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Capítulo V
El prólogo
minar, proemio, isagoge, tienen definiciones similares. introducción implique un complemento al texto princi-
Se trata de un discurso antepuesto al cuerpo de una obra pal; algo que es importante para su cabal comprensión,
para dar noticia al lector del fin de la misma o para ha- y por lo tanto, estructuralmente parte de la obra. El prólo-
cerle alguna otra advertencia. go estaría relacionado más con circunstancias exteriores
El exordio se relaciona con la oratoria y tiene por a la obra, y la advertencia con algunos problemas de la
Úbj'~t'o excitar la atención y preparar el ánimo de los traducción.
oyentes. El introito y la epístola se relacionan con la En general, los conceptos citados se relacionan con las
misá y con el derecho; el preludio y la exposición con ideas de vestíbulo, tachada, umbrar,zagliáñ;deTilñtal;---'-
la música. hoja de parra o taparrabos': ;étementoslímites, má~
La advertencia es un escrito por lo común breve. El ~~por definición, localiza<fossiempre entre lo interno y
p~ülo ronllevala idea de rodeo o digresión imper- íO externo, que sirven para separar y comunicar. Impli-
tinente. can escritos al margen que realzan y enmarcan la repre-
sentación de la obra.
,- El argumento es un sumario del asunto de la obra o
En las páginas siguientes usaré la palabra "prólogo"
de cada una de las partes en que está dividida. La epísto-
la nuncupatoria es el escrito con que se dedica una obra, en su acepción general, y por lo tanto incluirá los sinóni-
o en que se nombra o instituye a uno por heredero o se mos citados. Incluirá también las notas de carátula y
le confiere un empleo. "
contracarátula que agregan algunos editores, y los versos
Dado el carácter dependiente del prólogo en relación ,r
-láudatorios que, sobre todo en el siglo de oro, venían al
con el texto principal, el contenido de éste (legal, de .- ,:.principio de las obras literarias.
teatro) podrá determinar la selección del término.~'D~ Alberto Porqueras Mayo, quien ha dedicado varios
otro lado, hay cierto matiz relacionado con la extensión o libros al estudio del prólogo en la literatura española,
brevedad; con el grado de esmero o refinamiento en la señala que su origen se remonta a la literatura griega
composición del texto introductorio: prólogo, introduc- anterior a Aristóteles. En aquella época existía "la expo-
ción, prefacio conllevan la idea de un trabajo elaborado, sición" como algo previo y esencial al drama, en la que
ya sea del autor o de otra persona, usualmente de pres- un personaje o una "deidad"3 daban explicaciones sobre
tigio, que da cuenta con cierto detalle de la obra o del las circunstancias de la obra, algunas veces dirigiéndose
autor. Por el contrario, "advertencia" o "palabras pre- directamente al público. En la literatura latina, el prólo-
liminares" implican textos más breves para consignar
algún detalle específico o de importancia circunstancial.
Lo anterior, sin embargo, no puede afirmarse categó- 2. Salvador Jacinto Polo de Medina titula "Zaguán del hospi-
ricamente, ya que algunos escritores, al acogerse al tal" el prólogo de "Hospital de incurables" (1627), y agrega el si-
tópico de la modestia, encabezan un texto de la primera guiente subtítulo: "Introducción al discurso, proemio que llaman
categoría con un título de la segunda. o prólogo de más acá dentro" (Obras completas, 179).
3. Al respecto afirma Nietzsche, refiriéndose a la tragedia grie-
E:~.~~!!llJ1ܧ.mQ~
li1¿1:g~p~Q~I1c;g,gc;urrirp<?!--~pjQ ga: "un dios debía salir fiador ante el público de los aconteci-
un prólogo del editor, una advertendil"'aéf'gue,tr.aduce, mientos de la tragedia y disipar todas las dudas sobre la realidad
y una introducción del nove~n-este caso, tal vez la del mito" (El origen de la tragedia, 79).
106 Alvaro Pineda Botero
go cumplió la función de atraer la simpatía del auditorio es aplicable a la novela. Ni el prólogo ni el epílogo la
(El prólogo como género, 22 a 28, y El Barroco, 17). pueden "resumir". Su expresión está en la totalidad del
Para la tradición literaria el prólogo ha sido un ornato texto. .
de la obra4. Cervantes está dentro de esta tradición. El . La ironía en las actitudes de Hegel V Cervantes es que
prólogo de la primera parte de El Quijote dice: arn'bOS"autores
,.- utilizan el prólogo para denunciar la
practica de escribir prólogos. En este caso la.escritura se
Sólo quisiera dártela (la obra) monda y desnuda, sin el .fQ!!..~~erte
no sólv CJJJ(.t~la[~xfo(en J!1arco)del text()-que -----.
ornamento d~ prólogo, ni la innumerabilidad y catálogo de
los acostumbrados sonetos, epigramas y elogiosque al prin-
.:Yi~~~.! conJ:in~aciónL.~!!1°en me.ta!ex1,oqe sí misunr,-y--
..Q9r lo tanto no sólo es un exterior del textOSíñoTám-
cipio de lo.slibros suelen ponerse (Obrascompletas, 1032)5. bi~-se. . ~. .
y generalmente es leído primero. Anuncia un futuro: en un libro (The Art of the Novel), que se lee como un
"esto es 10 que usted va a leer", pero fue escrito en el tratado de teoría de la novela. El prólogo de Borges al
pasado. Hace presentes tanto futuro como pasado, Está libro Elogia de la sombra es toda una declaración poéti-
trayendo al texto el sentido de la circularidad, uniendo ca; también el de José Gorostiza a Muerte sin fin 9 ,
el final con el principio, el futuro con el pasado (ver Los prólogos ajenos1Opor el contrario, pueden acom-
Derrida, Margins, XXIII y Dissemination, 7). pañar a obras contemporáneas o a reediciones de obras
En otras palabras, el prólogo es algo que desde el ex- de épocas anteriores. Los primeros, con frecuencia, co-
terior de la obra se escribe sobre un interior que vendrá rresponden a un compromiso del prologuista con el
a continuación, pero que ya debe haber transcurrido autor o con el tema tratado. Cumplen una función de
para poder ser escrito. Tanto en los ejemplos de Cervan- propaganda, de presentación; promueven, indican, llaman
tes y Hegel como en el prólogo en general, vemos las la atención o justifican. Refuerzan la función del título
anacrbnías y paradojas de 10 uno y 10 otro cuando con.,. y del nombre del autor. A veces se trata de un autor
curren simultáneamente. . poco conocido; el prologuista (tal vez más conoci-
Pueden establecerse distintos tipos de prólogos: en do) ofrece al autor su auditorio. En consecuencia, gene-
primer lugar, afirma Derrida, los que pertenecen al ralmente se constituyen en alabanza al autor y a su
texto, es decir, los que agregan algo a la exposición cen- obra 11 , porque la más sincera alabanza viene de afuera:
tral, en cuyo caso no tienen identidad en sí, pues son al incorporar una segunda voz que desde el margen
parte de un todo mayor. Son una prolongación del estilo ;-- dama las bondades del texto, se crea un marco de vero-
y a veces de la estructura; apéndice del texto que an\{n-
" .. 'similitud, se abre una vía de entendimiento, 10 que no
cian. Por el contrario, están los que no agregan nada, y ocurre con la autoalabanza, que no siempre la recibe
por 10 tanto son meras copias, repetición mecánica de 10 positivamente el lector. Encontramos casos de auto-ala-
que vendrá, residuo de la escritura (Dissemination, 15)8. banza en autores de gran prestigio, cuya confianza en sí
. Desde otro punto de vista, los prólogos pueden ser mismos les permite tomar posiciones de superioridad,
propios o ajenos. Los propios sirven para justificarse el que generalmente se resuelven en la ironía y el juego. En
autor, es decir, para declarar una deuda intelectual que este sentido, los prólogos de Guzmán de Alfarache pue-
valida el texto, para narrar las circunstancias especiales
'que dieron origen a la escritura. (Ver Porqueras Mayo,
Temas y formas, 163, 170 y Barroco,4). 9. Porqueras Mayo afinna que en el Siglo de Oro el prólogo
sustituye al ensayo (El prólogo como género, 166).
Muchos prólogos propios son vehículos doctrinales, 10. Según Porqueras Mayo, es en el siglo XV cuando aparece
ensayos polémicos, tratados de teoría literaria. Los pró- por primera vez el prólogo ajeno en España. Se trata del Proemio
logos de las novelas de Henry James han sido editados de Juan de Mena al Libro de las virtuosas y claras mujeres de D.
Alvaro de Luna (El prólogo corno género, 87).
11. Algunas veces toma la forma de epístola (o epístola nun-
8. Nótese que es "repetición" sólo para el autor, no para el cupatoria). Puede ocurrir que luego de publicado el libro, el
. lector quien normarmente no ha leído el texto al leer el prólogo. autor recibe una carta de alabanza de algún lector importante, y
Para éste, al contrario, el texto sería la "repetición" (o amplia- la use como prólogo en subsecuentes ediciones (ver Porqueras
ción) del prólogo, Mayo, El prólogo como género, 139).
..........
I~ili!
'ni
el título y abre una visión hipertext.ual para la interpre- je", 56 prólogos, 20 capítulos (el último de los cuales
Illi' tación de la obra. El título de El carnero (ver capítulo 'tTeñee1sU15fifü!<Jde--epITógO"G1fesap'artaaos"mas~'
111),que tiene ciento cuarenta y siete palabras, es, tam- --~I-~ nQ!ela, como dIce .Obieta en la ~eite.l]f~~'.!L-
"
~~..
e,:' bién un prólogo, por su función introductoria13 . . una' "gran"ldeil"-qtie-se dibujó y d'eSdIbujó, en sucesivas
A veces el prólogo implica la idea de que "esto es lo
~!~ortosi~'. Fernández "acaso jugaba (seriamente) a?
que en realidad quiso (o quiere) decir el autor en la
los prólogos y a los títulos, jugaba a la novela" (5).)
obra". Expresa la imposibilidad de poner un punto final Llama la atención, en primer lugar, el título. Se trata no
a la escritura; de que nunca se termina totalmente, por- de una novela, sino de un "museo" de la novela. Inclusi-
que siempre habrá algo que corregir, añadir, cortar, co- ve hay un prólogo al "lector de vidriera". La novela pre-
mentar. Bajo esta idea un libro nunca finalizará porque senta, en "ventanas" distintas, la preparación de una no-
es la continuación de otro; porque todos los libros de vela: "almacén de intenciones, proyectos, materiales,
un autor son un solo libro, porque un libro genera otros realizaciones, sugerencias, donde todo puede haber y
libros. caber" dice Obieta (6).
De igual forma, el prólogo tiene frases o párrafos in-
troductorios y otros de conclusión. Es decir, tiene su Incluye además "lo que está por fuera de la novela":
propio marco, lo que le da "unidad". La conclusión del los prólogos son "afueras amplias. Sólo con su ayuda
es posible contarlo todo" (31): hay un prólogo "a dos
prólogo, por ejemplo, informa "lo que en realidad el
- ...personajes desechados" (77); otro "al personaje presta-
autor quiso decir en el prólogo..."14. En ambos casos
vemos las leyes del encaje operando dentro del marco15
, do" (91); en otro enumera "los libros que a los veinti':'
~ . '. .,
, cinco años estaba decidido a escribir" (86). Se trata
Estas p~radojas están bien ejempl::.ri7,adasen Mus~o así de una novela que es y no es: "es y será futurista
de la novela de la eterna de Maced' . z _que
hasta que se escriba" (44). ,
(El autor) deja autorizado a todo escritor futuro de im- íñ11uencia del. texto que viene a cont1ñUación-;irrftueiiCia
pulso y circunstancias que favorezcan un intenso trabajo, que denomíña:--npenñéabilidad". El prólogo absorbe las
para corregirlo y editarlo libremente, con o sin mención de características del texto; "de ahí que el género (prólo-
mi obra y nombre. No será poco el trabajo. Suprima, en- go) se torne algunas veces sub-género dependiente de un
miende, cambie, pero, si -=:""'-~
acaso, que algo~ quede" (236).
~- género más potente al cual presta un servicio" (El prólo-
go como género, 100). En un trabajo posterior afirma:
Esta es. su "teoría perfecta de la novela" (236), que
"en determinados momentos de máximo esplendor, (el
,.im~sa conciencia ~e 192.J?!°cesos de 1iITer~ prólogo) puede considerarse como género literario inde-
~-1&2Stl!~lidad,pero que no es tan novedosa si recordamos pendiente, aunque muy circunstanciado al libro concre-
la estrofa del Libro de buen amor en la que Juan Ruiz
to del que biológicamente participa" (Temas y formas,
invita a continuar, suprimir, cambiar la obra (ver capí- 157). En vez de entrar en una discusión de géneros y
tulo IV). Afirma Obieta: "creo que nada complaceríá subgéneros, me parece. más apropiada la idea de ver el
\ tanto a Macedonio Fernández como enterarse de varias . .f' ..-prólogo como un texto que al colocarse frente a otro
\ novelas de la Eterna sin obligación alguna de fidelidad
al original, sin conservar el título ni siquiera indicaJ Ja.
; texto, asume una función introductoria, dialoga, crea
tensiones, predispone la lectura, enmarca. Así, la per-
)
( procedencia del estímulo" (7). . --
.~
voz narrativa principal, Arturo Cova, que al ser presen- Al bien intencionado: No sé - ¡oh tú, que me estás le-
" .,. '°' ",'
yendo! - si tienes derecho al título que te doy en este prólo-
tada en forma destacada, permite que el personaje hable go. (oo.)No quiso el que me dió el ser disculpar mis faltas
al lector, dando un anticipo del contenido de la obht/'~' (...) ni es discreta satisfacciónsacar a vistas hijos corcovados
El efecto principal es intensificar el realismo del perso- (oo.). El día que salí de la tienda entré a servir a quien me
naje, darle independencia. El papel del autor se ha limi- compró; y desdeentonces ya no corre por cuenta de quien
tado a "arreglar el manuscrito para su publicación"18 . me dió el ser mi defensa, sino del señor a quien reconozco,
Aunque el prólogo no esté identificado en la obra, (Cigarrales de Toledo, 19-21).
con frecuencia es fácil determinar por lo menos la zona
introductoria al discurso novelístico, debido al uso de Tirso cumple así con varias deudas con lo tradicional:
ciertas tradiciones de la retórica. A este respecto es bien además del uso de los tópicos aludidos, capta la benevo-
conocida la lista de tópicos que ofrece Ernest Robert lencia del lector llamándolo "bien intencionado" y
Curtius (y que no voy a desarrollar aquí). Baste mencio- "señor", y declarándose el texto "servidor".
nar los más i,mportantes: el tópico de lo nunca dicho,
el deber de manifestar la sabiduría, la escritura por man-
El principio tiene la función de moldear y definir la depositada, sin saberlo, por un vecino; una mera partícu-
obra. No sólo hace evidente la existencia de la obra la flotante en la corriente del discurso" (The Art o/ the
misma sino que se establece como sustituto de las cau- Novel, 119), Cuando al comenzar el relato el autor obse-
sas que la originaron: explica su existencia. Inclusive, quia a su lector con una de estas semillas, le facilita la
ciertos géneros enfatizan la introducción para resaltar el entrada a la obra dándole un primer elemento de com-
origen: las crónicas y las novelas "por entregas", al prenSlOn.
reforzar el origen, con frecuencia quedan demarcadas Es necesario distinguir entre la semilla quele sirvió al
únicamente por el comienzo: el texto en sí mismo entre- aii{orpa-r~t a esarro llar" rá "6bia"y' ia-se-iñüia:' que le sirve ~í
ga su mayor contenido en los primeros capítulos y a me- leCtorpai;a"TñTerpfe1ar1a-:-rref6'--algün~~cQ.lijclaen:::'
dida que avanza el relato la importancia decae, dejando -Gá])rrer-e~l1da Márque-z"'riOSliaaado un testimonio de
un final "abierto" (Ver Lotman, Structure, 213). estos casos: afirma que sus obras nacen siempre de una
Sin embargo, la novela moderna tiene la teng~I~s!~a imagen: "La siesta del martes", surgió de la visión de
apartarse de estasmaneras tradicion,ales: muchos autoies una mujer y de una niña vestidas de negro caminando
:mICiap el relato sin prólog~ y más ailñ~iñ--'mediasr~s, bajo el sol en un pueblo desierto; La hojarasca de la ima-
lo que exige en mayor o menor grado un lector "cread:" gen de un viejo que lleva a su nieto a un entierro; El
va" (o "activo"), ya que sin las ayudas introductorias, coronel no tiene quien le escriba de la visión de un hom-
la lectura se hace más difícil. Tal es el caso de La trai-, br.e esperando una lancha en el mercado de Barranquilla. :.1
ción de Rifa Hayworth de' Manuel Puig, en donde en las ,- "Cuando esa imagen es descrita al iniciarse la obra, - se ,¡
páginas del comienzo ni siquiera se identifica a los perso- .. :'bfrece también como germen interpretativo para el
najes que participan en los diálogos. Se trata, como nota lector. Hablando en relación a Cien años de soledad,
Graciela Reyes, de diálogos sin marco narrativo. El dice García Márquez que "la primera frase puede ser el
narrador renuncia a su autoridad para ceder la palabra a laboratorio para establecer muchos elementos del estilo,
sus personajes, y sólo se le adivina como compaginador de la estructura y hasta de la longitud del libro" (El
de citas, yuxtaponiendo hablas de personajes. No aclara olor de la guayaba, 26, 27). La primera frase de Cien
en qué tono se dice algo, ni cómo es la escena, ni quién años de soledad dice:
entra, ni quién sale. A los personajes los va creando el
lector a medida que los "oye'~ hablar (Polifom'a. 148- Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento,
151). el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella
En otros casos existe 10 que Rita Gnutzm,anlLlla"J1a: tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo
rñaaü "'acto preparatOilO"r;--ü sea, cü~itos elementos no (Cien años, 7).
'-¡Opícos al comIenzo de la novela que conllevan""(;Iger-
" men del am bIente y del tema que se desarióIliir"eñTas En efecto, Julio Ortega analiza algunos elementos y
dIferentes partes del relato ("El comienzo, ¿epítome de ofrece una interpretación de la novela a partir de esta
la novela?", 188). Henry James había ya mencionado primera frase, la que nos lleva "al presente sin tiempo
la idea de "el germen de la historia" a propósito de The del tiempo de ia lectura". "¿Muchds años después de
Spoils o/ Poynton: esta novela "nació de una semilla qUé?", pregunta Ortega. "Ese futuro nos sitúa en el
120 Alvaro Pineda Botero