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El término “cultura” o “civilización” fue inventado en Occidente como un universal más entre
mucho otros. Sin embargo ha tenido siempre una connotación pluralística, en comparación a otros
universales como “ciencia” o “libertad”. Las culturas se suceden unas con otras y no hay modo de
regresar a una previa sin o es a través del viaje nostálgico que está abierto solo al simple
individuo. En esta interpretación las culturas eran consideradas como universo cerrados que
permanecían siempre cerrados o, si al final, terminaban por abrirse, se creía entonces que perdían
sus rasgos característicos y se volvían vulnerables. Las formas de vida aristocráticas, de la
mediana y pequeña burguesía y del campesinado, eran estrictamente distintas entre sí.
Los primeros movimientos de la clase obrera, los sindicatos y más tarde los partidos, tanto si
explícitamente abogaban o no por la creación de una cultura especial de la clase obrera,
contribuyeron, todos ellos, sin embargo a su nacimiento. Este cruce de fronteras era
extremadamente difícil, y no solo para los que estaban en la base, las personas de gran riqueza se
encontraban con grandes dificultades cuando se aventuraban a cruzar las barreras culturales que
les separaban de las “antiguas familias”. Después de la Segunda Guerra Mundial se hizo visible la
erosión de la red de las culturas de clase y el relativismo cultural adquirió verdadero impulso,
otras culturas empiezan a tomar pautas de comportamiento, hábitos, etc., de las formas
occidentales. Tres generaciones consecutivas han aparecido en oleadas desde entonces, a razón
de que cada nueva generación tenía que llegar a la “mayoría de edad”, antes de poder tomar el
relevo de la generación anterior, estas son: la generación existencialista, la generación de la
alienación y la generación postmodernista.
“Chocar al burgués” es el gesto que hace precisamente a esos hombres y mujeres de rebelión
dependientes de la burguesía, lo que importaba era hacer las cosas a nuestra manera, practicar
nuestra propia libertad. Era una casta más bien optimista y se tomó la ideología de la abundancia.
La generación de la alienación, inició con los acontecimientos de la mitad de la década de los años
sesenta y alcanzó su cima en 1968. Fue la continuación y una inversión de la oleada anterior,
estableciéndose por el boom económico de la postguerra, no era el amanecer, sino el ocaso de la
subjetividad y la libertad. La alienación partió de la desesperanza, se rebeló contra la
complacencia del progreso industrial y la opulencia, a la vez que exigía para sí el sentido y el
significado de la vida. La libertad siguió siendo el valor principal y el objetivo común y ha estado
comprometida con el colectivismo, se convirtió en positiva en virtud del proceso por el cual
distintos movimientos se fundieron en la cima de ésta oleada. En ésta fusión, literalmente no se
dejó nada de lado. Surgieron movimientos como aquellos promotores del culto radical a las
drogas, que causó daños incalculables; la expansión de las familias; el regreso a la sencillez de la
vida rural; promotores de la liberación sexual o gay; con objetivos políticos concretos mientras
otros se dedicaban al teatro experimental, los happenings, la educación permisiva, defendiendo el
lema “lo pequeño es hermoso”.
El postmodernismo, fue la creación de la generación anterior; desilusionada con su propia
percepción del mundo. Con algunas reservas, la derrota de 1968 fue la razón de ésta desilusión,
sin embargo puede afirmarse que había ya aparecido en los inicios de los movimientos de este
año y que simplemente fue una continuación del movimiento anterior, al tiempo que desaparecían
los signos externos, existían varios movimientos pero eran invisibles debido a que eran
psicológicos o interpersonales, saturando hasta tal punto cada vez mas las relaciones humanas
con su mensaje que alteraron el tejido social del que había surgido. Era un mensaje sencillo, “todo
vale”. No era un lema de rebelión ni tampoco era una corriente rebelde. No hay un gran objetivo
único para una rebelión integrada y colectiva.
CONCLUSION
Al pasar de los años, la humanidad hemos sido victimas o partícipes de corrientes o movimientos
que han marcado nuestra existencia. Estas generaciones fueron sujetas a los acontecimientos, a
los accidentes, a los sucesos de su época, logrando desde individualizar al ser humano, en el
sentido de “primero yo y luego yo”, hasta el colectivismo. Pasando por corrientes liberales o más
estables, sencillamente relajadas.