La Revolucion.
del
90:
~prologo o epilogo?
co
‘Mil novecientos noventa fue un alo de evocaciones am-
biguas. A cicn afios de una crisis que no s6lo trastomé tos
indicadores del crecimiento sino qus llevoa' relrum-
bo mismo que estiba sigifendo lt Argentina, no pudimos si-
no buscar los paralelos, y también las diferencias, Con la gra-
visima situacién de empobrecimiento sostenido que estanios
viviendo y que, pecando de optimismo, insistimos én Tamar
tisis. A cien aos de ta Revolucién de! Parque, donde la in-
dignacién contra las pricticas polfticas del Régimen, las su-
‘Puestas corrupcionies del gobierno y las consecuencias de la
crisis econémica, se radujo en un enfrentamiento armado que
dejécentenares de muertos, hemos vuclio una vez més acvo-
‘ala, como un episodio central en ia lucha por la democrati-
acién de nuestra sociedad.
Fecha fundacionsl para uno de los dos
ete ‘en Ja escena politica argentina, 1 90 ha sido,
sdemés, incorporado a los relatos miticos de otras formacio-
nes politico-ideoldgicas como momento decisivo cn cl trinsi-
‘whacia la ampliaciénde fa panicipacién popular enel gobier-
‘node nucstma sociedad! Las interpretaciones de los historia-
dort, por su parte, en general coinciden en lo sustantivo con
‘sa versi6n, aunque dificrenentresfen cuantoa larelacién que
e u N T ° D —
‘establecen entre ese episodio y los procesos globales de trans-
formacién de la sociedad argentina. ¥ si cl cldsico wabajo de
‘Sommi descubre a !a pequefia burguesfa como cl actor central
de este episodio en la lucha por la consolidacién de un siste-
‘ma democritico-burgués, cl no menos clisico andlisis de Ro-
berto Eichepareborda eatiendo a la revolucién como resulta-
os, que tomaba conciencia de Sus derechos y dc su potencia-
idad para hacerlos valer”. La historia es conocida. El dato
‘central: la existencia de un sistema politico resurictivo, carse-
{erizado por el contro} manopélicg de los instrumentos de po-
der por pafte de una élite que mantonfa alejada de los mecanis-
‘mo$ de represeniaclén y gobiemio a vastos sectores de 1a po-
blacién. En palabras de Sommi: “Este sistema politico clecto-
ral apartaba de los comicios al pueblo, el cual en su mayoria
‘no votaba. Existia una gran apatia cfvica... La oligarqufa ha-
‘efa todo lo posible para mantener alejado al pucblo criallo o
‘gringo de ta vida politica... A tal efecto, adoptaron Ia teortade
‘quee! pueblo no estaba capacitada para votar y que cl voto de-
‘bla seeprivilegiodc la gonteculta; quicre decir, de la gentcadi-
nevada.”
Con herramientas teGricas mis sofisticadas y con una in-
twicién privilegiaca para explorar la historia argentina, Gino
‘Gormani entendié al poriodo anterior a 1916 como de demo-
¢racia representativa con participacién limitada, y a la ley de
v 1 s T A t aee ney
ampliacin de laciudadan‘a politica, proceso taalde
Ja extension del sufragio hasta alcanzar su cniverstizaign
efectiva con ia puesmien vigencia de la Ley Sdenz Petia. Aun-
‘que no se detuvo en Ia revolucién del 90, de scuerdo con su
erspectiva ella podria considerarse como un eslabén de la
‘historia que llovaria en 1916 a “las primeras clecciones cn lax
‘que hubo una participacién total de los ciudadanos.... y (que)
dicron el gobiemo a hombres pertenecientes a las clases me-
dias, organizados polfticamentc en tomno det partido radical,
surgido tres décadas aurds”, Pero, en ta vision de Germani, cl
‘Auevo sistema no logré superar un obsticulo qae habria impe-
dido poralgunos afios mAs ta modernizacién plena del sistema
polftico, La presencia masiva de inmigranics no nacionalica-
dos que no tenfan derecho a voto dejaba a una parte importan-
te de la poblacién al margen de la polftica. Buena parte do.es-
os inmigranies integraban las filas de laclase obrera,que des-
as a tans eng me amie
in oan
ies pollticaments prolelarindo”, Tampoco los parti-
‘dos do izquierda, Tocarfa al peronismo usumir ose papel, que
Germani evalu negativamente en tanto como “pico movi-
‘miento ‘nacional-popular’...estaba llamado a representar so-
lamente un Ersaiz de participsciGn politica para las clases po-
pulares” (p.309). Para otros, cncambio, conc! peronismocul-
‘minac! proceso largoy varias veces interrumpidio de construc-
ci6n de laciudadania politica, completadocon laexiensiGn del
sufragio.a Is mujec.on 1952y ademss, so produce una amplia-
eign sustantiva en el terreno de la cludadanta social,
Creo no cquivocarme demasiado al nfirmar que cn v6
‘nos gencrales esta interpretacién se ha incorporado al sentido
‘comin de buena parte de los argentinas. Més alld de las eva-
luaciones positivas o negativas de los diferonics momentos,
ids all4 incluso de la terminolog(a (y de las categorias) ckegi-
das para contar Ia historia, la mayor parte de las notas que cs-
teaflo se publicaron en diarios yrevistasevocandoc! 90expre-
‘sarOn se Consenéo bésico. En el horizonie de todas esias vi-
siones la Revolucidn, con todas sus contradieciones intemnas,
‘simboliza ¢l reclamo por la cxtensién do ta ciudadanfa polfi-
‘cay ta participaci6a politica popular. Estas nociones a veces
so confunden, otras sc enulazan y superponen, Cicrias ver-
‘sions privilegian una de elas, ignoran la otra, pero on todos
Jos casos sc entiende que el sector més contestatario de fa di-
recciénreyolucionaria, aqué! que formarfa més tarde! néicleo
original de la Unién Civica Radical, 66 lanzaba a la lucha pa-
‘rf ampliar las basts de la representaci6n popular,
Paraelradicalismo,cl 90cse! Origen. Para un partido que.
haclegido interpelamoscomociudadanos, laRcvoluciénese!
sg7ito inicial de una larga lucha por cl sufragio universal, porta
‘extensién del derecho a voto para todas los argentinos (varo-
‘nes adultos), en sum, por la ampliaci6n de la ciudadanta, pa-
‘30 decisivo en la transicién demoenitica. Se wataba down pa-
‘sohacia adelante: como en olrassociedadés en procesa de mo-
demizacién, los mecanismos do representaci6n hasta cnton-
ces limitados a sectores clegidos de Ia poblacién, doblan ex-
tenderse hacia abajo. E126 de julio de 1890 Leandra Alem y
28 I - u N iv °
‘Arisibbulo del Valle se habfan constituido en vanguardia de.
‘yasiog stctores de Ia poblacidn que reclamaban participacién,
‘xipfan sus derechos. En esa focha no silo nacia la Unién Ci-
vvica, dovonida luego en Radical, sino que también hacia sucn-
trada aia vida politica un nuevo sector, hasta entonces margi-
nado de Ia vida ciudadana, oculio, invisible. ;Clase media ro-
cientc en busca de representacida? {Sectores populares con
Uuadicién de insurreccién pero no de participaciéa ciudadana?
Las versiones difieren, pero en cualquier caso 1a imagen det
‘iudadano'bparece sintetizando los nuevos reclamos y aspira-
Gones éolcctivos.
La Revoluci6n sc interpreta, pues, como un momento de
gestaciOn, mds adn, de eclosién de lo nuevo que estaba desti-
nado a eliminar lo viejo. El fuerte atractivo de esias visiones
del 90 radica precisamente alli. Pero allf radica también su
principal dcbilidad, en tanto lo viejo constituye un ingredicn-
16 fundamental de! programa de los revolucionarios de! 90. En
general, se ha considerado a la Revolucion mucho mas como
cl preludio de 1912, que como el epfloga de 1880. Sin embar-
0, nel terreno specifica del funcionamicato del sisicma po-
litico, micntras en 1912 se pone en marcha una reforma que
cambia las reglas de juego del sistema, en 1890 todavia las no-
ciones de sobcrania popular y derechos del ciudadano vigen-
tes (0 por lo menos cnunciadas cn cl discurso revolucionario)
‘pueden vincularse con el funcionamiento polfico de las déca-
das que precedicron a la Revolucién,
Alestableceret sufragio seereio y obligatorio, laley Senz
Petia contribuy6 a constituir una ciudadania, no por mera
agregacién o ampliacién hacia abajo, sino por una reformula-
‘¢6n implicita de a condiciénde cludadano, Como veremos, 1a
caracieristica principal del sistema politico tal como funciona-
raen las décadas anteriores a la reforma no habia sido, como
uicre Sommi y tantos otros y como io indica algin modcloca-
nénico de desarrollo polftico, el dc la exclusion por abajo. Las
bases de funcionamiento radicaban precisamonts en el sufra-
gio universal, que indujo una organizacién politica que com.
binaba la participacién electoral de las capas ms bajas de los
sectores populares y cl control de ese proceso por paris de sec-
{ores minoritarios que concentraban el poder politico. La re-
forma miné las bases mismas do ese sistema al cambiar cl sen-
tid del sufragio universal: ya no se trtaba de que cualquie-
14 pudlera votar, sino de que todos debfan hacerlo, De esta
manera, al establecer quiénes debian integrar necesariamente
Ja ciudadanfa politica, introdujo una dimensién que habfa es-
tado hasta ese momento ausente cn Ia legislacién,
En 1890, en cambio, cl énfasis estuvo puestocn garantizar
lsufragiouniversal on la primera de sus acepciones. Serccla-
maba por la libertad de sufragio, pero no aparecta preocupa-
cin alguna referida a quiénes habrian de ejercer est derecho,
‘constituyendo la ciudadanfa. Las mencioncs reileradas al puc-
blo no hacen sino subrayar la indefinici6n que reinaba en esa
materia, Como veremos a continuaclén, csia manera de con-
siderar cl volo estaba estrechamente ligada a Ins formas poll-
tieas del pasado, En particular, dol pasado activo y wurbulen-
ode ta vida polftica portena en las décadas que siguleron a la
_ ¢afda de Rosas, que conté a Leandro Alcm y Arisiébulo del
Valle entro sus protagonisias,
D E v 1 s 5 ALayida politica portefia:
‘safraglo y:participaciéa.
= En 1821 la Const doa provincia de once Als
“estableclé el Gerecho a voto para todos Jos varoncs adulios, Se
‘tatade uno dc los casos mds icmpranos de sufragio universal
(wasculing, naturalmento) cn a historia de los
tales: En 1853 la Constitucién Nacional consagré
‘mente eso derecho, que s¢ considera implicito en su texto, de
smanera tal que toda leiaiacion posterior nba ds adapta.
seagse criterio,
A posar do ta universalidad del sufragio, quo seein
‘queno habia limjtaciones censatnrias nl de capacidad al voto,
las clecciones convocaban.a.muy poca.gente,.En Bucnos
Aires, las cifras de yotantes eran muy variables pero ca gne-
il no supernban el 2% do Ia poblacién tou de laciudad. Aun
‘contando sélo los varones adulias argentinas, que no consti-
tufsn en ese porfodo ms del 20% de:los habitantes de la ciu-
‘834, os que votaban no flegaban a la cuara parte de los que po-
‘dian hacerlo.
Las interpretacioncs undicionalcs referidasacste period,
{nsiston en Ia falia de panticipacién del pueblo cn los comicios,
‘ena limitacin efectiva de la ciudadanfa, De aqul cn general
‘se concluye que s6lo votaban los seciores privilogiados de la
jpoblaci6n, como en aquellos patses en los que regia cl sufra-
‘giocensatario. Sin embargo, una miradaaun superficial sobre
las crénicas de la ¢poca nos harfa descubrit muy rpidamon-
‘e-que esto no era ast. Los participantes cairacteristicas de las
Jomadas clectorales no eran tos ricos, ni los burgucses, ni los
pprofesionales, Eran los peoncs y jomaleros del ferrocarril, de
Jnnduana, do fa municipalidad 0 de los ¢orrales, Su intorvon-
¢i6n tenia poce que ves, sin embargo, con el ojercicio indivi-
ual dol derecho a clegir representantes, ¢s decir, con su ciu-
dadania politicaene! sentidoen que lacntendemoshoy. Setra-
taba, en realidad, de grupos movilizados colectivamento para
In ocasién, huestes disponibles tanto para la emisi6n el voto
‘somo para In otra cara de la lucha clectoral, la de la violencia,
Las jomadas clectoralcs tonfan todas las caracterfsticas de las
jomadas de guerm, pero dande los Iimites estaban estableci-
dos técitamente de antemano’,
‘Lejos de estar libradaia la presentaci6n esponténca s indi-
‘vidual de los citidsdanos dispuesios a heer uso de su derecho
‘constitucional de clogir entre los candidatos postulados para
representarlos, 1a participaciGn en Jas clecciones estaba suje-
in’ tina organizacién meticulosa. En Buenos Aires, duranic
las res décadas que, siguicron a la caida de Rosas, esa organi
zaci6n esiuvo a cargo de las dos facclones polfticas que sc dis-
pataban el poder elecci6n tras eleccién; cl nacionalisma y ¢l
aulonomismo (0 mitrismo o alxinismo), Estax fuccioncs fue
fon desarroliando un sistema muy particular del funciona-
tient electoral. Apayadas en el control de estado (de distin-
ts resortes de Ia administracién pablica nacional, provincial
y municipal) formaron clientolas integradas en sus bases por
{os unbajadores menos calificados de las repanticiones pdbli-
‘cas, dirigidas por cauilillos ubieados en diferentes escaloncs
‘dea Jerarqufa labora! y politica. No se traiaba, simplemente,
{del canje de un voto por un empleo, sino de la puesta cn mar-
_ chade mecanismos de encuadramicnto y liderazgo colectivos
feu ON or 30 DME
‘carya bese de apoyo.éra el control sobre un drea de Ia adminls-
taciba,: i
[Las eloccioncs eran una instancia importants nla videpo-
es.en ellas so dirimfa quién ocuparta qué lu-
|oderlocal, Aunque susreaultadoseran
iris polliicas montadas por
; apoyadas cn el aparato cstalal, fas
lecclones productan resullados que garantizabon la resolu-
ci6n relallvamente pactfica delos conflicios polticas dela élt-
te local, Pero era la vigencia del suffagio universal 1o que ha-
fa posib{c ol sistcma. La movilizacion de sectores populares,
en particular do sus capas més bajas de:peones y.jomaleros,
implicaba formas complejas avast Sectideinsy
‘bases ¢ imprimia a las clecciones rasgos dc combatcs simbé-
ficos, y notan simbédlicos, en quo no sélo sc contaban votes si-
‘no también so medfan fuerzas.
Durante fos décadas de 1860 y 1870 este sistema no fun-
cclond sin inconvenicntcs, La dosis de violencia y de fraude pa-
rocfa incrementarsc en cada clecci6n, pero lasdenuncias sicm-
‘Pre provenfan de la pane perdedora, de Ia faccién derrotada.
Los reclamos sé centroban en gorantizar el sufrogio universal
centendido como cl derecho conatitucional de que cualquiera
pudiera votar, derecho que —como vimos—estaba en la ba-
‘sede la organizaci6n de las facciones pollticas de la 6poca. Ese
‘es el esplritu de las discusiones en ta leglslatura y en la pren-
1, Las pasiciones que cada parte adoptaba enc! debate no s6-
loresuliaban de os principios, sino que en buena parte depen-
fan dela situnci6n refativaca relacién al control de! poder. En
1873, por ejemplo, on ta Convencién Constituyente deta Pro-
-vincia, mi¢niras los mitristas pugnaban por lograr la imposi-
i6n del voto sccreto como garantfa contra la manipulacién,el
‘antonomismo'en clara carrera ascendente, defendta ol statu
‘quo'cn ese terreno, ¢s decir cl voto pablico. Leandra Alem,
Aristébulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, quienes aftos mas
tarde liderarfsin la lucha porta limpieza del sufragio, militaban
centonces cn lis filas dc! autonomisimo c hicieron uso de todos
sus recursos rel6ricos contrac] voto sccreto, En 1874 el mitris-
mo se alzarfa en armas contrac fraude y cn defensa de la so-
berania popular. ¥ asf siguiendo.
Muy pronto, mis alld de las denuncias de las partes perde-
doras respecio dea yiolaci6n de las Ieyes referidas a garanti-
zar, que: cualquiera. pudiera, votar, otras preacupaciones,co-
menzaron aaflorarcn cl escenario portefio. Para algunos inte-
Jctuales y polfticas el problema de quiénes participaban efce-
tivamente de las elecciones empez6 a ser materia de cuestio-
namienio. .Qué pasaba con !a"gentedecente”? Suausenciacn
10s comicios era evidente, Se hablabs do indifcrencia, y ella
comenzé a aparecer en varias versioncs como causa funda-
mental deta fragilidad de! sistema politico. Mientras en ouros
* paises la logislacién permitfa cl voto de los sectores acomoda-
dos dea poblacién y marginabs a los populares, on Ia Argen-
tina parcefa ocurrir lo contrario. Una “oligarqufa” politica
apclabaal voto declicntclas popalares para dirimirsuscontro-
versias intemas, mientras quienes debfan scr los primeros in-
Vv ! 8 T A t atoresados én los asuntos pablicos, es decir los propietarios, se
abstenfande toda pareipacién cleciorl sc encermabanen sos
negocios privados,
‘La cuestl6n ro parecfa, on cambio, proocupas demasiado
alos excluidos, Pero no necesariamente por indiferenciahacla
ln politica, como ha sido en general inuerpretado por la histo-
lografla argentina, recogiendo la versiGn de algunos coniem-
pordncos como Sarmiento y Sdcnz Pefla acerca del cscaso
imerés de buena parte de la poblacién por lo pablico. Es pro-~
bable que csa falta de preocupacién por el tema del sufragio
‘estuviera mds bien vinculada con cl hecho de que el sufragio
‘no aparecin entonces como ta via privileginda de participacion
politica efectiva. La existencia y el desdrrollo de otros meca-
rnismos que servian a distintos sectores de la sociedad para
incidir en el terreno politico sin la mediacién de voto fue un
rasgo upico de estas décadas. Para buonapartede la poblacién,
50s mecanismos cran més efectives y accesibles queclcami-
‘no formal del sufragio*
{Cudil era, entonces, el sonido de la ciudadan‘a politica?
En laetra,laparticipacién politica ogitima serelacionabacs-
uochamenle con el cjercicio de la ciudadania a avis de los
mecanismos de, representacién establecides por la Constitu-
ién. En Ja prictica, ta participaci6n se alcanzaba a través de
‘vias que poco tenfan que ver con esa ciudadanfa: integrando
fas huestes de votanics en las elecciones 0 practicando otras
formas de intervencién piblica que revestian dimensi6n po-
Ikea.
Frentca lacrosién del sistema politico a partir de los aflos
70, algunos dirigentes politicos y publicisias entendieron que
‘era indispensable consuiir una ciudadanta propiamente di-
cha que, como lo sugerfan los modelos vigentes en otros pal-
ses, debfa intograrsc u partir de los sectores mds acomodados
de la poblacién. Fue entonces que, para combatir la supucsia
{indiferencia de quienes debfan convertirse en fos futuros ciu-
dadanos, se propusicron modificacioncs a las leyes cloctora-
les. Se discutié la posibilidad de introducir el sufragio censa-
tario, y ya en 1873 Sdenz Pefia sosiuvo la nccesidad de impo-
ner la obligatoricdad del voto, no para ampliar el sufragio ha-
cia abajo sino para obligar a volur a esos scclores tan reticen-
{es a cjercer sus derechos.
‘Sin embargo, todas esas propuesins fueron desechadas.
‘Otros cambios tendrian lugar aconto plazo. A lolargode la dé-
‘cada del 70 se fuc minando el poder potitico de las facciones
‘que habfan hegemontzado la lucha hasia cntonces. Hacia 1880
as perdicron definikivamenie Ja partida, en manos de una
‘nueva clase politica anive! aacional, que terminé por incorpo-
tar también a algunos’ sectores de la dirigencia portefia: La
cconstruccién de un nuevo sistema polftico no sc hizo, sin cm-
bargo, logrando la participaciGn electoral de la "gente decen-
to”, coma hablan propuesto en distintos momentos Sen Pe-
fia y Sarmiento, Las bases do poder dc! Régimen sc asentaron
sobre otros pilares, y en matéria de sufragio se perfeccionéc!
Mamado fraude burocritico. En palabras de Botana: “el go-
biemoelector controlabael sufragio: hacia clecciones y garan-
tizaba la victoria de los ¢andidaios™. La diferencia con cl po-
Hlodo anterior no radicaha solamente en 1a marginaclén de
‘buena parte de la clase polftica poricha (de 1a cua! formaban
30 1 Be aU er EN. 300:
Parte dirigentes como Alem, Vou Bain tags
‘yen) sino en que, al menos durante ta décade del 80 y a difo-
roncia de las décadas anteriores, hubo un solo protagonista
‘fectivar el Partido ‘Autonomista Nacional,
La Revolueién
El grito revolocionario del 90, compuesto por muchas vo-
‘ces, on su versién més contestataria se levanté contra ese mo-
nopolio y aquella marginaci6n. “Nocs una repdblica la nacién
sin comicios libres donde pueda ol pueblo-expresar ¢uopinién
y su voluntad; no ¢s ana repablica ta nacién donde todos los
poderes del cstado se conceniirun cn una sola mano... noes una
repiblica la naci6n donde cl poder se transmite de una perso-
‘naiaotra sin intervencién popular y como acto de auloridad del
‘que manda", dirfa A:'del Valle, La Declaracién del Meeting
del Jardin Florida establecta como objetivo de la Unién Civi-
2 do ta Juventud: “Levantar como bandera elibre ejercicio
del derecho de sufragio, sin imimidaci6n y sin fraude, y con-
‘denar toda intervencién oficial en los trabajos clectorales’™.
Se trataba de defender los derechos establecidos en 1a
Constituci6n y tas leyes, “suprimidos enc! hecho", El caric-
ter revolucionario de una reivindicacién comocsaradicaba cn
que cuestionaba las pricticas sobre las que sc ascntuba cl
Régimen politico vigente, De hecho, y nuevamente en pala-
bras-de Botana: “Los revolucionarios del parque... discu-
tian... Jos fundamentos concretos de la dominacién, cl modo
como se habfan enlazado ta relacién de mando y de obedicn-
cia y las roglas do sucesion” (p. 172).
‘Sin embargo, cn cl horizonte de ideas de los revoluciona-
rios no estaba presente 1a cuestiGn de las formas de constitu
cién'de una ciudadanfs politica efectiva. De acuerdo con sus
declaraciones y reclamos, la indefinicién vigente respecto de
quiénes cran, o deblan ser, los ciudadanos no parccfa preocu-
parlos. El cambio cxigido so referia a la libertad de sufragio,
para cualquiera: En ¢l mismo sentido, no se revisaba el fun-
cionamiento del sistema politico on la etapa anterioral roquis-
mo, pucs lo que en realidad se criticaba cran los ditimos afios
de gobierno durante los cuales se habria“suprimfido) radical-
mente el libre cjercicio del sufragio™".
Por lo tanto, cl'cucstionamicnto del Régimen no implicé
ta revision de ta historia anterior del sufragio. Se trataba, en
cambio, del vicjo reclamo de quienes se sentfan perdedores cn
‘una coyuntura politica —y ese eracl caso de los dirigentes ro-
volucionarios—: contra ¢! fraude, contra ef control del voto
desde cl'estado, exigiendo garantlas para que cualquicra pu-
diera volar. Pero ninguna discusién acerca de quiénes serfan
los que irfan a voiar. Las refcrencias genéricas al pucblo oa
Ja neeésidad de levantar ¢! espfritu piblico no dificren de tas
que hacfa Mitre veinic afias antes. En suma, mas allé de la
‘mMenci6n tolterada al ¢jercicio de los derechos ciudadanos, ¢}
problema de la constitucién de ciudadanfa no fue en realidad
un tema durante la Revolucién del 90.
La Argentina no experiment6 eh'el siglo XTX un proceso
progresivo de incorporacin ciudadana. Paradgjicamente, su-
fragio universal no significé ciudadanta universal, 0 xiquicra
‘cludadanfa limitada. Otrns fucron las formas de relacién entre
D.. *E Ve eesociedad civil y poder politico, que dieron lugar a un sistema
complejo y cn continua transformacién. La Unidn Civica sur-
‘£6 del sono de ese sisicma, y la Revolucién del 90 en buena
parte pucde entenderse a partir de él. Sin embargo, cs posible
quecl hecho revolucionario mismo, con su cuota de moviliza-
ci6a politica y social, haya contribuido a cambiar los vérminos
e las preocupaciones politicas tanto de los sectores cn e! po-
* Para una inerpretscién sliamativa, er Jorge Abelard Ramos:
Det patriciado a ta otigarqufa, Buenos Aires, E4. del Mar Dul-
oot.
2 Luis V. Sommi: La Revolucién det 90, Bucnos Aires, Ediciones
Pucblos de América, 1957; Roberto Etchepareborda: Tres revo-
luciones, Buenos Aircs, Pleamar, 1968, p. 98.
> Sommi: op, ct, pp, 89:90.
* Gino German Pllica y socleded en una poca de transicion,
Buenos Aires, Paidés, 1968, p, 209 (mubrayado mio).
4 Sobre esta tema ver Hilda Subato y Elfes Pali: “Quiéa votaba
‘en Buenos Aires? Prictica y toorfa del sufragio, 1850-1880",
Bucnos Aires, 1990, mimeo,
4 nparticutarlodistintivo del perfado 1860-1880 cn laciudad de
Buenos Aires fue la conformacién de un espacio pdblico amplis-
do, que funcloné efectivamente como imbito de mediaciéa'en-
\wesociedad civil y poder polltico. Ver Hilda Sabato; “Partcipa-
SEPTIEMBRE-OCTUBRE 1990
Director: Alberto Koachotzke
der como de los que militaban en ta oposicién. En todo caso,
cen Jos albores del nucvo siglo ta pregunta acerca de quiénes
conformarfan ta ciudadanfa pas6 a ocupar un lugar central en
ef debate pablico. Al establecer el voto obligatorio, 1a Ley
‘SScnz Petia propuso una respuesta: todas los hombres adultos
natives debfan integrar el cucrpo politico de ta nacién ar-
gentina.
‘cién politica y expacio pablico en Buenos Aires, 1860-1880" en
El reformisma en contrapunto, Monicvideo, CLAEH/E. de la
Banda Oriental, 1989; H. Sabato y B. Cibotti:"IHacer potficaen
Buenos Aires: lr italimos en la escena publica portefia,1860-
1880" en Boleitn det 1. Ravignant N* 2, 3° 6poca, 1990.
7 Natalio Botana: El orden conservador, Bucnos Aires, Sudame-
ricana, 1977, p. 185.
* Bxtractado del discurso de AristSbulo del Valle pronunciado en
1 Meoting de ia uveniud realizado el 1/9/1889 en el Jardin Flo-
rida, Citado on Unién Civien-Su origen, organization y endan-
las, Buenos Alrcs, J. Landenberger y F.Conto editorcs, 1890,
p16.
9 Tbida p.7.
4 Francisco Barroctaveti: “Tu quoque juventudl" en La Nacién,
2078889.
10 "Francisco Barroctavetla: “Reseia histrica do la Unién Civica”
‘en Union Civica... (ct,), p-XV (rubrayado mio),
NUEVA
SOCIEDAD
2 Ne 108
ete de Redaccidn: Sergio Cheltec
RGUTURAT Rolinde Atope Monga; Goats Face Se yt na oi, cel Beal, 4lde G/ Tokai. Corba dieme
dog. ‘
ANALISIS: Roberte Guimartea: Braalt vuelve al banguillo: \8 ecopolitioa de Ia desiruccién en is Amazonia. Yves Padrazzinu Ma
‘Gely Sinches. Nuevas legltimidedes sociales y violencia urber” in Careces. Jorge Rodriguex Boru La cuestién militar en Puer-
{o Rico, zalrve al pleblacito? Michael Dauderslidt. 1992-0. --andono europeo del Tarcer Mundo.
POSICIONES: Ratos.y desallon dal aindicaliamo para al afo 2000. Concluslonex de la Gonferencis internacionel CIOSLIORIT,
CISL, OIT. Comision Anding de Juristas, Narcotri{ico. Raalldades y Alternativas.
‘TEMA CENTRAL: Evid Gandolfo, Montevideo sexual. Una reflexign aple, Marla Ladl Londoflo. Sexualidad femenina como préct!-
98 do {a libertad. Carlos Monsivils, Control y Condén. La revolucién sexusl mexicana. Michel Malte
forma de soclalidad, Sandra Lidid C, Side, empuje conservador @ Indilerencia. Néstor Perlongher.
deta noche. Merlene Sandoval V. Prostitucion infantil. iahaladién y miedo: Tamara Carvalho. Hippie.
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pllnamiento sexual y canon corporal. Mabel Belluecl. Anarquismo; sexualiied y emancipacion femenina, Argentina alrededor det 900.
DOSSIER: Rodaoa a In sexualidad.
La proatitucién como
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