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Dignificacisn emenina ISRAEL ROJAS R. Dignificacisn Femenina DUODECIMA EDICION acota, 0. &. ~ coLowan 1982 Ayhelo, Al dar a la publicidad la undécima edicién dle este libro, no tenemos, como en las anterio- res, otro anhelo que el de servir los més ele- vados ideales de regeneracién y mejoramien- to humano, en sus diferentes fases. ‘Mucho se ha escrito del hombre, haciendo resaltar siempre su valia, su importancia y su genialidad, olvidando que si él ha Ilegado a producir algo, 0 a servir en alguna forma los intereses de la colectividad, ha sido siempre debido a la mujer, porque en primer lugar ella lo gesté en su vientre y luégo lo ayuds para que pudiera car fos primeros pasos en la sen- da de la vida; y en segundo lugar, porque ha sido siempre ia mujer la que ha inspirado al hombre, ya como madre, ya como amiga, ¢o- mo novia 0 como esposa. En muchas ocasio- nas el genio se inspira en una mujer que idea- liza, y a Ia cual acaso nunca verd 0 conoceré fisicamente; pero de todas maneras es ELLA el motivo fundamental de sus actividades y la bbases de sus més elevedas aspiraciones.. No existe acaso ninguna actividad varonil que no esté inspirada en el feminismo, 0 sea 5 fen auuella ideatizada mujer que todos. los hombres Ilevamos en el fondo de nvestra pro- pie naturaleza, como algo inseparable de nos- ‘otros mismos. Profundizando el problema humano, y es- tudiéndolo sincera_y concienzudamente, se descubre que el alma, —la parte animica de la mujer— tiene cardcter masculino, y que el alma —la parte animica del varén— tiene ca- racteristicas puramente femeninas; y que esa ansia, ese deseo de complemertacién entre los dos sexos, obedece a una profunda necesidad en la hondura de la psiquis; no es como algu- nos imaginan, que le persecucién entre fa mu- zier y el hombre, entre lo masculino y lo feme- hnino, obedezca a un instinto de carécter an mal, sino que més bien es una necesidad de plenitud, en todes los campos del sentir hu mano. Acaso no sea el sexo més que un orga nisms necesario para le perpetuacién de la especie; mientras que lo que nos atrae no sea exclusivamente aquéllo, sino més bien el he- cho de que él sea la repercusién en 'o or- ginico, de lo que en la psiquis es una profun- da necesidad. ‘Asi como la sed no se calma momenténea- mente sino con el agua, asimismo el sentido del amor no puede calmarse sino con la pleni- 6 tud afectiva en la contraparte de la naturele- za humana, que es la mujer para el hombre, y el hombre para la mujer. Lesce 18 nunez misma se nota esa romén- tiea avraccion entre e: nino y 1a nina, ances ae que 108 orgemtos o@ 1a reproduces hayat en- traao en runcion; pues en aqueila eosc 13s fuerzas creadoras no se han expresado activa. mente, siendo entre los nifios, la atraccién, de carécter puramente animico, lo que prueba nuestro aserto de las caracteristicas masculi nas para le mujer en el aspecto psiauico. y fe- meninas para el hombre en el mismo campo de actividad. De alli que sea més necesario el afecto en si, que el sexo como organism. En el curso de este trabajo sé ericontrarén afirmaciones que podrén tacismente ser pro- badias por cada ser humano en sus mvitipies cexperiencias de la vida social, frente a los pro- biemas de afectiva atraccién entre los sexos. Hemos usado como siempre un lenguaie sencillo, para que esté al aicance tanto de la mente no cultivada, como (en exceso), de la que ha recibido una amplia cultura. No es posible tratar, ni mucho menos cono- ‘cer todas las reconditeces del alma femenina; ero sf estamos seguros que esta obra seré 7 una fuente de donde se podria obtener una guia adecuada para profundizar tal enigma, Porque lo dificil no est precisarente en dar los Ultimos pasos para llegar a la cima de la ‘montafia, sino en saber encontrar le senda que relaciona el valle con la via de ascenso en la pendiente; después de haber logrado encon trar esta senda, bastaré simplemente no per- der de vista la cima, y marchar —eun cuando se2 9 lento paso— pero siempre con persis- tente determinacién y accién fecunca, hasta ‘que, cuando menos lo pensemos, nos hallemos muy alto y desde alli podamos gozar Ia esplen- didez maravillosa del paisaje que se ofrece 8 hnuestros ojos debido justamente a la altura ‘ave pacientemente hemos alcanzado. Que se2 este pequefio tratado el compafie- ro inseparable de la mujer que desea conocer. se a si misma, y del hombre que quiera tam- bién obtener algin conocimiento de equélla que estando a veces muy cerca permanece inaleanzable, y que estanc lejos, puede per manecer en continuz comunién con nuestro pensar y con nuestro sentir. EL AUTOR Dignificacisn Femenina Ei amoroso y natural sentido femenino itumi- na la vide social, conservando su existenci Los sabios, después de haberse devanado los sesos —como comunmente suele decir- se—, han llegsdo a la inevitable conclusién de que, el libro més amplio, mas extensoy mas asombroso que existe, és el libro de fa Naturaleza, en el cual estén contenidos, no solamente todos los libros, sino también todo lo que es, ha sido y seré. Es la naturaleza el manantial inagotable de la vida, y de todas las manifestaciones tales, encerrando por lo tanto no solamente Ia historia de los individvos que integran las especies animales, sino también la vida de los vegetales y de seres seguramente no tenidos en cuenta por la ciencia, pero que estén inelul- dos en la totalidad de fa existencia universal En este planeta que habitamas, se encuen- tra dilvida le vide, 0 més bien manifiesta en muchisimos millones de seres, contando de: de e! unicelular hasta el hombre; encierra ° este Ultimo en su natureleza todo el misterio de Ia creacién existente en el planeta, puesto que en é! se sintetizan maravillosamente todos los reinos menores en la escala de la vida ma- nifestada en la tierra Al hablar de la especie humana, se hace resaltar demasiado al “HOMBRE”, olvidando acaso que esta entidad es tal vez de menor importancia —como lo veremos en el curso de estas paginas— que su compafiera Ia “MU- JER", a la cual Moisés (el Iniciado hebreo) dio et nombre, no de mujer, sino de “VARO- NA”, indicando con ello su real naturaleza, pues ciertamente el hombre es una célula, una parte de la mujer, y no como se cree comtn- mente, que la mujer sea una parte integrante del varén. El hombre surge de la mujer y re- gresa a ella, con su poder activo y creador, para perpetuar el circulo de la transforma. cin y generacién humanas. Revisando las antiquisimas leyendas acerca de la aparicisn de la humanidad sobre la tierra, se encuentra que el “Polite'smo” fue la religién primitiva, y que ese politefsmo indica un culto a la femineidad, pues ésta encierra la posibilidad de lo multiple, 0 sea de la creacién en general; se justifica este hecho en forma concluyente, porque analizando a la naturale- za.en sus multiples actividades, se encuentra 10 cen elle siempre una funcién enteramente ma- ternal. Al multiplicarse sucesivamente y dar ‘en sv seno posibilidades de desarrolio a todo germen, muestra que no es més que una gran madre que abriga en su materno-vientre el fuego de la vide, para perpetuar por natural evolucién multitud de seres de reiativa exi tencia. Todos los seres organizados, précticamen- te, sin excepcién alguna, nacen de un “HUE- VO", pues ain los animales que la ciencia ca- taloga como viviparos, nacen también de un huevo, con la Gnica diferencia de que en estos Ultimos el huevo gesta y se desenvuelve en e! vientre materno, al par que en los llamados oviparos, las hembras ponen el huevo y lo ha- cen evolucionar en sus principios vitales par Ja influencia de su propio calor y en muchos casos por la temperatura ambiente. La influencia del macho en la procreacién de las especies es enteramente accidental; es- te incidente se verifica en un lapso tan corto, gue casi pudiéramos decir que no es impres- Cindible, sobre todo en algunas especies infe- riores de animales. Para citar un hecho de aquéllo, basta saber que se han fecundad> ‘Svulos de peces, con una simple descarga eléc- sin necesidad por lo tanto de la preson- cia del macho. También un sabio de laborato- u rio ha fogrado por una simple reaccién, pro- vocar la polaridad de ias célvlas en un évule de coneja, que introduce de nuevo en la ma- triz de la hembra, obteniendo asi la genera cién del nuevo sér con absoluta prescindencia del macho, lo que prueba que en el dvulo se hallan contenidas las dos fuerzas de la natura- leza necesarias para la expresin de le vida. Los antiguos filésofos sostenian un princi- pio de trascendental sentido, que hoy se est demostrando con los progresos de fa CIENCIA EXPERIMENTAL. Dicho principio es el si- guiente: "TODO ESTA EN TODO”. Ciertamen- te estas experiencias de laboratorio han voni- do a probar que en el dvulo se hallan presen- tes los dos polos de la fuerza creadora carac- terizados en la masculinidad y feminidad de sus cdlulas. Ha bastado producir un impacto en el nicles def dvulo, para que las fuerzas allt latentes —masculina y femenina— entren en funcién activa, y pueda evolucionar el évu- lo un nuevo y complete organismo. Estas disquisiciones de cardcter cientifico| y.un tanto filosédfico, tienen por objeto sim plemente mostrar el fundamento de nuestras teorias, pues este trabajo iré a ser bien crit cadlo por aquellos varones engreidos de su na- turaleze masculina, pero carentes tal vez de la efectiva masculinidad. 2 Los miltiples problemas que hoy confron- ta [a raza, sin que se vislumbre en el horizon- te ninguna orientacion eficaz que tienda 2 dar solucién al estado caéttico en que vive envuel- ta la humanidad, nos han hecho pensar y ana- lizar los hondos interrogantes de la vida, per- mitiéndonos llegar a conclusiones un tanto en- revesadas para muchos, pero para nosotros de tal evidencla, de tal realismo, que considere- riamos una verdadera falta de moral, y mds que falta de moral, carencia de hombria y de sinceridad, el no expresarlas, el no derlas a conocer, pese a tados los trastornos pic sociales’ que este nuestro trabajo producirs indudablemente a la larga, 2s el hombre superior a fa mujer, 0 es la mujer superior al hombre? Estas dos pregun- tas se han hecho millones de veces, y millones de veces han sido contestadas; pero —lo cree- mos— siempre con un parcial sentido de la vida, animados los expositores por personal yenidad, 0 hablando con exagerada suficien- cie, pero con poca orientacién analitica, y por lo tanto sin 6gica razén. Es la neturaleza indudablemente la nica que puede dar contestaciones reales a todas nvestras preguntas, y a todos los enigmas de Ie existencia y de Ia vida. 13 El curioso interrogante de quién fue prime- ro, si el huevo 0 la gellina, represente en si el mismo sentido del enigma que investigemos. ‘Aun cuendo aparentemente la solucién de dicho problema conduce a un circulo sin sal da, no es osi en rigor, si ya esta experimenta'- mente demostrada la’ posibilidad de fecundar el évulo por medio de un agente extrafo, sin la presencia del macho de Ia especie respet va. De tal suerte que no hay duda ninguna acerca de la supremacia de los ceracteres fe- meninos embriolégicamente hablando, sobre los caracteres masculinos de la natureleza Ahora, analizando lo que sucede en la vida humana, encontramos que mientras la mujer se encarga de todo el proceso de la gestacion y creacién, el hombre desemoefia un papel incidental y secundrio en tal proceso. Por tanto, el hombre es apenas una parte, un 529 mento, una eélula de a vida femenina; y co mo tal, en obediencia a les leyes universales, todo el poder creador que evoluciona en la naturaleza masculina, no tiene biolégicamente ‘otro objetivo de capital importancia que el de hacer un circulo de la creacion: aquel orga: rnismo que se desprende del vientre materno, como la fruta del arbol que la produce, ha de volver su serilla a la tierra que dio vida a ese 14 Srbol de donde e! irculo incesante Ya estamos viendo sin género de duda, puesto que las demostraciones son naturales y cientificas, que la maternidad de la natura leza es esencialmente lo fundamental, siendo la paternidad enteramente incidental en los maravillosos procesos da la vida. Analizando el problema desde el punto de Etnico, llegamos también a conclusiones similares; puesto que de la mayor potenciali- dad del ente maternal o femenino depende el Vigor general de Ia especie, ya que el vardn es un producto, una evolucién, una estructura- cién de células en las cuales obra més la na- turaleza femenina que la masculina. Estudiando el problema desde el punto de vista psicolégico, resulta ciertamente tal su: premacie en el ente femenino, que la masculi- nidad social es simplemente un reflejo de la feminidad colectiva. Las rozas tienen determinadas tendencias bio-psiquicas: de alli surgen modalidades ani. micas segin la preponderancia de los carac- teres, haciendo que en las primeras exista tal © cual religién, debido a problemas, no de ca- récter teolégico como se cree, sino de carée ter psicolégico. ia procede, para seguit et les infinitas creaciohes, 15 La raza latina tiene en lineas generales una sensibilidad femenina digna de encomic, lo que la hace espiritualmente hipersensible a toda clase de actividades fenominices, al par ue es poco volitiva, condicién esta cltima en le cual encarnan las virtudes Mlamadas tenaci dad, constancia, determinacién, persistencia, etcétera. Hablando de Europa y de América, encon: tramos que los “teutones”, “anglosajones” y “saxoamericenos” han aceptado de plano, en sv gran mayoria, la religién protestante, por- que en ella se hace a un lado el sentido feme- nino de la divinidad, aceptando de hecho la masculinidad de la misma. En cambio, la raze latina, casi en su mayoria ha aceptado la re- ligién romana, porque en esta existe el culto a Ia feminidad, representado en Is virgen- madre. Y ahora que decimos virgen-madre, no po- demos menos de poner en claro este enigma de la religién y de la ciencia. eSe puede ser madre, y al mismo tiempo virgen? Este fa sido el dilema para los cre- yentes, el rompecabezas para los tedlogos y el sonreir de los cientificos. Nosotros analizamos el problema desde un punto de vista césmico, ya que este es el sen- tido racional de tales’ alegorfas; y entonces 16 fencontramos que la MADRE NATURALEZA fes siempre maclre y siempre virgen, pues por més que se multipliquen sus creaciones, no se le agrega ni se le quita un étomo de su esen- cialidad. 2Y acaso, como lo dijo un gran filésofo, nuestra madre tierra —siempre madre y siem- pre virgen— no es fecundada por el PADRE SOL desde ciento cineventa millones de kil6- metros de distancia, sin que en este acto haya contacto neceseriamente de carécter fisico, centendiendo por fisico el estado mas o menos denso de la materia, y quedando ella por lo tanto siempre virgen antes del parto, en el parto y después del parto? Entonces por qué no hemos de aceptar que en el fondo de los problemas de carécter teolégico y religioso, no existan més que problemas reales de la naturaleza? Ellos no deben ser juzgados a la letra; en el decir biblico es justamente la letra la que mata el verdadero sentido, mientras el espiritu es el que realmente vivifica Después de haber analizedo a la ligera apreciaciones de carécter cientifico, conelu- siones de orden teolégico y filoséfico, entra: mos a demostrar la supremacia de la femini- dad en la naturaleze en general, y por qué de- bemos buscar una nueva orientacién bio- psiquica, sociolégica y filoséfica para poner 7 las cosas en su puesto natural, y en el lugar que légicamente les corresponde, Leva este trabajo por titulo "DIGNIFICA. CION FEMENINA”, pero este titulo no quiere decir que nosotros creamos que la mujer sea actuaimente indigna, sino que justamente, aceptendo su dignidad en todas las activida. des humanas, nos conmueve el estado en que hoy se encuentra, un tanto limitada por los prejuicios de aquellos fenéticos representen- tes de primitivismos religiosos, que la han llamado hija de Satands, causa del pecado y motivo de todas nuestras desdichas, seain el decit de San Jerénimo... ¢Seria acaso que el tal Jerénime haba venido a este valle de la vida por ensalmo especial, sin haber surgido de vientre materno, © serfe més bien que el Pobre sefior, no habiendo encontrada la oleni- tud del amor ideal, se encontraba mal, en re- beld'a con su decepcionada naturaleza? Este es el natural enigma que surge al leer la bio grafia de este pseudo-mistico, carente de uns efectiva comprensién de la vida. Siguiendo las sugerencias de la psicosis de San Jerénimo, muchos que se dicen cristianos han propagado por el mundo la misma idea olvidando que el Divino Maestro Jesis perdo né-aun 2 la mujer adiltera, y que fueron las irradiaciones del noble corazén femenino las 18 / nicas que acompafiaron al Maestro en sus angustias en le cima del Calvario. Hay que ser consecuentes con la vida, y no dejarnos enredar en los falsos prejuicios que se hayan podido tener acerca de los miltiples fenémenos de la existencia humana, en tran- ce de evolucién constante y de superacién Infinit, aHabrian podido los grandes hombres, sin el divino calor maternal, llegar a ser gigantes humanos? QUE son los genios, sino el producto evo- lutivo del sentido afectivo provocado por la feminidad, ya en su noble cardcter de madre, de amiga, y —mds todavia— de hada del en- suefio 0 de diosa del amor? Analizando la vida lejos de todo prejuicio, ajenos a toda sugerencia extrafia, desvincu- and nuestro pensar y nuestro sentir de les apreciaciones del ambiente estrecho en que vivimos, y dejando @ nuestra conciencta mirar natural ¥ libremente todos los fenémenos de la vida en su multiplicidad de funciones y de actuaciones, hemos llegada a la CONVICCION de que es la ferinidad el polo positive de la naturaleza, siendo la masculinidad un. simole Incidente © accidente, provocado por el poder de aquella 9 Tocando les problemas del arte, vemos que In genuina inapiracion de los pintores, de los excultore, de los musicos, de los lteratos y poets, ha surgida 9 la sombra de la fuerza Bfectiva de To feminidad, y por el calor de la mmism, obrando en fo mss recéndito del sét humane La figure masculine ros do ta idea de fuer za, ca energie 80280 de poder: pera en com bio la figura femenine encierra en st tod el sentido dela vide, dole belleza abstracta, de Ta delleadeza sin limites, pues en ella se des. cubre algo que viene del paseck, y se muestra gracioso y seductor en el presente, llevando tn sv propio sér Ios posibilidades plenas de Ta activa evolucién de nuevos estacos. en él porvenie humana El hombre representa el momento on la ae: cién, pero fs muler leva ens i perpatulded o etemided deta vida, El hombre ese! impuk So que ejecuta, pero la mujer es el capullo onde se encirra et perfume da la exisisnca El hombre lle el empuie destructor els guerra, yen cambio In mujer leva el snfors Teplats de los perfumes que invitan la pez y 2a placidez oe a vida. El hombre rompe par re destrur, en cemblo la mujer recoos pore Conservar y hacer posible le fructfiecién, El hombre escruta el! horizonte y busca subir a 20 le cima de la montafia para ver lo que se ocul- ta tras su elevado pico; la mujer en cambio sabe gozar la placide? de! vale de la vida, sin conttar con otras inquietudes que las que pro- vocen en ella las ansias del genuino amor dol hombre que la haga su compafiera, y que le ermita perpetuar ese amor al transferirlo al hijo, corservando indefinidamente la juven- tud en fa expresién de la vide, y la belleza es- tatuaria del amor en trénsito’ de perfeccione- miento constante. Desde ovalquier snguto que se mire la exis tencia, viene de la feminidad y converge a ella, como el rayo de mor que sale de nues- tro corazén, envuelve el objeto de nuestro ideal y regresa hacia nosotros centuplicado en fuerza, si al surgir del capullo que lo. genera no se mancha con las escorias humanizadas del deseo. La selva tiene sus encantos, encierra sus misterios y lleva en lo recéndito de su natura: leza_un atractivo seductor, debido sencilla ‘mente a que en su entrafia se geste la vida, y el misterio de la existencia bulle en ella con inusitado esplendor. EI cielo tachonado de estrellas, s@ nos: an- toja una gran placenta divina en la cual ges- tan y evolucionan los innumerables sistemas de mundos que pueblan ese campo de accién ay fecunda. Y cada uno de aquellos astros, nos parece un évulo grandioso en el cual se abre tuna funcién activa el poder materno de la GRAN MADRE UNIVERSAL. ‘Al sol, astro rey de nuestro sistema, se le han dado caracteristicas masculinas; pero {no seré, 2caso una real placenta creadora de Svulos, Jos que se desprenden para evalucio- nnar constentemente a través del tiempo y del espacio? La antigua, tal vez fa mas antigua religién, la Brahemnica, le atribuye a su divinidad una trinidad compuesta de un padre, de una ma- dre y de un hijo; aun cuando este sentido re- ligioso con el correr de los tiempos se ha transformaclo, haciendo que Ia tal trilogia to- me su encarnacién en tres dioses, teniendo como el principal cle ella a Brahma como el creadar. Pero en su mistica ieyenca aparece Un huevo, gestado por el pacire, clei cual sur- gid la creacidn. Al analizar este mito encon- tramos la tergiversacién mal intencionada de alguno de sus sacerdotes creventes, pues ja- mis en la natureleza se ha encontrado que un huevo surja de va varon, aun cuando éste ten- ga caracteristicas divinas. Esta observacion huestra no es tan aventurada, pues el yogui Ramacrisma (sacerdote brahmén), el mds elevado de los dltimos tiempos, rendia culto 22 2 Brahma, no como a padre, sino como a ai na madre, la que despertaba en el corazén de! SNICIADO fos extraordinarios éxtasis, [os ma- ravillosos consorcios de su alma con la Gran Madre de todo lo creado LlegS a tan alto estado ef sabio brahmsn en sus transportes de amor hacia la grsn madre nturaleza, que en todos los seres y cosas no voia él mas que la active funcién de la Divina Madre. Gustavo Lebén en su libro "Las Primeras Givilizaciones” analiza la historia de la raza humana, y encuentra que los pueblos primiti- vos daban la regencia de aquellas sociedades ‘ala mujer, escogienco a una matrona que hu: biera deméstrado en su vida un profundo sen- tido maternal y una gran intuicién para de fender su prole de las borrascas de la existen- cia, Esta mujer coronada con la aureola del amor maternal, pasaba a ocupar la jefatura de la socieciad, dignidad que llevaba el nom. bre de “matriarcado”, y fue més tarde cuando el hombre asumié las caracteristicas de jefe de la sociedad, cuando aparecié el ““patriarca- do”, el que fue evolucionando progresivamen- te, © mejor transformandose hasta llegar al estado actual de gobierno en las repiblicas (ademocriticas. ..?). 4 23 La experiencia nos ha ensefiado que cuan- do un hogar esté regentado por una mairona cuita y llena de nobles ideales, ese hogar mar- cha armoniosamente cumpliendo su finalidad social. Pero cuando esta santa matrons pasa por natural ley de evolucién al mas alli, of ho- gar en referencia pierde seriedad, plerde sr. monia, pierde la fuerza cchesive de la bondad materna, y los miembros que lo integran se desprenden de é!, como los pétalos de la rose se deshojan cuando la savia de le matriz no les alimenta més. EI hombre que no ama a mujer algune, ya sea en su cardcter de madre, de amiga, dle her. mana, de novia 0 de esposa, es un corazin de- solad y trists, que marcha pot los deseirtos, de 'a viela sin encontrar el anhelado casis que calme fa sed de su corazén, y es cue, de la mujer madre venimos, y a la matern’dad de fa mujer vemos, por la ley eterna del perfeccio. namiento y de la constante evolucién de la vida, “Toda la moral, toda la organizacion social, toda la estabilidad humana encuentran su so. porte en la myjer virgen, en la mujer madre y-en la mujer anciana, la que habiendo cum plido aquellos deberes, ampara con su sombra benévola el calor de los hogares y el ensuofio de [a estabilidad hecha bondad por experien- a4 cia, sentimiento por voz maternal y carifio por el psiquico sentido de ser a raiz de una familia, que servirs para poblar la tierra, y que le daré la aureola de su grandeza en re- cuerdo de haber sido ella la que con su calor dio posibilidad de nuevos amores y de gesia- cién de nuevas vides en los capullos tiernos de los seres que dle ella proceden, como la es- tabilidad y marcha de las aguas cristalinas pende y depende de la montafa serena y tran- quila que les da posibilidades de existir. La vanidad del hombre le ha hecho decir que él es superior a la mujer, porque él sabe pensar, y que le mujer segin el adagio orien- tal es “un animal de cabellos largos e ideas cortas”, s6lo que en los momentos actuales, los que asi piensan, tendrian que catalogar & la mujer como un sér corto de ideas y més corto ain de cabellos. Pero, es que la grande- za de la mujer no esté en el frio y analitico pensar del vardn; la grandeza de la mujer no estd on el cerebro: le grandeza de la mujer radica en el corazén, que es el més noble de todos los érganos y el que esté alejado com pletamente de! frio y analizador cerebro. Desde otro punto de mire, algunos tendrén derecho a decirnos que a pesar de toda esa robleza de sentimientos con que pretendemos hacer aparecer a la mujer, en la mayor parte 25 de los casos la vida en comunidad, la vida so- cial, y nos muestra desoladores espectéculos, ten los cuales la mujer toma parte activa en los més ruidosos escéndalos y en las més tri tes desavenencias, Estos hechos de gran realismo, y de efecti- va trascendencia en la moral colectiva, son tenidos por nosotros muy en cuenta en el es tudio de la psicologia femenina; pero hace- mos responsable al hombre directamente de los desequilibrios psicolégicos de la feminidad humana, No hay en nuestro anilisis parcialidad, sino profunda sincericad en relacién con estos hrechos vitales de la sociedad Le mujer, colectivamente heblando, es de- cir en su sentido social, va siendo moldeade, estructurada, transformada, ajustada el ca: non moral de la mediocridad ambiente y de le bajeza moral de la masculinidad del lugar en que ella reside. La mujer es sin género de duda un sér de plasticidad incalculable, que toma su figura psiquica de acuerdo con la capacidad y estado del artista que trabaje dicho material. Si tal naturaleza moldeable, cae en poder de un ge- nio, con la sensibilidad y voluntad necesarias pera hacer de ella una estatua perfecta, la 26 transformacién que se verifique estaré limita- da sdlamente por la capacidad de! artista, y no como muchos creen por Io indomable ‘de tal naturaleza Por supuesto que el hombre se equivoca en el camén de los casos no usando los instru- mentos adecuaclos para la modelaci6n de di- ccha naturaleza; el error masculino en este ca 50 est en creer que un discurso de carécter puramente intelectual pueda llegar a-conmo- ver ya transformar el corazén femenino. Los politicos, los hombres de ciencia, la ge- neralidad de los filésofos, los metapsiquistas ¥en general todos aquellos que se ocupan en labores intelectuales, resultan seres entera- mente fracasacios en’el manejo de la plastici- ded, de la sensibilided femenina. En cambio, los poetas al pulsar las cuerdas del sentimien- to las seducen a distancia, es decir, 0 través de sus verses, donde ellos’ han podido haller el ritmo y la musicalidad de la palabra que ‘afecta el sentido hondo de la vida e imprasio- na la sensibilidad exquisita del corazén feme- nino. Pero esos poetas ya en presencia de la ma- teria pléstica, fracasan igualmente, porque carecen en la vida préctica del acto psicolég co que presienten en sus momentos de inspi racion. Y es que la materia sensible puede ser 7 sélamente modelada por mano un tanto sua- ve, pero no menos enérgica, para que su ca- pacided le permita imprimir huellas durade ras en ia sustancia que moldea. “'Guantes de seca con mano de hierro” es cl efectivo ideal de las constantes luchas de la vide. LA BONDAD es ciertamente el arma pode- rosa que conduee a todas los triunfos, es la llave que abre todas las puertas, es el sésamo de todos los castillos encentados, es el secre- to maravilloso por medio del cval se puede elaborar el talisman que conduce al éxito y al poderio humano; puesto que la bondad no es més que al limpido reflejo de las inagotables fuentes del tesoro escondido, que es neda me- ros que el AVE FENIX de !3s antiguas mitolo- gies, ave misteriosa que después de llegar a Ciera edad se quema en el fuego de la vida, y resurge de sus propias cenizas para vivir la eterna juventud: Ia tal ave misteriosa no es Citra cosa que el potencial divino y sublime del AMOR, Pero también el amor se manifiesta en con- diciones bien definidas y bien distintas, y tenemos por Io tanto que aprender a diferen- ciarlas pera,vivir conscientes de sus caracte- risticos estados, y poder extraer de sus esen- cias el espiritu que nos place y que sea nece- 28 sario nuestras ensofiaciones, para que pueda convertirse en la llave maesira de nuestros éxitos. Quien no triunfa en los campos més hon- dos y divings de la coneiencia espiritual, no pode triunfar jamés en las lides humanas; porque no son las comodidades fisices, no es el nombre o la fama, no es la clase social a que pertenezcamos, ni el color politico a que nos hayamos © n6 vinevledo, ni la religién a que esté unico nuestro sentir, lo que nos dard el triunfo en la existencia; en todas las orya- nizaciones politicas, y bajo el manto de todas las retigionas habicles y por haber, se encusn- tran por millones las almas cuyo desolerlo co rez6n marcha por los sendsvos de la vida en busca de un oasis dénde saciar la sed de le existencia, dénde encontrar esa dulce ambro- sia que nos ha de trensportar a las regiones del Empireo, para lograr la tan ansiada feli- cided. esis el Ungico, el Cristificaco, dijo acaso la gran verdad atin no comprendids, y mucho menos vivida por todos aquellos que se dicen representantes de su sabiduria y adalices pro- mulgedores de la famosa doctrina ce aquel que supo amar, y que sacrified su vicla misma en aras de tan grandioso idea! - ao “EN QUE OS AMEIS UNOS A OTROS PRO: BAREIS QUE SOIS MIS DISCIPULOS”. He ahi lp sintesis categdrica de la doctrina de aquel divino instructor que pases su figura engeli- cal sobre los valles de Judea, predicendo Unicamente la trascendental verdad de la ar- monia que solamente se encuentra en las ele- vadlas cimas de! amor, aroma de almes gene- rosas que hicieron manifiesta su excelsitud en divina contemplacién mistica al acompaftar al ‘gran profeta al Calvario, donde la luz reful- gente de su corazén iluminado brillé con ma- yor gloria, extendiendo su manto de bonded sobre las angustiadas muchedumbres tortura: as por el sufrimiento y el dolor. En esas san tas mujeres se estaba quemanco el fénix mi lenario del amor, para surair triunfante de sus propias cenizas y dejar vivo el mensaje de bondad para las sedientas muchedumbres que buscan apagar su sed en !as pasiones transito- rias, consumiendo su propia vida, amalgaman- do sus dolores con otros dolores, haciendo ‘aparecer en Ia existencia los intensos sufri- mientos que causan las enfermedades fisicas, Y morales, sencillamente porque la llama del amor puro, aquel que predicara el adepto de Nazareth y que practiceran con é las trans formadas mujeres de Judea, no aparece ain en el alma desorientada de todos aquellos que 30 en el doloroso senidero del humano existir, buscamos el placer donde se halla el dolor, y la felicidad donde sdlamente se encuentra’ la raiz del estado cadtico del mundo. Guante de seda con mano de hierro, es el genvino sentido de le vida comprendido real Y positivamente, No Gueremos con esto decir que hemos de marchar por los senderos de la existencia con la bondad ficticia, tras de la cual ha de ocultarse la hipocresia de aquel dominador sin corazén ni entrafias que quie- re someter la conciencia de los pueblos, de los individuos y de la humanided en general, sin parar mientes en todos los desastres que pue- da cousar tal actitud. La idealidad de nuestra figura quiere indicar que la bondad misma de- be estar aureolada de eneria, para que pve da cumplir la finalidad efective de la modela- cién, no sélamente de nuestro carécter, sino también del da aquellos con los cuales convi- vimos y que nos rodean en este maravilloso laboratorio de transformaciones constantes, en el cual hemos de triunfar 0 perecer. Hemos hecho prevalecer con bien definidas demostraciones la importancia y la suprema- cia do lo ferinidad de la naturaleza, y hemos desdoriade hasta cierto punto el valor de la masculinidad, ra porque nos odiemos a nos- otros mismos (pues de ser varones estamos - 31 bien satisfechos), sino porque sentimos muy honredamente la injusticia social del hombre frente a las limitaciones de la mujer, en ese camgo experimental de fa vida. El hombre realmente con su energia, con su caracterizacién personal, con sus impulsos un tanto vigorosos y emotivos, debe ser el orgullo Ge la mujer que lo gesta en sus entrafias, y no convertirse él en la “liana’” que se limita sim- plemente a extraer de la planta que la alimen- ta, la savia que le da la vida para exhibirla en vigor, sin retribucién de ninguna especie. E! hombre, fruto de amor maternal, fruto evolutive del’ évulo desprendido de la natura leze de la madre, fruto cuyo calor y vida pro- viene del seno de aquella rafz fundamental de toda existencia humana, ha de ser para ella motivo de alta satisfaccién, de genvino orgu Ilo, y corona sloriosa de todos sus ensuafios. La mujer adava al hombre, porque en él encuentra la recia contextura’ del roble bajo ‘cuyo amparo siente que puede vivir la vida re- cibiendo las brisas frescas y arrulledoras del amor, amor que duerme en el fondo de su sér, como fuente y menantial de gloriosas posibi- lidades. La mujer ama en el hijo al fruto de Us entrafias. poraue intvitivamente compren- de ove 6! lleva en si la posibilidad de nuevas, creaciones y que a través de él se ha de per- 32 petuar su recuerdo, y si no, por io menos la esencia de su vida, Le mujer ama al novio porque suefia en su porvenir y piensa que el dfa de mafana é! ha de convertirse, en el sol que fecunde su exis- tencia dando posibilidades de que su alma se expanda mds en el amor maternal y que la vireud de amar, de que ella se halla poselda, se transfiera por sus frutos a las moltiples generaciones humanas. La mujer ve en el varén robusto la concre- cién de todos sus pensamientos y la idealiza- cién de su vida, pues bien sabe que sin ella, {a naturaleza no podria exhibir esas figuras apolineas, pare mostrar el fruto perfecto y evolucionacio del ideal humano, como tam: ign Ia energfa, latente en la eélula primaria que le diera origen. a mujer, como la naturaleza en ella sinte tizade, créa, no por placer, como han dicho muchos cerebros desquiciades, sino por amor, por sublimacién, por el sentido profundo de Ja vide que lleva en lo més hondo de su na turaleza. Eso es justamente fo que el hom: bre noha sabido comprender, habiendo que- rido profanar en todas las edades el sentido creador, transforméndolo en algo angustioso, en algo esporédico, ligero y liviano, como es . 33 todo aquello que nace del deseo de Ia mente, y no lleva el aroma del corazén. Si la mujer socielmante ha liegado a exce- 508, si tiene deficiencies y exhibe anomalfas que hacen recaer sobre ella a critica de los li- teratos, el gritar de los ciérigos, 'a desespera- cién de los amantes, el desconcierto de los {6 venes, y ei gesto despectivo de los ancianos ue lamentan en su decrepitud no haber con- siderado a la mujer como simple instrumento de sus instintos y ehora notan dolorosamente que la savia de su vida se ha secado y que las heteras, sacerdotisas del deseo, marchan por los caminos de la vida ofreciendo el anfora repleta de sensacionalismos que los viejos ya no pueden libar por fa decadencia vital de su ‘organismo; indican simplemente, no perversi- dad en ella, sino culpabilided total de esa ‘gran cantidad de varones que no hen sabido comprender lo que la mujer signitica en los ‘campos del amor, de fa evolucién y del pro- reso. La mujer, como la voluntad, no es en si co sa buena por naturaleza, ni mala por tenden. cia, As! como la voluntad as une fuerze que ede ser empleeda para el bien o para el mal, fla mofer es el vino que da vigor al idea! de la vida, pero uséndolo excesivamente conduce 2 la locura, al enervamiento de las facultades, 34 ¥en extremo limite 2 la decrepitud y a a muerte. La mujer no desea pasiones ni voluptuosi- dades extremas; la mujer ansia amor, que al fin de cuentas es lo Unico que pera ella tiene sentido en la existencia. Como decia un céle- bre pensador, “a la mujer no se la convence ‘con discursos sino con caricias”, con afecto, con bondad, en una palabra, én una real comprensién de lo que significa feminidad, que eavivale a SENTIMIENTO. Una rosa fresca y lozena, produce un aro ma sutil y delicado que exalta nuestra psiquis, y nos conduce a la intima realizacién de secre- tas armonias interiores. Pero si pisoteamos esa flora, sila estrujamos, si hacemos que 2s delicados pétalos se conviertan a fuerze de violencia en pitrida fermentacién, los olores ‘ave de elle se desprendan serén nauseabun- dos, provocando en aquel que los aspire in- quietveles sin cuento y molestias sin limite. Esces clertamente la mujer, una bella y deli cada flor que leva en el centro de su naturale- 22 el cermen de Ia vida, y en su divino capullo la Lelleza toda de la creacién, el aroma sutil de los ensuefios, la arquitectura de todos los jardines, la aracia de todas las ninfas canta- des por los poetas, pero temidas también por ~ aquellos que no saben conducir su barca al 35 puerto de salvacién; los seductores ojos de las ninfas pueden ser alimentados por aguas de la vida y recibir a un mismo tiempo [os calo- res de ese soi, que al levantarse en el oriente ilumina la creacién, y fa fecunda pare las nue vvas gestaciones vitales sin mezclarse nunca a los canibios agridulces de ta evolucién de sus moléculas. La virgen Maria, la virgen Maya, la Isis de la naturaleza 0 comoquiera llemérsela, ha si- do considerecla como la diosa del bien, a quien el dragén que emerge del inmenso océano de la vida, besa los pies del arcéngel adormecién- dose bajo el calor de su mirada. Es justamente la virgen ennoblecida por el poder de una cul- tura suparior, la que puede hacer que e! dra. g6n de las bajas pasiones de la raza_quede adormecido: ella calienta con su vitalidad la tierra fecunda, de la cual surjan las rosas del ensue, del amor y del progreso efectivo de la humanidad en general. Hemos dicho que de la cultura femenina depende enteramente la grandeza de los pue- bos, y justamente para hacer mérito a estos pensameintos, que encontramos ajustados a un profundo realismo, estamos levando ade- lante este trabajo. Si bien carece del arte del bien decir, de la belleza que le dan los poetas al lenguaje de la musicalidad y el ritmo que 36 dobe encerrar todo lo que se retiere a las be Ilas expresiones de la vida, por sobre todo "asi lo concebimos nosotros— inde culto efectivo a la mujer virgen, a la mujer madre y a Ie anciana de los dias que mira con sus ojos destefiidos, pero Ilenos de bondad, a ees ge- rneraciones que vienen... Se necesita tener on corazén ce artista, una mente de fildsofo y_un profundo sentir mistico hacia los miste- rics de la existencia, virtudes éstes que esta mos todavia muy lejos de poseer, pero eso no impids que. con sinceridad y con entera fran queza, dejemos fluir nuestras ideas, no. tan gracioses como lo seria el canto del ruisefior, no tan fuertes como lo es el bramido del ledn, pero si naturales, tales como las sentimos, y tales como ellas residen en lo hondo de nyes- tro corazén La palabra mujer, en nuestra niflez evoca- ba el angélito y maternal sentido de la que fue nuestra madve; en la pubertad, esta pelabra era de mal agiiero, porque segin los filésofos y los misticos cssequilibrados, ella era la cau- sa de todos los dolores y miserias humenos; pero al pasar la pubertad. siguiendo los afios de fa juventud y penetrendo en la calma que trae la reflexién, el endlisis y sobre todo la sinceridad del que quiere ver la vida tal como ses.en el foncio, y no como las apariencias la 37 rmuestran, ha vuelto a evocar el nombre de la mujer en el maternal sentido de aquella que asd ye las esferas del més ail, y en el estado actual, esa mujer sin macula que existe como la ideaticiad de todas las ensofiaciones mascu- linas, en el fondo de un propio sentir y de un recto pensar. Esa mujer digna, y dignificada por el hombre, esa mujer ideal’ que ha de es- tructurar y levantar el espiritu de los pueblos que ha de ennoblecer le vida humana después de que ella se hays emancipado de los falsos prejuicios, salvando los oleajes de los intere- ses creades y la vanidad general de los hijos que ella gesto con su sentido maternal, mos- traré por medio de una cultura superior lo que significa la vida bajo el amparo de la madre que se sacrifica por sus hijos, de la es- posa que cla fuerza al hombre para las luchas cotidianas y de aquella graciosa y pudorosa gacela que pasa por los jardines de la existen- ia dejando una estela del perfume del amor, sin permitir ser aleanzada mas que por aque: Hos varones dignos, que hayan vencido en las luchas fisicas y morales, que son las que tem- plan la mente e incendian el corazén de! hom- bre. Es a la mujer a quien corresponde colocerse de rmuevo en el pedestal de la diosa, haciendo Uso de los encantos naturales que le da su 38 delicadeza, su pudor genuino, su cultura supe Fior, y —sobre todo la comprensién que ella debe tener de lo que su sér representa: es ia rose del ensueho,y n6 la fermentacisn de pe lalos que causa asquedad en aquellos que as: piran, ho yo sus eseneias, sino el 8cido de les propias liviandades 39 La Major; Contrs de la Sociedad Es la mujer e! corazén de la sociedad, el centro de le vida, e| motive dai orden colec: tivo, y también —sin género de duda— ei fun: damento de tods asgiracién masculina. Asi como las abejas no pueden vivir sin las flores, asi los hombres que representan la ac tividad en la elecucién de los hechos, no pue- den vivir sin libar el amor femenino, ya de: prendido de! corazén de la madre, el mas sin- cero de todos las amores, 0 de la mujer on na Que pasa frente aj espectador silencioso, frente @ ese que medita y piensa en los al rios de la que ha de acompafiarlo en el medio yen el final de la vida. La mujer es el punto de convergencia en el cual se centralizan todas las espiraciones masculinas, pucienclo considerérsele por tan- to, como ai centro de mayor interés. El monje que se entrega a una vida ascéti cay solitaria, quebranta el ritmo de la vida y muestra su impotencia, su debilidad, su ano- 40 nadamiento, su insuficiencia en una palabra, pues inhibe las fuerzas vivas que le debieran permitir amar y ser amado, como corresponde a la verdadera plenitud de la existencia. EL monje seré considerado en el porvenir, desde | punto de vista cientifico, como un ‘anormal impotente, y en esto no nos alejamos absolutamente de la doertina del més Divino xy del mas elevado de los hombres, pues 6! dijo por boca del més alto exponente del cristianis- ‘mo, San Pabio, que el sacerdote de su religién debia tomar por esposa a una virgen de su tri- ‘av. Aqu! el término “tribu” esté tomado en el sertico de la raza, en la cual indudablemente se encuentran los caracteres morfolégicos y psicalégicos que més armonizan con le psiquis del que he de tomar las prerrogativas de pa- re o de progenitor de la especie, EI hombre es amante de le guerra, de la conquista, de la exploracién; de lanzarse con sus energias en la bésqueda de otros mundos yen la creacién de nuevas ilusiones. En cam- bio, la mujer centraliza las ideas de organiza cién, de hogar, de paz, de tranquilidad, ha- ciendo converger hacia ella tos impulsos voli- tivos del hontbre, llevandolo hacia el remanso de la generacién y del amor. Siendo la mujer desde todo punto de mira, elvcentro social al rededor del cual circulan a todas las corrientes de la vida, es obvio supo- ner que de la cultura, nobleza y superioridad de ella, depence ia nobleza, cultura y superio- Fidad social. Los hombres hemos sido a través de los tiempos un tanto injustos y por demés incom: prensivos al relegar a la mujer a un segundo {érmino, dandole una cultura muy superficial, y consideréndola segin el concepto napoles- nico, simplemente como el sér que ests hecho para cuider los nifios, y euyo puesto debe ser fa cocina. No debemos olvidar que si bien en el espirivu cle Nepoledn existia el coraje de los leones, estaba ausente de su naturaleza, 1a mansedumbre de !a paloma, pues son estas dos condicicnes humanas amalgamadas, las que representan el verdadero ideal del equi brio humeno. En Napoleén no habia sinceri- daci tampeco, ni un bien definido conocimien- to de fe vicla. Mientras é! estaba inspirado en el ideal de! amor de su esposa, la estrella del triunfo le acompafié por todas partes; pero cuando un dia decepcionado de aquel amor, marché hacia el campo de batalla, recibié ei més rudo golpe, y por tanto el més terrible de sus fracasos. La mujer por su espiritu maternal, es el Angel que vela la cuna del infante, de aquel que progresivamente se ird transformando en 42 hombre, 0 acaso en otra mujer, que seré en al curso del tiempo un nuevo capuilo pleno de posibilidades generativas, para ia perpetua cidn indefinide de la especie. Justamente ese digns, esa exiraordinaria, esa granciiosa labor femenina, debiera ser suficiente motivo pare que la humanidad reconociera en la mujer el més grande, el més extraordinario de los va- fores humanos. No €s verdad como dijo Napoleén, que sea la mujer la que mejor maneja el arte culina- rio; ya que bien probrado esté, que en este arte dificil, los hombres le han superaco muchas La mujer por su delicadeza, ha sido insupe rable més bien en labores manvales, en todas oquelles actividades que requieren sutilidad, persistencia y paciencie. Siempre ia mujer se distingue por sus capacidades intuicionales, or sus percepciones psiquicas y por su sen. tido eésmico de Ia vida. Es soguramente por estas razones, por lo que en muchas -eligiones del mundo es considerada la virginidad ccino el poder que caima todas las tempestades, al cval deben dirigirse nuestras almas en los momentos cadticos del humano existir. Los “Incas” tenian sus sacerdotisas, a quie- nes llamaben NUSTAS”, por medio de las {quales pretenclian ellos ponerse en comunice: 43 cién con le Divinidad, con la vida, con el cos ‘mos en general ‘Le “pitonisa’” de Delfos era la mujer inspi- rada que guiaba 2 los hombres en sus grandes empresas; fue ella la que haciendo hablar al oraculo, al cue preguntaron cus) era el hom- bbre mas grande de la época, contesté que: “Socrates era el predilecto de los dioses’’; y electivamente, hombre més sublime y més grande que Sécrates no lo habia en aquella 6poca, y aceso no haya nacido un segundo. Quisiéramos en estos momentos hacer una salvedad acerca de los cargos un tanto injus- {05 que Ie hacen los autores modernos al su- blime Sécrates, por haber sostenido él, que era més armonioso e! amor de los iguales que el amor de los opuestos. Ciertamente el amor de los iguales, no trae consigo las sensaciones las inguistudes que provoea e! amor de los Opuestos. Por el amor de iguales entendia Sé- crates la armonia de las alrmas que se entien- den bien en el campo del pensar y en eh cam po dal sentir, se provoca en ellas una amalga- me espiritual que trae placidez, estando libres de Jas complicaciones que _necesariamente treen los atractivos de la materia. Este amor de iguales en su sentido sccrético, nada tiene que ver con la perversién, con la'vulgaridad, con el estercolero de pasiones ruines que se 44 desarrollan en el caso del homosexvalismo, digno de todos los vituperios, por ser el peca- do cfectivo contra el Espiritu Santo. Et amor de los opuestos es el que surge en- tre el amante y su amada, entre el sér masc lino y el femenina; amor que teniendo compli- caciones en tocos ios planos de la naturaleza, fisico, intelectual, moral y psiquico, provocs una serie de transformaciones animicas, no resultando armanioso, sino Unica y exclusiva: mente cuando quel amor logra las cimas del éxtasis, y compenetra las almas para unir acaza més tarde los cuerpos, sin que en esa amalgama exista el més leve halito de pasin. Es sdlamente en estas circunstancias, cuando el amor de los opuestos ilumina la vida; de lo contrario, Sécrates tenfa razén, pues et amor de los opuestos despierta en nosotros multi ples complejidedes en nuestra psiquis. Que sirvan estas explicaciones como desagravio al corazén magnénimo y alma generosa del divi- no Sécrates, tan comentado, camo incom. prendido, Después de esta parte que hemos conside~ rado necesarie en la ilacion de nuestro estu- dio, seguiremos haciendo resaltar ef valor de la feminidad en el progreso y en ia evolucién humanos. 45 Estamos viviendo una époce, como hasta ahora no se habia registrado en la historia, en is cual todos los valores humanos deben ser puestos a prueba para que cada uno de ellos abtenga lo que digna y honradamente le co- rresponda. La humanidad actualmente esté viviendo un gran c2cs en todo orden de cosas, y esto esté sucediendo justamente por haber relega- do la mujer a un segundo término, y por no querer oir su vor protética, que cuando se trote de hechos trascendeniales de la vida, habla siempre e! lenguaje de los dioses. Las guerras ya de Estecio a Estedo, de ciudad a ciucad, de familia a femilia, y aun en el xno de Ins nuevas familias, hubleran deiado de ser Si se hubiers oféo la voz de la virgen o la voz fétice dle lo madre que con tierno carifio sndo sélamente el bienestar de sus Por supuesto. como decimos en el pérrafo anterior, son sélamente ta mujer virgen y la mujer madre quienes tienen ol don de la pro- focta: por ellas puede hablar la sabidurfa mis: ma. La muler en otros estados, un tanto aloja- de la existencia, en los cus, sa del poder activo de la vida, no 5 profetisa, no recibe inspire cién, sino que en ella bullen fuerzas caéticas, 4 y por consiguiente su voz no traduce més que el estado de esa alma incierta que marcha por la vida en busca de un asidero; estanco agit da por los oleajes y por las tempestades de la existencia, no es posible que por ella se ex- prese nada equitativo, ni nada digno de tener- se en cuenta. Si bien es verdad que el hombre represen: ta, y representar debe la voluntad que ejecu- ta, Ia mujer en sf misma es le fuente de la inspiracién que eleva. Los gobiernos sinceros, que estén serie. mente interesados por el progreso de los pue- blos, y que quieran servir verdaderamente los intereses de la colectividad deben ante todo dedicar su atencién a la culture general; esto si es trabajar de verdad por el engrandeci. iento efectivo de !a patria o nacién, prefi- riendo naturalmente a la mujer, ya que de la cultura de elle nace la fuerza més poderosa ‘que obligaré al hombre a cultivarse, por ra zones psicolégices que iremos enumeranco en el curso de este trabajo. La mujer cue dispone ya de alguna cultura definida, debe enarbolar ta bandera de la “DIGNIFICACION FEMENINA”, haciendo jus- ticia a su sexo y enalteciendo el concepto social en este sentido, pues si ella no se ocupa ‘en hacerse valer, nosotros los hombres —ple- 47 nos de egosmo masculino— no to haremos quizé nunca. ‘Ojalé que estas frases no queden escrites, sino que ellas hagan surgir el entusiesmo en el corazén femenino; que el interés por sv enaltecimiento prenda la llama que he de lle- var adelante el ideal de regeneracién integral de la especie. Siendo la mujer madre y ia mu- jer virgen las dos columnas esenciales dle todo éxito, de todo progreso, y las bases en las cua- les la especie fundamentaré todo sv adelento, de ellas depende el porvenir humano en ge- neral Vamos 2 analizar algunos aspectos que ya habiamos tenido més © menos en cuenta en nuestro libro “EL PROBLEMA DEL MUNDO”, ero que deben ampliarse considerablemente bn este nyevo trabalo, dadieado al enalteci miento femenino. La eultura real del hombre surge de ' cul tura dela mujer, como perfume de los sétalos depende de ta rosa. PeNCusl es lo primera universided donés al Infante recibe las primeras impresiones que irén moldeando su carécter y orientanco su vida? Pues le universidad primera es el ho- tari es al influjo del calor materno donde la psiquis empieza a modelarse, para construir més tarde lo que se lama un carécter, el 48 ‘cual seré motivo de fracaso o de triunfo, se- gon su organizacién y contextura, Todos los gestos, los modales, las sensa- ciones, las emociones, los pensamientos de la madre, se transfieren al hijo por hilos sutiles, suméndose a \a psiquis de aquél, en forma indeleble; siendo este moldeamiento como el trabajo del artista que transforma la materia que ha de servir de fundamento a la estatua gue é| habia creado en su imaginacién. Es en estos y en anteriores momentos de la vida or- génice cuendo se imprimen hvellas indelebles en la vide de los seres humanos. Decimos anteriores, porque no es menos trascendental, no es menos importante, no es menos extraordinario aquel tiempo en el cual se verifica la evolucién fetal. Los més profundos filésofos, fos més con- notados psicélogos, los sabios filésofos y en general todos los hombres de ciencia que han alcanzado a vislumbrer algo de los misterios de la vida ,estén de acuerdo en que el destino del sér humeno se empieza a modelar desde los momentos mismos de la fecundacién. Platén, el més elevaco diseipulo de Sécra- tes, ensefiaba tanto a sus varones discipulos como a sus discipulas, que segin la actitud mental y afectiva que carscteriza a cada uno de los cényuges en el momento de la concep- 4 cién, se irén estructurando las condiciones bioldgicas y psicolégicas del nuevo sér. Cuando la conjugacién de las fuerzas acti vas creadoras se verifica por la accién activa y efectiva del noble amor, que hace comulgar 2 las almas y unir 1uégo los cuerpos para la gestacién de un nuevo sér, el resultado de aquella unién atraeré un alma noble y genero- sa, equilibrada y armoniosa, tanto en sus as ectos més intimos, como en su instrumento inmediato de expresién en el mundo de las formas, 0 sea en sU cuerpo més © menos den- 50. A los hijos generados en tales condiciones, los Hlamaban les antiguos profetas, los hifos de Dios. En cambio, cuando en el momento de In fecundacidn las condiciones psicolégicas estén sometidas al instinto y no subyugedas por la fuerza del amor, en los ca.os de viola cién, y en aquellos otros en los cuales el alco- holismo ha jugado parte principaltsima como incitante orgénico, los hijos que de tales unio- wn son los criminales, los deseavili- nes result brados fisica y psiquicemente. Estos ultimos eran llamados por los profetas, los hijos de Jos hombres. No esté por demés advertir que la mayor parte de los seres humanos, acaso una gran mayoria de los que nacen de matrimoni consagrados por |2 sociedad, no son més que 50 hijos de los hombres, pues en muy raras oca- siones comulgan las almas antes de la unién de los cuerpos para la realizacién del acto concepcional. Todos estos hechos de trascendentalisima importancia en la regeneracién y transforma ién dg los pueblos, son los que deben ser es- tudiados cabalidad, ya que tan interesados estamos en capitalizar afectivos valores. hu- ‘manos, ya que sofimos constantemente en la aparicién de superhombres, ya que en los mo- ‘mentos actuales no tenemos verdadleros direc- tores de la humanidad, conscientes de su elevada misién Todo el proceso de la gestacién constituye el primer afio de escuela a que el nitio asiste, pore organzar y estructurar sy future evo: lucién. Durante estos dliez meses (unares, todas las emociones, sensaciones, pensamientos, senti- mientos y actitudes psicolégicas que caracte- rizan a la madre, se irén grabando indeleble- mente en el organismo biopsiquico del peque fo en evclucion. Consclentes de eito los gre: gos, rodeaban a la mujer madre durante el perioco de la gestacién, de las mayores como- idades posibles, y de todos los encentos que la naturaleza prédiga nos ofrece para extasiar "Tos sentidos y desvincular un tanto el alma de 51 las cuestiones puramente materiales, para sleverla 8 los mundos de le armonie por me- dio de la musica, de la poesta, de la pintura, de la escultura, ete. No ahorraban nada de aquello que fuera indispensable para que la Progenitora idealizara en su seno un “Apolo” © una “Venus”. ‘Mucho se ha hablado de la herencia biolé- gice, pero poco se conoce, 0 mejor dicho, po- ‘co se ha estudiado la herencia psicolégica, la ‘que indudablemente traza los reales caracte- res humanos y los modela a cabalidad. ‘Ya hoy la ciencia con sus experiencias de laboratorio ha probado cémo las emociones, pensamientos y sensaciones, producen modifi- ‘caciones en nuestra naturaleze, de tal manera ‘que un pensamiento decidido y bien organiza do causa el desplazamiento electramagnético de los centros cerebrales, vigorizando en con sonancia el organismo en general; en cambio, los pensamientos de indecisién, temor, duda y tristeza, producen un estado castico en los centros cerebrales y nerviosos, y un natural enervamiento de todas las potencias orgéni- cas. Con estas demostraciones cientifices, los teorias de los psicélogos se han convertido en hechos demostrados y demostrables. Y al sér humano le corresponde valerse de tales cono- cimientos para aplicarlos en la autoeducacién 52 de su psiquis, generando siempre pensamien- tos de belleza, de arnor, de armonia, de espi- ritvalidad en una palabra, No se debe olvidar tampoco la higiene de la vida préctica, la cual puede sintetizarse en una completa limpieza interna y externa; pues no basta sdlamente llevar le cara bien bafiada, si el resto del organismo no esté completa mente aseado. Tampoco es suficiente la lim pieza externa, y hasta resulta menos importan- te que la limpieza interna, la que hablando sdlamente de lo fisico consiste en una correc- ta eliminacién de los residuos que se deposi- tan en el tubo digestivo, y una buena activi- dad de ios rifiones, No es dificii conseguir tales resultados si Se toma agua pura en abundancia, se comen frutas frescas y los cereales con su respective celulosa. No olvidemos que el movimiento es vida, resultando por lo tanto el ejercicio imprescin- dible @ la buena salud; mas en aquellos casos fen que la mujer va a ser madre y tiene ante si muchisimas responsabilidades de carécter fisico, emocional, mental y espiritual No olvidemos que el principal centro de vi talided para el planeta que habitamos es el sol. Ya Amenofis IV (Faraén Egipcio) diio: “Oh sol divino, té eres la fuente de toda vida, 83 aqul y abajo”. Ténta importancia dio este so- bio 3 la energia solar, que hizo grabar tal pensamiento en un monumento que se ha con: servado hasta nuestros dias. Otro aspecto que no debe olvidar la mujer, si quiere conservar su belleza, sv vitalidad y ‘sus reales apariencias de juventud, es que el aire puro y el oxigeno son més importantes @ lo salud Fisica, que los mismos alimentos, ya que sin ellos se puede vivir dias y hasta me. ses, y en cambio sin aire no se puede vivir més que minutos. El regreso a la naturaleza es algo que debe ser propagado con énfasis, con entusiasmo y con energie, para evitar que continde la ya bien visible decadencia de la raza. Y es just mente a la mujer a quien corresponde desper- tar ese nuevo interés por el camo, por |e be: Ileza de las flores, por el oxigeno, por el sol, por el ejercicio regular y por aquella literate: Fe edificante que muestra derroteros de sol vacién para la decadente especie humana. Una vez que la semilla se ha expresado en brote y ha salido a la superficie de la madre tierra, empieza a recibir directamente los ra- yos solares y a absorber el oxigenc necesario ara su crecimiento, yendo en continua aspi- racién de perfeccién desde el sero de Ia tierra fecunda, hasta recibir las caricias del sol de 54 |g mafiana, el ealor intenso del medio dia y e! fresco de las liuvias que humedecen su cuer po y alimentan sv savia. El sér lrumerio no escapa a esta misma ley de la vida. Dei vientre materno, que es la tie Fra fecunda donde se gesta, sale a recibir el oxigeno de la naturaleza, a recibir el caior solar y olimentarse, no tanto de la savia ai: bienial, como el liquido blanco que emana de! ppecho de la madre, que como manantial de equas vives refresca y nutre ta naturaleza in- fantil. Y ilegamos con esto, a otro punta de tras cendencia singular en’la misién subline de le madre. La leche maternal, no es reemplazable & ca balidad por nniguna otra sustanicia, si es que realmente se desea una evolucion biolégica y psiquica completa en el sér humano, Est3 probado experimentalmente que la madre que ro lacta a sus hijos, es menos estimada por ellos, y les tiene menos carifio, puesto que los Jazos fluidos que se transfieren en la leche materna_no han cumplido en este caso su sagrada misién. La glindula “TIMUS" no adquiere complete desarrollo ni da al sér humano la posibilidad de un pleno desenvolvimiento del esqueleto ni de otras partes del orgenismo, si no recibe 55 el alimento materno. La leche ce las ayas 0 nodrizas puede coniribuir al desarrollo fisico, pero no sirve para el desarrollo animico en Consonancia con las aspiraciones maternales, pues la principal fuerza que ennoblece la afectivided, esté en el consorcio que se veri- fica entre la madre y el hijo, cuando es ama- mantado por ella, ‘Ademés, como ya hemos dicho, todas las femociones, sensaciones y pensamientos de la madre se transfieren al hijo en forma directa, lo que viene a constituir en él la suma de fac- tores que hardn que sv carécter lo Ileve al trivnfo. © al fracaso, segin la indole de aquéllos, No deben olvider también las madres que el aire puro, e! sol y el magnetismo terrestre, son fuerzas absolutamente necesarias al buen desarrollo de los pequefios, y que no es pri- vandolos de estos elementos, sino poniéndo- los en contacto con ellos, como se puede crear tna raza nueva y mejor. Los niffos conscientemente buscan comer las frutas con sus respectivas cortezas, pero la jgnorancia de las madres, o més bien ia caren cia de efectivo conocimiento de lo que es la vida, hace que elles prohiban a sus pequefios seguir estas naturales tendencias. Ya hoy la 6 iencia experimental ha probvado que las prin- cipales potencias alimenticias se encuentran fen la corteza de las frutas y en la celulosa de los coreales. Por tanto, los cereales deben co- merse integros. El trigo por ejemplo, tiene su principal poder alimenticio en el salvado, igual cosa pudiéramos decir del resto de ios cereales. Las frutas deben comerse lavando simplemente la corteza, y aprovechéndolas en su totalidad. Ast salvariamos a \a raza. de la desnutricién, tan comin hoy en la mayor par te de los seres humanos. Sigamos nuestro curso del enorme, del im- portante papel que desempefia la mujer ma- dre en el bienestar de los individuos y en la grandeza de los pueblso. Si la masculinided fuera sincera y consciente del valor de la fe- minidad, viviria en un reconocimiento cons tante de lo que ella es y significa. Una vez que el nifio ha crecido y empieza a despertar en él ese interés por las cosas de la vida, es cuando corresponde a la madre otra clase de actividades, no menos importantes que las ya anotadas. Es ahi donde més se ha- ce sensible la deficiencia de la cultura femeni- nna, y donde hay que lamentar la estulta vani- dad del hombre que no ha querido reconocer lo que la cultura femenina significa para el adelanto y progreso de la sociedad 57 En esta época a que aludimos, el nifio em pieza a formular una serie de preguntas no moy féciles de contestar, si quien le dirige no posee criterio, y sobre’ todo conocimientos efectivos acerca de a vida. La mujer de hoy dia obra en este eas0 como ‘braria un ciego conduciendo a otre ciego por el escabroso sendero de la existencia En cambio, si la mujer posee cultura, no social sino psicoldgica y cientifica, el nifio en evolucisn entraré de lieno en la primera gran Universidad, donde se prepereré efectiva- mente para las luchas de la vida; pues al con- testarle la madre culta, en forma inteligente yy adecuada, cada una de las preguntas formu: ledas por el pequerio, éste ird acumulando tal cantitad de conocimientos, que cuando Hegue 2 la Universided resultard un asombro para sus comparieros de estudio y sobre todo para sus maestros. También ei ensefiar a leer, el ensefiar @ co- nocer las primeras letras es una labor que debe corresponder a la madre cultivada, pues ella por su inmenso y consciente carifo, sabré trasplentar de su mente a [a del infante los conocimientos jugando, sin mayor lucha y casi sin esfuerz0. La MUJER CULTA sord la base y pedestal de un glorioso porvenir humano. 58 Los senores encargados de ia cosa pdblica, que ténto alarde hacen de interesarse por la especie, pero que en realidad se inieresan més or simismos, deben dedicar su atencién a la cultura femenina, ya que de ella depende el porvenir de la raza Ninguna mujer (ce la pubertad en adelan- te) debe ignorar |e biclogia en sus elementa les principios, la psicologia, Ia higiene y otras tantas cosas de orden practico y nevesario para que pueda contribvir eficazmente al me: Joramiento de la raza Toquemos ahora otro problema de impor: toncia capital, que debe ser tenido en cuenta en la cultura feinenina; si ia mujer posee co- ocimientos superiores acerca de la vida, el vardn que desea hacerla su compafiera se ve ré obligado a subir 9 su altura, cultivandose iguaimente, so pena de quedar en condiciones muy inferiores, tanto en las intimidades del hoger, como en a sociedad. De tal suerte que para hacer subir el nivel cultural del varén, muy bajo por cierto, hay ante todo que luchar por la elevacién cultural de la muler, pues resulta ser ella al fin de ‘ventas la que da le ténica del estado social ¥ colectivo. Siempre que visito algin lugar juzgo de él, no por los hombres, sino por sus mujeres. 59 Alli donde encuentro mujeres sanas, hermo- 425, bellas, y de una cultura regular, me digo: esta gente de aqui vale la pena; estos hombres deben ser activos e inteligentes, trabsjadores y fogosos. ¢Por qué? Sencillamente por los hechos ya anotados, y por otros que no co- rresponden ciertamente al orden social sino al orden psico-biolégico de la cuestién. tras razones de no menor importancia pa- re que pueblos y gobiernos se preocupen por la cultura femenina, son las siguientes: como el némero de mujeres supera siempre al de varones, no es posible que tedas ellas puedan casarse y llegar a ser matronas de hogar; y co- mo ninguna puede con seguridad saber que ella irda ser elegida por esposa, todas deben prepararse para vivir la vida honradamente, sin esperar la loterfa de un buen matrimonio. Decimos intencionalmente “ioteria’” porque es sumamente dificil conseguir un hombre rico, sano, inteligente y sobre todo noble y bueno. No tenemos ningiin empacho en decla- rar a voz en cuello las deficiencias masculi- nas, que son por cierto muy humanas. Noso- tros creemos que ls principal virtud del hom- bre, no consiste precisamente en ser perfecto, sino en conocer sus deficiencias, para corre girlas. Igual cosa hemos de decir de la mujer, porque la perfecta, ain no ha nacido todavia. 60 Como estas imperfecciones raciales son tan naturales, tan humianas, es indispensable que ‘emprendamos uns labor enérgice y amplia de reconstruccin y de regeneracién. No sera largo el plazo en que nuevas leyes. y nuevos sisternas de vida serin impuestos, para dar alguna solucién a los complejos pro- blemas de la humanidad. Por ejemplo, los idvenes varones tendrén que buscar trabajo cn las actividades campestres, y dejer a la su- perabundancia de mujeres los puestos de ofi- cinas y empleos de ciudedes, para equilibrar en parte la dificil situacién de las families. Por todos conceptos, y sin género de duda, la primera reforma social efectiva que traeré hondas repercusiones en el mejoramiento so- cial humano, est la DIGNIFICACION FEME: NINA, por medio de una cultura adecuada y superior, 6 Loe Estados Cumbres de la Mujer Muchos de nuestros colegas, de nuestros hermanos los varones que se hayan tomado la molestia de leer estas paginas, estarén acaso disgustados con nosotros por ese para ellos CULTO AL FENINISMO, cuando tantisimas coves de las Ttalon ave’ venos ene mado Soci, son provocede por la moje Segura, tants que tendrén parcial raron, ee nor tron no Geeconoremos pero también hemos Ge decirles que han sido nuestra incultura y nuestras deficiencias lo que ha provocado tn fe ruler les enomelfoe No cefnos tam co cue Hague algun dio ane cal lo enters Cones, sin que existon on olin deficiencies, Eto no he sucedido nunca on la historia ho rman nt s0ceSera scso fans, Per coma si fomos tonido cltras en tas cutie a ei trig aocial, moral y.polelegicn, gs 2" une veraaderaxcatu, Somo sueedleh fos Vilzetones elie’ yeppeio por Glo homes de tase or hoy porgue eet fovea 62 cia welva a hacerse de nuevo ostensiBte"En 1a oleada humana? Si, ese es nuestro més gran- de y sagrado deber: luchar porque las mise- rias humenas se amortigiien un tanto, y surja fen carrbio una vida mejor. Como hemos dicho, los estacdos cumbres de la mnujer estén en la VIRGINIDAD y en la MA TERNIDAD. Solamente estos cos estados, bio. légicamente hablando, deben considerarse su- periores, ya que las situaciones intermedias '50n més o menos anémalas, perturbéndose la siquis femenina con traumatismos de orden Psicoldgico que hemos de estudiar para escla- Fecer, un tanto el enigma La gloria femenina, su triunfo moral y so- ial consiste en pasar de la virginidad a la maternidad, en brazos de aquel que quiera ennoblecer su vida y hacerse cargo de Ia pro- genitura de sus hijos, animado por la llama del amor, y por el sentido de la mas alta dig. nidad humana Todos los estados intermedios conducen a a mujer a una serie sin cuento de molestias morales, psicolégicas y sociales, que le produ: cen inquietudes peligrosas para si misma y para el orden social de las cosas. Pero coma todos estos hechos en la vida ac- tual no pueden evitarse, y son dificiles de li- miter mientras la mujer no sea transformada 63 por une honda cultura, es necesario conocer 1 valor de tales estados, para tenerles muy en cuenta en la direccién de las colect dades, Sugerimos (a idea de la existencia en todos los paises de un congreso femenino compues- to por dos cémaras, la una de virgenes muje- res y Ia otra de experimentadas matronas para ‘que en una y otra cémara se estudien los pro blemas del mejoramiento femenino y se inten- sifique por este medio la cultura de los pueblos Ciertamente dicho congreso, dado el estado actual de las cosas, no debe dictar leyes, sino sugerir ideas nobles y reclamar legitimos de- rechos para la mujer, un tanto slejada de la direccién del orden social y descuideda en el deber que tiene de luchar para ennoblecer su sexo y su vida Por e50, los dos estados cumbres a que alu- dimos, tan ideales y tan sugestivos, represen tan por ahora todo el valor de la gloria feme. nina, por no tener actualmente ingerencia en otros sectores de la cultura humana. La mujer virgen es un botn préxima a gestar en su seno la vida, y mientras conserva sin macula el capullo de su existencia, es un punto de atraccién, un centro de convergen- cia de las aspiraciones masculinas. 64 Es ideal de todo hombre bien constitvido, el conseguir para compafiera de su existencia 2 una de aguellas virgenes mujeres, ue ha sebido guardar los aromas de su amor y las delicadezas de su vida, pare aquel que ha de coronarle con ese sentimiento seno y recto, y ‘que ha de lievarla a cumplir su genuina mi- sién humana, que es justamente la de pasar de la natural virginidad 2 la maternidad deifica da, donde el hombre tenga su orgullo y la so- ciedad su més firme y elevado pedestal La. virgen ha sido motivo de inspiracién para los poetas; y los sacerdotes de ias ant ‘guas religiones y de muchas acn existentes en el munco rinden cult @ la virgen, porque en ella se suman las fuerzas césmicas y se anu- dan los poderes naturales para perpetuar la existencia, e idealizar nuevas creaciones. La mujer virgen es un dechado de prome sas; es una fuente de donde han de brotar las aguas vives que darn alimento @ nuevos se res, y que se conserva asi en espera de que el amor le cobije antes que la transforme en madre, que es su més grande y sublime ideal. En todos los tiempos se ha tenido confian- za en la intuicién de las virgenes, porque en elias el soplo de los deseos que hacen cadtica la mente, no ha nacido en su naturaleza y por tanto sv conciencia libre de tales conmocio- 65 nes, es un lago sereno y tranquilo en el cual se refleja la verdad. Mientras la integridad femenina conserva la perfeccién del capullo de la vida; mientras la psiquis no sufre las conmociones de! humae no deseo de posesién, 1a mujer representa to- da la fuerza y toda la armonia espiritual, a no ser que existan enfermedades © deficiencias orgénicas, causantes de anomalias. Le mujer virgen y sana, es siempre tierna y deliceda. No se albergan en su naturaleza pen: samientos de earéeter siniestro, ni existen en ella aquellas pasicnes que trastornan la armo- nia de los hogeres y la tranquilidad de las fa- rmilias; pero cuando aparecen en la vida feme- rnina transformaciones inusitadas en su caréc- ter, cuando empieza a pretender establecer dominio sobre sus padres, imponiéndoles su voluntad y haciendo sus ‘caprichos,, alguna anormalidad psicolégica se ha despertedo en ella, algin audaz, 0 alguna compafiera no muy moral, ha despertado en ella prematuramente los inquietantes deseos sexuales. Esa situacién psicolégica no se presenta nunca cuando un hombre digno despierta en ella el sentido del amor, porque la paloma del sentimiento una ‘vez empieza a despertarse para abrir les alas y tender el vuelo hacia otros lugares, para la creacién de un nuevo hogar, siempre lo hace 66 con embeleso, con augusta armonia y con no- ble y generosa bondad. En esta situacién psi- colégica Ia virgen se hace ms noble, més ac- tiva, més generosa, més carifiosa con sus pa- dres, més atenta con sus hermanos, y cuida del jardin y de las flores como si alli estuviera sintetizado su ideal, pues ciertamente la natu- raleza se hace bella cuendo plena de armonia se dispone a crear, ya sea en el capullo de la rosa © ya en la joven que al predisponerse al bautismo de la materniciad, siente Hlenar su sér_de gratas y divinas ensofiaciones misticas. Siempre las mujeres tienen una imagina- cién fecunda y ardiente, llena de ilusiones sin evento. El sueio en apariencia fantéstico del prin- eipe que viene por los aires en caballo blanco, alado, que viste traje de color azul y capa car- mes(, llevando espuelas de oro y con ojos tan brillantes como si fuera un hijo del sol, no es ms que el natural deseo de encontrar en la vida a ese hombre noble y generoso que sepa amar de verdad, con amor ilimitado y puro, que se idealiza en el traje de color azul, en- welto en capa carmesi, es decir: con energia suficeinte para vivir le vida y montado en un caballo blanco, simbolo de la pureza y de la verze; llevando espuelas de oro, que demues- tran la caracterizacién de su personalidad con or Ja nobleza de ta misma. De tal suerte que tas ensofiaciones, no son en el fondo fantés as ni ilusorias, pues son impresiones “oni as” que duermen en el fondo del alma hums- ‘na, esperando su efectiva realizacién. Y a este estado ideo puede llegar efectivamente le ra 2a, siempre que luchemos por educarle y en- noblecerla. Por supyesto, que dado el estado factual de degeneracién de costumbres, no existen hoy los tales principes de la leyenda. El caballo que montan ni es alado ni es blan~ co; el vestido que llevan no es azul ni comple- tamente rojo, y las espuelas son un tanto agu- des, pero generalmente estén hechas de co- bre, los ojos no brillan, pero si centellean de pasién. | caballo negro se ha vuelto as! por el estado que en él han producido las pasio- nes; el traje del amor ya no es ni azul ni rojo, porque no tiene la pureza ni la energla que fas circunstancias reclaman. Y en las espuelas no hey oro, porque no hay nobleza en el cora- z6n, pero s{ son agudas por la violencia de su cardcter y por las pasiones mal dirigides y peor orientadas. Por eso es necesario que la mujer tenga una alta comprensién de la vida y no se haga cas- tillos en el aire, pues la vide es muy distinta de lo que imaginamos. En estos momentos de liquidacién de valores, el materialismo esté 8 estrujando en sus garras a la doliente humani- dad, la que busca ansiosa una ancora de salva cin, un nuevo punto de vista que le dé espe- ranzes de un porvenir mejor. Es por este estado de cosas, por lo que la mujer requiere ser educada ampliamente para ‘que se dé exacte cuenta de que el “Paraiso del Edén”, nos fue quitado por fuerza, por no hav ber comprendido los misterios del amor en toda su_integridad, para que ellos fueran practicados noblemente sin que en esta divina funcién tomaran parte las astucias de la ser- Piente genesiaca. CULTURA y més CULTURA es lo que real- mente necesitamos, y no que se engafe a las juventudes con promesas y frases sin sentido, as que al ser sorprendidas como mentiras hipécritas, traerén el descorazonamiento a los seres on esas arduas y dificiles luchas de le existencia. Se ha dicho que este mundo es un valle de légrimas. y si que lo es mientras una cultura espiritualizeda no saque a la humanidad de las garras del monstruo servil de les pasiones, ¥ de los vicios que estén acabendo con los re- sortes fundamentales de la vida. En los dltimos tiempos se ha venido desper- tando algin iternés por la cuitura femenina, pero un interés bastante unilateral, porque los “ que han dedicado alguna atencién a elio lo ha- cen desde el punto de vista puramente fisico, ¥ es@ mismo fisico, se esté educando parcial: mente, pues no es posible que en las ‘canchas’ de ‘tenis’ se logre el perfeccionamiento orgs niico que la estructura femenina requiere. MASCULINIZAR A LA MUJER NO ES EDU. CARLA, ni mucho menos solucionar el proble- ma de sus naturales necesidades, El atletismo resulta ser también una de las muchas anomalies de nuestra época, pues constituye, no un sistema de perfecta educa- cin orgénica, sino més bien un deseo desme- surado de exhibicionismo, refiido en un todo con las efectivas necesidades orgénicas del ‘cuerpo femenino. Es bien conocido en medicina el hecho de ue al forzar por elgin medio el desarrollo de los misculos, éste se verifica a expensas de los principales centros vitales, como son: el higa- do, corazén, riffones, bazo, pancreas, etc. Desde este punto de mira, el atletismo re- sulia_ser altemente periudicial. Entonces se preguntaré: ¢qué clase de ejer- cicios deten ser practicados para fortificar los érganos y dar posibilidades de regenera- cién humana? La gimnasia llamada sueca, el “Hlata-Yoge” de los indios, el “Mazadaznan” de los Zoroestrianos y todos aquellos ejerci- 70 fos ritmicos que se practican sin ninguna lencia, son los que contribuyen eficazmente al perfecto desarrolio orginico. Fuera de es- ta gimnasia técnica, tenemos los ejercicios que la naturaleza nos indica y que son espont Neos, tales como: hacer paseos largos a pie Por los campos, aspirando el oxigeno puro, recibiendo la radiacién solar, recreando los sentidos en la contemplacién de las bellezas naturales, subiendo y bajando en las rugosi- dadles de la corteza terrestre, dando asi al or- ganismo toda clase de movimientes y de pro- Porcionados esfuerzos. Es ciertamente la vida al aire libre, @ pleno sol, lo que necesita la humanidad para regene- rarse orgénicamente, y no ese atletismo que violenta los érganos internos debilitandolos, para desarrollar a su costa la corteza, o sean los miscules que con tanta vanidad exhibe el atleta. No olvidemos que la mayor parte de fos atletas mueren jévenes, afecteclos de tu: berculosis, de enfermedades del higedo, el ri fidr, del estémaga, ete. Ye que la humanidad carece individualmen: te del factor determinante del éxito llamado voluntad, Unico poder que da posibilidades de realizar hechos, no esté mal que se organicen Corporaciones que tengan por objeto unir vor luntades détiles, para hacer excursiones cam- n pestres, donde al mismo tiempo que se dan po: sibilidades de reconstruccién y mejoramiento orgénico, se puedan realizar estudios de boté- nica, ciencia ésta de trascencental importan- cia para el género humano; porque al fin de cuentas solamente de plantas vivimos, pues aunque la humenicad sea mds o menos carni- vora no podris proporcionarse tal alimento, si no fuera porque las plantas sirven de nuetri- cidn al buey, al cordero y @ los otros seres que son sacrificedos para servir de alimento a los humanos. La carne, pues, es yerba, en segun- do estado. La salud es un dén divino de le creactén pero ella no puede conservarse ni obienerse ‘cuando se ha perdido, si no es gracias al uso consciente de la vitalidad de las plantas, las que debe aprender @ conocer, para emplearias fen forma adecuada. Ya que llegamos @ este punto de singular importancia debemos llamar la atencién sobre ef cultivo y cuidado del érbol, no destruyén- doio sin ton ni son como se hace actualmente fen nuestro pats. Seria largo analizar la impor. tancia del érbol en ie vida humana, y no nos detendremos por el momento en este aspecto de la ciencia, pues ello no corresponde al mer- co del trabajo que estamos levando adelante. 72 La cultura femenina debe ser de carécter intimo, psieolégica y espiritual, més que atlé- tia EI hombre a través de los tiempos ha logra: do una cultura objetiva, al par que la mujer tiene una sensacién subjetiva de los hechos, sin enalizarlos en concreto. Este aspecto psicolégico de la feminidad debe ser tenido en cuenta por el hombre, ss realmente esta interesado en conocer su inse parable compatiera. Una frase de parcial sentido dirigida a la mujer, no la afecta sélamente en una determi nada zona de su sér mental o de su sér sensi ble, sino que la afecta integralmente. De ahi que el hombre se sorprenda muchas veces de lo que él llama exageracién en la mujer, cuan- do a decir verdad el error esta en él mismo, ues cree que la psiquis femenina esté igual- mente constituida como la masculina. Este punto es de tantisima importancia, que debe ser bien grabado en la conciencia de lectoras y lectores, pues de asa sitvacién psi- colégica de la feminidad incomprendida, han dependido una gran cantided de fenémenos de carécter social y humano, a los cuales no se les ha podido dar solucién efectiva, por desconocer este hecho. 73 La mujer desde este punto de mira es un todo sin limitaciones; una frase afectiva Ia er tusiasma hasta en lo més recéndito de sus c& lulas, al par que una frase despectiva Ia afec- ta también en su integral naturaleza. La mujer tno analiza; la mujer siente y vive la vida se- gin los dictados de su sensibilidad animica En los tiempos actvales la mujer se ha ve~ nnido masculinizando, pues esta tratando de construir para ella Una cultura objetiva, de diferenciacién y de anélisis, creando para su personalidad caracteristicas que hasta el mo- Mento actual no habla poseido, y que no jv: gamos del todo ventajosas para el porvenir 50% La mufer, deseosa de igualarse al hombre, tal vez para vengarse de la indiferencia con que éste [a ia venido mirando en lo que se re- leciona con las cuestiones précticas de Ia vida, para desdicha de la raza y para desdoro de las carecteristicas psicolégicas de su propia femineided, como sucede en algunos paises, en los Estados Uniclos, por ejemplo. “Mujer moderna quiere decir: cruzer las piernas, montar @ horcajadas, beber coffac, fumar, ‘desbocarse sin control alguno y sin més brélule que los deseos”. No creemos en modo alguno que estas con- diciones sean ventajosas para el porvenir de 74 Ja raza, porque el organismo femenino de he- cho es mas susceptible que el masculino, reci- be le influencia de tales téxicos psiquices y morales en forma tal, que la herén dura, des piadada, cruel y de otras modalidades de ca acter enimico que seria largo enumerar. ‘Ahora, eave diremos del aspecto fisico de la cuestion, cvando el uso y el abuso del taba- co ¥ del aleshol conducen al céncer, a le im potencia en la procreacién, a la deficiencia menial, al acallamiento de la sensibilidad, que es justomente la condicién bella que caracte- riza en alto grado la nobleza femenina? No culamos directamente a la mujer de estar cayendo inconscienetmente en el fangal de los vicios, porque la sugestién ambiente le ha venido canelizando las fuerzas en esa di- ceccién. La culpa, pues, esté en la incultura maseulina y su incapacidad para hacerse res- ponisable de las sitvaciones sociales en que to- me parte activa, pues es el hombre superficial quien, considerando indigna a la mujer que Ro tiene tales vicios, la induce a ellos, juzgen- do de tono tales deficiencias. Ademés, la mu- ie que no ha entracio en el campo pleno de la maternided, y para '@ cual han pasado las dul ces ilusiones de la nifiez, es necesario que Scupe sus tuerzas en algo, y como la sociedad, tal como esté hoy constituida, no le ha dado 75 orientacién cultural adecuada para que puede ‘ocupar sus potencias vitales en el cultivo del arte, de las ciencias naturales, de las labores manvales, de la psicologia o de la filosofia, es consecuencialmente natural que la mujer bus- ‘que algo 2 qué aplicar sus potencias, y nada més fécil para tal efecto, que descender por la pendiente de los vicios y llegar al estado a que esté Ilegando. Los comunistas dlirdn que esto es debido al régimen capitalista; los conservadores que es: to es debido al progreso del comunismo en el mundo, y asi cada uno atribuye las debilida- des humanas a la manera de pensar y sentir de aquellos que considera contrario a éi en el concepto que tiene da la vida social. Pero nada de eso es verdad; lo cierto es que los go- biernos, sean de la indole que fueren no estan ‘ocupades en solucionar problemas raciales ni sociales, sino que cada entidad de gobierno busca sélamente su propia gloria, su propia comodided, sin darse cuenta que son las co- lectividedes las que sufragan y sostienen @ tales entidades. Ni los “Hitlers” ni fos “Stalines” que son hoy por hoy los dos extremos de la balanza de la organizacién social, pueden considerarse como ideales para una cultura efectiva. Estos extremismos son igualmente absurdos y deben 76 desaparecer de la faz da la tierra, como tristes ensayos de una falsa civilizacién. El sentido LIBERAL, amplio, generoso y consciente, es el que se debe cultivar, para una adecuada crientacién humana. “No solamente decimos aque el hitlerismo y el stalinismo deben desa- parecer, sino que desaparecerin, porque la conciencia humana estd despertando de su Suefio y llegar una sublime apoteosis, A muchos les parecerd extrafio que estando este trabajo destinado a la DIGNIFICACION DE LA MUJER, involucremos en é! cuestiones de carécter politico y social, de las cvales real- mente ellas no son directamente responsables; ciertamente las mujeres no son directamente Fesponsabies; pero si una amplia cultura en ellas, les permitiré hacer sugerencias para Hegar a una meyor ecuenimidad en la marcha doi mundo Una sociedad, y una humenidad que estu- viera inspirada en el intuicional sentido de la vide que tiene la mujer madre y la mujer vir- gn, y guiada dicha sociedad por Ia voluntad educada y organizada de hombres de elevada cultura, seria una sociedad ideal. (Sobre este tema de importancia capital véase la obra "EL PROBLEMA DEL MUNDO" del mismo autor) 7 El Optimismo “Femenino Hay momentos en la vida humane, en fa or: ganizacién hogarefia, en ta vide intima de les familias, en que el jefe de ellas sufre los reve- set de le fortuna o los desengafios de la fic. cién moral que le rodea, y en aquellos momen- tos una sombra negra, como vampiro sinies- tro, succiona las fUerzas activas de! hombre en cuestién, y todo su castillo de ensoacio- hes se descvaje, no quedando més que las are- nas dispersas de la triste ilusién desepa- recida. En estos lagubres momentos suele aparecer ‘veces una luz salvacora, que surge del opti- mismo femenino, pudiendo ser en este caso de la matrona del hogar, 0 si es ella quien ha de- linquido, es de la nifla que con ojos angelica: les muestra al padre un sentido de compren- sidn y alienta en su pecho una nueva esperen- za, la que despierta en él nuevos brios pera fa'lucha y fuerza acaso para resignarse ur, tanto y descubrir que la vida tiene sus recon- diteces ain no exploradas, que al ser descu- biertas pueden traer hondas decepciones por falta de comprensién, y en la mayor parte de 78 los casos por no tener una cultura espiritual suficiente que permita ver de antemano el pro y el contra de los hechos. Pero ese optimismo femenino, ese sentido casi cosmico de la existencia que lleva la mu- jer en el fondo de su propia naturaleza, resul- ta ser siempre la mayor parte de las veces el ancora de salvacién a la cual se agarra el hom: bre pare librarse de las ensombrecidas y vio- lentas olas que agitan las pasiones de la vida La mujer suele estar animada de un sentido sano de optimismo, siempre que se halle en las condiciones anotadas en el curso de este trabajo, o sea en el virginal o maternal. Ese optimismo femenino es como un sol de Vida, es como un hilito embriagador que exal- ta los sentidos, despierta nuevos resortes pa: ra la accién, lanzando su rayo de luz en ls entenebrecida y cadtica mente del hombre que sufre decepciones en la vida El pesimismo femenino anonade notable- mente la psiquis masculina, empobreciendo sus fuerza: de accién, debilitando su volun- tad, en una palabra aminorando considerable- mente Ia fuerza del entusiasmo que es el po- der psicolégico més trascendental que pose el individvo para lograr efectivos triunfos en la existencia. 79 Siempre se nota, que a mayor cultura feme- nina su optimismo es més sano, més euférico, mas poderoso y més vivo. Y si la fuerza do a cién masculina depende de la novia, de la es- pposa, de la madre o de la amiga, es justo re- conocer que Ia feminidad representa un gran papel en la existencia humana, y que no tener en cuenta el cultivo de aquel sér, de aquella entidad, es atentar contre el hombre en forma real y efectiva. Las reuniones sociales tienen por objeto le- vantar el Snimo, despertar el entusiasmo, dar fuerza para vivir euféricamente la vide. 2Y como es que una fiesta puede estar animada, si no es con Ia presencia de la madre cerific- 2, de la hermana, de la amiga jovial o de la rrovia que llena la’ vida de ensofiaciones y de ‘optimismo expectante? No es posible reemplazar el aroma femeni- tno para lograr tal entusiasmo en la vida del hombre, ano ser que el varén se halle posefdo de una alta filosofia de la vide que le permita vivir dignamente la existencia. Pero como son tan pocos los verdaderos filésofos, que siendo tales puedan vivir la vida en armonia sin va- lerse para ello de acicates externos, necesa- rio es que la mujer cultivada, esplritvalizada, ennoblecida, sea el factor determinante del progreso y felicided humana, 80 A falta de mujer ideal, el hombre se vale del alcoho! para despertar las fuerzas del en- tusiesmo, para poner en juego sus energias, pare vivir horas de placidez, sufriendo mas tarde las dolorosas consecuencias que trae el uso y abuso del alcohol, materia ésta_ muy buena para fricciones cuando existan neural- gias, pero pésima por los desastres que oca siona en lo interno del organismo. Del optimismo femenino surge el entusias- mo de la vida, como de la flor en plena exhu: berancia, el aroma que embriaga el sentido de los olores. Y asi como aspirar ef delicado aroma de la rosa, proveca por. reaccién sentimientos y pensemientos elevados, igualmente el magne- tismo de la mujer optimista despierta en el hombre interés por la vida y deseos de supe- rorse en ella, Cuando todo el interés ha decaido en una reunién social, basta la presencia de una mu- jer radiante de entusiasmo, de una mujer ple: nna de vide, de una mujer optimiste y formal, para que cambie la situacién del ambiente co. mo por obra de misteriosa magia. Las fuerzas deprimidas de los que integran el festival, aparecen de nuevo; surgen de su naturaleza, con la misma euforia, con la misma placidez 81 con que los pajarillos’al sentir el influjo del astro rey que se avecina, cantan su melodiosa cancién, y las roses abren sus pétalos para ret cibir el célido beso del sol de la mafiana Una humanidad en que las mujeres fueran sanas, cultas y optimistas, seria Una humani dad feliz e2 La Curiesidad Femenina En todos los tiempos, en todas las épocas la humanidad ha venido observando e! senti- do de curiosidad que la muier lleva en su ra turaleza Se dice que nuestra madre Eva (?) fue por pura curiosidad que quiso probar la fruta Prohibida, mereciendo de ““Jehovs” la recri- minacién por un lado, y por otro que dicho sefor le Impusiera el desshucio del paraiso terrenal. Dicen también los que creen en cosillas, ue fue por le curiosidad nata en la mujer por fo que el “romanismo” no le permitié cantar la clasica misa, porque si mientras ella estaba ocupada en “alzar”, momento cumbre de aquella ceremonia, sentia pasar un ratén, no podia menos de fijar sus ojos en él, olvidén- dose del movimiento extético en que debia colocarse, Estas y otras. mil cosas se dicen acerca de la curiosidad femenina. Nosotros no creemos mucho en la efectiva curiosidad femenina, porque entendemos por “curioso” equel sér que quiere analizar dete- nidamente cada fendmeno para buscarles el por qué. 83 La mujer no es curiosa en tal sentido, sino que es sumemente impresionable, a tal grado que todas las emociones y sentaciones del ambiente son fécilmente registradas por ella, sin qUe su actitud vaya més all. La mujer no es curiosa sino sensible, y esa sensibilidad la hace obrar muchas veces con bastante imprudencia, pero no siempre con premeditacién de enjuiciar hechos, puesto que el anélisis en ella no esté tan desenvuelto como en el hombre. El die en que la mujer logre unir a su sensi- bilidad la efectiva curiosidad de anélisis, ha- bré superado al hombre, dejando a éste rele- gacio en el camino del progreso. Pero, gsuce- deré esto alguna vez? Eso es justamente lo que deseariamos que sucediese, que aun cyan: do no todas, puesto que aquello es imposible, si un buen nmero de mujeres en cada pais se dedicara at cultivo de las ciencias y de ‘a filosofis, y entonces veriamos ciertamente al hombre obligado a superar y mejorar su exts- tencia. Es muy interesante que esta reaccién social se provogue, para que el jovenzuelo que chu- pa el tabaco, hace hoyo en la esquina y se ccupa de barwlidades, de superficielidades sir nimero, se dé cuenta de su situacion y a4 Cespierte de su DESCONCERTANTE INERCIA, dg su apatia sin limites. Hay atro sentido que suele darse a la pala- bra “curiosidad” y ciertamente en él si tiene supremacia la mujer} ese sentido es el de ha- cer cosas manuales con agrado y con éxito, Ya hemos dicho que en las cbras de mano la mujer supera al hombre por su delicadeza, por su capacidad de coger fibras y detalles que para el hombre son dificiles de hacer, da- do su cardcter impulsivo y ajeno al sentido de le estética y del gusto por les cosas bellas, Naturalmente no esté por demas advertir que toda regla tiene sus gloriosas excepciones. Hé ahf un gran campo de accién para la cul tura femenina, pues como no todas tienen po- sibilided de dedicarse a estudios superiores, si pueden fijar su atencidn en pequefias labo. res artisticas, que traeran consecuencialmente beneplécito para ellas, tranquilidad y ocupa- cién para su exaltada imaginacién, y también posibilidad de crear industrias y provechosas ara su economia particular y para el pusblo en general. Llegamos aquf a un punto de supremo inte- és social, En los actuales momentos muchas familias tienen todavia un concepto fantéstico acerca de su existencia, y se habla de abolengos, de 85 tradiciones, de érboles genealdgicos y de no s6 cudntas tonterfas, que no producen a la lar- ga otra cos que engreimientos humanos, alta mente perjudiciales en los momentos dificiles que vive la humanidad. Los padres no saben el mal que causan a sus hijos, no importa el ‘sexo, al infiltrarles tan rancios y ya bien des: prestigiados conceptos de la existencia. En Ie vieja Europa se ha contemplado el panorama de lo que son tales deficiencias psi coldgicas y a donde conducen, leccién que de biera servir las naciones americanas para ‘que dieran de mano a tales niferias y despre ciaran de una vez por todas los sentidos de grandeza calcados en tradiciones. estupidas Los nobles de tradicién (no aquellos de ca- acter ennoblecido los que sf merecen efecti vo reconocimiento), son simplemente sujetos més degenerados que el resto de la especie, Hlenos de vicios, que maltratan sin corezén, que desprecien sin. sentido humanitario, he mofflieas, libertinos, etc. A esa escoria huma na es a lo que la sociedad ha renclido y toda via quiere rendir culto; 2 la bejeza ya la debilidad morales encarnedas en el cuerpo misérsimo de un hombre, tan célula de la es- pecie como cualquiera otro, y en la mayor parte de los casos, inferior en cualidades al tipo humano comén. 86 Reconocemos una nobleze efectiva, nobleza no tradicional, nobleza nacida al calor de la bondad de corazén, de la mente educada y de la espiritvalidad vivida. Ante esa nobleza nos inelinamos, a esa nobleza le reconocemos la supremacia efectiva que leva sobre el resto de [a especie, agitada por los vendavales de /a pasién, envanecida por un orgulto carante de razén y ensombrecida por el triste manto de la ignorancia. Porque sin género de duda, mientras més ignorante es el hombre, més grande y digno se siente, creyendo que esta en capacidad de servir de juez absoluto para marcar las deficiencias de sus hermanos, los ‘que en la mayor parte de los casos son supe- riores a él. Es curioso que cuando la mujer ama, rom- pe el tradicionalismo y busca unir su corazén a aquel del cual emana el rayo del amor, sin importarle para nada la alcurnia ni la tradi- clén, En cuanto a los problemas intimos de le vida, en cuanto al problema sexval se refiere, los psicélogos han solida decir que la mujer Virgen tiene curiosidad por conocer los miste- rios que rodean a la procreacién, y que es esc lo que la lleva a iniciarse a veces premature. merite en tan delicados problemas. 7 Tampoco creemos que en ello juegue la cu riosided papel alguno, sino simolemente el im- pulso natural de la vida que al llegar a deter- minado estado en la evolucién organics, sien- te la necesidad de servir de motivo, de fuente © fundamento para nuevas expresiones. Asi como el capullo de la rosa se abre natural y esponténeamente al llegar a la madurez, asi gualmente la mujer siente en su naturaleza el halito de vida que va en trénsito de transfor: maciones constantes, sirviendo de base para que en él el vino de [a existencia pueda con- vortirse en alimento de nuevas vidas, para que la evolucién no se trunque, para que la ex: pansién de las fuerzas de a creacién no se estanquen; pues bien sabido es que aguas que no siguen sv curso, que se estancan, entran ‘en peligrosa fermentacién, no siendo ya cau- sa de creaciones armoniosas, sino convirtién: close més bien en destructoras de Ia vida orge- niizada por los migsmas que naturalmente de aquel estado se desprenden, Creemos nosotros, por heberlo leido en el LIBRO DE LA NATURALEZA, que la ética que actuaimmante se pretende practicar, resulta ser en la mayor parte de los casos Una gran AMORALIDAD frente a les leyes naturales de la existencia, 38 La mujer no es curiosa: la mujer es sen sible. La mujer no es mistica; la mujer quiere vi vir la sensacién del amor dptimo, y por es0 Finde culto a los dioses, a falta de amor sin cero. La mujer no es egoista; la mujer quiere vi vir el sentido de su afecto, y por eso desprecia ios que le fingen amor. La mujer no es el sér estUpicdo que los hom- bores se imaginan, porque el sentiniiento que elia posee es mas elavado que [a inteligencia; sdlamente que necesita de una cultura supe: rior, para que ese sentimiento pueda dar to- dos’ sus frutos. La mujer no representa ningin obstéculo para el hombre; es el hombre quien se deja cbstaculizar por lz mujer al no saber vencer- sea si mismo. La mujer no es sensual, sino sensible; pero el hombre, que es todo sensualismo, culpa a la mujer de sus desvios. Le mujer busca por los senderos de la vida un sol de amor que la ilumine, y al no encom: trarlo, se entrega a toda clase de claudicacio- nes para vengarse de la ineficacia del hombre ‘que no sabe amar. La mujer no es mala, pero ta maldad del varén ha hecho que ella lleve la afrenta 89 Una sociedsd de varones dignos y respetuo- s0s de los derechos femeninos, seria una so- eledad ideal. zY 2 quién corresponde luchar ppor la consiruccién de aquel estado de cosas? Pues ciertamente esta labor corresponde a la mujer cultivada, para que dignifique su sexo y vele por la dignidad del resto de sus her- manas. Todas estas ideas no creemos que lleguen a realizarse completamente, es decir en la in- tegridad de la vida colectiva. Pero si la mujer inteligente empieza a enarbolar la bandera de la regeneracién y salvacién de la mujer, se iniciaré desde este momento la creacién de tuna humanidad mejor. Quien medite seriamente en los pérrafos anteriores, @ poco de hacerlo se dard cuenta de que nuestras observaciones estén funda- mentadas en el definido conocimiento de la Psicologia humana. LLos afios que hemos vivido los hemos apro- vechado un poco, tratando de relacionarnos con los problemas que nos rodean, y hemos podide vislumbrar cosas y descubrir hechos ue nos prueben que la humenidad esté vi viendo al revés la mayor parte de los proble- mas que cree afrontar y que imagina tener solucionados. 90 La sensibilidad femenina educada y amaes- trada, ser ciertamente el sélido fundamento de una gran cultura y de un nuevo y brillante porvenir para esta humanidad que tanto su- fre, sencillamente vor desconocer sus intimos problemas y las realidades de la vida tales ‘como son, y no como pretendemos ingenua- mente que sean Siempre que se trata de decorar, de embe- Hlecer, de crear un ambiente de estética y de armonfa en le colocacién de los objetos que hhan de servir de adorno, recurrimos a la mu- jer, no por su curiosidad, sino por su sensi- bilidad; no por su inteligencia, sino por su sentido armonioso de la vida. No es la mente de anélisis frio lo que embe- Wece la vida; es el corazin iluminado a la mente lo que da inspiracién y lo que crea el genio. Es el afecto femenino dando vivacided a la mente del hombre, lo que ha permitido reali- zar les grandes creaciones. Si bien es el hombre quien ejecuta, es la mujer quien inspira todas las ejecutorias. Si el hombre representa el poder, las muje- res la fuerza viva de la existencia; si en el campo del arte es el hombre el que crea, la mujer es la que mueve con delicadeza la ma- ” no del artista, pues cuando é! labora, piensa cusles serén las impresiones de ella, ya que en lo subjetivo de su sér sabe que de ello dey derd su éxito. Si eh poeta canta, si rima, si sabe encontrar el gusto estético give da expresién de belleza en el lenguaje, es porque la mujer se mece en sus suefios, como hada de palacios encantados, Es la sensibilidad ferenina la unica que hace bella la vida, porque esa sensibilidad no vive sdlamente en la mujer, el hombre tiene un corezén, y é| es sagrado santuario donde duerme el sentido de la feminidad, en sus te: rnues, en sus finisimas formas psiquicas, ins- Pirando todas las cosas grandes y bellas de Ta vida, La mujer no es curiosa, ni es pensadora; la mujer es sensible y es capullo donde se en- clerra el aroma del amor. La Lealtad Fomenina Précticamente no hay hombre alguno que pueda creer en la lealted de la mujer; y aque- Ilo es natural, pues la lealtad implica limita- cién y reduccién para las hondas aspiraciones de la vide La lealtad puede ser norma del soldado, que obedece ciegamente a su jefe y teme el eso de su autoridad. Concebir y pretender lealtad en ta mujer, sin alimentarle el sentido de sv vida, que es el amor en amplia reciprocided, es lo mismo que exigir frescura en la planta sin proporcic: narle el agua que alimenta su savie. La lealtad femenina, para que pueda cum plirse en le vida de la mujer, es necesario que Gsié constentemente slimentada por el foego fel amor, ‘Cuando el hombre deja de amar a le mujer, ella siente el vacio, y al sentirlo, busca la ple” nitud en otro amor. ¢Es eso deslealted? No es desiealtad en ella, pues le deslesltad de ella depende de la de él, es decir, de le falta de afecto que alimenta en ella la llama de su 93 ideal, como la savia da vigor a la rosa y per- fume a sus pétalos. ‘Si la mujer es desleal, el hornbre lo es pri- mero. No consiste la lealtad masculine en Ile- var siempre el pan cotidiano a la esposa, el pan fisico, si no le da al’ mismo tiempo el ali- menta espiritual. “No sélemente de pan vive el hombre” (pero no olvidemos que el ham- bre varén, es apenas una parte integrante de la mujer verona). Nos dirén algunos que nc resultamos tan Idgicos en nuestras conclusio nes, porque segiin los comentadores de la bi blia, los exégetas, la mujer fue hecha de una costilla de Adén. Pero no debemos olvider también que los exégetas al fin lo son, es de cir, simples comentadores que sequramente fen este caso se equivoceron lamentablemente, pues le ciencia ha venido comprobando todes las verdades de la religién, corrobarando al: unos hechos y aclarando otros. Ya hay und rime apreciacién cientifica de que la humani- dad primitiva fue “ANDROGINA”, es decir que la mujer y el hombre estaban ‘unidos en un solo sér, el que reunia ambes posibilida- des, haciendo el papel de masculino 0 fera No seqtin e! caso, como sucede actualmente on el caracol y en otras especies animales, pre- ponderando acaso el aspecto femenino, pues ‘como vimos en el principio de este trabajo, es 94 mas indispensable 1a feminidad @ la genera: Cin que ia masculinided. Esto nos hace dedu- Cir que el varén y la varona fueron separados © diferenciades categSricamente en seres uni- sexvales, debierido entenderse esto por tan. to— no de costilla sino de COSTADO, es de sir, de parte integrante, Después de esta aclaracién cientifica, segui mos con e! anilisis de Ia lealtad femenina, Is que para llegar a serlo, implica necesariamen- te correspondencia efectiva por parte del varén. No es posible exigir bonded a aquel sér a quien tratamos con dureza; as! como no es honrado exigir lealtad, si de hecho somos desleales Como fenémeno curioso de la psicolog humana, tenemos que analizar justamente eso de las exigencias EI de carécter hurefio, siempre vive lamen- téndose de que no le trate con bondad. El buen cabrador, es siempre mal pagador. EI déspote, vive lamenténdose de la falta de carifio en quienes lo rodean El ignorante siempre se cree sabi. El feo, hace alarde de su belleza, we ate caress tralién noble, vive ha lando siempre de la grandeza de sus antepa- sedos. Srendez ‘ee 95 El mestizo, habla de Ia pureza de su sangre. Ei hombre que carece de energia, hace alar. do_de su vaior Todas las cosas tienen siempre en el fondo tun especto distinto de lo que parecen ser. Es- ta es la razén gor la cual el hombre que t fen su neturaleze tendencias de conquista, de: se0 de zer siempre amacio por toda mujer que se atraviess en sv camino, exige lealtad a ca 3 una de ellas para si, pero en cambio él no se Ia prodiga @ ninguna El doctar Marafién, que se ha dedieado a estudiar lag rescciones biolégicas de los seres humanos, y @ deducir de elles consecuencias psicoldgicas, sestiene que [a mujer en los le times tiempos se ha venido orientando hacia la "poliandria’” (tener varios amantes); nos. otros con Ios andlisis psicolégices que hemos hecho en los seres humanos, no estamos de acuerdo con el doctor en referencia al consi- derar él que esto sea espiritu de la épeca. En todos los tiempos el fenémeno ha sido mis 0 mienos igual, con la dnica diferencia de que en pasadas épocas tales desviaciones psicoléai- cas se desarrollaban con mayor hipocresia, y por tanto eran menos conocidas, y por eso menos estudiadas. No creemos que la mujer se incline hacie la poliandria por perversién, sino por aque! 96 EES Ee fenémeno anotado, es decir, que pare que le mujer pueda ser eal, debe ester alimentando sv ideal amoroso gor el continuo entusiasmo hacia ella por parte de quien la ha elegido; porque dade la exquisita sensibilidad de la mujer ella se da cuenta de la frialdad de su merido, evando aquél cree poder llevar una vida de desinterés y que @ pesar de todo su esposa viva entusiasmada por él. En sintesis, podemos afirmar que el equ brio efectivo esté muy lejos de ser una re dad en Ia raza, mientras ésta no adquiera un mds elevado concepto de le vida, no se espirl- tualice, y no comprenda la importancia del ‘amor correspondido, para que el fuego sea alimentado por las fuerzas activas de dos co- razones emantes. No olvidemos que para que el fuego fisico ards, necesita una materia de combustién y Un aire que Io impulse @ la accién. La mujer llegard a ser realmente leal, cuan- do el hombre lo sea igualmente; y para que esta lealtad pueda cumplirse armoniosamen- te, es necesario que al tratar de resolver, 0 mejor dicho de decidir ligar la vida al matri- monio, se piense no en los intereses, no en las conveniencias sociales © materiales, no en fantasias de carécter puramente objetivo, sino que se juzgue la fuerza con que se ama y ef 7 poder que se descubra en el s4r amado para corresponder a ese amor. Si hay mujeres desleales, es porque hay muchos hombres que les alimentan sv des- lealtad Solamente una mujer cultivada, espiritua- lizada y ennoblecida por elevadas apreciacio- nes de la vide, puede llegar a ser el ideal tra- zado en la mente de le sociedad El Valor Femenine La palabra VALOR tiene dos grandes sen- tidos en el caso que analizamos. Valor, en el sentido de coraje, y valor en el sentido de re- presentacién de fuerzas constructivas y deter- ‘minantes del bienestar, tranquilidad, o fraca~ s0 y limitacién para la raza Haremos referencia al primer aspecto, o sea al coraje. La mujer es corajude, valiente, atrevida, cuando se trata de defender algo que despier- ta en ella un sentimiento noble y generoso, y ‘en detorminados casos, cuando esté impelida por una fuerte emocién, va hasta el sacrificio si es necesario, En cambio, el hombre es corjudo por ex: hibicién, valiente por interés, y atrevido por necesidad. La mujer tiene fuerza para obrar impulsada por el amor; es valiente en defensa de la dobilidad y atrevida en pro de la armonia de aquellos 2 quien ella ayuda o representa. Todas estes cosas les decimos con since! dad, y contra nuestra propia vanidad de hom- bres, pero es una realidad tan efectiva, que el 9 no decirlo sinceramente seria la mayor de las cobardias y el maximum de los egofsmos. Este libro lo escribimos justamente para hacer mérito a las realidades de la vida, sin tener para nada en cuenta los intereses de nuestra vida personal. Somos en este caso los jueces de nosotros mismos, y hemos halla- do en ello la posibilidad de visiumbrar reali- dades, que deben ser sinceramente reconoc: das para darles sofucién y orientacién, Si nuestros coleges nos critican, que no lo hagan por prejuicio, con le razén sin razén det si porque sf; sino que lo hagan con la ciencia fen |e mano, con las experiencias de la vida de- mostradas y entonees se los sabremos agrede- cer honradamente; pero mientras no se nos pruebe lo contrario, nosotros seguiremes vien- do en la feminidad culta lo meior de ta huma- niidad. y en la feminidad en general el Factor determinante de todas las situaciones huma- nas. Y sequiremos estudiando el valor sustan- tivo de la mujer en los momentos cumbres de le existencia Cuando su amado esta en peligro de ser perforado por las balas, ella sin ningin temor se interpone para defender‘o. Cunndo el hombre de sus afectos ha su frido un colapso moral, ella se levanta gallarda 190 ——_ ¥ optimista para interponer su indiferencia Femenina a la tenaza, del dolor que lo ano- rade. En los momentos en que el incendio con sus llamas voraces va a hacer vietima en la criatura indefense, hija dei amor, es la mu la primera que se atreve a salvarla, sin vac lacién y sin incertidumbre. Podriamas analizar infinidad de casos, en los cuales encontraremos siempre el valor efectivo de la mujer, no para exhibirse, no para hacer alarde de su coraje, sino para cum plir siempre con un hondo y sagrado deber de humanidad. Es la mujer quien pasa las horas al pie del enfermo que expira; es la mujer quien vela siempre la cuna del nifio y Ja que esté.siem- pro atenta a cuidarlo en los primeros aftos ds su vida, que son justamente aquellos en que 4) requiere atencién. Todos estos rasgos de valor constante y de Persistencia en la accién noble y generosa, son caracteristicas honda del sentido de la vide que representan efectiva fuerza moral en al sér que las elecuta; ya que de estos valores efectivos no se hace referencia nunca en la literatura, no se les exhibe con el elogio, no hay quién los rodee de fantasia exhibicionis- ta, ni hay condecoraciones ni trajes lujosos 101 que lo exhiban, como sucede con el valor ‘acaso con la cobardia del varén, que marcha ala guerra en la esperanza de que le historia lo registre grande, de que la patria le aice mo- umento y de que al regreso de sus desplan- tes le pongan medallitas (latas doradas) y trajes vistosos que le permitan pasearse por las calles de las grandes ciudades exhibiendo su bien triste vanidad. Otro punto de singular interés, 0 mejor ai- jéramos de inusiteda importancia, es que el valor femenino es siempre constructor, y en cambio el valor masculino lieve en su natu- raleza encerredos los factores inevitables de le destruccién y de la muerte, El valor masculino es de ostentacién; en cambio el valor fernenino es de servicio desin- teresado, y por lo tanto noble y generoso. El valor del hombre tiene por objeto siem- pre en el fondo el conquistar el caritio de la mujer. En cambio el valor de le mujer es¢a al servicio de la armonia, del hogar, de la fami lia, y del porvenir mismo de la especie. El varén no hace uso de sus fuerzas y de sv coraje mientras no presienta posibilidades de gloria; en cambio, el valor de la mujer se ejer ¢e silenciosamente, sin esperar recompensa En definidas cuentas, podemos decir que la mujer tiene valor, ese valor que se sintetiza 102 © Ia palabre coraje, pero en un porcentaje muy alto, siempre para servir un noble senti- do humanitario. No querentos con esto decir, que no haya casos excepcionales en los cuales el hombre también sea valiente por naturaleza y coraju: do por equidad. Lo que deseamos hacer resal- tar es la superioridad de hechos, el porcenta- je elevadisimo de nobleza femenina en los ac tos de valor, frente a los muy limitados, @ los muy reducidos actos de valentia masculina por efectivo sentido de nobleza Naturalmente, los que ataquen nuestra doc- trina sociolégica y psicolégica, nos irén a mostrar muchos casos en los cuales la mujer obra por vulgaridad, al servicio de alguna pa- sién. Pero es que eso que llamamos vwlgaridad © pasion, svele ser en la mayor parte de ios casos una sinceridad profunda, que nosotros mirames periféricamente, sin darnos cuenta dei motivo hondo que la provoca, Estas salvedades las hacemos, no en busca de benevolencia para nuestro estudio, sino simplemente fundamentades en el realismo de lo existencia Ahora vamos a pasar al valor-coraje, al va- lor en el sentido de factor determinants de beneficios para la especie. Y en esta zona del 103 valor, si que vamos a encontrar condiéiones superiores en la mujer. La mujer es le base de la sociedad, porgue ella gests al hombre y lo sostiene en su desen volvimiento hasta que é| puede valerse por si mismo; es decir, que ella le sirve en las épo- cas en que es absolutamente indispensable que el oFganismo del hombre en evolucién, sea servido, pues de lo contrario no podria La mujer trabaja descle muy temprano has ta muy tarde en labores hogarefias, solamente para servir los intereses de la especie. La mujer es la que hace la higiene del ho- ger, tan indispensable a la vida de los seres. Es la mujer quien prepara, o hace preperar el alimento, para que el hombre pueda reparar sus fuerzas y rogresar satisfecho a su labor. Es la mujer la que hace la alegria de las fietas, para dar expansién al hombre después de sus dias de trabajo. Es por acicate psicoldgico que la roujer ej ce.en el hombre, por lo que él se bafta, se vi te, en una palabra, s6lo por la mujer el hom- bre se interesa por su propia personalidad. Si analizamos el problema de la vida social, encontraremos que las bellas quintas, que los palacios suntuosos, que los decorados edifi- 104 cios y que todo el confort humano estén inspi- rados en el sentido femenino de le vida. La corbata que el hombre usa, es una de- mostracién de 30 carifio por la mujer, y de que Guierg lleva en su vestuario algo de 10 que eliacuSa, como es la tela que se enuda a su cus “6, en la misma forme que liga su destino a la mujer que cree amar, pero que no siempre adora de verdad. El valor, en cuanto a factores constructivos y organizadores de la vida, es algo mucho més saliente, mis trascendente de lo que hayamos ppodido suponer. ‘Adn en las especies animales, se ve que la imasculinidad por fuerza subjetiva, se carga de brillantez y de lujo para atraer la atencién de la ferninidad, es decir, de la hembra de la es- pecie correspondiente, El pavo real es el animal més fantéstico, y por [o tanto el més vanidoso que conocemos, exhibiendo una amalgama de coloridos que ros llena de sorpresa por la snaravilla del con- junto; y todo esto se lo ha dado la naturaleza, su propia naturaleza subconsciente, para e- traer la atencién de la compafiera, y poder convertirla en su aman E\ leén muestra una melena que le da tel arrogancia y lujo, como tal vez di 105 pueda concebirse en otro de los habitentes de la selva; y todo aquello se lo ha dado su pro- pia naturaleza subconsciente para encantar 8 su compafiera, la cual a decir verdad, no exhi- be ningun otro atributo que el de las caracte- risticas de hembra, es decir, aquellas sorpren- dentes fuerzas que son el centro de atraccién de todos los seres, y de las que todos de- penden. ‘Aun cuando parezea, no nos hemos atejado del tema. Este trabajo tiene por objeto mos- trar en todas sus fases el valor de Ia feminidad generadore y provocadora del movimiento in- cesante de la vida. Desconocer los valores femeninos de la na- turaleza, es alejarnos de la realidad de la exis- tencia y abdicar de los legitimos derechos que tenemos de admirar la vida y compronderla en todo lo que tiene de bella, de sublime y de grande en la multiplicidad de sus creaciones. Los valores femeninos, son los valores de la especie. El valor sustantivo de la mujer, es el valor fundamental del hombre que ella gesté en sus entrafias. Los valores en belleza, en bondad y en cul- tura femeninas, miden los valores de belleza, de cultura y de bondad masculina en las po- 106 blactones, en las ciudades, en los paises y en el mundo en general. Si queremos construfr una humanidad de superiores caracteristicas, que sea digna de los que la idealizaron, trabajemos por la cul- tura y el ennoblecimiento de le mujer. Este gran valor del hombre, le haré deseu- brir todos los valores fundamentales de la fe minidad en la escuela de la vida, 107 La Sinceridad “Femenina La sinceridad, es aquella rara facultad que nos hace, en primer lugar, no mentirnos a no- sotros mismos, y en segundo lugar, no mentir a los demés, Es précticamente imposible exigir en el mo- mento actual sinceridad en la mujer, cuando tampoco existe en el hombre, ni en la sociedad fen que se vive, Le ausencia de sinceridad, es uno de ios grandes males de la civilizacién actual La mentira reine en el mundo, como Unica majestad a la cval los seres humanos rinden vuri desmedido cvlto. Los tocados femeninos, son una de las pri- meras demostruciones de insinceridad, y es que, si la mujer no se decora, siente no poder producir el efecto que desea, en el ambiente social en que reside. Como las caracteristicas de sociedad estén hechas justamente a base de ficcién, de men- tira, de engajio, es natural que la mujer tenga que ajustarse a ese medio para no quedar a un lado en lo que se llama espiritu de la époce. 108 En las reuniones sociales en general, cada Una procura inventarse el mayor comulo de mentiras posibles para aparecer con rasgos de grandeze. Cuando empiezen a hablar de si mismos, tanto el hombre como la mujer comienzan a mentir de Io lindo, para vencer @ los que tie- nen menos capecidad imaginativa, pues en el fndo todo la que se dice es mentira, Uno de los asistentes a ia reunién prueba en teorfe, que su apellido procede directamente de la fa- milla de Fernando VII; otro gue ve la impor tancia actual del espiritu guerrero, prueba su ascendencia “napolednica’; el mas humilde de todos, es de la misma familia del Papa; y jay! de aquel que sea pobre de imaginacién y no pueda probar tedricamente, la grandeza de sus ascendientes, pues este sefior queda en ri- diculo. Cuando dos almas se atraen por ese sutil principio llamado afecto, que debiera culm nar en amor perfecto, se tuerce este sentido por el interés, pues cada uno de aquéllos, para aparecer grande se enreda en un dificil proble- ‘ma, ya que el uno trata de demostrar con arau- mentos casi nimca probables, que su frmilia es de encumbrada estiroe v que sus posibilida- des econémicas son ilimitadas. De este estado de cosas surgen las mezquinas am que matan Ia flor del afecto hasta ese momen- to en estado embrionario, y le convierten en triste ambicién de cosas materiales, que al fin ya la postre serén causa, si tal matrimonio se verifica, de una triste decepcién, pues en aquellas fantasies no habla més que insince- ridad y mentira torpe y cruel. La sinceridad femenina no puede existir sino Gnica y exclusivamente en el caso de la mujer poselda de verdadera cultura, de espi- ritualidad, que ama la verdad, y que ha sabido hallar el pro y el contra de las cosas. Esta ra- ra mujer es muy de encontraria hoy en el camino de Ia vida. Pero si la mujer es notoria, es palpablemen- te insincera, la culpa la tienen los hombres due son menos sinceros ain, sobre todo cuan- do se trata de conquistar el corazén femenino. En cada uno de los temas estudiados hemos defendido los tesoros, las virtudes, las eleve- das condiciones de la mujer, considerdndola ‘como una excepcién por todos concepts; pero ro cuando hemos Hegado al campo de le ver- dad de ciertos hechos, tenemos que decir sin- ceramente lo que hay en el coraz6n femenino. La mujer es voluble por naturaleza; pero ‘esto seguramente no es un pecado en ella; sino ‘que es su conveniencia natural. 2Qué seria de la mujer que con sinceridad sin limites confe- 110 sara slempre lo que ella siente, 2 quign ama y con qué intensidad lo hace? Pues sin género. de duda, los que en ello salieran favorecicos s@ aprovecharian egoisticamente de tal situa cién, y pobre de la mujer que asi fuera sor prendida y descubierta. En el estado psicoldgico actual, es naturel que la mujer no se exprese con sinceridad, si no que mas bien a través de sus gestos, cle sus movimientos y de su manera de ser, deje en: trever lo que hay de real, lo que hay de efec- tivo en su eorazén En cambio, cuando salimos al campo afec tivo, del lugar un tanto enigmatico que corres: ponds @ las sublimidades del amor, la mujer fes més sincera que el hombre sin género de duda En el sentido préctico de las cosas, le me dre, la mujer de hogar es de una sinceridad sin limites, y por tal sinceridad va hasta el sacri- ficio. La mujer madre comunica siempre 2 su esp0so los deseos y necesidades de sus peque fios, y hasta hace sacrificios para que aqusilos puedan obtener lo que ella sinceramente cree bueno. La mujer con toda la franqueza del caso le dice al esposo que tal 0 cual persona no le parece a ella prudente qv éntre en relaciones m comerciales con él, para ésta 0 para otra acti- vidad, manifestandose en muchos casos una clara premonicién de los hechos. La sinceridad de la mujer madre, no tiene limites en el aspecto préctico de la vida. Cuando llegamos al campo de la sincerided noble y generosa, entonces no podemos vincu- lar en este estedo psicolégico a la mujer vir- gen, porque ésta por un sentido sutil, por una delicadeza imperceptible, pero no mengs real, No puede tener la franqueza y fa sincericad de le mujer madre. Sincerided plena’en la mujer, solamente podemos encontrarla en la mujer madre, con relacisn e su hogar y a su familia, En la otra ¢s légico y natural que no exista en primer lugar porave al descub {ntimos sentimientos se profanarla a s{ misma, ¥ porque si no halla sinceridad en el medio en que vive, 2bor qué ha de serlo ella? A pesar de todo, es muy fécil descubrir lo ‘que haya en el fondo concientivo de la mujer, aunque ella, sobre todo en cuestiones afecti- vvas, diga siempre lo contrario de lo que siente. Hé ahi una clave, una norma para saber lo que siente y piensa la mujer, en lo que respecta al ‘amor y con relacién a otras cosas de la vida. Ella dice justamente fo contrario de lo que 12 siente y de lo que piensa, no para engafiar, si- no para no profanar sus sentimientos. Ese es el estado psicolégico que prima en la mujer. Esta anotecién que hacemos, debe ser muy tenida en cuenta por los que deseen conocer algo de la psicologia femenina. La sincoridad es generalmente desagradable, y fa mujer siente que ella debe agradar. La sinceridad es dolorosa; y fa mujer, con raras excepciones y s6lo en especiales momen 3s psicoldgicos, no quiere causar dolores @ otros. La sinceridad es siempre destructora de la mentire; y como la mentira gobierna en a sociedad, le mujer no quiere molestar 2 los gobernados. La sinceridad es de un realismo absolute, y la realidad no siempre es grata a los seres humans; por €50 la mujer no es sincera, por- {que no le gusta torturar corazones, pues si los tortura, no es de ella la culpa, sino de aquel gue locamente se enamora. Para que la mujer pueda llegar a ser sincera en las cuestiones sociales, ya que en los ideales del amor no le conviene serlo nunca, es nece- sario que el hombre sea sincero y que la hipo- cresia sea vencida por él 13 Ningin derecho tenemos de exigir virtudes a otros, cuando nasotros no las poseemos. Para salvar tal dificultad y poder descubrir lo que haya de verdad en el sér que se ama, basta que exista el espiritu de observacién, y entonces el mundo cambiaré de aspecto para nosotros, y podremos descubrir muchas de las bellezas y de las infinitas bondades que exis- ten en el corazén femenino, aun cuando ella necesariamente no las diga. 4 El Mesterio Femenine Toda mujer lleva tras sf un misterio, algo incégnito, algo desconocido que parece que es 'y no al mismo tiempo. eCuiles ese misterio, eu6l ese desconcciso, ese enigma, esa inedgnita, ese algo sutil, fl dlo, daliesclo, que se oculta tras la vida de la mujer? gCual es el misterio ferrenino? Pues. sencillamente el misterio del amor, el deseo de amar y ser armada, sin profanaciones, viviendo en el quieto valle de la existencia donde pueda sentirse la plenitud del amor, no bajo el go- bierno del torturante Eros, sino en alas de Cupido. No bajo Ia euforia de la pasién, sino en el éxtasis de la realizacién afectiva que culmina en el amor sin limites. No en el estado torturante de los que se desean sin comprenderse, sino en aquel que da la placidez de un amor limpio de toda mécu: la. No es que la mujer no desee ser madre, puesto que éste es su Cnico deseo; sino que ‘quiere obtener, lograr tal estado, no por el ent brollo qua producen en la naturaleza animica las violencias de Eros, sino por el sentido pro- us fundo de la vida que nace del corazén, en alas de Cupido, es decir, del puro y genuine amor. El misterio ferenino, es el misterio de la vida; es el enigma de la existencia; es la fuerza que hace perpetuar la vida en nuevas formas, que debieran ser cada vez més perfectas, si los seres humanos supieren divinizar el ideal del stnor, guiados por la celeste Venus y no por la Gorgona terrestre y profena. ‘Ahora que hablamos del misterio femenino, hemos de dirigirnos a le mujer moderna, y he- mos de decirle sinceramente que ella con sus actuales deficiencies, con su manera de ser, esté profanando el misterio del amor y dando muerte @ los naturales encantos que ese miste rio encierra. El romanticismo en el amor es indispensa- ble para que él cumpla su honrada finalidad en la vida, Amor sin roma ple, es una fantasia irrealizable, ya que el ro- manticismo es el espiritu alado y sutil del di vino Cupido que vuela de alma a alma, des- pertando en ellas el fuego del ideal, el poder transformador y sublimador que en s{ encierra el amor, cuando es motivo de inspiracién y no causa de deseo. Si en los momentos actuales no hay poetas de verdad, misicos, escultores, pintores y lite- ratos geniales, es sencillamente porque la mu- 6 jer moderna al aproximarse demasiado al hom- bre, ha matado en él el sentido roméntico de la vida, Ya no hay caballeros andantes, porque no hay damas que vivan en castillos encantedos envueltas en el manto de la sutileza, dei mis- terio, dei pudor natural, que tanto atrae, que tanto subyaga y que prende fuego en la sangre de los venceciores de la vida, ‘Si el regaio de hoy es un cheque y no una rosa, si en carabio de las ensofiaciones misticas de la que suefa en el éngel, por trasunto del senticlo maternal, su mente esté fija en la posi: bilidad de un automévil, de una joya vistosa y de una situacién social que sorprenda a las menos afortunadas que ella, esta desdichada mujer lleva en lo profundo'de su naturaleza el germen de todos los desencantos, la causa de todos los dolores y la razén fundamental del malestar en la vide. Porque a medida que el automévil es propiedad nuestra, es una ilu- sign més que se desvanece, ya que el corazén humano siente ansias de poseer lo que no tie- ne, y deseo de deshacerse de aquelio que po- see; porque el automévil pierde pronto a fuer za de atraccién al convertirie en mueble feo, desagadable a la vista de los que lo contem: plan, y con esa ilusién se consume el supuesto amor, que no era més que un mezquino interés Ww por las cosas transitorias; porque la piedra preciosa pierde sus encantos cuando el cora- z6n de la mano que ia lleva, no encuentra ple- nitud en ef amor. Todas estas cosas de ilusoria epariencia no satisfacen nunca les necesidades intimas, al fluir eterno de la vide, que no es ‘tra cosa que una aspiracién a la eternidad'del amor. El misterio femenino, es el misterio del amor; es la fuerza evolucionante de la natura- leza en perenne transformacién, en perpetua evolucién hacia las cimas fulgurantes de fa hu- mana existencia, que se resumen necesaria- mente en la gran copa mistica donde las aspi- raciones se unen al vino de la vida, y todo se convierte en amor, en poesia, en ensofiacién constante, en un bucaro de rosas cuyo perfume invade el ambiente y llena de sublime éxtasis 2 aquellos que saben gozar de sus aromas. El mister, fermen, no ex el modelo do la forma; es el fluir eterno de la vida. La forma bella obedece al ritmo del vivir y ‘es como la copa que la contiene. Pero tembién son bellas las formas, cuando en elias aliente ‘el sentido de las cosas y sobre todo cuando palpita el amor. La belleza no ha sido definida, no lo seré rnunca; la belleza ha sido sentida pero no rea- Vizada’dogmsticamente, porque ella se escapa a toda estructuracién de fuerza pensante, y 3 todo capricho del mundo intelecto. La belleza no tiene forma; la belleza es nada ‘més que el fluir del espirity moviendo los re- sortes de la existencia. Hay belleza en la flor, ef arbol, el bosque, la montafia, el leén; en el agua que se mueve cadenciosamente, en ritmo causedo por sus naturales movimientos. Hay belleza en el sol cuando se levanta en Oriente, y bello es el es pectéculo cuando la tierra lo’oculta en el po- niente, Es bella la luna que alumbra en la no: che, y despierta con sus plateados rayos los ‘ensvefios de la vida. Es bello el nifio que ex: Presa en sus delicados gestos el sentido del amor, en las vidas que contempla; y més be- lla atin es la madre que se extasfa al contem- lar en el hijo el fuego de la vida que prendis (en sus entratias. Bella es la mujer que pasa por los senderos de la vida, joven, esbelta, elegan- te y sana, mostrando en sus ritmicos movi- mientes el fluir de la vida en lo intimo de su naturaleza, y que como botén de rosa, encie- Fra las posibilidades de gestacién y creacién de nuevas vides. Bella es la figura apolinea del varén erguido y valiente, que con le mirada altiva, llena de vide, busca aquel capulio en embrién, donde pueda un dia realizar el mise terio magno de la fecundacién, para dar posi 9 bilidades de existencia a otros seres y a otras almas, donde se ha de perpetuar la existencio, llevando en si el misterio femenino, pues 6! es la cuna primera donde la vida humana se des- envuelve para expresarse un dia, desarrollan- do en el corazén de la madre el amor intenso de ese ideal que sofiara en el periodo de su ju- ventud, plena de la existencia. Oh misterio de la vidal {Oh misterio de la feminidad! {Oh misterio de Ia existencia tod, que eres agua en el mar, savia en la planta, sangre en el sér humano, éter en el espacio, calor en los soles y luz en las estrellas! Quizé todo ese extraordinario panorama de la vids, no sea més que la maternidad universal hecha dinamismo, fuerza y belleza. 10h mujeres! Vuestra misién de madres no podré ser nunca medida ni apreciada por los hombres en lo que realmente vale; el amor que rodigéis 2 vuestros hijos es la mayor y més sublime dédiva de vuestra interna naturaieza en oblacién hacia el Creador! En wuestro co- razén duerme el amor, como s| arcma en [a rosa, como el calor en ef sol, como la luz en Jas estrellas, y como la vida en todo lo que palpita en el inmenso campo de la creacién 120 La Mujer y ba Religisn La mujer es en si misma la religién; ella re sume todas las religiones. Las religiones existen gracies al misticismo dle Je mujer. Sin corazén femenino, no hubie= ran subsistido las religiones través de los tiempos. El sacerdote de casi todas las iglesias Usa traje femenino, por gratitud a aquella que sirve de pedestal al organismo de sv religion. La mujer adora a la estatua, a falta de un hifo; inde culto @ la imagen, en ausencia de la realidad viviente. Jesis el Cristo nifio, inspira con la plenitud dle su belleza fisica y de su estructura espiri twal armonizeda, a la mujer virgen, @ fa mujer joven, a la mujer lena de ensofiaciones misti cas Eo cambio, la figura del erucificado inepi roa la mujer madre, a la mujer sufrida, a la mujer que he luchad en la existencia con do fores sin cuento que han asediado su vida; a esta mujer es el crucificado quien le da consue- lo y fuerza en las amarguras de la existencia En cambio, el hombre en los momentos él- gidos de su vida busca por natural impulso 121 ‘spiritual el rendir culto a sv virgen madre, ara que ella es conduela de su hijo; y aun el joven pleno de energias, lleno de poder y de humane orgullo, mira con veneracin ts figura simbélica de la virgen inmaculada y de la vir- gen madre; de tal suerte que aun en estas mis- mas circunstaricias, es el espiritu, es el sentido de I2 feminidad lo’ que despierta en el varén las fuerzas vivas, los poderes intimos de su psiquis, para que en él renazca de nuevo la contianza, para que surja el optimisme sano y el deseo de vencer en la existencia. Es el corazén femenino el que ha sostenido el ideal religioso y el que lo sostendrs. Y es que la religién en el fondo, no es mds que una ma- nera de recoger nuestras almas en lo intimo de nuestro sér, para sentir, para ser conscientes el fluir eterno de la vida, de la palpitacién constante del ritmo universal, de la realizecién do ese super-estado que ha sido llamado amor, el cval bafia de dulce ambrosia, a aquellos que saben aprovechar su célida fluidez, su refres ante y divin aroma. La religién es necesaria para fa mujer; la religién tal como se entiende en el sentido real, es el sentido hendo y profundo del “religare”, volver a unir a la criatura con su Creador, el hijo con la causa “mater” que lo trajo 2 la existencia. Y es que, siendo la mujer causa ma- 122 ter de relatives creaciones, es UNA con la sir- tesis de todas las creaciones. La religion verdadera es le religién del amor, la que enseié, practic6, vivid y predicé el Di- vino Rabi de Galilea; ella no tiene dogmas, no tiene postulados, no esta fundementada en ar- gumentos, no ha sido estructurada por conci- iios, nj obedece a las opiniones de los hombres. LL religion es el amor intenso y profundo que iaspiran las almas, que ennoblace la vida, que fecunda la existencia; que es caridad en el co- raz6n de los que la experimentan; es fraterni- dad en el espiritual sentido; es abnegacién en las almas generozas; es bondad en los que saben sentirla; es eompasién en los que sien ten e! clolor human; es vertracién en los hi- jos que aman a la macire; y es compenetracién, Fusion, ama'gama, combinacién y perpetua ion dle la vila, evolucién de la forma y pleni- tud de la existencia EN QUE OS AMEIS UNOS A OTROS, PRO- BAREIS QUE SOIS MIS DISCIPULOS”. Es esta la conclusién sintesis, el espiritu fundame tal, la nica norma caracteristica que Je exigia a los que quisieran ser dignos de que en elios naciera la luz del Cristo. El seftor de Nazareth fue onemigo del culto para sv forma fisiea; enemigo de {a adoracién de imégenes, pues dijo en forma categsrica 123 ‘"4Qué hacéis con decir Seffor, Sefior, si en cambio no hacéis Io que yo 0s digo?”, y por boca de San Pablo: “Quien adore a Dios, que le adore en espiritu y en verdad”; y San Juan dice: “Dios es amor’; “Quien no ama no co- rnoce a Dios”. El amor es lo que sublima la vida, lo que la embellece, lo que la espiritualiza, lo que la ha- ce digna de vivirla. ‘Mientras casi todas las mujeres acuden a los templos a cultivar el sentido mistico del amor, los hombres van solamente atraidos por el encanto también mistico de las mujeres, pues ellas encierran el sentido del amor. Son las mujeres las que decoran los tem plos, las que embellecen las procesiones y las que dan lustre a todas las fiestas de cardcter religioso, La Iglesia “ Romana’ ha tenido muy en cuen- ta este fenémeno psicolégico, y por eso el sacerdote de esa religién usa bellos trajes pare atraer el sentimiento femenino y congregarlc fen los templos. Las religiones ropresentan una necesidad psicoldgica para aquellas almas que son toda- via incapaces de elevar su mente, de sublimar el alma y llevaria a las internas regiones dei espiritu y hacerla comulgar con el infinito. 124, Para et posta, el templo de Dios es la natu- raleza toda; pare el artista, aquel poder se re- duce a la imagen que vive en su conciencia, ala que procura darie vitalidad con el pincel en al lienzo, 0 con el cincel en el pedazo de roca, de la cual va eliminando aristas hasta darle la gra cia, la curva delicade donde parece que la vida encarna, Para el fildsofo, el templo de Dios, es como pare el poete, la naturaleza en sus mul- tiples ereaciones y en le perpetuacién incesan- te de la vida. Para el hombre de ciencia el as- ecto cambia en apariencia, pero no en reali- dad, pues é! hurga en las reconditeces, en la entraiia de la forma viviente, a ver si descubre la causa que le diera origen. Todos los seres humanos son religiosos; no quiere todo esto decir, por supuesto, que estén somettidos a cénones dogméticos; son religio 0s, porque todos, cual més, cual menos, saben sentir en lo hondo de su existencia la ‘divina llama del amor. Pero por sobre todos ellos, la mujer que es Ia entrafa misma de Ia existencia humana, es también ta ensiedad emorosa en perpetua so- Tieitud de nuevas ereaciones, de expansién mé- ima y de sublimado amor. Los sacerdotes han solido dar el nombre de ““Ateos” a aquellos seres humanos que por una 125 ‘y otra causa, han dejado de concurrir a las ceremonias de cardcter mistico-religioso. La palabra ateo, quiere decir, sin Dios, lo que resulta bastante curioso si analizamios de- tenidamente lo que son los diferentes estados animicos del sér humano. No hay absolwtamen: te ningin hombre o mujer que carezea de sen- tido mistico, de sentido religioso. Lo Unico cierto, es que no todos pueden comulgar con la pareializada idea que cada hombre 0 cada entidad religiosa puedan tener de Dios. Las religiones son motivo de tranquilided; un anclaje para las almas débiles, en medio de los duros oleajes de la existencia. Generalmente mientras el hombre jefe de ho- gar, después de un colapso moral o de le pér- dide de la fortuna, maidice de su destino y reniega del concepto de Dios, la mujer se reco- ge y llora para redimir las intimas fuerzas de Te naturaleza espiritval y lograr atraer vibra- ciones que produzcan de nuevo la armonta en el estado cadtico de tal situacién; y como en la mayor patre de los casos, ese recogimiento mistico del corazén femenino produce una eaccién altamente favorable, ella refiere su experiencia a su consorte, y él acaba por acep- tar que ha sido la fuerza de la fe la que ha pro- vocado tales cambios, 126 Aun en los dominios de la mistica, la mujer representa la fuerza de cohesién, la unién, a ereacién, a generacién de nuevos estades, no solamente en el campo puramente fisico de la cusstién, sino también en alto grado en el mundo espiritual. No siempre e! arrebato mistico de la femink dad obedece a una natural tendencia o culto hracia la imagen, pues en lo intimo de todo sér se ama més 2 la vida que a las caracteristicas de eila. Esta es la razén por la cual las esta- tuas de los dioses, figuras sin vida, formes sin espiritu, materia sin energia en estado activo, son reemplazadas placenteramente por algo viviente. Por eso la mujer madre siente intuitivarnen te que posee més espiritu religioso adorando al nifio en su cuns, y cumpliendo con sus de beres maternales, que yendo a visiter las frlas imagenes ce los templos, donde el espiritu de Is existencia no muestra sus delicadas, sus te- rnues, sus sutiles manifestaciones a través de las formas que alimenta. Por eso la mujer ma- dre, leva en lo profunde de su naturaleza todo el sentido maravilloso y mistico de la existen- Cia, al oficiar en el templo del hogar, donde todos sus interases espirituales radican en esercia, presencia y potencia. ‘Muy distinta la situacién psicolégica de la 127 mujer que no ha tenido la dicho, la fortuna, fa gloria de haber sido coronada con la mater- nidad. Esta mujer, carente de placidez y del hondo sentido espiritual que a la mujer da el proceso de la maternidad, va hacia los templos, no siempre 8 rogar por la salvacién de su aima, como a suplicar para tratar de obtener Ia satis: faccién de encontrar en el camino de la vids a esa otra alma que ha de complementar la suya, y.que se ha de resumir en el amor que crea, en el amor que sublima, en el amor que transfor- ma ‘a existencia, haciéndola menifiesta en otros seres y dando constantes posibilidades a la perpetuacién de la vida, La niffa siente algin interés por visitar los templos, pues ali encuentra simbélicamente sublimado el sentide de la maternided; y la prueba de ello esté en que la nifia experiment gren emocién al ver en el temolo al nifo en los brazos de la madone, 0 en la cuna, segin el caso, y porque también encuentra en el temolo el angel simbélico que acaricia sus ensuefios Ilenos de pureza y amor. Porque all’ logra en- contrar un lugar dénde hacer que las fuerza del amor latentes en su corazén, se vayan des: perezando gradualmente, para que adqvieran Vigor y puedan convertirse un dfa en el manen- tial que alimenta su alma, Pero una vez llega 128 la nifa a la edad de la pubertad, cambia su es- tructura psicolégica, y no va al templo a en- contrar sublimaco el sentido de la maternidad ten le virgen madre, sino que como virgen va a buscar alll las posibilidades de la maternidad; 1no el éngel simbdlico que guardara sus suefios en la época de su nifiez, sino el sofiado dn: que calentaré, que despertars, que incendiars su corazén de amor para vivir le placidez del sertido amoroso de la vida, y poder pasar por los portales de la maternidad hacia el tempio magnifico del hogar coronado de ensvefios, donde un nif viviente despierte en ella todo el sentido amoreso que antes prodigara a la imagen mistica del Nifio Jess. Todo un poema, toda una apoteosis, toda una evolucién y transformacién psicolégica se opera en el alma femenina, ai seguir en una forma abstract, sutil e incomprendida los misterios simbélicos de la religiSn del amor, que encarnan bellamente Jesis el Cristo, Jo- sé y Maria También es la religién el ancla que salva de los oleajes de la existencia; que sostiene en las luchas amarges de la vida el corazén de la m= jer, ayudéndola a vencerse y a vencer para ob- tener el equilibrio espiritual, necesario para la adquisicién de esa armonia de la vida que se llama felicidad. 129 Generalmente se suele preguntar si le reli nes necesaria, si es indispensable a le mu: jer, a ello hemos de contestar que la religién en la mujer es el fondo mismo de su espiritua- Tidad; son una misma cosa. Porque no es solar mente religién la organizacién orgénica que administra unos hombres vestidos de mujer, més 0 menos cultivados, més © menos ignoran- tes de las cosas de le vida. La religién como tal, es una elevacién, una aspiracion, un sentic profundo de la existencia, que en los momen- tos de recogimiento nos hace comulgar con el infinito, estemos donde estemos, y ye ave el verdadero templo de Dios es la naturaleza vi- viente, teniendo a los astros por ldmparas y al sol como magno candelabro de su luz, para éte nuestro insignificante planeta, que com- parado con los millones de mundos que ruedan en el cosmos, no es més que una insignificante rmigja, una arenilla en las mérgenes del inmen- so ccéano de la existencia, La religién la lleva también el hombre en el corazén; pero dado que é! es mas cerebral que sentimental, necesita pensarle, analizarla filo- séficamente, llevarla al laborstorjo de las ideas para ir haciendo progresivemente a un lado todos los sofismas, los dogmas, los capri- chos intelectueles y acomodaticios de los hi manos concilios, que hen querido enmarcar @ 130 Dios y reducirlo a la misérrima, a le estrecha cémara de cerebros bien intencioneclos acaso, pero deficientes, puesto que todo lo humang es limitacion, y en capas de obispo se envuel- ven miserias de hombre. La religién es un sentido real; es aquel amor que diviniza y ennoblece la vide, que sublima Is existencia y la hace digna de vivirla La vida sin amor es un desietro sin orillas, ten mer sin costes, una sed sin agua, un ham: bre sin mencrugo de pan, una desnuder sin abrigo; en una palabra, Ia vida humana sin el sentido del amor, no tendrfa razén de ser; y es la mujer quien ‘sabe despertar ese sentido cuandla en su corarén de madre nos envueive con su efecto, cuar-'> pase por los eaminos de la vida ofreciendo «' vino de la exist perpeta las creaciones, en tran: zonstante, hacia un ilimitedo devenir. Las religiones son para las almas como las andaderas para los nifios; y asf como los nifios al adquirir fuerza y capacidad de eovilibrio las abandonan como cosa inctil, igualmente le sucede al hombre con las religiones, pues a medida que los seres humancs sun capaces de trascender el-amor de la forma y conquis- tar el amor de la vida, del espiritu, se acercan coniscientemente al Cristo viviente que duerme fen su corazén, en ansias de transfiguracién, de renacimiento supremo, de luz eternal 131 Lo que Significa le Libertad de Consiencia en la Mujer Es muy dificil encontrar un hombre que realmente haya conquistado su libertad de pen: ‘sar, y su libertad de sentir; en cembio las mu- jeres tal vez nunca han sido sometidas, subyu- gades en cuanto a sus sentimientos se refiere, pero de su pensar, tendriamos que decir muy distinto. La mujer siente, vive hondamente sus sensa- clones y las goza 6 las sufre segun Ia sensibili- dad dé su naturaleza, Le mujer no esclaviza su sentimiento jamés; cuando se Je obliga por ejemplo, a contraer matrimonio con un sér al cual ella no ama (barbaridad humana y social), doblega acaso eu cerviz, le sirve y le atiende, pero alld en el fondo de’su eoraz6n hace un templo, un nicho para aquel que su alma desea y siente como parte integrante de su sér. : 192 Esa pobre mujer, vicuima de os convencio. nalismos humanos; vietima de los eaprichor iedad aque esta may lejos de la reall Ia vida, de unos padres y de una ferilia carentes de los conocimientos que s° rel nan con los misterios dei amor, carga la cruz dle su martirio, pero no logra en la existencia ia placidez, la'armonia, la felicidad 2 que ia naturaleza a cenia légicamente destinada [Al analizar fos problemas animicos, socio'é gicos y morsles, no podemos hacer otra cosa gue reconocer en la mujer a un sér al cual los caprichos sociales ie han quitado e! uso ce su legitimo derecho, y que por tal razén tiene que claudicar, abdicar de sus propios sentimientos para soportar una rutina hipécrita que le de: troza el coraz6n, acaso sin lamentarse; por otra parte tiene que fingir delicadezas cuando se trata de cuestiones superficiales, acomoda- ticias y falsas. Esa es la situacién real, efectiva de le mujer en los tiempos actuales. La mujer no necesita que el hermano le diga cual es el hombre que le conviene, ni mucho menos que el padre le haga el inventario al sér de su corazén, ni que la madre pregunte cvsl es la tradicién del que asi se atreve a pedir fe mano de sv hija. La mujer lo que necesita es 133 tuna amplia cultura, un profundo conocimiento de las cuestiones vitales de fa existencia, una orientacién clara acerca de los problemas que elia como mujer debe afrontar en la vida. Cultura, cultura y més cultura es lo que ne- cesita [a mujer, y no normas hipécritas im- puestas por la vanidad de los hermanos, por los edleulos paternales y por los sentimentalis- mos sociales de la abuela o de Ia ta. Una mujer con un claro conocimiento de la vida social tal cual es, de la vida amorosa con sus delicados problemas, y de la vide econémi ca con los suyos no menos graves, seré la mujer eapacitada, no slamente para guiers: a si misma, sino también para ayudar a guiar este mundo que se encuentra en estado casti- coy en bancarrota de valores. Si la mujer ha sido siompre libre de sentir, 170 Io ha sido para realizar lo que ella expe menta como més adecuado para sv ideal en la vida. Para que esta libertad inteligente, moral, espiritual y psicolégica, pueda hacer sv apari- cin en la entidad femenina, es absolutamente indispensable que ella reclame sus derechos a tuna cultura superier; y que la sociedad los fa- cilite con todo el entusiasmo que lleva consigo la genvina comprensién de estos problemas. 134 hombre actual se sorprene de tas nece- clatles femeninas, de su earencia de inteligun: cia, de su supesficiaidad y de otras. tantas cosas que es facil encontrar come defactos, vanco defectos se buscan. Pero ete homie Glue tantos defectos encuentra en la mujer, no se cla cuenta que ella ha sido limitada en todas Sus actividades; que mo se le ha permitido ver la vicla tal cual es; que se le ha fingido todo, hasta el amor mismo. Que ella carece de ese campo de experimentacién que el hombre ha fenido; que a ella no se le ha permitico visitar les universidades, ni oir conferencios de carse- ter clentifieo; ni mucho menos estudiar biol. 8 y psicologia, que zon las dos grandes cien- cias que estan llamadas a sacar ala mujer y hhombre del estado de ignorancia en que oc tualmente se vive £Cémo pretendemos que la mujer disponga de liberted de concienci sin le tulture uh ciente, y sobre todo sin que el hombre que la acompaia, tengo osa fective Jiberted? Dada esa crcunsancia qué pretence cl pedile ala mujer 2Acaso no es el hombre tan dbl como ella fn las cvestiones de la supersticion, de lo ere. dutidad, de la fe ciega, y sobre todo del temor que es el mayor y més’ grande enemigo de a felicidad humana? 135 Y ahora que hablamos del temor, hemos de ‘analizar este morbo en sus desastres Psicold- gicos, pues muchas son las anomalias de caréc- ter fisico y moral que este espantajo ha causa- do a la sufriente humanidad. No es posible disponer de libre concienci ‘cuando se teme a téntes cositlas de insignifi cante o de ningin valor en la vida. Hay muchas mujeres jévenes que al contraer matrimonio temen la materniciad y hacen me ches barbaridades para rehuirla, ZA qué so Gebe aquel estado? Pues sencillamente a la carencia de libertad concientiva por parte de Ia sociedad y por parte del hombre, que han liegado a mirar a la mujer madre con cierto sentido despectivo, porque et materialisma se ha apoderado de la pobreza moral de los ove: bos, para hacer en ellos pasto de la vanidad a todos los ilusos que creen que profanando los misterios de la vida se pueden obtener la dicha y la felicidad que ténto ansian, Nada més fale 30. La felicidad del hogar no se hace efective, mientras no aparezca e| hijo, que es el que Viene a constituir la trilogia del equilibrio hu- mano. ‘Matrimonio sin hijos, es como flor sin fru- to, como poeta sin inspiracién, como artista sin lienzo y sin imagen, como violin sin tafie- dor, como lecho de rio sin aguas cristalinas, 136 ome cima clo montaria dsperey escorpada sin copa de nieve que la corone, como sol sin luz ni calor, coma cielo sin luna y sin estrellas. Oesgraciads del vienere que no coneiba, y Sesgraciado del hombre que lance su germen en lugar infecundo”, dijo el gran sabio y gran mistico eristiano San Pablo, que atravesé los campos, trepé @ las cimas de las montafas, Geseonclié a los valles y bebié ef agua cristali- na del arroyo para apagar su sed y poder continvar sin doscanso la predicacién de le ‘buena nueva" que no era otra cosa que le Gectrina del AMOR realizada por sv inspira- el Divino Rabi de Galilea 137 La Majer come Hy ‘Ya hemos analizado la vida de la mujer des- de el punto de vista social, y ahora nos ocupa- remos de estudiarla en relacién con la familia Por un no sé qué del humano egofsmo, los padres desean siempre que el hijo esperado sea un varén, y no una mujer. Analizando tel hecho, se descubre en esta actitud un genvino egoismo, un absoluto inte rés personal, pues estén deseando, que aparez~ ca en el escenario de la vida un varén, en la esperanza de que un dia se convierta en el pro- veedor de las necesidades orgénicas y sociales de la familia Este egoismo nace de un falso miraje de la vida, pues al fin de cuentas los hijos no tienen deuda alguna con los padres, sino con le madre naturaleza. Asi, si los que hoy son padres y ayer fueron hijos, y recibieron cuidados y aten- ciones de sus progenitores, sin que ellos re- compensaran nunca en forma debida y plena tales atenciones, no es justo que hoy exijen a sus hijos presuntos deberes, que ellos ino su- pieron cumplir. Los que hoy son hijos, al dla de mafiana —al asumir les responsabilidades 138 de la paternidad oficiarén en el altar de ta raza, y pagarén el débito humano de las aten- ciones que recibieron de sus padres, al hacerlo igualmente con sus hijos. En la naturaleza no fexisten acciones ‘de retrogradacién, sino de evolucién constante y de transformacién per- ‘manente, Nunca se ha visto que la semilia de un arbol sirva de alimento con sus sustancias al érbol que gesté, sino que en forma indepen- diente, sirve con sus poderes creados a la crea- ign de otro nuevo érbol sacrificando su esta- bilidad, no para servir al antiguo, sino para transformarse en el nuevo retofio que llevaré fn su seno la fuerza fecundante para la perpe- tuacién de la vida La mujer, como hija, debe considerarse co- mo un glorioso aparecer de la raza, como una ‘nueva promesa para la expasién de las fuer- 2as creatives de la naturaleza, como una nue va tierra fecunda en la cual podrén evolucio- nar los gérmenes de ta vida, haciendo apare- cer en le superficie de este planeta nuevas expresiones humanas en su eterno devenir e- volutivo, EI nacimiento de mujeres en el seno de las familias, hace que ellas en forma inconseien: te venzan el ego/smo y lo cambien por altruis- mo al servir en el altar de la especie, sin espe- tar retribuciones de carécter personalista, y 139 por lo tanto restringides a muy limitadas aspi- Faciones en el campo del progreso y de la e- volucién. Por un raro misterio de la vide, por un sen- jo misticamente extrafio de la existencia, la fia nos atrae, nos despierta un sentido ce delicadeza y de sutil apreciacién de los fend: ‘menos vitales, inspirandonos siempre mayor ternura, debido sencillamente a que el orga- rnismo femenino es mucho més delicado, més tenue, més grécil y més dictil que el organis- mo del varén. ‘Aun cuando muchos dicen que no es féci! distinguir el sexo de los infantes al juzgar simplemente la estructura Sisica de su rostro, no resulta esto verdad cuando se mira al nifio, tno descle el punto de vista orgénico, sino des de el angulo énimico, pues al hacerlo asi, in mediatamente aparece algo indefinible, sutil, que nos deja descubrir las caracteristicas de Ia feminidad en el pequefio organismo. Cuando la evolucién orgénica sigue su cur- 30 y los. rasgos_de la feminidad empiezan a ser sensibles para todo observador, siempre se encuentra Una mayor gracia, una mayor be- lieza en la aureola de la feminidad. ¥ es que ella es una promesa de multiplicidad, de afec- tividad, de concentracién, de paz, de armonte 140 y. de placdez on los fenémencsviteles y soci La mujer como hija puede ser una carga pe- sada para la economia del hogar, cuando el padre, demasiado cerebral, no sabe dinamizar sus principios vitales con el afecto que Ia hi- ja le inspira, para lanzarse a la calle y obtener el éxito econdmico que dese, agudizando sus sentidos, desenvolviendo su aura magnética y su poder de triunfo, gracias a la fuerza del ca- riflo que debe existir en el padre consciente de! sentido de responsabilidad que él tien para con su prole, como igualmente lo hicie- ran los que le dieron posibilidades de existir. Para el hombre espiritual, pare el hombre sensible, para e! hombre afectivo, para aquel ue sabe recibir la fuerza del afecto y trans- formarla en potencias activas, la hija llegaré 2 ser la causa principal de su éxito, el motivo bésico de sus entusiasmos, y el resorte propul- sor que Io Hlevard a coronar sus més elevadas aspiraciones en el mundo de las actividades econémicas y sociales. En los antiguos tiempos, cuando la humani- dad era més espiritual, con un sentido més césmico de Ia existencia y con une aprecia cién més consciente y més romantica de la vi- de, la hija era la flor del hogar, era el aroma de la existencia, era la mariposa multicolor de 141 los ensvefios, era la corona de la paternidad y maternidad. La mujer madre descubre en el hijo varén, la fuerza, e! orgullo de su sexo. En cambio, en la hija descubre la. transferencia de su sér, a otro sér, la exacta contraparte de su natura leza, la. petpetvidad de sus caracteristicas a través del tiempo y del espacio En la infencia la nifia ser pare la madre su adorno; en la pubertad, una hija @ quien debe ‘guiar y ensefar los misterios de sv sexo y de la vida; y en la edad del pleno vigor femenino, seré su compatiera, su amiga intima, s» conse. jera a veces y en otras la que sabré’ escuchar con delicado carifio y atencién lo que son los problemas intimos de le vida y de la socieclad La nifia seré para el padre hija, desde que nace hasta que al unir su destino al que le ha de hacer madre de nuevas generaciones, se convierta para él en una amiga, orgullo de sv ‘estirpe y gloria de sv raza y su familia El deber del padre pera con la hija se limita 2 dos aspectos bien definidos: el primero de aquellos esta en velar porque @ aquel organis- mo en evolucién no le falten los elementos que necesita para su desarrolo, como son alimen- tos adecuados y vestido correspondiente a las necesidades del ambiente en que vive. El se- gundo de aquellos deberes est8 en infiltrarle 142 algo de carécter de su personalidad, algo de su seriedad de vardn, y sobre todo el respeto y dignidad que emana del patriarca o jefe del hoger. Cuando Ia nifig ha Ilegado a mujer, y des- pierta en ella la fuerza afectiva empezendo a ranferirla al probable compafiero de sus dias, el padre debe hablarle con entera fran- ‘queza pero con natural bondad, de lo que es la audacia del varén, sus actitudes, su mundo en una palebra, para que la hija se haga respon- sable de su manera de ser y de portarso en ta- les circunstencias. Fuera de estos deberes de familia, existen otros de grande importancia y trascendencis; tales son: la atencidn que el padre y la madre deben poner en la educacién intelectual, ma nual y artistica de la hija, La educacién en cvanto a labores manuales se refiere, es absolutemente imprescindible a le mujer, si es que realmente se le ha de pre parar para los menesteres de la vida. Nunca se puede suponer, ni afirmar, ni mucho menos garantizar que la nifia llegue @ ser un dia ma- trona de hogar, y que en él vaya a obtener todas las comodidades de la sitvacién holgada fen la economia de la vida social. Esa capacidad representa también la fuerze de organizacién de que la mujer ha de ser po- 143 ‘seedora para poder gular y dirigir el posible hogar en sus méltiples aspectos. Porque no es posible administrar debidamente las cuestio- nes intimas de familia, si no se poseen los co- ecimientos précticos adecuados al caso, por una experiencia personalmente vivida. También es de trescendentalisima impor- tancia la educacién artistica de la mujer, pues su__sensibilidad —de miltiples facetes— re- ‘quiere una cuidadosa sublimacién, porque de lo contrario las _impresiones de la vida, que van presionando su sér énimico, creerdn com- plejidades un tanto dificiles de gobernar, ma nifesténdose en el alma femenina lo que po- driamos llamar anomalias psiquicas, as que hacen dificil la armonie de los que con ella ten- gan que convivir. El descuido en que han cafdo en los dltimos tiempos el cultivo de las bellas artes, ha veni- do a crear una serie de deficiencias, 0 mejor dijéramos de falsas orientaciones en la. vida consciente y pensante, motivando todas aque- Ilas actitudes emocionales de carécter super- ficial torciendo de hecho las vias de la cultura superior, que se debieran transitar de acuer- do con las necesidades de la evolucién cons- ciente y del mejoramiento integral de la espe- cie humana. 144 Si los deberes de los padres se reducen a le cultura de la mujer, no deben olvidar que es més importante la educacién y formacién del CARACTER, que de las otras fases de la vida femenina, Uno de los grandes defectos de les institu. iones culturales de hoy en dia, esta justamen- te en no tener para nada en cuenta la vida mental y la vida sensible, factores determinen. tes del éxito o del fracaso en las miltiples ac- tividades sociales. El libro desempefia hoy por hoy un papel extraordinario en la cultura humana, y todos {os libros, sin excepcién alguna, nos ensefian algo y nos anticipan alguna experiencia; pero Ro por eso debe abenconarse este aspecto de la cultura, dejando que los nifios an evolucién, en las primeras etapas de su vida pencante, tomen al azar aquellos consejeros de la vida que son los libros. £5 necesario que la expe- Fiencia de los meyores en este sentido, vaya gradvando progresivamente la clase de litera: tura que sirva en cada época de la vida a la e- ducacién del nifio, y sobre todo a la formacién de las funciones animicas de la mujer. Est perfectamente bien que en la éooca de la nifiez, hasta la puberted, los nifios lean aquellos cuentos que con un romanticismo ristico haren surgir en el alma del infante una 145 gren cantidad de imagenes que le permitan desenvolver sus facultades sensitivas y penser tes; pero al llegar a ese critico momento de la pubertad se hace necesario que los nifios en cuentren en una literatura adecuada contes- tacién al problema que confrontan, como es la aparicidn del deseo amoroso con aspiracién del sexo opvesto, Ciertamente es muy poca la literatura ade cuada que existe en el momento actual, para la orientacién de este critico estado de la vida evolutiva del sér humano. Sin embargo, entre ese niimero restringido de autores. podemos recomendar todas las obras de Atilio Brusche- tti, empezando por Ie titulada “La Ciencia Préctica de le Vida”, y luégo las otras; tales son; “Angel Femenino”, “Suspiro Eterno”, "Despertar del Alma", ete. La famosa chra de! Dr. Marden, titulada “EL CRIMEN DEL Si- LENCIO”. debiera ser conocida por todos los padres de familia sin excencién alguna, y por todos los piberes sin limitaciones de ninguna especie, pues esta obra maravillosa enfoco y orienta ef problema social y sexval, estando al alcence de todas las mentes, como que este li- bro tiene la ventaja de no sar los tecnicismos de la medicina bastante perjudiciales, puesto que han limitado considerablemente la exten- sién cultural en este campo del humano saber. 146 Después de haber conocido esta mar: bre del Dr. Marden se hace impresci estudio de “El Poder Regenerador™ por W. . ‘Atkinson y Beals. Es lastima que la. juventud moderna no conozca tales monumentes de la sebiduria social y humana, tan indispensables ¥y necesarios para evitar una gran cantidad de fracasos fisicos y morales a los que Megan a esa dificil etapa de la vida que se llama juven- tud, y que se inicia con la pubertad. La evolucién biolégica entrafia también el despertamiento progresivo de la psiquis hacia los estados emocional y sentimental, los que al no recibir adecuada canalizacién uv orien- tacién, seran campo favorable para e! desen- volvimiento de anomalias bic-sexueles, que ténto han perjudicado a aquellas juventudes que por desdicha para ellas, han ni ambiente de inconcebible estrechez psicolégi- a, donde se les ha ocultado con el manto de la hipocresia el conocimiento fundamental de todos los procesos orgénicos que se van des- envolviendo en el curso del desarrollo de la entidad humana. Afortunadamente, estamos en los albores de tun nuevo amanecer, para le especie, época de grandes perspectivas y de inconcebible y am- plia vision de lcs problemas humanos, como hasta ahora no se habia registrado en ta histo- 147 Fla de la raza. Corresponde a los gobiernos se cundar ese interés, esa sed de conocimiento que experimentan las almas en esta maravillo- sa etapa de la evolucién del planeta y de la r@- za humane. Habiendo tenido en cuenta los deberes més salientes que tienen los padres con la hija, en- traremos @ anelizar los que ella tiene para con sus padres. En primer lugar, la nifia no debe olvider que su existencia en el mundo social humano la debe enteramente a sus progenitores, es de- cir, 2 su madre y a su padre; y que ellos al cumplir tal funcién generadora de la vide, es- t6n siendo fieles al poder universal que impul- si_constantemente la transformacién de la existencia, gestdndola en nuevas formas en les cuales el espiritu universal se haga ostensible en el escenario de la vida manifestada. Por tanto, la funcién paternal es de carécter divi no, y como tal deben considerarla los hijos, y ‘no con menos sensibilidad la mujer, ya que & Hla encarna —y encernar debe— la sensibil dad més sutil y delicada de las cosas dignas bolias. En segundo lugar, la nifia debe ver en sus padres a sus directos mentores y protectores en todos los campos de su existencia, por lo 148 menos en aquelia etapa en que ella esté colo- cade bajo su inmediata vigilancia Sus problemas intimos deben ser comuni- cados a la madre, y no a ninguna otra persone, pues nadie més que ella puede estar espiritual- mente interesada en la felicidad de sv hija. Los problemas de carécter social deben ser con- sultedos al padre, pues él, por su mayor con- tacto con todas las capas de la sociedad, esté fen mejores condiciones que la madre pare guiar a la hija en tales problemas. No esté por demés llamar la atencién a los padre sobre la imperiosa necesidad de adqui- rir una cultura amplia, que les permita no sé- lamente guiar le evolucién orginica de sus hi jos, sino también su evolucién animica o ps quica. En la époce de la nifiez se svele ser bastante Inconsciente de los problemas humanos; y por lo tanto no se les da a los estudios la importan. cla que ellos tienen en e! porvenir. De ahi que ‘otro de los deberes grandes de la hija, sea el corresponder en forma adecuada a los esfuer- +203 que los padres hacen por educarla. Pero al llegar al estudio de este aspecto psi- uico de la vida femenina, hay la necesidad im- periosa de hacer saber a las madres que las hi jas y los nifios en general, en les primeras eta- pas de su existencia aprenden no tanto por et 149 ciscurse, COMO POR EL EJEMPLO. De tal sver te que [8 madre debe ser diligente frente a la hifa para que ella aprenda a serlo igualmente. ‘Catia vez que se pretencle tratar el probierna de la nifiez hay que hacer recaer tal probiema fn los padres, pues de ellos directamente de- pende la PARCIAL modelaci6n gue @s posible Racer en los hijos, pues sus almas no son papel en bianco, ni tablero sin letras, como muchos ppretenden En la educacién de los nifios hay que tener en cuente los siguientes factores de extraordi- aria importancia: a herencia biol6gica, el ambiente fisico y psiquico, y por encima de estos factores la evolucién del alma del nifio ‘que nace, pues dicha evolucién se ha venido fealizando @ través del tiempo y del especie, desde la época en la cual ef espiritu universal diferencié estados, creando potencias animi- ‘cas pore que ellos operen como entidades hu: Manas, adquiriendo progresivamente un foco de conciencia, en el seno de la GRAN CON- CIENCIA. . Hé aqui el problema insoluble, el enigma inguietante para la pedagogia_ moderna, que cree que 10s nifios son todos iguales en sus principios orgénico y psfquico, a excepcién de fa herencia biolégice y de las influencias del ambiente, Unices cosas que son tenidas en 150 cuenta para trater de orientar 'e. educacién infantil Cuando en un grupo de nities existe aigeno de capacidades excepcionales, los maestros lo llaman precoz, usar esta palabra con el di co objetivo de zanjar la dificultad, sin dedicar inguna atencion seria @ la solucién del pro- blema, Este aspecto psicolégico de Ia cuestién debs estudiarse atentamente, ya valiéndose de. las observaciones de la moderna escuela del “Psi- coanilisis”, cone de la filosofia_hermética, acerca de Ia evolution de la vida y de la forma, estudio que se encuentra ampliamente tratado fen la grandiosa obra “‘Concepto Rosa-Cruz de! Cosmos” por Max Heindel. No olvidemos que no es posible resolver los més trascendentales problemas de la humanidad, con un parcial miraje de la ciencia que ‘as estudia, sino que fs necesario ver el problema desde todos los Sngulos, para poderlo enfocar y solucioner ampliamente. Los deberes de la mujer hija para con los padres, no se limitan exelusivamente al aspec- to social, y psicoligico de la cuestién, sino que fs necesario tener en cuenta también el aspec- to “econémico”, pues é! resulta de capital Im- pportancia en los actuales momentos, 151 La hija consciente, debe procurar no con: Vertirse en una pesada carga para sus padres, haciendo constantes exigencias que ellos no siempre estén en condiciones de satisfacer. El vestido es uno de los fectores importantes en la presentacién social, y la mujer debe cuidar aque ellos sean adecuados a las necesidades del ambiente; peso tales necesidades no son !as de hacer cada dia o cada semana, como muchas cren, un traje nuevo ajustandolo a los capri- chos de la amiga 0 de la vecina. La presen cin de! traje debe estar no tan de acuerdo con la moda como con la estética. Y la estética esté en directa relacién con la contextura or- ginica, en sus diferentes fases. La mujer inte- ligente debe estudiarse, pera saker qué es [o que més le conviene en su traje, sin dejarse sugestionar por las apariencias fentésticas de a moda, ya que ésta no cumple la finaliclad de vestir bien, sino Unicamente la que obedece a una vanidad bastante superficial La mujer més elegante, no es nunca la que cambia de trajes constantemente, hora por he- ray dia por dia; a mujer meior oresenteda, en cuanto a su traje se refiere es aquella que sabe adaptar el traje a la contextura del organismo y lleverio siempre aseado y con arte, condicién 4sta que depende més bien de los modeles, que del traje en sf. 152 Dads estas explicaciones, que todas las mu- jeres debfan tener muy en cuenta analizare- mos la relacién que existe entre la economia y el traje. Noes el vestido mas costoso el més elegante. El lujo no da precisamente éxito social. El exceso de fantasfa en el vestir puede ser motivo fundamental del fracaso, No es la mujer que mas gasta en vestido la que més elegante se presenta, Todo tiene una medida y el exceso de ador- nos es siempre de mal gusto, La mujer natural y sencilla en todos los ‘casos es la mds interesante para los hombres conscientes. La mujer que viste con fantasfa suele atraer la atencién de los superficiales, siendo esto causa més de fracasos, que de éxitos. Viendo los anteriores enunciados, y analiza- dos detenidamente, notaremos que centralizan conclusiones de gran valor para la vide _préc- tica de la mujer, haciendo que como hija, no sea Una carga para sus padres. y que més tarde —como esposa-— tampoco lo sea para el ma- ido; porque no debemos olvidar que estas insignificantes cosas han sido el motivo funda- 153 mental del triunfo, del éxito para un nimero limitado de mujeres, al par que el fracaso para muchas. El ser humano es una dualidad de fuerza y materia, de cuerpo y alme, que deben ser tenidos en cventa para lograr al equilibrio in- dividual y social. De tal suerte que 'a mujer como hija debe reconocer este hecho, y bus- ‘car durante esta etapé de la oxistencia_una adecuada comprensién de este problema, para ir noteniendo una solucién armeniosa del mismo. A medida que la civilizacién adelanta_con sus mecanismos, la vida humana se complica y se hace dificil, lo que obliga a poner mayor atencién 9 todos los problemas de la exis: tencia. 154 | La Mujer como Novia Es éste_indudablemente el més ardvo, el més dificil problema de la mujer, pero. tam- bign el més inmediato a su naturaieza; para €l vive, crece y se desenvuelve en todos los factores de su personalidad. Pues aun cuando no se crea, la mujer no deja de ser novia, @ pesar de haber contraido matrimonio, y des- afortunada de aquella que crea que al haber conseguido marido, debe ya cie hecho aban donar todas las caracteristicas que tiene la no- via en las époces en que ella desea siempre agradar. Y aun hay que ir més alid, pues en su vida matrimonial debe gastarse cierta co: manera de ser en lo intimo, su carécter, su temperamento emocional_mantiene siempre contracciones despectivas, y por fo tanto inar- ménicas en el rostro de aquella imagen de belleza fria y de psiquismo anormal. Después de tratar ligeramente el aspecto fisico, mostrando la importancia de su equill- brio, ‘nos ocuparemos de Ia belleza orgénica proveniente directamente de la vitalidad y de la salud, y no de la ficcién provocada por me- dio de unturas, cosméticos, en una palabra, de afeites de toda naturaleza. La salud irradia algo sutil y delicado, que no puede imitarse con ninguna artificialided. La salud es fuente inagotable de magneti mo, y por lo tanto de verdadera atraccién. 163 Pra que la salud sea un hecho cumplido fen la naturaleza humana, es necesario que ésta viva con la naturalezs, y no alejada de ella La mujer moderna, limitada 2 cases caren tes de oxigeno, de sol, de aire y de luz, necesa- riamente tiene que ser enfermiza, débil, amag- niética y falta de todas las potencias vitales que dan vida y salud. y en las cuales realmente se fundamente la balleza orgénica Une de las enfermedades més comunes en la mujer que leva vida inactiva, que se al: menta en forma rutinaria, que no recibe la luz del sol, ni le da al organismo el agua pura y cristalina que él necesita es el “ESTRENI- MIENTO", el cual viene a ser la causa funda mental de moltiples afecciones © anomallas orgénicas tales como: nerviosided, debilidad general, enfriamiento de las extremidadles, LEUCORREA, amenorrea, etc. Lo primero que debe hacer a mujer moder- na para readquirir salud, es regresar a la vida natural, haciendo ejercicio regular al aire Ii bre. comiendo cereales integros, como al trig9, ta cebada, ete,, frutes, legumbres y almendras, darse bafios de sol, de aire y luz. Entre les cosas que debe evitar, estén en pr mera linea et alcohol, el tabaco, la bizcocheria, el té y todas aquelias sustancias excitantes que engafian el organismo. 164 El problema del TABAQUISMO en la mujer, le est8 causando a ella y a la raze verdaderos perjuicios, cuya trascendencia no se ha sabido apreciar en forma debida, Experimentalmente esté probado que en le mujer que fuma, el parto es muy dificil, pues fen la mayor parte de aquellos casos el feto se atraviesa, no pudiendo salir en forma natural 5 decir, sin intervencién quirdrgica. ‘Ademés, en Alemania, donde se ha llevado una cuidadosa estadistica de los desastrosos, efectos del tabaco en la mujer, se ha pronibi do categéricamente que en las fébricas donde se beneficia tal crucifera, se le permita traba jar a ninguna mujer que esté en aquella épo- a en que 2s posible la maternidad. Solamente después de haber pasado el periodo de la me opausia les es permitido ocuparse en tales actividades. ‘Al hacer referencia de la etapa llamada “‘neviazgo” no hemos podido menos de liamar la atencién acerca de la salud, candicidn indis ensabie para la adquisicién de la belleza y del magnetismo personal, factores éstos absolute. mente necesarios para que la mujer pusds ser efectivemente un centro de atraccién. Los padres tienen la sagrada obligacién de preparar adecuadamente a la mujer para quella delicada etapa de la vida, 165 La Major come Exposs El estado matrimonial, o mejor dijéramos el estado maternal, es el de mayor trascenden- cia, el de mayor importancia en la vida social y humana de la mujer; pues es solamente en aquel estado donde ella cumple la més extrs ordinaria ley de la vida: tal es la de servir de motivo © fundamento a la evolucién de la es- pecie, cumpliendo la finalidad para la cual fue creada. San Pablo, el mas fogoso, el més dindmico de los propagadores del Cristianismo, y el que més penetré el sentido cientiifeo del mismo, dijo: “Desgraciado del vientre que no conci- ba’ Esta sentencia es demasiado categérica, para que la falsa interpretacién de muchos consagre como noble y digne la situacién de la mujer que, rehuyendo tal activided creado- ra, se encierra en los conventos, alejéndose de le'naturaleza y quebrantando por este medio le ley de la evolucién y del progreso humanos. Todas las mujeres, sin excepcién alguna, con mayer © menor fuerza sienten el natural deseo de pasar por las puertas de la fecunda- 166 cién y llegar a 1a maternidad, que es la corona de su existencia, Las mujeres que rehuyen tal estado, pade- ccon con seguridad de alguna anomalia psi cau orgénica que hay necesidad de estudiar y corregir Los conventos estén Hlenos de las decepcio- rnadas del amor, pero no precisamente de muje- res ajenas a él. Fue generalmente su amor in- tenso no correspondido to que las hizo mar- char en busca de un mistico amor, que segin el concepto de ellas estabe lejos de todas las volubilidades de la vida. Pero no siempre es suficiente el amor mistico para dar solucién al problema.de él, en toda su integricad. El misticismo produce el arrobamiento del alma, y puede llegar hasta el éxtasis, cuando existe la verdadera devocién; pero las necesi: dades del sér humano, no son siempre romén- ticas, ni estén cargadas de aspiraciones de in- finito, en todos los momentos de la vide. El sér humano es dual, cuerpo y espirity, mente y estémago, sensacién y emocién, etc. De tal suerte que no estando exento el sér humano de las reacciones biolégicas de su naturaleza ‘orgénica, necesita por esa misma ley de la vi- da una efectiva compenetracién en todos los planos de la y como muy bien dice el ya célebre Dr. Voronoff, existen dos clases 167 de actividades en el amor: la una —orgéni- co— que sirve al altar de la especie, y la otra —psiquice— que sirve al individvo, al lograr por este medio la sublimacién de su natura- leza. La faz psiquica de la cuestién es indudable- mente lo mas importante para la evolucién del sér animico; pero la segunda es necesaria a la perpetuacicn de la especie y a la conservacion de les potencias vitales de la humanidad, siempre que esta funcién no trascienda lo na- tural, y se convierta en ia pasién que debilita los cuerpos y degenera la activa expresién de las fuerzas sensitivas y pensantes. Este problema es de eapitalisima importan- cia, y para describir tales actividades natura- les se necesitaria todo un volumen, pues no es posible hacer tan tremendo estudio en los cortos pérafos de un libro que esta dedicado a un tema de diferente Indole; lo tocamos so- meramente por la estrecha vinculacién que tiene con la dignificacién de la mujer. Casi sin excepcién alguna, todos los matri- monios que conocemos son un parcial fracaso human, por miltiples factores que vamos a analizer, sobre todo en lo que se relaciona di- rectamente con el problema femenino. La mujer apta para el matrimonio tiene que reunir condiciones muy especiales, si es que 168 realmente desea cumplir a cabaiidad tan av gusta misién. La primera y més categSrica condicion es la de poser una normal salud, lo que no ser ci ficil si se le ha educade convenientemente, si se le ha ensefiado a hacer ejercicio regular, re- cibie sol, aire y a tomar agua pura, y no fer- mentos de aquellos que emboten los sentidos y debilitan les actividades vitales del sér. Después de poseer tal fundamento de éxito matrimonial, o sea la salud, la mujer debe te- nner tres capacidacles de cardcter psicolégico, bastante dificiles de cultivar con perfeccién. pero sf conipletamente indispensables al éxito de le vida matrimonial. La mujer debe saber hacer el papel de ma- dre, de amiga y de amante. El papel de madre no se va a transferir al hijo sino por el proceso de la maternidad, pe- ro tal funcién debe desempeftarla no sdlamen- te con el futuro hijo, sino con aquel que le ha dado su nombre en el camino de le vida, para haceria su compafiera inseparable en |x vida social y en los supremos trances del amor. Los factores psicalégicos conocidos con los. nombres de nifiez, pubertad, virilided y vejez, no dejan de ser, sino que sufren modificacio- rnes animicas, para salir a lo periferia del sér segiin las impresiones del ambiente y de las 169 circunstancies, por tal razén, os complejos de la vida matrimonial deben ser estudiados y conocidos para poder Ilenar cabalidad ial funcién; de fo contrario el éxito es cudoso por carencia de adecuada orientacién en la vida afectiva y social Por rezén de los factores psicolégicos antes ‘enunciados, la mujer en su calidad de espose no debe olvidar que su consorte, 3 pesar cle ser hombre no ha dejado de ser nifo, y por lo tanto, debe ser atendido en muchas ocasicnes, come’lo harie le madre con el hijo de sus en: trafias. Esta actitud debe ser desempefiads or la esposa en todas aquellas actividades del hogar en las cuales ella debe velar directs. mente por los haberes y necesidades inmedia- tas del esposo, en cuanto a sus necesidedes personales se refiere, tal son: vestidos, el mentos de aseo personal, alimentacién segin su agrads, higiene general del ambiente en que se reside, etc. El abandono, o descuido de esas aparentes pequefieces de la vida han provocado muchas desavenencias matrimonia- Jes, y por lo tanto multitud de fracasos en la vida matrimonial y social. Hay otra zona del papel maternal de la es: posa con relacién al esposo, que por ser, si se quiere, de mayor trascendencia que el aspecto fisico de la cuestién, debe ser tenida muy en 170 cuenta por la mujer que espira a lograr el cit mo armonioso de fa. vida, en medio de los complejos de la convivencia matrimonial. Tai aspecto —-de mayor sutileza— es el mistica sentido intuicional que posee naturalmente la mujer, eplicado a la vida préctica, para servir de gule en las actividades fisiez y mundanas. Tal actividad esté directamente vinculada a ia intuicidn de fa mujer, intuicién que el hombre debe acatsr, pues con ello obtendrs una gute Segure, siempre que exista un efectivo inter cambio afectivo entre fos eényuges. Porque el hombre y la mujer estan biolégica y psicolégicarnente constituides en forma dis. tinta, Hegando a complementarse efectivamen- te en todos fos planos de la naturaieza. En (al forma que sdlamente por medio de una efec- {ive comprensién y dun amar sin limitacion Nes, es como los seres humanos pueden lograr Ia plenitude a via, llenando tas neesidoces supremas de la naturaleza en las multiples f- ses del humano vivir. Le mujer es, y debe ser siempre la inspira: dora del hombre, pues no en otra forma es po- sible el equilibrio fisieo y psiquico de la espe cie humana. ‘Asi como las abejas se gufan por el aroma de las flores, asi como las plantas se abren pa- 50 venciendo dificultades para poder recibir 7 directamente los rayos del sol, asi como el fa- tigado peregrino busca el fresco que le pro- porciona la sombra del arbol majestuoso, asi como el, viajero del desierto busca ansioso el oasis donde ha de calmar su sed, igualmente el hombre debe buscar todes las inspiraciones, todos os efluvios vitales, todos los aromas, todos los entusiasmos de las emanaciones suti- les y delicadas de aquel corazén femenino que haya elegido por compeiiero inseparable en e| eterno devenir de la existencia, para vivirla ampliamente y triunfar en ella, existencia que se profonga desde el instante én que el amor de ia imaginacién hallé su anclaje seguro y de- finitivo en la mujer quo le ha de acompafiar en sus preocupaciones constantes de la vida. En las mismas circunstancias la mujer debe ver en el esposo el funclamento sélido de su es+ tabilided humana y social, el soporte en que hha de apoyarse cuando las engustias de Ia vida te agiten, el Srbol robusto en que ha de apoyar su brazo, fe mente fuerte a la que ha de con fiar todas sus intimidades, y el sol de vigoroso calor que ha de templar su vida y fecundar sv existencia. El hombre debe ser capaz de vencer sv ve- nidad de pensador, inclinéndola hasta cierto punto hacia el sentir del corazén femenind, donde encontraré su efectivo auxilio. 172 Razas ha habido, y fas hay todavia, en las cuales se tiene como norma que el hombre no decida en sus actuaciones, antes de tomar el consejo, ia inspiracién, la intoicidn delicada y sutil que emana de la psiquis femenina Nos narran las antiguas leyendas hechos trescendentalisimos, que debemos tener muy fen cuenta, para allegar mayor comprensién con relacién al problema de ia vida humana, Segun tales tradiciones el sér humano pric mitivo era andrégino, macho y hembra a. un. mismo tiempo, y por tal eapacidad de poderia su orgullo iba creciendo hasta tener la preten- sién de subir, ocupando el trono de los dioses y_dejandolos 2 ellos como entidades secunda- rias. Entonces et CREADOR decidlid acabar de tuna vez por todas con tal sitvacién, y para tal efecto los separé en sexos diferenciados, aban- donandoles en el valle de la existencia, a fin de que cada uno de ellos lograse por su esfuerzo, cultivo y edueacién espiritual encontrar un dia sv controparte afectiva para realizar la pleni- tud de la existencia'y de la grandeza humanas en toca su integral idealidad. A este hecho alu- de la popular frase de buscar y hallar la “ME DIA NARANJA”, es decir, aquella que comple menta a la otra No es esto una alegorfa, ni un cuento, ni una inventiva de la imaginacién. Efectivamente la 173 omplementacion tiene que llenar a plenitud ‘esa riecesidad objetiva y subjetiva de la exis. tencia Los méltiples problemas que confronta la humanidad no pueden tener una adecuada so lucién mientras no se tome como estudio en primer lugar al hombre, y en segundo lugar @ la naturaleza que le rodea. Es de tal importan cia el estudio del hombre, que el que llegue « conocerse o sf mismo en todos los campos de sus méltiples actividades, conoceria igualmen. te lo naturaleza que le rodea, pues en él se ha lian sintetizadas todas las funciones activas de aquélla. La carencia de armonia, fa falta de equil brio en los matrimonios, tiene sus raices en los innumerables compleios de la evolucién bio: psiquica de la hurnanidad. No es posible por tanto dar solucién ade- uada a los problemas de la vida, si no se hace el estudio dual dela fez fisica y de la psiquica en cuestién. La faz fisica del amor sirve en el altar de la especie, al par que la faz psiquice sirve a ‘a sublimacién y superacién del individuo, Si en la vida matrimonial las dos fases del amor hallan la pienitud a que tienen derecho la vide de los cényuges seré un éxito complete en el escenario de la tierra 174 Cuando el amor sirve le faz fisica sin ningu- na reaccién animica, e! desconcierto, la desilu- sién, el desengafo y el fastidio serén la légica y natural consecuencia de la deficioncia sino: rose. Cuando sélamente es el amor platénico el ‘que subyuge las almas, sin que en ello tome parte la funcién bioiégica de la vida, el amor podré ser fecundo en los sublimes campos de la espiritualidad, pero no servité pore dar po- sibilidad de evolucién a nuevas almas en el as- pecto humano de la vida. Sin género de duda, el amor en su faz psiqu cca.es de mayor trascendencia, de mayor impor. tancia y absolutamente necesario para atraer algo de aquello que los poetas han llamado fe- licidad, y que el hombre de ciencia muy bien puede llamar ermonia, siendo considerado este estado de ¢08as, como el sumum de todos los aspectos que hacen de la vida un éxito y del hogar un nido de ensuefios y de positivas rea. lizaciones en la idealidad humana Todas aquellas actuaciones tienen directa vinculacién alos tres grandes aspectos que debe poseer la mujer para la conquista de la felicidad en la vida matrimonial. El papel de madre en su faz fisica y psiqui +2, ef papel de amiga en sus mismas fases, y el 175 papel de amante en los mismos aspectos, aun- ‘gue més dificiles de realizar en \e préctica Concretando diremos: que la mujer pare poder realizar a cabalidad su papel de 2sposs tiene que saber desempefiar bien sus funciones cde madre, de amiga y de amante. El papel de madre esté relacionado con las actividades que ya hemos estudiado, y el pa- pel de amiga es el que debe desempefiar en el treta comén con su esposo o marido, en el cual debe ver a vn compafiero, consejero y Un sér en el cual pueda depositar su plena ‘confianza en el intercambio de ideas, no s6- Tamente en los asuntos intimos, sino también fen las charlas comunes, para que pueda en- contrar el depésito fiel’de toda clase de con- fidencias, necesidad muy humana y por [o tan to indispensable en la vida. La carencia de esta capacidad de compa: ferismo mutvo, ha sido también el fundamen: to de multitod de fracasos en la vida matri monial. ‘Ahora enfocaremos el problema de amante el més dificil de todos, pero también imores cindible e indispensable en le evolvcién de la raza y en la complementacién de los seres humanos. Para que la actividad correspondiente a la funcién de ameante, liene a cabalidad las nece- 17 sidades de tal actividad, es absolutaments ine dispensable que ellas se verifiquen, se inicien, se realicen a la_sombra y bejo el mantc del ‘Amor, del sentido romantica de le vide, del afecta tierno y profundo de las palomas, y no bajo la presién brutal y fislologica de los im- pulsos puramente genésicos de la vida. Pues si este Ultimo aspecto es el Unico que toma parte en tales funciones, el fracaso, el clesen- canto, la desitusién, la fatiga y el cansancio en la’ vida matrimonial, serén la ineludible consecuencia de tales anomalias humanas Es curioso observar que en todas las espe- cies animales se verifica un preludio, un tiem: po largo entre le iniciacién de la_atrace’én sexual y le verificacién del ayuntamiento pars los fines de la multiplicacién de \e especie. Ningin animal absolutemente, verifica et ayuntamiento sin este predmbulo, sin este pre ludio afectivo, el cual tiene por objeto poner fen activa funcién todas las fuerzas de la na. turaleza, desde la més fisica hasta la més sutil del sér, segin su estado de evolucién y desa- rrollo. En cambio, los seres humanos s¢ han alejado de ese impulso, de ese ritmo natural de la vida, y verificen Ia conjuncién sexval sin ese preludio romantico necesario para que to- das las fuerzas fisio y bio-psiquicas entren en plena actividad para que la fusién 0 compene- W7 tracién de los cuerpos se verifique a le som- bra, 0 bajo el calor del manto afectivo de las ‘almas, y puede asi realizarse una creacién nue va llevando en si todas las potencies, todas las mmisteriosas fuerzas de la naturaleza en su ma- ravilloso conjunto. Esta contravencién de la ley del amor, es lo ue hace que en primer lugar no pueda perpe- tuerse ni mucho menos intensificarse le fuerza afectiva, la potencia del amor, ademés es la razén fundamental, de la deficiencia en los nuevos seres humanos que en tal estado han sido engrendrados. La mayor parte de los idio- tas y de los deficientes en las diferentes fun- ciones vitales han sido creados sélamente ba- jo el impulso del deseo genésico, en su aspecto fisico, sin tener para nada en cuenta el aspec- to psiquico de la cuestién, es decir, el lado animico y espiritula del amor. Para cambiar tal estado de cosas, es necesa- rio provocar una transformacién total en los, planos educativos de la nifiez y de la juventud, infiltrando en el subconsciente todas aquellas ideas que fueron cultivadas en el medioevo, conocidas con el nombre de romanticismo, y que eran veladamente presentadas en las ale- gorlas mitolégicas con un sentido profundo, lo que es el amor en su aspecto psiauico, encu- brriendo los mismos deseos genésicos con el 178 manto azul de los principes, viajando en cabe Io blanco y subiendo la pendiente de 1 mon: tafia hasta arribar a la cima de ella, donde en tun castillo encantando se encuentra la princesa de los ensuetios y de las ilusiones, rodeada de toda clase de adornos y guardada por podero: sos genios que no permiten el acceso hacia ella sino sélamente a los valientes, a los core: judos, a los que Gnicamente el fuego profundo Intenso de Un corazén ardiendo en amor les permite vencer todas las dificultades, logrando al fin la conquista de su ideal En cambio, la situacién actual de le forma- cién psiquica de las juventudes es complete mente diferente. Las impresiones del amor son recibidas no en et alado svefio roméntico sino en el “CINE DEPORTES” en que e! beso se prodige @ cada momento en una forma activa @ inmediata, sin mediar ninguna exaltacién afectiva, ningGn romanticismo, ninguna con ‘quista del coraz5n, que no se adquiere. puesto que 6! no ha tomarlo parte alguna en tal acto esporddico, caret: en un todo de nobleza, hifo del negocio 1" medio del cual so cor:tra- tan, los que fi-gen lo que no sienten. Tal estaci’ > cosas conduce necesariamente 2 una crisis social, que estamos palpando muy bien en estos problemas de! amor, del matri- monio y de fa vida sfective. 179 No hay conductores de pueblos que sepan dar a tales problemas la importancia que tie nen, por lo que el espectéculo causa en el sub- consciente de los seres, y por los efectos que tales impresiones producen en el porvenir de los individuos y por ende en el de la sociedad ‘en general. Hay otros factores no menos importantes en | evolucién psiquica del amor, los cuales deben ser muy fenidos en cuenta, pues de la situacién actual en el aspecto psicolégico del ‘amor, depende directamente (a decadencia de la genialiced en los actuales tiempos. El genio es un producto evolucionado en si inismo en clerto modo, y presionado por el am biente para el despertamiento de tal condi cin animica. En aquellas no muy remotes épocas, el acer- ‘camiento del varén a la mujer era un tento di- ficil, pues el sentido de decoro por parte de los padres de la muchacha sembraba de cbstécu- los el camino al enamorado galén, provocando can esto reacciones psicoldgicas del afecto reprimido, cuya onda afectiva ponia en fun- cidn las actitudes mentales y artisticas del su- jeto, incubéndose invalumtsriamente el genio alli donde sélamente existia la fuerza positiva del amor hacia la mujer que con su maanetis: mo habia despertado al divino Cupido de su 180 letargo, de su svefio subjetivo, paséndoto a la objetividad de le existencia en’ su eterno deve- rir, en y & través del corazén de los seres hu- manos. Eses relativas dificultades son de singular importancia, pues hacen que la llama del amor se transforme de aspiracién al complemente orgénico, en sublimacién del sentide y en la profundizacién de esa onda maravillosa de la Vida pera generar la perpetuidad de un hondo afecto, el que volara del vardn a la mujer, de la mujer al hijo de sus entrafias, y de éste 8 las nuevas generaciones en la continua trans- formacién evolutiva de la humanidad. Todos estos problemas no pueden tener una solucién adecuada, sino a través de una pro- funda cultura humana, pues la humanidad al objetiver demasiado la’vida con la llamada ci- vilizacién, que nosotros wraduciremos como la materializacién de la existencia, se ha alejedo completamente del ritmo armonioso y las es pecies animales més sienten que comprenden que el acto creador debe tener un preludio, tuna preparacicn previa para la concentracién total de sus fuerzas, antes de la verificacién del trascendental acto ereador. En cambio, la humanidad civilizada, materializada, embrute Cida por la exclusividad de la preponderancia del deseo, sin la fruicién estatica del amor, ha 181 tenido fatalmente que salir del paratso de la armonia y de la felicidad, precipitada a ello por el éngel que con su espada de fuego guarda Jas puertas del maravilloso Edén. Ese dngel de mirada fulgurante y con espa- da en mano, es ef amor, que al ser profanado y. obnubilado por la violencia del saténico deseo, arrojando a los seres humanos del pa- raiso de las ensofiaciones misticas del amor, fos lanza al fatigoso y triste acto de !a conjun- cién de los cuerpos, sin la comunién de las almas. Y asi marcha la humanidad por los oscuros valles de la existencia, en busca del paraiso perdido, con ansias supremas de realizaciones de infinito, levando en su propia naturaleza la posibilidad de conquister de nuevo las ar- monias paradisiacas; obtiene del angel guar- dién permiso de trénsito hacia las mansio- nes celestiales, siempre que sepa darle @ él la palabra de pase, la “palabra pérdida”, que no es otra que el AMOR SENTIDO y realizado en el santuario, no menos santo y no menos su- bblime del corazén, que es el Santo de los San- tos que estaba oculto en el Arca que los sacer- dotes de la antigua dispensacién mosaica guar- daban con tanto sigilo y ocultaban cuidadosa mente, para que no fuese profanada por mi- radas Impures y por seres en los cuales la 182 serpiente genésica, la violencia dei deseo se- xual hubiese creado antro 0 nico incubador de todas las liviandades del violento Eros; he- biendo hecho éste que el divino Cupido —cu- bierto su rostro con las_manos— hubiera vwelto le espalda a la humanidad; éste en su triste dolor espera el dia de la redencién, que no serd otro que aquel en el cual los seres hu- manos aprendan a amar de veras y a vivir se- gin la norma divina, segin el mandato de Je- hové, de su profeta Moisés, del Mistico Buda, de! asceta Crishna, del Poderoso Rama, del sublihe Hermes y del Divino Jess, que mar- chara por sobre el Valle de Judea predicando y viviendo intensamente el divino sentido del AMOR. 183 Lu Majer como Madee Al llegar a este aspecto, el mis sublime de la vida femenina, sentimos la imposibilidad de poder emplear el lenguaje adecuado para ha- blar de tan grandiosa como divina misién. Si la mujer como hija es una promesa, como novia un ideal, y como esposa un complemen. to de la vida; ia mujer como madre es prome- 3a, ideal, complemento, realizacién, transfor- macién, evolucién, sublimacién, y divinizacién de toda la existencia de la entera humanidad. Todas las glorias épicas, romanticas, mist as, filosdficas y cientificas, tienen como ratz y fundamento de la funcién santa, a la activi- dad maternal de aquella que en el escenario hhumano es un vivo y no simbélico exsonente del poder ereador y transformador del espiri tu universal, llamado por unos Dios, por otros Brahma, por aquéllos Jehovs, Ald, © como se guiera no siendo estas palabras otra cosa que la simple exteriozacién de un pensamiento y de un sentimiento que viven aunados en el fon- do del sér hemano, no importa su culto, y que se concreta en una palabra convencional, se gin el lenguaje que se habla, pero siempre pa- 184 ra la expresién de una misma idea y de un mismo sentir, ‘Algunos filésofos han llamado al Gran Todo MACROCOSMOS, lo que equivale a decir la Gran Madre. Si bien, la causa sintesis de todas las cosas puede imaginarse como un hecho filosbfica- mente masculino, en cambioen la creacion hay la imperiosa necesidad de descubrirla a través, Gel proceso maternal; y como todas las belle 22s que vemos, todo lo que sentimos, todo lo que palpamos y todo lo que intuimos es obje- tivo en la vida, hay necesariamente que acep- tar una gran proceso maternal en la infinitud dei_ tiempo y del espaci Como dijera un filésofo, “la naturaleze toda en su maravilloso conjunto, no es mas que un gran echo nupcial sin velos", en el cual el proceso de la maternidad se cumple en su eterno devenir, para dar posibilidades de existencia al infusorio, al érbol, al animal, al hombre, al super-hombre, al dngel, al arcéngel, y adn hasta las més elevadas divinidades, se les ha tenido que adjudicar una madre, para mostrar por es~ medio su procedencia inex: plicable para la mente humana, en forma cis finguible, pues la mente como es limitada y difusa, no puede recogerse, concretarse, ar- monizarse sino por medio de la objetivacién 185 de los hechos, por més trascendentales que ellos sean; y €s asf coma la maternidad en vusive @ la creacién con su manto de porpura, con su corazén de oro y con su sentimentali- dad omniabarcante, sin principio ni fin para ‘as concepciones del intelecto hurmano. 10h Divina Madrel, decia el santo Rama Krisnha en sus arrebatos misticos; {Oh Divi- na Madre!, dicen los agobiados por el dolor al dirigirse a la Inmaculada de sus ensuefios Los postas que saben transferir al ritmico lenguaje las palpitaciones de su hondo sentir de la vido, tienen expresiones roménticas de valor incalculable cuando hacen referencias ae la madre, y sin embargo, a pesar de sus liriexs modulaciones, se lamentan de que el idioms no pueda corresponder a las ansias supremas do expreser adacuadamente Io que_sienten. EI nifio en la cuna caracteriza mirada angeli- cal, cuando descubre al pie de elle la presen- cia'de la madre, el calor de aquella que lo gestara en su vientre, A medida que el nifio se desenvuelve, 3 medida que crece, sintienda su impotencia frente a las circunstancias, busca siempre a la madre como su Unico amparo, como su Unica fortaleza, como el Unico ser en al que él idea- liza y siente la presencia de Dios, para prote- gerle en los dificiles trances de su existencia. 186 EI joven piber que al lanzarse por los sen- deros de a vida se estrella en las tortuoside- des, se hunde en sus profundidades y siente que se ahoga en medio de las embravecides Olas de las pasiones que se despiertan en su naluraleza, recurre a la madre como el éncore de salvacion, como al angel de la guarda y coma el ties seguro refugio contra las even tualidades de su vida liviana, ligera de expe- riencia, pero plena de inquietudes. Y después, cuando el joven se caracteriza ‘en hombre y organiza un nuevo hogar, en el cual se creara un nido nuevo pare la gestién de nuevas vidas, encuentra dificultades y nc halla por sv inexperiencia una forma adecua- ca para dar solucién a sus problemas, recurre, de nuevo a su madre, para que ella le guie, le instiuya y le oriente, contribuyendo no sdla- mente a llevar la tranquilidad @ su agobiado corazén, sino acaso tal vez una solucién para aquélla, que él ha cosvertido en su esposa y que por las eyes inviolables de la vida se va a convertir en madre, cumpliéndose por este medio la ley efclica de la evolucién y del pro- greso en su eterno devenir. La mujer madre es como el oasis para el Viajero del desierto; como el fresco de la som- bra que proyecta el érbol para el que se halla agobiade por los candentes rayos del sol; co 187 mo el ancla para el que se shoga en los oleajes de la vida; como el calor para el que esté ate- rido de frio; como la mano que salva del fangal de las dificultades humanas; como la esponja ‘nimeda para el enfermo devorado por la fie- bre, y como el corazén magnénimo que lena nuestra alma de nuevas esperanzas y que nos permite seguir continuando las luchas de la existencia en espera de estados mejores. La mujer madire es el centro de ia sociedad; motivo de veneracién para los hijos y de res- eto para los que han cumplido la misién pa- ternal; punto central de la estabilidad religio- sa; centro de ias posibilidades artisticas y fuente de ensofiaciones para todos ios seres ue saben sentir y comprender la vida. Ya en capitulo anterior habiemos mostrado le trascendencia de los estados-femeninos lax mados maternided y virginided, pero sobre ellos debemos ver bien definidas y marcadas diferencias que existen: Ia virgen es una pro- mesa, pero la madce es una realizacién; la virgen es un ideal, pero la madre es la con creacién del ideal hecho sustancia y fuerza en le expresién de la vida; la virgen es un botén pero la madre es una rosa en plena fiorescen- «ia exhalando aromas y gestando vidas; la vir- ‘gen es un sol que apenas refleja su lur al le Vantanse en el oriente; en cambio a madre es 188 el sol del medio d’a que alimenta con sv fuego viviente a todos sus hijos, a todas sus

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