Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Los dueños de las tabacaleras padecen uno de los tumores más frecuentes: cáncer amoral.
Exportan el tabaco de países tropicales, venden caro su producto, pagan mal a quienes lo
cosechan, enferman y matan a sus consumidores y no se responsabilizan por los daños que
producen. Además, logran convencer a algunas secretarías de salud, como la de México,
acerca de su humanismo y de sus buenas actitudes. No sobra recordar que en el sexenio
pasado pactaron con quien haya resultado responsable un trato sin duda vil: por cada
paquete de cigarros vendido las tabacaleras donarían un peso para que se usase en fondos
destinados a aliviar la salud. Aunque no recuerdo bien, el fondo tenía el nauseabundo mote,
palabras más, palabras menos, de “fondo para gastos catastróficos de salud”. Así que, con
Voltaire y sin Voltaire, con mi puro y sin mi puro, la decisión del Senado y de la Asamblea
Legislativa del Distrito Federal de prohibir fumar en espacios cerrados me parece muy
adecuada. La resolución es ética.
Son dos las razones por las cuales es lícita la prohibición de fumar. La primera, como ya
señalé, se refiere a los daños que sufren quienes cultivan el tabaco, aunados al maltrato
económico y humano que hacen con sus empleados las compañías tabacaleras. La segunda
son las enfermedades producidas por el tabaco y cuyos gastos son imposibles de afrontar.
Agrego que las enfermedades vinculadas con el tabaco son devastadoras, tanto para las
personas –sufren mucho y mueren muchos– como para la sociedad que tiene que afrontar
los gastos. Algunos estudiosos, como el doctor John R. Seffrin, aseguran que “el sector
tabaco es una peste que genera sufrimientos comparables a los estragos de la guerra, el
hambre y la miseria”. Estoy convencido de que Seffrin tiene razón y que el Senado y la
ALDF decidieron correctamente. Estoy convencido también de que, aunque no fue Voltaire
el autor de la frase con la que di inicio a estas líneas, es muy importante ser intolerante con
las tabacaleras, ya que el cáncer de pulmón y de vejiga producido por el tabaco se asocia al
cáncer moral que arropa las actitudes y las mañas de esas compañías.