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La comida basura aumenta la violencia social. Azúcar amargo

Autor: Pat Thomas

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Infancia » Infancia

En un reciente estudio nutricional, al adoptar una dieta pobre en azúcar, se dio


una reducción del 44% en los comportamientos antisociales entre más de mil
delincuentes menores de edad. ¿Por qué entonces el gobierno británico sigue
ignorando lo que damos de comer a nuestros hijos y se vanagloria de gastar 2.500
libras esterlinas para el control de cada ASBO (“anti-social behaviour order”)? El
problema puede extrapolarse a cualquier zona del planeta donde hoy impera la
comida basura.

En octubre de 2003, el gobierno británico llevó a cabo en Inglaterra y el País de Gales la última ofensiva en
el marco de su guerra contra de la delincuencia, la “Together Campaign” (Campaña Juntos). Se buscaba
plantarle cara a la delincuencia en las pequeñas poblaciones. El manifiesto de la campaña hizo hincapié en
la “gran amplitud” de entidades participativas para conseguir la paz: contratos de “comportamiento
aceptable” (ABC’s); castigo por comportamientos antisociales (ASBO’s); trabajo conjunto con las familias;
requerimientos judiciales; retirada de vehículos; mediación social; alternativas culturales; trabajos de
prevención; programas de protección de los testigos…

Al igual que todas las guerras, la batalla en contra de la delincuencia se acompaña de una retórica moralista
agresiva. Se busca solucionar los delitos una vez cometidos, y no el prevenirlos. Tales métodos de
aplicación, como los muy mediatizados ASBO’s, son armas interesantes porque representan acciones
perceptibles, por lo menos a corto plazo. Pero consideremos lo que está ocurriendo a largo plazo…

Las estadísticas del ministerio

Según las estadísticas del Ministerio del Interior británico, más del 60% de los jóvenes varones con
conductas asociales son condenados por otro delito en los dos años que siguen al fin de su sentencia
anterior. De igual manera, tres cuartas partes de la población de jóvenes varones ladrones reinciden de
nuevo en un plazo de dos años. El 90% de los delincuentes que siguen tratamientos contra las adicciones a
estupefacientes persisten en cometer actos de delincuencia. Se confiere a la ASBO ser un método eficaz
para impedir que los delincuentes triviales, y particularmente los menores de edad, lleguen a cometer actos
más graves. En algunos casos, esto puede valer. Sin embargo, según la National Association for the Care
and Resettlement of Offenders (NACRO por sus siglas en inglés), una asociación que trabaja para reducir la
violencia social, son pocas las investigaciones disponibles con respecto a su eficacia, y no existen pruebas
independientes de que verazmente funcione Las cifras publicadas en junio de 2005 demuestran que el 40%
de los menores de edad habían incumplido con una ASBO, y que el 46% de estos jóvenes terminaron bajo
custodia por tales incumplimientos.

Mientras el gobierno británico sigue dibujando las líneas de aplicación de las ASBO’s, los sondeos sugieren
que la mayoría de nosotros quisiéramos entender lo que está originariamente causando el comportamiento
agresivo y la delincuencia de los muchachos. Por ejemplo, un informe de 2005 encargado por la asociación
para políticas sociales Joseph Rowntree Foundation, en nombre del Institute for Criminal Policy Research
(ICPR por sus siglas en inglés), revela que sólo el 20% de la población piensa que sería mejor endurecerse
frente a los delincuentes, mientras cerca del 66% cree que la prevención es el mejor método para afrontar el
alboroto y el vandalismo.

Hallazgos radicales

Los trabajos de Bernard Gesch, fisiólogo de la Universidad de Oxford y director de la asociación de


investigación comportamental Natural Justice, son importantes. En 2002, Gesch y sus colegas
proporcionaron los resultados de una investigación notable que exponía una relación directa entre el estado
de nutrición y el comportamiento delictivo. En el estudio, fueron divididos en dos grupos 231 hombres de
entre 18 y 21 años de edad. A uno se le agregaron suplementos nutritivos a su comida, mientras que al otro
sólo se le agregaron placebos. Ni los presos, ni los guardias, ni los investigadores en la cárcel sabían
quiénes recibían los suplementos verdaderos, ni quiénes tenían los falsos.

Los investigadores controlaron luego cuántas veces los participantes infringieron las reglas de la cárcel, y
compararon los resultados con datos que habían sido recopilados durante los meses previos al estudio de
nutrición.

Los suplementos administrados en el marco de aquel estudio proporcionaron poco más del requisito diario
recomendado de vitaminas, minerales y ácidos grasos; no fueron las “mega-dosis” que generalmente se
usan en estudios nutricionales. Pero los resultados fueron asombrosos. Los presos a los cuales se les habían
dado suplementos durante cuatro meses consecutivos cometieron un promedio de un 26% menos de
conductas asociales en comparación con el periodo previo. En cuanto a los graves incumplimientos de
conducta, especialmente la práctica de violencia, la cantidad de actos violentos disminuyó en un 37%.
Aquéllos que tuvieron placebos no manifestaron ningún cambio especial de comportamiento. Este estudio
específico se diferenció de los muchos otros en el campo de las ciencias sociales por su minuciosidad y su
rigor científico. El experimento, cuidadosamente construido, descartó la posibilidad de que cualquier
variable étnica, social, psicológica u otra pudiese afectar al resultado. En consecuencia, Gesch y sus colegas
obtuvieron pruebas científicas convincentes de que una mala nutrición tiene un papel decisivo en provocar
un comportamiento agresivo.

Amplias investigaciones

Gesch no ha sido el primero, en su campo, en llegar a este tipo de conclusiones. Ya en el año 1978,
investigadores de la revista Orthomolecular Psychiatry compararon el éxito de una libertad condicional
estándar con una educación nutricional para reintegrar a la comunidad a 102 delincuentes en un periodo de
12 meses. El grupo que había recibido los suplementos nutricionales cometió sólo un tercio de los actos
delictivos del grupo estándar.

A lo largo de los últimos 30 años, se acumularon este tipo de estudios de manera constante: hay una
relación causa efecto entre dietas con carencias y conductas antisociales. Los resultados de Gesch, en
particular, se basan en aquéllos del Dr. Stephen Schoenthaler, un profesor de justicia criminal de la
Universidad del Estado de California en Stanislaus, quien desde hace mucho tiempo sostiene que una
comida de mejor calidad equivale a un mejor comportamiento, así como a un mejor coeficiente intelectual y
a un rendimiento escolar más elevado. Schoenthaler y sus colegas estudiaron elementos de nutrición y de
comportamiento en una notable diversidad de reformatorios de menores de edad y prisiones de adultos, y en
escuelas públicas de los EE. UU. (equivalentes a las escuelas estatales de España). Su registro de estudios a
lo largo de las dos últimas décadas es voluminoso y produjo resultados impresionantes, sólo por haber
hecho ajustes en el consumo de alimentos y/o por haber añadido suplementos nutritivos.

Disminución de la violencia

Por ejemplo, en un estudio típico, Schoenthaler completó las dietas de 71 residentes de una prisión estatal
para el tratamiento de menores de edad. Durante la fase de tratamiento del estudio cruzado, la tasa global de
violencia disminuyó en un 66%, o sea de 306 incidentes a 104. El total de ausencias sin permiso y de
tentativas de fuga disminuyó un 84%, o sea de 79 a 13 incidentes; y la tasa de destrucción o de robo de
pertenencias estatales bajó en un 51%, o sea de 49 a 24 incidentes.

En otro estudio acerca de dos prisiones de la California Youth Authority, se repartió a 402 reclusos entre
dos grupos y se les dieron suplementos de vitaminas o placebos durante 15 semanas. Aquéllos a los cuales
se les dio el 100% de la cantidad diaria recomendada en los EE.UU. de vitaminas y minerales manifestaron
una baja del 38% de graves violaciones de reglas (un resultado casi idéntico al de Gesch y sus colegas). En
cambio, aquel grupo que tomó placebos demostró un pequeño, pero estadísticamente significante,
incremento en actos delictivos.

Gran parte de los primeros trabajos de Schoenthaler, aunque fueran de observación, también son
interesantes por lo que han concluido acerca de la dieta, sobre todo en torno a la comida basura y,
especialmente, a las meriendas y afines con alta tasas de azúcar.

Ojo con las meriendas muy azucaradas

En un estudio de 1983 con 3.000 adolescentes presos, las meriendas se sustituyeron por elecciones más
saludables que contenían alimentos refinados aligerados en azúcar. Durante el año en que se cambiaron las
dietas, los incidentes violentos y antisociales disminuyeron casi a la mitad. También se dio una baja de un
21% de los comportamientos antisociales, un 100% de los suicidios, un 25% de las agresiones y un 75% del
recurso a las detenciones.
En un estudio más pequeño con 68 menores de edad que recibían una dieta de calidad nutritiva superior, la
incidencia de agresiones bajó en un 82%; los robos bajaron en un 77%; las violaciones de las reglas
generales bajaron en un 23%; y se dio un descenso de los enfrentamientos de un 13% durante siete meses
de investigación sobre una dieta sin comida basura. En una prueba con 276 niños, se dio comida saludable a
un grupo mientras el otro se quedó con su dieta basura. Basándose en aquellos resultados, Schoenthaler
prosiguió el trabajo en un programa de comportamiento y dieta, con el Los Ángeles Probation Department.
Más de mil delincuentes menores de edad mostraron una baja de un 44% en comportamientos antisociales
mientras seguían una dieta aligerada en azúcar. Gesch sacó conclusiones similares de un proyecto piloto
británico del año 1990 llamado South Cumbria Alternative Sentencing Options (SCASO). En aquel trabajo,
los delincuentes menores que cometieron graves actos fueron sometidos a cantidad de pruebas para: las
deficiencias vitamínicas y minerales; la presencia de metales tóxicos; el control de las bajas tasas de azúcar
en la sangre; y un examen alimenticio individual. Resultó que los delincuentes habituales tenían varios
problemas bioquímicos en común, particularmente la intolerancia a la glucosa y la deficiencia de zinc.

Asombrosamente, cada una de las personas del estudio manifestó una tolerancia anormal a la glucosa
(hipoglucemia reactiva), un problema provocado por el consumo de azúcar, alimentos azucarados y
estimulantes (tales como el café, el té y las colas), pero también los alimentos ricos en carbohidratos que no
estén acompañados de proteínas. Las investigaciones mostraron que se trata de un problema común, entre
los delincuentes habituales, la incapacidad de metabolizar correctamente la glucosa en la sangre. Cuando
Gesch integró a los voluntarios en un programa de “rehabilitación nutricional”, su comportamiento mejoró.

Malas dietas

En la base de todas las pruebas acumuladas, Gesch argumenta que: “El hecho de tener una mala dieta
representa ahora un mejor indicio para futuros actos de violencia, comparado con el hecho de haber podido
tener comportamientos violentos en el pasado. En realidad, al vaticinar un eventual comportamiento
delincuente basándose en un pasado de delincuencia, cabe, en las estadísticas, una posibilidad casi aleatoria
de que sea correcta tal predicción. De igual manera, un diagnóstico de psicopatía, que en general está
percibido como ser un mejor indicio que un pasado de delincuencia, aún se queda kilómetros atrás de lo que
se puede vaticinar sólo por mirar lo que come una persona”.

Es evidente que la dieta de ningún modo es la única influencia sobre el comportamiento y la manera en que
funciona la mente, pero Gesch añade: “Posiblemente hemos subestimado importancia”.
En realidad, es bastante posible que, dada la fuerza de tales efectos, las malas dietas pudiesen estar
alterando las normas sociales del comportamiento sin que aún nos demos cuenta, ya que una nutrición
inadecuada no sólo afecta al comportamiento, sino que también a la percepción y el entendimiento, hasta el
punto de que posiblemente una persona con carencias nutritivas no tenga las facultades mentales para
diferenciar entre un comportamiento bueno y malo, o apropiado e inapropiado.

“El mensaje que tenemos que comprender es que puede ser que, a través de nuestra complacencia
alimenticia, es posible que hayamos destruido nuestra habilidad para pensar. Al menos en parte. Y si es
verdad que somos lo que comemos, visto que hemos hecho cambios sin precedentes en nuestra dieta actual,
comparada con la de nuestros antecesores, ¿no tendríamos que estar preocupados por aquello en que nos
estamos convirtiendo?”, ha dicho Gesch.
Religar los puntos

Mientras el vínculo entre los alimentos y la salud física se acepta con más facilidad tanto por los
profesionales como por los novicios, la relación entre la nutrición y una mente en buena salud sigue siendo
controversial. Esto está en parte debido a que, a lo largo de su educación, los doctores y psicólogos reciben
poca formación en el campo de la nutrición. De la misma manera, escasamente se educa a los criminólogos
en bioquímica, y a los nutricionistas no se les ofrece una experiencia práctica con los infractores o los
enfermos mentales. Los profesionales de dichas disciplinas raramente interactúan entre sí, y un tal
aislamiento significa que las pruebas deducidas de los estudios sobre el vínculo entre la nutrición y el
comportamiento generalmente caen en un no-man’s land científico, sin grupo cualquiera sabiendo cómo
interpretarlas o poner sus resultados en actos. No obstante, sostiene Gesch: “No es muy difícil religar los
puntos.”. Nuestra reticencia además se genera por el hecho de que se cree que el cerebro tiene defensas
formidables. Encajonado en huesos y enrodado por la barrera de sangre cerebral, que teóricamente impide
alcanzar al cerebro todo excepto la glucosa necesaria, el cerebro lo vemos tal separado de los otros órganos
del cuerpo, e impenetrable.

Por muchos años, esta suposición despreocupada ha paralizado los estudios exhaustivos de gran
envergadura sobre el vínculo entre la nutrición y el comportamiento. Pero a pesar de que el cerebro esté
mejor protegido que los otros órganos, se sabe desde décadas que las toxinas pueden y regularmente pasan
a través, y que sí cambia ello en respuesta a lo que el cuerpo está ingiriendo.

Particularmente con los niños que fueron educados con dietas que no contienen los nutrientes adecuados
para alimentar ese extraordinario órgano, se puede que se manifiesten cambios permanentes en la estructura
de su cerebro, que se noten en su comportamiento cotidiano.
Por ejemplo, en 2004 un importante estudio publicado en el American Journal of Psychiatry reveló que los
niños que, a principios de su vida, habían sufrido ciertas deficiencias nutritivas (específicamente de zinc,
hierro, vitaminas B y proteínas) manifestaron un terrible incremento de un 41% de sus comportamientos
agresivos, por comparación con niños bien alimentados, al alcanzar los ocho años de edad. A los 17 años,
mostraban un aumento del 51% de comportamientos violentos y antisociales. Las dietas modernas, con
altas tasas de azúcar, grasa y aditivos sintéticos y con bajas tasas de nutrientes, corresponden a lo que
Gesch llama “malnutrición de alta caloría”, una tendencia reciente en la evolución humana. “En los últimos
200 años hemos realizado cambios sin precedentes a la dieta humana. Lo increíble es que esos cambios se
han producido sin evaluación cualquiera del posible impacto sobre el cerebro humano.” El resultado, según
Gesch, es “un experimento global e incontrolado sobre el cerebro humano”. Sólo ahora ven los científicos
los efectos de tal “experimento incontrolado” en aquellas condiciones, al parecer, tan diversas como
demencias, depresión, esquizofrenia, ADHD (desorden de deficiencia de atención e hiperactividad) y
dificultades de aprendizaje (véase el recuadro). Los resultados de estos estudios han llamado la atención de
organismos de peritaje como la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se preocupan, aunque no lo
puedan entender, por la razón de un cambio tan drástico en el comportamiento humano y de cuanta más
frecuencia de los problemas de salud mental.
La OMS estima, por ejemplo, que la incidencia de la enfermedad mental de los niños se doblará al llegar al
año 2020. En cuanto a los adultos, argumenta que la depresión sobrepasará las enfermedades del corazón,
convirtiéndose para entonces en la causa primera de las muertes anticipadas evitables.
Cuerpo y mente

El cerebro es un centro energético metabólico. Mientras responde de sólo dos por cientos del peso de
nuestro cuerpo, usa un masivo 20% de nuestra energía. Para quedarse en buena salud, el cerebro necesita
trabajar en sincronía con otros mayores órganos, sobre todo el corazón. “El corazón es la bomba de
nutrientes para el cerebro”, afirma Gesch, y cerca del 40% de su producción de energía está dirigido al
alimentar el cerebro. La circulación de la sangre transporta el suministro de energía y de nutrientes del
cerebro, y, sin una circulación constante de nutrientes, la capacidad de tratamiento de las informaciones del
cerebro se restringe.

Pero el cerebro también lleva una composición muy distinta de la de otros órganos. Probablemente es el
órgano más sofisticado del cuerpo en términos químicos. Un suministro constante de nutrientes es crucial
para producir las sustancias químicas, por ejemplo los neurotransmisores como la serotonina y la dopamina
que lo ayudan a funcionar correctamente y son conocidos por afectar el humor.

La manipulación de aquellas sustancias químicas cerebrales es fundamental para gran parte de las
soluciones farmacéuticas que usamos a fin de modificar los estados mentales y los problemas de
comportamiento. Pero generalmente las soluciones por drogas, que procuran alterar las mismas sustancias
químicas como las producidas por una dieta saludable, sólo agravan las cosas. De hecho, ninguna droga
psiquiátrica puede asegurar una inmunidad en cuanto a serios efectos negativos, tampoco ninguna trata la
raíz del problema ni produce cambios permanentes en el comportamiento.

Se puede que las drogas utilizadas para controlar tanto el comportamiento de adultos como de menores de
edad provoquen reacciones paradoxales, que causen la deterioración del comportamiento y del control de
los impulsos. En la actualidad, son impresionantes las investigaciones científicas que documentan la
conexión entre la violencia, el suicidio y el uso de drogas psiquiátricas que “funcionan” por la
manipulación de las sustancias químicas cerebrales. Por ejemplo, el antidepresivo llamado Prozac puede
generar, para una gran proporción de pacientes, ansiedad y agitación, así como insomnio y sueños extraños.
Igualmente puede causar hipoglucemia con ansiedad, escalofríos, sudores fríos, confusión, debilidad y otros
síntomas relacionados con una baja tasa de azúcar en la sangre. Otro ejemplo sería el Ritalin. Aun sólo en
los Estados Unidos, se toma esta droga, parecida a anfetamina, por aproximadamente cuatro millones de
niños, ya que se prescribe en caso de desorden de deficiencia de atención e hiperactividad (ADHD). Su
utilización a largo plazo se asocia a un índice más elevado de momentos sicóticos, comportamientos
violentos y suicidio, es decir los tipos de comportamientos que se supone la droga debe tratar.

Caos en UK

Al aclarar las alternativas, un enfoque dietético en el asunto del comportamiento parece ser a la vez sensato
y humano, pero los gobiernos toman tiempo para actuar. Los Países Bajos son el único lugar en donde se
aplican los resultados de Gesch. Las autoridades de las prisiones holandesas están actualmente probando el
seguimiento de suplementos nutritivos en once instituciones, con el objetivo de mejorar el comportamiento
de los presos. Aunque las autoridades británicas hayan rechazado adoptar el modelo nutricional, hay
esperanza. En 2004, Paul Goggins, ministro de Prisiones, declaró que el Ministerio del Interior estaba
considerando llevar investigaciones sobre las dietas de los delincuentes. Esto implicaría darles suplementos
cotidianos de ácidos grasos, oligo-minerales y vitaminas para ver si es que realmente reducen los
comportamientos antisociales entre los jóvenes delincuentes que cumplen sentencias comunitarias, o que
han salido de la cárcel. Sin embargo, se planteó tal iniciativa como pendiente de los resultados de las
pruebas holandesas, y todavía hace falta implementarla.

Dado que han empeorado los problemas en el sistema de las prisiones británicas en el lapso desde que
Gesch publicó sus investigaciones, y que las tasas de volver a cometer actos de delincuencia son
inaceptablemente tan altas, cabe preguntarse: ¿A qué estamos esperando? Según Gesch, algunos críticos
afirman que el hecho de permitir a los delincuentes “echar la culpa” a sus dietas por los delitos cometidos
les permite escapar de la responsabilidad de sus propios actos. Aquellos detractores, sigue Gesch, se
agarran a la teoría según la cual cómo actuamos es una función de nuestra libre voluntad -un fundamento
central del sistema de justicia criminal-. “¿Pero cómo se puede realmente practicar la libre voluntad sin
involucrar el cerebro? Y, yendo más al grano, ¿cómo puede el cerebro realmente funcionar sin sus
suministros de nutrientes?”.

El Dr. Schoenthaler declaró públicamente que: “La gente debería ser responsable de lo que come, de la
misma manera que tiene una responsabilidad en el acto de beber alcohol y luego conducir”. Pero si tales
personas están encarceladas, y estos presos deben elegir cada día entre varias opciones de un menú
artificial, incumbe desde luego a los que crean el menú asegurar que cada cual de los elementos que lo
componen tenga una alta tasa de nutrientes y ayude a la mente igual que al cuerpo. También tienen
responsabilidad las autoridades por asegurar que se diera a los presos un programa de rehabilitación
nutricional, que podrían continuar una vez liberados. Queda claro que la responsabilidad de lo que comen
depende tanto del individuo como de la institución.

Soluciones para ir adelante

Los partidarios del enfoque dietético no argumentan que la dieta es la única causante de los
comportamientos antisociales o violentos. Pero el hecho de proporcionar una dieta saludable simplemente
no tiene nada de negativo. Basándose en las investigaciones disponibles, tal método funcionará
independientemente de las barreras sociales, legislativas o raciales, porque el metabolismo humano nos es
común a todos.

Uno de los problemas que tiene la justicia criminal, particularmente con los jóvenes delincuentes, es saber
cuándo intervenir. Si se interviene demasiado pronto, arrastrando a los muchachos a las instituciones para
jóvenes delincuentes, eso introduce lo que se llama el efecto de “net-widening” (extensión de red). Consiste
en que alguien, que posiblemente no es delincuente, se trasforme en un criminal rápidamente por asociarse
con los asiduos de la delincuencia. Pero también, si se interviene demasiado tarde, se acabaría con una
intensificación de los actos de delincuencia.

La compleja geometría en cuanto al cuándo intervenir con un joven que causa problemas es una buena
ilustración de lo sano que es el enfoque dietético propugnado por Gesch y otros. El enfoque nutricional
también es rentable. En mayo de 2005, bajo la presión de duras críticas en un programa de TV del chef
Jaime Oliver, el primer ministro británico Tony Blair anunció sus planes para desbloquear 280 millones de
libras esterlinas adicionales para mejorar la calidad nutritiva de los almuerzos escolares. La asociación
Natural Justice estima que sólo costaría 3,5 millones de libras proporcionar suplementos a todos los presos
del Reino Unido, una pequeña fracción del presupuesto actual asignado al abastecimiento alimenticio de las
prisiones, que suma 100 millones de libras, y del presupuesto total de las prisiones, que suma dos millardos
de libras al año.
De igual manera, cuesta en promedio 2.500 libras llevar a cabo una ASBO. Si las cosas van mal y el
usuario termina en custodia, cuesta un mínimo de 4.450 libras al mes. Gesch arguye que con todo lo que
sabemos sobre nutrición se podría optar por otras tácticas más sanas y rentables. “Digamos simplemente –y
eso es justo una esperanza- que si funciona ese enfoque, las implicaciones son bastante enormes. A dís de
hoy, estamos gastando incalculables millones para tratar los problemas de enfermedades mentales, y para
construir más cárceles a fin de contener los problemas de comportamiento. Las comunidades están
sufriendo. Las personas que son víctimas de problemas mentales, y que están cometiendo dichos actos de
delincuencia, están sufriendo”, señala el científico. “¿Y si se pudiera impedir parte de ese sufrimiento? ¿Y
si algo tan sencillo como los nutrientes realmente pudiera cambiar las cosas, y una parte gente –no estoy
afirmando que toda- estuviera menos sujeta a tener impulsos antisociales? Eso debe significar que habrá
menos víctimas, e implica que una sociedad más pacífica es algo factible. Debe de ser un premio que vale
la pena buscar por completo”.

Pat Thomas
Publicado en en Nº 27 de la revista The Ecologist para España y Latinoamerica

http://www.holistika.net/nutricion/articulos/nutricion_mental_alimentacion_para
_un_sistema_nervioso_sano.asp

Nutrición mental: alimentación para un sistema nervioso sano

Autor: Elena Perea

Area: Nutrición » Artículos

Desórdenes como las adicciones, la ansiedad y los ataques de pánico, la anorexia y


bulimia, la depresión, esquizofrenia, insomnio, agresividad, hiperactividad infantil,
autismo han sido relacionados con diversos desequilibrios provenientes de la
alimentación como la hipoglucemia, la intoxicación con metales pesados, los
aditivos en los alimentos, las alergias alimenticias, y las deficiencias nutricionales.

Hipócrates, el padre de la medicina moderna, sabía que lo que ocurre en la mente afecta al cuerpo y
viceversa. De hecho, mente y cuerpo no pueden ser considerados independientemente el uno del otro. Ha
habido diversos especialistas que desde principios del siglo XX han empezado a reconocer relaciones entre
los alimentos que consumimos y el comportamiento. Ellos han buscado el origen de los desordenes
emocionales y los tratamientos naturales para corregirlos. Por ejemplo en 1920, tres especialistas
americanos coincidieron en como las alergias a determinados alimentos alteraban el comportamiento de los
niños. Médicos como el Dr. Carl Pfeiffer, Dr. Abram Hoffer, el Dr. Abram Schauss, Dr. Carlton Fredericks
y el Dr. Theron Randolph han investigado como la mente responde a la alimentación y la bioquímica
celular. Sus contribuciones han servido para que entendamos mejor los problemas mentales como la
depresión, los comportamientos compulsivos, la esquizofrenia, y otras psicosis.

Desórdenes como las adicciones, la ansiedad y los ataques de pánico, la anorexia y bulimia, la depresión,
esquizofrenia, insomnio, agresividad, hiperactividad infantil, autismo y el comportamiento criminal han
sido relacionados con diversos desequilibrios provenientes de la alimentación como la hipoglucemia, la
intoxicación con metales pesados, los aditivos en los alimentos, las alergias alimenticias, y las deficiencias
nutricionales. Enfermedades orgánicas han sido mal diagnosticadas como enfermedades mentales como es
el caso de la hipoglucemia reactiva, el hipotiroidismo, la candidiasis crónica, el desequilibrio hormonal, el
síndrome premenstrual o la fatiga crónica. La nutrición y los contaminantes medioambientales juegan un
papel fundamental en todas ellas.

La depresión por ejemplo puede ser resultado de un crecimiento del hongo candida albicans en el intestino,
de desequilibrios de glucosa, desordenes de la tiroides, alergias ambientales o a alimentos o exposición
tóxica a metales pesados. Esto no significa que no tengamos que tener en cuenta situaciones de vida como
la perdida de un trabajo, una enfermedad, la muerte de un ser querido como la base de una depresión
crónica, pero para poder superarla el organismo necesita los nutrientes que nuestra dieta moderna alta en
alimentos procesados y desnaturalizados no nos aporta.

Alergias a alimentos

Todos sabemos como una droga como el alcohol puede alterar el comportamiento humano hasta el punto de
volver a la persona agresiva, irritable o falta de humor. Determinados alimentos pueden convertirse en
drogas para la persona que los consume produciendo esta misma reacción en el sistema nervioso. El dr.
Alexander Schauss un psicólogo especialista en el tratamiento del comportamiento delictivo a través de
cambios en la alimentación, estudió como las alergias alimentarías afectan al sistema nervioso causando
una reacción del cerebro con síntomas que pueden variar desde irritabilidad y enfado hasta comportamiento
de carácter sicótico.

La gente desarrolla alergias a los alimentos que mas frecuentemente consume. Para detectar una alergia
alimenticia lo más fácil es fijarse en aquellos alimentos que están mas presentes en la dieta, seguramente
eres alérgico a lo que eres adicto. La mayoría de las alergias a alimentos están enmascaradas. Se suele decir
a veces la solución a tus problemas está en frente de tus narices, en el caso de las alergias a alimentos esto
no puede ser mas real.

Deficiencias de nutrientes

Durante la segunda guerra mundial en Inglaterra, cuando el consumo de azúcar se redujo a la mitad, solo se
usaba harina integral y en cantidades pequeñas y en los hogares se dependía mas de los alimentos que cada
uno cultivaba, la incidencia de esquizofrenia bajó significativamente a pesar del estrés de la guerra y los
bombardeos. Entonces el dr. Abram Hoffer investigó como las deficiencias de vitaminas B y zinc de una
dieta refinada y desprovista de nutrientes contribuían a la depresión, ansiedad y esquizofrenia.

Una nutrición adecuada combinada con una terapia ortomolecular ha ayudado a muchos esquizofrénicos
que habían sido considerados intratables por otros métodos. El estado psicológico de un individuo sano
también puede mejorarse con una terapia nutricional. La medicina ortomolecular corrige una bioquímica
desequilibrada suministrando al organismo las cantidades correctas de nutrientes que varían de un individuo
a otro.

Los desequilibrios bioquímicos que mas comúnmente se relacionan con problemas mentales y de
comportamiento son las deficiencias de zinc, magnesio, manganeso, inositol, cromo, vitaminas B6, B1, B3,
vitamina C y el exceso de cobre y de cadmio. La deficiencia de zinc, por ejemplo, es un factor determinante
en los desordenes de la alimentación, como la anorexia y la bulimia. Cuando el Dr. Alexander Schauss
empezó a usar zinc líquido con sus pacientes de anorexia y bulimia esperaba una curación en un 20-30% de
ellos pero en los cinco años que duró el estudio encontró que un 64% de bulimicas y un 85% de los
pacientes con anorexia se recobraban de la enfermedad.

Glucosa, alimento del sistema nervioso

La hipoglucemia se define en términos generales como una caída del azúcar en la sangre, es decir, de unos
niveles de glucosa que, en determinados momentos del día, bajan demasiado.

Después de comer la glucosa en sangre sube y el páncreas secreta insulina que lleva el azúcar al interior de
las células. Si la insulina secretada por el páncreas es excesiva, estamos ante una hipoglucemia reactiva:
baja la glucosa en sangre en exceso durante un tiempo, hasta que vuelve a estabilizarse, lo que se consigue
gracias a la acción de las glándulas adrenales, que promueven la producción de nueva glucosa a partir de
proteína y movilizan las reservas del carbohidrato glicógeno presente en el hígado.

La mayoría de los hipoglucémicos tienen unos hábitos dietéticos similares, una dieta con un alto contenido
en azúcares y carbohidratos refinados. A su vez, el consumo frecuente de café, alcohol o tabaco llevan a un
desequilibrio de la glucosa. La mayoría de los alcohólicos y adictos al café, dulces o tabaco son
hipoglucémicos. Estas sustancias causan un desequilibrio de la glucosa y, una vez la glucosa está
desequilibrada, ayudan a enmascarar los síntomas del azúcar bajo, causando un circulo vicioso. Hay unos
hábitos alimentarios comunes, y los pacientes con hipoglucemia tienden a compartir también unos
determinados patrones de personalidad debido a la falta de glucosa que sufren las células nerviosas y del
cerebro. Una personalidad hipoglucémica es vulnerable al estrés, incapaz de manejar sosegadamente
problemas cotidianos, se siente ansioso sin una causa aparente. Cambios de humor, depresión, ansiedad,
irritabilidad, mala concentración, sentimientos de pánico son algunos de los síntomas que pueden ser
producidos por este desequilibrio.

Aditivos alimentarios

Hay suficiente evidencia como para considerar que los aditivos alimentarios afectan el comportamiento, y
los más sensibles son los niños. En 1948 el Dr. Stephen Lockey, alergólogo, describió el primer caso de
sensibilidad a colorantes artificiales. En 1972 el Dr. Feingold explicó a la Asociación Medica Americana
como los colorantes y sabores artificiales pueden ser la causa de problemas de aprendizaje e hiperactividad
en la mitad de los niños que los sufren.

El dr. Feingold considera que los aditivos afectan más a niños que niñas, de cada nueve niños sensibles hay
una niña que lo es, por este motivo los niños varones tienden mas a tener problemas de hiperactividad y
comportamiento que las niñas. Problemas que podrían ser corregidos si se les alimentase con una dieta
integral, a base de alimentos naturales como frutos secos, vegetales, frutas, legumbres, cereales integrales y
proteína animal. Enseñar a los niños a ayudar en la cocina y tener un contacto mas directo con los
alimentos, su origen y manejo, enseñarles a comer pasteles hechos en casa, a sustituir las chucherias por
pasas, datiles, frutas, frutos secos puede ser vital para su salud tanto fisica como mental. A los niños no hay
que castigarles sin golosinas sino explicarles porque las golosinas tienen ese color, ese sabor y esa textura y
hacerles ver la diferencia con los sabores, colores y textura de las frutas y los alimentos naturales.

Elena Perea

Nutricionista Ortomolecular

http://www.altavozparaelsilencio.net/index.php?
option=com_content&view=article&id=422%3Anin-deja-ya-de-tardar-con-la-
comida&catid=2%3Ajusticia-de-genero&Itemid=48&lang=en

En el 47% de familias españolas hay niñas y niños "malcomedores" que toman poca
variedad de alimentos, poca cantidad, o hacen ambas cosas. Un comportamiento infantil
que suele ir acompañado de una lentitud en la mesa (el 49% supera la media de 40 minutos)
que agota la paciencia del padre y la madre. O más bien de ésta, que es la que carga casi en
solitario (89%, incluso aunque la mitad trabaja fuera) con la responsabilidad de enmendar
la plana alimenticia a esos rebeldes sin causa gastronómica. Si bien "no existe problema de
nutrición a corto plazo", alerta el gastroenterólogo Luis Ros, "se trata de muy malos hábitos
que, lejos de resolverse por sí solos, se agravan con el tiempo" y pueden llegar a provocar,
según el psicólogo infantil Luis Torres Cardona, "mal rendimiento escolar y trastornos
como obesidad, anorexia y bulimia".

El Observatorio de la Nutrición Infantil ha puesto negro sobre blanco esta realidad en su


primer Estudio sobre Niños Malcomedores, basado en la percepción de los progenitores de
chavales y chavalas de 1-10 años (el 73% hijos únicos) y que ha cubierto las comunidades
de Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, Madrid y País Vasco. El retrato
global divide prácticamente en dos mitades la infancia "malcomedora" y "biencomedora".
Si ésta tiene aprendida la lección gastronómica (el 50% procura seguir una dieta equilibrada
aunque haya productos que le gusten poco o nada), aquélla suele tomar un número limitado
de alimentos (47%) y en poca cantidad (47%); se rige por grandes filias y fobias
alimenticias (50%); picotea chuches y batidos entre horas (56%); huye de frutas y verduras
(52%), y, para colmo, come despacio (62%). Solo el País Vasco se sale de ese esquema,
porque los hijos "comen bien y de todo" en el 74% de familias.
Menú de tele y juguetes

Tres de cada cuatro menores de 10 años combinan su menú hogareño con juguetes y
televisión, con lo que, en palabras de Torres Cardona, "no son conscientes de que están
comiendo", sino más bien jugando o viendo la tele. Ésta, por otra parte, podría utilizarse de
vez en cuando como un pequeño premio --"puedes verla un ratito si comes bien"-- para el
caso de que la chavala o chaval diera buena cuenta de su menú y tardara poco en hacerlo,
con el consiguiente tiempo extra para el ocio.

La duración de la comida (ronda los 43 minutos de media) es uno de los grandes motivos
de disgusto de los progenitores, que sitúan el tiempo gastronómico ideal en 25 minutos.

http://www.filosofia.mx/index.php?/portal/archivos/aportacion_de_la_familia_co
ntra_el_problema_de_la_violencia/

Autor: MARIA DE LA LUZ GARCIA ALONSO

• Publicado: Abril 19, 2007

Los asesinatos, asaltos, secuestros y violaciones y la violencia familiar coinciden en ser


actos injustos. La negligencia o bien la falta de pericia debida para poner al día los
sistemas legales y judiciales acusan falta de justicia por parte de los gobernantes
correspondientes.

Por otro lado, otras conductas generadoras de violencia como la embriaguez, la


drogadicción y otras adicciones, no se explican directamente como faltas de justicia.
Tampoco la adicción al peligro o a la adrenalina, ni la inconsideración, la falta de juicio
previo a la acción o la negligencia para poner remedio a las agresiones.

Por lo tanto, las causas de la violencia no se reducen a las conductas injustas, sino también
a las conductas imprudentes, a la falta de fortaleza para conducirse de acuerdo al deber y a
la falta de templanza que se manifiesta en las distintas dependencias: al alcohol, al sexo, a
las drogas, al peligro (este último es contrario tanto a la templanza como a la fortaleza).
La preparación del filósofo gnoseológicamente realista, habrá podido ver el vértice común
al que apuntan todas estas conductas deficientes. La causa de la violencia no puede
reducirse a la injusticia, se extiende, por el contrario a cualquier otro vicio, como su causa,
su concausa, su condición o su ocasión. Ya que las virtudes morales se reducen a las cuatro
clásicas, el fallo de cualquiera de estas o facilita o inclina a ellas o produce, hechos
violentos.

Concluyo que la causa de la violencia, es el vicio.

En esta ocasión presento a Uds. una parte del estudio que hice de la Filosofía de la eficacia
acerca de la violencia.

El conjunto de hechos y actitudes violentas constituyen uno de los más graves problemas
sociales de la actualidad.

Este estudio se inició, como lo señala el protocolo de la Filosofía de la eficacia, buscando


las diferentes causas de la violencia, las cuales se antojan un problema multicausal.

Se definió la violencia como el actuar agresivo que infiere un daño a la persona o a sus
derechos.

Se analizaron, en primer lugar, las causas generadoras de los actos violentos más
aparatosos, señalándose el narcotráfico, los asesinatos, secuestros y asaltos armados. Desde
luego, la falta de leyes y penas apropiadas apuntaron a la negligencia de las autoridades en
el asunto, negligencia manifiesta también en la corrupción.

El atraso técnico en los sistemas legales, judiciales y carcelarios quedó de manifiesto como
causa de la violencia.
Pero también otro tipo de causas, de carácter patológico, psicológico y cultural se hicieron
presentes.
Encontré que la psiquiatría tenía un lugar importante en el trabajo de esclarecimiento de la
violencia. Los enfermos mentales con padecimientos psicóticos y especialmente
sociopáticos desempeñan un papel protagónico en la violencia morbosa, como son los
asesinatos seriales, las agresiones masivas con armas de fuego, la manipulación provocada
de los suicidios colectivos y los homicidios contra familiares cercanos. Algunos enfermos
de este tipo pueden ser controlados –generalmente- mediante la administración de drogas
terapéuticas.

Muchos otros actos violentos se deben a conductas bajo el influjo del alcohol o de
estupefacientes.

La violencia doméstica suele responder, entre otras razones, a la idiosincrasia machista, la


cual se cataloga entre las causas culturales.
Otros tipos de agresiones considerables, se deben a los celos, al negocio de la trata de
blancas, de la trata de menores y de la pornografía.
Tras este análisis, que aquí se expone someramente, el paso siguiente consistió en la
búsqueda de causas últimas, búsqueda propia de los análisis filosóficos. Los hitos
protocolarios de la Filosofía de la eficacia señalan una investigación que tiene dos caminos
complementarios –Uno de ellos es dar con las causas ya señaladas, el otro es el de buscar
un elemento sintetizador de todas ellas y capaz de explicar a las más posibles si no a todas y
a cada una.

“En la medida en que un proceso sea más complicado, tanto más necesario y positivo
resulta su análisis causal. Huelga decir que realizar un análisis causal es diseccionar el
proceso operativo buscando constantemente sus razones profundas. Sólo a través de las
causas últimas pueden descubrirse los últimos reductos explicativos de una estructura. Para
este análisis la causalidad completa –en su cuádruple vertiente- es necesaria. La causalidad
intrínseca –formal y material- apunta a la naturaleza del ser móvil desde su punto de partida
hasta su termino ad quem y a través del proceso mismo del movimiento”.

A través de un largo proceso inquisitivo y reflexivo, encontré el denominador etiológico


común de todos estos tipos de violencia.

Los asesinatos, asaltos, secuestros y violaciones y la violencia familiar coinciden en ser


actos injustos. La negligencia o bien la falta de pericia debida para poner al día los
sistemas legales y judiciales acusan falta de justicia por parte de los gobernantes
correspondientes.

Por otro lado, otras conductas generadoras de violencia como la embriaguez, la


drogadicción y otras adicciones, no se explican directamente como faltas de justicia.
Tampoco la adicción al peligro o a la adrenalina, ni la inconsideración, la falta de juicio
previo a la acción o la negligencia para poner remedio a las agresiones.

Por lo tanto, las causas de la violencia no se reducen a las conductas injustas, sino también
a las conductas imprudentes, a la falta de fortaleza para conducirse de acuerdo al deber y a
la falta de templanza que se manifiesta en las distintas dependencias: al alcohol, al sexo, a
las drogas, al peligro (este último es contrario tanto a la templanza como a la fortaleza).

La preparación del filósofo gnoseológicamente realista, habrá podido ver el vértice común
al que apuntan todas estas conductas deficientes. La causa de la violencia no puede
reducirse a la injusticia, se extiende, por el contrario a cualquier otro vicio, como su causa,
su concausa, su condición o su ocasión. Ya que las virtudes morales se reducen a las cuatro
clásicas, el fallo de cualquiera de estas o facilita o inclina a ellas o produce, hechos
violentos.

Concluyo que la causa de la violencia, es el vicio.

A continuación mostraré a Uds. como los vicios contra una de estas virtudes cardinales, la
templanza producen también violencia.

VIOLENCIA Y LOS VICIOS CONTRA LA TEMPLANZA


Estudio desde la Filosofía de la Eficacia
¿Se sospecharía que una de las causas principales de la ira descontrolada, de la violencia, es
la falta de templanza?

La virtud de la templanza que parecería restringida a los apocados o a los mojigatos, puede
ser parte de la solución al problema de la violencia que es azote de la sociedad. Con la
adquisición de esta virtud, gran parte del problema de la violencia hallaría remedio; sin ella,
no habría modo de eliminar esta plaga social.

La explicación de la importancia que reviste la templanza, aparece en la contracara de esta


virtud: en los vicios que se generan por su ausencia.

Los vicios contrarios a la templanza son: la ebriedad, la bulimia, la anorexia, la


sexoadicción y la drogadicción ¿El por qué? Porque la templanza es la virtud que controla
las pasiones del apetito concupiscible. Estas pasiones son las que siguen al conocimiento
sensible –el cual comparte el hombre con los animales irracionales- a saber: amor, odio,
deseo, aversión, alegría y tristeza sensibles. La templanza es la regulación racional de los
deseos animales más fuertes, que son los que se refieren al instinto de conservación del
individuo: hambre y sed; y los que se refieren a la conservación de la especie: apetito
sexual .

Además del apetito concupiscible, los animales y el hombre están dotados del apetito
irascible, para defender y obtener los bienes sensibles más necesarios o urgentes.

En este sentido el apetito irascible se desempeña como un apoyo para el apetito


concupiscible.

Las pasiones del apetito irascible son las que corresponden a los bienes captados como
difíciles de obtener y a los males captados como difíciles de evitar; estas son: miedo,
audacia, esperanza, desesperanza e ira. La fortaleza es la regulación racional de las
reacciones sensibles ante lo adverso .

Los seres irracionales están determinados por su naturaleza a tender al bien sensible
captado como más apetecible y a huir del mal sensible captado como más lesivo. El
hombre, ser racional, no está determinado así, por el contrario puede elegir entre los bienes
y los males y entre el tipo de bienes o el tipo de males.

Por lo anterior, los dos apetitos sensibles están íntimamente enlazados, lo mismo que las
virtudes que los regulan racionalmente: la templanza y la fortaleza.

La conservación del individuo

La potencia nutritiva es una de las potencias –o facultades en sentido amplio- que


comparten los seres vegetativos, los seres sensitivos o animales irracionales y los hombres.
Sin embargo, en los vegetales, la potencia nutritiva no va precedida de conocimiento,
mientras que en el animal tras el conocimiento sensible, este se determina, en función del
deseo de alimento o bebida al que sigue la gratificación del placer sensible. En el hombre
la potencia nutritiva va precedida inmediatamente del conocimiento sensible y también del
conocimiento racional. Por lo anterior, el hombre elige cuando, cuanto, donde, que, con
quien, con que y como comer; inclusive puede elegir no comer –como en las huelgas de
hambre o con el propósito de ceder su alimento a los hijos o a los enfermos-.

Habría que preguntarse ¿por qué come el hombre? ¿simplemente porque tiene hambre? El
hambre o la sed son deseos y el deseo es una pasión consistente en la tendencia al bien
ausente, entendiendo que el bien deseado es capaz de satisfacerlo produciéndole placer.
Esto significa que el placer es el fin del deseo, se desea algo sensible por el placer o el gozo
sensible que produce el bien cuando se posea. Cuando se dice que se tiene necesidad de
comer, se significa que esa necesidad –que es el instinto de conservación del individuo- se
traduce en un deseo profundo de saciar el hambre. Si no existiera el deseo de lo placentero
el hombre no comería: esto sucede en los enfermos, especialmente en algunos de ellos,
como en los anémicos, en los febriles, en los intoxicados…

El hombre se conserva mediante el placer, el medio es el placer, el fin es la conservación de


la vida del individuo.

Si se invierte el orden natural del instinto de conservación del individuo, entonces la


conservación se subordina al placer.

Un ejemplo de ello es la costumbre depravada que instituyeron algunos romanos alrededor


del siglo IV A.C., al destinar una habitación cercana al comedor para que los comensales
pudieran vomitar lo comido en el banquete y así volver a hartarse de alimentos cuantas
veces quisieran.

Una vez que se pone el placer como meta y no como medio natural, sucede que los placeres
ordenados se consideran insuficientes, y el individuo suele volverse hacia los placeres
desordenados; desordenados porque no conducen al fin para el que están hechos sino a los
distintos abusos en el comer y en el beber. Entonces el placer ya no es el satisfactor de una
necesidad, sino la meta de un capricho desbordado. Así de la glotonería se pasa a la
bulimia (hambre de buey) y de esta a la bulimia-vómito. De este modo se pasa del exceso
de bebidas embriagantes a la ebriedad periódica, de esta a la continua, y, en ocasiones al
consumo de drogas; porque el ansia de placer desordenado lleva a los vicios más
destructores. Las actitudes de insaciabilidad en el placer, llevan al hombre a la enfermedad,
a la pérdida de la libertad y a la muerte, es decir a la meta contraria señalada por el instinto
de conservación del individuo. Además, en la ruta de esta auto-destrucción pasan por
profundos dolores físicos y morales y se vuelven un motivo de profunda aflicción para
quienes los rodean. Pero eso no es todo, mientras el hombre cae en peores adicciones,
lesiona mas gravemente a la sociedad, especialmente a través de la violencia que estas
adicciones generan.
Vicios contra el instinto de conservación del individuo

Anorexia

Significa, según el diccionario : “Perdida del apetito, cualquiera que sea su causa”

Se debe distinguir entre la anorexia que sigue de modo natural a alguna afección de la
salud, como las enfermedades estomacales, las fiebres altas, la anemia, el cáncer, etc., y la
anorexia patológica que es en sí misma una enfermedad, ya sea orgánica o mental.

La anorexia mental resulta muchas veces de problemas afectivos, o de otras causas


psíquicas. La anorexia orgánico-patológica resulta de las dietas excesivas o del rechazo al
alimento por miedo a engordar. Este tipo de anorexia puede ser una adicción.

La glotonería

El vicio de la gula no se reduce al comer en demasía, sino también consiste en comer a toda
hora, en consumir desproporcionalmente alimentos chatarra o bien alimentos muy
sofisticados o muy especiales.

Existen personas que ingieren gran cantidad de alimentos sin ser glotonas, porque así lo
requiere su constitución física. Existen personas que comen poco pero ingieren muchas
golosinas o sólo alimentos especialmente sabrosos. La gula no consiste ni únicamente ni
totalmente en la cantidad de alimentos consumidos.

La bulímia

Significa, según el diccionario : “Deseo irrefrenable de ingerir una cantidad no controlada y


excesiva de alimentos, ligado a un trastorno síquico”

Como ya se dijo, la cantidad de alimentos que son requeridos por cierto tipo de organismos,
no es de suyo un exceso. Los problemas de metabolismo tienen mucho que ver con la
cantidad de comida necesaria para cada persona.

La bulimia – vómito

La bulimia relacionada con el vómito provocado con la intención de volver a deleitarse con
la comida o con la intención de mantenerse esbelto, es una falta grave contra la templanza,
y puede desembocar en un vicio también muy grave.
Después de considerar los tipos de excesos en la comida, hay que considerar los excesos en
la bebida embriagante.

Ebriedad

La ingestión moderada de bebidas alcohólicas, en especial el vino y la cerveza, es una


buena costumbre. Este tipo de bebidas acompañan los alimentos mejor que el agua. Para
las culturas mediterráneas es una costumbre que ayuda a digerir mejor, que fortalece y
puede evitar resfriados en el tiempo de frío. Para las culturas de latitudes muy frías, los
destilados como el vodka, la ginebra o el whisky, resultan indispensables para sobrevivir
los inviernos, ya que funcionan como una especie de calefacción interior.

El estado de ebriedad puede ser no intentado o intentado, el alcoholismo puede ser no


culpable o culpable. Así tenemos cuatro tipos de padecimientos respecto al alcohol.

Los estados de ebriedad no implican, de suyo, dependencia.

El estado de ebriedad no intentado, sucede por accidente, como cuando tomando la misma
cantidad de bebida acostumbrada, el organismo no la metaboliza y el sujeto se embriaga.
También sucede por accidente –para el sujeto embriagado- cuando se le pone alcohol a su
bebida sin que él lo sepa. Lo mismo que cuando alguno prueba una bebida nueva o
mezclada y el efecto embriagante resulta inesperado.

El estado de ebriedad intentado o intencional tiene lugar cuando alguno quiere embriagarse,
y, también cabe cuando previendo la embriaguez no la impide.

Este tipo de embriaguez es culpable y a su inmoralidad se añaden los daños que el ebrio
pueda inferirse o inferir a otros –si va armado, si conduce un automóvil, si es pendenciero o
libidinoso-.

En el Distrito Federal, las causas principales de muertes por accidentes vehiculares son la
embriaguez unida al exceso de velocidad.

Alcoholismo

Se entiende por alcoholismo la dependencia del alcohol.

Según el diccionario, se trata del “abuso de bebidas alcohólicas, que cuando se da


regularmente de forma intensa provoca trastornos fisiológicos y psíquicos”
Alcoholismo no intencional

Cabe considerar un tipo de dependencia al alcohol que puede suceder en la primera


ingestión de alcohol en la vida de un sujeto; y en algunos casos sin llegar a la ebriedad.

Alcoholismo intencional o no evitado

Los frecuentes estados de ebriedad o el consumo consuetudinario y excesivo pueden y


suelen desembocar en el alcoholismo.

En el alcoholismo, la satisfacción de la bebida va exigiendo más cantidades de bebida y


bebidas espirituosas más fuertes.

Cuando el alcohólico deja la bebida, sufre el síndrome de abstinencia, un proceso de


desintoxicación sumamente doloroso.

Tratándose de una dependencia física ¿es posible que el alcohólico pueda dejar
voluntariamente la bebida?

La voluntad humana puede optar por sufrir tormentos muy grandes en vista de un bien más
alto. El dependiente de la bebida, estando sobrio puede superar el dolor del síndrome de
abstinencia si está dispuesto a superarlo. Puede también elegir libremente que un amigo, un
pariente o un médico lo ayude a superar la dependencia, impidiendo, si es el caso, que
consiga alcohol mientras se desintoxica.

Una vez desintoxicado, el alcohólico está libre de la dependencia orgánica y depende de su


voluntad el no volver a tomar la primera copa. Sin embrago, en muchos alcohólicos cabe
una dependencia mental o psicológica respecto al alcohol.

Los grupos de “Alcohólicos anónimos” (AA), desempeñan una cruzada muy importante
contra el alcoholismo.

Cuando el ebrio o el alcohólico no detienen su vicio, suelen llegar a estados de


alucinaciones muy angustiosas llamados “delirium tremens”.

La conservación de la especie
Para la conservación de la especie, los seres vivientes corpóreos –vegetales, animales,
hombres- están dotados de una potencia o facultad vegetativa, que es la generación. Por
medio de la generación, el viviente hace participar a otro de su misma especie, y así ésta se
conserva en los hijos a través de los progenitores.

En los seres vegetativos la germinación depende, generalmente, de actores ajenos a la


especie por germinar: la polinización por medio de insectos, la siembra de las semillas por
medio del viento, la lluvia, distintos animales y también el hombre.

En los animales y en el hombre la potencia generativa depende del conocimiento. En el


caso de las bestias, a través del conocimiento sensible (sentidos externos e internos); en el
caso del hombre, depende; además del conocimiento sensible, del conocimiento
intelectual. En el enamoramiento humano, el amor nace no solo de la vista sensible, sino
también de la iluminación intelectual. A través de la inteligencia se va conociendo la
coincidencia de gustos, aficiones y modo de pensar y de comportarse. Por eso las
relaciones sexuales meramente sensitivas, no son propias del género humano.

Como en el caso de la conservación del individuo, también en la conservación de la


especie, la potencia generativa –tanto en el animal como en el humano- se estimula por el
placer.

En el ser humano, el ejercicio de la sexualidad, como el ejercicio de la alimentación, son


acciones voluntarias libres. El mero hecho de dejarse llevar por el deseo placentero, es un
acto de destemplanza, porque ese tipo de actuación es indigno del hombre ¿tiene todo
hombre derecho al alimento y a la bebida? De modo ordenado, si. De modo desordenado,
como en el caso del ebrio y el glotón, no. La razón es que el placer del alimento y la bebida
está naturalmente ordenado a la nutrición y al modo humano que esta exige.

¿Tiene el hombre derecho al ejercicio de la sexualidad? De modo ordenado, si. De modo


desordenado, como en el lujurioso, en el adúltero, en el homosexual, en el promiscuo, en el
incestuoso, en el violador o en el pederasta, no. La razón es que el placer del sexo está
naturalmente ordenado a la generación de un ser humano y al modo humano que ésta exige.

El derecho al ejercicio sexual está acotado al matrimonio y debe estar abierto a la


procreación.

Así como es repugnante a la razón el que se tome el placer del alimento suprimiendo –con
el vómito- el fin de la conservación del individuo, repugna también a la razón que se
busque el placer del sexo, evitando el compromiso o la procreación, que constituyen el fin
del placer sexual, hecho para la conservación de la especie. La malicia de este
comportamiento es más grave, porque no solamente lesiona a la templanza, sino que, muy
frecuentemente se opone, además, a la justicia. Las familias deshechas por el adulterio, los
hijos sin padre por la lujuria, las enfermedades mentales generadas en los niños por el
incesto o por la promiscuidad en el hogar; los desórdenes psíquicos en la homosexualidad,
el placer de dañar en los violadores.
En el campo de la sexualidad, sucede –como en el de la alimentación- que si el placer no se
conserva como un medio para la ordenada reproducción, si se lo apetece como fin,
invirtiendo el orden de la naturaleza, la psicología, la mente de individuo se trastorna
también. Es por eso que a partir del vicio de la lujuria o del adulterio puede caerse en otro
peor hasta terminar en la pederastía o en la violación acompañada de homicidio.

Muchas infidelidades matrimoniales se deben al “querer más sexo” “quererlo distinto”


“quererlo fuera del matrimonio”. La sobreestimulación del sexo por medio de la
pornografía o de fármacos lleva a enfermedades físicas y psíquicas, entre las que cabe la
insuficiencia del deseo sexual natural.

El vicio de la seducción o Donjuanismo, deja en las personas así “conquistadas” complejos


de vulnerabilidad y de minusvalía. Se han superado los tiempos del varonil Don Juan,
ahora también hay jovencitas que seducen a sus distintas parejas.

¿Son estos Juanes o Juanas quienes después seducen o violan a quienes viven bajo su techo,
o a sus hermanas o a sus hijos?

¿En cuantos homosexuales son sus nuevas “preferencias” producto de la degeneración del
apetito sexual por la “esperanza” de un placer más fuerte o más nuevo?

En esta pendiente se puede resbalar hasta padecer vicios tan retorcidos como la bestialidad
o como la necesidad de causar dolor para obtener el placer, placer que cada vez escapa más.

Los psiquiatras y los psicólogos se enfrentan al fenómeno de la sexoadicción, fenómeno


que atormenta las mentes de estos pacientes y de aquellas otras personas sanas en las que
los sexoadictos pongan su “mirada preferencial”.

Algunos estudios muestran que estos enfermos presentan tendencias suicidas, en un


diecisiete por ciento.

Filósofos del placer

Desde el s. IV AC. hubo filósofos pioneros en considerar al placer el fin de los fines, la
meta de las metas del hombre. Esta fue la Escuela epicureísta, fundada por Epicuro de
Samos.

Sin embargo estos mismos pensadores se dieron cuenta de la inconveniencia de perseguir


cualquier tipo de placer. Señalaban que hay placeres que producen dolor, como la
embriaguez genera el síndrome de abstinencia del día siguiente o el tirarse bajo el sol,
genera quemaduras dolorosas.
De este modo los mismos defensores del placer como meta de la vida humana,
relativizaban y ordenaban los placeres, aconsejando prescindir de gran parte de ellos: así, la
conducta de los epicureistas se parecía mucho a la observada por los estoicos.

Los estoicos, la escuela filosófica opuesta a la epicúrea enseñaban que todos los sinsabores
de la vida humana se debían a la cantidad de placeres perseguidos por el hombre y la
limitación de los conseguidos, lo mismo que a la insatisfacción de los conseguidos y el
deseo creciente de más y más profundos placeres. Por lo anterior, si el hombre es sabio –
decían-, debe prescindir totalmente del deseo de placer y llegar a un estado imperturbable
del ánimo llamado ataraxia o supresión del deseo.

¿No resulta muy elocuente que el tipo de vida recomendada por los epicureos que ponen en
el placer la meta del hombre, llegue a semejarse a la vida de los estoicos que consideran al
deseo del placer como lo más nocivo, la fuente misma del dolor humano? Es cierto que el
hombre que busca el placer sensible por el placer mismo, olvidando que es el medio y sólo
el medio de la conservación de la vida, cae en un laberinto de deseo –satistacción-deseo-
insatisfacción-deseo más nocivo y así hasta caer en degeneraciones del deseo como son las
distintas adicciones.

Este comportamiento no se da en la vida animal, por dos razones: porque el animal no opta
por el tipo y la profundidad del placer, lo sigue regido por su instinto y determinado por las
leyes de su naturaleza y porque en el animal no cabe otro tipo de satisfactor superior al
placer sensible.

Este comportamiento se da en la vida humana porque el hombre puede elegir placeres


sensibles desordenados, es decir, puede convertirlos en fines. Esta es la primera razón de la
condición adictiva del hombre, pero se encuentra íntimamente relacionada con la segunda
razón. Esta segunda razón es, que en el hombre caben gozos superiores a los placeres
sensibles, gozos de carácter moral o de carácter intelectual. Pero quienes subvierten el
sentido de las alegrías humanas y se empeñan en encontrar en el placer los gozos ilimitados
exclusivos de la vida del espíritu, se hacen presas fáciles de las distintas adicciones.

Aristóteles consideró a la vida virtuosa, como la vida feliz.

La violencia generada por la falta de templanza

La templanza no es otra cosa que la ordenación de la razón verdadera o recta sobre las
pasiones del apetito sensitivo concupiscible (amor, odio, deseo, aversión, gozo, tristeza) Si
estas pasiones, estas fuerzas quedan abandonadas a sus reacciones animales, alimentan
deseos incontrolados tendientes a las distintas adicciones previamente señaladas.

Las adicciones de tipo alimentario dañan gravemente la salud física y psíquica de quien las
padece.
La insatisfacción permanente que se presenta en estos adictos afecta sus relaciones sociales
y su desorden mental es un foco de ira y de reacciones violentas desproporcionadas.

La dependencia del alcohol y aún su abuso ocasional, son probadamente, fuente de


accidentes, riñas, agresiones, robos, violaciones y privación de vidas.

La conducta bajo los efectos de las drogas es aún más peligrosa que la ebriedad y más
lesiva, especialmente por los efectos psíquicos, que suele acompañarle.

El dolor de las familias afectadas por un miembro adicto al alcohol, palidece ante el
tormento de aquellas afectadas por un drogadicto. Ebrios y drogadictos al acecho o al
volante son detonadores de violencia para ellos mismos y para quienes se encuentran a su
paso.

Los sexoadictos conllevan la dependencia al sexo con la proclividad a la psicosis.


Destruyen a su propia familia y a las personas que padecen su vicio. Los crímenes
pasionales y las violaciones, algunas incluyendo el asesinato son su cuota a la violencia.

El fenómeno de la degeneración en los vicios, característico de la adicción al placer, hace


que la ebriedad ocasional se convierta en consuetudinaria, que el consumo de bebidas bajas
en alcohol se degrade al de bebidas de “alto octanaje”. Respecto a las drogas, la
degeneración lleva de las drogas suaves a las duras. Respecto al sexo, el proceso de
degeneración pasa de la lujuria al adulterio, de este a la promiscuidad, de estas a la afición
por el mismo sexo, a la violación, a la afición por los niños y hasta a la violación con
homicidio. Se trata del fenómeno del cansancio por el placer natural y de la búsqueda de
otros ámbitos de placer depravado, como el que puede hallarse en el dolor propio o ajeno o
en el compañero inusual del ejercicio de la sexualidad, o en el tormento.

Este mismo proceso de degeneración encuentra los caminos de degradación del placer
habitual y la búsqueda de otro más fuerte, en la combinación de alcohol y drogas, de unas
drogas con otras, de sexo y estupefacientes o mezclas semejantes.

Mientras más degenerado se vuelve un vicio, más cercano se encuentra de la violencia.


LA FAMILIA COMO UN BASTIÓN EN EL COMBATE CONTRA LA VIOLENCIA
SOCIAL

La familia es el lugar natural del amor. Lo mas apreciado para los padres son sus hijos. Lo
son de tal manera amados que hay una disposición básica a sacrificarse por ellos aún a
costa de la vida. En menor grado, los hijos, especialmente los más pequeños, parecen no
tener otro horizonte que el del abrigo de sus padres: los admiran, los veneran y los imitan.
El amor fraterno es el paradigma mas elevado de las relaciones entre los ciudadanos.

Mucho se ha dicho respecto a que los valores se inculcan en el seno familiar. Es verdad.
Pero hay que reconocer que es también allí, donde se aprenden los antivalores.

Nada aprovecha más a la sociedad que la buena educación de los hijos, gracias a los padres.

Sin embargo, hay que hacer admitir que la educación en valores no puede ser un producto
del mercado, en cuyos aparadores se pueden elegir los más convenientes inocuos y
livianos. El crecimiento en los valores tiene por fin el crecimiento en las cuatro virtudes
cardinales. Se llaman cardinales o goznes porque en ellas se apoyan y de ellas derivan todas
las demás.

Las virtudes derivadas tales como el orden, la sinceridad, la laboriosidad, la limosna, la


paciencia o la modestia, son como páginas sueltas de un libro: no se correlacionan, no se
mantienen y carecen de sentido. Tómese como ejemplo la virtud de la tolerancia, esta
virtud, derivada de la paciencia consiste en padecer los daños causados por otros en tanto
que estos sean moralmente tolerables. Son tolerables los llantos de dolor, las pequeñas
peleas entre hermanos y cosas semejantes. Sin embargo, no es tolerable que un hijo lleve
drogas a su casa para vendérselas a sus hermanos. La tolerancia no es sino una pequeña y
limitada virtud que implica muchas restricciones, y que no tiene valor sino como parte de la
fortaleza. Tampoco la sinceridad tiene valor sino en cuanto que es parte de la justicia.

Por el contrario, los cuatro goznes que sostienen el orden moral en las personas, son: la
prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Estas virtudes cardinales tienen
propiedades maravillosas. Una de estas propiedades es que pueden ordenarse al fin último
del hombre, a Dios. Otra propiedad es que por estar interrelacionadas, aumentan mediante
el crecimiento de cualquiera de las otras tres. Sin embargo, no alcanzan el rango de virtud
si no son íntegras, es decir si no lo son en todos los ámbitos en que puedan desarrollarse.

Estas virtudes, que pueden ser descubiertas, a través de la ley natural por cualquier persona
de buena voluntad, se hicieron clásicas desde la antigüedad en Grecia (s. IV A.C.) con
Platón, Aristóteles y Andrónico de Rodas y en la Roma clásica (s.I D.C.) principalmente
con Cicerón.

No se puede educar en los “valores” si ellos no se encarnan en estas cuatro virtudes


fundamentales, completas y vertebradas entre sí.
El olvido de una sola de ellas, como la templanza, genera grandes males sociales, como
antes lo he señalado.

Además de procurar estas virtudes morales, las familias deben ocuparse también de dotar a
sus hijos con las virtudes intelectuales: las artes como las Letras y las ciencias como las
Matemáticas, la Física y la Biología, es decir con la formación técnica o profesional
correspondiente. Pero ante todo deben permitirles alcanzar la fuente de toda virtud que es
la sabiduría, como bien lo dijo el Filósofo.

MARIA DE LA LUZ GARCIA ALONSO

Destacada en el diálogo del tomismo con el hacer: el arte y la técnica, especialmente de


relieve en su Filosofía de la Eficacia de 1978. Iniciadora de la Filosofía del Hacer o
Filosofía Práctica del Orden Técnico, en la línea de la filosofía clásica aristotélico-tomista.
Sobre su obra se han escrito varias tesis de licenciatura y doctorado en filosofía, y se han
presentado trabajos sobre su pensamiento en varios congresos mundiales e internacionales.
Licenciada en Filosofía de la Universidad Iberoamericana de México. Doctora en Filosofía
con especialización en Metafísica por la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), y Maestra en Pintura en la Academia de Bardasano

Notas:

Congreso de las secciones del Norte de la Sociedad Mexicana de Filosofía


Tijuana, 12 de abril de 2007.

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