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(Santiago Escuain)
1. La serie del caballo: La vieja gráfica lineal de la evolución del caballo a partir
de un pequeño animal del tamaño de un perro hasta el moderno pura
sangre ha quedado desacreditada. En la década de 1870, Othniel Charles
Marsh y Thomas Henry Huxley estaban poseídos por una perspectiva de una
evolución en línea recta conocida como ortogénesis. Se sabe desde hace
mucho tiempo que la icónica serie que se presenta en museos y libros de
texto es errónea. La mayoría de evolucionistas académicos actuales se dan
cuenta de que la teoría de Darwin no demanda una sola línea de
descendencia progresiva, sino un árbol o matorral ramificado. Con todo, si la
teoría de Darwin fuere cierta, debería prevalecer el gradualismo, con
numerosas formas intermedias progresando desde antecesores a
descendientes. Darwin mismo enseñó que «la selección natural opera sólo
aprovechando ligeras variaciones sucesivas; nunca puede dar un gran
salto repentino». En relación con esto se publicó un artículo esta semana
en PNAS.1
Lo que están diciendo es que la serie de los caballos había sido construida
sobre la base de análisis morfológicos —comparando las características
externas de los esqueletos. Los datos moleculares que han estudiado (ADN
antiguo) no concuerdan. En dos ocasiones en la introducción hablan de
«diversificación explosiva», y luego de «radiación rápida» una vez para los
caballos, y otra vez para los elefantes y los osos. La única vez que
mencionan el término «gradual» es para desacreditarlo: «El modelo lineal
original de modificación gradual de animales del tamaño del zorro
(caballos Hyracotheros) hasta dar las formas modernas ha quedado
sustituido por un árbol más complejo, que expone períodos de
diversificación explosiva y extinciones de ramas a lo largo de 55 millones
de años». De modo parecido, el único ejemplo de la palabra «transición»
denota otro estallido: «El final del Mioceno Inferior (hace entre 15 y 20
millones de años) marca una transición particularmente importante,
que separa una fase inicial de pequeños ramoneadores desde una segunda
fase de animales más diversos, exhibiendo una tremenda flexibilidad en
el tamaño corporal y modificaciones en la morfología dentaria. Esta
explosiva diversificación ha ido acompañada de diversas etapas de
extensión geográfica desde América del Norte hasta el resto del Nuevo
Mundo y del Viejo». Lo que esto significa es que estos animales aparecieron
repentinamente en el registro fósil sin las transiciones graduales que Darwin
esperaba, y que luego aparecieron rápidamente por todas partes del mundo.
Nature News daba más información acerca de Tawa. Jeanna Bryner en Live
Science imponía un sesgo positivo sobre la noticia, con el titular de «Se
determina el origen geográfico de los dinosaurios». Incluso impuso
unas imaginarias plumas (06/13/2007) sobre este ser: «Igual que el
Velociraptor, el dinosaurio estaba probablemente cubierto con
estructuras parecidas a las plumas y poseía garras y dientes serrados
para atrapar sus presas». Si el antecesor de este ser se arrastraba como un
cocodrilo o un anfibio, tenemos aquí una espectacular transformación de la
estructura corporal. ¿Y qué sucedió con los torpes saurópodos, si esto es
cercano al antecesor de todos los dinosaurios? Éste ya parece como un
terópodo avanzado. Bryner no explica cómo estos espectaculares cambios
de morfología sucedieron mediante un proceso evolutivo. Sólo sugiere que el
clima fue un factor: «Creen que la respuesta reside en el clima. Por
alguna razón, sólo los dinosaurios carnívoros encontraron favorables las
temperaturas de América del Norte, según sugieren los investigadores» (y
todo esto a pesar de que el título de su publicación es «Ciencia Viva», no
«Especulación Salvaje»).
Como iconos del evolucionismo darwinista, parece que los caballos y los dinosaurios
no dan el peso. Y para demostrar que este no es un problema aislado, otros dos
artículos aparecidos esta semana proclaman el mismo tema antigradualista de la
aparición repentina. Un comunicado de prensa del Instituto Médico Howard Hughes
[HHMI] del 10 de diciembre se refería a experimentos realizados sobre peces
espinosos. «Los biólogos han estado debatiendo desde los tiempos de
Darwin sobre si la evolución puede proceder en una sola y gran etapa o si se
precisa de numerosos cambios individuales pequeños», decía el comunicado de
prensa. «El nuevo estudio, comunicado en el número de 10 de diciembre de 2009
de Science Express y dirigido por el investigador del HHMI David Kingsley, de la
Universidad de Stanford, proporciona pruebas de que la evolución puede saltar
en lugar de arrastrar los pies». Incluso en tal caso, el artículo trata
primordialmente de pérdidas y alteraciones de genes en la regulación de genes ya
existentes —no de aumentos en la información genética que exigiría una evolución
de las moléculas al hombre. La mejor manera en que pudieron vestir el estudio fue
decir: «Estamos consiguiendo los primeros y tentadores atisbos acerca de cómo
surgen nuevas variantes». Bien, que vuelvan cuando puedan ver más que unos
pretendidos atisbos.
Finalmente, Ken Smith, escribiendo para Nature News, decía: «Las nuevas
especies evolucionan a estallidos». PhysOrg lo decía de forma aún más
elocuente: «La evolución puede realizar saltos gigantescos». ¿A qué se
refiere? Mark Pagel comparaba cuatro modelos de especiación, usando «más de
100 grupos de especies del reino animal y vegetal, incluyendo los abejorros,
las tortugas, los zorros y las rosas». Su análisis refuta la «hipótesis de la Reina
Roja» de una evolución gradual y constante, y sugiere más bien que «podrían
surgir nuevas especies como resultado de sucesos singulares y excepcionales,
en lugar de mediante la acumulación gradual de muchos y pequeños
cambios a lo largo del tiempo, según un estudio realizado sobre miles de
especies y sus árboles filogenéticos». Aunque él mismo es un firme evolucionista,
Pagel se da cuenta de cuán antidarwiniana es su conclusión, y cómo puede herir la
susceptibilidad de los darwinistas: «Esto realmente va a contrapelo, porque la
mayoría de nosotros tenemos esta perspectiva darwiniana de la
especiación», decía. «Lo que estamos diciendo es que pensar acerca de la
selección natural como la causa de la especiación sea quizá un error».
Quizá el nuevo lema de los evolucionistas debería ser: «Un pequeño paso para un
modelo; un salto gigantesco para la evolución». ¿O se tratará de un voluntarista
salto de fe carente de todo fundamento?
1. Orlando et al, «Revising the recent evolutionary history of equids using ancient
DNA», Proceedings of the National Academy of Sciences publicado el 9 de diciembre
de 2009, doi: 10.1073/pnas.0903672106.
Fuente bibliografica:
http://sedin-notas.blogspot.com/2009/12/los-fosiles-contra-darwin.html