Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
- 1 23
V E R A N 0 88 N2 1 25
CUADRO 1
Estructura y acción en la sociología de la educación
Determinismo
Funcionalismo
Estructural r correspondencia
y reproducción
Armonía Conflicto
interaccionismo, etc. r resistencia, producción
cultural, etc.
Voluntarismo
~1AES6
VERA NO 88 ~) ~ 1 27
pleta, sino que solamente existe en la medida en el grado y el modo de la identificación con la es-
que sirve a los fines propios. cuela, como se hace en el Cuadro II.
Por disociación podemós entender la negativa Adhesión y acomodación son actitudes que re-
individual a aceptar las exigencias de la escuela, fuerzan a la escuela como mecanismo de repro-
Esta variante es probable en alumnos de clase ducción, mientras la disociación y la resistencia
media o alta que rechazan los fines y/o medios es- la hacen quebrar en distinto grado. Pero la aco-
colares pero no cuentan con una cultura propia a modación y la disociación añaden y restan poco,
la que agarrarse en su oposición. La institución respectivamente, al funcionamiento del sistema
es rechazada, pero no existe un grupo de iguales escolar, puesto que se trata de prácticas indivi-
que se oponga a ella en el que resulte fácil la in- duales, mientras que la adhesión y la resistencia,
tegración. Podemos hablar de identificación ex- que son prácticas colectivas, alternativamente la
presiva pero no instrumental. Se trata también de refuerzan o la socavan. Sin embargo, esto sólo es
una estrategia individual que puede dar lugar a cieno si se considera de manera aislada la insti-
comportamientos homogéneos, pero no a grupos tución escolar, dejando de serlo si prestamos
como tales. atención a su articulación con el resto de la so-
Por resistencia podemos entender la negativa ciedad. La adhesión sigue siendo en todo caso
colectiva a aceptar las exigencias y promesas y de una práctica reproductiva, pero la acomodación
la escuela y la contraposición a éstas de valores y la disociación pierden su estatuto de prácticas
alternativos. En este caso no hay identificación ambiguas. Justamente porque son prácticas mdi-
expresiva ni instrumental. La variante más pro- viduales contribuyen a, o por lo menos toleran,
bable la constituyen alumnos de clase obrera que la reproducción social por vía de laescuela, pues-
oponen sus propios valores, o parte de ellos, a los to que en modo alguno ponen en cuestión su fun-
de la escuela. El grupo de iguales es la instancia cionamiento. Aunque, desde el punto de vista de
informal que se opone a la institución formal, la escuela, pueden considerarse como prácticas,
Son los jóvenes claramente antiescuela y sostie- ni reproductivas ni contradictorias, que represen-
nen una estrategia colectiva a través del grupo. tan simplemente, por así decirlo, una cierta en-
Huelga decir que “adhesion , acomodación”, tropia o pérdida de energía del sistema educati-
“disociación”, “resistencia”, “identificación”, yo, desde el punto de vista social general no cues-
“expresiva”, “instrumental”, “pro”, “anti”,”cla- tionan nada sino la suerte personal de los indivi-
ses media y alta” y “clase obrera” son categorías duos que las adoptan. Forman parte de la repro-
analíticas, no descripciones de las condiciones o ducción de las clases sociales a través de la escue-
actitudes de alumnos concretos. No es posible la, si bien cuestionan el papel de ésta como me-
elaborar ecuaciones que mezclando, por ejemplo, canismo de herencia o transmisión de la posición
el origen social y las calificaciones escolares de un social familiar de origen (el hijo de obrero que,
alumno, nos den como resultado su actitud. Sin mediante una estrategia de acomodación a la es-
embargo, se trata de categorías que, a nuestro jui- cuela, consigue auparse a la clase media, o el vás-
cio, ayudan a orientarse en el mar de la casuísti- tago de clase media que, por su disociación de la
ca. Hecha esta salvedad, podemos intentar repte- institución educativa, viene a caer en las filas de
sentar gráficamente estas cuatro actitudes según la clase obrera).
u,
u,
E
CUADRO II ‘a
Actitudes ante la escuela 1
o
Identificación ‘a
instrumental
sc
‘a
Adhesión Acomodación =
+
o
pro Mi
Identificación
+ clase clase — d
expresiva + media obrera — 1-
anti z
Mi
Disociación — 1 — Resistencia
28 V E R A N 0 88 * N 1
Más complejo es el caso de la actitud de resis- rechazo de la escuela, y el trabajo intelectual con
tencia, que, si bien se trata de una práctica coleo- sometimiento a control, feminidad o falta de
tiva que contradice el funcionamiento de la es- hombría y aceptación de la escuela. El rasgo más
cuela desoyendo sus exigencias y rechazando sus característico de esta subcultura antiescolar era la
promesas, puede tener, desde un punto de vista afirmación de los valores masculinos, la fuerza y
social global, un papel indistintamente contradio- la rudeza, asociados a la aceptación del trabajo
torio o reproductivo. Pero esto lo veremos mejor manual: una inversión ideológica que les permí-
analizando algunos estudios etnográficos al res- tía convertir en un valor positivo todo lo que se
pecto. asocia a posiciones subordinadas en la escuela (el
fracaso escolar) y el trabajo (los empleos manua-
les). Característicos de su subcultura eran tam-
bién un chauvinismo y un racismo profundamen-
Escuela, clase social y género te enraizados.
Lo interesante de este proceso es cómo una
práctica contradictoria en el seno de una institu-
S in duda los trabajos más importantes ción,
su la escuela,con
articulación puede
otras,resultar
en estereproductiva en
caso el trabajo
de etnogratia de la escuela son aquellos asalariado, la división en géneros y la segregación
cuyos autores han sido capaces de reía-
cionar los comportamientos observados entré las etnica. Los “colegas” empiezan por rechazar el
paredes escolares con el medio social y cultural control escolar de la conducta por si mismo y
de ¡os alumnos, concretamente su clase social, su porque se niegan a considerar las contrapartidas
etnia o su género. Autores como Hargreaves como suficientes (el saber escolar y la promesa de
(1967), Lacey (1970) y Corrigan (¡979) relacio- movilidad social, es decir, porque no se identifi-
can ni expresiva ni instrumentalmente con la es-
nan inequívocamente a los grupos antiescuela cuela). Pueden tener tanta razón en rechazar el
con una procedencia, un medio ambiente y una saber teórico y la promesa de movilidad por no
cultura de clase obrera. Sin embargo, e] análisis aceptar a cambio el control como en lo contrario,
más sistemático, penetrante y sugerente al respeo- en no aceptar éste porque no creen en aquéllos.
toes, con toda segundad, el de Paul Willis (1978), Al fin y al cabo, como señala Willis, el saber es-
y vale la pena detenernos precisamente en él. colar es algo particularmente árido y despegado
Willis estudió el caso de doce adolescentes de de la práctica, y la promesa de movilidad social
origen obrero que constituían el grupo antiescue- puede cumplirse para algunos individuos, pero
la en un centro de enseñanza secundaria ubicado nunca para el conjunto de ellos, o sea para la cía-
en un medio industrial tradicional. Estos jóvenes, se social. Pero, al operar este rechazo, aceptan
que se autodenominaban como “los colegas” (Me otra oferta i ualmente unilateral la del trabao
/ads,), rechazaban la cultura y las exigencias esco- g
manual no cualificado. En este sentido, su recha-
lares despreciando el trabajo inselectual, practí- zo de la escuela contribuye a la reproducción de
cando el absentismo, valorando altamente la ves- la división capitalista del trabajo. Para convertir
timenta heterodoxa y el consumo de tabaco y al- en valores positivos su anticulturalismo y su op-
cohol como muestras de independencia y madu- ción/condena hacia el trabajo manual, los aso-
u~ rez. Su obsesión en la escuela era pasar un rato cian con la masculinidad y, de este modo, lo que
~ de cachondeo (“having~a ¡aif) y, fuera de ella, te- eran actitudes de oposición a la escuela y de afir-
‘a ner dinero en el bolsillo para integrarse en la mación de la identidad y solidaridad de clase se
Z “vida real”. Rechazaban toda forma de control. traducen en la reproducción de la división sexis-
O escolar, negaban validez a las promesas de moví-
lidad social, criticaban el comportamiento de los ta de la sociedad en géneros, o sea del patriarca-
do o la dominación masculina, pues la defensa
‘a conformistas u “orejas marcadas” (“ear’oles’) y positiva de la masculinidad no es sino eso.
~ hacían discurrir toda su actividad a través del Considerada como proceso cultural, la actitud
Mi grupo. El deseo de incorporación inmediata al de estos óvenes es una actividad creativa que se
a trabajo, a sabiendas de que, dada su carencia de
~ credenciales escolares, sería a empleos no cualifi- salda en un resultado reproductivo. Es posible
Mi cados y duros, era presentado como una afirma-
Z por la conjunción entre la cultura obrera, de la
~ ción de masculinidad, identificándose trabajo que surgen esos valores de afirmación del traba-
2. manual con independencia, dureza, virilidad y jo manual y rechazo de lo intelectual, defensa del
~PbES6
V E R A N 0 88 tU 1 29
saber práctico, búsqueda de la independencia fue- forma de madurez física y sexualidad, es, al pro-
ra del trabajo e indiferencia ante el contenido de pio tiempo, una reivindicación de la condición
éste como mero mecanismo de obtención del sa- adulta. La segunda es que la condición de mujer
lario, rudeza y masculinidad. No tiene sentido pone coto a algunas formas de control escolar. Es
discutir aquí si la adhesión a esa cultura obrera bien sabido que las situaciones más críticas en el
genera el rechazo de la escuela o si el fracaso en terreno de la disciplina para un profesor no sue-
ésta lleva a recurrir a aquélla: seguramente suce- len ser las creadas por los jóvenes varones, sino
den ambas cosas. las producidas por las jóvenes. Piénsese, por
Un trabajo de características similares, aunque ejemplo, que una profesora puede pegar a un
centrado en un grupo de alumnas de enseñanza alumno, pero un profesor no puede hacer lo mis-
secundaria de clase obrera, es el realizado por An- mo con una alumna, pues lo primero se asocia a
gela McRobbie (1978). A la altura de la secunda- una actitud maternal mientras lo segundo ad-
ria, las jóvenes ya conocen por su medio social quiere una connotación sexual.
que les espera el futuro papel de esposas y ma-
dres —con o sin trabajo remunerado—. Formas co-
munes de defensa son la formación de intensas
amistades basadas en la similitud de género y cia- Dos formas de resistencia:
se y laentrega personal a sueños románticos. Pero oposición y compensación
el género femenino también está dividido por la
pertenencia de clase, y aquí es donde se bifurca-
ban las actitudes de las jóvenes estudiadas por
McRobbie. Las jóvenes de clase media amplia- stos estudios conllevan a primera vista
ban el papel tradicional que les reservaba la es- una cierta dosis de pesimismo. Consi-
tructura patriarcal mediante la educación, aun- derados desde la perspectiva que de-
que ésta llevaba la impronta de la feminidad ma- fiende el carácter activo del individuo frente a las
nifiesta en la opción por las actividades artísti- estructuras sociales, introducen un elemento de
cas, es decir, por una educación a caballo entre determinismo, pues nos presentan a jóvenes que
lo profesional y lo glamoroso. En contraposición, al desarrollar su propia producción cultural no
las jóvenes de la clase obrera, con un futuro pro- hacen sino regenerar elementos de la cultura ya
fesional y social más claramente marcado, opo- existente, incluso su peor lado. Vistos desde la
nían a la escuela una feminidad agresiva (fema- perspectiva que considera a la escuela como una
/eness, o condición de hembra, en vez defemini- institución contradictoria que debe suscitar la re-
nity, o condición femenina, distinción que no SC sistencia de los alumnos, introducen una viciosa
nos ocurre cómo traducir al castellano en dos tér- lógica circular, pues los jóvenes aparecen, en un
minos simples). Esta consistía en la afirmación mismo acto, oponiéndose a una institución antii-
de su sexualidad y su madurez fisica mediante el gualitaria y jerárquica y cayendo en los brazos de
uso de maquillaje, de ropas que resaltaran su fi otras.
sico, conversaciones insistentes sobre escarceos y Para salir de este círculo que, como todo cír-
noviazgos, etc. Esto venía acompañado de una culo infernal, solamente puede conducimos al in-
visión realista sobre el matrimonio, el hogar y el fiemo, proponemos distinguir dos formas de re- u,
u,
trabajo femenino. Aquí, pues, volvemos a encon- sistencia: oposición y compensación. Por oposi- E
tramos con un proceso cultural por el que se re- ción entendemos el enfrentamiento a los valores ‘a
chaza la escuela mediante la asunción de un pa- y normas de una institución de otros, alternati-
pel propio de otra esfera, pero aceptando ésta tal vos, derivados de la crítica o la inversión de su O
cual es y contribuyendo así a su reproducción lógica. Esto es lo que encontramos cuando los tra- ‘a
sc
material e ideológica. bajadores cuestionan lapropiedad privada del ca- ‘a
Otros trabajos de investigación centrados en el pital o sus atribuciones, cuando los jóvenes esco-
comportamiento de las mujeres en la escuela se- larizados ponen en solfa a las autoridades o cuan- Mi
ñalan también este mecanismo de empleo de la do las mujeres desafían la jerarquía entre los gé- d
condición de mujer como arma (Anyon, 1983; neros o la condena al trabajo doméstico. Por ~
Davies, 1979). Un par de observaciones quizá compensación entendemos el mecanismo por el
permitan comprenderlo mejor. La primera es que cual el individuo se defiende de su posición su- >
esta afirmación de la feminidad, sobre todo en la bordinada en una esfera o institución agarrándo- 2.
30 V E R A N 0 88 ~ N. 1
se a su posición preeminente en otra. Aunque creativo frente al carácter rutinario del trabajo
esta forma de resistencia es menos visible y es- doméstico y lo efimero de sus resultados, pues
pectacular es mucho más común, moneda co- crea un espacio donde son posibles para la mu-
rriente de todos los días; y es ambas cosas por- jer, sin más requisitos, un status elevado y una
que no consiste sino en acogerse con cierta habi- posición de autoridad.
lidad a las formas sociales e ideológicas do- Algo parecido puede decirse del racismo y el
minantes. chauvinismo —que son dos rasgos señalados por
Este mecanismo es tan viejo como la vida mis- Willis en la subcultura de los “colegas”—. No es
ma y no concieme sólo a la escuela. El patriarca- casualidad que los elementos más marginales de
do se sostiene en buena parte gracias a él, pues una nación o una raza dominante protagonicen
una institución que permite convertirse en el rey las formas más exacerbadas de ambos. Los blan-
de la casa, el guerrero en reposo o, simplemente, cos pobres del sur de los Estados Unidos han sido
el cabeza de familia responsable que gana el di- y son el foco principal del racismo norteamenca-
nero necesario para crear y sostener un hogar no, o al menos su carne de cañon, así como el
concebido como remanso de paz y amor y refu- lumpenproletariado y el campesinado servil ruso
gio frente a un mundo hostil; una institución en formaban la masa enfebrecida de los pogromos
la que el último trabajador de la fábrica o la ofi- antijudios o los pobres alemanes y franceses en-
cina pasa de realizar tareas rutinarias a aparecer cuentran el origen de todos sus males en la pre-
ante los demás y verse a si mismo como la en- sencia de los inmigrados turcos y argelinos. Para
carnación de la razón, de una posición subordi- el blanco, la escala de las razas es la que presenta
nada al ejercicio casi indiscutido de la autoridad, unos peldaños superiores más accesibles, pues
de la dependencia a ser quien garantiza los me- para alcanzarlos basta con mostrar el color de la
dios de subsistencia, de la alienación al ejercicio piel, que se lleva siempre puesta. El chauvinismo
de la responsabilidad, de la guerra de todos con- y la patriotería constituyen hechos similares, pues
tra todos al supuesto de que existan relaciones el mero hecho de haber nacido, convenientemen-
afectivas inquebrantables; una institución, en fin, te adobado por la fantasía nacionalista correspon-
que troca el status y la dignidad mínimos en diente, convierte a cualquiera en algo. Como dice
máximos, es, qué duda cabe, para los trabajado- una de esas estúpidas pegatinas que salpican los
res varones, una defensa contra su desdichada cristales de los automóviles: “Ser español, un or-
posición en la producción. Además, facilita una gullo; ser madrileño, un titulo”. Desde esta pers-
inversión ideológica por la cual lo que en sí era pectiva puede entenderse mejor la profunda sig-
negativo se convierte en positivo, pues el trabajo nificación de esa frase que, si no me equivoco, de-
duro, de bajo status, rutinario, frustrante y em- bemos a Romain Rolland: “El patriotismo es el
brutecedor pasa a ser visto como un medio nece- ultimo refugio de la canalla”.
sano y aceptable para mantener el hogar. Cuanto Por cierto que, a partir de la comprensión de
peor sea el trabajo fuera, más podrá invocarse y estos procesos de compensación, podemos pro-
será reconocido como sacrificio altruista dentro. poner una nueva interpretación de un fenómeno
No hay que sorprenderse de que, en contra de las que suele ser tratado demasiado a la ligera. Es sa-
predicciones de Engels, la subcultura obrera sea bido que, hasta cierta edad, las niñas consiguen
u, notablemente más sexista y machista que la bur- resultados escolares mucho mejores que los de los
~ guesa o de clase media. Los procesos de produc- niños. Esta tendencia suele invertirse hacia los
5 ción cultural, en este caso de compensación, nos doce años, y existe un amplio acuerdo en tomo
- dicen mucho más sobre la relación entre capita- a que su “inferioridad” en esta segunda fase se
lismo y patriarcado que todas las especulaciones debe, por un lado, a que para ellas no tiene laedu-
O sobre los costes alternativos de la reproducción cación el mismo carácter instrumental de medio
sc material de a a una su
‘a la fuerza de trabajo través del tra- para acceder mejor ocupación, pues fu-
~ bajo doméstico o de bienes y servicios adquíri- turo ocupacional es progresivamente ensombre-
w bies en el mercado. cido por su futuro como ama de casas, y por otro
d Un mecanismo de compensación similar es el lado, a que siguen de hecho un curriculum más
que pueden ejercer las mujeres con los niños, débil en áreas como matemáticas y ciencias na-
~ pues el patriarcado no es solamente una jerarquía turales o experimentales (véase, p. e., Badger,
~ de géneros, sino también de edades. De ahí que 1983). Lo que queda por explicar en su superio-
2. la maternidad pueda aparecer como un proceso ridad anterior. Si los resultados mejores fueran
~RbLS6
V E R A N 0 88 ~> N. 1 31
los de los niños varones, la discusión se reduciría las niñas, cuyo papel presente en la familia y fu-
a la disyuntiva entre si son naturalmente más in- turo en el trabajo y de nuevoen la familia es me-
Áeligentes o la sociedad los hace más inteligentes. quivocamente subordinado, se acogen a una ms-
El problema es que se trata de las niñas, y la so- titución que las trata como iguales a los niños va-
ciedad, que está dominada por los hombres, y la rones o, al menos, como no tan desiguales. Pos-
sociología y la psicología, que también, no pue- teriormente vendrá la conciencia de que la efica-
den aceptar que las niñas sean por naturaleza más cia de la escuela no es tan grande como para in-
inteligentes que los niños (el autor de estas líneas vertir las oportunidades futuras de las mujeres en
tampoco lo acepta, como no acepta lo contrario, la familia propia y en el trabajo, pero esto es ya
pero lo que es de notar es que haya quien está dis- sólo la segunda parte de la historia.
puesto a aceptar las “diferencias de la naturale-
za” en favor de un género mas no del otro). Como
sociólogos y psicólogos son gente avispada, se ha
inventado un nuevo argumento: las niñas son
más sumisas, o han sido educadas para someter- Escuela, infancia y
se a la autoridad, ser pulcras en su trabajo, etc., condición adulta
lo que hace que se plieguen mejor a las exigen-
cias de orden y disciplina que plantea la escuela,
tienen tan en cuenta el comportamiento como la
y los profesores, voluntaria o involuntariamente,
capacidad intelectual mostrada; o, simplemente,
el mayor sometimiento de las niñas a las normas
A demas de un lugar donde se aprende o
~RWM6
_______
32 V E R A N 0 88
1 N.’ 1
igualdad política y sumisión patriarcal para so- cias concretas”, etc., o por categorizaciones con
meter legalmente los jóvenes a los adultos. más de dos subdivisiones. En cualquier caso, las
Junto con otros principios, las escuelas están categorías de “éxito” y “fracaso” son, probable-
organizadas en torno a esta división entre condi- mente, las que más se acercan a la forma en que
ción aduJta e infancia, que se asocia a una pre- es vivida esa jerarquización por niños y jóvenes.
sunta diferencia sin matices entre los que saben La tercera columna, que concierne a la edad, per-
y los que no, entre los que son libres de elegir y tenece a la vez a la esfera de la escuela y a la de
los que todavía tienen que aprender. La conside- la familia patriarcal y tampoco interesa detener-
ración de esta partición entre adultos y jóvenes, se en si convendría o no introducir categorías in-
heredera del patriarcado y modificada, rigidifica- termedias como “adolescencia”o”juventud”. La
da y estabilizada por el Estado moderno y el dis- cuarta columna, relativa al género, es la única
curso liberal, nos permite una consideración más que, afortunadamente, sólo se presta a ser dico-
comprensiva del haz de lineas de estratificación tomizada. La quinta columna, en fin, pretende
en que se encuentran inmersos los jóvenes. El incluir el conjunto de organizaciones voluntarias
Cuadro III expresa esquemáticamente este com- y grupos de iguales a los que la inmensa mayoría
plejo. de la gente pertenece y que, con mucha frecuen-
En realidad haría falta un cuadro mucho más cia, dan sentido total o parcialmente a su vida.
amplio para reflejar la diversidad dé lineas de La práctica totalidad de las asociaciones volun-
igualdad y desigualdad que constituyen el entra- tarias y una buena parte de los grupos de iguales
mado en que se mueven los jóvenes. La “produc- están altamente jerarquizados, de manera que po-
ción”, que reducimos a una columna, es en rea- dríamos haber introducido dos categorías abs-
lidad el aspecto determinante de la clase de orí- tractas, como, por ejemplo, “liderazgo” y “adhe-
gen de los jóvenes escolarizados y lo fundamen- sión” para reflejar la jerarquía existente en su
tal de su destino, luego podría estar por dos ve- seno. Sin embargo, lo que interesa ahora resaltar
ces, como pasado y presente, por un lado, y como es la pluralidad de criterios que puede existir en-
futuro por otro. La taxonomía de las clases socia- tre las distintas asociaciones y grupos: así, un club
les que ofrecemos dentro de ella es casi insultan- de levantadores de piedras asignará el status más
temente simple, pero no nos interesa aquí discu- elevado al más fuerte de entre sus miembros, un
tir cuántas clases existen ni a qué criterios obe- partido político al mejor estratega o ideólogo, una
decen, ni siquiera si pueden ser denominadas asociación cultista a quien más se parezca al Dis-
como clases, sino simplemente señalar la existen- cobolo de Mirón y una banda de característas al
cia de una jerarquía. La segunda columna preten- que haga gala de posser unos dedos más ágiles.
de lo mismo en cuanto a las evaluaciones y san- Esto quiere decir que cada cual puede, de acuer-
ciones que la escuela tiene como fin primordial do con sus virtudes, acogerse al grupo o asocía-
distribuir, y no importa si los términos adecua- ción que mejor le convenga si lo que busca es sta-
dos son los de “éxito” y “fracaso” o si deberían tus y consideración. Finalmente, resta decir que
ser sustituidos por otras dicotomías como “inte- todavía podrían añadirse otras líneas de diferen-
ligentes” y “deficientes”, “académicos” y “no aca- ciación social: por ejemplo, las de dominio o he-
demícos , inteligencias abstractas” e “inteligen- gemonía de una raza o etnia sobre otra; o se po-
z
o CUADRO III
‘a
sc
‘a
Las jerarquías múltiples
= Producción Escuela Patriarcado Asociaciones voluntarias/grupos
a de iguales
Mi
Trabajo Evaluación Edad Género
d
5— Burguesía éxito condición masculino jerarquía variada
z
Mi
directivos, etc.,
cuadros
adulta e informal
trabajadores fracaso infancia femenino
= subordinados
~P&EM
6
V E R A N 0 88 t Ni 1 33
dría desglozar alguna de las jerarquías empleadas rez sexual están reivindicando su condición adul-
en varias entrecruzadas, por ejemplo: trabajo pre- ta frente a una escuela que basa su poder en atri-
dominantemente intelectual o predominante- buirles una condición infantil. Pero la condición
mente manual, bien pagado o mal pagado, con adulta no existe al margen de los papeles que le
autoridad o sin ella, creativo o rutinizado, pres- corresponden en la esfera del trabajo y/o fami-
tigioso o insignificante, cómodo o duro..., distin- liat, y aquí es donde se produce el drama. Por-
ciones que no necesariamente coinciden, que, si la escuela prolonga forzosamente la ado-
lescencia, las formas más rápidas de acceso a ro-
Lo que queremos sugerir es que cada joven dis- les adultos son las que prescinden de ella, la in-
conforme o insatisfecho con su posícion en la je- corporación pronta a empleos no cualificados y
rarquía escolar podrá buscar una afirmación de el matrimonio temprano. Con ello, los jóvenes de
identidad en una jerarquía alternativa. La opción wiííis renuncian a la única vía a su alcance para
más sencilla es la de acogerse a un grupo de igua- acceder a otros empleos mejores, que sería la per-
les o a una asociación voluntaria, pero esto tam- manencia en la escuela —aunque su verosimilitud
bién puede presentar problemas. Por ejemplo, los sea discutible, y quizá precisamente por ello—; y
alumnos “fracasados” de clase obrera cuentan las jóvenes de McRobbie se niegan a sí mismas
con menos medios que los de una clase superior el tiempo necesario para construirse una femini-
para acogerse a organizaciones voluntarias —por- dad más compleja como es la de la “mujer culta”
que cuentan con menos medios para el ocio en de clase media, es decir, se privan de los medios
general—, y éstas están, en cualquiera caso, menos para introducir elementos nuevos en la negocia-
abiertas a los jóvenes que a los adultos, lo que ción de su status en el mercado matrimonial y en
convierte al grupo de iguales en laalternativa más el interior del matrimonio mismo, encaminándo-
alcanzable. Por el contrario, el alumno “fracasa- se a una versión de éste en la que sólo podrán ha-
do” de clase media que se vuelve hacia su grupo cer valer su condición de hembras y de fuerza de
de iguales es probable que se encuentre con que trabajo doméstico, mientras sus contrapartes de
éste comparte los valores escolares y no es pro- clase media harán valer su condición de “compa-
clive a asignarle un alto status, al tiempo que, por fieras”, su glamor, etc., basándose sobre todo en
otro lado, encontrará dificultades para incorpo- su nivel de educación, y podrán por esto mismo,
rarse a un grupo compuesto por jóvenes de dis- tal vez, acceder a empleos que a las otras les es-
tinta clase social que la suya —por eso señalába- tarán vedados y cuya condición retroactuará cir-
mos antes como más probable en estos casos una cularmente sobre su condición dentro de la fami-
estrategia de disociación—. Sin embargo, nos que- ha en ambos casos.
da todavía el problema de los jóvenes que cam-
bian una posición subordinada en la escuela por
otra igualmente subordinada en el trabajo o en la No se trata, pues, de jóvenes que cambien Gua-
familia, o sea los varoncitos de Willis y las mu- temala por Guatepeor en un ejercicio de autoin-
jercitas de McRobbie. Para estos autores, tales molación. No son ciegos suicidas sociales que
procesos no resultan demasiado problemáticos, simplemente buscan convertirse en trabajadores
pues derivan simplemente, en un sentido positi- explotados o amas de casa marginadas sin razo-
yo, de la influencia de la cultura obrera tamizada nes para ello. Unos y otras reivindican una ma-
por el género, y, en un sentido negativo, del re- durez a la que todavía sólo asocian imágenes va- n
chazo del control escolar. Sin embargo, desde el gas de los roles laborales y de género que la acom- E
punto de vista del modelo de estrategia de com- pañan, pues ¿qué padre reconocerá que el traba- ‘a
pensación en que pretendemos aquí subsumirlos jo es para él esclavitud y qué madre admitirá que ~
queda la cuestión de explicar por qué se acogen matrimonio y familia son frustración? Aunque O
a esferas sociales en las que no tienen mucho que las imágenes que estos jóvenes de ambos sexos ‘a
ganar. tienen de las instituciones adultas probablemen-
te ya no son idílicas, seguramente están todavía a
Los “colegas” de Willis que afirman su inde- muy por encima de la realidad. Los jóvenes va- Mi
pendencia respecto del control escolar mediante rones, en todo caso, tienen la ventaja de acogerse d
el tabaco, el alcohol, la vestimenta informal y a un rol de género comparativamente privilegia- ~
otros modos de incorporación a la “vida real”, o do. Más adelante tendrán más y mejores infor-
las jóvenes estudiantes de secundaria de la clase maciones sobre las consecuencias de sus opcio-
obrera de McRobbie que hacen gala de su madu- nes, pero para entonces ya será tarde. —
34 V E R A N 0 88 t ~1
to lugar, alumnos y estudiantes no cuentan con
estructuras organizativas estables y reconocidas
¿Son posibles estrategias desde las que articular sus reivindicaciones, y
generalizadas de oposición? esto es precisamente lo que requiere una estrate-
gia de oposición, mientras que para las estrate-
gias de compensación basta con apoyarse en laes-
tructura existente de otras instituciones o en lain-
formal de los grupos de iguales. En quinto lugar,
distinción entre estrategias de com- ydiscurso
como consecuencia de lo anterior,
y de oposición nos permite sistemático que oponer al denolaexiste un
escuela,
BÁnota, M. E. <1983): ¿Por qué no son mejores las chicas en mate- ciTaOUX, H. (1983): Theory and resistancein education, South Hadley,
máticas?”, Educación y Sociedad, 2. Mass., Bergin and Garvey.
B,LL,5. J. (1981): Beachside ComprehensivesA casestudyofsecondary HARARY, F. (1966>: “Merton revisíted: Anewclassiticaíion fordevianí
schooling. Londres, Camt,ridge LJniversity Press. behaviour”, American Sociological Review, XXXI, 5.
BAVDELOr, CH. y ESTABLET, R. (1976>: La escuela capitalista en Fran- HAROREAvES, DE. (1967): Social reía/jons inasecondaryschool, Lon-
cia, Madrid, Siglo XXI. dres, Routledge and Kegan Paul.
Bouaoivu. p. y PAssERON, J.C. (1970>: La réproduction. Paris, Minuil. tNkELES. A., y SMITH. FI. <1974): Becoming modero, cambndge, Mass.
Traducción castellana en Laia, Barcelona. Harvard Universíty Preas.
BowLEs, 5., y Or,.rrss. H. (1976): Schooling in capitalist America, Nue- LAcÉY. C. (1970): Hightown Crammar TIte school as a social syste,n,
va York, Basic Books, Traducción castellana en Siglo XXI, Madrid, Londres, Routledge and Kegan Paul.
1986. LARtCJN, R. (1979): Suburban youth jo cuí!ural crisis, Nueva York, Ox-
— t 1983): “La educación como escenario de las contradiciones en la re- ford University Press.
producción de la relación capital-trabajo”, Educación y Sociedad, 2. MeRoBBIE, A. (1978>: “Work¡ng class girís and the culture of femini-
CARNOY, M., y LíviN, E. M. <1985): Schooling and workin tIte demo- niíy”, en Women Studies Oroup, cd., ¡tomen Lake issue, Londres,
cratic State, Sianford, california, Siandford University Press. Tra- Hutchinson.
ducción castellana Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, MERTON, R,K, (1957): “Social siructure and anomie”, en R.K.M., So-
1988. cid theorv and social siructure, Nueva York, The Free Press.
CLARE, BR. <1960): “The cooling-ouí funclion in higher education”, PÁRsot’ts, 1. (1976>: “La clase escolar como sistema social: algunas de
American Journal of Sociology, LXV. 569-576. Versión castellana sus funcionesen la sociedad americana’, Revista de Educación, 242.
en A. Oras, ed., sociología de la Educación: Textos fundamentales, Esta es la Onica versión completa en España de este articulo, pero,
Madrid, Narcea, 1976. como la traducción no es muy buena, empleamos otra versión, in-
COLLJN5, R. (1979): TIte credeotial socie¡y. Nueva York, Academic completa pero mejor traducida: “La clase como sistema social: al-
Press. Traducción castellana en Akal, Madrid, 1988. gunas de sus funciones en la sociedad americanat en A. Oras, cd.,
CORRIGAN, P. (1979): Schooling tIte Smash Street Kids, Londres, Sociología de la educación: textos fundamentales, Madrid, Narcea.
Macmillan. POLLARO, A. (1979): “Negoiiating deviance and ‘getting done’ in pri.
DAVIS, K., y MooRe, W.E. (1945): Some principies ofstratificaíion”, mary school classrooms”, en L. Barton yR. Meighan, eds., Schools,
American Sociological Review, X, 242-249. Traducción castellana pupils aod deviance. Orlificíd, Naiferton Books.
en SM. Lipset y R. Bendix, Clase, status y poden Tecnos, Madrid. RIsT, R. C. (1977): “On understanding the process of schooling: ihe
Dáv,rs, L. (1979): “Deadlier Ihan íhe niale? Girís conformuty and de- coníribuíions of ihe labeling theo’y”, en J. Karabcl yA. E. Halsey,
viance in school”, en L. Barton y R. Meighan, eds., Schools, pupils eds., Power and ideology in education, Nueva York, Oxford Uni-
and detiance, Lewes, The Falmer Press. versity Press.
DELAMONT. 5. (1983): The conservative school? Sex rolesathome, al WÁ,crn’oRn, J. <1969): TIte cloistered eh/e. Londres, Macmillan.
work and tite school’, en 5. Walker y L. Barton, eds.. Gender. class WILLIs,P. (1978): Learning to labour ¡fow workingclass kidsget wor-
aod education. L.ewes, The Falmer Press. king class bbs, Atdershot, Gower. Hay traducción casíellana en
DEEEEEN, R. (1968): On what is ¿comed in schoot Reading, Mass., Akal, Madrid, 1988.
Addison-Wesley. WILLMOn, P. (1969): Adolesceot boys in East London, Harmonds-
FERN.&Non ENODITA, M. <1985): ¿Es tan fiero el león como lo pintan? worth, Penguin.
Reproducción, contradicción, estructura y actividad humana en la Woons, P. <1979): TIte divided schoo¿ Londres, Routledge and Kegan
educación’, Educación y Sociedad, 4. Paul.
— (1988): Entre la esperanza del cambio y el estigma de la reproduc- YouNo, M. F. FI., cd. (1971): Koowledge and controL Londres,
ción, Revista de Educación, en prensa. Macmillan.
u,
u,
‘a
1
o
‘a
sc
‘a
=
o
Mi
o-
=
3-
z
Mi
=
~PáEM6
ANALES
DELA
REAL ACADEMIA
DE CIENCIAS MORALES
Y POLíTICAS
MCMLXXXVII
NUMERO 64
SUMARIO
POLíTICA Y DERECHO
LUIS DIEZ DEL CORRAL. Variaciones en ¡alama de Tocqueville
GONZALO FERNANDEZ DE LA MORA: El ¡onismo de d’Ors
LUIS SANCHEZ AGESTA: La reciente orientación parlamentaria de los regímenes iberoamericanos
JESUS GONZALEZ PEREZ: Justicia y política
CIENCIAS SOCIALES
LAUREANO LOPEZ RODO: Relaciones con la Santa Sede del Gobierno del almirante Carrero
MANUEL ALONSO OLEA: El trabajo por cuenta ajena.
Su consideración jurídica, social y económica en la encíclica ‘Laboren exercens
PRIMITIVO DE LA QUINTANA LOPEZ: Consideraciones sobre la violencia
FERNANDO GARRIDO FALLA: La libertad de cátedra
ECONOMíA
JOSE MARIA DE AREILZA: Después de la cumbre de Islandia
JUAN VELARDE FUERTES: Inorme sobre Chile
FILOSOFíA SOCIAL
ANGEL GONZALEZ ALVAREZ: El arte y el humanismo
MARCELO GONZALEZ MARTIN: La violencia en el Antiguo Testamento
VICTOR GARCíA HOZ: Condiciones de la educación en una sociedad confusa
JOSE LUIS PINILLOS: Qué es psicohistoria
ALFONSO LOPEZ QUINTAS: La manipulación del hombre a través del lenguaje
OLEGARIO GONZALEZ HERNANDEZ DE CARDENAL:
La jerarquía eclesiástica ante Unamuno. Reflexiones a los cincuenta años de su muerte
VIDA ACADEMICA
JOSE MARIA DE AREILZA: Necrología (Manuel Díez Alegría)
Recepciones Académicas
Noticiario Académico
Disertaciones