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La corrupción está presente en todos los niveles de la sociedad colombiana, incluyendo políticos, empresarios, fuerzas militares y de policía, y grupos armados ilegales. Aunque la corrupción es un problema global, en Colombia se manifiesta a través de altos niveles de impunidad que permiten que los escándalos de corrupción como el de Interbolsa y el cartel de los pañales continúen ocurriendo. La corrupción solo puede prosperar dentro de sistemas que permiten que los poderosos eviten las consecuencias
La corrupción está presente en todos los niveles de la sociedad colombiana, incluyendo políticos, empresarios, fuerzas militares y de policía, y grupos armados ilegales. Aunque la corrupción es un problema global, en Colombia se manifiesta a través de altos niveles de impunidad que permiten que los escándalos de corrupción como el de Interbolsa y el cartel de los pañales continúen ocurriendo. La corrupción solo puede prosperar dentro de sistemas que permiten que los poderosos eviten las consecuencias
La corrupción está presente en todos los niveles de la sociedad colombiana, incluyendo políticos, empresarios, fuerzas militares y de policía, y grupos armados ilegales. Aunque la corrupción es un problema global, en Colombia se manifiesta a través de altos niveles de impunidad que permiten que los escándalos de corrupción como el de Interbolsa y el cartel de los pañales continúen ocurriendo. La corrupción solo puede prosperar dentro de sistemas que permiten que los poderosos eviten las consecuencias
Es claro que la corrupcin nos est devorando. Para donde miremos, ah est: entre los polticos, los banqueros y los empresarios; entre los burcratas, en el Ejrcito, la Polica, las crceles y el sistema judicial; y en barrios y veredas, afectando la cotidianidad de la gente, porque la extorsin y el boleteo son instrumento comn de la guerrilla, los paramilitares y las bandas delincuenciales. Por: Piedad Bonnett La corrupcin, como sabemos, no es slo un mal nacional, sino un fenmeno global del cual muy pocos pases se salvan, algo que no sirve, sin embargo, de consuelo. Ms bien incita a preguntarse el porqu de esta peste que nos condena a chapalear en un mundo putrefacto. Los especialistas se la atribuyen hoy a la paulatina privatizacin de lo pblico, a la alta concentracin de ingresos y a la desigualdad propiciada por el capitalismo, a la falta de credibilidad y legitimidad poltica de los gobiernos, a la avidez de ganancia propia de la sociedad de consumo, a la degradacin de la poltica en el mundo contemporneo y a otros factores imposibles de enunciar aqu.
Explicar su existencia en una sociedad como producto de una tradicin histrica es
simplista porque, entre otras cosas, en cada poca y lugar la venalidad tiene distintas causas y manifestaciones. Lo que s es claro es que la corrupcin, por individual que parezca, slo puede darse dentro de sistemas articulados de tal modo que permitan altos niveles de impunidad, que es lo que se revela cuando estalla cualquier escndalo, bien sea el de Interbolsa o el del cartel de los paales o el que ahora nos ocupa, el de las cortes y el seor Pretelt. Una consecuencia positiva de su feroz arremetida en los medios fue que puso en evidencia que el entramado de marrulleras en las esferas judiciales es corriente y que las consideraciones ticas son pocas a la hora de salvar el pellejo. Algo facilsimo aqu: o bien huyendo en un avin o blindndose detrs del poder. O si no veamos un ejemplo rampante: mientras Yidis pag crcel por cohecho, ah siguen los que indujeron el delito, tan campantes. A esos poderosos, adems, les parece que la corrupcin es inherente a la condicin humana, esa frase tan altamente filosfica pronunciada por Miguel Nule, miembro del carrusel de las contrataciones, cuya sabidura est a la altura de la promesa electoral del presidente Turbay de reducir la corrupcin a sus justas proporciones. Proporciones cuya justeza no sabemos dnde est escrita. Al repertorio de frases filosficas nacionales entre las cuales se cuentan unas bellsimas como la de es mejor ser rico que pobre, de Pambel, o perder es ganar un poco, de Maturana se suma ahora la del abogado De la Espriella, para el cual la tica no tiene que ver con el derecho. Ni con nada, pareciera, para ese puado de abogados, siempre los mismos, consagrados como estrellas mediticas, siempre envalentonados y prepotentes. Cuando los que detentan el poder se corrompen, la sociedad entera tiende a la frustracin y al relajamiento tico. Ms an en una sociedad como la nuestra, donde la falta de sancin moral se ve en cosas tan sencillas como consagrar en la tev como dolo nacional a personas como Diomedes, de tica tan relativa. Y as nos va.