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La fe es un don sobrenatural de
Dios. Para creer, el hombre
necesita los auxilios interiores del
Espritu Santo.
Cuando Jess regres de la
trascendente
experiencia
espiritual en el Monte de la
Transfiguracin, se le acerc un
padre desesperado cuyo hijo
necesitaba ayuda; el padre
imploraba diciendo: si puedes
hacer algo, ten misericordia de
nosotros, y aydanos. Jess le
dijo: Si puedes creer, al que cree
todo
le
es
posible.
E
inmediatamente el padre clam
y
dijo:
Creo;
ayuda
mi
incredulidad (Marcos 9:2224).
La fe y el temor no pueden
coexistir; una cede el lugar a la
otra. La verdad es que todos
debemos
edificar
la
fe
constantemente y sobreponernos
a las fuentes de incredulidad
destructiva.
La fe es un acto personal: la
respuesta libre del hombre a la
iniciativa de Dios que se revela.
Pero la fe no es un acto aislado.
Nadie puede creer solo, como
nadie puede vivir solo. Nadie se
ha dado la fe a s mismo, como
nadie se ha dado la vida a s
mismo. El creyente ha recibido la
fe de otro, debe transmitirla a
otro. Nuestro amor a Jess y a los
hombres nos impulsa a hablar a
otros de nuestra fe. Cada
creyente es como un eslabn en
la gran cadena de los creyentes.