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BMoCA
Universidad de Málaga
2009-2010
CAI GUO QUIANG: BMoCA
Descripción:
Las dieciocho exposiciones, de las que Cai Guo Quiang fue el comisario, optaron
en su mayoría por temas antibélicos o que hacían referencia a la cultura o tradiciones
de la zona:
- Lee Shi-chi Studio (Lee Shi-Chi y Tsai Chi-Rong): “La guerra apuesta por la
paz, en el búnker Nº.1 de la fortificación de Nanshan.
- Liu Xiaodong: “Bocetos del campo de batalla: los dieciocho nuevos arharts”,
en el aula de clase de Chungshan de la fortificación de Nanshan.
- Wang Wen-Chih: “El dragón se atreve a meterse en la guarida del tigre”, en
el búnker Nº.2 de la fortificación de Nanshan.
- Brigada de arte de Da Lun Wei (He Shi y Yan San): ”El otro lado de la costa”,
en el búnker Nº.2 de la batería de Tashan.
- Zeng Li: “Teatro de la lucha”, en la base del ejército del antiguo campo de
batalla de Lintsuo.
En 2000 Cai Guo Quiang inició la serie “Todo es museo” con la construcción del
DMoCA (Dragon Museum of Contemporary Art). Situado en el pueblo montañoso de
Tsinan, en la prefectura de Niigata, en Japón, Cai trasladó allí un horno tipo Dehua (de
1956) desde su pueblo natal: Quanzhou. Desmantelado en China y reconstruido in situ
en la montaña, el horno, con forma alargada, está hecho enteramente de ladrillos de
arcilla, y carece de electricidad, dispositivos de control de temperatura y medidas de
seguridad.
DMoCA, vista exterior e interior con la exposición de Kiki Smith: “Pausa”, de 2003.
Cai Guo-Qiang afirma que “Todo el mundo es artista y todo es museo”. Cuando
el trabajo de Cai se presenta en una nueva ciudad, al artista le interesa que se
relacione con la historia y la sociedad local, creando una obra interactiva, temporal y
de ubicación específica.
De ahí que, con el objetivo de que Todo es museo sea una muestra participativa
e interactiva, el artista ha creado para Bilbao la sección especial “Crea tu Museo”, una
oportunidad única para establecer un diálogo con los visitantes e invitar a todo el que
esté interesado a aportar ideas y propuestas sobre su concepto de museo, realizando
de entre todas las que se presenten una selección que formará parte de la exposición
de manera rotatoria a medida que se añadan nuevas propuestas durante la muestra.
“He comisariado esta exposición como invitación abierta a cuestionar el actual
sistema museístico, para desdibujar las líneas aparentes entre los roles y disciplinas
establecidos, y para ampliar nuestra aceptación y apertura hacia lo que antes eran
lugares inconcebibles para la creación y apreciación del arte”, afirma Cai Guo-Qiang en
la sección “Todo es museo” de su exposición retrospectiva en Bilbao.
Entre los autores que han apostado por una relación más estrecha entre
museo, comunidad y público, podemos destacar a Harrell Fletcher, que genera
propuestas en las que alienta a la gente a dar rienda suelta a sus impulsos creativos,
como por ejemplo en “The sound we make together”, de 2003, donde invitó a grupos
locales (de yoga, por ejemplo), a llevar a cabo sus actividades habituales en la galería.
Más allá de las puntuales, diríamos: “performances”, de Harrell Fletcher,
Thomas Hirschhorn produce con su obra “Bataille Monument” una serie de “barracas”
realizadas con materiales desechables como cartulina, contrachapado, celofán o cinta
de embalar, abarrotadas de documentos históricos, filosóficos, políticos y artísticos
contemporáneos (en su mayoría pegados en las paredes de forma aleatoria). Las
barracas fueron construidas por jóvenes del barrio donde se situó (un barrio pobre con
mayoría de población turca de Kassel, la sede de la documenta 11 para la cual la obra
fue proyectada), y el artista les pagó para que las regentaran mientras durase la
muestra. Las barracas tuvieron varios usos: biblioteca de libros relacionados con
Georges Bataille (escritor que inspira la obra, y que se destacó por sus estudios sobre
la relación entre el erotismo, la religión y la trasgresión), un taller, un bar, y un estudio
de televisión abierto a la juventud del barrio. La obra desdibujaba así las fronteras
entre arte, educación, política y trabajo comunitario.
Kristin Jones y Andrew Ginzel realizan así mismo una interesante mezcla de
estética, participación y cultura en obras como “Mnemonic”, realizada entre 1989 y
1992, en la Stuyvesant High School de Manhattan. La escuela, fundada en 1904, tiene
una ilustre historia, ya que en ella estudiaron varios premios Nobel de ciencias y
artistas famosos; los artistas, que pretendían aludir al pasado de la institución y a sus
conexiones con el mundo, insertaron 400 bloques de vidrio en las paredes de la
escuela, y los llenaron con recuerdos (desde reliquias de la zona de Manhattan, hasta
objetos donados por embajadas y consulados de todo el mundo, además de objetos de
interés aportados por los alumnos). Algunos de los bloques se dejaron vacíos para ser
llenados en cursos posteriores. De esta forma las paredes de la institución actuaron
como museo viviente, en constante crecimiento y al alcance de los alumnos y
visitantes, lanzando un mensaje positivo respecto a la globalidad y la historia.
Con un interés más solidario trabaja Rick Lowe, que con la fundación de su
“Project Row Houses” en 1993 crea al mismo tiempo una organización de servicios
sociales y artísticos. En colaboración con un equipo de artistas, arquitectos,
funcionarios y miembros de la comunidad de uno de los barrios afroamericanos más
pobres de Huston, Texas, Lowe ha transformado 22 casas abandonadas en hogares de
renta baja, estudios de artista, residencias, galerías, talleres y viviendas provisionales
para madres adolescentes (a quienes se imparte formación laboral y sobre cuidado de
los hijos). En las casa destinadas a proyectos artísticos, los invitados pasan seis meses
creando instalaciones relacionadas con temas históricos y culturales de la comunidad,
e implican a integrantes de la misma en la creación de sus obras. Entre los proyectos
artísticos figura “Echo”, de 1996, dibujos murales de Whitfield Lovell creados a partir
de retratos de estudio de afroamericanos de principios del siglo XX.
Más participativos son los talleres de Tim Rollins, quien a principio de la década
de 1980 concibe talleres extracurriculares en los que alumnos conflictivos y en
situación de riesgo creaban obras colectivas que analizaban la relación entre su
situación personal y relatos literarios tales como “La letra escarlata”, “Revelión en la
granja”, “América” (de Kafka), o la autobiografía de Malcolm X. Los talleres de Rollins
procuran ofrecer una salida creativa a los conflictos de una comunidad desfavorecida,
poniendo a su disposición productos culturales que van desde el arte renacentista
hasta cómics, para integrar tales estilos en sus obras. Aunque las producciones de los
“Kids of Survival” (K.O.S. como se bautizó a los participantes en este programa
educativo) suelen exponerse en galerías, sin embargo también se han llevado a cabo
algunas intervenciones públicas a gran escala, que permiten llevar el arte a la calle.
Considerando la validez del “Outside Art”, en la que se inscriben las creaciones
de personas que son en cierto sentido ajenas al mundo del arte contemporáneo (ya
sean producciones de aficionados, fruto de sesiones de arteterapia, o de niños), hay
que tener en cuenta la multiplicidad de asociaciones artísticas locales en todo el
mundo dedicadas a la promoción de arte (en su mayoría “tradicionalista”), que
asumen la exposición de sus obras en espacios frecuentemente improvisados (salas de
usos múltiples de centros cívicos, tenderetes callejeros, edificios abandonados, o casas
particulares).
Especial interés posee la iniciativa del Rock Garden de Chandigarh (en la India),
creado por el inspector de carreteras Nek Chand desde 1958, quien tras serle revelada
una visión en un sueño, empezó a clarear una zona en la selva de las afueras de su
ciudad en su tiempo libre, trabajando afanosamente coleccionando materiales
(piedras, ladrillos, cristales) de los lugares demolidos en la ciudad para construir un
jardín en los que colocaba estatuas de dioses, diosas, animales, bailarines y otras
figuras. En el lugar estaba prohibido construir desde 1902, por lo que el trabajo de
Chand era ilegal, pero fue capaz de mantenerlo escondido durante 18 años antes de
ser descubierto por las autoridades. Su trabajo estuvo a punto de ser demolido, pero
Chand logró poner a la opinión pública de su lado y en 1976 el parque fue inaugurado.
Chand comenzó a recibir un salario y las autoridades le pusieron a su disposición 50
trabajadores para que se pudiera concentrar a tiempo completo en su trabajo.
Así mismo, y desde otra perspectiva, los museos virtuales han pasado a formar
parte de nuestra cotidianeidad, y aportan una posibilidad de acercamiento del público
a obras de arte situadas en espacios lejanos. Si bien los museos virtuales están lejos de
ofrecer el tipo de relación abierta que ha favorecido Cai Guo Quiang con sus “Todo es
museo”, sí que posibilitan en muchos casos que se generen “museos o galerías
abiertas”, que recogen las aportaciones artísticas de internautas-artistas nóveles que
de esta manera pueden poner a disposición de cualquier público su obra.
2. Argumentación de la obra:
Interés personal:
“BMoCA: Todo es museo Nº.3” supone una iniciativa que parte de la base de
que cualquier espacio es susceptible de ser convertido en museo, y también de que
cualquiera puede exponer en él, siendo además la propia comunidad de la zona donde
se instala la que en gran medida lo gestione.
La interacción arte-vida es algo sobre lo que el mundo artístico del siglo XX está
especialmente interesado, y no parece que el siglo XXI haga amago de enterrar el
tema, ya que cada vez con más fuerza se cuestiona el clásico modelo museístico y
galerístico, y se buscan nuevas propuestas participas para que el público se acerque al
arte contemporáneo, y para que el arte contemporáneo se acerque al público en
cualquier momento.
Conclusiones:
Partir de la cultura local, de elementos típicos o comunes sobre los que realizar
una inversión conceptual, permite captar el interés y la colaboración, como poco, de
las poblaciones rurales (o eso parece haber demostrado Cai Guo Quiang). Formulando
nuevos sistemas museísticos, el público logra sentirse parte más activa del proyecto
artístico, y el museo se convierte así en parte imprescindible de la identidad cultural
local.
No puedo decir que la técnica o estética de mi obra tenga mucho que ver con la
de Cai Guo Qiang, sin embargo, comparto con él buena parte del fondo filosófico que
acompaña su producción, especialmente el deseo por encontrar nexos culturales y
reconvertir la destrucción y el abandono en creación y belleza. Aunque no domine o
carezca de los medios de realización que Cai tiene a su disposición, hay algo que
espero lograr en el futuro: producir proyectos artísticos en los que la ciudadanía se
involucre creativamente.
3. Análisis y trayectoria del artista:
Datos biográficos:
En 1995, se trasladó a Nueva York (donde vive actualmente) con una beca del
Asian Cultural Council, una organización internacional que promueve intercambios
artísticos entre los países de Asia y los Estados Unidos.
En 1996, la obra Grita dragón/Grita lobo: El arca de Gengis Kan resultó finalista
en la primera edición del Premio Hugo Boss del Solomon R. Guggenheim Museum, que
premia la innovación en las artes visuales; esto supuso un auténtico catalizador para el
reconocimiento del artista a nivel internacional. La obra se encuentra entre las piezas
más destacadas de la colección de arte contemporáneo del museo y fue expuesta en
Bilbao en 1999.
Tres años más tarde recibió el León de Oro de la XLVIII edición de la Bienal de
Venecia por la instalación que presentó en la Bienal del Milenio: Patio de la
recaudación de la renta de Venecia (1999).
Cai recibió en 2007 en VII Premio de Arte Hiroshima. Junto con este galardón, la
exposición del artista en el Museo de Arte Contemporáneo de la Ciudad de Hiroshima
en 2008 incluyó el proyecto de explosión Fuegos artificiales negros, llevado a cabo en
el parque de la ribera del Motomachi, junto a la Cúpula de la Bomba Atómica. Un vídeo
documental de esta obra formará parte también de la exposición en Bilbao.
Cai Guo Qiang realiza obras basadas en una amplia variedad de símbolos,
narraciones, materiales y tradiciones como el feng shui, la medicina china, los
dragones, las montañas rusas, computadoras, máquinas expendedoras, la vida
silvestre, el retrato, los ciudadanos chinos de otras etnias diferente de la Han y sus
culturas, y los fuegos artificiales de pólvora. La valoración de la cultura de su país no
está exenta por tanto de la mezconlanza con la de otros lugares, en una búsqueda de
la globalidad que incluso le conduce a interesarse por los extraterrestres.
1989. Morada humana: proyecto para extraterrestres Nº. 1. Fussa Minami Park,
Tokyo, Japón.
Cai pretende transmitir con esta explosión una imagen diferente al universo no
vinculada ya a las guerras y matanzas, sino como una recreación de la energía liberada de la
detonación simbólica del big-bang, como origen de vida y ciclo eterno de regeneración.
1995. Trayendo a Venecia lo que olvidó Marco Polo. Palacio Giustianini y Gran
Canal de Venecia, Italia.
Para la 46ª bienal de Venecia, y la conmemoración del 700 aniversario del
regreso de Marco Polo desde China, Cai navegó por el gran canal en un junco
tradicional chino para traer el “espíritu oriental” (lo que Marco Polo olvidó traer),
simbolizado por medio de la medicina tradicional china. Cai pegó recetas en las
paredes del palacio Giustianini, donde amarró el barco como lugar de descanso para
que los visitantes pudieran saborear los tónicos que se ofrecían a bordo. Además, Cai
instaló también en el palacio una máquina expendedora donde se podían adquirir
cinco variedades de tónicos.
1996. El siglo de los hongos atómicos: proyecto para el siglo XX. Diferentes
emplazamientos (en el doble negativo de Heizer en Overton, en la Spiral Jetty de
Smithson, en Salt Lake, en el emplazamiento de pruebas atómicas de Nevada, y en
Manhattan, EEUU).
1997. Baño crisol de culturas: proyecto para el siglo XX. Museo de arte de
Queens de Nueva York.
Para la 48ª bienal de Venecia Cai recreó una obra de marcado carácter político
realizada en 1965 por miembros del Instituto de Bellas Artes de Sichuan. Cai se apropió
de la iconografía comunista para ilustrar el proceso creativo y los inexorables efectos
del tiempo, ya que las figuras de barro (modeladas por diez escultores entre los que se
encontraba uno de los originales creadores de la obra) se dejaron en parte inconclusas
y sin cocer para que al secarse se desintegraran poco a poco. Esta obra causó un
debate político en china debido al tema de la apropiación y el copyright intelectual.
2001. Una historia arbitraria: río/ montaña rusa. Museo de arte contemporáneo
de Lyon.
En esta instalación interactiva en dos partes, Cai recicló buena parte de su obra
para colgarla sobre un río artificial hecho con resina de bambú en el que los visitantes
podían navegar sobre pequeñas barcas, recorriendo la arbitraria historia de su proceso
creativo (cuestionando así la relación entre las distintas producciones y los lugares
para los que se habían creado originariamente). En la segunda parte, una montaña
rusa permitía a los visitantes dar un paseo mientras contemplaban imágenes del arte
francés de diferentes épocas y estilos a la vez que oían la música de “Júpiter, el
portador de la alegría”, del compositor Inglés Gustav Holst.
2003. Hombre, águila y ojo en el cielo. Oasis de Siwa, desierto del Sahara,
Egipto.
Cai explora las relaciones entre pueblos lejanos y el poder simbólico del arte
por medio de este proyecto social en el que participaron más de 600 escolares que
pintaron en un taller dirigido por el artista 300 cometas traídas desde china, y que
luego fueron echadas a volar en el desierto. Un proyecto de explosión cerró el
programa. Desde entonces, cada año se han vuelto a volar cometas por las mismas
fechas.
2008. Dibujo para las huellas de la historia. Mueso nacional de arte de China,
Beijing.
Webs consultadas:
http://www.caiguoqiang.com/
http://www.guggenheim-bilbao.es/secciones/programacion_artistica/nombre_
exposicion_claves.php?idioma=es&id_exposicion=124
http://www.artespain.com/04-05-2009/arte-contemporaneo/cai-guo-qiang-de-
frente-obra-en-la-exposicion-del-guggenheim-bilbao