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cosa; segn nuestros clculos, bastante menos de cien, pero el nmero desciende ms todava para cualquier lector en concreto. Los
seres humanos presentan muchas diferencias entre s, no slo en
cuanto al poder de su mente. Tienen gustos diversos y hy cosas
distintas que atraen a una persona ms que a otra. Es pos1ble que
no se piense lo mismo sobre Newton que sobre Shakespeare, ya sea
porque somos capaces de leer tan bien al primero que no haga falta
volver a hacerlo, o porque los sistemas matemticos del mundo o
nos atraen especialmente, o, en el caso contrario -Charles Darwm
constituye un ejemplo-, podramos considerar las obras de Newton realmente grandes, no las de Shakespeare.
.
No deseamos insistir autoritariamente en que un libro o una
serie de libros sean las grandes obras, si bien en el primer apndice
ofrecemos una lista de los que, segn muestra la experiencia, pueden poseer tal valor para muchas personas. Por el contrario, pensamos que el lector debe buscar los pocos libros que tengan ese
valor para l, porque son los que ms le ensearn, tanto sobre la
lectura como sobre la vida, a los que desear volver una y otra vez Y
los que le ayudarn a madurar.
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activa porque tenemos que reaccionar ante los estmulos del exterior, pero el poder de esos estmulos externos para mantenernos es
limitado. Se parecen a ciertas drogas. Nos acostumbramos a ellas y
las necesitamos cada da ms, continuamente, hasta que, por ltimo,
dejan de hacer efecto, o su efecto es menor. De igual manera, si
carecemos de recursos interiores, dejamos de crecer intelectual, moral y espiritualmente, y cuando dejamos de crecer, empezamos a
monr.
Por tanto, leer debidamente, que equivale a leer activamente, no
slo constituye un bien en s, ni un simple medio para progresar en
nuestro trabajo o carrera; tambin sirve para mantener la mente
viva y en crecimiento.
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