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ellos, y baj del alto monte Olimpo hasta llegar a la isla taca. Se detuvo a las
puertas del palacio y cambi su aspecto para que nadie pudiera reconocerla.
Tom la apariencia de un extranjero, pero no de uno cualquiera, sino de Mentes,
rey de una isla vecina. En los porches del palacio estaban los pretendientes de
la reina Penlope. Eran los soberbios hijos de los reyes vecinos, de la misma
taca y de otras islas. Todos queran reinar all casndose con la reina. Se
pasaban el da en palacio comiendo y bebiendo, esperando que ella eligiera a
uno de ellos; devoraban lo que era de Ulises y se hacan servir por sus criados.
No haba ms que verlos jugando a los dados, bebiendo el vino que les servan
unos criados mientras otros cortaban la carne que iban poniendo en sus platos.
En medio de ellos estaba Telmaco, muy triste porque vea cmo gastaban las
riquezas de su padre; pero no poda hacer nada l solo contra sus abusos. Ellos
eran muchos, y l uno solo. Si hubiera estado all su padre, todo hubiera sido
muy distinto!
Estaba pensando en todo ello cuando vio la figura del extranjero en el vestbulo. Fue
enseguida a buscarle para invitarle a sentarse y a comer con ellos. Los criados
le sirvieron carnes de todo tipo y copas de buen vino. Mientras los orgullosos
pretendientes oan cantar al juglar Femio al son de su ctara, Telmaco, en voz
baja para que no le oyeran, le cont al extranjero lo que pasaba en palacio. Le
dijo que su padre debi de morir en el mar al regresar de la guerra de Troya y
que esos sinvergenzas estaban gastando sus riquezas comiendo y bebiendo lo
que era suyo. Luego le pregunt al extranjero quin era y de dnde vena, y si
haba conocido a su padre Ulises. La diosa Atenea le dijo que era Mentes e
invent una historia para que Telmaco creyera que era realmente el hijo del rey
de una isla vecina. Le cont que haba llegado con los suyos en un barco porque
iban a un pas de hombres que hablaban otro lenguaje para cambiar hierro por
bronce con ellos. Haba dejado su barco en el puerto como lo haca cuando
reinaba Laertes, el padre de Ulises. Haba odo decir que ahora, ya muy viejo, el
rey viva en el campo, cuidado por una anciana criada. Tambin le dijo que saba
que Ulises no haba muerto, que estaba en una isla en medio del mar, donde lo
retenan contra su voluntad; pero que l crea que encontrara algn medio para