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Alejandro Oliveros Acosta

Ensayo literario de la obra Altazor

ALTAZOR
(Vicente Huidobro)

Huidobro me abrió una ventana a su alter ego, Altazor, buscando a dar a


conocer un lado oscuro del hombre. Un lado que ya es muy común entre los
hombres: en mi caso, el poco significado que le doy a lo que regularmente
hago y cómo me encierro en un capullo oscuro, dejándome caer totalmente, sin
tomar en cuenta aquellas luces que se asoman desde lo más recóndito de mi
perspectiva ya cerrada.
Me da la impresión que Altazor aísla el concepto de lo que comúnmente
vemos como religión y a Dios y lo deja aparte. Sometido a un sistema de
normas, el ser humano queda limitado en la relación consigo mismo y con los
otros, huyendo de las responsabilidades de lo que construye como sociedad y
cultura. Siempre buscará alguien o a lo mejor algo que establezca las normas.
El hombre se destruye y violenta, se mata y domina cuando se cree en
una verdad divina. En nombre de esta verdad y esta razón se adentra en el
querer dominar. La caída constante de Altazor hacia la muerte me recuerda
una cosa; en nombre de la religión se hicieron matanzas y masacres por
imponer una ideología. Yo veo ese punto anti-ideología cristiana como
primordial en los cantos que leí. Siempre el hombre encuentra una razón justa
para incluso, argumentar su propio exterminio.
El destino de Altazor comenzaría con la conquista de sí mismo, ya que
todo aquel que aspira a conocer los secretos de lo que lo rodea y a cambiar su
futuro debe iniciar una fuerte lucha consigo mismo hasta llegar a vencerse.
Según mis propias experiencias, esto podría ser el encontrarse a sí mismo,
porque la verdadera personalidad permanece casi siempre desconocida y en
las sombras. Así surgen en Altazor muchas tendencias, deseos y emociones
que dividen esa personalidad, dejándose ver como algo complejo que actúa y
reacciona según las influencias que va recibiendo desde el exterior. La guerra
es como un guerrero que todo lo que se encuentra a su paso lo destruye y lo
degrada. Es una guerra contra sí mismo
Ese caos que se presenta ante la duda de la existencia de un Dios
combinada con los sonidos imaginarios y alaridos que te hace suponer, dan a
Alejandro Oliveros Acosta
Ensayo literario de la obra Altazor

entender una intriga en su totalidad. Una visión oscura de ese ateísmo que
nada más es iluminada por la mujer que trae una especie de esperanza
consigo misma, pero no duradera.
Si digo que algo existe, y que su existencia no es indemostrable, mostrar
que la suposición es no válida pudiera necesitar una búsqueda a fondo de
todos los posibles lugares en que tal cosa pueda ser encontrada, para mostrar
que no se está ahí. Una búsqueda tan exhaustiva puede llegar a ser muy
angustiante o imposible, a llegar a tal grado de dejarse caer.
El punto en que se niega a Dios es interesante. Asumir que Dios existe
es como hacer una suposición que seguramente no puede ser probada. No se
puede hacer una búsqueda de todos los lugares donde Dios podría estar para
demostrar que él no existe en ninguna parte. Altazor asume que Dios no existe,
ya que este es un supuesto que puede, incluso, poner a prueba. Enfrentarse a
él.
Vinieron a mi mente ciertas preguntas: ¿por qué creemos en el destino,
o sea, ¿qué tal si el destino se equivoca?, ¿qué tal si en realidad no hay
destino y solamente estaremos en un globo oscuro? Aunque suene exagerado
me sigo haciendo las misma preguntas; ¿y sino hay destino? ¿por qué
creemos que existe?. El destino de Altazor es como el de uno mismo, lo que es
es porque elegimos que así fuera, eso escogimos. El verdadero problema no
está en elegir sino el que no seamos elegidos.

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