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Ernesto Molano Devia – 2009

SERIE DE LA ENERGÉTICA ORGANIZACIONAL


Advertencia

Este texto es opinión sin pretensiones de ninguna clase. Es el resultado de estudios llevados a
cabo por el autor sin rigor científico, ni académico, ni religioso, por lo tanto no debe tomarse
éste como un libro de texto, ni guía de estudio y menos aún como un manual de autoayuda.

Su único objetivo es hacer un análisis de un texto antiguo de gran influencia en el mundo


occidental y que ha marcado el destino del organismo humano desde su pasado muy remoto.

Es posible que el ser humano al liberarse de tantos mitos que le atan y lo llevan hacia su propia
destrucción sea capaz de entrar en un proceso dignificante de sí mismo y de la vida que lo
rodea: humanos, animales, vegetales y en general células.

Se solicita que la lectura sea crítica pero abierta, permitiéndose tener una óptica que provenga
del interior, no impuesta por dogmas o doctrinas.

El Autor.
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¡PORQUE SOY HUMANO!


Atendiendo mi naturaleza celular, de aquella que me conformó y de la que provengo tengo
derecho a obtener mi alimento de la tierra que no posee dueño, el mismo derecho que tengo
al agua vital para mantener mi estructura, el mismo derecho al sol que me da energía y al
oxígeno producido por los vegetales y algas que requiero para vivir. Tengo derecho a estar en
soledad y amablemente subsistir compartiendo el mundo vivo y el inorgánico. Tengo derecho
a todo ello sin pagar.

Atendiendo mi naturaleza vegetal tengo derecho a mi autonomía, a mi identidad, a


autoformarme y mantenerme por mi mismo. Tengo derecho a ocupar un espacio donde pueda
proveerme mis propios alimentos, tener agua, oxigeno y sol. Tengo derecho a crecer,
expandirme y colaborar con el desarrollo del sistema vivo. Tengo derecho a todo ello sin
pagar.

Atendiendo mi naturaleza animal tengo derecho a mi libertad de movimiento, tengo derecho a


desplazarme y ubicarme en aquellos sitios donde mi vida esté asegurada. Tengo derecho a
vivir mis emociones, tengo derecho a sentir y compartir con otros similares a mí, tengo
derecho a disfrutar del mundo y de reunirme con mis pares. Tengo derecho a todo ello sin
pagar.

Atendiendo mi naturaleza humana tengo derecho a la libre expresión de mis pensamientos y


sentimientos, tengo derecho a crear, a comunicar, a sentir en libertad. Tengo derecho a
relacionarme, a crear, conformar y pertenecer a organizaciones dignificantes y evolutivas.
Tengo derecho a todo ello sin pagar.

Como ser humano tengo el deber de promover la vida en libertad, de reconocer a todos los
seres humanos como iguales, de proteger a los vegetales por ser los dadores de vida, de
proteger a los animales como ancestros y compañeros. Debo proteger las fuentes de alimento,
agua, sol y oxigeno pues son el patrimonio de la vida.

Y tengo el deber de respetar y dignificar toda forma de vida en reconocimiento a mí mismo y a


la lucha persistente de la célula por más de cuatro mil millones de años.

Ernesto Molano Devia


Ibagué, Octubre 13 de 2009.
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Contenido

Primera Parte:
La Serpiente.

Segunda Parte:
Prehistoria de la Mujer.

Tercera Parte:
Historia del Hombre.

Cuarta Parte:
La Maldición del Paraíso.

Quinta Parte:
Darse cuenta, Despertar, Abrir los Ojos.
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La Serpiente
Génesis 3 – La tentación y el pecado. (Texto bíblico)
1. La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Iahveh Dios había
hecho. Y dijo a la mujer: "¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los
árboles del jardín?"
2. Respondió la mujer a la serpiente: "Podemos comer del fruto de los árboles del jardín.
3. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: No comáis de él, ni lo
toquéis, so pena de muerte."
4. Replicó la serpiente a la mujer: "De ninguna manera moriréis.
5. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis
como dioses, conocedores del bien y del mal."
6. Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente
para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente
comió.
7. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban
desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.
8. Oyeron luego el ruido de los pasos de Yahveh Dios que se paseaba por el jardín a la hora de
la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista de Yahveh Dios por entre los árboles
del jardín.
9. Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: "¿Dónde estás?"
10. Este contestó: "Te oí andar por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me
escondí."
11. El replicó: "¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del
que te prohibí comer?"
12. Dijo el hombre: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí."
13. Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: "¿Por qué lo has hecho?" Y contestó la mujer: "La
serpiente me sedujo, y comí."
14. Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: "Por haber hecho esto, maldita seas entre todas
las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás
todos los días de tu vida.
15. Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza
mientras acechas tú su calcañar."
16. A la mujer le dijo: "Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás
los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.
17. Al hombre le dijo: "Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo
te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el
alimento todos los días de tu vida.
18. Espinas y abrojos te producirán, y comerás la hierba del campo.
19. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste
tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás."
20. El hombre llamó a su mujer "Eva", por ser ella la madre de todos los vivientes.
21. Yahveh Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de piel y los vistió.
22. Y dijo Yahveh Dios: "¡He aquí que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en
cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también
del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre."
23. Y le echó Yahveh Dios del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido
tomado.
24. Y habiendo expulsado al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama
de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida.
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El libro del Génesis es el primero de la Torá judía y de la Biblia Cristiana y por


ello documento de culto leído, orado, meditado y practicado por más de tres
mil doscientos millones de seres humanos, es decir por más del 52% de la
humanidad, en los cuales tiene influencia directa.

Esto sin contar la cantidad de personas que sin ser creyentes han recibido
influencia de las religiones mencionadas, al ser adoptadas y adaptadas sus
creencias dentro de las costumbres y cotidianidad.

Estas palabras iniciales como introducción al estudio del capítulo 3 del libro del
Génesis dada la importancia que éste tuvo y ha tenido en el desarrollo de la
humanidad.

Este texto describe lo que se ha denominado el Pecado Original, aquel en que


supuestamente por desobediencia o por orgullo los seres humanos decidieron
alejarse del Dios creador, y éste, en un gesto de ira descontrolada, lanzó una
maldición sobre su máxima creación y sobre toda la Tierra.

La idea del presente escrito, continuando con la visión evolutiva de la célula en


el planeta iniciada en el primer libro de esta serie: La magnífica Célula y la
Psicología de la Vida, se hará un análisis desde la óptica del organismo humano
en su proceso evolutivo.

El organismo humano aparece sobre la Tierra hace cincuenta mil de años, y


solo hace apenas unos cinco mil años que aprendió a escribir, la historia de la
humanidad se inicia con ese logro, lo sucedido antes de tan primordial hecho
se denomina prehistoria.
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La autoría del libro del Génesis se atribuye a Moisés, profeta liberador del
pueblo hebreo cuando se encontraba esclavizado en Egipto. Sin embargo los
hechos relatados en el mencionado libro sucedieron milenios antes de que su
autor los escribiera, esto quiere decir que lo descrito por Moisés es el
resultado de recopilaciones de leyendas y mitos muy antiguas tanto de los
hebreos como de otros pueblos sumerios de donde aquellos seguramente
provenían.

El mito de la creación descrito en el Génesis no es exclusivo de los hebreos y


varios de los relatos de aquel libro pertenecen a otras culturas con las cuales
los hebreos debieron tener relación cercana. De hecho en tales relatos hay
marcadas influencias sumerias y egipcias, los dos poderes hegemónicos de la
época.

El tema central de este escrito no es el origen de la vida, ni de la humanidad,


son las dramáticas consecuencias que para ésta última tuvo la sentencia
divina. No es fácil comprender a un creador maldiciendo a su creatura y
prácticamente a toda su creación, ya con la sola maldición se condena a la
humanidad a padecer sobre este planeta, a hacerle una vida sufrida y de arduo
trabajo, pero lo parte consecuencia más grave de la sentencia divina fue la
discriminación brutal a la que fue sometida la mujer, pagando con una altísima
dosis de violencia su pecado durante siglos, pena que aun hoy día paga.

Como se describió en la Magnifica Célula el organismo humano conformado


por células eucariotas, heterótrofo, omnívoro, mamífero está dotado de
conciencia celular, vegetal, animal y humana. De la celular posee su afán de
supervivencia y el miedo a la muerte; de la vegetal la autonomía y la identidad;
de la animal el movimiento y el sentimiento; y lo humano se refleja en su
capacidad cocreadora y su racionalidad.

En el mismo texto se describió la capacidad humana de magnificar la emoción,


gracias a la racionalidad. El ser humano actual posee herramientas y
conocimientos que no poseía hace doce mil años, cuando muy indefenso y
vulnerable se enfrentaba a grandes peligros que lo acechaban continuamente,
la muerte le rondaba, le acechaba, el miedo era inmenso.

En su soledad e indefensión el organismo humano buscó formas de protegerse


material y anímicamente, nacieron los ritos, y de los ritos la religión y en la
religión aparecieron los dioses protectores y castigadores, y de las historias
subjetivas de aquellos primeros hombres surgieron las leyendas y los mitos,
que después conformaron la base de las religiones arcaicas.

Entonces los animales fueron dioses, algunos benevolentes, otros malvados.


En todas las religiones existen estas figuras míticas, que provienen y tienen su
sustento en mitos, mitos generados por la mente ofuscada del humano
primitivo sumido en el pánico.
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La serpiente es mítica, es imagen de muerte y también lo es de sabiduría, es


una mensajera bien de desgracias o bien de fortuna, pero siempre ha sido
temida y esperada.

¿Qué motiva, desde lo más profundo de la conciencia humana ese temor hacia
la naturaleza animal? Hay que analizar este hecho desde dos perspectivas la
primera desde la conciencia celular y la otra desde la propia conciencia
humana.

La célula tiene un objetivo primordial: mantener la existencia que tanto le ha


costado conseguir, perderla se constituye en su miedo primordial. Ese miedo
ha sido el motor de la evolución, mas también es la causa hoy de la
depredación y crueldad existentes.

La célula primigenia es un organismo solitario e independiente que en su


evolución es capaz de conformar organizaciones de alta complejidad capaces
de generarse mayor seguridad para su supervivencia.

Con su primer intento: el organismo vegetal, la célula logra la constitución de


organismos autónomos y prácticamente independientes cuya debilidad es la
inmovilidad que impide la coproducción sexual, limitando la capacidad de
perpetuarse, sin esa capacidad el organismo vegetal estaría expuesto a la
desaparición y con ella la vida misma. Debe entonces la evolución encontrar
una solución a dicho dilema y se potencia la aparición del organismo animal.

Organismo animal y vegetal son entonces codependientes, el primero facilita


la perpetuación del segundo, mientras éste a cambio le suministra el alimento,
los nutrientes necesarios para que el organismo animal pueda existir. Hasta allí
todo perfecto y en armonía.

Armonía, serenidad, estabilidad y silencio son las características de la vida


vegetal, totalmente a la vida animal bulliciosa, inquieta, móvil, temerosa y
cruel. A la vez que ambas vidas son dependientes entres sí, la vida animal es
predadora de la vegetal, y si se multiplica en exceso, puede poner en peligro a
la vegetación y con ello a toda la vida.

Durante unos cuantos cientos de millones de años los animales, organismos


heterótrofos móviles, han reinado sobre los vegetales, organismos autótrofos
estáticos. Si bien durante todo ese tiempo, antes de la aparición del organismo
humano, los vegetales estuvieron muy pocas veces cerca de la extinción
causada por la sobrepoblación animal, la situación para el reino animal es
totalmente diferente.

Muy seguramente los animales nacieron como organismos totalmente


herbívoros y con el tiempo fueron surgiendo nuevas especies omnívoras,
debido posiblemente por la escasez cíclica de nutrientes. El organismo animal
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es más complejo que el vegetal, poseedor de un sistema nervioso central que


le garantiza el movimiento, para lo cual lo ha dotado de sensores, es decir, el
animal posee la capacidad de sentir. Siente hambre y siente miedo, siendo
estos los motivantes para generar su movimiento. El animal con hambre ataca
a otros para asegurar su supervivencia, éste es el mandato de la célula y ese
mandato transformó la vida animal en una existencia dominada por el miedo.

De alguna manera la vida serena y silenciosa planteada por los vegetales se


transformó en una existencia sangrienta, dura y violenta, en una sola palabra
cruel. Y en medio de ese mundo cruel surgió el organismo humano, mucho
más frágil y débil que sus antecesores animales, de alguna manera una nueva
presa de caza para ellos. Sin embargo la capacidad de reflexión y abstracción
finalmente le brindó la fuerza para sobreponerse e imponerse sobre toda la
vida existente hasta entonces.

El sistema nervioso humano más complejo que el de los animales y la actividad


mental capaz de crear vivencias más allá de lo físico, transformarlas en nuevas
formas reales o no, buscó la manera de explicar y simbolizar esa existencia
cruel y difícil en la que se desarrollaba su vida. Intuitivamente el humano
comprendió que la crueldad venía del reino animal, mientras el vegetal
permanecía indiferente a ello, haciendo siempre su silencioso trabajo, ser
dador de vida.

Los humanos al igual que la gran mayoría de los animales y un alto porcentaje
de los vegetales utilizan la coproducción sexual como forma de multiplicación,
mandato de la célula ancestral. La coproducción establece dos individuos de la
misma especie con diferencias claras, el uno, el masculino, produce una parte
y el otro, el femenino, produce la otra.

En la gran mayoría de los animales superiores, el femenino, la hembra, se


encarga del cuidado de las crías, los nuevos seres originados a partir de la
coproducción. Esto es totalmente imperativo en los mamíferos, pues es la
hembra, la madre, quien les suministra el alimento, sin ella las crías morirían.

En el caso humano, la situación es aún más crítica, el pequeñín es sumamente


frágil, indefenso y su crianza toma mucho tiempo. Esto exige una presencia
permanente de la madre, y a semejanza de muchos otros mamíferos, de todas
las hembras del grupo.

En los primitivos humanos, las comunidades estaban diferenciadas


sexualmente, las mujeres se dedicaban al cuidado de los niños mientras los
hombres se dedicaban a la caza, a la defensa de los animales depredadores y a
la búsqueda de nuevas áreas de alimentación. Dos comportamientos muy
diferentes y complementarios.
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Este es pues el escenario que quiso ser representado en el capítulo 3 del


Génesis: Un entorno vegetal generoso, dador de vida; un entorno animal
peligroso, cruel; un ser humano femenino en contacto con la naturaleza; un
ser humano masculino poco involucrado y manipulable.

El Árbol del bien y del mal, el símbolo de la sabiduría contenida en la


Naturaleza prodiga y tranquila. La serpiente, aquí como símbolo de la
perversidad animal. Eva, símbolo de la mujer y Adán símbolo del hombre. Dios
y los demás dioses son el resultado de la actividad mental y racional del género
humano.

Los objetivos secretos del escrito bíblico seguramente pretenden detener ese
despertar de los seres humanos que están reconociendo su poder, la mujer ha
adquirido la capacidad de relacionarse con la Naturaleza de una manera
distinta a la del hombre y lo está dominando. Ambos saben que solo a través
de la Naturaleza, el ser humano encontrará su conciencia y si es posible lograr
la inmortalidad al conquistar el simbólico Árbol de la Vida.
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Prehistoria de la Mujer
La aparición de la escritura es un hecho muy importante en la historia de la
humanidad. Pareciera que ella hubiese dado un salto extraordinario, que
hubiese salido de la oscuridad a la luz por ello. Pero no, la historia no es así, es
un proceso continuo, un suceso genera otro, un antecedente a una
consecuencia. El único cambio tras la aparición de la escritura fue la posibilidad
de registrar los eventos, las historias, las tradiciones, las experiencias y el
conocimiento.

Para conocer la vida de la humanidad anterior a la aparición de la escritura,


solo se posee la información proveniente de la paleontología, la arqueología y
la misma biología. Los grandes avances de la ciencia moderna permiten
conocer mucho de la posible cotidianeidad de los primitivos habitantes
humanos del planeta Tierra. Sin embargo, y pese a la calidad de las
investigaciones, tales narraciones pueden ser simples especulaciones, tal como
la narración que se ha de desarrollar en este aparte, mas esta versión de la
historia puede, de alguna manera, justificar el texto contenido en el capítulo 3
del libro del Génesis.

En los tiempos remotos cuando apareció el ser humano, la vida animal


dominaba sobre la faz de la Tierra, los carnívoros estaban en la cúspide de la
pirámide alimenticia, sin embargo desde los primeros niveles de la misma
imperaba el miedo. Cada animal temía a cada instante por su vida, manadas de
depredadores atacaban a otras de animales más pacíficos. Se vivía la primera
parte de la novela de terror en que se había convertido el mundo. Ningún ser
vivo tenía tranquilidad, aún las plantas podrían ser arrasadas frente a las
manadas de gigantescos herbívoros, como había sucedió milenios antes cuando
existieron los dinosaurios y que estuvieron muy cerca de extinguir la vegetación
y con ella la vida misma.

Tal era el ambiente que reinaba cuando apareció el género humano: un mundo
inhóspito y cruel, lejano a la visión del jardín del Edén propuesto en la Biblia.
Todo lo contrario, los humanos debieron huir de las fieras que los acechaban,
protegerse de las inclemencias del tiempo y aprender a sobrevivir en ese
entorno.

Y es de los animales de quienes aprendieron casi todo lo que necesitaron para


lograr esa sobrevivencia. De ellos comprendieron que podía comer, acto
esencial para garantizar la vida, de los herbívoros como los simios conocieron
que hierbas eran aptas y cuáles no, y de los carnívoros aprendieron la tarea de
la cacería. Igual de los animales aprendieron que fuentes de agua eran buenas y
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cuales les eran peligrosas. El reino animal, con todas sus características, fue la
gran maestra de la humanidad.

Sin embargo la otra maestra silenciosa fue la vegetación, ella siempre mostró
otro aspecto de la naturaleza, un comportamiento pasivo, calmado y generoso,
siempre dispuesta a dar su vida, vida que renacía. El reino vegetal brindaba
abrigo, protección y alimentos.

El maestro no busca a su discípulo sino que es al contrario, las enseñanzas


tocan la esencia de su aprendiz cuando éste encuentra sintonía con el primero
y eso fue lo sucedido en aquellas épocas remotas, la mujer, dadora de vida se
sintió más cercana al mundo vegetal mientras el hombre, aguerrido, se acercó
al mundo animal.

La mujer tenía que cuidar a sus frágiles crías durante un largo periodo de
lactancia, mantenerlo unido a su pecho durante extenuantes caminatas, de
darle calor en las frías noches de invierno y sobretodo de darle las instrucciones
básicas para poder sobrevivir en aquel mundo.

Durante milenios los novatos humanos vagaron por tierras salvajes dominadas
por animales en medio de una exuberante flora que paulatinamente empezó a
decaer por cambios climáticos, obligando a las manadas animales a emigrar
buscando nuevas fuentes de alimento, tras ellas, furtivamente, marcharon los
humanos.

Se ha de recordar que el propósito fundamental de la célula es asegurar su


existencia, para ello a diseñado los diferentes modelos vegetales, animales y
humanos. Todos ellos persiguen el mismo objetivo: mantenerse con vida y
multiplicarse. El organismo humano está dotado de una herramienta poderosa
no disponible para los otros reinos: la capacidad de razonar.

Dotados de un efectivo y eficiente sistema nervioso central que le permite


sentir, conjugando dicho sentir con su pensar, el ser humano fue capaz de
integrarse, defenderse, contactarse y dominar todo el entorno que le era
adverso.

Ejemplo de esto último fue el dominio del fuego, logro que no se puede decir a
ciencia cierta si fue femenino o masculino. Por la naturaleza del hombre
agresiva pudo haber sido masculino por cuanto es más avezado, mas también
pudo ser femenino por la cualidad observadora de este género.

El dominio del fuego fue el logro humano que estableció la diferencia y los
límites sobre el reino animal y el vegetal, y que permitió finalmente la
dominación humana. Es por esto que el fuego es el símbolo de la humanidad.
Se debe notar que en el último versículo del capítulo 3 del Génesis, el fuego
tiene esa connotación de límite y poder, gracias a él el Árbol de la Vida estaría
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fuera del alcance del ser humano. El fuego es entonces un elemento de poder
solo accesible a los organismo superiores, igualmente es un medio de
intimidación, algo que conocieron muy bien los humanos y lo habrían de usar a
lo largo de toda su historia por venir.

Volviendo a la edad de piedra, como la ha denominado la ciencia moderna


humana, época en que el ser humano empezó a crear y usar elementos para su
defensa y uso cotidiano, no se puede decir aún doméstico. Las piedras y rocas
era uno de los elementos disponibles para la defensa, seguramente lo
aprendieron de ver manadas de simios que las usan para alejar a sus atacantes.
Pero este es un tema masculino, pues son ellos los encargados de la defensa y
de la caza, segunda aplicación que realmente originó la primera fabricación de
la lanzas.

La mujer de la edad de piedra no llevaba una vida contemplativa, pero


seguramente era más serena que la del hombre, ellas debían permanecer
alerta cuidando las crías de la manada mientras el hombre salía en jornadas de
caza. Esta mujer era aguerrida y fuerte, luchadora porque el medio así se lo
exigía. Pero ella fue quien desarrolló la ternura, el amor y la compasión.

El ser humano por su sistema nervioso desarrollado es capaz de transformar las


emociones en sentimientos, mentalmente crea nuevas realidades más allá de la
material, un mundo de pensamientos y sentimientos. Si existiese una historia
del sentimiento esta se originaría en los de la madre por su hijo.

Y la mujer de la edad de piedra, lejos de ser la excepción, es la que empieza a


escribir la historia del sentimiento. En medio del complejo y hostil ambiente,
pleno de crueldad la mujer construye unos vínculos de afecto cada vez mayores
con su descendencia, durante la gestación y luego durante la infancia.

Si bien tanto hombres como mujeres buscaban permanecer con vida, los
caminos tomados, mandados por la naturaleza de cada uno, fue diferente. El
hombre miraba hacia el horizonte, para no perder la manada que seguía, la
mujer miraba el entorno cercano para no perder de vista a sus críos. En la
lejanía estaba el futuro, en la cercanía el presente.

Esta diferencia de visión, complementaria para la humanidad ha sido motivo de


conflicto siempre en las relaciones hombre-mujer. La visión sobre el entorno
cercano le permitió a la mujer acercarse a la naturaleza de una manera
diferente.

Seguramente la mujer fue capaz de comprender el proceso de la vida vegetal,


como a partir de una pepita que caía sobre la tierra, brotaba en poco tiempo
una ramita, que se transformaba en planta. De ella misma y de los animales
comprendió como era la gestación y la protección de los críos indefensos. De su
capacidad de observación comprendió que algunas plantas eran nocivas y otras
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eran beneficiosas. De su propia experiencia emocional comprendió que al


acercarse a la naturaleza sin ánimo de agredirla podría llegar a dominarla, y sin
buscarlo lo logró.

La prehistoria es de la mujer, los grandes logros de la humanidad en la época


de lo no-escrito fueron femeninos. La mujer logra dominar la Naturaleza y la
domestica. Al dominar el reino vegetal crea la agricultura y al reino animal cruel
y salvaje lo torna dócil y suaves. Estos logros son demostrativos del gran poder
que poseía la mujer.

De los vegetales aprendió mujer muchos de sus secretos, no solo de sus


propiedades nutricionales al dominar los cereales, seguramente los primeros
domesticados sino también sus propiedades medicinales, sanadoras y
psicotrópicas.

Con las primeras la mujer se consolidó como el centro de la comunidad, ella


podía sanar a los enfermos: niños, guerreros, ancianos y ellas mismas. Este
conocimiento lógicamente le brindo gran poder. Igualmente tenía el
conocimiento para sanar o para matar. La naturaleza humana tiene su
componente vegetal protector de la vida y el animal cruel, componentes que
magnificados por la actividad mental le permite, por decisión personal proteger
o acabar con la vida, el conocimiento del bien y del mal.

Con las psicotrópicas, la mujer adquirió nuevas formas de ver su realidad, de


observar mundos nuevos contenidos en su mente, pero sobre todo adquirió el
conocimiento de que con ellas podía inducir a otros hacia esos nuevos
escenarios de la vida, podía manejar y manipular a su antojo o su capricho. Un
gran poder en un mundo muy cruel.

La mujer puede actuar como la hace la naturaleza vegetal, la cual,


pacientemente construye su entorno en silencio y lentamente termina
imponiéndose. Capaz de sentir igual podía amar y odiar, en una época donde
los sentimientos apenas brotaban, ella podría haberlo sentido sin control.

Consecuencias de la domesticación de la naturaleza fueron la transformación


de la nutrición, el cambio de vida nómada a la sedentaria y el establecimiento
de la ciudad. Con los cereales y otros vegetales domesticados aparecieron los
primeros alimentos preparados al fuego. La manipulación de cereales y frutos
permitió el advenimiento de las bebidas incluyendo las embriagantes.

La domesticación animal permitió garantizar el suministro de proteína animal,


la cual al someterla al fuego adquiría nuevos sabores y texturas, la
disponibilidad de leche que significo una disminución de la lactancia humana, el
cuero de los animales domesticados facilitaron el abrigo tanto de los mismos
humanos como para la construcción de viviendas. El texto del capítulo 3 le
quita precisamente ese logro al humano y se lo otorga a Dios, al mencionar que
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los vistió de pieles. En conjunto, gracias a la visión de la mujer, la humanidad


dio grandes avances en su proceso de adaptación al mundo, mas sobre todo
empezó a desarrollar su capacidad creadora, que la alejará para siempre del
reino animal.

Pasaron miles de años desde que el género humano hizo su aparición hasta que
apareció la primera ciudad. Seguramente los primeros milenios los asustadizos
humanos trabajaron mancomunadamente en la búsqueda de su supervivencia,
pero lentamente los caminos se fueron distanciando debido a la brecha sexual
y los llamados de la naturaleza propia.

Esa separación de visiones, aun vigente hoy en día, le fue otorgando a la mujer
un gran poder, un poder ganado por su capacidad de sentir y percibir, ella se
contactó sin agresión con las otras formas de vida, aprendiendo de ella. Y
entonces la serpiente se acercó a la mujer y le ofreció una vida mejor.

Y la mujer se armó de poder constituyendo una sociedad matriarcal donde


seguramente el hombre fue sometido, ella tenía muchas razones para hacerlo y
muchas herramientas para lograrlo. Varios milenios de tiranía femenina
debieron existir y debió ser brutal para que en todo el planeta la mujer llegase
a ser disminuida de tal manera, prácticamente no existe ninguna cultura, desde
la aparición de la historia, donde se le dé un papel protagónico a la mujer, en
todas está detrás o mejor debajo del hombre, dominada por él.

El hombre adoraba al Sol, era parte de su visión, cuando él aparecía en el


firmamento el hombre se alistaba a su actividad diaria. La mujer adoraba el
agua y la noche cuando el fuego y la luna reinaban. Con la luna pudo
sincronizar su ciclo menstrual, su esencia femenina, el fuego le permitía
transformar animales y vegetales en alimentos y medicinas, y el agua le
limpiaba y refrescaba.

De sus relaciones con los astros, surgieron las religiones, eran inalcanzables,
lejanos, protectores o vengadores, al menos era lo que provenía de la mente
humana. Ellos, los humanos, incapaces de asumir su destino se lo achacaron a
otros seres que estaban allá, lejanos, ausentes y culpables de su eterno dolor.

Cuando los hombres y los niños descansaban en la serenidad de la noche, la


mujer se retiraba también a descansar, lo hacía observando el cielo, la noche
en toda su inmensidad, a veces con luna, otras totalmente a oscuras.
Posiblemente tomaba algunas de aquellas plantas psicotrópicas que le
permitían escapar de la dura realidad donde tenía visiones de mundos mejores.

Esas visiones fueron las que propiciaron el nacimiento de las religiones, de las
cuales las mujeres fueron las primeras sacerdotisas, ellas eran las poseedoras
de la llave a esos mundos nuevos y diferentes. La supremacía femenina pronto
acabaría.
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Historia del Hombre


La prehistoria masculina fue igualmente difícil, liderando movimientos en un
mundo altamente peligroso por conocer. Con su visión hacia el horizonte el
hombre primitivo siguió las hordas animales en la búsqueda de mejores lugares
donde vivir.

El hombre en la prehistoria tuvo la responsabilidad de proteger físicamente su


manada, ello lo obligó a endurecerse tanto en lo exterior como en su interior,
en una época de miedo y crueldad, tenía que armarse de la mejor forma
posible. Inicialmente se defendía con piedras y palos, con la conquista del
fuego empezó a construir puntas de lanza con las cuales pudo mejorar la caza y
lógicamente la protección. El fuego también se convirtió en un elemento de
defensa, no se imaginaba cuanto.

El hombre se mantuvo muy ocupado en la prehistoria principalmente


descubriendo, conquistando y colonizando el espacio, un espacio indomable,
agresivo y con una alta dosis de crueldad. El hombre siguió literalmente el
sendero del animal y aprendió de él.

La mujer, siguiendo el sendero vegetal, logró crear una dependencia masculina


a ella, a su protección, a su cuidado y a su conocimiento. Prácticamente toda
forma de vida en la Tierra es dependiente del mundo vegetal por una u otra
razón, igual la mujer se volvió imprescindible para el hombre, creando lenta y
sutilmente una relación de dependencia donde la mujer dominaba.

La forma como se desarrolló esa dependencia y dominación femenina sobre el


hombre es desconocida, no hay que olvidar que son los tiempos sin registro, de
lo no-escrito, porque cuando aparecen los primeros registros ya había sucedido
la revolución, el mundo era masculino y la mujer se encontraba postrada,
devaluada y maltratada.

Los milenios de mandato femenino debieron de ser muy duros, quizás las
únicas referencias de su existencia vienen de los griegos, entre ellos Heródoto y
Homero que las mencionan en sus textos y las relacionan con la mítica batalla
de Troya. Este fue el único pueblo liderado por mujeres del que se tiene
referencia y del cual Heródoto da algunos detalles de él, de su época y de su
espacio.

La escritura surge en tiempos de Imperios ya maduros y plenamente


conformados, organizaciones netamente masculinas donde la mujer ya había
perdido todos sus derechos. Las ciudades emergieron gracias a los logros
femeninos y se convirtieron en su propia trampa.
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Para llegar a constituir a los primeros imperios la humanidad tuvo que caminar
un largo trecho desde que aparecieron los primeros poblados, los cuales
surgieron alrededor de las granjas resultado de la domesticación de animales y
plantas. Igualmente los asentamientos permitieron el desarrollo de la
orfebrería y posteriormente la manipulación de los metales.

Todos estos eventos fundamentales para la humanidad se sucedieron en la


prehistoria, grandes avances que fueron modelando el comportamiento
humano. Así como ciertos animales guardan alimentos para los duros meses de
invierno, los humanos aprendieron a conservar productos para las duras
épocas, empezaron a atesorar objetos, animales y personas.

En algún momento, debido a la magnificación propia de su naturaleza, los


humanos dejaron de ser prevenidos para convertirse en seres ambiciosos y
codiciosos. La envidia puede ser percibida en ciertos comportamientos
animales, pero estos no suelen almacenar nada que no requieran, los humanos
deformaron esa necesidad de almacenar en atesorar.

Al tener una producción permanente de alimentos, armas y objetos de uso


doméstico y personal, empezaron a existir excedentes que fueron utilizados
para inicialmente hacer intercambios con otros grupos humanos, naciendo de
esta manera el comercio.

La ambición por los tesoros de los otros se volvió costumbre, se deseaba


entonces las tierras que los otros habitaban, sus animales, sus hijos, sus armas,
etc. Los humanos empezaron a luchar por las pertenencias de otros, a
diferencia de los animales ya no solo peleaban por comida solamente, también
lo hacían por cosas.

Esa necesidad de poseer posiblemente es más masculina que femenina, pues la


mujer ya había logrado poseer lo que necesitada y tenía un gran poder, este
último realmente se volvió en lo más apetecido del mundo, el hombre buscaba
poder.

Se inició entonces una lucha sin cuartel en todas las direcciones, lucha que
habría de ganar, si así se puede decir, el hombre pero con una cuota de sangre,
violencia y dolor nunca vista sobre la faz de la tierra, excediendo con creces la
derramada en la época de los grandes dinosaurios carnívoros.

Las ciudades surgieron como centros de comercio y de poder, seguramente


lideradas y organizadas por hombres, las mujeres estaban dedicadas a la
maternidad, la crianza de los hijos y buena parte de la producción
agropecuaria, que era su fortaleza.
18

La ciudad se conforma como una organización humana diferente, de alguna


manera es un escalón en el proceso de la vida, a manera de los
superorganismos humanos, se constituye la ciudad que lentamente fue
situándose como centros de vida, pues en ella era posible conseguir muchos
recursos para poder vivir.

En la ciudad ya existen claramente jerarquías y diferencias notorias,


principalmente entre aquellos que poseen y los que no. Estos últimos entonces
son obligados a trabajar para ganar su comida, ese trabajo con el tiempo se
transforma, por efecto de las luchas de poder, en esclavitud, el comercio de
humanos provee de aquellas épocas antiguas.

La jerarquía también luchó por obtener el poder que poseía la mujer, no se


puede decir si es esa guerra se libro antes del advenimiento de la ciudad, pero
indudablemente fue un proceso cruel y despiadado, dejando a la mujer como
un ser de baja categoría, otra materia de comercio, sometida a la esclavitud, al
maltrato y a la desaparición como ser social.

La ciudad y posteriormente el imperio son sistemas mayores que contienen


una serie de subsistemas que les dan vida, con un funcionamiento análogo al
de los organismos vivos que los conforman. De las costumbres tribales
proviene la institución religiosa como uno de los sistemas que brindó y brinda
mayor identidad y cohesión. Desde las creencias surge una poderosa
organización que habría de controlar la vida y el progreso humano.

Y las creencias se originaron del miedo existencial de la célula a la muerte, la


religión y las demás organizaciones humanas generaron seguridad. La
humanidad no era consciente de dos elementos esenciales: el primero que la
muerte es inevitable y la segunda que la seguridad solo puede proveérsela el
ser desde su interior, es decir hacer caso de su naturaleza vegetal. La mujer
estuvo cerca de lograrlo al acercarse a ella en forma no destructiva, pero en su
camino sometió al hombre, quien guiado por su naturaleza animal finalmente
se dejo llevar por el miedo a la muerte y buscando seguridad fundamentó un
verdadero sistema de Terror.

El hombre desarrolló entonces un mundo enfocado hacia la conquista y el


sometimiento basado en la guerra y la dominación. La historia escrita, que
corresponde a la supremacía masculina, es la historia de la guerra, de la
degradación, depredación y aniquilamiento de toda forma de vida.

Desde los primeros escritos humanos, se narra el horror generado por el


hombre contra el hombre y que ha arrasado por milenios no solo a la
humanidad sino a todo el planeta, lo vivo y lo inerte. La guerra se repite día a
día en aquellos lugares donde surgieron las civilizaciones.
19

Ciudades-estado que se constituyeron en imperios belicosos empezaron a


dominar a otras culturas, la mayoría de las veces destruyéndolas, esquema que
se repitió y que de alguna manera se repite en el mundo actual.

Los animales domesticados se transformaron en elementos de guerra, crónicas


de guerra muestran como los ejércitos más poderosos poseían caballos o
elefantes, muchos animales diseñados para la guerra. Los vegetales fueron
también usados para fines perversos como el envenenamiento a veces
individual otras veces sistémico. Y la metalurgia tomó fuerza por la fabricación
de armas. El fuego de ser elemento protector paso a ser destructor. Los
elementos y seres vivos fueron dominados por el hombre para la guerra.

La naturaleza animal es cruel, la humana se transformó en perversa. Desde


aquellos tiempos remotos del inicio de la historia humana existía una necesidad
de dominar al otro, poseer lo del otro, una ambición desmedida que terminó
convirtiéndose en la gran tragedia de la humanidad.

Tras la guerra han llegado el maltrato, la violación de derechos, el


sometimiento, el tráfico de humanos y la esclavitud. Es importante profundizar
en estos aspectos pues hacen parte de lo que los intelectuales y académicos
denominan el inconsciente colectivo. Han sido milenios de dolor, donde los
más débiles y desposeídos han padecido una vida miserable.

Maltratar significa menoscabar o echar a perder. Menoscabar, a su vez,


significa disminuir. En la guerra los vencedores siempre han pretendido
disminuir a los vencidos, y los minimizan destruyendo su dignidad, esa ha sido
la consigna de la guerra a lo largo de los milenios de su existencia.

Más dramático es el otro significado de menoscabar: echar a perder. Existe una


palabra de origen latino que posee el mismo significado, esa palabra es
corromper. Etimológicamente esa palabra está compuesta por Cor: corazón y
rumpere: romper. Para los romanos Corromper significaba no solo echar a
perder sino también romper desde adentro y romper el corazón. La guerra ha
roto muchos corazones a lo largo de la historia humana.

Aquí está el origen de la corrupción humana, todos los seres vivos se degradan,
se envejecen y mueren. Ni la célula, ni los organismos que conforma son
inmortales, el gran enemigo de la célula y de la vida es la muerte, los humanos
desarrollaron una estrategia de muerte y no de vida. Las condiciones difíciles
que vivieron los primeros humanos fueron transformadas en condiciones de
muerte, haciendo la vida más cruel que lo era para los animales, condiciones
que aún persisten.

¿Cuántas vidas destrozadas, destruidas por violaciones al cuerpo, a la dignidad,


al derecho a vivir ha causado la absurda guerra? Miles de millones de seres
vivos han sido destruidos por esa inagotable ansia de poder, generada en un
20

miedo inmenso a morir. He aquí una respuesta, que no justifica la guerra, pero
si el comportamiento humano. Los últimos versículos del capítulo 3 del Génesis
plantean la respuesta: la búsqueda de la inmortalidad, el árbol de la vida.

La violación del cuerpo y de la dignidad, quizás el más degradante de los


comportamientos humanos dirigida a los más débiles: las mujeres y los niños. El
dolor padecido durante centurias por madres que observan el maltrato de sus
hijos es el producto de un odio exagerado por la mujer, sentimiento aún no
entendido, indudablemente la mujer debió cometer en el pasado remoto algo
muy cruel para ser merecedora de tan humillante castigo.

La mujer, un ser de tercera categoría durante la historia del hombre,


menospreciada, vilipendiada, humillada, violada, vendida, maltratada y
maldecida desde la organización religiosa antigua, maldición que aún lleva a
cuestas.

Hay que volver al pasado tantas veces como se requiera para poder
comprender, para aprender y avanzar. Las guerras han causado más dolor y
más muertes inútiles que ninguna enfermedad o que la naturaleza cruel del
animal. Peor aún, ha creado un resentimiento en el inconsciente colectivo que
hace más daño y no permite romper el círculo vicioso.

Afortunadamente apareció la historia y su trágico registro para dar cuenta de la


perversidad humana, para darse cuenta que en cinco milenios de civilización
solo se ha logrado transformar el miedo animal en terror, con los imperios,
estados y organizaciones enfocadas en él. Registros de crueles imperios:
Egipcios, Caldeos, Asirios, Persas, Griegos, Romanos, Aztecas, Mayas, Incas,
Españoles, Chinos, Portugueses, Franceses, Ingleses, Alemanes, Americanos, y
tantos mas todos cocinados en el mismo caldero, hervidos en el fuego de un
fundamentalismo religioso que ha sido totalmente dañino.

Porque detrás del terror humano está la creencia religiosa que magnificada se
vuelve en idolatría, en ceguera, en incomunicación, en doctrina y en
manipulación de los más débiles. Ese fundamentalismo religioso ha matado a
millones por diversas razones, olvidando que son humanos y que son seres
vivos.

La historia del hombre surge del odio, de la ambición y es camino de sangre, de


dolor y de miseria que aún no logra dignificar la vida. Que podía esperarse de
una humanidad maldecida por su creador, maldecida su labor y maldecida la
propia tierra que le daría de comer.
21

La Maldición del Paraíso


Esta parte está escrita en primera persona ya que es el resultado de
reflexiones personales resultado de un largo viaje emprendido hace más de una
década. Viajé tratando de comprender el dolor humano, la inequidad, la
exclusión y la injusticia. Ha sido un viaje personal y por ello subjetivo. Sé que
mis planteamientos serán aceptados por pocos, rechazados por muchos, pero
en mí profundo interior siento un deber exponerlo al mundo desafiando hasta
su más íntima estructura, no seré el primero en hacerlo ni seré el último.

De la vida durante prehistoria humana es poco lo que conocemos, solo


especulaciones, entonces las mías tienen la misma validez. Sobre los registros
históricos también tenemos la posibilidad de dudar de su veracidad, pues ha
sido manipulada tantas veces y de tantas maneras, que los registros no deben
ser aceptados como dogma. Tantos escritos y culturas que han sido destruidas
por las culturas dominantes, recordar Alejandría y su hermosa biblioteca o la
destrucción de la América prehispana son solo dos ejemplos de la manipulación
de los registros.

Por ello, ratifico, me tomaré la libertad de escribir lo que siento en primera


persona, con la libertad de un hombre que cree en la vida, en el proceso de la
célula por sacar adelante su proyecto, de un hombre que cree en el ser
humano como cocreador y gestor de la nueva etapa celular, que considera que
el hombre no debe ser redimido, sino que debe aprender a darse cuenta que es
parte de un ser universal que se construye a sí mismo a cada instante.

Hay tres caminos para llevar a cabo el análisis de este texto: desde la
perspectiva de la evolución celular, objetivo de esta serie de escritos; desde la
óptica del organismo humano en sí y la tercera sería desde la construcción de la
humanidad como sistema mayor que recoge a todas las demás organizaciones
desarrolladas por los seres humanos.

Iniciaré desde la tercera hacia la primera, haciendo un análisis de las


implicaciones históricas del texto, su influencia en el desarrollo de la
denominada civilización para después estudiar sus efectos en la construcción
del organismo humano y finalmente analizar las consecuencias actuales en el
desarrollo de la vida y la evolución de la célula. En el siguiente capítulo daré mis
reflexiones para que a partir de las implicaciones aquí mencionadas promover
una transformación en el proceso humano y retomar la senda del desarrollo
celular.

¿Para qué reflexionar en un texto tan antiguo, que pocas personas en este
mundo sin tiempo, habrán leído? Considero que pocos textos han influido
22

tanto en el desarrollo de la humanidad como éste. Es posible que hoy en día


sean pocos los lectores de la Biblia y son menos aún los que la leen con un
sentido crítico.

El texto, indudablemente, fue escrito con la intención de amedrentar al pueblo


hebreo y generar un sentimiento de culpa por una falta. Pero es tal la magnitud
del castigo que invita a analizar la falta con profundidad. En los dos capítulos
anteriores traté de describir la prehistoria y la historia del hombre. La idea
central que planteé con relación a la prehistoria es que fueron tiempos
dominados por la mujer, gracias posiblemente, a su capacidad de comunicación
con la naturaleza, que concluyo con su domesticación, hecho que le originó
gran poder.

En cambio, a la historia la describo como una época muy violenta con total
dominio del hombre, con una mujer prácticamente anulada y considerada
simplemente como un objeto de valor. En la etapa de la historia del hombre, el
miedo se constituye como la forma de dominación imperante.

Antes de la maldición infame del tercer capítulo, Dios había advertido al


humano sobre no comer del Árbol del Bien y del Mal, so pena de muerte. ¿Qué
misterio encierra esta metáfora? Pues es apenas lógico que el significado
sugiere otra interpretación. El animal, quien dominaba la vida antes de la
aparición del humano, posee una capacidad muy primitiva para juzgar,
seguramente actúa con fines de supervivencia, ese es el único juicio capaz de
realizar: escoger entre lo que le es conveniente y lo que no, es un juicio de
valor.

El ser humano posee un sistema nervioso mucho más desarrollado que le


permite reflexionar y tomar decisiones. Gracias a esa capacidad superó al
animal y dominó a la naturaleza. Pero, ¿qué significa tomar decisiones?
Simplemente poder seleccionar entre diferentes opciones la que pueda ser más
favorable y eso es emitir un juicio de valor. En el caso animal, él solo puede
decidir entre matar para vivir o morir de hambre, en el caso del cazador y en el
caso de la presa, poco espacio tiene para decidir, solo correr para salvar la vida.

El humano puede decidir que presa seleccionar y establecer una estrategia de


caza, diseñar herramientas y después decide como hacer uso del producto de
su cacería, no simplemente satisfacer el hambre momentánea e iniciar el ciclo
de caza una vez tenga de nuevo hambre. El humano superó al animal por su
capacidad de reflexión que le permitió decidir.

Escoger entre lo que le es favorable y lo que no, llevado a otras palabras es


equivalente a decidir entre el bien y el mal. Entonces cuando el humano es
capaz de tomar decisiones y discernir entre lo que le es bueno y lo que no,
supera un gran escollo en su desarrollo mental y físico.
23

Sin embargo, pudiera interpretarse del texto, que a alguien no le interesaba


que el humano obtuviera ese nivel de desarrollo y esa capacidad de decisión.
Porque tener capacidad de realizar tal acto proporciona libertad además que es
un ejercicio de conciencia y esta última era la que nacía con el género humano.

El humano aprende de los animales su primera estrategia de vida y poco a poco


la perfecciona, llegando a tal dominio no solo de ellos sino también de los
vegetales que es capaz de ponerlos a su servicio, los unos y los otros fueron los
primeros maestros de los nuevos pobladores de la Tierra.

Maestros que eran nocivos para el autor, o autores, del libro sagrado. En el
capítulo 3, el primer personaje que aparece es la serpiente, la más astuta, la
más hábil para engañar. Aquí la frase da a entender que podrían existir otros
animales y plantas con capacidad para engañar, de hecho engañar es, en la
naturaleza, una manera de autoprotegerse.

La Naturaleza les enseñó mucho a los humanos, la estrategia de la guerra y del


miedo, pero también le brindó las herramientas para que la dominasen a través
de la aproximación paciente del investigador o investigadora, pues fue
seguramente la mujer quien logró dominó a la naturaleza y con ello adquirió
gran poder.

Y es por ello que la mujer se constituye en el segundo personaje del texto


objeto de este estudio. La astuta serpiente habla con ella, y hablan entre ellos
del famoso árbol, también conocido como el del juicio. ¿Será que el primer
dilema moral lo tuvo la mujer, al darse cuenta de su poder?

La mujer conocía, por sus acercamientos con la naturaleza y su observación de


la misma cuales elementos, plantas y animales, eran nocivos y cuáles no. Sabía
que de algunos de ellos podría extraer substancias curativas o causar la muerte.
Ese ya era un dilema moral, seguramente muchas veces habría estado tentada
a hacerlo, lo debió hacer para que se escribiese este texto tan contundente
contra ella especialmente.

Y la serpiente le animó a perder ese miedo, de igual manera se podría


interpretar que aquel árbol misterioso tuviese propiedades psicotrópicas y que
la mujer al probarlo tuviese una apertura de conciencia, como sucede con la
Ayahuasca, la marihuana, el peyote y tantas otras más. La apertura de
conciencia lógicamente implicaría un cambio en su comportamiento y un nuevo
grado de sabiduría, algo peligroso para cualquier sistema que quiera mantener
su status dominador.

Y lanza la serpiente una frase que es muy importante analizar. En la primera


parte le dice a la mujer que al comer del árbol serán los humanos como Dios y
en la segunda menciona algo muy importante: se les abrirán los ojos. Y aquí
empieza lo más complicado del análisis de este texto y advierto que los
24

siguientes son mis comentarios personales y subjetivos sobre la divinidad, la


religión y el despertar.

El lector que ha seguido con cuidado estas letras habrá comprendido en las
secciones pasadas que considero que la idea de Dios surge en las comunidades
prehistóricas como resultado de la magnificación humana de las emociones, en
especial la del desamparo que sufren buscando fuerzas superiores que lo
protejan, le cuiden y le brinden lo que requiere su supervivencia. En el fondo
refleja su incapacidad para enfrentar el miedo por su propio esfuerzo.

Entonces el texto aquí es absolutamente revelador, Tú puedes ser tu propio


Dios, tú posees el poder para vencer el miedo, ese miedo incontrolable que
viene de la configuración celular, la célula teme morir. La muerte es el final de
la vida, la cual es el logro de la célula. El miedo magnificado en el humano se
torna inmanejable, invencible, mas si se presenta a cada instante, entonces
recurre a una fuerza que sea mayor que el miedo, así no exista.

Abrir los ojos significa darse cuenta, pero ¿darse cuenta de qué? Darse cuenta
de la realidad, de lo que se es, en donde se está y de la propia fortaleza, ese el
despertar, es tomar conciencia de quien se es. Esa fue la tentación de la
serpiente: decirle a la mujer, tú humano tienes el poder en ti, despierta,
libérate. Una blasfemia revivida milenios después por Nietzsche, quien sería
equiparado en su época con la serpiente.

La institución religiosa es posterior a la aparición de ese poder sobrenatural en


la mente humana. Esa institución se encarga de dar forma a la idea de Dios y
lentamente consolidarla, lo que persigue es mantener esa idea y para ello se
concentra en minimizar el poder del ser humano mediante la maximización del
miedo, del temor y del terror usando todas las armas a su alcance, todas ellas
involucran la violencia, el sometimiento, la discriminación y la exclusión.

Todo tipo de poder es perseguido entonces por la institución religiosa para


someterlo o aniquilarlo. Y esto es lo que le sucedió a la mujer, poseedora de un
poder real es perseguida, atacada y minimizada por esa fuerza emergente que
es la religión.

La mujer da muestras de no ser egoísta con el conocimiento que ha adquirido


de la naturaleza y lo comparte con el hombre, el siguiente personaje del texto,
haciendo que éste también se dé cuenta, que abra los ojos. Ese conocimiento
daría poder al ser humano, le daría libertad y lo volvería su propio Dios, algo
que no le interesaba a la naciente institución religiosa. El hombre se da cuenta
que está desnudo, es decir que es frágil y que debe protegerse, la misma
naturaleza ha de brindarle la protección que necesita.
25

Falta entonces que aparezca el próximo personaje, el temido Dios con su gran
poder, quien interroga al hombre, este es el hombre normal sometido y lacayo,
por la tanto débil y cobarde. Al ser cuestionado simplemente contesta con
miedo, sin ser capaz de asumir su indefensión, su propia desnudez ni tampoco
su responsabilidad pues culpa de su desgracia a la mujer.

Y entonces llega el momento cumbre, una vez la mujer acepta que ha fallado al
ser convencida por la serpiente, el todopoderoso Dios suelta su primera trágica
sentencia: Maldice al astuto animal, que curiosamente y desde la antigüedad
ha sido el símbolo de la sabiduría. Sí interpreto esta sentencia como una
metáfora en contra del desarrollo humano gracias a la sabiduría, la frase sería
como una condena al humano para permanecer en la ignorancia, sobre todo la
mujer, ¿Sería esta la justificación para mantenerla durante siglos analfabeta?

Si es así, también aquí se condena a toda la humanidad a permanecer


ignorante y en continua lucha por adquirirla, nada más conveniente para la
institución religiosa, que ha dominado por milenios a multitudes de ignorantes
y hasta que sonaron verdaderos tambores de cambio entre los siglos XVIII y XIX
así se mantuvieron, masas humanas ignorantes, dominadas, sometidas,
esclavizadas y violentadas.

A la mujer, el todopoderoso la condena al sufrimiento, para justificar la


barbarie a que será sometida de allí en adelante y la somete al dominio del
hombre. Sentencia que aún hoy en los tiempos de la postmodernidad está
vigente. ¿Necesitaba Dios hacer esto? Creo que no, pero para la institución
religiosa si era de vital importancia subordinar a la mujer, aquí tenía la
justificación para hacerlo.

Continua entonces el todopoderoso, ahora contra el hombre, claro que es el


hombre corriente, sin poder, a él lo condena a la pobreza de discernimiento, a
un panorama sin poder, pues no podrá comer del árbol, es decir no podrá
diferenciar entre el bien y el mal, le quita la libertad y de paso maldice la tierra,
a toda la naturaleza que supuestamente el mismo ha creado. Y obliga al
hombre a trabajar, es decir el trabajo no será placentero por ser designado
aquí como castigo.

En un acto de gran generosidad, los viste, quizás no por protección sino por
pudor, para expresar que la desnudez como la debilidad no debe ser vista. Usa
pieles animales como indicando que es mejor disfrazarse con lo animal que
mantener el desarrollo humano. Es esta una metáfora impresionante, serán
como animales, es decir seguirán viviendo en el miedo y la crueldad antes de
que puedan mantener al descubierto su cuerpo desnudo. Cuánto daño ha
causado la sentencia del todopoderoso.
26

Y finalmente aparecen otros personajes, como el coro de la tragedia griega, a


quienes Dios les revela la reciente acción humana y que son conocedores del
bien y del mal, los expulsa del Edén antes de que conozcan el otro misterio, el
de la inmortalidad, denominado aquí como el Árbol de la Vida.

Desde esta perspectiva solo resta comentar que el texto contenido en el libro
sagrado de hebreos, y posteriormente de cristianos y musulmanes fue escrito
con el único fin de justificar la dominación a base de terror, exclusión,
dominación e ignorancia, el texto es puramente humano y perseguía preservar
la institución religiosa, fundamento del imperio, sistema que habría de existir
hasta bien entrado el siglo XX, y si bien ya no existe como forma de gobierno si
lo está en otras formas de sometimiento.

De todos modos aún existen la miseria, aun reina la ignorancia, aún persisten el
terrorismo, la barbarie y lo que es peor aún la mujer sigue siendo brutalmente
sometida, ultrajada y menospreciada.

En mi libro La Magnifica Célula y la Psicología de la Vida expuse como ha sido el


proceso evolutivo de la célula hasta llegar a constituir organismos
multicelulares cuya complejidad varía desde la simpleza vegetal, el complejo
animal y el altamente complejo organismo humano.

Este organismo es muy joven frente a los cuatro mil millones de años de
existencia de la célula, tiene mucho menos tiempo que vegetales y animales,
los cuales hicieron su primera aparición hace unos mil millones de años. El
género homo apareció en la Tierra hace menos de un millón y medio de años,
es decir nada frente al proceso celular.

Las etapas vegetal y animal de la vida tuvieron como misión la expansión y la


diversificación del diseño celular de una forma masiva y acelerada que
generaron la transformación del planeta. La célula paso de ser un organismo
independiente y solitario a ser interpendiente y social. Los organismos
multicelulares representan billones de células perfectamente coordinadas
entre sí trabajando por un fin común, el principio de la organización.

El desarrollo de la organización requiere de una serie de cualidades y


capacidades que no poseen los organismos vegetales y animales, si bien cada
organismo de éstos puede ser considerado una organización en sí mismo, ellos
no conforman organizaciones, en el mejor de los casos conforman lo que se
denominan superorganismos. Esas cualidades y capacidades las habría de
poseer el organismo humano.

El esquema natural de aprendizaje parece ser el de prueba y error, siendo éste


el camino escogido por el organismo humano para su consolidación como
nuevo paso evolutivo de la célula. El organismo humano posee en su interior
las naturalezas vegetal y animal que le han precedido, no puede despojarse de
27

ellas y en su interior conforman dos tendencias contradictorias, la de la


aparente serenidad autónoma vegetal a la móvil y pendenciera animal. El
organismo vegetal se construye a si mismo mientras el animal requiere de
otros para su propio desarrollo. ¿Cómo integrar estas dos tendencias en el
organismo humano?

Esa es básicamente la tarea de este organismo, aprender, gracias a su


capacidad de reflexión y raciocinio, a controlar sus tendencias naturales y
construir la naturaleza humana, que surge del equilibrio de estas dos fuerzas
aparentemente opuestas. El organismo humano creció en medio de ellas,
aprendió de ellas, luchó contra ellas y se está desarrollando entre y con ellas,
pues simplemente comparten el mismo espacio vital.

Dentro de sí, el organismo humano también posee las dos naturalezas, No solo
en el exterior, en el mundo que comparte están presentes, y en su interior la
lucha es similar o mayor, la naturaleza vegetal lo inclina a la quietud, la calma y
el autosostenimiento mientras que la animal lo impulsa al movimiento, a la
acción y la depredación. La naturaleza humana debe encontrar el equilibrio
entre las dos y constituirse como una nueva forma de vida, ese es el objetivo
celular.

Como he dicho anteriormente, el organismo humano ha vivido poco


comparado con los demás seres vivientes sobre la Tierra, se encuentra en etapa
de adaptación, conocimiento y autoconocimiento. La experiencia humana no se
había vivido anteriormente sobre el planeta. Nunca antes había sido habitado
por un organismo con la capacidad de transformación que posee el organismo
humano. Bacteria preparó el medio donde se desarrolló y difundió el Vegetal,
igualmente gran transformador que llegó acompañado del Animal, el gran
consumidor. El humano es transformador y consumidor.

El ser humano posee conciencia que no es más que la capacidad de darse


cuenta. Esa capacidad quiso ser atajada por el o los autores del tercer capítulo
del génesis, tratando de detener el desarrollo humano, solo logrando que ese
desarrollo tomase el camino más tortuoso y difícil: el de la dominación y la
violencia. El organismo humano ha avanzado mucho desde su aparición sobre
la Tierra, conocedor del bien y del mal, se ha convertido en el mayor
transformador de la materia viva e inerte, llevando la vida toda al borde del
abismo.

Para el organismo humano la Maldición del Paraíso no ha sido más que una
carga muy pesada que le ha impedido trabajar en su propio desarrollo, lo ha
limitado y disminuido, en muchos casos a ser menos que el más humilde de los
seres vivos. El humano, llamado a preservar la naturaleza y la vida, hoy muere
de hambre, billones de billones de células humanas viven lo que es su peor
terror: morir de inanición, y de igual manera lo sufren billones de billones de
células animales domesticadas o no que padecen por la irresponsabilidad
28

humana o billones de billones de células vegetales que mueren de sed o de


falta de oxigeno, toda esa cantidad de células vivas mueren de hambre
padeciendo su peor pesadilla.

La Maldición del Paraíso es el origen de toda esta tragedia actual de la vida,


originada por el humano contra él mismo y contra la vida, contra la célula.
Delicada es la situación actual, cuya solución solo la tiene el organismo humano
para restablecer el equilibrio de todas las fuerzas y lanzarse el mismo hacia una
nueva etapa del desarrollo celular.

La célula humana es diferente a la animal y a la vegetal, sin embargo todas


tienen el mismo origen y el mismo objetivo: sobrevivir y mantener la vida. El
organismo humano también difiere del vegetal y del animal, con su capacidad
de conciencia, de conocimiento del bien y del mal, tiene la responsabilidad de
la preservación de la vida, toda la vida del planeta.
29

Darse Cuenta, Despertar, Abrir los ojos


El texto del Génesis 3 tiene dos personajes fundamentales: El Árbol del Bien y
del Mal y el Árbol de la Vida. Se constituyen en el origen y fin del texto, el cual
se inicia con la profanación del primero y termina con la protección del
segundo, la necesidad de mantenerlo alejado del alcance humano, quizás la
última consecuencia de la maldición del Paraíso.

Son dos momentos claves de la historia humana: La toma de conciencia, el


inicio y la inmortalidad, el fin. Aparentemente el ser humano ha sido maldecido
por tomar conciencia, por despertar y darse cuenta, pero, ¿no es ese el
objetivo de la naturaleza humana? Sin ese despertar, simplemente el humano
no sería más que cualquier otro animal.

El diseño del organismo humano está realizado para que pueda llevar a cabo
toda su capacidad de entendimiento, para comprender su mundo y la vida
misma, para que se dé cuenta y tome conciencia. Ese es el abrir de ojos. El ser
humano es curioso e investigador, el texto del capítulo tres se origina cuando
ya ha dado muchos pasos en el despertar. El humano, impulsado por su propia
naturaleza tarde o temprano tendría que darse cuenta que era distinto al
vegetal y al animal.

Y esa distinción es la que permite el desarrollo de la naturaleza humana, para


ello el camino ha de ser difícil pues el deberá conocer a fondo su origen, sus
ancestros, no sus padres, sus ancestros animales y vegetales, explorar y
conocer y aceptar su propia conciencia animal y vegetal para llegar al más
profundo conocimiento de sí mismo.

Lo que aquí planteo es algo diferente a las aproximaciones de


autoconocimiento existentes. Lo primero es despojarse de toda creencia
exterior, no quiero decir con ello que se deba negar la posible existencia de
formas de vidas superiores y diferentes a la humana, solo que para el propio
conocimiento es importante verse y entenderse solo así mismo, libre de las
creaciones mentales que nos fabricamos.

Provenimos de un proceso que se llama Vida y que lleva más de cuatro mil
millones de años llevándose a cabo en este planeta. Eso es real. ¿Cómo se
inició? No lo sé, no tengo respuesta y no la voy a dar desde una especulación
mental, y para los efectos no cambia para nada el resultado del trabajo.

La realidad es que somos un ser vivo habitante de este planeta, última etapa,
hasta ahora, del proceso Vida. Somos un organismo, es decir un conglomerado
30

de células trabajando sincronizadamente por un fin común. No es éste un


concepto fácil de entender. Asaltan muchos interrogantes, por ejemplo, ¿es
más importante entonces mi célula original que yo mismo como individuo?

Aclaremos que es la célula original o célula madre, es aquella que se forma una
vez se sucede la concepción. La concepción es el instante cuando se une el
gameto femenino con el masculino dando paso a la formación de una célula
completa que contiene toda la información genética del nuevo ser.

Esa nueva célula en poco tiempo empezará a reproducirse, función celular


básica, todas lo hacen, pero en los organismos, sean estos vegetales, animales
o humanos, las células originadas poseen una identidad única, es decir son de
alguna manera exclusivas de ese organismo o ser. Esto se denomina sinergia,
aquello que las identifica.

Todas las células de un organismo poseen la misma información que la célula


original pero a medida que se va construyendo el organismo nacen nuevas
células que llevan a cabo funciones diferentes, en el organismo, ninguno de sus
integrantes está desocupado, todos cumplen alguna función. Es una perfecta
organización sincronizada y eficiente. Cada organismo, independientemente de
su complejidad, posee esta misma característica.

Un ser vivo es entonces una organización, un conglomerado de individuos con


la misma identidad que llevan a cabo una serie de funciones que permitan la
vida del propio organismo y de paso ellos mismos como individuos se
desarrollan y viven. Esto se aplica a cualquier organismo vivo.

La célula originaria tiene un objetivo esencial: reproducirse, esto es replicarse


cuantas veces pueda, con eso asegura la preservación de la vida, para ello
constituye los organismos, creando un ambiente propicio para que cada célula
viva y se replique en él. La célula solo busca satisfacer sus necesidades
elementales: alimentarse y reproducirse, el organismo lleva a cabo otras
funciones.

Es muy importante entender este concepto de la individualidad celular frente a


la comunidad celular o sea el organismo. La célula tiene como individuo sus
propias necesidades que busca satisfacer en la comunidad, entonces el objetivo
de esa organización es dar satisfacción a todos los miembros que la conforman.

El ser humano difiere de sus ancestros vegetal y animal en que puede, como
organismo, darse cuenta de que es un conglomerado de células y que por ende
debe trabajar en beneficio de ellas, en mantenerlas debidamente para que
pueda generar evolución en el proceso celular, es decir el proceso de la vida. El
humano tiene la capacidad de darse cuenta de que es un ser vivo.
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La función primordial del ser humano es tomar conciencia de la vida para luego
potenciarla a nuevos niveles de evolución, la célula humana es un procesador
de alta capacidad que está esperando acceder a estados superiores que solo se
pueden lograr dentro del organismo humano. Ese el destino del ser humano,
del que aún nos encontramos muy lejos.

La Maldición del Paraíso es entonces un reto para impulsar el desarrollo de la


naturaleza humana y de la toma de conciencia. Para lograrlo se debe superar
los escollos que el mismo humano ha creado al tratar de someter a toda la vida,
incluyendo a la mujer.

La mujer es el par del hombre, humana como él, con la misma dignidad y
capacidad de desarrollo, organismo celular con el mismo origen, nada la hace
diferente o de nivel inferior. Entonces la maldición del Paraíso nos habla de
terminar con esa absurda dominación, sin la mujer la vida humana
simplemente no podría darse, ese debería ser motivo para dignificarla.

Si la humanidad es consciente del daño que se hace así misma al seguir


permitiendo el maltrato a la mujer, será capaz de dar un gran paso en su toma
de conciencia, pues la violencia contra la mujer siempre va dirigida igualmente
contra su descendencia, como lo establece la Maldición y si esa violencia se
mantiene, la humanidad simplemente desaparecerá, poniendo en riesgo toda
la vida del planeta.

La maldición también está dirigida hacia el animal culpable, o hacia la


animalidad, podría decirse bestialidad, y es que es ese otro aspecto que el
humano debe conocer, aceptar y superar para permitir el desarrollo de la
naturaleza humana. Nuestro ancestro directo es el animal, de él poseemos
muchas características entre ellas la movilidad y la crueldad. Sin embargo el
animal recurre a esa crueldad por supervivencia, no olvidemos que es un
organismo pluricelular que debe sobrevivir. El humano ha de superar su
animalidad al proveerse formas de supervivencia donde no haga uso de la
crueldad con los demás seres vivos. El humano es o debe ser consciente de ello.

Entonces ya hemos visto que la Maldición nos habla de dignificar a la mujer, de


humanizar la animalidad, ¿Qué nos habla de lo vegetal? Lo vegetal, el ancestro
más lejano, silencioso y aparentemente inmóvil, el autosuficiente, el generador
de vida. Lo vegetal está al inicio y al final de la aventura humana, pues él
propicia el despertar y le dará la respuesta a su mortalidad. El mayor miedo de
la célula es la muerte y ese mismo miedo lo padecen todos y cada uno de los
organismos vivos.

Por ello no es de extrañar que la Maldición del Paraíso le devele al humano cual
es el objetivo y cuál es su misión. Pero no es fácil saber qué clase de
inmortalidad busca la célula, de por si ella ya casi lo es, a cada instante se crean
nuevos seres vivos de toda clase, los humanos se coproducen de una manera
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impresionante y existe proliferación de células en toda la Tierra como nunca


antes, la célula como entidad viva puede ser inmortal, salvo que el humano la
destruya, como lo está haciendo al contaminar sin control, al extraer los
recursos inorgánicos necesarios para el desarrollo vegetal, sustento de la vida,
al poner en riesgo la vida marina, generadora de la mayoría del oxigeno del
planeta. El organismo humano debe entender que la inmortalidad de la célula,
por lo menos en un primer paso, es asegurar su existencia por siempre, sin
arriesgarse cada día, podría así la célula perder su miedo y con ella, todos los
seres vivos.

El miedo es a primera vista la gran arma usada en la Maldición del Paraíso, pero
es precisamente lo que el humano debe superar. La naturaleza animal es
temerosa, el humano debe superar ese miedo, la fuerza la posee en sí mismo,
su capacidad de razonar, por ello, el texto lo dice claramente, “He aquí que el
hombre se ha vuelto como nosotros”.

Si el humano vence al miedo, lo destierra acabando toda forma de opresión, de


violencia, de sometimiento, de maltrato y se dedica a dignificar toda forma de
vida, no solo asegurara la permanencia eterna de la célula sino que
seguramente, en su proceso evolutivo, alcanzará la inmortalidad.

Realmente es alentador culminar este trabajo con una visión esperanzadora de


la Maldición del Paraíso, me permite, personalmente, conciliarme a mí mismo
tanto con toda mi organización celular como con la historia humana. Cierto
conflicto, debido a mis creencias, se había hecho presente a todo lo largo del
escrito, pero en este momento he entendido la razón. Y si bien el Génesis 3
pudo haber sido malintencionado, considero que ese era el camino del humano
para su despertar.

Ibagué, Colombia Noviembre 20 de 2009

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