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Este es el rasgo más sobresaliente en la producción artística: actuar sin mucha conciencia
de hacia donde se está yendo, pero sabiendo o confiando que se está yendo hacia donde
se quiere ir. El artista debe confiar en sus procesos inconscientes, confianza que se ha
ido formando a través de anteriores creaciones. Claro, la vida misma es una de nuestras
principales obras, por lo que no es extraño que esa inconsciencia se traslade hacia la vida
misma y lo que se haga, es más, se toma como forma de vida este actuar inconsciente
para favorecer los procesos creativos.
Los psicoanalistas de la escuela del yo -Hartman, Ernst Kris- hablan de una regresión
al servicio del yo en la producción artística. Generalmente las regresiones involuntarias
revelan debilidades en la estructura del yo y son perjudiciales, sin embargo, el artista
aprende a tener estas regresiones al servicio del yo, regresiones muy importantes de las
cuales pueden salir luego sin problemas restableciéndose las funciones yoicas. El artista
puede cederle el control al inconsciente para la creación de la obra y luego retomar el
control. Pero claro, para realizar esta actividad debe en buena medida adoptarla como
forma de vida. El artista posee una confianza inquebrantable en su inconsciente, en
la capacidad de éste para crear, pero debe ayudarlo, debe dejarse vivir por él, debe
estimularlo.
El inconsciente del artista está siempre activo y dando indicaciones sobre lo que debe
hacer el artista, por ejemplo, el artista experimenta el impulso de visitar cierto lugar, la
conciencia del por qué es difusa, pero visita el lugar, más adelante tiene otros impulsos
que lo llevan a hacer otras cosas, aunque no sepa porqué, al final todo esto comienza
a tomar forma y se revelan los motivos por los que el artista debía hacer estas cosas y
cómo estaban involucradas en su proyecto, en la obra.
Como este tipo de fenómenos ocurren con mucha frecuencia en la vida de los artistas,
estos comienzan a confiar en su inconsciente y lo estimulan de alguna manera para que
tome el control y dirija la vida del artista. Toda la vida del artista se convierte como
en un gran proceso, bastante inconsciente, que se va moviendo en una dirección, las
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Cuaderno
distintas obras del artista revelan un sentido de conjunto, una tarea de conjunto que se
va prefigurando en las primeras obras y que se van definiendo paulatinamente en las
siguientes.
El artista puede emplear su yo para corregir la obra a medida que la realiza, pero el
material emergente es completamente inconsciente. Los relatos de los mismos artistas
son similares, por ejemplo el poeta recibe una palabra, tal vez un verso, y trabajando
sobre esa palabra o verso va tironeando hasta sacar a luz el poema, que claro,
posiblemente le haga correcciones, pero en esencia el poema vendrá de lo inconsciente.
Este proceso se repite en todas las ramas del arte, el artista recibe alguna señal, una
pequeña indicación a partir de la cual comienza a trabajar. A veces, claro, puede recibir
la obra completa como inspiración de un tirón.
Otro elemento que muchas veces se asocia con los artistas es el uso de drogas o el
alcohol. Existe un motivo para ello, el alcohol desinhibe, relaja las funciones yoicas, por
lo que puede favorecer el proceso creativo. De esta manera un artista muchas veces
termina convirtiéndose en una especie de niño, porque debe seguir cada impulso pues
cada impulso puede llevarlo a la realización de su obra. Claro, no siempre es así y el
artista puede verse envuelto en graves problemas por actuar de esta manera, pero, la
inconsciencia en el actuar es como necesario para ellos.
Posiblemente la pérdida de la confianza sea uno de los motivos, otro el de una especie de
supercriticismo, que paraliza al artista. En estos casos es cuando los artistas acuden a las
drogas o al alcohol, para disolver su yo y hundirse nuevamente en el inconsciente.
Los procesos creativos cuando están activos movilizan fuerzas emocionales de una
intensidad tan grande que pueden dañar a un yo frágil. Este es otro de los motivos
por los que la creación artística muchas veces se relaciona con la locura, pues muchos
artistas terminan derrumbándose ante las fuerzas activas de su inconsciente. En estos
casos también el artista recurre a las drogas o al alcohol para poder manejar ansiedades
muy difíciles de manejar en estado normal.
El artista necesita dejarse vivir por su inconsciente y a veces este proceso conduce al
artista a la destrucción, pues adopta como forma de vida debilitar o relajar las funciones
yoicas, y claro, cuando necesita retomar el control puede que ya estén demasiado
debilitadas.
En síntesis: el artista actúa como un médium, debe prestar su cuerpo para que algo se
exprese a través suyo, con el peligro de que eso que toma el control en ciertos momentos
termine por controlarlo al punto de terminar destruyéndolo.