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La lengua devaluada
Nuestra pretendida modernidad en materia de educacin nos ha hecho
confundir la palabra pblica con la privada, degradando as un instrumento
clave para el conocimiento
haya silencio, que todos se puedan expresar. Esto no hace sino agravar el mal con
el pretexto de corregirlo.
Los nios ingresan en la escuela con un lenguaje simple y por lo tanto con una
visin del mundo primaria y maniquea. Ensearles la lengua es, precisamente,
hacer que aprendan la diferencia entre la palabra privada y la pblica. Y hoy
nuestros nios aprenden la lengua de quienes, para expresarse pblicamente,
recurren a la lengua privada. Es que el lmite entre lo privado y lo pblico se ha
perdido en todas las esferas de la actividad social. Cuando la escuela renuncia a la
posibilidad de ensear la lengua, los verdaderos maestros de nuestros nios
pasan a ser quienes les hablan desde las pantallas. El lenguaje cotidiano de los
modernos hroes televisivos, estos nuevos famosos de la nada, se ha convertido
en el silabario con el que se ejercitan nuestros hijos. El lenguaje vulgar que
emplean, que cosifica y degrada al hombre, no hace sino reflejar interiores
vulgares y hasta ha perdido ya todo efecto provocador. El repertorio de groseras
sucumbe, devaluado por la inflacin. El lenguaje pretendidamente "actual",
convertido en chic, revela ignorancia, primariedad, escaso repertorio de palabras.
Slo un conocimiento profundo de la lengua que es, en esencia, creadora de
sentidos y de lazos, fuente de comunidad y de urbanidad, permite escapar al
primitivismo y a la tentacin a la violencia. Clave de comprensin, herramienta
imprescindible de expresin, dadora de identidad, la lengua es, en suma, la huella
visible del espritu. Lo expresa admirablemente Ludwig Wittgenstein cuando, en su
Tractatus Logico-Philosophicus, afirma: "Los lmites de mi lengua constituyen los
lmites de mi mundo".
http://www.lanacion.com.ar/212457-la-lengua-devaluada