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Un poema

Jos Asuncin Silva

Soaba en ese entonces en forjar un poema,


de arte nervioso y nuevo obra audaz y suprema,

dej en una luz vaga las hondas lejanas


llenas de nieblas hmedas y de melancolas

escog entre un asunto grotesco y otro trgico


llam a todos los ritmos con un conjuro mgico

y por el fondo oscuro, como en mundana fiesta,


cruzan giles mscaras al comps de la orquesta,

Y los ritmos indciles vinieron acercndose,


juntndose en las sombras, huyndose y buscndose,

envueltas en palabras que ocultan como un velo,


y con caretas negras de raso y terciopelo,

ritmos sonoros, ritmos potentes, ritmos graves,


unos cual choques de armas, otros cual cantos de aves,

cruzar hice en el fondo las vagas sugestiones


de sentimientos msticos y humanas tentaciones...

de Oriente hasta Occidente, desde el Sur hasta el Norte


de metros y de formas se present la corte.

Complacido en mis versos, con orgullo de artista,


les di olor de heliotropos y color de amatista...

Tascando frenos ureos bajo las riendas frgiles


cruzaron los tercetos, como corceles giles
abrindose ancho paso por entre aquella grey
vestido de oro y prpura lleg el soneto rey,

Le mostr mi poema a un crtico estupendo...


Y lo ley seis veces y me dijo... No entiendo!.

y all cantaron todos... Entre la algaraba,


me fascin el espritu, por su coquetera
alguna estrofa aguda que excit mi deseo,
con el retintn claro de su campanilleo.
Y la escog entre todas... Por regalo nupcial
le di unas rimas ricas, de plata y de cristal.
En ella cont un cuento, que huyendo lo servil
tom un carcter trgico, fantstico y sutil,
era la historia triste, desprestigiada y cierta
de una mujer hermosa, idolatrada y muerta,
y para que sintieran la amargura, exprofeso
junt slabas dulces como el sabor de un beso,
bord las frases de oro, les di msica extraa
como de mandolinas que un lad acompaa,

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