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COURTOIS
EL ARTE DE DIRIGIR
GASTON COURTOIS
EL ARTE DE DIRIGIR
Coedición Mexicana
De Ediciones Promesa, S.A.
Y
Sociedad de Educación
Atenas, S.A.
LICENCIA ECLESIASTICA
NIHIL OBSTAT
D. Martín Arroyo
Censor
IMPRIMATUR:
JOSE MARIA
Obispo Aux. y Vicario general.
Madrid, 9 de agosto de 1963.
___________________
© ES PROPIEDAD
Copyright by Sociedad
ABATE GASTON COURTOIS
SUMARIO
8. Ser jefe no es sólo hacer una obra, sino, sobre todo, hacer
los hombres, buscarlos, unirlos, amarlos y ser de ellos
amado. Saint-Exupéry dice en Terre des Hommes: “La
grandeza de un oficio está quizá, sobre todo, en unir a los
hombres.” Esto particularmente es verdad en el oficio o
profesión de jefe.
19. Sin un jefe que ordene y coordine, sin un jefe que piense y
transmita su pensamiento a los subordinados, como la
cabeza transmite a los miembros el influjo nervioso, un grupo
humano se agota en esfuerzos yuxtapuestos, que se
neutralizan y terminan siempre en un fracaso, tanto más falaz
cuanto mayor era la voluntad de cada uno, fracaso
simbolizado en la torre de Babel y en la corte del rey Pétaud
(1)
20. Cuando falta jefe, manda la anarquía, y la anarquía no es
buena más que para destruir, nunca para construir.
22. Tened por algún tiempo un grupo sin jefe; las mejores
voluntades se desunen, las energías más entusiastas se
paralizan, vendrán los razonamientos y, por fin quedará
pulverizado.
33. No hay que imaginarse que el mandar es fácil y que con una
cara hermética y una voz imperiosa ya está ganada la
partida. Para ser jefe se necesita tener el amor del prójimo y
la cultura que permite conocer al hombre y escudriñar los
últimos repliegues del alma. Además se precisa pertenecer
esta espiritual aristocracia que tiene por divisa: servir. Pero
con servicio desinteresado, perseverante, resuelto, que
reclama convecciones, entusiasmo, carácter.
Razón hay para decir del jefe que debe ser el intérprete
del bien común; esto, empero, no significa que él deba ser el
intérprete de la voluntad general. Esta, dadas las variaciones de
sensibilidad propias de la psicología de las multitudes, con
mucha frecuencia no es otra cosa que la inconstante opinión
pública, en contradicción frecuente con el verdadero bien
superior del conjunto.
62. Para ser jefe se necesita lo que a cada grupo falta para
cumplir con lo que es su razón de existir, saber darle el
completo a medida y según la necesidad, un vez recibido
auténtico mandado, obrar en consecuencia.
(1) BUSSY-ROBIN.
CAPITULO SEGUNDO
SUMARIO
I. Fe en la misión.
II. Sentido de la autoridad.
III. Espíritu de decisión e iniciativa.
IV. Espíritu de disciplina.
V. Energía realizadora.
VI. Calma y dominio de sí mismo.
VII. Sentido de la realidad.
VIII. Competencia.
IX. Espíritu de previsión.
X. Conocimiento de los hombres.
XI. Benevolencia del espíritu.
XII. Bondad de corazón.
XIII. Respeto de la dignidad humana.
XIV. Espíritu de justicia
XV. Firmeza.
XVI. Ejemplo.
XVII. Humildad.
I. Fe en la misión
69. Nada más engañoso para el jefe y para los subordinados que
un escéptico “¿para qué?” o un descorazonante “no hay nada
que hacer”. Reaccionar vigorosamente; todavía hay algo que
hacer, todo puede servir.
70. Cuando oigáis que alguien os dice: “No hay nada que hacer”,
traducidlo así: aquí todo está por hacer, pero yo no estoy en
condiciones de hacer nada.
71. No hay tarea inferior ni ser inferior, sino que lo que es inferior
es el cumplir mal la tarea (1).
(1) PÉGUY
76. No se hace bien más que lo que se hace con pasión. El que
trabaja simplemente para ganar dinero y el que no siente la
pasión del oficio, jamás será hombre de valía, menos aún de
jefe.
77. Todas las empresas humanas, las más humildes y las más
levantadas, las profanas y las sagradas, están sometidas a
las mismas condiciones orgánicas. Creer, esperar, amar, son
las virtudes necesarias a todo hombre que pretenda hacer
obra viva y fecunda. Creer en lo que emprende y esperar el
éxito; amar su trabajo y ofrecer a los hombres el fruto de su
trabajo son las condiciones primeras y necesarias, sin las
que ninguna empresa prospera.
(1) P. DONCOEU
79. El entusiasmo, ante todo, nace de una profunda convicción,
de un pensamiento bien madurado y que llega a ser tan
obsesionante que impone la invencible necesidad de
exteriorizarlo.
125. Jefes es todo aquel que para estar siempre pronto para
obrar, ha adquirido buenos reflejos, porque la vida es una
suma de decisiones pequeñas, y la, fidelidad a estas
decisiones animas dispone al jefe para tomar las grandes en el
momento mas imprevisto.
320. Un Jefe nunca tiene que olvidar que los subordinados son seres
humanos y que al lado del servicio tiene sus intereses, sus cuidados, sus
sentimientos humanos. El jefe comprensivo ha de interesarse con discreción y
tacto por todo lo que es humano en ellos.
321- La cuestión social es, ante todo una cuestión de atenciones (1).
322. El deber más esencial del jefe al frente de los subordinados es,
aun en el ejercicio del mando, el reconocer el valor de hombres y el tratarlos
según su dignidad de personas racionales y libres.
a otro, señor feudal el uno, vasallo el otro, unidos por el deber preciso del
mando y de la obediencia. Así, en tiempos del feudalismo, jerarquizando hasta
el abuso y abundante en célebres y trágicas obediencias, corría el raudal
escondido y vivificante de la fraternidad cristiana de las almas iguales ante
Dios , a pesar de las desigualdades naturales y universalmente (1).
329. Una mala palabra, una falta de atención, una expresión dura y
despectiva, pueden hoy sembrar el rencor que mañana se presentará en cólera.
330. Cuando más elevado en dignidad está un jefe, tanto con más
miramiento ha de tratar la susceptibilidad de sus subordinados, porque una
flecha cuando cae de más alto, más honda se clava, y así toca el corazón puede
ser mortal.
333. Véase el muy sugestivo extracto de una carta escrita en 1831 por
un artillero al general Drouot, a cuyas órdenes había servido en 1809:
“A mi juicio, lo principal es hacerse querer del soldado, porque si el coronel
no es amado, no hay mucho empeño en hacerse matar por las órdenes de uno a
quien se detesta. En Wagram, cuando aquello ardía y nuestro regimiento hizo
tanto, ¿creéis que de no haber sido vos como erais, los artilleros de la Grande
hubiesen maniobrando tan perfectamente?
“Yo, mi general, jamas he hallado un coronel que haya sabido hablar a los
soldados como vos; erais severo, lo admito, pero erais justo; es decir hablabais
al soldado como si hubiera sido vuestro ideal, Hay oficiales hablan a los
soldados como si los oficiales fuesen soldados, unos iguales, y esto lo tengo
yo por nada.”
334. El Jefe debe empeñarse en caer entre él y los subordinados una
atmósfera y unas relaciones de colaboración verdadera. ¿Y no es el medio
mejor para esto interesarles en la faena que se ha de cumplir, habiendo que
participen, en la medida que sean capaces, del ideal que perseguís?
Desde el momento en que un jefe respeta la altivez de sus hombres y los trata
de veras como a hombres, empieza a estar resuelta la cuestión social.
XIV.- Espíritu de Justicia.
340. Que sea justo es la primera cualidad que un hombre digno de este
nombre reclama de quien tiene autoridad sobre él.
345. Ser justo es respetar la jerarquía por uno mismo creada, reforzada
la autoridad de los que han sido puestos al frente de un servicio o de una
sección, y no intervenir en su radio sin contar con ellos.
348. No hay en el mundo un hombre, por virtuoso que sea, que pase
por inocente en concepto de un amo que sin examinar las cosas por sí mismo
da oídos a las calumnias (1).
353. Nada hay que antes mate el esfuerzo que un hombre podría
intentar hacer para mejorarse o corregir, como este pensamiento: “¿para qué?
Estoy fichado.”
354. Sed prudentes, sobre todo en presencia de gentes que veis raras
veces. Cuidaos de la impresión que os han dejado en un contacto fugitivo hace
ya muchos años. Después han podido modificarse. No os fiéis sólo vuestros
recuerdos.
Tenéis derecho para ser exigentes; pero evitad las brusquedades de la cólera;
sed estables en la seriedad.
363. Este hombre (el Capitán) era duro; justo, sí; pero con justicia
severa y no indulgente. Ninguno de sus subordinados creyó jamas que fuera
posible, o no hacer, o no hacer más que a medias lo que él había ordenado, y
cada uno sabía, o mejor sentía, que estaba completamente en peligro de recibir
un balazo en la cabeza en caso de faltar.
364. Gentes hay que a cualquier precio pretenden subir; para ellas son
buenos todos los medios de hacerse valer y de aplastar a los otros en la
carrera. Aprovecha todas las ocasiones para decir de sus camaradas cualquier
cosa de desventaja y para hacer resaltar la superioridad propia, no queriendo
saber la de los demás. Desde que se presiente que un jefe se deja influenciar
de tales arribistas y que se tienen más probabilidades de prosperar haciendo lo
mismo que hacer ellos, que no trabajando en su puesto a conciencia, entonces
todo cambia; cada uno se encierra en su trabajo, nada comunica ya a sus
compañeros y, a su vez, empieza a intrigar. La colaboración ideal se cambia
en desconfianza, en lucha solapada de cada uno contra todos; la atmósfera se
hace irrespirable.
374. Quiéralo o no, el jefe es un blanco o hito. Los ojos de los subordinados
están dirigidos constantemente sobre él, y el ejemplo tiene tanto mayor peso cuanto
más es él más apreciado.
376. Los hombres nunca se conducen por los preceptos de la razón pura;
necesitan ver su ideal encarnado en un hombre, que los obliga a su seguimiento por la
seducción del ejemplo. (Nota 22).
377. El jefe que da el ejemplo puede pedirlo todo a sus hombres, por que
siempre acaba por merecer y conquistar su confianza.
378. La vida del jefe habla siempre a sus hombres mas alto que su voz, y
cuando la vida esta en contradicción con sus palabras, hay una falta de lógica que
escandaliza a los débiles y rebela a los fuertes.
380. El jefe que exige de los otros un trabajo duro debe ser un modelo
ejemplar de trabajo. No se obtiene fácilmente de otros la colaboración si no se exige
todavía más de sí mismo.
383. Quien piensa que hace lo bastante para la recompensa que recibe nunca
pasará de subalterno, jamás será jefe.
384. Muchas veces se oye decir que es bastante dar buen ejemplo en el
servicio y que, fuera de esto, el jefe pueda hacer lo que quiera. No; lo que el
subordinado a de poder encontrar en su jefe es, desde luego, ejemplo en el trabajo;
pero después es la manera de vencer y resolver los problemas de la vida en general; la
influencia no puede ahondar mucho si el ejemplo no es total.
385. A medida que se haciende mas alto, hay menos frecuente inspección de
los superiores; por tanto debe la conciencia del jefe agrandarse al paso que subiendo
de la jerarquía, se encuentra mas libre y solo.
386. En otro tiempo mi lema era: << Ciencia y conciencia.>> También hoy lo
conservo, pero invirtiendo los términos y poniendo primero conciencia y después
ciencia. Sí, primero conciencia. Es lo más importante (1).
XVII.- Humildad
390. La misión del jefe esta confiada esencialmente para el bien común; ni el
capricho ni el interés, ni el orgullo deben dictar al jefe sus decisiones.
392. Cuando algo no marcha, las nueve décimas de los hombres tienen una
tendencia muy natural para justificarse, de buscar razones fuera de ellos, es decir, a su
lado, probando que quien tiene la culpa es el vecino.
Pues bien, cuando uno quiere elevarse en la vida y estar a la altura de una situación, a
de procurar pertenecer a la décima última, a la que sabe reconocer leal y francamente,
sin hipócrita humildad, que a podido engañarse... y que sabe buscar el medio de hacer
lo mejor en lo venidero, o de hacerlo a ser mejor, que es más exacto.
394. El jefe no tiene que bajarse delante de los superiores. Conviene para las
relaciones humanas, que goce de prestigio. Pero ante la obra que se hace a de
permanecer modesto. Por la sumisión a los datos reales, siempre debe acordarse de
que el jefe, por más grande que sea, nunca es la regla de la vida del mundo, sino que
es un intérprete.
395. El gran enemigo para el espíritu de equipo es el orgullo, que hace que,
apuro de referirlo todo a sí mismo, se llegue a ser incapaz de comprender las
necesidades ajenas, y, por tanto, de colaborar con ellos.
398. El hombre tiene necesidad de apoyarse en algo mayor que él. Busca un
ser superior que le guíe y con quien pueda contar, porque pocos hombres soportan la
idea de estar del todo solos. Por tanto, con facilidad tendrá el subordinado tendencia
de atribuir al jefe cualidades sobre humanas. Tanto mas fácilmente caerá en esto
cuando el jefe se permita favorecer está tendencia que lisonjea a su amor propio, por
que gusta de <<figurar>> y de señalar su <<superioridad>>. Pero es un juego
peligroso, por que rodeándose de halagadores, que no ven más que por sus ojos, se
priva de la ayuda de la sana crítica de personas que pueden ver la cosa desde otro
punto de vista, y pierde así el contacto con el medio en el que vive. No puede guiar
con conocimiento de causa.
400. Un jefe no puede tener ilusionados por largo tiempo a los que manda.
Después de algunos tanteos, aquéllos le conocen. De ser humilde en su juicio, el jefe
es más fuerte en presencia de los otros; verídico para sí, puede pedir a los otros que
sean veraces ante él. Hay una manera de decir a un hombre, mirándole sin dureza a los
ojos: <<a mí no me cuentes eso>>, yo desinflo todo bluff. Se conoce pronto a los jefes
a quienes <<no se llena la cabeza con estopa>>. A ésos se atreve uno a confesar sus
flaquezas, pero es para preguntar como el médico: <<¿Cómo podré curar?>> (1).
401. El jefe de veras jamás habla de sí: nunca dice: <<Yo.>> se incluye en el
conjunto y dice: <<Nosotros>> mientras que el <<yo>> sea la preocupación céntrica,
se constituye en término final de su actuación y explota más o menos conciente mente
a los demás para su servicio. No comprende su misión si no a partir del momento en
que se arranca de sí mismo para entregarse sin interrupción al interés general.
Si nuestros jefes no están profundamente convencidos de esto, sino saben aceptar las
inevitables lecciones que les vienen de los hombres y de las cosas, si persisten en su
opiniones hasta llegar a no querer escuchar a nadie, pronto serán inútiles, por estar
desgastados y avejentados.
Y esperando abusarán muy pronto del señor a quien afectan servir, desde luego para
servir a sí mismos.
Son demasiadas las personas que confunden voluntad y terquedad, y mal carácter.
Es, por el contrario, prueba de una gran fortaleza de alma el aceptar una advertencia,
escuchar una observación, el reflexionar en ella, despojándose de sus ideas propias y
doblando la voluntad.
El hombre que reconoce lealmente que se ha equivocado, o, más sencillamente, que
no lo sabe todo, se engrandece singularmente. Y por añadidura conquista, al
conquistarse a sí, una magnífica independencia. Ahí está tan sólo la verdadera
libertad: dura es la esclavitud de un hombre ante otro hombre; pero es peor todavía la
esclavitud de sí mismo (1).
CAPITULO TERCERO
LA JEFATURA
SUMARIO
406. Todo verdadero jefe es un educador, porque se esfuerza en sacar del ser
humano que asocia a su faena todas las virtudes acultas de que es capaz, a fin de
guiarle a que se sobre puje así mismo para realizar cuanto su misión espera de él.
409. El jefe educador habrá de ver, por encima de los defectos y vicios que
forman la corteza, las cualidades profundas de las cuales hay que hacer al individuo a
adquirir conciencia, para que, encantado de alegría en vista de las desconocidas
riquezas, se aplique a darles valor.
411. Siempre se hace con inteligencia y corazón aquello que a cada uno
interesa y en lo que sobresale. En fuerza de este principio, el jefe hase de aplicar a
despertar el interés del subordinado por las faena que se ha de hacer y ponerle en
condiciones de tener éxito en ella.
414. Nada se gana sin pérdida, y las cosas tanto valen cuanto cuestan.
419. Hase de amar el esfuerzo; hase de hacer con amor lo que se hace.
420. la educación del esfuerzo es tanto más necesaria cuanto que el hombre,
por instinto de conservación, está propenso a evitar el peligro y a buscarse
comodidades.
424. << No rechaces al héroe que hay en tu alma >>, dice NIETZSCHE al
hombre que quiere merecer tal nombre . En todo ser humano, sea como sea, hay
siempre una llama en potencia, una mecha humeante. Toca al jefe señalar las faenas o
restringirlas, según sean necesarias, en relación con lo que cada uno lleva en sí de
heroísmo latente.
425. Para desarrollar en los hombres el gusto del esfuerzo está permitido
estimular el amor propio. <<La falta de amor propio y de sana estimación – escribe P.
KIEFFER en Educación y equilibrio- quebranta los arranques del alma, mata el
espíritu de iniciativa, y crea seres pasivos e inertes.>>
427. Hay una grave equivocación en concebir el progreso como un fin que no
busca otra cosa que facilitar al hombre más y más medios para que haga cada vez
menos esfuerzos. El progreso no es legítimo sino cuando llega a ser un medio para
servir más y mejor.
b) Sentido de la responsabilidad
430. ¡ Cuántos hombres pondrían también todos sus sentidos para lograr el
resultado que se espera de ellos, si pensaran que su jefe tiene puesto en ellos su
confianza!.
432. Uno está tanto más interesado en una faena cuando más capaz se siente de
hacerla; mejor comprende su utilidad y encuentra ocasiones de probar su inteligencia e
iniciativa.
439. Buena es la división del trabajo; pero hace de vigilar que los servicios no
olviden la acción colectiva, que no se desconozca entre sí, que colaboren
amistosamente, de modo que no se llegue a un mosaico de esfuerzos yuxtapuestos,
sino una acción concorde multiplicada.
442. Ordenar, antes que mandar, significa poner en orden; es decir, organizar.
447. Según crece la perfección de un ser y según son mas numerosos los
órganos, más diferencian el esfuerzo: un órgano, una función.
Es la ley de la división del trabajo, cuya inobservancia produce confusión.
449. La división del trabajo ofrece algunos peligros que apuntan nada menos
que a destruir la unidad viva del grupo o de la empresa, y el deber del jefe a de ser
reducir incesantemente las tendencias centrífugas, hacia una coordinación fecunda.
Uno de los mejores medios para asegurar la coordinación será la conferencia o
conformación frecuente de los jefes de servicio en presencia del director, para hacer
conocer a cada uno las necesidades, las dificultades, los recursos de los otros, resolver
los problemas de interés y asegurar la marcha armoniosa del conjunto. Para que dichas
conferencias sean provechosas se debe comunicar con tiempo a cada uno y bastante
pronto para que pudiera estudiar el orden de las cuestiones que se trataran. No se
traten en común más cosas que las interesantes para todos los participantes y liquidar
con rapidez los asuntos pendientes (dejando para estudiarlos fuera de la reunión los
que no están madurados para una decisión rápida); educar a los jefes de servicio para
que presenten las preguntas en forma clara y concisa, proponiendo ellos mismos
después las soluciones que les parecen mejores.
La tarea del jefe será, por tanto, dirigir a sus jefes de servicio con preguntas, para
serles precisar las ideas y conducirles o la solución que ellos desean, y después
sancionar (ocasionalmente protocolizar) la decisión tomada.
450. En todos los consejos hay para el jefe un escollo que ha de editarse: el
hablar demasiado. Los jefes que hablan siempre ellos no saben escuchar y dejar que
hablen los subordinados jamás sabrán exactamente lo que hablan, lo que resulta mas
grave, matar toda iniciativa en sus colaboradores.
457. se debe evitar a toda costa las falsas situaciones en dos asociados que
tienen iguales poderes, sobre los mismo hombres; cuentan con que la amistad, la
mutua confianza, las solicitud de interés común, el tacto, harán inútil el inmediato
reparto y atribuciones. Esta ilusión dura poco. A esta indecisión siguen de cerca la
irritación y la desavenencia.
Por esta razón todo jefe se rodea de un Estado mayor, que le sirve de ojos, manos,
piernas, orejas, boca, cerebro y memoria y competencia, con lo que multiplica sus
medios de ver, de escribir, de oír, de estudiar. Pero de cualquier forma que se
presenten: de secretarios, de especialistas consejeros, mesas de estudio, laboratorio,
etcétera, no son más que órganos poderes subsidiarios de la persona única del jefe.
No tiene ninguna autoridad ordinaria y es peligroso que el jefe delegue; quizá pone la
firma, pero nunca tienen el mando.
FAYOL es de parecer que, si falta el jefe, sea reemplazado por un directo inferior,
más no por un oficial por un oficial de estado mayor.
460. Como hay una escala de valores, hay una escala de cargas. Lo esencial
es concordarlas exigencias del puesto con las facultades de un hombre; hay quien será
un excelente jefe de compañía y nunca será un buen jefe de regimiento.
463. El verdadero jefe no busca el dar ordenes por mandar, sino que se
esfuerza en hacer que nazca en los subordinados el deseo de colaboración voluntaria.
467. El subordinado nunca debe ser considerado como una simple máquina
para cumplir órdenes, sino como un ser humano dotado de inteligencia y libertad,
llamado por el jefe a colaborar de cerca o de lejos con él, en vistas a una faena o a un
ideal que lo excede y a que junto sirve, cada uno en su puesto.
Para los verdaderos jefes, para aquellos que por la elevación de su inteligencia parecen
cernerse por encima de lo vulgar, el aislamiento moral es rara vez de temer, por que
saben ganarse la confianza en su derredor, y por que de esta confianza nacen con mas
frecuencia los sacrificios que los abusos (1).
472. Cuando deis una orden, nunca descuides señalar por su nombre al que es
responsable por su cumplimiento.
474. El jefe no tiene que buscar lo que piensan o desean los subordinados
para ser una suma de las intenciones; aunque, por otra parte, debe hacer llamadas a su
experiencia y proximidad a la realidad (frecuentemente mayor que la propia) en que se
a de trabajar, para intentar descubrir la verdad de la acción. Por esto, en la fase de
consejo, de preparación de trabajo que se ha de hacer, el jefe debe rodearse de
consejo; cuando haya examinado, escogido, decidido, a de dar las ordenes, sin tener
que alegar excusas y sin tener que cuidarse más de saber si corresponden a la mayoría
de las advertencias recogidas.
478. Es preciso hacerse comprender y para esto dar las ordenes netas, claras,
leales, que no parezcan están redactadas para esquivar responsabilidades eventuales y
para dejar caer sobre los inferiores el peso de los fracasos y la vergüenza de los
reveses.
480. Una orden que por su forma o aplicación parezca arbitraria, tiránica,
restrictiva de la libertad personal, arriesga bloquear el instinto de confianza, y
provocar el resentimiento y aún el descarado antagonismo. Más bien templada con
algún prudente comentario y lograréis una reacción psicológica completamente
distinta; abriréis las esclusas por las que correrá, guiada por la razón, la energía que
habréis soltado. Habréis hecho funcionar el instinto de conservación, o hasta el
instinto gregario, si la orden dada interesa a la seguridad del grupo.
Pongamos por ejemplo una orden que limite, restrinja o suprima los permisos; desde
luego, provocará una reacción hostil. Más suponed que, al mismo tiempo, el
comandante anuncia una epidemia en el vecindario; ante el peligro que se debe evitar
desaparece toda objeción (1).
481. Es cosa experimentada que los subordinados realizan la idea del jefe
tanto mejor cuanto mejor han comprendido el objeto y la comunicación, y ponen tanto
más ardor en el trabajo cuanto más hacen suya la idea y más a despertado el jefe en
ellos el deseo de realizarla.
484. Las ordenes han de ser claras, pues nada enerva más la autoridad que las
ordenes equivocadas que siempre parecen dar pie al jefe para criticar a los
subordinados.
486. Ser exigentes, pero sin olvidar que tendréis tanto mas derecho a hacerlo
cuando vuestros subordinados más hayan comprendido lo bien fundado de vuestras
exigencias.
487. Hay que arreglárselas para no tener que repetir mucho la misma orden.
Por eso no se a de dar una orden sino en tales condiciones que los que tenga que
ejecutarla la hayan entendido y comprendido y puedan realizarla inmediatamente.
493. El arte de mandar no esta en pensar y decidir en vez y por todos los
subordinados, en los que la pereza de espíritu llevan la indisciplina. Se han de dejar a
los subjefes las decisiones de su incumbencia (2).
495. El jefe ha de inhibirse de dar ordenes directamente sin pasar por los
grados jerárquicos normales.
497. Ver claro no es mucho. Dar la orden es una cuarta parte; las tres cuartas
parte es hacer que se ejecute (1).
500. Tolerar que una orden, cualquiera que sea, no se ejecute, es consentir en
una abdicación (4).
504. No se deben repetir las órdenes; esto sería hacer notar en nosotros que
apenas se tiene confianza de su eficacia.
Si se teme que una orden haya sido mal entendida, mal comprendida o mal
interpretada lo mejor es hacerlo repetir por uno de los que la deben ejecutar. Entonces
será fácil rectificar o precisar.
523. Es regla general que las faltas por las que el jefe está mas tentado
de indignarse, ordinariamente son aquellas en que tiene él una parte de
responsabilidad más grande, porque o se explicó mal o no ha sabido
comprobar la ejecución.
524. Cuando ha de darse una reprensión hay que recordar que menos
peligro hay de ser injusto utilizando las circunstancias atenuantes que
juzgando con severidad por sólo los hechos probados. La malicia,
propiamente dicha, es rara, y también la mala voluntad. Las negligencias y
distracción, por más reprensibles que sean, pueden tener explicación en
causas que el jefe tiene la obligación de averiguar, lo mismo que la tiene de
remediarlas.
527. Cuando se reprende, siempre hay que tener presente el fin que se
quiere alcanzar, que es la educación y formación del subordinado; hay, pues,
que pensar en las reacciones que nacerán en él violentas y no dar libre curso
a un momento de mal humor.
534. Un jefe exigente puede ser querido, y aun lo es siempre, más que un
jefe indiferente o débil. El mejor medio para hacer que sea aceptada la
severidad es no tolerar cerca de sí más que a los que se aprecia. Todo
hombre soporta fácilmente las críticas tan luego como su carácter y su
espíritu están evidentemente fuera de lugar.
536. Hay un método de vivir y de pensar que llamaré yo negativo; otro, que
llamaré activo, positivo.
537. El jefe que echa la culpa a los subordinados jamás llegará a nada; más
bien debe tenerse por responsable de su formación. Había un jefe industrial
que gustaba repetir que cuantas veces tenía que dar una reprensión a uno de
los subordinados, tenía la impresión de que él estaba equivocado, porque
decía : una de dos: o había exigido demasiado o no había preparado lo
bastante , dirigido y vigilado al subordinado.
538.- En la reprensión hay que establecer una diferencia entre los hechos que
materialmente se pueden comprobar y los hechos de interpretación; podéis
decir a un colaborador que trabaja insuficientemente ( hecho de
comprobación); pero le haríais una herida mortal, y no os creería además, si
le decís que está falto de inteligencia, que es torpe ( hecho de interpretación)
(2).
540. Si tenéis que hacer una observación, dadle la forma de consejo bastante
seguro. Nunca repitáis lo que ya habéis corregido.
541.- El reporte del jefe verdadero no es ducha que enfría, sino soplo que
aviva el ardor (2).
542.- Cuando con ocasión de un incidente mínimo se hacen revivir todas las
quejas antiguas, es como si se buscara encarcelar al hombre en sus ingratos
recuerdos (3).
544. Hace años un ingeniero suizo verificó una encuesta entre gran número
de obreros manuales de las mejores fábricas. Por medio de preguntas
indirectas, ajenas a toda sugestión, buscó saber de lo que dichos obreros se
sentían. El resultado fue que, en el 90 por 100 de los casos, lo que ellos más
temían era el tener que encajonar reproches inmerecidos. El trabajo, hasta el
que exteriormente estaba en condiciones desfavorables, sólo en tercero o
cuarto lugar les resultaba desagradable.
547. Una mirada, algunas palabras, bastan al jefe apreciado para expresar su
satisfacción o su desagrado. Un ejemplar castigo dado a tiempo consigue, de
seguro, su intento.
Quien levanta la voz y castiga a menudo, es perjudicial. Las amonestaciones
vehementes y los vejámenes destruyen la confianza en sí y para con los
otros.
El médico ni previene ni cura las enfermedades tan sólo con drogas: utiliza
los maravillosos recursos de la naturaleza, puesta en las mejores condiciones
posibles de desarrollo y de resistencia.
548. Castigar no sólo es un deber, sino que, sobre todo, es a menudo un
deber penoso, al que no tiene derecho a sustraerse. El castigado ha de darse
cuenta de que no nosotros, sino la ley y los reglamentos, cuyos
representantes somos, le castigan.
Jamás castiguemos en un momento de irritación: generalmente aguardemos
al siguiente día para fijar el castigo. Oigamos al que ha cometido alguna falta
y busquemos de buena fe con él las circunstancias que puedan ser
atenuantes.
Cuando estemos ciertos de tener que habérnoslas con un individuo malo,
inaccesible a los buenos procederes, paguemos, paguemos sin descanso
hasta que se cambie o desaparezca. Esforcémonos para no dejar nunca
juntos a los malos, pues para buenos y malos la unión es la fuerza.
(1) DE MAUD´HUY.
(2) LYAUTEY.
1.- La orden inicial fue mal concebida por el jefe; por tanto, hay que corregirla.
2.- La orden estaba bien concebida, pero ha sido mal interpretada por el
subjefe. Entonces la falta está en los dos: en el jefe, que debía haberse
asegurado de que había sido comprendido haciendo que se repitiera la orden;
en el subordinado, que ha aceptado la tarea que se le confiaba sin
cerciorarse de que había tomado bien la voluntad de su jefe. Por lo tanto,
cada uno en su puesto ha de juzgarse responsable.
3.- La orden estaba correcta y la transmisión de ella fue buena; sólo que la
persona encargada de la faena carecía de la capacidad deseada para vencer
las dificultades encontradas.
También entonces la falta es doble: el jefe no debiera haber confiado una
faena demasiado difícil al subordinado; este último, por su parte, no debía
aceptarla, o cuando menos, debía haber hecho su informe en vista de que no
se hallaba preparado para cumplir la misión que se le tenía confiada.
4.- Los puntos 1,2 y 3 están todos en orden, pero el subordinado no se ha
molestado.
En este último caso, y sólo en este caso, la falta recae enteramente en el
subordinado, a menos que el jefe del último no se sienta también responsable
por no haber sabido despertar en aquél el interés necesario.
En algunos esta manía de reclamar puede crecer hasta llegar a ser como una
exigencia mental; reclamar a cada instante; no son ellos mismos si no están
reclamando el hecho.
566.-Entre los que se oponen a la actuación del jefe están los que podrían
llamarse los sublevados, con temperamento de jefes. Al poseer al menos
algunas de las cualidades que forman a los jefes, sufren por su situación de
subalternos y se sienten mal adaptados a ella.
Con los tales se ha de proceder con tacto y firmeza a la vez. Con tacto, por
que si se percatan de que los estimaís en su valía y que estáis decididos a
confiarles, tan pronto como sea posible, una orden en consonancia con sus
aptitudes reales recibirán ellos la impresión de estar rehabilitados a sus ojos,
y la rebeldía se apaciguará.
568.-Cuánto más prestigio hayáis adquirido por vuestro valer técnico y moral;
cuanto ,más hayáis conquistado los corazones por vuestra equidad, vuestra
bondad, vuestro desinteresado entregamiento, tanto más fácilmente
conseguiréis vencer las resistencias.
571.-No podría creerse hasta qué punto es el corazón humano sensible a los
procederes de confianza o a los contrarios. Dudar <<a priori>> de un
subordinado, sobre todo joven, es cerrarlo. Dudar de su enmienda después
de una falta, es perderle del todo.
575. El obrero acepta mal que sus aptitudes se vean negadas, ignoradas o
desestimadas, y si se le retira la confianza , reacciona contra la organización
de la que se cree víctima.
El remedio mejor es proporcionarle ocasión de mostrar su valor, su iniciativa y
su juicio, acudiendo a la emulación. Delegándole en caso necesario una
faena que extrañe para él alguna personalidad, se borrará el sentimiento de
subordinación cuyo peso soportaba mal.
577. Si observáis con cuidado quiénes son los que no pueden elogiar, que
critican siempre, que de nadie están contentos, reconoceréis que son los
mismos de quienes nadie está contento (1).
579. No hay cosa mejor para poner a flote un hombre que está hundiéndose
en el desaliento que el que se dé cuenta de que está mirado con simpatía por
su jefe y que vea su trabajo apreciado y valorado.
580. Cuanto más consideréis las cualidades buenas de cada uno, tanto más
benévolo seréis para con él. Buscad y hallaréis algún mérito en los más
desheredados de los hombres. En todo hombre, aunque fuera un bandido,
hay por lo menos un 5 por 100 bueno, gustaba decir BADEN POWELL.
581. < Conocí a un hombre que había hecho muchas obras buenas y un
número importante de obras reprensibles.
Un día que le encontré indeciso entre las diversas inclinaciones comencé a
decirle frases que empezaban poco más o menos como estas:
- Usted que es tan bueno...
- Usted que tiene tales y tales cualidades...
Pues bien, sucedió que aquel hombre se hizo bueno de veras para no decaer
de la reputación que había adquirido.
Si hubiera yo llamado la atención de tal hombre sobre las bajezas de su
conducta, puede ser que pronto hubiera llegado a ser un pirata > (1).
583. Por desgracia, es bien raro que el jefe sepa expresar oportunamente su
satisfacción por un determinado esfuerzo o por un trabajo bien hecho.
Partiendo del principio de que el trabajo < debe> estar bien hecho, cuando
nada se dice es que se está contento.
Justo; pero no obstante, < el subordinado necesita oír que se le diga que se
está contento de él >.
Se le confirma de este modo que va bien y que se le aprecia..
¿ Quiere decirse que es preciso repartir alabanzas a diestro y siniestro
incesantemente?
No, porque no aprovecharían.
El arte del jefe está en saber manifestar su contento en el momento en que lo
necesite el subordinado, bien después de un esfuerzo grande, cuando ha
vencido dificultades internas o ha hecho un progreso, bien para darle ánimos
cuando pierde la confianza en sí mismo. Nunca se ha de olvidar que el
subordinado necesita el aprecio y la confianza de su jefe para poder dar todo
su rendimiento. ( 1 ).
587. El jefe no puede hacerlo todo. Está puesto para ver lejos y desde lo alto.
Ha de consagrarse a la meditación, a levantar o trazar planos. Si se pierde
en pormenores, se estrecha, se escoge y quita amplitud de visión a todo
aquello que concede a la elaboración de fines intermedios. La meditación
profunda se aviene mal con las minucias de las consecuencias del segundo
orden ( 1 ).
590. No se ocupe el jefe en detalles, a los que pueden proveer tan bien y
mejor que él los agentes subalternos, reservándose para el estudio de los
problemas generales, que sólo él puede resolver. Prívese, por tanto, de
pensar que está mal hecho aquello en que él no pone mano. En vez de
atarearse a medida que crecen las responsabilidades, se asegura una
libertad de pensamiento y de acción, tanto más necesaria para el examen de
los asuntos supremos; y como no le queda nunca demasiado tiempo o
fuerzas para las cuestiones que solicitan constantemente su atención
personal, se desentiende de todo trabajo que no tiene obligación estricta de
desempeñar por sí mismo. Así tan sólo él no produce; pero lo hace todo, a
condición de < no hacer nada, pero de mandar hacerlo todo >.
592. Será un error del jefe, por temor de que la faena quede mal terminada,
que prefiera trabajar él mismo antes que confiar en sus colaboradores. Por
una parte , los colaboradores, así dados de lado, pierden toda iniciativa y
todo gusto de trabajar, por otra, el jefe, que no puede entregarse a todo,
concentra sus cuidados en un detalle y acaba por perder de vista el conjunto
de que es responsable.
593. El jefe ha de aceptar que la labor que manda esté no tan bien
ejecutada como si la hubiese él cumplido; pues llegará un día – y quizá más
pronto de lo que se piensa- en que sus colaboradores, entregándose de lleno
al trabajo que se les ha confiado, se emplearán en él y lo harán mejor que él
mismo.
594. No es oficio del jefe reemplazar a sus auxiliares: < Tengo mis técnicos-
decía LYAUTEY-; yo soy el técnico de las ideas generales.>
595. La gran maña del verdadero jefe está en saber determinar en sus
colaboradores reflejos conforme a los suyos. Así, habiendo el jefe enseñado
a obrar y decidir por sí mismos, como lo habría hecho él en su lugar, no será
necesario multiplicar las órdenes con los detalles que supondría la última
precisión, pues será bastante comunicar la idea directriz a los colaboradores,
de modo que ellos realicen espontánea e instintivamente lo que él mismo
habría hecho en su puesto.
596. La envidia del poder en el jefe es la que mata las almas de los jefes
entre sus colaboradores.
598. El jefe que quiere hacerlo todo por sí mismo y no ha sabido rodearse de
colaboradores capaces de suplirle, correrá el riesgo de ver caer su obra y
desorientados sus servicios el día en que por consecuencia de enfermedad o
de otra causa cualquiera tenga que ausentarse por un prolongado lapso de
tiempo.
601. El jefe verdadero se esfuerza por descubrir todas las cualidades de sus
colaboradores, por llamar todas las posibilidades y poner de este modo los
talentos al servicio del conjunto.
602. En la vida hay dos categorías de seres: los que chupan, los parásitos;
los que irradian, la élite. Nunca me he rodeado más que de esta flor y nata y
ellos decuplicado mi fuerza. (1)
605. Los que tienen miedo de las responsabilidades, los faltos de voluntad,
los que retroceden delante de los obstáculos, los que buscan sobre todo
ponerse a cubierto, no pueden ser jefes.
606. Los incapaces de decidirse, que vacilan siempre, los que difieren para
más tarde y cambian a la continua de parecer y decisión, no pueden ser jefes.
607. Pero hay más hombres de lo que se piensa capaces de subir. Las
nulidades no son tantas como se pretende. Si se niega valor a los individuos,
es con mucha frecuencia porque no se ha sabido descubrirlo en ellos.
608. Pónganse los mismos hombres a las órdenes de dos jefes. Uno sabrá
animarles, les convencerá de la grandeza de su misión y conseguirá
resoluciones admirables. Otro se quejará de la incapacidad de los
subordinados, correrá de uno a otro para reprenderles y desalentarles.
Fracasará (1).
610. Hay que buscar hombres de carácter bien templado, libres de padecer
muchas veces los excesos de su temperamento. El mal carácter de un
colaborador no es redhibitorio sino cuando lo comunica a los subordinados,
poniéndoles en peligro de < volverles al revés >, o si degenera en incorregible
testarudez en la discusión (3).
614. La tentación de un jefe un tanto activo está en querer hacerlo todo por sí
mismo, en particular si no está del todo contento de lo que se hace. Este es
un grave error. Un jefe de verdad deja a sus subordinados el máximo de
iniciativa y de autonomía compatible con la buena marcha de los servicios,
para que puedan formarse y, desde luego, desplegar libremente cuanto hay
en ellos de recursos.
618. La formación del jefe no se logra por cursos “ex cathedra”. Buscando
con ellos la solución a los problemas prácticos de la vida es como el jefe
acostumbra poco a poco la mentalidad de sus colaboradores en la línea de su
espíritu.
621. Es preciso que el jefe sepa aumentar, dentro del cuadro señalado, la
responsabilidad de los subordinados al paso que son capaces de soportarla.
También hay que ayudar a los subordinados a vencer las dificultades
interiores, enseñarles a conocer más, orientarles mejor con respecto a las
posibilidades que les aguardan, darles una noción más exacta del tiempo
necesario para conseguir este o aquel objeto (1).
623. Cuando éstos hacen una falta, ha de informarse de los “motivos” que les
han hecho obrar así y ayudarles a descubrir por si mismos cómo debían
haber obrado; se ha de completar su instrucción para ponerlos de suerte que
no hagan faltas semejantes. Es una equivocación, cuando el subordinado ha
procedido con buena intención, reprenderle agriamente y con ello disminuir el
resto de la confianza en sí. “Bondad” y “paciencia” no son signos de debilidad
cuando el subordinado siente que detrás de la bondad y paciencia, nacida del
corazón, está “la firme voluntad de llegar a la meta fijada”.
624. No temáis dar a conocer por juntas generales, por consejos restringidos
y, dada la ocasión, por conversaciones individuales las metas de trabajo.
Manifestad su grandeza, su hermosura, la responsabilidad que a cada uno
corresponde en el resultado apetecido.
635. Cualquiera que sea la naturaleza del malestar moral que podáis temer
en vuestros Colaboradores, encontrareis un excelente remedio preventivo en
el buen humor. LYAUTEY recomienda “trabajar con pulcritud”; yo añadiré
que también se ha de “trabajar con alegría”.
638. Para que un equipo pueda hacer obra fecunda, es preciso que haya
concordia de espíritus y voluntades. No todos han de hacer las mismas
obras, pero las obras de uno no han de estorbar las de otro. Es necesario
que cada cuál en su sitio facilite la tarea de su vecino.
Para esto cada uno tiene que seguir al menos de reojo, la actividad
de los otros, aunque no sea más que para ajustarse a ellos y sincronizar la
suya.
Para eso también es preciso que cada uno se olvide de sí y no parta
como una flecha con riesgo de romper el equilibrio.
642 .nada hay más pernicioso para la salud y eficiencia de un equipo que las
sistemáticas críticas de un eterno descontento.
Tanto como es vigorizadora la crítica, aunque sea en forma enérgica, cuando
es amable y constructiva en el fondo, otro tanto es disolvente, aunque sea
con expresión amena, cuando es negativa y bañada en amargura.
645. La primordial ley del equipo es el mutuo auxilio fraternal para el servicio
del fin del equipo. Querer hacer gastar a los otros, felicitarse de subrayar la
deficiencia de un compañero de equipo, es arruinar la unidad del equipo y
hacerlo inepto para realizar su misión:
652. Con mucha frecuencia, cuando uno se pone en lugar del compañero,
compréndese mejor su posición, y se encuentran mejores argumentos para
defender la propia, si es realmente defendible.
Tenía también mucha costumbre de los << caros colegas >> para no saber
que el humillarlos no es medio de ganarlos o de hacerlos neutrales (2).
CONCLUSIÓN
El secreto del jefe.
659. Desde que los hombres pretenden organizar la tierra sin Dios, desde que
renuncian a estar parte de la vida contemplativa, o, como decía San Pablo, a
esta << conversación en el cielo >> para la que fueron criados, pronto
olvidan que son hijos de un mismo padre y de que son demasiado grandes
para que ninguna conquista de la tierra pueda llenar la insaciable
necesidad de dicha.
Luego se necesitan siempre más riquezas, más poder, más conquistas, más
dominación; toda participación la estiman como un atentado contra su
hambre de grandeza o de expansión; todo el que pone óbice a su avance
viene a ser un enemigo.
Léase en el Evangelio de San Juan (cap. 13) lo que podría llamarse la carta
de la autoridad cristiana, esa admirable escena en que Jesucristo, Dueño y
Señor, depositario de toda autoridad, quiso lavar los pies de sus discípulos.
Quiso enseñar a los que en el curso de los siglos participaran de autoridad a
considerarse como servidores de sus inferiores. Quería de este modo
defenderles del orgullo y vanidad, que son la tentación profesional del jefe
(1).
(1) Foch.
<< Si de nuevo no se penetra en él, está condenada. Las medidas; casi todas
superficiales y temporales, que hoy se han tomado para luchar contra la
academia material y espiritual de que estamos amenazados, de nada servirán
– aun supuesto que la mayor parte de ellas no sean nocivas – sino se
chapean con una verdadera regeneración de los corazones. Es decir: yo no
veo la salvación terrestre, lo mismo que la salvación del alma, sino en un
retorno al cristianismo; pero entendido al cristianismo verdadero, íntimo y
convencido, no al cristianismos verbal y formulista con que muchos querrían
contentarse. >>
663. Ser jefe, oficio aplastante cuando se está solo, pero magnifico cuando
ser apoya en el mismo Dios. ( NOTA 31.)
Ser jefe: ¿ qué cualidades, no profesionales, sino morales, exige ese oficio
sagrado entre todos ? ¿ Qué dones se han de poseer, en guerra y en paz,
para ser de los que se siguen o se imitan ? Responderé muy sencillamente
enunciando las virtudes teologales: fe esperanza y caridad (2).
665. El alma del jefe digno del título me parece tan del todo hermosa, que veo
en ella la más elevada expresión del ideal divino en la criatura humana.
668. la primera cualidad que se exige a un jefe es, desde luego, que sea una
persona; es decir, abusando de la etimología de la palabra, per-son-a.
Además, a medida que un jefe avanza, parece que por un juego misterioso y
fatal, sus responsabilidades aumentan. Entonces es cuando el jefe
experimenta la necesidad de una luz y fuerza superiores.
¿ Donde las encontrará sino cerca de Aquel que es fundamento de toda
autoridad, cuyo conocimiento es el foco de toda luz verdadera, cuyo amor es
la fuente de toda energía bien- hechora ?.
673. El secreto del jefe no es otro que el mismo Dios, quien no rechaza
jamás al que viene a El con confianza y humildemente se apoya en El; Dios
que ha prometido completar los trabajos de quien obra en su nombre como
bueno y fiel servidor. Complevit labores illius.
3. Pág. 16, núm. 29.-<<Diligis... omnia quae sunt, et nihil odisti eorum
quae fecisti>>... <<tua sunt, Domine>>. Amas todo cuanto tiene ser y
nada aborreces de todo lo que has hecho... tuyas son todas las
cosas, oh Señor. (sap.cap XI,vv.25,27.) En el mismo libro, capítulo VI
y versos 3,4 y 5, se lee: << Praebete aures vos, qui continetis
multitudines, et placetis vobis in turbis nationum; quoniam data est a
Domino potestas vobis, et virtus ab Altísimo, qui interrogabit opera
vestra, et cogitationes scrutabitur: quoniam cum essétis regni
ejus...>> Dad oídos, vosotros los que tenéis el gobierno de los
pueblos, y os gloriáis del vasallaje de muchas naciones. Porque la
potestad os la ha dado el Señor; del Altísimo tenéis esa fuerza, el
cual examinará vuestras obras, y escudriñará hasta los
pensamientos, porque siendo vosotros unos ministros de su
reino...>> <<Non est enim potestas, nisi a Deo.>> (Romanos, XIII, 1.)
Porque no hay potestad que no prevenga de Dios. << Dei enim
sumus adjutores.>> (1 Cor.III, 9.) Pues somos ayudadores de Dios.
4. Pág. 17, núm 31.- << Tu elegisti me regem populo tuo.>> (Sap. IX, 7.)
Tú me elegiste rey para tu pueblo. << Et elegit David servum suum et
sustulit eum de gregibus ovium.>> ( Ps. LXXVIII, 70.) Y escogió a
su siervo David, sacándolo de entre los rebaños de ovejas.
8. Pág. 20, núm. 41.- Antígono advirtió a su hijo: <<An ignoras, fili mi,
nostrum regnum esse nobilem servitutem?>> (IROG.) ¿ Acaso
Ignoras, hijo mío, que nuestro reino es una noble servidumbre.>>
“Más es el reino oficio, que dignidad” (SAAVEDRA, ubi supra, nota 7,
página 251.) << El rey don Fernando el Santo tuvo el reinar por oficio,
que consistía en conservar los súbditos y mantenellos en justicia,
castigar los vicios, premiar las virtudes y procurar los aumentos de su
reino, sin perdonar a ningún trabajo por su mayor bien.>> 8Id. Ib.,
pág. 252.)
9.
11. Pág. 36, núm. 85.- <<Tener tanteada la fortuna para el proceder,
para el empeñarse, Importa mas que la observación del
temperamento; que si es necio el que a cuarenta años llama
Hipócrates para la salud, más el que a Séneca para la cordura. Gran
arte saberla regir, ya esperándola – que también cabe la espera en
ella -, ya lográndola ; que tiene vez; y contingente, tan anómalo es su
proceder. El que la observó favorable, prosiga con despejo, que suele
apasionarse por los osados, y aun como bizarra, por los jóvenes. No
obre el que es infeliz, retírese; ni le dé lugar de dos infelicidades.
Adelante el que le predomina>> (P. BALTASAR GRACIÁN, ubi supra,
nota 6, pág. 209 ).
12. Pág. 37. núm 90.-<<No basta que el rey esté presente si
duerme...,es menester que asista a todo y que abra los ojos, porque
los suyos no pierdan la fe.>> (QUEVEDO, ib., pág. 20.)
13. Pág. 40.- Sentido.- Modo de entender una cosa, juicio que se hace
de ella, significado, acepción de la autoridad.
14. Pag. 42, núm. 109.- <<Ut enim gubernatio patris familias est regia
quaedam potestas domi, ita regia potestas est civitatis et gentis unius,
aut plurium quasi domestica quaedam gubernatio.>> (ARIST., LIB. 3,
Pol. C. L1.) Pues así como el gobierno del padre de la familia es
cierta regia autoridad en la casa, así la autoridad regia es como un
doméstico gobernar de una ciudad, de una o de muchas gentes.
15. Pág. 45,- Espíritu = genio, carácter, ánimo. Valor, tendencia, ingenio,
talento.
16. Pág. 60, núm 175.- << El entendimiento bien informado guía a la
voluntad, si le sigue. La voluntad ciega e imperiosa arrastra al
entendimiento, cuando sin razón le precede.>> ( GRACIÁN; ib., pág.
2.) << El corazón no piensa ni juzga, no hace más que sentir; pero el
sentimiento es un poderoso resorte que mueve el alma, y despliega y
multiplica sus facultades. Cuando el entendimiento va por el camino
de la verdad y del bien, los sentimientos nobles y puros contribuyen a
darle fuerza y brio; pero los sentimientos innobles o depravados
pueden extraviar al entendimiento más recto. Hasta los sentimientos
buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos a
errores deplorables.>> (BALMES: El criterio, ut supra, cap. XIX, XI
páginas 312 y 313.)
17. Pág. 96, núm. 301.- “Influencia del corazón sobre la cabeza”,
“Causas y efectos.” (BALMES; El criterio, ut supra, cap. XIX, II, pág.
279.) << ¿ Y cuál es la causa ? Es que el corazón se ha puesto en
juego, es que nosotros nos hemos mudado y nos parece que se han
mudado los objetos.>>
20. Pág. 115, núm 365.- <<Hacer concepto, y más de lo que imparta
más. No pensando se pierden todos los necios; nunca conciben en
las cosas la mitad, y, como no perciben el daño o la conveniencia,
tampoco aplican la diligencia. Hacen algunos mucho caso de los que
importa poco, y poco de lo que mucho, ponderando siempre al revés.”
(BALTASAR GRACIÁ; IB., pág. 209.)
21. Pág. 118, núm. 375.- “ Rey que pelea y trabaja delante de los suyos,
oblígalos a ser valientes; el que los ve pelear los multiplica, y de uno
hace dos... Una cosa es en los soldados obedecer órdenes; otra,
seguir ejemplos.” (QUEVEDO; ib., pág. 20)
22. Pág. 118, núm. 376. “En los peligros, el rey que mira, manda con los
ojos. Los ojos del príncipe es la más poderosa arma; y en los
vasallos asistidos de su señor es diferente el ardimiento. Descuídase
el valor con las órdenes, y discúlpase el descuido.” (QUEVEDO; ib.,
pág. 19.)
23. Pág. 121, núm. 388.- “Qui se jacta, et dilatat, jurgia concitad.” Aquel
que se jactá y se hincha de soberbia, excita contiendas. (Proverbios,
cap. XXVIII, v. 25.)
24. Pág. 134, núm 423.- Es digno de ser leído y estudiado lo que Balmes
estampó en El Criterio en todo el capítulo XXII, y especialmente el &
XLVI.
27. Pág. 167, núm 535.- << Hos tamquam pater momens probasti; illos...
tamquam durux rex interrogans, condemnasti.>> (Sap. XI, 11.) A los
unos los probaste como padre que amonesta; mas a los otros pusiste
en juicio, como rey inexorable para condenarlos.
28. Pág. 171, núm 545.- << Cum ergo sis justus, juste omnia disponis:
ipsum quoque, qui non debet puniri, condemnare, exterum aestimas
a tua virtute.>> (Sap. XII, 15.) Siendo como eres justo, dispones todas
las cosas justastamente: y crees ajeno de tu poder el condenar a
aquel que no merece ser castigado << Virtus enim tua justitiae initium
est.>> ( Idem ib., 16.) Pues tu poder es el prinicipio de la justicia.
29. Pág. 184, núm 572.- <<Bonis amici consiliis anima dulcoratur.>>
( Proverbios, XXVII, 9.) Con los buenos consejos del amigo se baña
el alma en dulzura. << Melior est vicinus justa, quam frater procul.>>
(Id, ib; 10.) Más sirve el vecino que está cerca, que un hermano
desviado.
31. Pág. 211, núm 663.- << Qui confidit in corde suo, stultus est; qui
autem graditur sapienter, ipse salvabitur.>> (Prov. XXVIII, 26.) El que
confia en su propio consejo, es un insensato; mas quien procede
sabiamente, ése se salvará. << Qui timet hominem, cito corruet; qui
sperat in Domino, Sublevabitur.” (Prov. XXIX, 25.) El que al hombre
teme presto caerá; el espera en el Señor, será exaltado.
* * *
Págs.
Licencia 4
eclesiástica... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
CAPITULO I.- LA MISIÓN DEL JEFE... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 7
...
Lo que es un 9
jefe ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Por qué se necesitan 13
jefes... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
La gran misión del jefe: 19
servir... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Lo que hace al 25
Jefe ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
CAPITULO II.- CUALIDADES DEL 31
JEFE... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .
Fe en la 33
misión... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Sentido de la 40
autoridad... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Espíritu de decisión y de 45
iniciativa... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Espíritu de 52
disciplina... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Energía realizadora... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 57
...
Calma y dominio de sí 62
mismo ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Sentido de la realidad ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 68
...
Competencia ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 77
...
Espíritu de 80
previsión... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Conocimiento de los 83
hombres ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Benevolencia de 89
espíritu ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Bondad de 96
corazón ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Respeto de la dignidad 102
humana... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Espíritu de 108
justicia... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
Firmeza... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. 113
.
Ejemplo... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. 118
.
Humildad... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 121
...
CAPITULO III.- LA JEFATURA. ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... 129
...
CONCLUSIÓN... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. 208
. ...