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¡RENUNCIE PRESIDENTE CHÁVEZ!

Presidente, ante la presencia mayoritaria, consciente y decidida del pueblo


venezolano en las calles del país, respaldados por la Constitución de la República, le
manifestamos: La historia nos ha enseñado que la ilegitimidad de un gobernante es
su miseria moral y política. Expresión de la decadencia de quien no tiene autoridad
moral y material para gobernar, por cuanto no responde a la satisfacción de las
exigencias del pueblo para su bienestar social.
Todo lo que usted argumentó para llegar al poder, hoy día lo ilegitima. El pueblo
sufre por la inseguridad personal, de menos libertad, seguridad jurídica y social; se
profundiza la pobreza de nuestra gente. Los servicios públicos: agua, electricidad y
aseo urbano son un caos. La improductividad condujo a la escasez de alimentos; las
obras de infraestructura del país están deterioradas por falta de mantenimiento; la
economía vive una de sus crisis más profundas a pesar de la abundancia petrolera;
nuestro signo monetario con el remoquete de “fuerte” es hoy más débil que nunca.
Mientras el precio del petróleo se ha multiplicado por 8, nuestra moneda usted la
dividió entre 9; ninguno de los aumentos del salario mínimo anunciados será
suficiente para compensar una inflación agobiante.
La corrupción que constituye el estigma moral de un gobierno y fue bandera de su
propuesta política, tiene hoy en su haber el enriquecimiento ilícito más obsceno que
haya presenciado el país. Funcionarios, familiares y personajes, conocidos como los
“Boliburgueses”, han saqueado gobernaciones, ministerios, alcaldías, empresas del
Estado y, como si fuera poco, “banqueros y empresarios” de su entorno, que dieron
al traste con unos cuantos bancos y empresas, hoy están prófugos de la justicia o
con el pie en el estribo.
Su actuación internacional degeneró en una retahíla de intervenciones erráticas,
entre otras, su desconocimiento a las normas establecidas en la Constitución de la
República y en la Carta de las Naciones Unidas dirigidas a preservar la paz. Su
apoyo a organizaciones calificadas como narcoterroristas ha conducido a
señalamientos de que su gobierno es narcocomplaciente.
Los arteros y cobardes ataques en contra de los estudiantes, esperanza de la patria,
utilizando métodos primitivos y letales prohibidos por la Constitución y el Derecho
Internacional Humanitario, sumado a los intentos de su gobierno de presentar los
hechos que sacuden a la nación de manera distorsionada y tendenciosa
presentando a los victimarios como víctimas. Sus constantes arremetidas contra los
medios de comunicación social que son los ojos y oídos del pueblo y garantes de la
libertad de expresión, corroboran la violación descarada y permanente de los
Derechos Humanos, valores supremos y universales, incorporados a la Constitución,
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lo que aunado a la arbitrariedad, a la mentira sistemática y la irresponsabilidad


refuerzan, además, su ilegitimidad de desempeño.
La iniquidad, la corrupción, la impunidad, todo ello materializado en un conjunto de
juicios amañados contra adversarios y disidentes del gobierno, unido a los crímenes
perpetrados contra opositores e inocentes, condujeron a que haya sido usted
acusado ante la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad. Se vive un
fraude de Estado continuado y sistemático implementado por el máximo organismo
electoral, el cual ha sido convertido en su servil dependencia.
Al hacer reflexiones sobre su ilegitimidad, puesto que usted ha actuado fuera de
los estándares de conducta ética que a los poderes públicos instituyó la
Constitución, se puede ver claramente como los valores que fortalecen el Derecho,
es decir, la libertad, el bienestar y la justicia, han sido destruidos, lo que justifica la
acción de un pueblo para reclamar las condiciones sociales que garanticen su
desenvolvimiento como ciudadanos y el restablecimiento del poder legítimo,
garante del bienestar social y la justicia.
El derecho del pueblo venezolano a la propiedad privada, al trabajo (al
cumplimiento de las obligaciones contractuales y legales hacia los trabajadores), a
la educación plural, a una vida cultural y espiritual que rechace el resentimiento, la
miseria, el totalitarismo, la repugnante subordinación a un gobierno extranjero,
hacen evidente la carencia de legitimidad de su gobierno que no ha sido capaz de
responder ni a sus propias palabras. La Fuerza Armada y demás instituciones del
Estado distorsionadas por la incursión de elementos extraños a ellas y al suelo
patrio, lo cual configura el delito de traición a la Patria. El Ejecutivo trastocado por
la centralización irresponsable, que antepone sus caprichos y patologías a la razón
de Estado.
Su gobierno no responde a los valores que sustentan la razón jurídica de la
legitimidad, por cuanto Venezuela es constitucionalmente un Estado democrático y
social de derecho y de justicia, que propugna como valores superiores de su
ordenamiento jurídico y su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la
solidaridad, la democracia, la alternabilidad, la responsabilidad social y, en general,
la preeminencia de los Derechos Humanos, la ética y el pluralismo político, teniendo
como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su
dignidad. Por lo que su actuación contraria a lo que la misma Constitución define
como sociedad y Estado, que en el caso venezolano es una sociedad y un Estado
democrático y pluralista, y a los valores y fines que también define como superiores
de su ordenamiento jurídico y como esenciales, deslegitiman su conducta como
Presidente. Por consiguiente, ilegitimado por una realidad social y política, por su
proyecto personalista, autocrático y totalitario, por su falta de rendición de cuentas,
por un país colapsado por obra de su tal revolución, por el lenguaje descomedido
para dirigirse a sus compatriotas y a los gobernantes de otros países, lo cual
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desnuda su alma intolerante, mezquina, llena de odio y resentimiento, por todos


estos elementos y circunstancias bien se puede afirmar con meridiana claridad y
evidente acierto que usted NO TIENE LEGITIMIDAD, NI CAPACIDAD PARA
GOBERNAR.
Al bravo pueblo de Venezuela, hoy más empobrecido que nunca, le recordamos
que usted le ha costado a la República 950 mil millones de dólares. Hoy Venezuela
sin agua, sin luz, sin calidad de educación, sin inversiones, sin productividad, que
padece de inseguridad personal y jurídica, de una escandalosa corrupción y de una
inusitada prodigalidad encaminada a apoyos políticos externos le agrega elementos
a su descalificación como gobernante. En efecto, siendo el Estado venezolano un
Estado de derecho, es ilegítimo que en ese tipo de Estado usted interprete la
Constitución para desinstitucionalizarlo.
Ahora bien, en un todo de acuerdo con nuestra Constitución, y a propósito de lo que
acontece, según los principios consagrados en sus artículos 333 y 350, ejercemos
el derecho y el deber de solicitarle su renuncia por haberse deslegitimado en el
ejercicio del poder que le confirió el pueblo de gobernar en su nombre conforme a
los principios del Estado democrático y social de derecho, para así restablecer la
vigencia real y efectiva de la Constitución y, porque en ese ejercicio usted ha
actuado fuera de ella y en contra del beneficio común, la protección y seguridad del
pueblo y el respeto a los derechos humanos. El ejercicio de este derecho es
indubitable, inalienable e irrevocable cuando se llega a la conclusión de que su
renuncia es un modo genuino de rescatar la legitimidad quebrantada y comenzar a
redimir la institucionalidad quebrantada por su actuación ilegítima. La solicitud de
su renuncia se torna aún más imperativa por la grave violación de los derechos más
sagrados del pueblo venezolano; como lo han reconocido organismos
internacionales.
Presidente Chávez, quienes hemos hecho de la defensa de la Constitución nuestra
lucha, por las razones expuestas y por otras que resultaría demasiado extenso
enumerar, en aras de evitarle al país mayores males y desgracias, tal y como están
ocurriendo, le exigimos formalmente su RENUNCIA A LA PRESIDENCIA DE LA
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.
En Caracas, a los treinta y un días del mes de enero de dos mil diez.
Por el POLO CONSTITUCIONAL

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