, poseen una caldera o m4quina de vapor u otros motores mecd- nicos y mdquinas o instalaciones de fébrica’.* Debemos analizar en detalle esta definicién (subrayamos ya los puntos especial- mente oscuros que contiene), pero hacemos notar, ante todo, que la nocién de “fébrica” enunciada aqui. es completamente nueva en nuestra: estadistica fabril: hasta el presente no se habia efectuado tentativa-alguna de limitar la nocién de “fAbrica” a los establecimientos: con un numero determinado de obreros, o con un motor de vapor, etc. En general, es imprescindible definir en forma estricta la nocién de “fébrica”; pero la defini- cién que acabamos de mencionar es, por desgracia, extremada- mente imprecisa, oscura y vaga. Enumera las siguientes condi- ciones para que los establecimientos deban ser registrados en la estadistica como “fabricas”: 1) El establecimiento debe encon- trarse en la jurisdiccién de la inspeccién de fAbricas. Se excluyen asi, en apariencia, los pertenecientes al Estado, etc., las fAbricas de elaboracién de minerales, etc. Pero en la Lista figuran mu- chas fabricas pertenecientes al Estado y a la Corona (cfr. la lista alfabética, pags. 1 y 2), y no sabemos si fueron censadas en todas las provincias, si los datos fueron verificados por la inspec- cién de fabricas, etc. En general, es indispensable sefialar que, mientras nuestra estadistica fabril no se libere de la tela de arafia tejida por las diversas “jurisdicciones” a que pertenecen los establecimientos industriales, no podrd ser satisfactoria: los limites de las “juris- dicciones” se confunden a menudo y est4n sometidos a modifica- ciones; inclusive la aplicaci6n de Jos mismos cuestionarios por diferentes jurisdicciones, jam4s ser4 igual. Una organizacién racional de la estadistica exige Ja concentracién de todos los informes referentes a los establecimientos industriales en una “ Circular del 7 de junio de 1895 en Kobeliatski (Gufa para los fun- clonarios de la de , etc...., cuarta edicién, San Peters- burgo, 1867, pag. 35. El subrayado es nuestro.) En la Introduccién a la Lisia esta circular no fue reproducida y el sefior Karishev, al utilizar los materiales de la Lista, {jno se preocupé por informarse de lo que la Lista entiende por “fabrica’"!! BRS, 16 - Wh LENIN , Sola instituicién encargada exclusivamente de Ja estadistica, que vigile con. cuidado la uniformidad de los sistemas de recolec- cién y elatboracién de los datos. Mientras esto no se realice, es preciso refferirse con extrema prudencia a los datos estadisticos sobre las ffabricas, que tan pronto incluyen como excluyen (en épocas disttintas y en distintas provincias) establecimientos de- pendientes; de otra “jurisdiccién”. Por ejemplo, las plantas meta- lurgicas esttdn desde hace mucho excluidas de nuestra estadistica fabril; sin embargo, el Indice de Orlov incluye en su ultima edicién unm gran ntméro de ellas (casi toda la produccién de rieles, las ffabricas de Izhevsk y de Votkinsk en la provincia de Viatka, ete:.) que la Lista no cita, aunque registra, sin embargo, en algunas; provincias, fabricas de elaboracién de minerales que no figurabaan anteriormente en la estadistica “fabril” (por ejem- plo, la funcdicién de cobre Siemens en Ja provincia de Elizabet- pol, pag. 3330). En la Introduccién de la Lista se indica, en la Seccién VIII, la siderurgia, los altos hornos, las fundiciones de cobre y hiéerro, etc. (pag. UII), pero no se aclara en ninguna parte cémo» se diferenciaron las fabricas de elaboracién de mine- rales de lass empresas “sometidas” a la jurisdiccién del Departa- mento de CSomercio y Manufacturas, 2) Solo los establecimientos industriales: estén registrados, Esta definicién no es de ningin modo tan colara como parece a primera vista: la distincién entre establecimicentos artesanales y agricolas exige reglas detalladas y minuciosaas aplicables a cada rama de la produccién, Veremos més adelantte abundantes ejemplos de la confusién creada por esa omisi6na, 3) El nimero de obreros de la empresa no debe ser inferior a 15. No se sabe si se cuenta sélo los que trabajan en el interidor del establecimiento, 0 si estan incluidos los que trabajan fueera de él; no se explica cémo distinguir unos de otros (es, por lo «demés, un asunto difigultoso), si hay que contar los obreros auxiiliares, etc. El sefior Mikulin, en su ya citado libro, ofrece ejemplos de la confusién a que Conduce esa falta de cla- tidad. La LLista cita gran ntimero de establecimientos que cuen- tan solamenate con obrérés externos, es decir que trabajan fuera del establectimiento. Se sobrentiende que un intento de abarcar todos los esttablecimientos de ese género (es decir, todos los que distribuyen + trabajo, todos los patronos en la Hamada industria artesanal, ettc.), con el sistema utilizado actualmente para reco- Ser informacciones, sélo puede hacer sonrefr, pues los datos frag- A PROPOSITO DE NUESTRA: ESTADISTICA FABRIL it mentarios, obtenidos sobre algunas provincias y ramas de la pro- duccién carecen, de importancia y sélo provocan confusién. 4) Se denomina “fabricas” a todos los establecimientos que poseen una caldera de vapor o una maquina de vapor. He aqui un indicio bien preciso y muy bien elegido, pues la utilizaci6n ‘del vapor es realmente caracteristica del desarrollo de la gran industria maquinizada. 5) Entre.las “f4bricas” figuran los establecimien- tos que poseen “otros motores mecdnicos” (no de vapor). Esta definicién es muy poco precisa y demasiado amplia: segiin ella, pueden incluirse entre las fabricas numerosos establecimientos poseedores de motores accionados por agua, por viento, por un caballo e inclusive a pedal. Como ni siquiera es factible el registro completo de todos los establecimientos de ese género, es inevitable que se produzca una confusién de la que en seguida ofreceremos ejemplos. 6) En el rubro “fabricas” figuran los establecimientos que tienen “instalaciones fabriles’ 5 Esta defi- nicién, totalmente imprecisa y vaga, destruye el significado de todas las precedentes y hace que los datos resulten inevitable- mente cadticos e imposibles de comparar. En distintas provin- cias se entenderé de modo diferente esta definicién; por otra parte, ges una definicién? Se llama fAbrica al establecimiento que posee instalaciones fabriles... He aqui la ultima palabra del moderno método de nuestra estadistica fabril. No puede sorprender que esta estadistica sea tan poco satisfactoria. Cita- remos ejemplos extraidos de todas las secciones de Ja Lista para demostrar que en ciertas provincias y en determinadas ramas de la produccién se registran hasta los mds pequefios estableci- mientos, lo cual introduce confusién, ya que no se trata de incluir todos los establecimientos de ese tipo.’ Veamos la’ sec- cién I: Elaboracién.del algodén. En las pags. 10 y-11 encontra- “f4bricas” instaladas en aldeas de la provincia de Vladimir que ‘tifien hilado y telas ajenas (sic!) por encargo. En lugar de indicar el valor total de la produccién, se cita la suma ¢ el tefiido, suma que va de 10 (?) a 600 rublos, yel de obreros ocupados va de 0 (no se sabe si esto signi- fica que se carece de informacién sobre el numero de obreros, ©. que no hay obreros asalariados) a 3. No existen motores de ninguna clase. Son tintorerlas campesinas, es decir, estableci- mientos artesanales primitivos, registrados por casualidad en una provincia y, por supuesto, omitidos en otras. En Ja seccién II 18 i Vv. i LENIN (elaboracién de la lana) encontramos en la misma provincia de Vladimir “f4bricas” donde se trabaja a mano, que ardan Tana ajena, por un pago de 12 a 48 rublos por afio, con 0 6 1 obrero. Encontramos una fabrica de seda (seccién III, nim. 2517 ) ins- talada en la aldea, con 3 obreros y una produccién por valor de 660 rublos, donde el trabajo es manual. Y més tintorerias campesinas, en la misma provincia de Vladimir, con 0 a 3 obre- ros, donde se trabaja a mano, abondndose por el tefido del lienzo de 150 a 550 rublos (seccién IV, elaboracién del lino, pag. 141). En la provincia de Perm tenemos una “fabrica” de esteras (secciin V) con 6 obreros y una produccién de 921 rublos, donde el trabajo también es manual, (nim. 3936), En otras provincias (por ejemplo en Kostrom4), también existen, se sobrentiende, gran ntimero de establecimientos de ese género, pero no fueron considerados como fAbricas, Veamos una impren- ta (seceién VI) con 1 obrero y una produccién valorada.en 300 rublos (nttm. 4167): en algunas provincias se han contado las imprentas importantes, y en otras, ninguna. Se censé una “fabri- ca” aserradero con 3 obreros que percibe 100 rublos por la fabricacién de duelas (seccién VII, nim, 6274). Otra fAbrica para el tratamiento de los metales (seccién VIII) emplea 3 obreros manuales, con una produccién valorada en 575 rublos (nim. 8962), En la seccién IX (elaboracién de productos mine- rales) existe gran numero de establecimientos muy pequefios, especialmente homos de ladrillos, por ejemplo con un solo obrero yuna produccién por valor de 48 a 50 rublos, etc. En la sec- eién X (elaboracién de productos animales) hay pequefias tna- nufacturas de velas de sebo, de curtido de pieles de cordero, curtidurfas, etc., donde se trabaja a mano con 0, 1 6 2 obreros, con una produccién valorada en algunos centenares de rublos (pags. 489, 507, etc.). Pero hay :sobré.todo pequefios estableci- mientos de: tipo purdmente artésanal ‘en la seccién XI (elabora- cién de sustancias alimenticias), entre los molinos de aceite y sobre todo molinos harineros. En esta iltima rama de la pro- duccién es importante delimitar rigurosamente las “fAbricas”, tentativa de poner orden en Ja estadistica relativa a la industria separandolas de los pequefios establecimientos, pero hasta el presente tal cosa no se ha hecho, y en todas las publicaciones referentes a nuestra estadistica fabril reina un caos total. Una molinera de tipo fabril, efectuada por el primer congreso que A PROPOSITO DE NUESTRA ESTAD{STICA FABRIL 19°" reunfa a los secretarios de los comités de estadistica de las pro- vincias (en mayo de 1870)* quedé en la nada, y desde entonces los compiladores de nuestra estadistica fabril parecen no haberse percatado de que los datos por ellos publicados son completa- mente intitiles. Entre las “fabricas” la Lista hizo figurar, por ejemplo, molinos de viento con 1 obrero, que recibe por su tra- bajo de 0 a 52 rublos (pags. 587, 589 y muchas otras), molinos de agua con una sola rueda, y 1 obrero, que recibe por su trabajo de 34 a 80 rublos, etc. (cfr. pdg. 589 y otras), etc. Se entiende que tal “estadistica” es sencillamente ridicula, pues con semejantes molinos se podria Henar un tomo y tal vez varios, sin reunir por eso una lista completa. También en la seccién de la industria quimica (XII) se han incluido al azar pequefios estab'ecimientos, por ejemplo fabricas de alquitran, en aldeas, con 1 a 3 obreros y una produccién con un valor de 15 a 300 rublos (p4g. 995 y otras). Con tal procedimiento se podria Negar a esa “estadistica” editada en 1860 por la famosa Reco- pilacién estadistica militar, que contabilizaba en Rusia europea 3,086 “fAbricas” productoras de alquitrén y pez, de las cuales 1.450 estaban en la provincia de Arjdnguelsk (con 4,202 obreros y una produccién valuada en 156.274 rublos, es decir, un pro- medio por “fabrica” de menos de 3 obreros y un poco mas de 100 rublos). Como si fuera en forma deliberada, la’ provincia de ArjAnguelsk falta por completo en la Lista que se refiere a esta seccién: jhabrA que suponer que ahora los campesinos de all{ no producen més alquitran y no preparan mas pez! Obser- vemos que en todos los ejemplos que hemos citado, se encuen- tran censados establecimientos que no caben en la definicién anotada por la circular del 7 de junio de 1895. Por eso. su registro es puramente casual; en ciertas provincias (tal vez tam- bién en algunos distritos) se los ha contado; en la mayoria se los omitié. En wna estadistica anterior (la de 1885) tales esta- blecimientos estaban excluidos por tener una produccién valuada en menos de 1.000 rublos. E] sefior-Kérishev no entendié de modo adecuado ese pro- * Segiin el proyecto de reglamento redactado por el congreso para reunir las informaciones sobre la industria, se exclufa de la lista de fabricas a todos los molinos con menos de 10 muelas, pero no a los de molienda mds fina, (Anales de estadistica, serie I1, 6% edic. Introduccidn, pag. XIIL) 20 Vv. L LENIN blema fundamental de la estadistica fabril, pero no tuvo reparos en sacar “conclusiones” de las cifras obtenidas con sus cAlculos. La primera de esas conclusiones afirma que el ntimero de fAbri- cas en Rusia disminuye (pag. 4 y otras). Para deducir esta conclusién, el sefior Karishev procede con suma sencillez: toma el nimero de fabricas en 1885, de acuerdo con los datos reunidos por el Departamento de Comercio y Manufacturas (17.014) y le resta el ntimero de fabricas de Rusia europea segin la Lista (14.578). Resulta una disminucién de 14,3 por ciento. El sefior profesor Ifega inclusive a calcular el porcentaje, sin turbarse por el hecho de que los datos de 1885 no incluyen las fAbricas Sujetas al impuesto indirecto; se limita a observar que la adicién de tales fabricas Harla mds sensible la “reduccién” del nimero de fabricas. Y el autor intenta descubrir en qué parte de Rusia este “proceso de reduccién en el niimero de establecimientos” (pag. 5) se opera “mds rdpidamente”. Lo cierto es que no se produce ningtin proceso de reduccién, el nimero de fabricas en Rusia no disminuye, sino que aumenta, y las conclusiones inventadas por el sefior Kdrishev fueron obtenidas porque el sabio profesor compara datos que no pueden compararse.* Y esta imposibilidad de comparacién no se debe a que en 1885 faltaran datos concernientes a las fabricas dependientes del fisco. El sefior Kérishev hubiera podido tomar también cifras que incluyen esas fabricas (de acuerdo con el Indice ya citado de Orlov, elaborado con las listas de la misma oficina del Depar- tamento de Comercio y Mamufacturas), y de ese modo fijar el numero de “fabricas” en Rusia europea en 27.986 en 1879, en . 27.235 en 1884, en 21.124 en 1890 y la “disminucién” en 1894-95 (14.578) aparecerfa. muchisimo mds acentuada, La tinica des- gracia es que todas esas cifras no son apropiadas para Ja compa- yacién, porque, en primer lugar, la" nocién de “fabrica” no es idéntica en las Publicaciones: viejas: y en las actuales referentes * En 1889 el seffor Kérishev tomaba (luridéscheski Viéstnik,’ nim. 9) para 1885, datos extraidos de los intormes de los muy fieles stbditos, los sefiores gobernadores, y que inclufan millares de molinos miniisculos, moli- nos de aceite, horros de ladrillos, alfarerfas, curtidurfas, curtido de’ pieles de cordero y otros establecimientos artesanales, jy fijaba el numero de “tabricas” en Rusia europea en 62.801! Nos preguntamos con sorpresa por qué no calculé los porcentajes de “reduccién” en el namero de fAbricas actuales, compardndolos con esa cifra. A PROPOSITO DE NUESTRA ESTAD{STICA. FABRE. 2h tadisticas fabriles, y porque, en segundo lugar, incluidos como “fabricas” estan chtados, al azar y sin orden (en ciertas provincias y en determinados afios), pequefios establecimientos cuye censo completo, con Jos medios de que dispone hoy nice tra estadistica, serfa ridiculo siquiera imaginar. Si, por ejemp! Im, el sefior Karishev se hubiera tomado el trabajo de analizar la forma en que la Lista define las fabricas, habria visto qué, para comparar el ntmero de fabricas de esta edicién con el de. las otras ediciones seria indispensable tomar en cuenta sdlo los establecimientos con 15 obreros 0 mds, ya que son sélo estable- cimientos de ese género los que la Lista censa, en forma com- pleta y sin reservas, en todas las provincias y en todas las ramas de la produccién, Como tales establecimientos pertenecen al numero de los relativamente grandes, han sido censados satis- factoriamente, aun en las viejas ediciones. Habiendo asegurado asi la homogeneidad de los datos comparables, calculamos el numero de fabricas con 16 obreros o mas*, de acuerdo con el Indice de 1879 y segun la Lista de 1894-95 para Rusia europea. Se obtiene las ilustrativas cifras que siguen: NUMERO DE FABRICAS EN RUSIA EUROPEA Con 15 Con menos de Fuente Afios Total 6 mds ‘16 obreros obreros Indice, 1% ed. 1879 27.986** 4.551 23.435 Indice, 3¢ ed. 1890 21.124 6.013 15.111 Lista 1894-95 14.578 6.659 7.919 sin las imprentas 6.372 \ Asi, Ja cohfrontacién de estas cifras, las tnicas que pueden considerarse m4s 0 menos homogéneas, comparables y comple: * Tomamos’16 y no 15 obreros porque la suma de las fabricas’ con 16 obreros aoe ya fue hecha en el Indice en. 1890 (38 ed., pag. X) y, ademas, porque las explicaciones del Ministerio de Finanzas eligen. a veces esta norma. (Cfr. Kobeliatski, Joc. cit., pag. 14.) ** Algunas informaciones gue faltan fueron completadas de manera aproximada: cfr. Indice, pag. 695. ® 22. Vv. L LENIN tas, demuestra que el ntimero de fabr r icas en Rusic estante rapide: en 15 6 16 afios (1879 a 1894-95) panren de ‘ Aeon be 0, es decir, un aumento del 40 Por ciento (en 1879 /mprentas no se contaban entre las fabricas). Com- consecuencia, en las ramas relacionadas con la i yam : preduccién agri- de ager hore Se a caesi (oins tie > ‘mbres, i ee una masa de establecimientos muy pequenen Smitten fn siciones osteriores. En 1890 sé omitieron ya algunos pe- gue saat colinientos (donde Ia produccién total no alcan- ape am, lor de 1.000 tublos); he ahi por qué hay menos ” pequefias. Por ultimo, en 1894-95 se dejan a un lado una masa de establecimientos con menos de 15 obreros, razén ee Exfo es posible Gsbido a que los totales del Indice que arriba se referian a todos los establecimi sados, mientras que en la né: fébricas ‘el Indice s » mina de las fAbri I ic inclufa sélo los establecimientos di robe ce inclui londe Ia produccién aa ae rubles, El numero de establecimientos de ese considerarse mis 0 menos co; bt en la actual situacién de nuestra estad ‘sti rista de tales cae aa ‘stica, la lista de tales - blecimientos no puede ser Jamis completa) exceptuada, canpeto, I, ete. La limitacién_fij é jada sob de la produccién no auula, en manera alga aid SS A PROPOSITO DE NUESTRA ESTAD{STICA FABRIL Be en la estadistica de los molinos de tipo industrial, porque, en’ lugar del valor de la produccién, se considera la cantidad de harina, que aun en los molinos muy pequefios alcanza, a meé- nudo, a més de 2.000 puds por afio. Por ello el ntimero de molinos que figuran en la estadistica sobre fAbricas presenta increibles saltos de un afio a otro, a causa de la diversidad de los procedimientos censales. Por ejemplo, la Recopilacién para 1889, 1890, 1891 registré en Rusia europea, 5.073, 5.605 y 5.201 molinos. En la provincia de Vorénezh el nimero de molinos, de 87 en 1889 se elevé de golpe a 235 en 1890 y 483 en 1892, a consecuencia de la inclusién accidental de los molinos de viento. En la regién del Don el nimero de los molinos, de 59 en 1887, se elevé a 545 en 1888, a 976 en 1890, y luego cayé & 685 en 1892 (porque en ocasiones se contaban los molinos de viento y en otras, no), etc., etc. Se comprende que sea’ inad- misible utilizar tales datos. Por eso sdlo tomamos los molinos de vapor, agregandoles los establecimientos de ‘otras ramas cuya .produccién sea de un valor no menor de 2.000 rublos, y obte- memos para Rusia europea un numero de fdbricas de mds o menos 11.500 en 1879, y de poco mds o menos 15.500 en 1890*. En consecuencia, observamos un aumento en él niimero de fdbricas, y no la disminucién imaginada por el sefior Kérishev. La teoria del sefior Karishev sobre el “proceso de reduccién del numero de establecimientos” en la industria fabril de Rusia es una pura fabula, fundada en un conocimiento més que insufi* ciente de los materiales que intenta elaborar. El sefior Karishev hablaba del ntimero de las fAbricas en Rusia en 1889 (Iuridi- cheski Viéstnik, nim. 9) comparando cifras completamente im- propias, tomadas de los patriéticos informes suministrados por los sefiores gobernadores y publicadas en la Recopilacién de informaciones sobre Rusia en 1884-85 (S. Petersburgo, 1887, cuadro XXXIX) con las curiosas cifras de la Recopilacién esta- \ * Es imposible sine una cifra que corresponda a los datos de la Lista, en primer lugar,/ porque desecha numerosos establecimientos, cuya producciin es de 2,000 rublos y més, debido a que emplean menos de 15 obreos, En segundo lugar, porque la Lista calcula el total de la produc- cién excluyendo los establecimientos sujetos a contribucién fiscal (en lo cual difiere de las estadisticas precedentes). En tercer lugar, porque la Lista registré.a veces, no el valor de la produccién, sino la suma abonada por la elaboracién de Ja materia prima, t | 4 } 24 Vv. & LENIN distica militar (cuarta edicién, $. Petersburgo, 1871), que con- taba entre las “fabricas” millares de pequefiisimos establecimien- tos artesanales y manuales, millares de plantaciones de tabaco (sic!) (cfr. pags. 345 y 414 de la Recopilacién estadistica militar sobre las “fabricas” de tabaco de la provincia de Besarabia), millares de molinos harineros y de aceite, etc., etc. No es de extrafiar que en esas condiciones la Recopilacidn estadistica mili- tar registrase mds de 70.000 “fabricas” en Rusia europea, en 1866. Lo sorprendente es que se haya encontrado un hombre capaz de aceptar con tan poca atencién y espiritu critico cual- quier cifra impresa, hasta el punto de tomarla como base para sus cdlculos*. Aqui es indispensable hacer una pequefia digresién. De su teoria sobre la disminucién del ntimero de fabricas, el sefior Karishev deduce la existencia de un proceso de concentracién de la industria. Se sobrentiende que, al rechazar su teoria, no desechamos de ninguna manera esta conclusién, que sdlo esté demostrada en forma incorrecta por el sefior Kérishev. Para demostrar este proceso es indispensable apartar los estableci- mientos mds grandes. Tomemos, por ejemplo, los establecimien- tos que tienen 100 trabajadores y mas. Si se compara el numero de dichos establecimientos, el de sus obreros y el valor de su produccién, con los datos proporcionados por todos los estable- Smiicttes, obtenemos el cuadro que va a continuacién (véase pag. 25). En este cuadro se advierte que el ntimero de los estableci- mientos grandes aumenta, lo mismo que el de sus obreros y el valor total de su produccién, que constituye una parte cada’ vez mayor del total de los obreros y del valor total de la pro- duccién de las “fabricas” censadas ofigiakmente. Se nos podta observar, tal vez, que si se produce una, concentracién industrial es’ porque los grandes establecimientos sustituyen a los mas Pequefios, que el ntimero de estos ultimos disminuye y, en con- secuencia, el niimero total. de los establecimientos también se " El sefior ‘Tugdn-Baranovski demostré ya, en el problema del nimero de obreros fabriles, la absoluta mutilidad de los datos proporcionados por la Recopilacién estadistica militar (clr. su libro La fébrica... etc. S. Peters- bugo, 1898, pigs. 336 y sig, y Mir Bozhi2 1898, nim. 4) y los sefiores N.-on y Karishev responden con el silencio a su directo desafio. Y la verdad ‘es que no les queda otra solucién que callarse. 1894-95 1890 1879 Valor total de la A PF +OSITO DE NUESTRA ESTAD{STICA FABRIL | miles te | tublos) obreros 3 a (en miles de rublos) Namero de fabricas | obreros produc- cién (en miles de rublos) obreros Numero de fabricas Cfr. Ia nota* s | § 8 8 | 8 Bo & 2 | 8 B | & Be} 3 & g € 27.986 1.238 = g i ag 8 8 8 Estableci- Todas las fabricas = 2 5 8 > oO 6 8 8 a * © g & 5 6 3 & 8 x ot a g a a x 4 8 a) z 8 Re ara imprimir. [Lenin se retiere a su libro El desarrollo del capitalismo en Riisia: . (Véase V. I. Lenin, ob.. cit., tomo Ill.)} -(Ed.) je id nel total de obreros y el valor de la produccién, ya co ee ie caetioo (como veremos més abajo) que los datos sobre * Las fuentes son las. mismas. Para 1879, como ya hemos sefiaiado, algunos datos fueron completados de la -cifra total de. fibricas.. La~résefia de los’grandes establecimientos fue tomada de una obra sobre El capi- manera aproximada. Los datos generales proporcionados por el Indice y la Lista no pueden ser comparados, a A g 3 z Sigd eee is gag alts dee Bios a, 2s See code Bass 28 v. Lb LENIN reduce. Pero, en primer lugar, esta ultima conclusién no se aplica sélo a las “fabricas”, sino a todos los establecimientos industriales, de los cuales no tenemos derecho a hablar, ya que nO poseemos acerca de ellos ni la mAs minima estadistica, asi sea poco completa y digna de confianza. En segundo lugar, aun desde un punto de vista puramente teérico, no puede de- cirse a priori, que en una sociedad capitalista en vias de des- arrollo debe siempre, inevitablemente, verificarse una reduccién ex el ntimero de los establecimientos industriales, pues, para- lelamente con el proceso de concentracién industrial, se opera un proceso en que la poblacién se desvia de la agricultura y Jos pequefios establecimientos industriales aumentan en numero en las regiones atrasadas del pais, a consecuencia de la descom- posicién de la economia campesina seminatural, etc.” Volvamos al sefior Karishev. Tal vez dedica mayor atencién a los datos menos seguros (los relativos al numero de “f4bricas”). Divide las provincias en grupos segtin el nimero de “fabricas”, disefia un cartograma al cual traslada esos grupos, presenta un cuadro especial de las provincias con mayor nimero de “fabri- cas” en cada rama de la produccién (pags. 16 y 17); calcula una masa de porcentajes indicando el numero de fabricas por provincia comparado con el total de éstas (pags. 12-15). Al hacerlo, el sefior KArishev olvidé un detalle: olvidé preguntarse si las cifras de fdbricas en las diferentes provincias son compa- tables. Esta pregunta debe ser contestada negativamente y, en consecuencia, la mayor parte de los cAlculos, comparaciones y razonamientos del sefior Kdrishev debe ser incluida en la cate- goria de inocentes ejercicios de estadistica. Si el sefior profesor hubiera tenido conocimiento de la definicién de “fabrica” que da la circular del 7 de junio de 1895,, habria adivinado facil- mente que una definicién tan poco elara no podia ser aplicada de manera idéntica en las diferentes provincias, y hubiera podido llegar a la misma conclusién si hubiese estudiado més aten- “ Por ejemplo, el “Censo de kustares” para 1894-95, en la provincia de Perm, revel que en la época posterior a Ja reforma, en las aldeas o pueblos se fundan, de década en década; un ntimero cada vez mayor de pequefias empresas industriales. Clr, Revista de la regién de Perm. Esbozo de da, stuaciin de la industria kustar en Ia provincia de Perm, Perm, 8 A PROPGSITO DE NUESTRA ESTAD{STICA FABRIL 27 tamente la Lista. Citemos ejemplos: basdndose en el nimero de establecimientos industriales de la secciéu XI (elaboracién de productos alimenticios: en ese grupo el numero de fAbricas es mas considerable), el sefior K4rishey separa las provincias de Voronezh, Viatka, y Vladimir (p4g. 12). Pero la abundancia de “fabricas” en esas provincias se explica, ante todo, por un hecho puramente fortuito: en esas provincias fueron registrados establecimientos. pequefios que nose incluyé en otras. Por ejem- plo, en la provincia de Voronezh encontramos numerosas “fabri- cas” simplemente porque se tuvieron en cuenta pequefios molinos (sobre 124 molinos, hay sélo 27 de yapor; hay muchos molinos de agua-con 1, 2, 3 ruedas. En las otras provincias tales molinos no fueron computados, pues habria sido imposible contabilizar todos), se contaron pequefios molinos de aceite (en su mayoria accionados por caballos) no incluidos en las otras provincias. En la provincia de Viatka, sobre 116 molinos, hay sélo 3 de vapor; en la provincia de Vladimir se cont6 una decena de molinos de viento y 168 molinos de aceite, en gran parte movi- dos a viento, por un caballo o a mano. Si en las otras provincias hay menos establecimientos industriales, ello no significa, por supuesto, que no haya molinos de viento, pequefios molinos de agua, etc, Simplemente, no se los conté. En toda una serie de provincias se incluyé, casi con exclusiyidad, los molinos de vapor (provincias de Besarabia, Ekaterinoslav, TAurida, Jer- sén, etc.), en tanto que la industria molinera da 2.308 “fAbricas” sobre 6,233 existentes en Rusia europea, segéin la seccién XI. Seria absurdo hablar de distribucién de las fAbricas por provin- cias, sin haber puesto en claro el cardcter heterogéneo de los datos. ‘Tomemos la seccién IX, elaboracién de minerales. Vemos, por ejemplo, en la provincia de Vladimir, 96 fabricas de ladrillos y en la provincia del Don, 31, es decir, menos de wn tercio, Segun el Indice (para 1890) era lo contrario: en la provincia de Vladimir 16 fabricas y en la del Don, 61. Ahora resulta que, segiin ta Lista, en la provincia de Vladimir hay, sobre 96 fAbri- cas, sélo 5 con 16 obreros o mis, y en la provincia del Don, 26 (sobre 31). Esto se explica simplemente porque en el distrito del’ Don los pequefios hornos de ladrillos no se‘ contaron con tanta generosidad como “fdbricas”, que fue lo que sucedié en Ja provincia de Vladimir; eso es todo (en todos los pequefios hornos de ladrillos de la provincia de Vladimir se trabaja a 2B vy. 1 LENIN mano). El sefior K4rishey no ve nada de todo eso (pdg. 14). En la seccién X (elaboracién de productos animales) el. sefior Karishev dice que en casi todas las provincias es escaso el nimero de los establecimientos, pero que “la provincia de Nizhni- Névgorod constituye una rara excepcién, con sus 252 fabricas” (p4g. 14). Esto se debe, principalmente, a que en esa provincia se contaron gran numero de pequefios establecimientos donde se trabaja a mano (a veces con la fuerza motriz proporcionada por un caballo o el viento), establecimientos que no se computaroa en las otras provincias. Por ejemplo, en la provincia de Mogui- lev la Lista cuenta slo 2 fabricas en esta seccién; en cada una de ellas trabajan m4s de 15 obreros. En cuanto a las pequefias fabricas que elaboran productos animales, podrian contarse por decenas en Ja provincia de Moguilev, como lo hizo el Indice en 1890, enumerando 99 fdbricas de este tipo, Nos preguntamos: equé sentido tienen, después de esto, los cdlculos del sefior Karishev sobre los porcentajes de distribucién de “fAbricas” con- sideradas de tan distinta manera? . Para demostrar en forma mds concreta las, diferentes mane- ras de entender el término “fabrica” en las distintas provincias, tomemos dos provincias yecinas; Vladimir .y Kostrom4. En la primera, segin la Lista hay 993 “fAbricas” y en la segunda 165. En la primera, para todas las ramas de la industria (secciones) encontramos pequeififsimos establecimientos, que abruman a los grandes por su numero (sélo 324 establecimientos, tienen 16 obreros 0 mds). En la segunda hay muy pocos establecimientos pequefios (112 fdbricas sobre 165 tienen 16 obreros o més), aunque cualquiera comprende que podria contarse también gran mimero de molinos de viento, molinos de aceite, pequefias fAbri- cas de almidén, hornos de ladrillos, fAbricas de alquitrén, etc.* Tal desaprensién del sefior Kériskev en lo referente a la autenticidad de las cifras utilizadas por ‘él, llega al colmo cuando * Veamos otro ejemplo de: la arbitraria determinacién del nimero de “fabricas” en nuestro “moderno” sistema de estadistica fabril. Para 1894-95 ja Lista cuenta en la provincia de Jersén 471 fabricas (el sefior Karishev, obra citada, pag. 5) y para 1896 el sefior Mikulin Mega a contar 1.249 “establecimientos fabriles” (obra citada, pag. XII), entre ellos 773 con motor mec4nico y 109 sin motor mec4nico, con un niimero de obreros supe- rior a 15. Mientras la nocién de “fabrica” no sea clara, estas variaciones serin siempre inevitables. A PROPOSITO DE NUESTRA ESTAD{STICA FABRIL 29 compara el nimero de “fabricas” por provincia en 1894-95 (de acuerdo con la Lista) y en 1885 (segtin la Recopilacién). Con la mayor seriedad prosigue su razonamiento acerca de que en la pro- vineia de Viatka el numero de fabricas ha aumentado, en la de Perm “ha disminuido considerablemente”, en la de Vladimir ha aumentado en forma sustancial, ete. (pags. 6-7). “Y en esto puede notarse —concluye sentenciosamente nuestro autor— que la dis- minucién del numero de fabricas que hemos sefialado, es menor en las comarcas que peseen industrias mds desarrolladas, m4s viejas, que en aquellas comarcas donde éstas son més recientes” (pag. 7). Esta conclusién suena de una manera muy “erudita”; léstima que sea un absurdo. Las cifras utilizadas por el sefior K4rishev son totalmente casuales. Por ejemplo, en la provincia de Perm el ntimero de “fabricas”, de acuerdo con la Recopila- cién, de 1885 a 1890 era respectivamente de: 1.001, 895; 951, 846, 917 y 1.002, y en 1891 ese ntimero cae bruscamente a 585. Una de las causas de esos saltos es la de haber computado entre las “fabricas”, en un caso, 469 molinos (1890) y-en otro, 229 (1891), Si la Lista contabiliza en esa provincia sélo 362 fabricas, ‘hay. que tener en cuenta que en el nimero de “fabricas” incluye ahora nada mds que 66 molinos. Si en la provincia de Vladimir el numero de “fabricas” ha aumentado, hay que recordar que la Lista censé a los pequefios establecimientos en esa provincia. En Ia de Viatka la Recopilacién contabilizs6 de 1887 a 1892; respectivamente, 1, 2, 2, 30, 28. y 25 molinos, y la -Lista 116. En una palabra, la comparacién que hace el sefior Kérishev demuestra una vez més, su absoluta ineptitud para orientarse entre las cifras provenientes de distintas fuentes. Al dar el nimero de fdbricas por seccién (por grupos dé ramas industriales) y calcular los porcentajes de todas ellas en relacién con el nimero total de fAbricas, el sefior K4rishev vuelve a pasar por alto que en ciertas secciones no existe uniformidad en la cantidad de pequefios estableciniientos (por ejemplo, en Jas industrias textil y metalirgica son menos que en cualquier otra; mds o menos un tercio del total para Rusia europea, mien- tras que la industria que elabora los productos animales y los productos alimenticios constituye unos dos tercios del total), Se comprende que, de esta manera, se encuentren en él compara- ciones entre magnitudes no comparables, y que sus clculos de porcentajes (pég. 8) carezcan de todo sentido. En una palabra, 30 Vv. I LENIN en todo el asunto del niimero de “fAbricas” y de su distribucién geogrdfica, el sefior Kérishevy manifiesta una total incomprensién sobre el cardcter de Jos datos por él utilizados, y sobre el grado de confianza que debe acordarseles. Si pasamos del niimero de fabricas al de obreros, debemos decir, ante todo, que los totales de obreros en nuestra estadistica fabril son mucho mds dignos de confianza que los indicados para las fdbricas. Por supuesto, también aqui hay no pocas confusiones, omisiones y reducciones del ntimero real. Sin em- bargo, no existe una divergencia tan grande en los datos, y la excesiva fluctuacién en el nimero de pequefios establecimientos, ya incluidos entre las fabricas, ya excluidos de ellas, afecta muy poco el total de obreros, sencillamente porque un porcentaje muy considerable de pequefifsimos establecimientos, proporciona un porcentaje muy reducido del total de obreros. Ya vimos més arriba que en 1894-95, en 1.468 fabricas (10 por ciento del total) estaba concentrado el 74 por ciento de los obreros. El nimero de pequefias fdbricas (con menos de 16 obreros) era de 7.919 sobre 14.578, es decir, mAs de la mitad, en tanto que el de obreros ocupados en ellas (calculando, un promedio de 8 por estableci- miento) es de un 7 por ciento. De ahi resulta la enorme dife- rencia en el numero de fAbricas en 1890 (de acuerdo con el Indice) y en 1894-95, en tanto que la diferencia en el nimero de obreros es insignificante: en 1890 eran en total 875.764 en las 50 provincias de Rusia europea y en 1894-95, 885.555 (con- tamos sélo los que trabajan en el establecimiento), Si se resta “de la primera cifra a los obreros del laminado de rieles (24.445) y de las industrias salineras (3.704) que no se incluyeron en la Lista, y de la segunda cifra los obreros de imprentas (16.521), que no toma en cuenta el Indice, obtenemos en 1890, 847.615 obreros, y en 1894-95, 869.034; es decir un aumento del 2,5 por ciento. Se sobrentiende que ese porcentaje no puede traducir el aumento real, ya que en 1894-95 no se incluyeron muchos Pequefios establecimientos, pero de manera general, la aproxi- macién de esas cifras demuestra el valor relativo de los datos globales sobre el total de obreros, y su relativa exactitud. El sefior K4rishev, de quien hemos tomado el numero total de obreros, no distingue con precisién qué ramas de la industria se incluyeron en 1894-95, en comparacién con las. publicaciones anteriores, y no sefiala la omisién en la Lista de muchos estable- A PROPOSITO DE NUESTRA ESTADISTICA FABRIL 31 cimientos computados antes entre el numero de fAbricas. Para sus comparaciones con el pasado toma siempre los mismos datos absurdos de la Recopilacién estadistica militar, y repite las mis- mas tonterlas sobre la pretendida reduccién del niimero de los obreros en relacién con la poblacién, ya refutadas por el sefior Tug4n-Baranovski (cfr. m4s arriba). Como las informaciones suministradas sobre el nimero de los obreros eran mds dignas de confianza, merecian haber sido estudiadas mAs atentamente que los datos sobre el ntimero de fAbricas, pero el sefior Karishev procedié precisaménte a la inversa. Ni siquiera agrupa las fAbri- cas segin el ntimero de obreros, lo cual seria indispensable, ya que la Lista tomé el nimero de obreros como indicio funda- mental para distinguir las fdbricas. Por los datos que hemos citado mas arriba, se advierte que la concentracién de los obre- ros es muy considerable. En lugar de agrupar las fAbricas guidndose por el nimero de obreros, el sefior Kérishev se ha dedicado a cdlculos mas simples: determinar el promedio de obreros por fabrica. Como los datos sobre el numero de fabricas, de acuerdo con lo que ya vimos, son particularmente sospechosos, fortuitos y hetero- géneus, todos. sus célculos estén Ienos de errores. El sefior Karishev compara el promedio de obreros por fabrica en 1886 y en 1894-95, y deduce que “las fAbricas de tipo medio aumen- tan sus dimensiones” (pag. 23 y 32-33), sin darse cuenta de que en 1894-95 se computaban sélo los establecimientos mas grandes, de modo que la comparacién resulta incorrecta. Es muy curiosa la comparacién del promedio de obreros por fAbrica en las diferentes provincias (p4g. 26). El sefior Kérishev llega. por ejemplo, a la conclusién de que en la provincia de Kostrom4 “se eucuentra un tipo medio de industria, mayor que en las demas provincias” —242 obreros por fabrica contra 125, por ejemplo, de Ja provincia de Vladimir. Ni siquiera se le ocurre al erudito profesor que eso depende meramente de la diferencia en los procedimientos de registro, segin ya hemos explicado més arriba. Como perdié de vista la diferencia entre el numero de los grandes y pequefios establecimientos en las distintas provin- cias, el sefior K4rishev inventé un procedimiento muy simple para eludir las dificultades.de ese problema. Esto es, multiplica el-promedio de obreros por fébrica para toda Rusia europea (y para Polonia y el Caucaso), por el numero de fAbricas en cada 32 v. L LENIN provincia, y traslada los grupos asi obtenidos a un cartograma especial (ntim, 3). “Es verdaderamente simple, jde mds est& decirlo!. gPara qué agrupar las fAbricas segin el niimero de sus obreros? gPara qué examinar la relacién existente entre los gran- des y pequefios establecimientos en Jas diferentes provincias, cuando podemos, con un procedimiento simple, nivelar artificial- mente los “tipos medios” de fAbricas en las diferentes provincias, refiriéndolos a una norma general tmica? Para qué tanto and- lisis de pequefios 0 pequefifsimos establecimientos que se incluyé entre las fabricds de la provincia de Vladimir o de Kostrom4; cuando podemos “simplemente” tomar el promedio de obreros por fabrica para toda Rusia europea y multiplicarlo por el niime- ro de fabricas de cada provincia? Que semejante procedimiento pone en el mismo plano centenares de molinos de viento, moli- nos de aceite fortuitamente censados y grandes fabricas? El lector no lo notara, y quiz prestarA fe a la “estadistica” inven- tada por el sefior profesor. Ademas de los obreros que trabajan en el establecimiento, la Lista consta también de una columna especial para los obreros “que trabajan fuera del establecimiento”. Aqui se ha incluido no sélo a los obreros que ejecutan a domicilio encargos de las fabricas (Karishev, p4g. 20), sino también a los obreros auxi- liares, etc, El nimero de esos obreros, segiin la Lista (66.460 en el Imperio) no puede de ninguna manera considerarse como “indice de Ja medida en que ha avanzado en nuestro pais el desarrollo de lo que se denomina seccién exterior de la fabrica” (Kérishev, pdg. 20), pues con el sistema actual de estadistica fabril no puede ni hablarse de un registro completo de los obre- ros de ese tipo. El sefior Karishev sostiene con suma ligereza que “es poco 66.500 para toda Rusiay con sus millones de arte- sanos y de kustares” (ibid.). Arites dé. escribir eso, era necesaria olvidar que entre esos “millones de kuistares”, como lo comprue- ban todas las fuentes, Ja mayor parte, o al menos una gran parte de ellos, trabajan para los acopiadores, es decir, son tam- bién “obreros que trabajan‘ fuera del establecimiento”. Sélo hace talta echar un vistazo a Jas pAginas de la Lista que se refieren a Jas regiones de ciertas industrias “kustares” para convencerse del cardcter ‘totalmente fortuito y fragmentario del censo de ‘obreros que trabajan fuera del establecimiento”. Por ejemplo, en la seccién II (elaboracién de la lana) la Lista registra en A PROPOSITO DE NUESTRA FSTADISTICA FABRIL 33 la provincia de Nizhni-Névgorod sélo a 28 obreros trabajando ™ fuera del establecimiento en la ciudad de Arzam4s y en los’ suburbios de Viézdnaia Slobod4 (p4g. 89) cuando, por los Tra- bajos de la comisién de estudios sobre la industria artesanal en Rusia (ediciones V y VI) se sabe que en esas localidades, centenares (tal vez un millar) de “kustares” trabajan para pa- tronos, En el distrito de Semenov la Lista ni siquiera menciona a los obreros que trabajan fuera del establecimiento, mientras que por la. estadistica del zemstvo se sabe que mds de 3.000 “kustares” trabajan para patronos en la industria del fieltro y de las plantillas. En la industria de acordeones de la provincia de Tula la Lista cuenta sélo una “fabrica” con 17 obteros traba- jando fuera (pAg. 395), cuando los mismos Trabajos de la comi- sién, etc.... contaban, ya en 1882, de 2.000 a 3.000 artesanos trabajando para los fabricantes de acordeones (cap. 1X). En consecuencia, resulta evidente que considerar como digna de confianza la cifra de 66.500 obreros que trabajan fuera de los establecimientos y hablar de la distribucién de esos obreros por provincia y por ramas de la industria, como lo hace el sefior KArishev, que Ilega a sefialarlo en un mapa, es sencillamente ridfculo. La verdadera importancia de esas cifras no consiste. s6lo en determinar Ja amplitud del trabajo a domicilio para los capitalistas (tal determinacién sélo es posible con un inventario comoleto de la industria, que incluya todos los comercios y dem4s establecimientos y aun a las personas que distribuyen trabaio a domicilio), sino en separar a los obreros que trabajan en los establecimientos; es decir, por un lado, los obreros de fabrica en el sentido exacto del término; por el otro, los que trabajan fuera. Hasta el presente esos dos tipos de obreros fueron confundidos muy a menudo: inclusive en el Indice para 1890 se encuentran muchos ejemplos de esa confusién. En la Lista se hace ahora un primer intento de poner término a tal estado de cosas. : El sefior K4rishev analizé las cifras de la Lista que se refie- ‘yen a la produccién anual de las fAbricas de manera mis satis- factoria que las otras, principalmente porque aqui el autor, por fin, agrupa a las fabricas de acuerdo con el volumen de su produccién, en lugar de tomar los “tipos medios” habituales.. Es ejerto que el autor se muestra, pese a todo, incapaz de escapar a esos “tipos medios” (volumen de la produccién por fabrica) 34 Vv. L LENIN y aun compara los promedios de 1894-95 con los de 1885, prace- dimiento, lo hemos dicho ya mds de una vez, absolutamente incorrecto. Destaquemos que los totales sobre produccién anual de las fabricas son mucho més exactos que los totales sobre el numero de fabricas, por la raz6n, ya indicada, del reducido papel que desempefian las pequefias fabricas. Por ejemplo, segin la Lista existen en total, en Rusia europea, 245 fabricas cuya pro- duccién supera el millén de rublos, es decir, el 1,9 por ciento, pero concentran el 45,6 por ciento de la produccién anual de todas las fabricas de Rusia europea (Karishev, p4g. 38), en tanto que las fabricas con una produccién inferior a 5.000 rublos constituyen el 30,8 por ciento del total de las fabricas, pero dan solo el 0,6 por ciento de la produccién total, es decir, una parte insignificante. Sin embargo, es preciso formular una reserva: en sus cAlculos, el sefior Kdrishevy hace caso omiso de la dife- rencia entre el valor total de la produccién (valor de los pro- ductos) y las sumas pagadas por elaboracién de las materias primas. Esta diferencia tan importante es sefialada por primera vez en nuestra estadistica fabril, en la Lista*. Se comprende que es absolutamente imposible comparar estos dos valores y que es necesario diferenciarlos. El sefior Karishev no lo hace, y puede pensarse que un porcentaje tan bajo para la produccién anual de los pequefios establecimientos fue obtenida, en parte, porque se tomaron en cuenta estableci- mientos que denunciaron, no el valor de sus productos manu- facturados;-sino sélo las sumas pagadas por su elaboracién. Cita- remos a continuacién un ejemplo del error en que cayé el sefior Karishey por haber ignorado esta circunstancia. La distincién que efectia la Lista entre las sumas abonadas por la elaboracién y el valor de los productos, y también la omisién del impuesto en el precio de la produccién, -impide ,comparar esas cifras con * Por desgracia, no tenemos ninguna garant{a de que la Lista haya trazado una diferenciaciin rigurosa y consecuente, es decir, que el valor de la produccién se haya indicado sdlo para las fabricas que en realidad venden su produccién, y las sumas pagadas por la elaboracién de las mate- tias primas, sélo para las fabricas ‘que elaboran materias primas pertene- cientes a otros. Es posible, por ejemplo, que en la industria molinera (es aqui donde se encuentra con més frecuencia la diferencia mencionada) los Propietarios de molinos hayan indicado, al azar, tanto una como otra de las cifras. Este problema exige un examen especial. A PROPOSITO DE NUESTRA ESTAD{STICA FABRIL 3. las cifras de las publicaciones anteriores. Segin la Lista, la produccién de todas las fabricas de Rusia. europea representa 1.345.000.000 de rublos y segun el Indice, para 1890, 1.501.000.000 de rublos. Pero si sustraemos el monto del impuesto a la segun- da cifra (s6lo para la produccién de las destilerias, mas 0 menos £50.000.000 de rublos) la primera cifra resultaria considerable- ‘mente mayor. ~ En el indice (2% y 38 edicién) se Iegaba a una distribucién por grupos de las fAbricas segtin la importancia de la produccién - anual (sin aclarar la parte correspondiente a cada grupo en la, produccién total), pero este reparto no puede compararse con los datos de la Lista a consecuencia de las diferencias, mencio- nadas arriba, en los procedimientos empleados para censar y para determinar el volumen de la produccién anual. Nos falta atin examinar otro razonamiento erréneo del sefior Kérishev. Al presentar los datos por provincia, referentes al valor de la produccién anual de las fabricas, tampoco pudo abstenerse aqui de compararlos con los datos de 1885-1891, es decir, con los datos de la Recop'lacién, En estos u'timos no hay informacién sobre la produccién sometida a impuesto, y por ello el sefior K4rishev busca sélo provincias en las cuales el total de la produccién en 1894-95 sea menor que en los afios precedentes. Hay 8 provincias en ese caso (pAgs. 39-49) y el sefior K4rishev discurre, con este motivo, scbre “un movimiento de retroceso en la industria” en las provincias “menos industria- Jizadas”, v dice que eso “puede ser un indice de la dificil situa- cién de los pequefios estab'ecimientos en su competencia con los grandes”, etc. Todos esos razonamientos serian tal vez muy profundos... si no fueran en tcdo sentido erréneos, Aqui tam- poco el sefior KArishev se dio cuenta que compara datos total- mente incomparables y de distinto género. Demostraremos esta imposibilidad de comvarar los datos veferentes a cada una de Tas provincias indicadas por el sefior Karishev*. En la provincia * No tomamos en este caso Jos datos de la Recopilacién, sino los del Indice para 1890, restando la produccién sometida a impuesto. Si se excluye esa produccién, los datos del fndice no diferiran casi de los datos de la Recopilacién, pues se basan en las mismas ciones_provenientes. del Departamento de Comercio y Manufacturas. Asi, pues, para aclarar el error del sefior Karishev necesitamos informes detallados, no slo sobre las diferentes industrias, sino también sobre las diferentes fabricas. 36 y. & LENIN de. Perm el total de la produccién en 1890 era de 20.300.000 rublos (Indice) y en 1894-95 de 13.100.000 rublos; en esa cifra correspondia a Ja industria molinera, en 1890, 12.700.000 rublos (jpara 469 molinos!) y en 1894-95, 4.900.000 rublos (para 66 mo- linos). La aparente “disminucién” depende simplemente, en‘ con- secuencia, del registro fortuito de un numero diferente de moli- nos. E] numero, por ejemplo, de los molinos de vapor aumenté . de 4 en 1890 y 1891, a 6 en 1894-95. Asi se explica también la “disminucién” de la produccién en la provincia de Simbirsk (1890: 230 molinos, y 4.800.000 rublos; 1894-95: 27 molinos y 1.700.000 rublos. Molinos de vapor: 10 y 13). En la provincia de Viatka, el total de la produccién en 1890 es de 8.400.000 rublos; en 1894-95 de 6.700.000 rublos; una disminucién de 1.700.000 rublos.' Pero en 1890 se computaban en esa provincia dos fabricas metalirgicas, la de Votkinsk y la de Izhevsk, cuya produccién (tomada en conjunto), es precisamente igual a 1.700.000 rublos; ‘en 1894-95 esas fabricas no se computaron como “dependientes” del Departamento de Minas. Para la pro- vincia de Astrajin la produccién ascendia en 1890 a 2.500.000 tublos; en 1894-95, a 2:100.000 rublos. Pero en 1890 se computé Ja industria salinera (346.000 rublos), mientras que en 1894-95 no se la incluyé entre las industrias “mineras”. Para la provincia de Pskoy, en 1890, 2.700.000 rublos y en 1894-95, 2.300.000 rublos; pero en 1890 se computaron 45 agramadoras de lino con una produccién total por valor de 1.200.000 rublos y en 1894-95 sélo 4 hilandertas con 248.000 rublos. Es de suponer que las agra- madoras de lino en la provincia de Pskov no habian desapare- cido, sino que simplemente no fueron censadas (tal vez porque la mayor parte empleaba el trabajo manual de un numero de obreros inferior a 15). En la provincia de Besarabia se registré de distinta manera la produccién de Jos molinos, a pesar de que en 1890, como en 1894-95, se cemputaron el mismo nimero de ellos (97); en 1890 se computé Ia cantidad de harina mo- lida, 4.300.000 puds = 4.300.000 rublos, y en 1894-95 la mayor parte de los molinos informaron sélo el precio pagado’ por la molienda, de modo que el total de su produccién, 1.800.000 rublos, no puede compararse con la cifra de 1890. Veamos dos ejemplos que ilustran sobre esta diferencia. Los dos molinos de Levenzon se censaron en 1890 con una produccién de 335,000 rablos (Indice, pag. 424) y en 1894-95 con sélo 69.000 rublos, A PROPOSITO DE NUESTRA ESTADISTICA FABRIL 37 precio pagado por la molienda (Lista, nim. 14.231-2). Por. él contrario, el molino de Schwartzberg fue registrado, en 1890, con una produccién de 125.000 rublos (indice, pag. 425)” y en 1894-95, con 175.000 rublos (Lista, nim. 14.214); sobre el total de la produccién de la industria molinera en~1894-95, 1.400.000 tublos se refieren al valor de la produccién y 400.000 rublos son sumas pagadas por la molienda. Lo mismo pasa en la provincia de Vitebsk: en 1890, 241 molinos con un total de produccién de 3.600.000 rublos y en 1894-95, 82 molinos, con un total de 120.000 tublos; pero la mayorfa de los molinos sélo declararon las sumas pagadas. por. la molienda (el numero de mclinos de vapor era de 37 en 1890, 51 en 1891 y 64 en 1894-95}, de modo que de esos 120.000 rublos, mds de la mitad representa, no el valor de la produccién, sino las sumas pagadas por la molienda. Por ultimo, en la ultima provincia, la de Arjénguelsk, el “movimiento de retroceso en Ja industria” descubierto por el sefior Karishev se explica simplemente por wn extrafio error’ en sus cAlculos: en realidad la produccién total de las fabricas de Arjdnguelsk, segin la Lista, no es de 1.300.000 rublos, como Jo,indica en dos opor- tunidades el sefior K4rishev (pags. 40 y 39): contra 3.200.000 rublos en 1885-1891), sino de 6.900.000 rublos, de los cuales 6.500.000 rublos son de 18 aserraderos (Lista, pag. 247). Resumiendo todo lo dicho hasta aqui, llegamos a la con- chisi6n de que el sefior Karishev ha tratado el material con que trabajé, con una asombrosa falta de atencién y de criterio, y por esa razén cometié una serie de burdos errores. En lo refe- trente a sus cdlculos sobre las cifras de la Lista, que compuso «on sus colaboradores, conviene decir que su valor estadistico pierde mucho porque el sefior K4rishev no publicé los totales completos, es decir, el ntimero de fabricas, de obreros, las cifras de la produccién de conjunto para todas las provincias y todas las ramas de la industria (aunque esos calculos habian sido, evidentemente, hechos por él, y su publicacién completa hubiera facilitado su verificacién y, ademas, habria sido de. gran prove- cho para quien utiliza la Lista). De esta manera, la elaboracién puramente estadistica de los materiales resulté fragmentaria, incompleta, no sistematica, y las conclusiones a las que se apre- suré a legar el sefior Karishev son, en gran parte, un ejemplo de la forma en que no se debe manejar las cifras. Pasando al problema planteado mas arriba, referente a la 38 Vv. . LENIN situacién en que se egeuentra actualmente nuestra estadistica fabril, de decir, ante todo, que si “los datos estadisticos sobre la produccién, conipletos y dignos de confianza, son abso- lutamente indispenstables” (asi se expresa la Introduccién de la Lista, y es imposible no estar de acuerdo con ello), para obtenerlos es necesario un censo industrial correctamente. reali- zado y repetido periédicamente, que registre todos los estable- cimientos, empresas y obras industriales, Si los datos del primer censo nacional del 28 de enero de 1897* sobre las ocupaciones de la poblacién, fuesen satisfactorias y detalladamente desarro- Ilados, facilitarian en grado considerable la realizacién de un censo industrial. Pe1o hasta este momento, mientras no existan tales censos, sélo puede tratarse de un registro de algunos gran- des establecimientos industriales. Debe reconocerse que el siste- ma actual seguido para reunir y elaborar las inforinaciones esta- disticas sobre esos grandes establecimientos (“fabricas” segin la terminologia corriente) es totalmente insatisfactoria. Su primer defecto es desmembrar la estadistica sobre fabricag en distintas jurisdicciones” y carecer de un instituto especializado, dedicado por entero a la estadistica, que centralice la recopilacién, veri- ficacién y clasificacién de todas las informaciones de todas las fabricas. Cuando trabajamos con datos de la actual estadistica fabril de Rusia, nos encontramos en un terreno cortado en todas direcciones por los Kimites de las distintas “jurisdicciones” (que tienen procedimientos y medios particulares para el censo, etc.). Sucede a veces que este limite pasa por cierta fdbrica, de tal suerte que una parte de la fabrica (por ejemplo, los altos hor- nos) se encuentra bajo la jurisdiccién del Departamento de Explotaciones Mineras, y la otra (por ejemplo, la que fabrica articulos de hierro), se encuentra bajo la jurisdiccién del Depar- tamento de Comercio y Manufactiiras. Se comprende hasta dénde esto hace més dificil la utilizacién de los datos y en qué errores pueden caer (y caen) los investigadores que no prestan atencién suficiente a esta, complicada cuestién, Hay que decir, * Los datos del primer censo general de Ja poblacién del Imperio ruso, del 28 de enero (9 de febrero) de 1897, se publicaron entre los afios 1997 y 1905; Lenin los utilizé gn Ja segunda edicién de su libro El desarrollo del capitalismo en Rusia, en 1908, (Véase V. I. Lenin, ob. cit., tomo HI.) (Ed.) A PROPOSITO DE NUESTRA ESTADISTICA FABRIL 39 sobre todo en lo que se refiere a la verificacién de las informa- ciones, que la inspeccién fabri] nunca estar4 en condiciones dé verificar con toda exactitud en qué medida corresponden a la realidad las declaraciones de los propietarios de fabricas. Con un sistema de tipo moderno (es decir, cuando las informaciones son reunidas, no por medio de un censo realizado por un cuerpo especial de agentes, sino mediante las respuestas a los cuestio- narios enviados a los propietarios de fabricas) debe prestarse la mayor atencién a la organizacién estadistica centrcl, la cual debe comunicarse sin intermediarios con todos los propietarios de fAbricas, a fin de controlar sistematicamente la homogeneidad de las informaciones y cuidar que sean completas, y que los cuestionarios sean enviados a todos los centros industriales de alguna importancia, para evitar la inclusién casual de datos dispersos, v aplicaciones e interpretaciones diferentes del. cues- tionario, El segundo defecto fundamental del sistema actual consiste en que el programa para la recoleccién de las informa- ciones no ha sido del todo elaborado. Si tal programaxse pre- para en las oficinas, sin someterlo a la critica de los especialistas y (este es el punto mds importante) a la discusién detallada en la prensa, las informaciones nunca podrén ser completas: ni homogéneas. Ya vimos, por ejemplo, cuén poco satisfactoria es Ja solucién dada hasta ahora al problema fundamental del pro- grama: la definicién de “fabrica”. Como no existe un censo industrial y el sistema empleado consiste en reunir informaciones provenientes de los mismos empresarios (por intermedio de la policia, de la inspeccién fabril, etc.), la nocién de “fabrica” debe necesariamente ser definida con una precisién absoluta y limi- tarse sélo a grandes establecimientos, de tales dimensiones. que, es de esperar, sean registrados siempre y en todas partes, sin omisiones. Los elementos esenciales pata la definicién de “esta- blecimiento fabril”, aceptada en Ia actualidad, fueron elegidos aparentemente de manera bastante acertada. 1) Nimero de obreros en el interior del establecimiento no inferior a 15 (aqui hay ‘que estudiar el problema de Ja diferencia entre obreros auxiliares y obreros de fabrica en el sentido exacto del término, el problema de Ja determinacién del promedio de obreros en el ‘afio, etc.) y 2) posesién de un motor de vapor (inclusive con vn niimero inferior de obreros). Es de lamentar que a esos indices se haya agregado otros, totalmente vagos; y sin embargo, 40 Y. L LENIN €s necesario ser muy cautelosos al introducir nuevos elementos en esta definicién. Si, por ejemplo, no pueden dejarse de lado Jos establecimientos mas grandes poseedores de un motor hidr&u- lico, hay que sefialar con la mayor precisién qué establecimien- tos de ese género se someten al censo (cuando poseen una fuerza motriz no inferior a tal o cual potencia, o tienen un nimero de obreros no menor que el indice dado, etc.). Si para algunas ramas de Ja produccién se considera indispensable censar aun Jos establecimientos més pequefios, hay que: enumerar con la mayor precisién esas ramas de la produccién y sefialar otros indices claros para definir la nocién de “establecimiento fabril”. A las ramas de la produccién donde los establecimientos titu- lados “fabricas” se confunden con los establecimientos “artesa- nales” o “agricolas” (industria del fieltro, hornos de ladrillos, curtiembre, molinos harineros, molinos de aceite y muchas otras) hay que dedicarles una atencién especial. Creemos que los dos indices que hemos mencionado para definir la nocién de “fabri- ca”, no deben ampliarse en ningiin caso, porque con el sistema empleado actualmente para reunir las informaciones, es dudoso que aun esos establecimientos relativamente importantes puedan censarse sin ninguna omisién. Y una reforma de este sistema puede traducirse en modificaciones parciales de poca importan- cia, 0 en censos industriales completos. En lo referente a la amplitud de las informaciones, es decir, la cantidad’ de pregun- tas planteadas a los industriales, conviene también trazar una radical diferencia entre wn censo industrial y una estadistica del tipo actual. Sélo en el primer caso es posible e indispen- sable proponerse la obtencién de informaciones completas {pre- guntas sobre la historia del establecimiento; sus relaciones con Jos establecimientos de los alrededores y la poblacién de las inmediaciones, sobre el aspecto gdmercial del negocio, sobre las materias primas y los materiales auxiliares, cantidad y tipo de la produccién, salarios, duracién de la jornada, turnos, trabajo nocturno y horas extras, etc., etc.). En el segundo caso, -con- viene ser muy prudente;‘es preferible recibir pocas informacio- nes relativamente exactas, completas y homogéneas, que muchas informaciones fragmentarias, dudosas e imposibles de comparar. Lo unico absolutamente indispensable es incluir preguntas sobre la maouinaria-empleada y sobre la cantidad de los articulos fabricados. A PROPOSITO DE NUESTRA ESTADISTICA FABRIL Al Al decir que nuestra estadistica sobre fabricas es insatis- factoria en grado sumo, no queremos decir, de ninguna manera, que sus datos no merezcan atencién y andlisis. Por el contrario; hemos examinado en detalle'las insuficiencias del sistema actual a fin de subrayar la necesidad de una elaboracién especialmente minuciosa de los datos. El objetivo principal y esencial de esta elaboracién debe ser separar la paja del trigo, los materiales relativamente validos de los sin valor. Como ya vimos, el prin- cipal error del sefior Kérishev (y de muchos otros) consiste, precisamente, en no haber trazado tal separacién. _Las cifras yeferentes a las “fabricas” no inspiran ninguna confianza, y eh caso alguno pueden ser, utilizadas sin someterlas previamente a un minucioso anilisis (separacién de los establecimientos mas grandes, etc.). El mimero de obreros y el valor de la produc- cién son mucho més dignos de confianza en sus resultados glo- bales (en ese caso, sin embargo, es necesario someter a un riguroso anilisis la naturaleza de la produccién, la forma en que fue computada, la forma en que se determiné el valor de la produccién, etc.). Si se toman resultados mas detallados, &s posible que los datos no sean comparables y que su utilizacion lleve a errores. Sdlo por ignorancia de esas circunstancias pue- den explicarse las fabulas sobre la disminucién del nimero de fAbricas en Rusia, y de la cantidad de obreros que trabajan en ellas (en proporcién a la cifra de la poblacién), fabulas que los populistas difundieron con tanto celo. En cuanto a la elaboracién de los materiales, es absoluta~ mente indispensable basarse en las informaciones de cada fabrica por separado, es decir, informaciones ordenadas en fichas. Esas fichas deben clasificarse, ante todo, por unidades territoriales. Una provincia es una unidad demasiado extensa. El problema. de la distribucién geogrifica de la industria es tan importante, que exige su agrupamiento por ciudades, por barrios, por aldeas o grupos de aldeas, que constituyen centros 0 regiones indus- triales. Luego, es indispensable un agrupamiento por ramas de la industria. En ese sentido el iltimo sistema de estadistica fabril introdujo, a nuestro modo de ver, una moditicacién inde- seable, pues provocé una ruptura radical de las antiguas divi- siones de las ramas de la industria, en vigor desde. la década del 60 (y aun antes), La Lista agrupé en forma nueva las ramas de la industria en 12 secciones: si con ese sistema nos limitara- 42 Vv. L LENIN mos a tomar datos seccién por seccién, se obtendrian cuadros clesmesuradamente amplios que abarcarian las mds diversas ramas de la industria, mezclandolas entre si (industria del paiio y del fieltro, aserraderos y fébricas de muebles, papelerias e impren- tas, altos hornos y platerias, hornos de ladrillos y fabricas de porcelana, industrias del cuero y la cera, molinos de aceite, refinerias de azticar, cervecerias y manufacturas de tabaco, ete.). Pero si se subdivide, de manera detallada, todas esas secciones de la industria, se obtienen (cfr. Mikulin, obra cit.) grupos fragmentados al extremo: jmds de 300! El viejo sistema, que comprendia 10 secciones y m&s o menos 100 ramas de la indus- tria (91 segin el Indice para 1890), nos parece mucho mAs acertado. Ademis; es indispensable el agrupamiento de las fAbri- cas segtin el ntimero de obreros, el tipo de fuerza motriz, el volumen de la produccién. Ese agrupamiento es en especial necesario, aun desde el punto de vista puramente tedrico, para estudiar el estado y desarrollo de la industria, y para separar, en los materiales de que se dispone, los datos relativamente validos y los que no tienen valor. La ausencia de tal agrupa- miento (indispensable en los grupos tevritoriales y grunos por xamas de la industria) es el defecto m4s significativo de nues- tras publicaciones actuales sobre estad{stica fabril, las cuales sélo facilitan “promedios”, generalmente ficticios. que conducen a burd»s errores, Por Ultimo, el agrupamiento de acuerdo con estos indices, no debe limitarse a determinar el mimero de esta- blecimientos en cada gruvo (y en los subgrupos), sino que debe ir acompa%ado de un cAlculo, para cada grupo, del ntimero de obreros y del valor total de la produccién, tanto en los estable- cimientos que emplean maquinaria, como en los que emplean trabaio manual, etc. Es decir, aparte de los cuadros por grupos, se necesitan también cuadros combihados. Seria un error pensar que semejante elaboracién exige un esfuerzo muy grande. Las oficinas dé estad’stica de los zemstvos, con su presupuesto modesto y su escaso personal, eiecutan tareas mucho mas complicadas en cada distrito; analizan 20, 30 6 40.000 fichas (y el ntimero de establecimientos relativamente grandes, de “fabricas”, de toda Rusia, quiz4 no seria sunerior a 15.000 6 16.000); agreguemos a esto que el volumen de las informaciones asentadas en cada ficha es incomparablemente mayor: en las recopilaciones estadisticas de los zemstvos hay varios centenares A PROPOSITO DE NUESTRA ESTAD{STICA FABRIL 43, de columnas, mientras que en la Lista, por ejemplo, hay menos de 20. Y a pesar de eso, las mejores recopilaciones estadisticas de los zemstvos no sdélo brindan cuadros agrupados segtin diferentes indices, sino también cuadros que contienen combinaciones de esos diferentes indices. Tal elaboracién de los datos ofreceria, en primer lugar, un material indispensable para la ciencia econémica. Y en segundo lugar, resolverfa de modo definitivo el problema de la separacién de los datos relativamente vdlidos de aquéllos que no lo son. _Si se elaboraran asi los datos, se descubriria inmediatamente el cardcter casual de los datos referentes a ciertas ramas de la industria, ciertas provincias, ciertos puntos del programa, etc. Seria posible extraer materiales relativamente completos, exactos y homogéneos. Se obtendrian indicaciones valiosas sobre la forma de garantizar, en el porvenir, esas cualidades. Escrito antes del 26 de agosto Se publica de acuerdo con ef (7 de setiembre) de 1898. texto de la recopilacién. Publicado en 1898 en Ia reco- pilacién: Vladimir Thn, Estudios y arttculos econémicos. COMENTARIO A. BocbAnov. CURSO BREVE DE ECONOMIA. Moscé, 287, Edad por libreria A. Murinova. 290 pdgs. Precio a _ La aparicién del libro del sefior Bogddnov es un aconteci- miento importante en nuestra literatura econdémica; no se trata sdlo de una guia “que no estar4 de mds” entre las muchas otras obras Publicadas (como “lo espera” el autor, segin el Prefacio) sino que es, con mucho, la méjor de todas ellas. Por eso, en al presente comentario nos proponemos Ilamar la atencién del lec- tor sobre los destacados méritos de esta obra y. Sefialar algunos aspectos sin mayor importancia que, en nuestra opinién, podrian ser mejorados en ediciones posteriores. Cabe esperar, dado el eeagniens del piiblico lector por los problemas. econémicos, mee a Gemoraré mucho la aparicién de futuras ediciones de este El principal mérito del Curso del sefior Bogdénov es el de mantener con integridad una misma linea de pensamiento de la primera a la Ultima..pagina, en un libro que trata de muchas yemuy diversas cuestiones. Desde el‘ comienzo, ¢l autor, de manera clara y precisa, define la economia politica, como “cien- ca que estudia las relaciones sociales de la produccién y distri- paca en su desaffollo’ (3), y en ningin momento se aparta le esa definicién, tan a menudo mal comprendida por doctos profesores de economia politica que se desvian de las “relacio- nes sociales de la produccién”, hacia la produccién en general, ye Nenan Voluminosos cursos‘con un montén de ejemplos i 08 Y trivia es y sin vinculacién alguna con la ciencia social. fl ajeno a esa escoldstica que muchas veces Ileva a COMENTARIO 45. Jos redactores de manuales a deleitarse con. las “definiciones” y con el anilisis de todos los aspectos de cada definicién; y al mismo tiempo su exposicion, lejos de perder, gana claridad, y e) lector, por ejemplo, obtiene nociones precisas de una. ‘cate- gorfa como la de capital, en su significado social e histérico. Esa concepcién de la economia politica como ciencia de los sistemas de produccién social que se desarrollan histéricamente es, en el Curso del sefior Bogdanov, la piedra angular a lo Jargo de toda su exposicién. Al exponer en el comienzo unas breves. “nociones generales” sobre la ciencia (pags. 1-19), y al final una breve “historia de las concepciones econdmicas” (pags. 235-290), el autor resefia el contenido de la ciencia en la seccién CG. Proceso del desarrollo econémico, y no de manera dogmatica (como se hace en.casi todos los manuales), sino ofreciendo carac- terizaciones de los periodos sucesivos del desarrollo econémico, a saber: del comunismo primitivo de los clanes, de la esclavitud, del feudalismo y de las corporaciones, y finalmente, del capita- lismo. Y asi es, justamente, como se debe exponer la economia politica. Se podr4 objetar, tal vez, que de este modo el autor se ve obligado a dividir una seccién teérica (por ejemplo, la que trata del dinero) en diferentes periodos, con lo cual incurre en repeticiones. Pero este defecto, puramente formal, quedar4 més que compensado con los méritos de la exposicién histérica. Y ademés, ges ese un defecto? Las repeticiones son realmente insignificantes: m4s aun, son utiles para el principiante, porque le permitiran asimilar mejor Jos postulados. fundamentales. Por ejemplo, las repeticiones sobre las diferentes funciones del dinero en los distintos perfodos del desarrollo econédmico muestran de manera concreta, a los estudiantes, que el anilisis teérico de esas funciones se basa en un estudio preciso de lo que realmente ocurrié en el desarrollo histérico de la humanidad, y no en una especulacién abstracta. Se obtiene, pues, una idea m4s completa de los sistemas particulares, histéricamente determinados, de economia social, por cuanto el objetivo de los manuales de eco- ” nomia politica consiste, naturalmente, en dar al que estudia esa ciencia las nociones fundamentales sobre los diferentes sistemas de economia social y sobre las caracteristicas principales de cada sistema; es decir, que quien haya asimilado un manual elemen- tal, tenga en sus manos una guia que lo oriente para proseguir 6 Vv. L LENIN el estudio de ese tema, que despierte en é1 el interé: estudio, | por haber comprendido que los problemas Nie la "Ciencia eoonémica estén vinculados directamente a los mAs importantes Brob lemas de la vida social contempordnea. En el 99 por ciento Sas casos es esto lo que falta en los manuales de economia politica, Y ‘ defecto mas comin de los mismos no consiste & en el hecho de que se limitan a exponer un solo sistema le economia social (el capitalismo), sino en que no logran con- cpntvar la atencién del lector en los rasgos fundamentales de neem me consiguen Gefinir con precisién su significado de su aparicién, y oor "el otro “hs tendonei 1 388 Condiciones) . a lencias d Posterior; no logran presentar los distintos aspectos + fener é Ja vida econémica contemporanea como partes componentes le-un determinado sistema de economia social, como manifesta- ciones de los fasgos esenciales de este sistema; no son para el vector una guia segura porque, por lo general, no mantienen consecuentemente una orientacién determinada y no logran, por ultimo, interesar a los estudiantes, porque interpretan de me. nera excesivamente estrecha e incoherente el significado de los problemas econémicos, mezclando en “poético desorden” el “Fag bs econémico con el politico, con el moral, etc. Sélo la concep. g a materialista de la historia puede Mevar luz a ese caos y evelar que es posible alcanzar una visién amplia, coherente y racional sobre un determinado sistema de economia social, considerado como fundamento de un determinado sist de toda la vida social del hombre. “meee El gran mérito del Curso del sefior Bo ‘déno i bién en que el autor se mantiene en cima consecuente dentro dela concepcién del materialismo histérieo. Al caracterizar cada perfodo del desarrollo “econémico, suéle ofrecer, en la “exposi- iin » una resefia del régimen politico, de las relaciones fami- iares y de las principales corrientes del pensamiento social, a relacién con los rasgos ésenciales de un sistema econémico me Después de explicar cémo un sistema econémico deter- pe lo originéd una determinada divisién de la sociedad en lases, el autor muestra cémo.esas clases se manifestaron en le cee politica, familiar e intelectual de un periodo histérico dado; mo los intereses de esas clases se teflejaron en escuelas econd- COMENTARIO AT micas bien definidas; c6mo por ejemplo, los intereses del inci- piente desarrollo del capitalismo fueron expresados por la escuela de la libre competencia y los intereses de esa misma clase, en el periodo posterior, por la escuela de los economistas vulgares (284), la escuela de los apologistas. El autor sefiala, con toda justicia, la relacién que existe entre la situacién de determinadas clases y la escuela histérica (284) asi como la escuela de refor- madores de catedra (escuela “realista” o “histérico-ética”) que debe ser considerada como la “escuela del compromiso” (287) por su concepcién insustancial y falsa sobre el origen y el significado “no clasistas” de las instituciones juridico-politicas (288), etc. Es también en relacién con el desarrollo del capi- talismo que el autor ubica las doctrinas de Sismondi y de Proudhon, a quienes califica, con razén, de economistas pequefio- burgueses, demostrando que sus ideas tienen origen en los inte- reses de una clase determinada de la sociedad capitalista, que ocupa un “lugar intermedio, de transicién” (279), y reconociendo sin rodeos, el cardcter reaccionario de tales ideas (280-231). Gracias a la firmeza de sus concepciones y a su capacidad para analizar los diversos aspectos de la vida econémica en relacién con los rasgos fundamentales de un sistema econdmico dado, el autor ha podido apreciar correctamente el significado de fend- menos tales como la participacién de los obreros en los beneficios de las empresas (una de las “formas del salario” que “muy rata yez puede resultar ventajosa para el empresario” [p4gs. 132-133]), a las asociaciones de productores que, “organizadas en el 4mbito de las relaciones capitalistas”, “en realidad no hacen sino aumen- tar el ntimero de pequefios burgueses” (187). Sabemos que precisamente esos rasgos del Curso del sefior Bogd4nov son los que provocardn los mayores reproches. Por supuesto, quedaran descontentos los representantes y partidarios de la escuela “ético-sociolégica” de Rusia*. Quedaran descon- tentos los que suponen que “la cuestién de la concepcién econd- ° Se refiere a los populistas liberales con su jefe maximo, N. Mijai- lovski.. Lenin criticé los conceptos de esta escuela en “Quiénes son los “amigos del pueblo” y cémo luchan contra los socialdemécratas (respucsta a los articulos de Risskoie Bogatstvo)”. V. 1. Lenin, ob. cit. t. I. (Ed.) 48 / Vv. L LENIN mica de la historia es una cuestién puramente académica”* y muchos otros més.’ Pero ademds de ese descontento debido, por asi decirlo, al espiritu de partido, se objetar4, probablemente, que por la amplitud en el planteo de los problemas, resulta demasiado sintética la exposicién de ese Curso abreviado, que en 290 paginitas se ocupa de todos los periodos del desarrollo €conémico, comenzando por la comunidad primitiva de los clanes y el salvajismo, y terminando con los cartels y trusts capita- listas; describe tanto la vida politica y familiar del mundo anti- guo y de la Edad Media, como la historia de las concepciones econémicas. La exposicién del sefior Bogdanov es, en efecto, sumamente concisa, como é1 mismo lo sefiala en la Introduccién, Hamando sin ambages “compendio” a su libro. Sin duda, algu- nas de las sumarias observaciones del autor, que se refieren a menudo a hechos de carActer histérico y a veces a aspectos mas particulares de la economia te6rica, serén incomprensibles para el lector principiante, deseoso de iniciarse en la economia poli- tica. Sin embargo, a nuestro entender, no se le pueden dirigir reproches al autor por este motivo. Es mas, diremos, sin temor a ser acusados de paraddjicos, que nos sentimos inclinados a considerar tales observaciones, més como un mérito que como un defecto del libro que comentamos. Y, en efecto, si el autor hubiera tenido la idea de exponer con detalle, explicar y funda- mentar cada observacién de este tipo, su trabajo se hubiera exten- dido hasta alcanzar una amplitud que no corresponderia en absoluto al objetivo de un manual breve. Por otra parte, es inconcebible exigir de un curso cualquiera, aun del mds amplio, que exponga todos los datos de la ciencia contemporanea. sobre todos los perfodos del desarrollo econémico y sobre la historia de las concepciones econdmicas, desde ‘Aristételes a Wagner. Si hubiera excluido todas las observacidnes de ese tipo, su libro hubiera realmente perdido interés, ,por comprimir demasiado estrechamente los Ifmites y la significacién' de la economia poli- tica. En cambio, en la forma como se presenta actualmente, sus concisas observaciones serin, pensamos, muy utiles, tanto para * Esta es Ja opinién del critico de la revista Résskaia Misl [“El pen- samiento ruso”, véase V. I. Lenin, ob. cit. t. I, nota 6. (Ed.)]. (1897, noviembre, seccién. bibliogrifica, pag. 517.) {Hay gente ridfcula en el mundo! COMENTARIO 49 Jos maestros como para los estudiantes que consulten este com- pendio. No hace falta referirse a los primeros. Los segundos verdn, por el conjunto de esas observaciones, que no se puede estudiar economia politica tan facilmente, mir nichts dir nichts*, sin conocimientos previos, sin haberse familiarizado con los mu- chos e importantes problemas relativos a la historia, la estadis- tica, etc. Los estudiantes ver4n que no pueden familiarizarse con los problemas de la economia social en su desarrollo y su influencia sobre la vida social, consultando sélo’ uno © aun varios de esos manuales 0 esos cursos que a menudo se distin- guen por una sorprendente “facilidad de exposicién”, pero tam- bién por una asombrosa carencia de contenido, por su forma de hablar sin decir nada; comprenderén que las cuestiones econémicas est4n indisolublemente ligadas a los problemas més palpitantes de la historia y de la realidad actual; y que las raices de esos problemas penetran en las relaciones sociales de la produccién. Ese es precisamente el objetivo principal de todo manual: dar las nociones basicas concernientes a la materia tratada e indicar dénde conviene ahondar més el estudio y por qué tal estudio es importante. Y Tlegamos ahora a la segunda parte de nuestras observa- ciones, a aquella en que nos proponemos indicar los Puntos: det libro del sefior Bogd4nov que, segén nuestro criterio, exigen algunas mejoras o agregados. Esperamos que el distinguido autor no se molestaré por el cardcter detallista y hasta casi demasiado puntilloso de estas observaciones: en un compendio, cada frase y aun cada palabra tienen un aleance mucho mayor que en una exposicién detallada y minuciosa. | EI sefior Bogd4nov se atiene por lo general a la terminologia de la escuela econdémica a la que pertenece. Pero cuando habla de Ia forma del valor remplaza ese término por la expresién “{6rmula del cambio” (p4g. 39 y sig.). Esa expresién nos parece desacertada; el término “forma del valor” es, sin duda algana, incémodo para un manual breve; en su lugar se podria tal vez emplear forma del cambio 0 grado de desarrollo del cambio; de: * Mir nichts dir nichts, nada para mi, nada para ti. (Ed.) “+ Como justamente lo hace notar Kaithy, et ol prefacio de su cono- cido libro Marz's Oekonomische Lehren (“La doctrina econbmica de Marx”). (Ed) 50 Vv. I LENIN h COMENTARIO 51 no debié habe: nD ficientes. La afirmacién de que, en el “curso del Ultimo medio. i t omitido la formula general del capital, que habria siglo” “el beneficio crece mucho mis répidamente que la rent i (179), es demasiado audaz. No sélo Ricardo (contra quien ¢] oe Bogdaénoy dirige esta observacién), sino también Marx, comprueban una tendencia general de la renta a aumentar mds rapidamente en cualquier circunstancia (el aumento de la renta es posible inclusive cuando baja el precio del trigo). La baja del . precio del trigo (y de la renta, en determinadas circunstancias), , el autor trata con detalle Ja relacion provocada, en los ultimos afios, por la comvetencia de las tierras de la ciudad virgenes de América, Australia, etc., se agudizé sdlo a partir de la la subordinacion ap oranea sdlo dice unas pocas palabras sobre década del 70, y la observacién de Engels en la seccién sobre de eng Ss? Sih)” hd te emer Kap 25.5 dead» ste domi dpe cae eclamente “el Agia confemporiner fs fomulada do manera mucho ml ne entre el artesanado y Ja manufsctura™ fe mitad de cami- aumento. de Te renta on los {ses civilizados, ley que oe ica Sobre este prob'ema, tal simplificacién no (pig. 156, tess 6). “la asombrosa vitalidad de la’ clase de los grandes tropietarios Giada. El a ‘de El capital describe ol trabajo cai terratenientes”, y mas adelante se limita a sefialar one esa vita- vincul4ndolo diteotamente oncad a a industria’ maquinizada Mee aac ee eatmente® (alimalig sh eee fe Heed Por esta ultima sobre las viejas forms tora dora ejercida excesi brevedad. Cuando trata sobre ar nt: *(eavitalista) el formas de trabajo a domicilio tales ‘como las gan preg ecto autor “solo sefiala muy brevemente que esta condicionada por en dom Pt y en Rusia, en la industria de la confeccié ik la agricultura capitalista. (“En el periodo del capitalismo la tierra Puelen en modo alguno ser colocadas “a mitad del mo cme sigue siendo propiedad privada y representa el papel de capital”, fg aie cote 127, ty eso es todo!) Habria sido necesario que sobre este problema se dijeran algunas palabras m4s, para evitar todo equfvoco; que se hablara del nacimiento de una burguesia cam- capil Ao . vinble acne Reriodo wpeauinizado del capitalismo** hay una pesina, de la situacién de los obreros agricolas y de las diferen- trabajo y la superpob'adén ony sobre el eiército de reserva del cias que existen entre la situacién de dichos trabajadores y la esta es engendrada por la in destris ista, sobre la forma en que de los obreros de fAbrica (ms bajo nivel de vida y de necesi- ficado en el movimiento cfclico- Fgeaduinizada, sobre su signi- dades; resabios del régimen de servidumbre y diversos Gesinde- principales formas. La breve. anen "7 la. industria, y sobre sus ordnungen**, etc.). Es una lastima, también, que el autor no hace el autor en las paci ahencién que de esos fenédmenos haya abordado el problema del origen de la renta capitalista. paginas 205 y 270, son absolutamente insu- Después de las observaciones que hace sobre los colonos*** y Pigs. 93, 95, 147 y 156, Nos ‘ sr tna fa he Sere or not Wi ote. eS Mi HE opt, Be. As, Ba. Cats, 186, om I ** La rigurosa diferenciacién entre eariteheny , : "** Disposiciones legales que establectan las xelaciones entre los posee- pueie ¥ del perfodo maquinizado un an bees Peete manufac. dores de a tam los Sampatnas tenon (Ea) val i *** Arrendatarios de pequefias parcelas de tierra de propiedad de gran- des terratenientes en el’ antiguo Imperio romano por cuyo usufructo paga- 52 Vv. L LENIN los campesinos dependientes, y mds adelante sobre las tierras dadas y tomadas en arriendo: por nuestros campesinos, habria convenido caracterizar brevemente el proceso general seguido por el desarrollo de Ja renta, de renta en trabajo (Arbeitsrente) a renta en especie (Produktenrente), luego a renta en dinero (Geldrente), y por ultimo a renta capitalista (cfr. Das Kapital, Ill, 2, Kap. 47)*. Al hablar del desplazamiento de las indus- trias auxiliares por el capitalismo y la consiguiente pérdida de estabilidad de la economia campesina, el autor se expresa de la siguiente manera: “la economia campesina en general se empo- brece; la suma total de los valores producidos disminuye” (148). Esto es demasiado impreciso. El proceso de la ruina del campe- sinado por el capitalismo consiste en su desplazamiento por la burguesia campesina, aue se forma en el seno del mismo campe- sinado. EI sefior Bogddnov no podria, por ejemplo, describir la decadencia de la economia campesina en Alemania sin hacer referencia a la cuestién de los Vollbauer**. En el parrafo citado el autor habla de los campesinos ep general e inmedia- tamente trae a colacién un ejemplo tomado de la realidad rusa; pero es muy arriesgado hablar del campesino ruso “en general”. En la misma pdgina el autor dice: “El campesino se ocupa tmicamente de trabajar la tierra, o va hacia la manufactura” es decir —agregarfamos por nuestra cuenta—, se trasforma en un burgués campesino o en proletario (con una parcela de tierra). Habria convenido mencionar ese proceso de doble faz. Final- mente, como un defecto genéral del libro, debemos sefialar la falta de ejemplos tomados de la vida en Rusia. Tales ejemplos, tomados de nuestra bibliografia econémica en relacién con innu- merables problemas (por ejemplo, sobre la organizacién de la produccién en la Edad Media; el desarrollo de la produccién maquinizada y de las vias férreas; el, atimento de la poblacién urbana; las crisis y los consorcios; 1a diferencia entre fabrica y manufactura, etc.) serfan muy importantes. De lo contrario, la ban en especie o en dinero. Mas tarde, a causa de Jas deudas, los colonos fueron convirtiéndose en ciervos de los terratenientes, y, de acuerdo con la definicién de Engels, fueron “los precursores de los siervos medievales”. (Ed.) * Véase C. Marx, ob cit., t, Il, pag. 664. (Ed.) ** Campesinos que poseen parcelas completas de tierra (no dividi- das), (Ed.) COMENTARIO 53 asimilacién del tema se tornaria muy dificil para el novicio, por falta de ejemplos conocidos. Nos parece que llenando las lagu- nas indicadas aumentaria muy poco la extensién del libro y no perjudicaria en nada su amplia difusién, tan deseable en todos los aspectos, Escrito entre el 7 y el 14 (19 Se publica de acuerdo con el y 26) de febrero de 1898. texto de la revista. Publicado en abril de 1898 en la revista Mir Bozhi, nim. 4. OBSERVACION SOBRE EL PROBLEMA DE LA DE LOS MERCADOS ceaial (CON MOTIVO DE LA POLEMICA ENTRE LOS SEN TUGAN-BARANOVSKI Y BULGAKOV.)* ones Como es sabido, el problema de los mercado: capitalista ocupa un lugar importantisimo en la “soctrine de Tos economistas populistas, a cuya cabeza se hallan los sefiores V. V. y N.-on. Por eso es perfectamente natural que los economistas contrarios a las teorias de los populistas hayan considerado necesario Iamar la atencién sobre este problema y esclarecer. ante _todo, los puntos tedrico-abstractos fundamentales de Ja ‘teorfa de los mercados”. Este intento de esclarecimiento es el que acomete el sefior Tug4n-Baranovski en 1894, en su libro Las crisis industriales en la Inglaterra actual, capitulo I de la segunda parte intitulada Teoria de los mercados. A este mismo problema dedicé también el sefior Bulgdkov una obra publicada el aiio pasado con el titulo: Los mercados en la produccién capi- talista (Mosci, 1897). Ambos autores coinciden en cuanto 2 sus concepciones fundamentales. El] rasgo esencial de ambos es la exposicion del magn{fico anélisis de’la “circulacién y repro- duccién del capital social en su.conjupto” que hace Marx en la seccién tercera del Libro II de El capital*. Ambos autores estan de acuerdo en que las teorfas de los sefiores V. V. y N.-on sobre el mercado (especialmente el interno) en la sociedad capitalista son incuestionablemente erréeas y se deben a la ignorancia 0 a la incomprensién del andlisis de Marx. Am! n mn di bos reconocen que la produccién capitalista, al desarrollarse, crea su propio mercado, * Véase C. Marx, ob. cit., t. I, pig. 275. (Ed.) EL PROBLEMA DE LA TEORIA DE LOS MERCADOS 55, principalmente a expensas de los medios de produccién y no de.los medios de consumo; que la realizacién del producto en general 'y de Ja plusvalia® en particular puede explicarse perfectamente sin recutrir al mercado exterior; que la necesidad de} mercado exterior para un pais capitalista no se desprende en modo alguno de las condiciones de la realizacién, como lo entienden los sefiores V. V. y N.-on, sino que obedece a condiciones histéricas, etc. Ante esta plena coincidencia entre los sefiores Bulg4kov y Tugan- Baranovski, podria pensarse que no existe entre ellos ningin punto litigioso y que ambos pueden emplear conjuntamente sus fuerzas en seguir criticando a fondo las doctrinas econémicas de los populistas. Pero en realidad ha surgido entre los dos autores una.‘polémica (Bulgdkov, obra citada, pags. 246-257 passim. Tugdn-Baranovski, en Mir Bozhi, 1898, nim. 6: El eapi- talismo y el mercado, a propésito del libro de S. Bulgtkov). A nuestro juicio, tanto el’ sefior Bulgakov como el sefior Tugan- Baranovski van demasiado lejos en la polémica, y dan a sus observaciones un cardcter excesivamente personal. Examinemos ante todo si existe entre ellos una disparidad real de criterio y, caso de que exista, cudl de los dos tiene razén. En primer lugar, el sefior Tug‘in-Baranovski acusa al sefior Bulgakov de ser “poco original” y demasiado aficionado a jurare in verba magistri* (Mir Bozhi, pdg. 123). “La solucién del problema del papel del mercado exterior para un pais capita- lista, expuesta por mi, y que el sefior Bulgakov ha adoptado fntegramente, no procede en modo alguno de Marx”, escribe el sefior Tugan-Baranovski. Nos parece que esta afirmacién es inexacta, pues la solucién que el sefior Tugén-Baranovski da al problema est4 tomada precisamente de Marx; sin duda el sefior Bulgdkov también la tomé de la misma fuente. Es decir, que Ja polémica no puede girar en torno de la originalidad, sino en torhio de la interpretacién de una u otra tesis de Marx, de la -miesesidad de interpretar a Marx de uno u otro modo. El sefior Tugin-Baranovski dice que Marx, “en el tomo II, no toca para wada-el problema del mercado exterior” (1.c.). Esto no és exacto. En ‘la misma seccién (la tercera) del tomo II en qué se analiza Ya realizacién del producto, Marx explica de modo muy con- * “Jurar por las palabras del maestro.” (Ed.) 56 Vv. I, LENIN ereto la relacién de este problema con el comercio exterior y, por consiguiente, con el mercado exterior. He aqui lo que dice: “La produccién capitalista no existe sin el comercio exterior. Pero el suponer una reproduccién normal anual, en un volumen determinado, equivale a presuponer que el comercio exterior sdlo sustituye los articulos [Artikel: mercancias] autdéctonos por articulos de diferente forma, de consumo o natural, sin afectar las relaciones de valor dentro de las cuales se intercambian dos categorias: los medios de produecién y los objetos de consumo, ni tampoco las relaciones entre el capital constante, el capital variable y la plusvalia, en que se divide el valor del producto en cada una de estas categorias. Por eso, el tener en cuenta el comercio exterior cuando se trata de analizar el valor del pro- ducto reproducido anualmente sdlo sirve para confundir sin aportar ningtin criterio nuevo, ni en cuanto a los términos del problema, ni en cuanto a su solucién. Debemos, pues, prescindir en absoluto de ese factor...” (Das Kapital, 11, 469, subrayado Por nosotros) *. “La solucién al problema que da el seficr Tugin- Baranovski: -en todo pais que importa mercancias puede quedar capital sobrante; para tales paises el mercado exterior és absolutamente necesario’” (Crisis industriales, pag. 429, cit. en Mir Bozhi, l.c. 121) constituye una simple trascripcién de Ja tesis de Marx, Marx dice que cuando se trata de analizar Ja realizacién no hay por qué tomar en consideracién el comercio exterior, ya que éste se limita a sustituir unas mercancias por otras. EI sefior Tugdn-Baranovski, que se dedica precisamente a investigar el problema de la realizacién (Crisis industriales, cap. 1*, 2* parte) dice que un pais que importe mercancias debe también exportarlas, es decir, tener un mercado exterior. Después de esto, gpuede decirse que 4 “solucién del problema” que nos ofrece Tugd4n-Baranovski' yo*.esté “en modo alguno tomada de Marx”? El sefior Tugdn-Baranovski dice més ade- lante que “los tomos II y III de El capital no son sino un esbozo que dista mucho de. hallarse terminado”, razon por la cual “el tomo III no nos ofrece las’ conclusiones del magnifico andlisis contenido en el tomo II (articulo cit., pag. 123), También esta afirmacién es inexacta. Ademés de los distintos andlisis de la * Véase C. Marx, ob. cit., t. II, pag. 362. (Ed.) EL PROBLEMA DE LA TEORIA DE LOS MERCADOS ~ = 57 roduccién social (Das Kapital, III, 1, 289)*, y de explicar on qué sentido y en ee medida la realizaci6n del capital cons- tante es “independiente” del consumo individual, “encontramos en-el-tomo III” un capitulo especial (el cap. XLIX: Para el and- lisis ‘del proceso de produccién) dedicado a las conclusiones del magnifico andlisis contenido en el tomo II, capitulo en el que los resultados de este andlisis se aplican a la solucién del impor- tantisimo problema de las formas del ingreso social en la socie- dad capitalista. Y asimismo debemos considerar falsa la afirma- cién del sefior Tugén-Baranovski, de que “Marx, en el tomo III de El capital, se expresa de un modo completamente distinto respecto de este problema”, de que en el tercer tomo ‘aparecen inclusive afirmaciones que este andlisis contradice resueltamente’ {articulo cit., pag. 123). El sefior Tugdén-Baranovski trae a cola cién, en la pag. 122 de su articulo, dos de esos razonamientos de- Marx, que supuestamente estarfan en contradiccién con lz doctrina fundamental sustentada por él. Examinémoslos mds de cerca, En el tomo III dice Marx: “Las condiciones de la explo. tacién directa y las de su realizacién no son idénticas. No séla difieren en cuanto al tiempo y al lugar, sino también en cuanto al concepto. Las primeras sélo se hallan limitadas por la capa- cidad productiva de la sociedad, las segundas por la proporcio- nalidad entre las diversas ramas de produccién y la capacidad de consumo de la sociedad... Cuanto mds se desarrolla la capacidad productiva (de la sociedad), mas chocar4 con la estre- cha, base sobre la que descansan las relaciones de consumo”, (IIE, 1, 226)** El sefior Tug4n-Baranovski interpreta asi estas bras: “La proporcionalidad en la distribucién de la produc: cién nacional no garantiza por sf sola la posibilidad de dar salida a los productos. Puede que los productos no encuentren mer- cado aunque el reparto de 1a produccién sea proporcional: tal es, evidentemente, el sentido de las citadas palabras de Marx”. No, el sentido de sus palabras no es ese. No hay razén alguna para ver en esas palabras una correccidn a la teoria de la Teali- zacién expuesta en el tomo II. Marx se limita a poner de mani- fiesto aqui una contradiccién del capitalismo sefialada ya. en otros pasajes de El capital, a saber: la contradiccién entre Ja * fd, ibid, t. I, pags. 281 y 705. (Ed.) "" Id, ibid. pag. 231. (Ed.) . 58 v. L LENIN tendencia a la ampliacién ilimitada de la produccién y la inevita- bilidad de un consumo limitado (a consecuencia de la situacién proletaria de las masas del pueblo). El sefior. Tugdn-Baranovski no negara, naturalmente, que esta contradiccién es inherente al capitalismo, y, como Marx la sefiala en el mismo pasaje, no tene- mos derecho a atribuir otro sentido, cualquiera que él sea, a sus palabras, La “capacidad de consumo de la sociedad” y “la pro- porcionalidad entre las diversas ramas de produccién”, no son, ni mucho menos, dos condiciones absolutamente distintas la una de la otra y que no guardan la menor relacién entre si. Por el contrario, un nivel determinado de consumo constituye uno de los elementos de la proporcionalidad. En efecto, el andlisis de la realizacién ha demostrado que la formacién del mercado interno para el capitalismo no se realiza tanto a expensas de los medios de consumo como a expensas de los medios de produc- cién. De donde se sigue que la primera seccién de la produccién social (la produccién de medios de produccién) puede y debe desarrol'arse mas rdpidamente que la segunda (la produccién de medios de consumo). Pero, naturalmente, no se deduce de aqui que la produccién de medios de produccién pueda des- arrollarse con absoluta independencia de la produccién de me- dios de consumo y sin la menor conexién con ella. Marx dice, refiriéndose a esto: “Hemos visto [libro II, seccion 3*] que entre uno y otro capitales constantes se opera una circulacién continua, la cual no depende del consumo individual, en el sentido de que nunca forma parte de él, pero no obstante se halla limitada por él, en ultimo término (definitiv), porque la produccién del cavi- tal constante jams se opera por la produccién en si, sino sola- mente porque hay mayor demanda de dicho capital en las ramas de produccién cuyos productos se destinan al consumo indivi- dual” (IIT, 1, 289)*. Por lo tanto, en Ultinia instancia, el consumo productivo (el consumo de medios de “produccién) se halla ‘siemore vinculado con el consumo individual y depende siem- pre de él. Sin embargo, el capitalismo lleva siempre implicita, Por una parte, la tendencia a’ la ampliacién ilimitada del consu- mo productivo, a la ampliacién ilimitada de Ja acumulacién y la produccién, v, por otra parte, la tendencia a la proletarizacién de las masas del pueblo, que impone limites bastante estrechos * Id. ibid, pag. 281, (Ed.) EL PROBLEMA DE LA TEORIA DE LOS MERCADOS 59 a la ampliacién del consumo individual. Es evidente que esta- mos ante una contradiccién inherente a la produccién capita- lista, contradiccién que Marx sefiala en el citado pasaje*. El andlisis de la realizacién en el tomo If no refuta en modo alguno esta contradiccién (piense lo que quiera el sefior Tugén-Bara- novski), puesto que, por el contrario, pone de manifiesto la vineulacién existente entre el consumo productivo y el indivi- dual. Se entiende que serfa un burdo error querer deducir de esta contradiccién del régimen capitalista (o de otras contra- dicciones inherentes a él) que el {iivitalismo es. imposible a jue no es progresista, en comparacién con otros sistemas econ tnieos anteriores (como suelen hacerlo nuestros populistas). El desarrollo del capitalismo sélo puede operarse a través de una serie de contradicciones, y la indicacién de estas contradiccio- nes no hace sino esclarecernos el cardcter histéricamente transi- torio del capitalismo, las condiciones y las causas de su tendencia a pasar a una forma superior. Resumiendo, llegamos a la siguiente conclusié6n, Ja solucién que el sefior Tug4n-Baranovski da al problema de la funcién del mercado exterior esté tomada precisamente de Marx; entre el tomo II y III de El capital no existe contradiccién alguna en lo que se refiere al problema de la realizacién (y a la teoria de los mercados). * Exactamente el mismo sentido tiene otro pasaje citado por el sefior Tugan-Baranovski (III, 1, 231, cf. S. 232 |Seite, en alemAn, pagina. Ed.) hasta el final del pardgrafo) [Véase C, Marx, ob. cif., pag. 235. (Ed.)], al igual que el siguiente pasaje sobre las crisis: “La raz6n Ultima de toda verdadera crisis es siempre la pobreza y la limitacién de consumo de las masaé, frente a la tendencia de la produccién capitalista de desarrollar las fuerzas productivas como si no tuviesen otro mite que la capacidad absohita de consumo de la sociedad.” (Das Kapi‘al, II, 2, 21.) {%d., ibid. pag. 427.] (Ed.) Y el mismo sentido encierra también la siguiente observa- cién de Marx: “Contradiccién del modo ds produccién capitalista: los obre- ros, como compradores de mercancfas, revisten importancia para el mercado, pero considerados como vendedores de su propia mercancia —la fuerza de trabajo-, la sociedad capitalista tiene la tendencia de reducir su precio al minimo.” (Das Kapital, 11, 303.) (1d., t. 1, pag. 248, nota.] (Ed.) La falsa interpretacién que da a este pasaje el sefior N.-on ha sido comentada ya por nosotros en Névoie Stovo, 11 mayo 1897 [véase V. I, Lenin, ob. cit., ¢. I, “Para una caracterizacién del romanticirmo econémico”, cap. I, § VIL. {Ed.) Entre todos estos pasajes y el anélisis de la realizacién que se encuentra en la seccién Wi del tomo II, no existe contradiccién alguna. 60 Voi LENIN tanto el sefior Bulgakov como el sefi A I ior E efior Ti -B: i, 2 exponer la historia del problema, han prestado, sin razie dean siad 3 Poca ptencién a Adam Smith, cuya doctrina habrian’ debido s emente analizar con el mayor detenimi estudio especial de la “teoria de los re Sncuestion bie 0 mercados”; “i i meng opus es Adam Smith el padre y fandador de la oegree r m 4a cual el producto social se d ital variable y plusvalia (salario, ia'y tenta, sain ie eet » ganancia y renta, segi: ie Pologia ea eleada eygm Smith), teorfa que se fen enazment es de Marx y no permitia, no ya resol i real ere plantear €n sus debidos términos el problem dai. fea a m 1 EI seiior Bulgékoy declara, con absoluta razon, q an a sedad de los puntos de partida y de la formulacién der Peo yema, estos litigios”, surgidos en [a bibliografia econé- Heilmente ne de ee teoria de los ‘mercados, “podrian degenerar & Zas_vacuas y escoldsticas” (pig. i saa obra, nota ). Sin embargo, el autor sélo delet une meet ae a gbra de ean y Pasa, por alto el profundo ‘'y bri- ria de A. Smith que M: nt ge. a gel tomo 7 de El capital (4, s. 353-988)" soonae 10 de las doctrinas‘ de autores d di y. carentes de originalidad, conio J. 8. Mill ‘on Knee Fo he que se refiere al sefior Tagin Baranowski jew ne me cron Sri or -cuya razon, al exponer las ideas de 0 P , omitié su error funda L sistente en repetir el error de A. Smit fi ade ie | . ith sefialad 4 il Huelga decir que, en estas condiciones, su exposiciin dista nea, * Pardgrafo II, pags. 353-383, _(Véase ob, cit., t. I, pag. 283.) /£d:) an EL PROBLEMA DE LA TEOR{A DE LOS MERCADOS 61 de ser satisfactoria. Pondremos solamente dos ejemplos. Después de exponer su esquema nim. I, que explica la reproduccién simple, dice el sefior Tugdén-Baranovski: “Pero el caso de la reproduccién simple examinado por nosotros no provoca duda alguna; los capitalistas consumen, segiin el supuesto de que aqui partimos, toda su ganancia, debiendo darse por sentado que la oferta de mercancias no superaré a la demanda” (Crisis indus- triales, pag. 409). Esto no es exacto. No debe darse por sentado tal cosa en lo que se refiere a los economistas anteriores, ya que ‘ellos no, estaban capacitados para explicar la reproduccién simple del capital social; y"no es posible explicarla cuando no se comprende que el producto social se descompone, en cuanto a su valor, en capital constante + capital variable + plusvalia, y en cuanto a su forma material, en las dos grandes secciones de. los medios de produccién y los objetos de consumo. Por eso este caso suscitaba en Adam Smith la “duda” que, segun ha puesto de manifiesto Marx, lo arrastré a la confusién. El hecho de que los economistas posteriores incurran en el error de A. Smith sin compartir su duda sélo demuestra una cosa: que en el aspecto tedrico y en lo que a este problema se refiere, han dado un paso atras. También se equivoca el sefior Tug4n-Baranovski cuando dice: “La teoria de Say-Ricardo es absolutamente exacta desde un punto de vista tedrico; si sus adversarios se hubiesen tomado el trabajo de hacer los c4lculos numéricos en ‘cuanto a la forma en que se distribuyen las mercancias en la economia capitalista, habrian comprendido facilmente que la negacién de esta teoria implica una contradiccién légica” (l.c., pag. 427). No, la teoria de Say-Ricardo es absolutamente falsa en su aspecto teérico. Ricardo repitié el error de A. Smith (véanse sus, Obras, trad. por Ziber, San Petersburgo, 1882, pag. 221) y Say Je puso el toque final al afirmar que la distincién entre el producto, bruto y el producto neto de la sociedad es completamente sub- jetiva. Por mucho que Say-Ricardo y sus adversarios se: dedi- easen a “cdlculos numéricos”, jam4s Ilegarian a un resultado, pues aqui no se trata, ni mucho menos, de cifras, como ya puso de relieve Bulgakov, con plena raz6n, a propésito de otro pasaje de la obra de Tug4n-Baranovski (Bulgakov, 1.c., pag. 21, nota). Con esto llegamos a otro de los puntos sobre los que versa Ja polémica entre los sefiores Bulgdkov y Tug4n-Baranovski: el. problema de los esquemas aritméticos y del valor que debe 62, v. L LENIN atribuirseles. El sefior Bulgakov afirma que los esquemas del sefior Tugdn-Baranovski, “por diferir del modelo, es decir, de los esquemas de Marx, pierden una parte considerable de su fuerza de conviccién y no explican el proceso de la reproduccién social” (I. c., 248), mientras que el sefior Tugin-Baranovski dice que “el sefior Bulgdkov no entiende con claridad la verdadera funcién de estos esquemas” (Mir Bozhi, nim. 6, afio 1898, pag. 125). A nuestro juicio, la razén se halla en este caso de parte del sefior Bulgakov. Probablemente sea el sefior Tugan- Baranovski quien “no comprende con claridad el significado de los esquemas” cuando supone que los esquemas “demuestran una conclusién” (ibfd.). Los esquemas por si solos no pueden probar nada; sélo pueden ilustrar un proceso, siempre y cuando los distintos elementos que los forman hayan sido teéricamente esclarecidos. El sefior Tug4n-Baranovski establece sus propios esquemas, distintos de los de Marx (e incomparablemente menos claros que los de éste) y omitié la explicacién teérica de los elementos del proceso que los esquemas tratan de ilustrar. La tesis fundamental de la teoria de Marx, acerca de que el pro- ducto social no se descompone sélo en capital variab'e + plus- valia (como piensan A. Smith, Ricardo, Proudhon, Rodbertus y otros), sino en capital constante +-las partes indicadas, no es explicada en modo alguno por el sefior Tugdn-Baranovski, a pesar de darla por supuesta en sus esquemas. El lector del libro del sefior Tug4n-Baranovski no estéd en condiciones de comprender esta tesis fundamental de la nueva teoria. El sefior Tugdn-Baranovski no argumenta de modo alguno la necesidad de dividir las dos secciones de la produccién social (I: medios de produccién, y IT: objetos de consumo), aunque, segiin advierte acertadamente el sefior Bulgikov, “esta divisién encierra un sentido teérico mayor que todas: las anteriores discusiones sobre Ja teoria de los mercados” (I. c., pag’ 27). Por eso la exposicién de la teoria de Marx que hace el sefior Bulgakov es mucho mas clara y correcta que la del sefior Tugén-Baranovski. En conclusién, y examinando un tanto mas a fondo el libro del sefior Bulgakov, debemos destacar lo siguiente. Una tercera parte, aproximadamente, de su libro se ocupa de los problemas referentes a las “diferencias en la rotacién del capital” y al “fondo de salarios”. Los pardgrafos que Ilevan estos titulos nos parecen los menos logrados.. En el primero de ellos el autor intenta EL PROBLEMA DE LA TEORIA DE LOS MERCADOS 63 (véase pag. 63, nota) completar el andlisis de Marx y se engolfa en cdlculos y esquemas complicadisimos, para ilustrar el des- arrollo del proceso de la realizacién en relacién con las diferen- cias en cuanto:a la rotacién del capital. Nos parece que la con- clusién definitiva a que llega el sefior Bulgakov (a saber, que para explicar la realizacién cuando hay diferencias en la rota- cién del capital se debe dar por supuesto que los capitalistas de ambas secciones tienen reservas, cfr. pag. 85) se desprende por si misma de las leyes generales de la produccién y circulacién del capital, por cuya raz6n no era necesario en modo alguno presuponer distintos casos de las relaciones de rotacién del capi- tal en las secciones II y I, ni trazar toda una serie de grdficos. Y otro tanto puede decirse en lo que se refiere al segundo de los pardgrafos. El sefior BulgA4kov sefiala con todo acierto la falsedad de la afirmacién de Herzenstein, quien encuentra una contradiccién en la teorfa de Marx sobre este problema. E] autor observa, con razén, que “si suponemos que la rotacién de todos los capitales es igual al afio, al comenzar este afio los capitalistas seran provietarios, tanto del producto global de la produccién del aiio anterior como de una suma de dinero igual a ese valor” (pags. 142-143). Pero el sefior Bulgdkov se eauivoca al tomar (p4e. 92 y sig.) la formulacién puramente escoldstica de este problema por los economistas anteriores (tel salario sale de la produécién en curso, o de la produccién del period de trabaio anterior?) y se crea dificultades suverfluas al “descartar” la afirmacién de Marx que. “parece hallarse en contradiccién con su punto de vista fundamental”, “cuando da por supuesto que” “el salario no sale del capital, sino de la produccién en curso” (p4g. 135). Marx no plantea en modo aleuno el problema de esta manera. El sefior Bulgakov se ve obligado a “descattar” “Ja afirmacién de Marx poraue traté de aplicar a la teoria de éste Soma formulacién del problema totalmente ajeno a ella. Una vez puesto en claro de qué modo se desarrolla el proceso de la pro- “duccién social en su conjunto, en relacién con el consumo del producto por las diversas clases de la sociedad, y de aué modo invierten los capitalistas el dinero necesario pata la circulacién del producto; una vez aclarado todo esto, carece ya de toda importancia esencial el prob'ema de saber si el salario sale de Ja_produccién en curso o de la produccién pasada. Por eso el editor de los dos tiltimos tomos de EI capital, Engels, dice en 64 VoL LENIN el prélogo al tomo II que las especulaciones de un Rodbertus, por ejemplo, acerca de “si el salario proviene del capital o del ingreso pertenecen al dominio del escolasticismo y quedan defi- nitivamente liquidadas con la seccién tercera de este Libro segun- do de El capital” (Das Kapital, Il Vorwiirts, S. XXI)*. Escrito a fines de 1898. Publicado en enero de 1899, en la revista Natichnoie Obozre- nie, num. 1, Firmado: Vladimir in. Se publica de acuerdo con el texto de la revista. * Véase C. Marx, ob. cit., tomo II, Prélogo, pag. 20. (Ed.) COMENTARIO® Panvus. EL MERCADO MUNDIAL Y LA CRISIS AGRI- COLA. Estudios econdmicos. Traducido del alemén por L. I. San Petersburgo, 1898. Ed. O. Popova. (Biblioteca educativa, serie 28, ntim, 2) 142 paginas. Precio, 40 kopeks. El libro del talentoso. publicista alem4n que firma con el seudé6nimo de Parvus, se compone de una serie de estudios que analizan algunas manifestaciones de la actual economfa mundial, dedicando atencién preferente a Alemania. Parvus toma como base el desarrollo. del mercado mundial, y describe, ante todo, las etapas por las que atraviesa ese desarrollo en estos ultimos tiempos, a medida que decae la hegemonfa industrial de Ingla- terra. Son muy interesantes las observaciones del autor sobre el papel que representan los. viejos paises industriales que sirven de mercado para los paises capitalistas m4s jévenes: Inglaterra, por ejemplo, absorbe una cantidad cada vez mayor de articulos fabricados en Alemania; actualmente, de un quinto a un cuarto del total de las exportaciones alemanas. Parvus utiliza los datos de la estadistica comercial e industrial, y esboza la peculiar divisién del trabajo entre los diferentes paises capitalistas: mien- tras unos producen principalmente para el mercado colonial, otros lo hacen para el europeo. En el capitulo Las ciudades y los ferrocarriles el autor realiza una tentativa, muy interesante, de caracterizar las principales “formas de ciudades capitalistas” y su significacién en la estructura general de la economia capi- talista. El resto del libro, en su mayor parte (p4gs. 33-142), esta dedicado a problemas relativos a las contradicciones de la agri- cultura capitalista actual y a la crisis agraria. Parvus explica, para comenzar, la influencia del desarrollo industrial sobre el precio del trigo, sobre la renta del suelo, etc. Expone, ademas, la 66 v. I. LENIN teorfa de la renta del suelo, desarrollada por Marx en el tomo III de El capital y explica, desde el punto de vista de esa teoria, la causa fundamental de las ‘crisis agrarias capitalistas. Después de completar el andlisis puramente teérico de esa cuestién con datos referentes a Alemania, Parvus llega a la conclusién de que Ja “causa ultima y esencial de la crisis agraria es el alza de la renta del suelo y el correspondiente aumento del precio de Ja tierra, debidos exclusivamente al desarrollo capitalista”. “Eli- minese ese precio de la tierra —dice Parvus—, y la agricultura europea estara nuevamente en condiciones de competir con la agricultura rusa y norteamericana.” “Su wnico recurso [de la propiedad privada] contra la crisis agraria, si no interviene una coyuntura casual y favorable del mercado mundial, es vender en subasta todas las propiedades territoriales capitalistas” (141). De esta manera, la conclusién a que Ilega Parvus, coincide en un todo con la opinién de Engels, quien ya sefialaba en el tomo III de El capital que la crisis agricola actual torna impo- sibles las antiguas rentas del suelo percibidas por los agriculto- res europeos*, Recomendamis especialmente a todos los lectores que se interesan por estos problemas, que lean el libro de Parvus. Es una excelente respuesta a los habituales razonamientos de los populistas sobre la crisis agraria actual, razonamientos que encon- tramos constantemente en Ja prensa populista y que pecan por un defecto fundamental: la crisis se analiza separadamente del desarrollo general del capitalismo mundial, no se toma en cuenta la existencia de clases sociales determinadas; se analiza sdlo para extraer Ja moraleja pequefioburguesa sobre la vitalidad de la pequefia econom{a campesina. La traduccién del libro de Parvus puede considerarse en general satisfactoria, aunque en ciertos pasajes se encuentran giros desacertados y pesados. ? . Se publica de acuerdo con ef Escrito entre el 3 y el 7 (15 y - texto de la revista. 19) de febrero de 1899. Publicado en marzo de 1899. en_la revista Nashalo, nim. 3. Firmado: V. Hin. »* Véase C. Marx, ob. cit., tomo Ill, pags. 619-621. (Ed.) COMENTARIO R. Gvozpiev. LOS KULAKS USUREROS, SU SIGNIFI- CADO SOCIAL Y ECONOMICO. S. Petersburgo, 1899. Ed, N. Garin. El libro del sefior Gvozdiev resume los datos recogidos por nuestra bibliografia econémica sobre la interesante cuestién de los kulaks usureros, El autor resefia una serie de indicaciones sobre el desarrollo de la circulacién y de la produccién mercan- til en la época anterior a la reforma, desarrollo éste que provocé Ja aparicién del capital comercial y usurario. Ofrece luego un resumen de los materiales que se refieren a-la usura en la pro- duccién de trigo, a Jos kulaks en relacién con las migraciones, con las industrias artesanas, con Jas industrias auxiliares, con los impuestos y el crédito. El ‘sefior Gvozdiev sefiala, con toda ‘jus- ticia, que los representantes de la econom{a populista tenian una concepcién equivocada de los kulaks, al considerarlos algo asi como una “excrecencia” del organismo de la “produccién. nacio- nal” y no como una de las formas del capitalismo estrecha ¢ indisolublemente ligada a todo el régimen de la economia social rusa. Los populistas pasaron por alto Ja relacién entre la exis- tencia de’ los kulaks y la diferenciacién del campesinado, la afinidad entre los usureros “sanguijuelas” del campo, etc., y los “muiiks emprendedores”, esos representantes de la pequefia bur- guesia campesina en Rusia. Las supervivencias de las institu- ciones medievales que todavia gravitan pesadamente sobre nues- . tro campo (el car4cter cerrado de la comunidad camoesina, la sujecién de los campesinos al nadiel, la caucién solidaria, la ‘desigualdad de los impuestos segin las clases sociales), crean enormes obstdculos a la inversién de penuefios capitales en Ja produccién, a su colocacién en la-agricultura y en la industria. 68 Vv. L LENIN Todo esto tiene como resultado natural la desmesurada exten- sién que han adquirido las formas mds bajas y peores del capi- tal, es decir, el capital comercial y el usurario. Unos cuantos campesinos acomodados, ubicados entre la masa de campesinos de “escasos recursos” que llevan una existencia casi de hambre én sus mintsculas parcelas de tierra, se trasforman, inevitable- mente, en explotadores de la peor especie, que esclavizan a los pobres dandoles dinero a préstamo, contraténdolos durante el invierno, etc., etc. Las viejas instituciones, al frenar el creci- miento del capitalismo tanto en la agricultura como en la indus- tria, restringen la demanda de mano de obra sin proteger de ningim modo a los campesinos contra la explotacién mas des- vergonzada e ilimitada, e inclusive contra la muerte por hambre. Los cdlculos aproximados que ofrece el sefior Gyozdiev en su libro, sobre las sumas que los campesinos pobres pagan a los kulaks y usureros, demuestran de modo evidente la inconsisten- cia de las comparaciones que se hacen habitualmente entre el ‘proletariado de Europa occidental y el, campesinado ruso pro- visto de tierra. En realidad, la gran masa de este campesinado se encuentra en una situacién mucho peor que la del proleta- riado rural en Occidente; nuestros campesinos pobres deben ser considerados en el nivel de los indigentes, y cada vez con mds frecuencia se suceden los afios en que es necesario recurrir a medidas extraordinarias para prestar ayuda a los millones de campesinos que sufren hambre. Si las instituciones fiscales no incluyeran artificialmente a los campesinos acomodados en la masa de campesinos pobres, se verian obligadas a considerar oficialmente a estos ultimos como indigentes, y ello definiria de manera més exacta y real la actitud de la sociedad actual con respecto a esas capas de la poblacién. El libro del sefior Gvozdiey es util porque retine datos sdbre el proceso de “paupe- rizacién no proletaria”* y caracteriza*¢on justicia ese proceso como la forma mds baja y peor de diferenciacién del campe- sinado, Es indudable que el sefior Gvozdiey conoce bien la lite- ratura econdémica rusa, pero su libro habria ganado si el autor hubiera dedicado menos espacio a las citas tomadas de dife- rentes articulos de revistas y prestado en cambio més atencién * Parvus: El mercado mundial y la crisis agricola. San Petersburgo, 1898, pag. 8, nota, HAYAIO AYPHAND DRTEPATYPS, HAVRE I LOTETHRE. 1899 rf. MAPTS. C-TIETEPEYET'b- Tiborpagis HH. Cuoroxoxona (Henexamuenss, 43). 1899. Portada de la revista Nachalo en la que se publicé el comentario de V. I. Lenin. 1899. (Tamatio reducido) Lc COMENTARIO va a la elaboracién personal de sus materiales. El andlisis, por parte de los populistas, de los materiales de que se disponia, deja por lo general sin aclarar los aspectos mAs importantes de este problema en el orden tedérico, Por otro lado, los juicios personales del sefior Gvozdiev se distinguen a menudo por su cardcter general y extremadamente vago. Nos vemos obligados a sefialar esto, especialmente en relacién con el capitula dedi- cado a las industrias artesanas. En algunos pasajes el estilo es retorcido y oscuro, Escrito entre el 30 de enero y Se publica de acuerdo con el el 3 de febrero (11 y 15 de fe- texto de la revista, brero) de 1899. Publicado en marzo de 1899 en_la revista Nachalo, nim. 3. ~ Firmado: V. Ilin. . COMENTARIO Rusta Comerctat x Inpusrrrat. GUIA PARA COMER- CIANTES Y FABRICANTES. Redactada bajo la direccién de A. Blau, jefe de la Seccién Estadistica del Departamento de Comercio y Manufacturas. S. Petersburgo, 1899. Precio, rublos, Los editores de este enorme volumen se propusieron la fina- lidad de “lenar una laguna de nuestra literatura econdémica” (pag. 1), esto es, proporcionar las direcciones de las empresas comerciales e industriales de Rusia y, al mismo tiempo, inform: ciones sobre la “situacién de las distintas ramas de la industria”. No habria nada que objetar contra tal combinacién de material informativo con material estadistico-cientifico, si tanto uno como otro fueran suficientemente completos. Pero es de lamentar que, en la publicacién a que nos referimos, los materiales relativos a las direcciones aplastan por completo a los estadisticos, los cuales se dan en forma retaceada e insuficientemente analiza- dos, Ante todo, la mencionada publicaci6n se distingue desven- tajosamente con respecto a las anteriores del mismo tipo, porque no presenta la informacién estadistica, sobre cada una de las empresas que figuran en la lista. Por esta omisién, la enumera- cién de los establecimientos y empresas, que ocupa 2.703 grandes columnas bien comprimidas, pierde todo significado cientifico. Y ante el estado caético en que se encuentra nuestra estadistica sobre comercio e industria, reviste la mayor importancia la publicacién de datos sobre cada establecimiento y cada empresa por separado, ya que nuestros organismos especiales de estadis- tica jams realizan un andlisis aceptable de sus datos y se limitan a informar sobre los totales, confundiendo en ellos materiales relativamente dignos de confianza, con otros que no la merecen COMENTARIO 73. en absoluto, Demostraremos en seguida que esta observacién es v4lida también para la publicacién. que examinamos; pero antes debemos sefialar el original procedimiento empleado por los redactores.. Mientras publican las direcciones de los estable- cimientos y de las empresas en cada rama de la produccién, ofrecen en cifras globales el numero de establecimientos y las operaciones comerciales de todo el pais; calculan las cifras pro- medio de las operaciones comerciales de un establecimiento en cada rama de la produccién y distinguen con un signo deter- minado Jos establecimientos cuyas operaciones comerciales resul- tan superiores o inferiores a ese promedio. Seria mucho mas racional (ya que no fue posible publicar informacién sobre cada establecimiento por separado) fijar varias categorias comunes.a todas las ramas del comercio y de la industria (por ejemplo, de acuerdo con el monto de las operaciones comerciales, el nimero de obreros, el tipo de fuerza motriz empleada, etc.) y clasificar cada establecimiento y empresa en la categoria correspondiente. Asi seria posible por lo menos juzgar en qué medida los mate- riales son completos y comparables, en las distintas provincias.y en las diferentes ramas de la produccién. En lo que se refiere a la estadistica fabril, por ejemplo, basta con leer la definicién extraordinariamente imprecisa que en la p&g. 1 de la publicacién citada (nota) se hace de la nocién de fabrica y hojear las listas de fabricantes de algunas ramas de la industria, para advertir la heterogeneidad de los materiales estadisticos ofrecidos en el libro. Respecto de los datos globales de la estadistica fabril que proporciona la seccién I de la parte I de Rusia comercial e industrial (Compendio histérico y estadistico de la industria y el comercio de Rusia), es necésario, entonces, mantener una: actitud de gran prudencia. Leemos alli que en 1896 (y en parte en 1895) en todo el Imperio ruso existian 38.401 fabricas con una produccién total valuada en 2.745 millones de rublos y 1.742.181 obreros, incluyendo en ese numero toda la produccién: sujeta o no al pago de impuesto, y las empresas mineras y meta- lirgicas. Consideramos que esa cifra no puede compararse con Jas proporcionadas por nuestra estadistica fabril de los afios pre- cedentes, sin realizar antes verificaciones fundamentales.. En 1896 fueron censadas una serie de ramas.de la produccién que antes (hasta 1894-95) no se inclufan en el. rubro “fabricas”: panaderias, pesquerias, mataderos, imprentas, litografias, etc. La 14 Vv. L LENIN produccién global de todos los establecimientos mineros y meta- lurgicos del Imperio est4 valuada en 614 millones de rublos, gracias a métodos originales con los cuales se limitan a hacernos saber que el valor dei hierro fundido est4, por lo visto, repetido en el valor del hierro y del acero, y por el contrario, la cifra correspondiente al numero de obreros ocupados en los estable- cimientos mineros y metalirgicos est4 evidentemente disminuida: se indican 505.000 en 1895-96. Hay aqui un error o una omisién de muchas explotaciones mineras. Segdn las cifras del libro se observa que, sdlo en algunas ramag de-la produccign que corres- ponde 4"esta seccién, el nimero de ‘obreros asciende a 474,000, sin tener en cuenta a los ocupados en la extraccién de carbén de piedra (aproximadamente 53.000) y de sal (aproximadamente 20.000), en las canteras (aproximadamente 10.000) y en algunos otros establecimientos mineros (aproximadamente 20.000). En 1890, en toda la industria minera y metalirgica del Imperio habia mas de 505.000 obreros, y son precisamente esas ramas las que mds se desarrollaron desde esa época. Por ejemplo, en cinco ramas de la produccién que integran esta seccién, y sobre las cuales se proporcionan datos histéricos y estadisticos en el libro (fundicién de hierro, fabricas de alambre, construccién de maquinas, articulos de oro y de cobre) se’contaban, en 1890, 908 establecimientos, con una produccién equivalente a 77 millo- nes de rublos y con 69.000 obreros, y en 1896, 1.444 estableci- mientos con una produccién aproximada de 221.500.000 rublos y 147.000 obreros. Si reunimos todos los datos histéricos y esta- disticos esparcidos por el libro que, lamentablemente, no se refieren a todas las ramas de la produccién, sino sélo a algunas (manufacturas de algodén, productos ‘quimicos y més de 45 otras ramas), obtendremos la siguiente informacién respecto de todo el Impefio. En 1890, 19.639 fabricas ‘con. una produccién global equivalente a 929.000.000 de rublos y con 721,000 obreros, y en 1896, 19.162 fabricas con una produccf$n total de 1.708 millones de rublos, con 985,000 obreros; si agregamos dos ramas de la produccién sujetas a impuesto, las fabricas de azicar de remo- lacha y las destilerias (1890-91: 116.000 obreros; 1895-96, 123.000), obtenemos un total de obreros de 837.000 y de 1.108.000, lo cual representa un aumento de casi un tercio en un pertodo de seis aitos.. Destaquemos que la disminucién del nimero de fabri- cas se debe a las diferentes formas de censar los molinos: en COMENTARIO 1890 se incluyeron en el total de fdbricas, 7.003 molinos (0 156 millones de rublos, 29,638 obreros), y en 1896 solamente 4.379 molinos (272 millones de rublos, 37.954 obreros). _ Estos son ‘los datos que se pueden extra er: ge la Publicacién i permiten alcanzar una idea del ascenso indus- Mal de Reais oa década del 90, Cuando se publique los datos estadisticos completos para 1896, se podrd analizar mas de cerca esta cuestién. Se publica de acuerdo con el febrert Escrito antes del 21 de febrero tent, publica de (5 de marzo) de 1899, Publicado en marzo de 1899 en Nachalo, nim. 3. Firmado: V. lin.

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