Vous êtes sur la page 1sur 44

Identidades, representación y poder

entre el Antiguo Régimen y la Revolución


Tucumán, 1750-1850

prohistoria Cristina del Carmen López


ediciones
compiladora
Identidades, representación y poder
entre el Antiguo Régimen y la Revolución
Tucumán, 1750-1850

prohistoria Cristina del Carmen López


ediciones
compiladora

Rosario, 2009
Cristina del Carmen López
Identidades, representación y poder entre el Antiguo Régimen y la Revolución: Tucumán, 1750-1850. -
1a ed. - Rosario: Prohistoria Ediciones, 2009.
200 p.; 23x16 cm.
ISBN 978-987-1304-34-9
1. Historia Política Argentina.
CDD 320.982

Fecha de catalogación: 05/03/2009

colección actas – 8
ISSN 1668-5369
dirigida por Elisa Caselli

Composición y diseño: Liliana Aguilar


Edición: Prohistoria Ediciones
Diseño de Tapa: Carusita
Ilustración de tapa: Imagen gentileza del Archivo General de Tucumán

Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha sido recomendada por reconocidos especialistas
que asesoran a esta editorial en la selección de los materiales.

TODOS LOS DERECHOS REGISTRADOS


HECHO EL DEPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723
prohistoria
© Cristina del Carmen López – ediciones
Tucumán 2253, (S2002JVA) – ROSARIO, Argentina

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, incluido su diseño tipográfico y de portada, en
cualquier formato y por cualquier medio, mecánico o electrónico, sin expresa autorización del editor.

Este libro se terminó de imprimir en los talleres de Cromográfica, Rosario, en el mes de junio de 2009.
Tirada: 500 ejemplares.

Impreso en la Argentina

ISBN 978-987-1304-34-9
Índice

Presentación ............................................................................................................... 9

Las disputas por el poder en San Miguel de Tucumán a partir de la


expulsión de los jesuitas ........................................................................................... 17
María Lelia García Calderón

El Cabildo “Justicia y Regimiento” de San Miguel de Tucumán


ante las reformas jurisdiccionales del siglo XVIII .................................................. 45
Romina Zamora

Redes sociales y lealtades políticas en conflictos de la elite santiagueña.


El estudio de dos casos en Santiago del Estero durante el primer
quinquenio de la década revolucionaria ................................................................. 63
Pablo Sebastián Iramain

El proceso de militarización durante la Revolución. Tucumán, 1812-1819 .......... 83


Marisa Davio

Revolución, libre comercio e importaciones en Tucumán, 1809-1819 ................. 103


Cristina del Carmen López

Orígenes, estrategias familiares y reproducción social de las familias


Posse y Nougués, 1830-1930 ................................................................................. 121
Francisco Bolsi

Representación y opinión en el Cabildo de Tucumán


(desde fines de la Monarquía hasta los comienzos de la Revolución) .................. 141
Georgina Abbate

Revolución de Mayo: experiencias y novedad ...................................................... 157


Juan José Villalón

La guerra contra Rosas: el gobierno de Tucumán y la Coalición


del norte (1839-1841). El comportamiento político de la elite local
y sus relaciones de poder desde una perspectiva regional ................................... 169
Emmanuel Parrado
Presentación

E
l conocimiento histórico del territorio que hoy constituye el “noroeste” argen-
tino ha avanzado significativamente en las últimas dos décadas. Las investiga-
ciones atienden a múltiples aspectos relacionados con la historia social, políti-
ca y económica del período colonial y posindependiente. Nuestro propósito es aportar
a dicho conocimiento desde nuestro espacio físico y académico.
Los trabajos que componen la presente edición son parte del proyecto denomi-
nado Identidades sociales, representación y poder en Tucumán y la región (1767-
1880), que fue posible mediante los subsidios PIP 5107 (CONICET) y Programa 26H/
333-3 (Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Tucumán).
El objetivo general de la presente propuesta es analizar la conformación de los
grupos sociopolíticos y económicos de la “provincia” de Tucumán1 y la región para
evaluar el reordenamiento de sus identidades, la representación y el poder que
detentaron durante el período comprendido entre la expulsión de los jesuitas en 1767,
el quiebre producido por la Revolución de mayo de 1810 y los cambios y permanen-
cias de la primera mitad del siglo XIX. El análisis estuvo orientado, además, a explo-
rar el alcance de las múltiples relaciones y las disputas entre los diversos sectores
sociales para acceder a los recursos económicos, políticos y simbólicos.
Hemos considerado que el estudio debía partir de la existencia de identidades
sociales dinámicas y relacionales que nos permitieran analizar la construcción de los
espacios de acción y control en el amplio sentido del poder.
La investigación de tan extenso período temporal y espacial cuenta hoy con
avances importantes a partir de los estudios que están llevando a cabo los integrantes
del equipo de trabajo a través de tesis de doctorado, algunos de los cuales forman
parte de esta compilación.
Todos los trabajos se enmarcan en las nuevas perspectivas historiográficas vi-
gentes. Estas propuestas han dirigido las líneas de investigación hacia el encuentro
entre la Historia y la Antropología, confluencia que trasladó el análisis social, político
y económico al terreno de los estudios de familia, las redes familiares y sociales, la
participación de los sectores populares, la historia de los conceptos. Con el aporte de
las herramientas brindadas por las nuevas propuestas, se han articulado las distintas
dimensiones y expresiones de la vida de la sociedad tucumana tardocolonial y
posindependiente. El trabajo no ha sido fácil pero sí muy fructífero en términos de los
aportes que ofrecemos y ponemos a consideración de la comunidad científica.

1 La “provincia” de Tucumán fue creada por el Directorio de Buenos Aires en 1814, a poco de iniciarse la
Revolución de Mayo; reunía a Tucumán como capital de provincia y las jurisdicciones de las ciudades
de Catamarca y Santiago del Estero hasta su autonomía definitiva en 1821.
10 Identidades, representación y poder...

Desde el período colonial la ciudad de Tucumán desempeñó un rol clave entre


las jurisdicciones aledañas y en el conjunto espacial que conformó el Virreinato del
Río de la Plata primero, y las Provincias Unidas del Río de la Plata a partir de 1810, a
la vez que determinados factores fueron consolidando la relación con Buenos Aires y
su protagonismo como árbitro y mediador. La Revolución de Mayo fue una realidad
que se impuso a la sociedad tucumana y de la región sin opción. El proceso afectó a
todos los actores sociales, especialmente a aquellos que estaban a cargo de los asuntos
políticos de cada comunidad.
A lo largo del período los principales resultados advierten sobre una marcada
primacía de actores (y redes familiares) que procedían de los tiempos coloniales, a la
vez que se observa una importante hibridación en aspectos relacionados con los usos,
prácticas y costumbres, así como en el cambiante significado del lenguaje utilizado
por los mismos protagonistas.
El análisis en la larga duración nos permitió, además, observar cómo se fue
reforzando en algunos casos, y transformando en otros, el poder territorial de las co-
munidades sociopolíticas de la región, a la vez que los efectos producidos por el curso
de los acontecimientos, especialmente aquellos que se iniciaron a partir de 1810, pro-
vocaban alianzas y conflictos entre las elites regionales y el poder central de Buenos
Aires. Desde los intereses familiares, sectoriales y personales la desarticulación del
espacio económico colonial tuvo importantes consecuencias que produjeron la quie-
bra de algunas fortunas familiares que se habían consolidado tras la aceleración y
crecimiento de la circulación mercantil producida desde mediados del siglo XVIII. La
implementación de la libertad de comercio generó el reordenamiento de los agentes
económicos y adecuaciones de las prácticas en términos de producción e intercam-
bios cada vez más dependientes de los mercados externos, a la vez que se iba defi-
niendo el incipiente “mercado nacional”.
Los estudios específicos permitieron ahondar sobre aspectos de este complejo
proceso.
La expulsión de los jesuitas tuvo consecuencias para todos los sectores sociales
de Tucumán y engarzó con un importante conflicto que sacudió a la gobernación en la
década de 1760: el Juicio de Residencia al gobernador Juan Manuel Campero. Este
juicio, que involucró a los principales actores de las elites regionales, reactivó las
disputas por el poder entre las principales familias tucumanas. A su vez, ambas situa-
ciones se entrelazaron con el intento de descentralización y dominación de las princi-
pales instituciones americanas impulsado por los Borbones. El trabajo de María Lelia
García Calderón analiza la tensión desencadenada entre los grupos de notables de
Tucumán para la constitución de la Junta de Temporalidades, la defensa de la prima-
cía del Cabildo por encima de los fueros especiales de los miembros de la Junta Mu-
nicipal y la creciente injerencia en los asuntos locales por parte de la Junta Principal
de Buenos Aires.
Presentación 11

Íntimamente relacionado con el tema anterior y en el marco de análisis de la


cultura social y jurídica de Antiguo Régimen, Romina Zamora observa el reordena-
miento de las relaciones que configuraban el espacio socio-político urbano de San
Miguel de Tucumán en las últimas décadas del siglo XVIII y la primera del siglo XIX.
La investigación está centrada en el estudio de las características y conformación del
cuerpo político de la ciudad (la República) y las relaciones con los diversos sectores
sociales.
A partir de la Revolución las disputas y tensiones registradas estuvieron directa-
mente relacionadas con el proceso de reordenamiento entre los miembros de la nueva
dirigencia política. Desde la documentación analizada puede observarse el recambio
generacional dentro de las familias principales, así como es posible ver también cómo
la participación militar abrió espacios para la inserción de los cuadros más jóvenes de
esas familias. Igualmente importante es observar nombres que no habían tenido noto-
riedad tiempo antes y que surgen cubriendo espacios importantes del nuevo poder
político.
Concomitantemente con el proceso anterior, la participación y “visibilidad” de
los sectores populares fueron aspectos clave para entender los cambios producidos y
los resultados logrados por las distintas facciones en pugna. La inclusión de los secto-
res populares en el espacio público durante esta etapa puede observarse fundamental-
mente en su intervención en las milicias y el ejército de línea. A partir de entonces la
participación en los cuerpos armados fue particularmente significativa en momentos
de tensión social y política, lo que se tradujo en enfrentamientos armados entre secto-
res del ámbito local y regional. Sólo el esfuerzo de la guerra contra un enemigo co-
mún, como lo fue el ejército realista en la primera década revolucionaria, permitió
superar momentáneamente las diferencias entre los grupos que conformaron la
dirigencia política.
En esta línea se inscriben los trabajos de Pablo Iramain y Marisa Davio, quienes
a partir del estudio de las comunidades políticas de la región y la militarización de los
sectores populares buscan dar respuesta al reordenamiento de los grupos de poder. En
el primer caso, el estudio se propone analizar la relación entre las redes sociales y el
accionar de los sujetos políticos de Santiago del Estero durante los primeros cinco
años del proceso revolucionario, para observar en qué medida tales redes generaron
las lealtades políticas resultantes de las facciones en pugna. El segundo trabajo se
centra en el proceso de militarización que se produjo en Tucumán a partir de la Revo-
lución, participación que se hizo masiva a partir de la batalla de 1812. El propósito
del estudio es analizar cuáles fueron las herramientas y estrategias utilizadas por las
elites para el manejo de la fuerza militar, tanto del Ejército Auxiliar del Perú como de
las milicias, teniendo en cuenta la necesidad de reclutamiento permanente de los sec-
tores populares una vez desatada la guerra con el español. El estudio se inserta en las
propuestas de análisis que conciben, por un lado, la identificación de las comunidades
políticas a partir de las lealtades construidas sobre complejas redes de relaciones an-
12 Identidades, representación y poder...

tes que sobre un “ideario” político definido y, por otro lado, la militarización como
canal de participación de los sectores populares en el espacio público y político al
servicio de intereses del poder de turno. En todos los casos se considera que el ejerci-
cio de la fuerza constituye una condición necesaria pero no suficiente para el poder
político. Lo que caracteriza a este poder es la exclusividad en el uso de la fuerza
respecto de todos los demás grupos en un determinado contexto social. La incapaci-
dad de lograr dicha exclusividad caracterizó la inestabilidad política de la primera
mitad del siglo.2
Junto con el proceso de “militarización de la sociedad” comenzaron a generarse
algunos cambios en la estructura socioeconómica producto, en parte, de las demandas
de la guerra y el abastecimiento del aparato militar. Todo ello provocó, coyunturalmente,
la escasez de ciertos recursos a nivel provincial y regional (particularmente ganado),
a la vez que la reactivación de la producción de otros bienes (tales como alimentos y
vestimentas), dando impulso al sector artesanal. Los cambios operados en el mediano
y largo plazo alteraron las bases económicas del poder, provocando la “ruralización”
y el encumbramiento de los sectores vinculados con la producción agroganadera des-
tinada a los mercados de exportación y la amplitud de sectores intermedios de artesa-
nos dedicados a las manufacturas de demanda local y regional. El desplazamiento del
capital mercantil hacia los emprendimientos rurales involucró a los más conspicuos
actores del comercio de importación de efectos ultramarinos de la plaza tucumana. A
partir de la segunda década revolucionaria se sumaron los gastos propios de las gue-
rras interprovinciales y el financiamiento de la nueva burocracia. A su vez, este proce-
so no se comprende sólo en el marco de la realidad contextual americana de fines del
siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX sino que forma parte del macrosistema
económico mundial, caracterizado por el interés de las potencias europeas por lograr
mercados de consumo y provisión de materias primas para el creciente proceso de
industrialización.
La investigación de Cristina López indaga el impacto que tuvo la guerra sobre el
comercio de importación de productos ultramarinos para observar las alteraciones
producidas en el volumen y tipo de mercancías que se importaron en la plaza tucumana
durante la primera década revolucionaria, a la vez que sobre los nexos existentes entre
los comerciantes locales, las redes mercantiles extendidas con el puerto de Buenos
Aires y la ampliación del sector con la presencia de comerciantes de la región obliga-
dos por las circunstancias a instalarse en Tucumán.
El trabajo de Francisco Bolsi, por su parte, incursiona sobre las estrategias ma-
trimoniales y de reproducción social de la elite mercantil para hacer frente a los cam-
bios impuestos por la realidad posrevolucionaria mediante el estudio comparativo de

2 WEBER, Max Economía y Sociedad, FCE, México, 1964. BOBBIO, Norberto; MATTEUCCI, Nicola y
PASQUINO, Gianfranco Diccionario de política, Siglo XXI, México, 1998.
Presentación 13

dos familias muy reconocidas en el ámbito local, cuyas trayectorias diferentes conflu-
yen en su paso relativamente exitoso por las inversiones en la agroindustria azucarera.
Pero como en toda revolución, los cambios operados se llevaron a cabo no sólo
con acciones que impusieron los nuevos valores ejercidos mediante el acatamiento a
la autoridad de turno y la fuerza pública, sino fundamentalmente a través de las pala-
bras y las representaciones que ellas conllevaron. Representaciones a su vez cambian-
tes en el tiempo y los espacios, ya que ellas permiten aprehender las experiencias que
los hombres tienen de su tiempo, es decir, cómo viven su presente a partir del pasado
y cómo proyectan sus expectativas.3 A partir de la propuesta teórica y metodológica
que brinda la historia de los conceptos políticos, los trabajos de Juan José Villalón y
Georgina Abbate nos acercan a la gestación de los nuevos lenguajes políticos, así
como a las mutaciones y solapamiento de significados a lo largo del tiempo.
En el primer caso se trata del estudio sobre las representaciones que el concepto
revolución ha tenido en algunos actores de gran participación en el espacio del Río de
la Plata, tales como Cornelio Saavedra, Manuel Belgrano, Martín Rodríguez y Tomás
Guido. Se parte de las afirmaciones sostenidas por la comunidad científica de histo-
riadores según las cuales la Revolución de mayo, iniciada en 1810 en Buenos Aires,
fue una respuesta a las tensiones políticas que sufría el sistema político monárquico
español y que las perturbaciones provenientes del sistema extrasocial y del intersocial
del ambiente que integraba la Monarquía española antecedían a la misma. En el traba-
jo se analizan los discursos y representaciones por los cuales el proceso de la revolu-
ción se presenta como una respuesta ante un desafío planteado en territorio europeo,
que exigía inmediatas tomas de posición desde este otro lado del Atlántico y que esa
decisión tomada en Buenos Aires (no en el resto del territorio del Virreinato que esta
ciudad encabezaba) pediría la debida obediencia en todo el antiguo espacio colonial.
En consonancia con las mismas propuestas teóricas y metodológicas, en el trabajo de
Georgina Abbate se analizan los conceptos de representación y opinión en el uso
dado por la comunidad política tucumana que, según lo ha considerado la historiografía
de estos últimos tiempos, sentaron las bases para la construcción de los nuevos regí-
menes que intentaron construirse a partir de la Revolución.
Una vez alejada la Revolución, pero fundamentalmente el Ejército, la relación
consenso/disenso con respecto a los grupos de poder cambió drásticamente en el es-
pacio tucumano. La disgregación del estado central fue acompañada en algunas de
estas provincias por una marcada inestabilidad política reflejada en la falta de

3 KOSELLECK, Reinhart y GADAMER, Hans-Georg Historia y hermenéutica, Paidós, Barcelona, 1993;


KOSELLECK, Reinhart Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Paidós, Barce-
lona, 1993; Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia, Paidós, Barcelona, 2001 y los nuevos
aportes en esta línea de FERNÁNDEZ SEBASTIAN, Javier y FUENTES, Juan Francisco Diccionario
histórico político y social del siglo XIX español, Alianza, Madrid, 2002; PALTI, Elías El tiempo de la
política. El siglo XIX reconsiderado, Siglo XXI, Buenos Aires, 2007.
14 Identidades, representación y poder...

gobernabilidad. A la subordinación de las salas de representantes al poder del ejecuti-


vo le siguió la inestable manera de acceder a dicho cargo, toda vez que los distintos
sectores de la elite tradujeron sus diferencias en acciones armadas. Mientras Santiago
del Estero inició su marcha hacia el unanimismo, Tucumán y Catamarca se sumieron
en la “anarquía” durante buena parte de los años 1820. Esa lucha denodada entre
grupos de familias se mantuvo en Tucumán hasta mediados del siglo XIX (con el
asesinato de Bernabé Araoz, Alejandro Heredia y Marcos Paz, entre algunos de los
más conspicuos representantes de la elite local) y provocó resonancias en las jurisdic-
ciones vecinas que albergaban a los “sediciosos” de turno, identificados como “trai-
dores a la Patria”. Muchas familias, en luchas permanentes contra otras facciones,
sufrieron embargos, saqueos, decomisos e incluso el exilio para proteger sus vidas.
Por su parte, la lucha entre los grupos de poder catamarqueños, enfrentados entre
“capitalinos” y los que se ubicaban en el oeste de la provincia, se tradujo en recurren-
tes petitorios de vecinos de Belén, el fuerte de Andalgalá y Santa María para que sus
jurisdicciones fueran anexadas a Tucumán. En este caso, intereses económicos se con-
jugaban con los modelos políticos que separaban a la elite de una misma provincia.
En los años 1830, las cadenas de mando militar construidas al calor de la milita-
rización permitieron, en algunos casos, articular los espacios políticos de las jurisdic-
ciones vecinas. En este sentido es posible observar a través de las redes sociales cómo
aquellos actores promovidos por su participación en el Ejército durante la etapa revo-
lucionaria ganaron fuerte injerencia en la política local e interactuaron con otros acto-
res de la región. Es el caso de la relación entablada por Heredia con los jefes militares
catamarqueños. Valiéndose de la lealtad de sus vecinos, Heredia logró combatir al
gobernador salteño La Torre e impedir el ingreso a Tucumán de los “unitarios” que
querían deponerlo. Como premio a la “lealtad” los jefes militares del occidente
catamarqueño consiguieron, aunque de modo temporal, lo que reiteradamente habían
pedido: su anexión a la provincia de Tucumán. El Protectorado consolidó la primacía
de Heredia (y de la provincia de Tucumán) en la región apadrinado, aunque no sin
resquemores, por el unanimismo rosista.
La década de 1840 comenzó con la fuerte resistencia de las elites políticas de las
provincias del norte, lideradas también por Tucumán, contra la política de Rosas. El
contexto fue la Coalición del Norte, de corta vida pero de importantes consecuencias
políticas regionales. La investigación que lleva a cabo Emmanuel Parrado analiza el
comportamiento de ciertos actores que promovieron el proyecto, centrado en las for-
mas que adquirió la construcción del poder dentro del marco de profunda inestabili-
dad política y la reconfiguración de roles de los distintos sujetos. Se señala como
hecho fundamental la emergencia de actores que no habían tenido participación en la
vida política provincial y regional hasta la década de 1830.
Podemos decir, en síntesis, que el programa revolucionario de mayo implicó no
sólo dar respuesta a la ruptura del orden colonial y a la crisis de la legitimidad del
poder, sino a la profundización de los cambios implementados en términos de inser-
Presentación 15

ción y demandas en el contexto internacional tanto como comunidad política a la vez


que económica. La apertura comercial que en parte se había puesto en marcha un año
antes del movimiento revolucionario como efecto del conflicto atlántico, definió la
posición económica del naciente “estado argentino” en la economía mundial y el rol
de las economías interiores a lo largo del siglo XIX. A la vez, produjo una transforma-
ción de las bases económicas de las elites propietarias, vinculadas fundamentalmente
con el comercio de importación-exportación que encararon el desplazamiento del ca-
pital comercial hacia los emprendimientos rurales.
El proceso no se hizo sin dificultades. Los alcances de esas medidas, especial-
mente los asociados con la adecuación de las economías interiores en el contexto
internacional y la “representación” de los pueblos en las asambleas constituyentes
para proponer una organización política acorde con las necesidades económicas, es
tema poco explorado por los historiadores del “interior” y merece una revisión de los
supuestos sostenidos sistemáticamente por la historiografía decimonónica. Espera-
mos aportar algunos elementos de juicio con esta compilación de trabajos.

Quisiera agradecer personalmente el apoyo sistemático de dos personas vinculadas


con mi trabajo personal así como con los proyectos académicos, dirección y co-direc-
ción de alumnos, tesistas y becarios. Se trata de la Mg. Irene García de Saltor, quien
dirige, participa y es gestora directa de muchos de los proyectos en los que hemos
participado juntas en los últimos años y del Dr. Alfredo Bolsi, que como director del
Instituto Superior de Estudios Sociales (y mucho antes que ello también) ha ofrecido
su apoyo personal e institucional para mí y quienes me acompañan en esta tarea. Para
ellos, mi profundo reconocimiento.
Las disputas por el poder en San Miguel de Tucumán
a partir de la expulsión de los jesuitas

MARÍA LELIA GARCÍA CALDERÓN

“Los principales vecinos, alcaldes y regi-


dores, que por todos no pasarán de veinti-
cuatro, son hombres circunspectos y tena-
ces en defender sus privilegios…”.1

E
sta investigación tiene como objetivo indagar en las repercusiones de la acción
reformista borbónica, especialmente la medida de expulsión de la Compañía
de Jesús y su impacto en la sociedad tucumana, partiendo de la hipótesis de
que esta última debió acomodarse a la nueva realidad generando un reordenamiento
en el seno de los grupos de poder que buscaban mantener su posición hegemónica.
El alejamiento de los jesuitas provocó cambios en diferentes esferas, pero aten-
diendo al aspecto institucional, el extrañamiento planteó la necesidad de crear la Jun-
ta Municipal de Temporalidades para la administración de los bienes secuestrados a
los expulsos. Esta corporación constituiría un nuevo espacio de decisión cuyos cargos
fueron de hecho ocupados por miembros de familias ya tradicionalmente vinculadas
al ámbito político de la ciudad, como lo era el Cabildo. Su composición planteó un
encadenamiento de tensiones y negociaciones que ponían de manifiesto los mecanis-
mos sociales que articulaban verdaderas coaliciones de vecinos para satisfacer las
apetencias de poder de grupos y familias.
Analizada desde otro aspecto, la expulsión originó el remate de los bienes de los
jesuitas que constituyó una ocasión sin precedentes para quienes la aprovecharon con
el fin de acrecentar sus patrimonios familiares o ampliar y diversificar sus actividades
económicas.
Quienes estuvieron involucrados desde el primer momento en el proceso de ex-
trañamiento, la posterior administración de los bienes incautados y hasta la misma
formación de la Junta de Temporalidades, pertenecían a redes –basadas en el paren-
tesco, la filiación o las alianzas interpersonales– que estratégicamente actuaban para
reproducirse como grupo en la posición dominante. Mediante acciones exitosas en la
concreción de ese común objetivo, a lo largo del tiempo e implicando a varias genera-
ciones, habían logrado la continuidad de su presencia y su accionar desde mucho
antes de la expulsión de la Compañía.

1 CONCOLORCORVO El lazarillo de ciegos caminantes, Emecé, Buenos Aires, 1997, p. 69.


18 Identidades, representación y poder...

La estrecha imbricación entre lo político y lo social que ha demostrado la


historiografía de las últimas décadas se manifiesta en el estudio de las dinámicas so-
ciales con el acento puesto en lo que los individuos hacen alejándose de los tradicio-
nales análisis de categorías sociales estáticas.
En este marco es importante la aplicación del concepto de familia o grupo de
relaciones y la utilización de la red social como una herramienta, sin olvidar que
existen otros ángulos desde los cuales explicar la historia social.
Si atendemos a la historiografía tucumana reciente observamos el estudio de las
redes de vínculos entre familias que constituían para los miembros de los grupos do-
minantes el recurso mediante el cual organizaban el control de sus negocios y también
el funcionamiento de las instituciones políticas.2 Estas relaciones de poder caracteri-
zaron la estructura política e institucional a partir de una dinámica resultante de con-
flictos, negociaciones, cooperaciones, solidaridades y resistencias –entre otras accio-
nes– que establecían los individuos que se vincularon para reorganizarse en el contex-
to de las reformas borbónicas y perpetuarse en el estatus de elite.3 Por ello el estudio
del campo social como una estructura de red nos interesa para revelar los comporta-
mientos individuales.4
Cristina López ha dedicado gran parte de su producción historiográfica a inda-
gar el reordenamiento de las elites en las últimas décadas del siglo XVIII producido
por los efectos de las reformas borbónicas y ha tomado las redes de parentesco como
herramienta analítica para enlazarlas con los objetivos de las familias tucumanas de
adaptarse a los cambios. Sostiene que las redes de familias de parientes, amigos y
clientes son las unidades pertinentes de análisis del proceso de conformación del po-
der y el patrimonio. A partir de la unidad de capital relacional que era la parentela, a la
que se sumaban otros vínculos, la autora ha analizado el rol de la familia Alurralde en
el avance, defensa y apropiación de los territorios conocidos como la frontera del
Tucumán colonial.5

2 En las investigaciones de Ana María Bascary se ha caracterizado a la sociedad tucumana de fines de la


época colonial y se han abordado las estrategias de las familias de los grupos hegemónicos para perma-
necer y reproducir su poder. Sus trabajos consideran a la familia como el ámbito privado desde donde se
proyecta la participación pública de sus miembros. BASCARY, Ana María Familia y vida cotidiana.
Tucumán a fines de la colonia, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Tucumán, 1999.
3 LÓPEZ, Cristina “Negocios familiares: redes mercantiles y redes de parentesco en el Tucumán colo-
nial”, en Revista del Departamento de Historia, núm. 7, Facultad de Filosofía y Letras, Tucumán, 1999.
4
Tamar Herzog ha subrayado la importancia de recurrir a las redes como complemento de los estudios
sociales basados en categorías formales. HERZOG, Tamar “La vecindad: entre condición formal y nego-
ciación continua. Reflexiones en torno a las categorías sociales y redes personales”, en Anuario IEHS,
núm. 15, UNICEN, Tandil, 2000, p. 124.
5 LÓPEZ, Cristina “Redes de parentesco y poder en la frontera de Tucumán: la familia Alurralde”, en
LÓPEZ, Cristina –compiladora– Familia, parentesco y redes sociales, REHPoS, Instituto de Estudios
Geográficos, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Tucumán, 2003.
Las disputas por el poder... 19

Gabriela Tío Vallejo coincide con otras perspectivas al considerar la elite


tucumana como una red familiar extensa proyectada hacia actividades económicas en
las cuales hacendados y comerciantes instituyeron un entretejido de vínculos que les
permitieron relacionarse con otras regiones y con otros actores como los inmigrantes
españoles del período.
El grupo hegemónico, desde la institución capitular, logró el control de los me-
canismos para el acceso al poder político y acusó una intención de autonomía del
gobierno local a expensas del gobierno colonial que es analizado por la autora desde
una perspectiva judicial-institucional.6
Por su parte, Irene García de Saltor también ha identificado políticamente a la
elite tucumana definiéndola como el grupo que ejercía la responsabilidad legal del
mando en la ciudad, la que desempeñaba funciones en el Cabildo.7 Señala que en esta
corporación los cargos circularon entre muy pocos nombres que se repetían
sistemáticamente y que incluían a la elite tradicional y a los peninsulares que llegaron
en el siglo XVIII unidos en complejas redes parentales.
Asimismo, Ana María Bascary, en consonancia con la idea de consolidación de
los grupos hegemónicos en este período y a partir de otras fuentes, analiza las estrate-
gias familiares y sostiene también que el período de 1790 a 1810 fue el de mayor
concentración de poder político y de ampliación patrimonial por parte de la elite.
Las investigaciones mencionadas y otras que están en curso en Tucumán consti-
tuyen valiosos aportes historiográficos que nos permiten avanzar en la explicación de
las relaciones entre familia y poder a fines del período colonial en un contexto en el
que los grupos hegemónicos de la sociedad tucumana acusaban los efectos de las
reformas borbónicas.
En este sentido, el presente trabajo tiene como objetivo avanzar en el estudio de
un período relativamente poco observado en San Miguel de Tucumán como es el
escenario inmediatamente posterior al extrañamiento jesuita. En ese marco se habría
generado la necesidad de cubrir funciones en nuevos espacios de decisión que habrían
quedado en manos de aquellos que estuvieron desde el primer momento conectados
con el cumplimiento de la medida de expulsión.
Metodológicamente, frente a la tendencia tradicional de situar estáticamente a
los individuos en una posición social determinada y en una situación en que los víncu-
los siempre suponían los mismos contenidos y obligaciones, la propuesta instrumen-
tal de las redes sociales nos recuerda que las vidas son imprevisibles y dinámicas y
que por lo tanto las relaciones entre los actores también son cambiantes. Con el tiem-
po cambian los contextos, los fundamentos económicos, sociales y políticos sobre los

6 TÍO VALLEJO, Gabriela Antiguo Régimen y Liberalismo. Tucumán, 1770-1830, Cuadernos Humanitas,
núm. 62, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Tucumán, 2001.
7 GARCÍA DE SALTOR, Irene La construcción del espacio político. Tucumán en la primera mitad del
siglo XIX, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Tucumán, 2003.
20 Identidades, representación y poder...

que se asientan los intereses que resguardan los individuos y que rigen sus trayecto-
rias personales o grupales.
Es así que en la documentación tucumana del período bajo estudio se perciben
rivalidades que interpretamos como el enfrentamiento entre facciones que integraron
distintas redes de vecinos y familias que, ante los efectos de la expulsión de la Com-
pañía de Jesús, buscaron reordenarse para no perder sus posiciones de poder.
Por lo antedicho, creemos que para adentrarnos en el estudio de los actores que
formaron la Junta Municipal de Temporalidades es importante primeramente exami-
nar a las familias y observar en qué medida formaban parte de un determinado grupo
de relaciones que orientaba las acciones de sus integrantes en beneficio de sus propios
intereses y según la alineación de sus vinculaciones. Al mismo tiempo consideramos
la incorporación a la sociedad tucumana de actores nuevos que también lograron par-
ticipar de la toma de decisiones políticas y económicas.

Las familias tucumanas


Ciertamente, las familias desplegaron estrategias con el fin de lograr sus propósitos
políticos, económicos y sociales que influyeron en el proceder y accionar de los gru-
pos de poder en el Tucumán a fines de la colonia. De esta manera, hicieron frente a los
cambios que se venían produciendo a lo largo del siglo XVIII y se ajustaron a las
nuevas circunstancias cimentando los parentescos y las dependencias personales que
articulaban a unos linajes con otros en vastas redes sociales.
A partir de los aportes de la historiografía explorada hemos comprobado que las
peculiaridades de las familias preponderantes de la sociedad tucumana tardocolonial
se relacionaban fundamentalmente con la unión con peninsulares y la vinculación con
los fundadores de la ciudad y con redes sociales. Asimismo, cierto predominio econó-
mico y la posesión o proximidad de cargos militares y políticos al servicio de la Coro-
na acababan por situar a ciertos grupos en una posición preeminente.
La coyuntura de mediados del siglo XVIII y los recambios generacionales da-
rían como resultado una modificación en el grupo de individuos de la sociedad que
detentaban el poder político y económico. La hegemonía pasaría de los vecinos terra-
tenientes/encomenderos a los hacendados/comerciantes y fleteros –amparados por la
nueva situación de la economía– y finalmente a los grandes comerciantes importadores,
facilitando como corolario una autotransformación en el seno de la elite.
Las familias ya arraigadas en el Tucumán acopiaban un conjunto de factores
devenidos de sus historiales familiares, la tradición de pertenencia a los círculos de
poder en la jurisdicción, las gestas a favor de la Corona y la riqueza en bienes materia-
les, en tierras o en rentas.
Las funciones capitulares proporcionaban un mecanismo de diferenciación so-
cial reconocido en la localidad favoreciendo el acrecentamiento del capital simbólico
de una determinada familia al tiempo que se convertían en verdaderos instrumentos
para el cuidado de los intereses propios y de su grupo de pertenencia.
Las disputas por el poder... 21

Se ha estudiado que, como una de las estrategias para mantener su posición


preeminente, las familias tucumanas buscaban asociaciones mediante vínculos de pa-
rentesco con los comerciantes llegados a la región en la etapa borbónica. Entre los que
arribaron a partir de entonces “…figuraban los Alberdi, los Garmendia, los Muñeca,
los Zavaleta y los Zavalía”.8
Como consecuencia de estas relaciones el sector de los comerciantes poseía
miembros tucumanos y peninsulares. De los nombres de los comerciantes matricula-
dos en 1804 siete pertenecían a individuos tucumanos mientras que la mayoría eran
españoles.9 Estos eran: D. José Velarde, D. José Ignacio de Garmendia, D. Manuel
Pose, D. Cayetano Fernández Moure, D. Miguel Laguna, D. Manuel Erazu, D. Ma-
nuel Reboredo, D. Francisco Monteagudo y D. Cayetano Rodríguez Moure.
Otros españoles avecindados en San Miguel de Tucumán también dedicados al
comercio, aunque no registrados en esa ocasión, fueron Julián Ruiz de Huidobro,
Manuel Antonio Pereyra, Pedro Antonio de Zavalía, José Colombres Thames, José de
Huergo, José Millán, Fermín Tejerina y Miguel Viaña.10
Los comerciantes mencionados funcionaron en conjunto como una red con su
propia jerarquía de poder ya que entre ellos se manifestaban diferencias como las
devenidas de la envergadura de sus negocios, los giros comerciales y las inversiones,
entre otras, como ya ha sido estudiado. No obstante, existían algunos factores de
coincidencia a considerar como el favor de ciertos miembros de sus familias asenta-
dos con anterioridad en otras localidades –especialmente en Buenos Aires– al inicio
de sus carreras y su posterior relación con los principales proveedores porteños, la
importación de efectos de Castilla y el traslado de estas mercancías hacia regiones
aledañas, las inversiones en inmuebles principalmente urbanos, esclavos y préstamos
de dinero, y las relaciones de parentesco entabladas con un grupo en particular de la
sociedad tucumana que les permitió contar entre sus pertenencias con propiedades en
la campaña producto de las dotes de sus esposas o las herencias de sus suegros.11
El ejercicio del poder político dentro de este grupo mercantil estuvo reservado a
los comerciantes mayoristas12 –que no eran muchos si se comparan los números con

8 LÓPEZ, Cristina “Redes de parentesco y poder en la ‘frontera’ de Tucumán: la familia Alurralde”, en


GARCÍA DE SALTOR, Irene y LÓPEZ, Cristina –compiladoras– Representaciones, sociedad y política
en los pueblos de la República. Primera mitad del siglo XIX, IPHA, Facultad de Filosofía y Letras,
UNT, Tucumán, 2005, p. 148.
9 BASCARY, Ana María Familia y vida cotidiana…, cit., p. 177.
10 Datos tomados de LÓPEZ, Cristina “Negocios familiares…”, cit., p. 7.
11 LÓPEZ, Cristina “Negocios familiares…”, cit., p. 8.
12 Cristina López distingue a los comerciantes mayoristas del resto de los mercaderes minoristas y pulperos
de la región. Siguiendo la documentación de la época se encuentran denominaciones como: “mercader
tratante”, “del comercio” y “comerciante” seguidos generalmente de la palabra “residente” hasta 1780
cuando muchos de ellos comenzaron a figurar como vecinos. En LÓPEZ, Cristina “Negocios familia-
res...”, cit., p. 8.
22 Identidades, representación y poder...

otras regiones– y fue desarrollado esencialmente mediante la intervención en el Ca-


bildo, las Cajas Reales o la dirección del Consulado de Comercio.13
Si analizamos la conformación del Cabildo en la primera mitad del siglo XVIII
notamos la participación de un grupo de encomenderos, sus descendientes dedicados
a la ganadería y miembros del sector comerciante y del transporte aún cuando es
difícil separar estos rubros dado que todos participaban en similares actividades eco-
nómicas.
Estos propietarios con poder económico y social derivado de las primeras mer-
cedes cedidas por la Corona y las alcanzadas posteriormente como recompensa a sus
servicios en los enfrentamientos contra los naturales acapararon el poder político des-
de la función capitular. El pequeño grupo de guipuzcoanos, vizcaínos y navarros que
arribaron por entonces en un breve período lograron insertarse en los grupos tradicio-
nales y vincularse, y así consolidarse, con los que años antes habían ingresado a la
región –como los Aráoz. El conjunto de todos ellos configuró el grupo hegemónico
capitular; los oficios rotaron constantemente entre los mismos individuos o sus fami-
liares.
La historiografía tucumana ha avanzado en el estudio del predominio de este
grupo de linajes en el ayuntamiento concluyendo por ejemplo que:
“…entre 1700 y 1750 el cargo de alcalde provincial fue ejercido
por la familia Peñuecos y Avellaneda, originarios de Beci [Vizca-
ya]. Fueron alcalde provinciales D. Simón de Avellaneda, D. To-
más de Avellaneda [hijo del anterior] y D. Juan Francisco Deheza
y Helguero [español residente en Tucumán desde hacía poco tiem-
po].14 Mientras, los cargos de Regidor y Fiel Ejecutor fueron com-
prados por la familia Aráoz originarios de Oñate [Guipúzcoa].
Las funciones electivas de alcaldes –aún cuando ejercían simultá-
neamente otros cargos– fueron patrimonio alternativo de las fami-
lias mencionadas,15 sus parientes colaterales o miembros de su
facción, a las que se sumaron los Alurralde, los Urquiola y los
Argañaraz y Murguía”.16

13 LÓPEZ, Cristina “Negocios familiares...”, cit., p. 18.


14 Don Juan Francisco Deheza y Helguero natural de Burgos se casó en 1731 con Doña Francisca Sánchez
de la Madrid y ya en 1733 ocupaba el cargo de alcalde de segundo voto en el Cabildo tucumano.
15 En el caso de la familia Aráoz fueron alcaldes ordinarios: Nicolás Aráoz y Bazán (1700), Bartolomé
Aráoz (1709), Juan Gregorio Aráoz (1718), Diego Aráoz (1730-46) y Miguel Aráoz y Echave (1747).
LÓPEZ, Cristina “La sociedad de San Miguel de Tucumán en la primera mitad del siglo XVIII”, en
MUÑOZ MORALEDA, Ernesto –compilador– La Ocupación del espacio de San Miguel de Tucumán y
su jurisdicción. 1700 a 1750, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, 2001, p. 50.
16 LÓPEZ, Cristina “Redes de parentesco…”, cit., p. 147.
Las disputas por el poder... 23

Las familias Aráoz y Sánchez de la Madrid, vinculadas por estrategias matrimoniales,


lograron proyectar su poder político en el seno del Cabildo hasta fines del período
colonial y, vinculados con ellos, también los Villafañe y Guzmán, los Medina y
Montalvo y los Fernández Campero.17
Pero a más del espacio capitular, la elite gobernante tucumana también aspiró a
los cargos afines a la Real Hacienda, la Renta de Tabacos y Naipes, el Cabildo ecle-
siástico, el Vicariato de las órdenes religiosas, la Comandancia de Armas, la Adminis-
tración de Correos, entre otros.
En el ramo de la Real Hacienda estas familias tuvieron sus representantes.18 En
el período que estamos describiendo se encontraban concentrados en Jujuy todos los
ramos relativos a la Real Hacienda a cargo de los Jueces oficiales Reales y en cada
ciudad de la Gobernación, sus representantes naturales, los Tenientes Tesoreros a car-
go de la Real Caja. En San Miguel de Tucumán algunos de quienes desempeñaron
esas funciones fueron D. Francisco Sánchez de La Madrid, el maestre de campo D.
Felipe de Alurralde, D. Diego Domínguez, D. Diego de Aráoz, el Sargento mayor D.
Pedro de Norry, D. Diego de Robles, entre otros. Muchos de ellos, además, cumplie-
ron otras funciones de notoriedad en la sala capitular, como hemos consignado.
Posteriormente, también entre 1750 y 1810 –durante veintiséis años– hombres
pertenecientes al linaje Aráoz se desempeñaron como cabildantes. Del mismo modo
otros actores unidos estrechamente a ellos por lazos de consanguinidad (tíos y sobri-
nos) o parientes políticos (yernos, suegros, cuñados) hicieron evidente con su presen-
cia capitular la influencia de esta red familiar dominando el ayuntamiento con dos o
cuatro cabildantes especialmente en las décadas de 1774 y 1794.
La familia Villafañe, a su vez, emprendió una política similar en relación con los
cargos capitulares, logrando estar representada durante 37 de los sesenta años.
En consecuencia, durante la segunda mitad del siglo XVIII localizamos como
regidor a Pedro Antonio Aráoz, hijo de D. Diego Ignacio Aráoz y de Da. Josefa de Paz
y Figueroa. Ocupó el cargo de Regidor Fiel Ejecutor en 1776 (y luego desde 1777 a

17 “La relación de la familia Villafañe y Guzmán –una de las más poderosas económicamente– se dio tanto
con los Sánchez de la Madrid como los Aráoz. Don Francisco Sánchez estaba casado con Da. María
Villafañe, hermana de Diego, casado con Da. María de Aráoz (hija de D. Bartolomé Santos). D. Francis-
co Sánchez y D. Diego Villafañe eran concuñados y este último por su mujer quedaba emparentado con
los Aráoz. Los Medina y Montalvo se relacionaron con los Aráoz a través de Baltasar, hijo del Capitán D.
Claudio de Medina y Montalvo, vecino feudatario casado Da. Petronila Villafañe y Guzmán. D. Baltasar
se casó con Da. María Agustina de Aráoz, hija de D. Ignacio Araoz, hermana de Bartolomé, Juan Gregorio
y Diego Aráoz. Baltasar era sobrino de D. Diego Villafañe y ambos estaban casados con dos Aráoz que
eran primas hermanas. D. Diego Fernández Campero, vinculado a las principales familias salteñas pero
residente en Tucumán estaba casado con Da. Francisca Lizarralde y Aráoz, hija de D. Nicolás Aráoz y
hermana de Bartolomé, Juan Gregorio, Diego e Ignacio”. LÓPEZ, Cristina “La sociedad...”, cit., p. 53.
18 Cfr. GARCÍA CALDERÓN, María Lelia “El control fiscal en San Miguel de Tucumán. 1700-1750.
Aportes para su estudio”, en MUÑOZ MORALEDA, Ernesto –compilador– La ocupación…, cit., pp.
60 y ss.
24 Identidades, representación y poder...

1784, de 1787 a 1788 y de 1792 a 1805). Simultáneamente, consta entre los capitula-
res con otras funciones como fiel ejecutor, alcalde de primer y segundo voto y alcalde
de la Santa Hermandad.
Simón Chávez Domínguez figura desde 1776 como regidor y hasta 1790, año en
que murió, aparecía como alférez real, alcalde de primer voto y alcalde provincial.
Entre el año 1776 y hasta 1809 emergió en el Cabildo el sevillano –dedicado al co-
mercio de importación– Juan García Cárdenas, primero como procurador general y
luego como regidor veinticuatro. Además, desempeñó funciones de alcalde de la San-
ta Hermandad interino, procurador general interino, alcalde de primer voto y alcalde
de Monteros. Fue en varias oportunidades rematador de diezmos y estuvo vinculado
“…a la facción de poder local que lideraban los Aráoz y los Sánchez de La Madrid”,19
y a la sociedad tucumana mediante el matrimonio. Era concuñado, en segundas nup-
cias, del subdelegado de la Real Hacienda D. José Silvestre de Ojeda.
Entre 1776 y 1780 fue regidor veinticuatro José Fermín Puiz Poio (o Poyo), en
1783 Francisco Javier Sánchez de la Madrid (regidor fiel ejecutor), de 1778 a 1787
Francisco Tejerina y Barreda fue regidor veinticuatro aunque también desempeñó fun-
ciones de alguacil mayor, alcalde de primer voto, alcalde de la Santa Hermandad y
defensor de menores. En 1784 José de Ojeda se presentó como regidor veinticuatro,
pero desde 1781 a 1790 lo distinguimos cumpliendo funciones de defensor de meno-
res y alcalde de primer y segundo voto.
Francisco Javier Sánchez de La Madrid, hijo del general español Francisco
Sánchez de La Madrid y de Da. María de Villafañe y Guzmán, se casó con Da. Claudia
Aráoz (hija de D. Bartolomé Santos de Lizarralde y Aráoz y de Da. Catalina Echave).20
Cuando enviudó de su primera esposa se casó con Da. Clara de Paz natural de Santia-
go del Estero (hija de D. Domingo de Paz y de Da. Gregoria Aguirre).
A partir de 1767, año en que la expulsión de los jesuitas generó la necesidad de
cubrir funciones en nuevos espacios de decisión, se produjo en San Miguel –con co-
nexiones hacia la región– un reordenamiento de los vecinos alrededor de quienes
estuvieron desde el primer momento relacionados con la ejecución de aquella medida
borbónica. La medida de extrañamiento provocó la emergencia de parcialidades a

19 LÓPEZ, Cristina “Evolución de la propiedad rural de la jurisdicción de San Miguel de Tucumán, 1765
a 1775”, mimeo, Tucumán, 1994, pp. 28-29.
20
Claudia Aráoz era viuda de Andrés Zorrilla, natural de Burgos (España) con quien se había casado en
septiembre de 1750. Él murió el mismo día de la boda. Cfr. Archivo Histórico de Tucumán (en adelante,
AHT), Sección Judicial Civil, caja 13, exp. 4, f. 68v. Sus padrinos en esa oportunidad fueron quienes
más adelante serían sus suegros al casarse con D. Francisco Javier Sánchez de La Madrid (padrinos:
general Francisco Sánchez de La Madrid y Da. María de Villafañe y Guzmán, su esposa). Luego, en la
boda de Claudia Aráoz con Francisco Javier Sánchez de La Madrid fueron padrinos el maestre de campo
Diego de Aráoz y su esposa Da. Josefa de Paz y Figueroa. Cfr. COROMINAS, Jorge Matrimonios de la
Catedral de Tucumán, 1725-1765, Fuentes Históricas y Genealógicas argentinas, núm. 138, Buenos
Aires, 1987, p. 31.
Las disputas por el poder... 25

favor o en contra de la Compañía que fueron expresión de verdaderos conflictos entre


grupos de poder locales directamente partícipes en contra de las disposiciones reales.
La existencia de una parcialidad conectada directamente con las autoridades
superiores borbónicas estuvo encabezada por Fermín Vicente Texerina cuya partici-
pación en las gestiones de extrañamiento de los jesuitas y en los posteriores sucesos
en el proceso de conformación y actuación de la Junta de Temporalidades ha quedado
documentada.21 Este era hijo de andaluces y se casó en Tucumán con Teresa Domínguez
(hija del general Diego Domínguez y de Teresa Rodríguez Viera o Vieyra). Estaba
emparentado con el capitán José de Molina, con Juan López Ríos y con Francisco
Xavier Villafañe de los cuales fue concuñado.
Su hermano Francisco Texerina y Barreda fue regidor, oficio que investía quien
lo detentara de una alta dignidad en el gobierno de la ciudad. A los Texerina se suma-
ban un renegado de la familia Aráoz, Juan Antonio Aráoz y Sánchez de la Madrid,
Vicente Escobar, Martín Ángel Varón, Manuel Padilla y Joaquín Monzón, entre otros.
Sin embargo, la repercusión en el Cabildo de la expulsión de la Compañía fue el
afianzamiento –no sin polémicas– de la facción de las familias tradicionales liderada
por los Aráoz. Se destaca en este período la figura del teniente coronel del 2º regi-
miento de milicias D. Pedro Antonio Aráoz y Paz y Figueroa de larga permanencia en
funciones capitulares, su hermano el cura vicario de Monteros Diego Miguel Aráoz y
el primo hermano de éstos D. Miguel de Aráoz y Echavez.
Esta camarilla sería liderada hacia los años 1780 por el Regidor y Administrador
de Correos D. José Fermín Ruiz Poyo casado con Catalina Aráoz-Echavez y Sánchez
de La Madrid.22 Su matrimonio lo vinculaba con Francisco Javier Sánchez de La Madrid
y una extendida parentela que lo relacionaba con José González Thames, Josefa
Villafañe (esposa de José Fermín de Molina y López), José Velarde, José de Figueroa
y Mendoza y Juan Silvestre Deheza y Helguero.
En las elecciones de 1781 esta parcialidad, a la que se adhería el español Juan
García Cárdenas,23 se inclinó en favor de José Miguel Medina (emparentado con el
alférez Simón Domínguez y con el fiel ejecutor Pedro Antonio Aráoz). A pesar del
vínculo que se demostraba, un grupo de treinta y cinco vecinos apoyó la votación que
fue anulada por el gobernador intendente de Salta Andrés Mestre.

21
AHT, Sección Administrativa, Vol. 6, ff. 35 y 36, 37 y 38; AHT, Sección Judicial Civil, caja 25, exp. 29,
f. 184v. Luego caja 23, exp. 1, ff. 2 y ss.; PEÑA DE BASCARY, Sara “Jesuitas en Tucumán al filo de la
expulsión”, en Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán, núm. 6, Tucumán, 1994, pp. 117
y 118; AHT, Sección Administrativa, Vol. 11, f. 296.
22 Fermín Ruiz Poyo (o Poio) estaba vinculado a los Aráoz y a los Sánchez de la Madrid. Era sobrino
político de Francisco Javier Sánchez de la Madrid porque éste y Catalina Sánchez de la Madrid eran
hermanos, hijos de Francisco Sánchez de la Madrid y de María de Villafañe y Guzmán. En 1744 Cata-
lina contrajo matrimonio con Miguel Aráoz y Echavez. De esa unión había nacido Catalina Aráoz quien
fuera la esposa de Fermín Ruiz Poyo.
23 Juan Bautista García Cárdenas representaba a los peninsulares arribados en los últimos tiempos pero ya
emparentado con importantes apellidos del medio (Ojeda, Gutiérrez, Pérez Padilla, Rodríguez, Molina).
26 Identidades, representación y poder...

Según asienta Bascary,24 entre 1750 y 1810 las elecciones de capitulares no ofre-
cieron conflictos de envergadura, lo que indica la presencia de fuertes lazos de soli-
daridad entre los miembros de los grupos hegemónicos. Por lo general, los
enfrentamientos se limitaban a conflictos circunstanciales entre las diferentes faccio-
nes, aunque –considera la autora– a la luz de la documentación es muy dificultoso
discernir sus causas concretas.
No obstante, se puede inferir que la base de las controversias era el control del
Cabildo y de la Junta de Temporalidades. De ahí el interés por excluir a los miembros
de la elite política que arriesgaran la hegemonía de algún grupo en particular afirmán-
dose en el argumento de la fidelidad a las transformaciones institucionales borbónicas.
Con este fin la dinámica política de los grupos hegemónicos tucumanos rivalizó
en la construcción de relaciones de poder y de parentelas solidarias.
En consecuencia, al examinar los apellidos de quienes formaron parte del Cabil-
do tucumano desde principios de 1700 hasta 1800, se aprecia la persistencia de algu-
nos nombres y la incorporación de otros, hacia la década de 1760 y de 1770, que de
alguna manera se enlazan con las familias tradicionales.
La gran mayoría de estos tuvieron algún tipo de vinculación con los asuntos de
la expulsión de los jesuitas o con las diligencias que se siguieron posteriormente a fin
de inventariar, regentear y rematar el patrimonio de los expulsos. Asimismo, muchos
de ellos formaron parte de la Junta de Temporalidades y tuvieron la oportunidad de
hacerse de propiedades beneficiándose con la venta de las posesiones que habían
correspondido a la Compañía.
Entre los apellidos con mayor permanencia en la sala capitular hemos encontra-
do: Aráoz (Aráoz de Lamadrid), Bazán, Campero, Chávez Domínguez, Deheza y
Helguero, García de Valdés, Martínez de Iriarte, Medina, Molina, Norri, Román (Román
Pastene), Sánchez de Lamadrid, Silva, Villafañe y Zevallos. Después de la mitad del
siglo, emergen nuevos nombres: Escobar, Fernández Moure, García Cárdenas, Ibiri,
Ojeda, Paz, Pose, Reboredo, Ruiz de Huidobro, Ruiz Poio, Tejerina, Terri, Zavalía y
Zavaleta, que en su mayoría corresponden a los ibéricos arribados a la sazón.
En este proceso, las reformas de la dinastía borbónica basadas en la centraliza-
ción política y tendientes al fortalecimiento del poder de la Corona no significaron un
obstáculo insuperable para los grupos hegemónicos locales. Ese ideal del burócrata
peninsular recién llegado, funcionario borbónico idóneo en su cargo e imparcial ante
las influencias –magistrado, administrador de rentas, obispo, oficial del ejército per-
manente– quien en teoría mantendría ilesa la autoridad de la Corona, debió enfrentar-
se en la realidad al poder y los ascendientes de las elites tradicionales.
Tal como hemos considerado, en San Miguel de Tucumán la presencia de nue-
vos actores en el espacio capitular hacia mediados de la centuria fue resultado de

24 BASCARY, Ana María Familia y vida cotidiana…, cit., p. 193.


Las disputas por el poder... 27

asociaciones basadas en el parentesco practicadas por grupos que disputaron el poder


a los miembros de una red familiar, enlazada con los Aráoz. Esta red había ocupado la
mayor parte de los cargos capitulares durante aproximadamente toda la primera mitad
del siglo.
En otras palabras, alianzas políticas entre cuñados, concuñados, suegros,
consuegros, yernos, primos y sobrinos constituyeron clanes colocados en facciones
antagónicas que dinamizaron la vida de la corporación de vecinos con base en tramas
transversales de lealtades nacidas del parentesco o pseudo-parentesco. Los conflictos
y solidaridades familiares que se expresaron en la conformación de facciones, tendie-
ron a la pervivencia de su influencia política hasta los primeros años del siglo XIX.
La flamante Junta Municipal de Temporalidades, con su relevancia en el traspa-
so de los bienes jesuitas a manos laicas, constituiría un nuevo reducto de los represen-
tantes de estas redes parentales que hemos mencionado.

Conflictos en torno a la formación de la Junta Municipal


de Temporalidades de San Miguel
La rivalidad entre adversarios y amigos de los jesuitas traducía la conmoción que
había provocado en la sociedad del Tucumán el destierro de la Compañía. Este desa-
fío se había revelado desde el primer momento generando, por un lado, la destitución
del gobernador Campero y las discusiones en torno a su autoridad y, por el otro, la
pugna por la posibilidad de ocupación de áreas de decisión política y económica,
como consecuencia de la ausencia de los Padres, que dieron impulso a las estrategias
de algunas familias para reproducir su predominio y su notoriedad social.
En este contexto se pusieron de relieve en San Miguel de Tucumán los actores
que, vinculados con la administración de las Temporalidades jesuitas, ocuparon car-
gos en el reciente ámbito de poder constituido por la Junta de Temporalidades o en el
tradicional Cabildo.
En efecto, la medida de expulsión y las instrucciones reales determinaron la
aparición de una nueva estructura administrativa para entender directamente sobre los
bienes temporales de los Padres de la Compañía en la cual tuvieron injerencia los
vecinos que ocupaban cargos capitulares.
Desde el momento de la expulsión hasta que quedó conformada la Junta de
Temporalidades y aún después, la acción de las facciones antagónicas se manifestó en
las rencillas entre vecinos y autoridades –y entre vecinos entre sí– que encontraron en
torno a la Compañía de Jesús los motivos de controversia.
Existía en el Tucumán una animosidad contra Fernández Campero que se había
originado con anterioridad a la expulsión de la Compañía y se plasmó en las acusacio-
nes ante la Audiencia respecto a la discrecionalidad con la que el Gobernador había
manejado en ramo de la Sisa. El Cabildo de Jujuy lo denunciaría ante el Rey a causa
28 Identidades, representación y poder...

de “…sus tiránicas medidas, su orgullo, protección que prestaba a los oficiales reales
[…] de sus robos a la sisa y de que había despachado sumas a Europa…”.25
Luego del extrañamiento continuarían las inculpaciones y denuncias26 de indivi-
duos que tuvieron como corolario el levantamiento sedicioso en Jujuy y Salta.27 Este
habría tenido la obvia intención de minar la autoridad de Campero ante la Audiencia
y el Virrey y obtener la destitución del Gobernador al advertir la disminución de las
influencias e intereses económicos del grupo de vecinos con los que los jesuitas ha-
bían mantenido relaciones sociales y mercantiles.
Campero decía responder a los mandatos del gobernador de Buenos Aires Fran-
cisco de Paula Bucareli y Ursúa –fidelidad que lo posicionó en contra de quienes
fueron denominados projesuitas– mientras que los que intentaron deponerlo obraban
según las directivas de la Audiencia, en especial de su presidente Martínez de Tineo
quien se amparaba a su vez en la autoridad del virrey Amat.
Si bien el Cabildo de San Miguel se había mantenido al margen de la sedición
contra el gobernador Juan Manuel Fernández Campero, las derivaciones de aquélla se
hicieron evidentes en el proceso de conformación de la Junta Municipal de
Temporalidades, como observaremos a continuación.
La Sanción Pragmática del Rey otorgada el 2 de abril de 1767 ordenaba la ex-
pulsión de todos los jesuitas de sus territorios aquende y allende el mar y la expropia-
ción de todas sus posesiones. El gobernador de la provincia del Río de la Plata Francisco
Bucareli delegó el cumplimiento de la medida en manos de Fernández Campero.
Con el fin de efectuar lo dictaminado, Campero había comisionado en Salta a D.
Juan Adrián Fernández Cornejo para dar cumplimiento a las órdenes de expulsión y
ocupación de las Temporalidades de la provincia. Con este objeto se hizo intervenir a
miembros del Cabildo de San Miguel mediante el nombramiento de los alcaldes D.
Joseph de Figueroa y D. Fermín de Tejerina, de primer y segundo voto respectivamen-
te, y a D. Joseph de Molina que tenía el Gobierno de Armas para que, durante la

25
Del Cabildo al Rey. Jujuy, 1º de octubre de 1767. ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión de 1767 en el
Tucumán, UNC, Mendoza, 1969, p. 33.
26 En síntesis, las acusaciones contra Campero referían que desde que se había hecho cargo del gobierno
no había visitado los fuertes, que había sacado los libros capitulares y los conservaba en su casa, que
atemorizaba a los moradores con su guardia personal, que había favorecido a su fiador Tomás de Allende
con una inhibitoria judicial, que se había parcializado con éste, con el Doctor Francisco Tomás de
Uriarte y otros vecinos en Salta y Jujuy, que sacó dinero de la tesorería de guerra, que tomó 12 mil pesos
de la Caja de la Sisa de Salta, etc. En ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión…, cit., pp. 16 y 17. Entre
los denunciantes mencionamos a Blas José Sabando comerciante residente en Jujuy, Alejandro Echenique
alcalde mayor de la ciudad de Córdoba, José Antonio Laje, Ignacio Gorriti acreedor de los jesuitas, Juan
Antonio de la Bárcena, José Antonio de Zamalloa, Francisco Villa comerciante de Salta pero residente
en Jujuy, etc. Cfr. ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión…, cit., pp. 52-57.
27 El levantamiento contra Campero fue estudiado por ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión…, cit.
También recientemente LORANDI, Ana María Poder central, poder local. Funcionarios borbónicos
en el Tucumán colonial. Un estudio de antropología política, Prometeo, Buenos Aires, 2008.
Las disputas por el poder... 29

noche, consumaran las providencias de Su Majestad.28 Francisco Tejerina y Barreda


fue quien efectivamente ejecutó la medida según constata la solicitud de pago que
presentara en su oportunidad.29
“Señor Gobernador y Capitán General:
D. Francisco Texerina y Barreda, vecino rexidor, alguacil mayor,
en propiedad de esta ciudad […] parezco y digo: que desde el dia
seis de Agosto a la noche en el año de setecientos sesenta y siete
proximo pasado en que se me intimó la comisión librada por Vues-
tra Señoría al Coronel de Milicias de la Ciudad de Salta D. Juan
Adrian Cornejo, para que se le auxiliase a la expulsión de los re-
gulares de la compañía, me ocupé con el desvelo de esa nov, en la
citación del paisanaje y tomar las avenidas del colegio, asta que
fue cumplida, la real voluntad, y expulsos los referidos jesuitas,
prosiguiendo con el Juez en la ocupación de temporalidades y
facción de ymbentarios que se formaron como consta de los autos
[...] servi con amor y voluntad de que resultó se dignase Vuestra
Señoría conferirme la intendencia de las haziendas secuestradas
[...] y después me destinó Vuestra Señoría para que pasase a la
Hazienda de Guazan con comision para la entrega de ella y sus
potreros [...]
[...] todos los quale servicios con otros muchos extraordinarios
que constan a Vuestra Señoría tengo hechos en servicios del Rey,
y a veneficio de las temporalidades, sin mas satisfacción, ni remu-
neración que lo que consta se medio estando sirviendo la inten-
dencia…”.30
La lectura de los documentos prueba que quienes estuvieron desde el primer momento
vinculados con las primeras diligencias fueron Fermín Tejerina –quien fuera adminis-
trador y alguacil mayor– y Francisco Tejerina –posteriormente nombrado para esta-
blecer linderos de las propiedades.31

28 AHT, Sección Administrativa, Vol. 6, ff. 3, 35.


29 AHT, Sección Administrativa, Vol. 5, f. 315.
30
AHT Documentos coloniales relativos a los Jesuitas, Tomo III, siglos XVI, XVII y XVIII, Serie I, Vol. 9,
Tucumán, 2000, pp. 130-134. Todo lo actuado por Francisco Tejerina fue certificado por el escribano
Rafael de Hoyos. En julio de 1769 el gobernador Campero dio orden al Teniente de Oficiales Reales y
Administrador de Temporalidades D. Pedro Collante para que se concretara la remuneración que solici-
taba.
31 Nombramiento efectuado el 19 de agosto de 1772 junto a D. Lucas de Córdoba. AHT Documentos
coloniales…, Tomo 1, Serie I, Vol. 7, Tucumán, 1994, pp. 83, 84, 93.
30 Identidades, representación y poder...

Fermín de Tejerina conseguiría a partir de ese momento la permanencia de su


injerencia en las diligencias llevadas a cabo en torno del embargo del patrimonio
jesuita y la formación de la Junta de Temporalidades, ya que a ocho días de la expul-
sión el coronel de milicias D. Juan Adrián Cornejo, procedió a subdelegarle, ante su
regreso a Salta por problemas de salud, la comisión otorgada por el gobernador Cam-
pero.32 Consideraba a D. Fermín de Tejerina una persona de su confianza y de acredi-
tada conducta.
Era imperioso también acatar lo referido a la administración de los bienes de los
expulsos. Para ello, y con el objeto de evitar arbitrariedades, en marzo de 1769 una
Real Cédula erigía las Juntas Superiores y Subalternas de Temporalidades.33 Entre las
primeras, se instituyó la Junta Provincial de Buenos Aires, presidida por el Goberna-
dor, de la cual dependían las Juntas Subordinadas correspondientes a las provincias
del Río de la Plata, Cuyo, Paraguay y Tucumán. Esta última con mandato sobre Cór-
doba, Santiago del Estero, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Salta y Jujuy.34
De esta manera, por primera vez antes de creado el Virreinato del Río de la Plata
una institución borbónica extendería su jurisdicción desde Buenos Aires hacia el inte-
rior.
En las ciudades mencionadas se formaron las Juntas Municipales cuyas funcio-
nes y atribuciones quedaron establecidas en el articulado de la Real Cédula menciona-
da. El presidente de cada Junta debía ser el Gobernador o su teniente, y los vocales, un
regidor del Cabildo, un diputado eclesiástico nombrado por el obispo y un personero
del común.
Examinar las tasaciones, realizar las nuevas, organizar las ventas de los bienes y
hacerlas autorizar por la Junta Provincial –sin menoscabo de retener la iniciativa en
estas operaciones– supervisar a los administradores y a los arrendatarios y vigilar el
cumplimiento de las cargas, eran algunas de las facultades de las Juntas Municipales
bajo la fiscalización de la Junta Provincial de Buenos Aires.35

32 AHT Documentos Coloniales…, cit, p. 37.


33 El Decreto real del 27 de febrero de 1767 daría inicio a un cuerpo de disposiciones referidas al extraña-
miento de los dominios del Rey de España, Indias y Filipinas y a la ocupación de las temporalidades.
Éste estaba acompañado de la Pragmática Sanción del 2 de abril y un pliego reservado y, para los
dominios de América, se agregó una Instrucción fechada el 1º de mayo destinada a los Presidentes de los
tribunales Superiores de las provincias, y una Carta de Remisión reservada. A todo ello se sumaba la
Real Cédula del 7 de julio de 1767 que prescribía el modo en que habrían de pagar los pueblos, los
censos, deudas y cánones que anteriormente pagaban a los jesuitas.
34
MOLINA DE MUÑOZ MORALEDA, Stella Maris “El Cabildo de San Miguel de Tucumán en la segun-
da mitad del siglo XVIII”, en MUÑOZ MORALEDA, Ernesto –compilador– La ocupación…, cit., p.
55.
35
BISIO DE ORLANDO, Raquel “Las Temporalidades de Córdoba del Tucumán”, en Jesuitas, 400 años
en Córdoba, Actas del Congreso Internacional, Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1999, Tomo
4, p. 61.
Las disputas por el poder... 31

En septiembre del año 1769 Campero fue sucedido por Gerónimo Matorras en
el cargo de gobernador, si bien continuó al frente de las Temporalidades hasta sep-
tiembre de 1770.36 Ante este hecho, volvieron a manifestarse las discrepancias que
dividían a los tucumanos.
El nuevo gobernador no contaba con la simpatía de Bucareli y Ursúa (presidente
de la Junta Provincial de Temporalidades en Buenos Aires) quien lo percibía como un
“…refuerzo para el bando de los enemigos de Campero”.37 Campero acusaba a Matorras
de haber llegado irregularmente al gobierno sin cumplir con las condiciones estipula-
das por la Corona, mientras que el Cabildo tucumano, por su parte, únicamente lo
reconoció luego de haber consultado a la Real Audiencia de La Plata para constatar
que las obligaciones debidas para asumir el cargo ya habían sido cumplidas.
Las diferencias entre Campero y Matorras se plasmaron en los reiterados entre-
dichos de quienes estaban bajo sendas esferas de influencia: entre Vicente de Escobar,
Francisco Tejerina, el alcalde de primer voto Simón Chaver Domínguez y el escriba-
no José Antonio Deheza y Helguero, Diego Aráoz (gobernador de armas nombrado
por Matorras y acusado de promover disturbios projesuitas) y luego Pedro Antonio
Aráoz, su hijo, por un lado (del grupo de Matorras) y el administrador de Temporali-
dades Pedro Collante, Antonio Ugarte (cuñado y sustituto de Campero) Fermín de
Paz y el escribano Rafael de Hoyos por el otro lado (del grupo de Campero).
Los dichos y actuaciones del nuevo gobernador –Matorras– lo posicionaron como
protector y protegido del partido de los sublevados contra el gobernador Campero.38
Se declaraba abiertamente partidario de la Compañía: “Sepa vuestra Señoría que per-
dería cien gobiernos antes que dejar de confesar que soy amigo de los jesuitas...”.39
Asimismo proclamaba no reconocer otra autoridad que no fuera la del Virrey.
Expresaba que “…el gobierno de Buenos Aires no tenía jurisdicción superior sobre la
provincia del Tucumán [y agregaba] y dejémonos de Bucareli que, para mí ha sido
peor que un Mustafá y lo mismo en nombrármelo que nombrar al Demonio [...] pues
es el mayor ladronazo que ha venido al reino...”.40
Camperistas y Matorristas se encontrarán varias veces en situación de conflic-
to. Uno ellos se originó cuando se discutió la orden del gobernador Matorras para
abrir el camino de Tafí –que permanecía cerrado para no perjudicar a las Tempora-
lidades– a lo cual Fernández Campero, como encargado de las Temporalidades, se
negaba.
El Cabildo de San Miguel en abril de 1770 había expedido un Auto y Bando por
el cual todo comerciante podía transitar libremente por los Potreros de San Xavier,

36 AHT, Sección Administrativa, Vol. 7, f. 10.


37 ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión…, cit., p. 135.
38 Según dichos de Bucareli. ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión…, cit., p. 136.
39 Relato de Campero. ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión…, cit., p. 160.
40 De Matorras a Campero. ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión…, cit., pp. 159-161.
32 Identidades, representación y poder...

San Jenuario y Tafí. D. Pedro Collante, tesorero de la Real Hacienda y Administrador


de las Temporalidades hizo conocer un exhorto al Cabildo para que se “…contuviesen
las justicias de mezclarse en asuntos de [las] Temporalidades, por ser peculiar y priva-
tivo su manejo del Administrador de estas y demás comisionados [...] y por los irrepa-
rables perjuicios a las haciendas y ganados mayores y menores, cría de mulas, caba-
llos etc. a que se agrega el despotismo con que se quebrantan las leyes que lo
prohíben...”.41
Este problema se solucionó en febrero de 1771 cuando desde Madrid llegó la
orden de que se lo cerrara.42 Vértiz la hizo cumplir en Tucumán, ya en ese momento
con el apoyo de Matorras.43
Pero esta solución arribó luego de un proceso que comenzó cuando Juan Manuel
Campero despachó un exhorto solicitando que el Cabildo anulara el permiso de trán-
sito por el camino de Tafí. La situación se complicó al conocerse una orden del gober-
nador Matorras hacia el Defensor Fiscal y Administrador de Correos, Juan José
Zevallos, de presentarse en Córdoba.
Collante y Zevallos expresaron –con soporte de otros declarantes– que el 12 de
abril de 1770 se dirigieron, escoltados de Fermín de Paz, el sargento Agustín Rasal y
el escribano Rafael de Hoyos, a comunicar el exhorto y la Real Provisión referida a la
cuestión del camino de Tafí al alcalde de segundo voto Vicente de Escobar quien se
negó a recibirlos enviándolos a entrevistarse con el alcalde de primer voto Simón
Chaver Domínguez. En el momento en que estaban exponiendo el documento, según
los manifestantes, irrumpió Escobar atropelladamente dando voces de que previa-
mente él tenía que notificar a Zevallos del Auto de comparendo en Córdoba a fin de
responder acusaciones en su contra.44
Expresaba D. Pedro Collante en su carácter de “Teniente Tesorero de la Real
Hazienda y Administrador de las Temporalidades de los expatriados del Orden de la
Compañía de esta ciudad [...] con títulos en forma librados por los Señores Oficiales
Reales de esta Provincia y por la Superintendencia General de dichas
Temporalidades...” un exhorto y una Real Provisión que debían presentarse ante el
Cabildo a fin de que:

41
Copia testimonio a pedido del Administrador de Temporalidades sobre la entrega de un exhorto al Alcal-
de de 1º voto. San Miguel de Tucumán, 18 de abril de 1770, ff. 496-505v. AHT, Documentos colonia-
les…, cit., Serie I, Tomo III, Vol. 9, pp. 181 y 191.
42 AHT, Sección Administrativa, Vol. 6, ff. 4-5.
43 AHT, Sección Administrativa, Vol. 6, ff. 76 y 79-80.
44 La Real Provisión había sido librada el 14 de diciembre anterior. Esta prohibía con multas y apremios al
Gobernador de la Provincia y a los jueces su participación en el curso de los asuntos de las temporalidades
ni aún con el pretexto de apelación al Regio Tribunal. AHT Documentos Coloniales…, Serie I, Vol. 9,
cit. Copia testimonio a pedido del Defensor Fiscal de Temporalidades sobre lo sucedido en la entrega de
una Real Provisión, pp. 191-200.
Las disputas por el poder... 33

“…se contuvieren las justicias de mesclarse en asumptos de di-


chas Temporalidades [...] y para que dicho Ylustre Cavildo
rebocase el Auto y Bando en que mando pudiese todo comercian-
te transitar por los Potreros de san Xavier, San Jenario y Tafí [...]
por los daños que causarían en todas las crias de ganados...”.
En el momento en que pretendió efectivizar la diligencia fue interrumpido por Esco-
bar quien expresó que “no entendía de rreales Provisiones, ni de Temporalidades…”.45
Escobar alegaba que, antes de comunicarse la Real Provisión, debía quedar no-
tificado el Defensor fiscal (y Administrador de Correos) D. Juan José Zevallos, de un
Auto de comparendo en la ciudad de Córdoba librado por el gobernador D. Gerónimo
Matorras. Sin embargo, al dar lectura del documento, salteó la cláusula en que se
otorgaba al Fiscal la facultad de nombrar un sustituto mientras duraba su ausencia,
porque, en realidad, ya se había nombrado administrador de correos suplente a Fermín
Tejerina (hermano del Alguacil Mayor) haciendo caso omiso de las disposiciones
superiores.
Por su parte, Zevallos criticaba el atropello hacia sus fueros y la inobservancia
de las Provisiones Reales al intimarlo a concurrir a Córdoba “…a ser juzgado en otros
terrenos cuando había jueces en su lugar de residencia donde podía hacer sus defensas
y probanzas sin desamparar a su familia”.46
La conducta de Escobar fue motivo de un extenso escrito –que finalmente sería
elevado por Juan Manuel Campero a Francisco Bucareli– en el que Collante pedía
justicia y hacía ostensible la existencia de una parcialidad a favor de la expulsada
Compañía de Jesús.
Exponía:
“...como los dos Alcaldes [el de primer voto D. Simón Domínguez
y el de segundo voto D. Vicente de Escobar] y D. Diego Aráoz,
[Gobernador de Armas de la ciudad] son por una parte deudores
de las Temporalidades por cuia causa uno de ellos pasó preso a
Buenos Aires y por otra hermanos de algunos Jesuitas expatriados
soy el objeto con todos los demas comisionados de su odio, ven-
ganza y persecución, que no lo extraño a vista de que implacables
en este empeño arrojan a esparcir insolentes y groseras especies
en el bulgo contra los mismos supremos consejeros que decreta-
ron la expulcion haciendo publicas rogativas para que se reboque
[...] alternan sus disparates a porfía con nuestro sufrimiento apo-
yados del Señor gobernador D. Geronimo Matorras que los prote-
ge descaradamente [...]

45 AHT Documentos Coloniales…, cit., p. 192.


46 AHT Documentos Coloniales…, cit., p. 192.
34 Identidades, representación y poder...

Para hazerse más absolutos y que no podemos respirar estos pa-


decimientos, violencias y presiones, tiene ademas de zerrados los
caminos para dar parte a los tribunales superiores, conmovida la
Provincia con citaciones de las Milicias y a los Gefes de ellas con
cuerpos de Guardia a la puerta [...] cosa tan extraña y nunca vista
en esta Provincia, que a la verdad es monstruosa, de modo que
aterrados los vecinos y cavildos, se ba estableciendo un Gobierno
despotico y absoluto compuesto de apasionados de los Jesuitas y
sentidos de su expulsión y otra reos que en breve conseguiran
mandar sobre las leyes [...] y otros han elegido por oficiales de
dichas milicias y ciudades a personas delinquentes y relajadas como
se verifica en el Sargento mayor D. Esteban Carmona, que ha sido
ascendido a este cargo estando prozesado y desterrado por su
lizensiosa vida [...] y Gabriel Rubert que a sido elegido Procura-
dor de la Ciudad después de haver ejercido el oficio de herrero y
cerrajero por haver cazado con sobrina del enunciado D. Diego
Aráoz y ser a propósito para que subscriva a nombre de la ciudad
quanto conviniere a sus ideas y las de sus parciales [...] permitien-
do y tal vez aconsejando a la pleve que hagan sus juntas de noche
por las calles y que [...] griten viva Matorras y muera Campero y
Collante...”.47
Es indiscutible en este documento el enfrentamiento de los vecinos de San Miguel y
los apasionamientos que manifestaban en la defensa de sus posiciones.
D. Juan Joseph Zevallos, hacía su descargo agregando:
“...siempre que tiene cargo el dicho D. Diego Aráoz experimenta
la Republica estas y otras inquietudes y para fomento de ellas cria
por Juezes unos sujetos adoptados a su genio como lo practico en
las elecciones de este presente año confirmando a dicho D. Vizente
Escobar sin embargo de las protextas de los Rexidores D. Juan
Porzelo, D. Juan Xavier Madrid y Alcalde de Segundo voto que lo
era entonces D. Pedro Collante atropellando la Real Provisión de
Su Alteza que manda no se elijan Alcaldes que deban residencia
que se ha tenido presente el año anterior por dicho Ylustre
Cavildo...”.
Y más adelante señalaba:

47 AHT Documentos Coloniales…, cit., p. 192.


Las disputas por el poder... 35

“[Los asuntos de las temporalidades] que tan postergados se ha-


llan con tantas asechanzas e improperios que experimentamos los
comisionados [...] que reselamos las mas vezes hacer diligencias
con el espiritu que se requiere por lo encogido que nos tienen los
temores, pues experimentalmente se ve en la circunstancia pre-
sente lo que padezco de despojo de la Administración de Correos
que con titulo en forma exerzo, que por remate publico que en mi
persona se hizo, citado y emplasado, al dicho comparendo a
Cordova sin que mi conducta y ordenado proceder haya dado mas
documento que el empleo de Defensor Fiscal de dichas tempo-
ralidades, por las que estoy sacrificado [...] pues parece no tiene
otro objeto que la distribución y menoscavo que padecen desde el
yngreso del Señor Matorras llegando a tal el desenfreno que dicen
tener para ello instrucción siendo trascendental este espiritu de
sedición...”.48
Además, Zevallos sindicaba a Escobar de haber actuado con “…abandono al respeto
y acatamiento que se debe a los expedientes del Regio y sabio tribunal de Su Alteza y
de los fueros, privilegios y prerrogativas, inmunidades y excepciones” de que gozaba
por ser Administrador de Correos del Rey y Defensor Fiscal de Temporalidades. 49
Asimismo se expresaron los demás testigos. Entre ellos Fermín de Paz, Capitán
de Reformados, redactó su declaración en apoyo de los anteriores aun cuando señaló
ser deudo de la mujer de D. Diego Aráoz, Da. Josefa de Paz y Figueroa50 relación que
no le impidió testificar en su contra.51
Terminaba Zevallos expresando que en esta provincia estaban todos coligados y
que “…hablan y obran lo que dicta el antojo de D. Diego Aráoz, y este por el espíritu
del Jefe quien se sacrifica por la esperanza de ser Teniente [...] y lograr por este medio
vengar sus inveteradas pasiones...”.52
La situación planteada que no pudo resolverse en la esfera local y debió ser
remitida a Francisco Bucareli, evidencia el encono entre los vecinos tucumanos ante
los conflictos de jurisdicción motivados por la aparición de la estructura de poder
impuesta por la Junta de Temporalidades que se superponía a la del Cabildo. La avi-
dez de mantener intacto el poder de los grupos que tradicionalmente eran dominantes
en la localidad los llevaron a desafiarse apelando a todo tipo de fundamentos, tanto

48
AHT Documentos Coloniales…, cit., pp. 194-195.
49 AHT Documentos Coloniales…, cit., p. 192.
50 AHT Documentos Coloniales…, cit., p. 198.
51
Ver nota 44.
52 AHT Documentos Coloniales…, cit., p. 195.
36 Identidades, representación y poder...

legales como los nacidos del apasionamiento que involucraban aún a funcionarios e
instituciones superiores.
La rivalidad volvió a ponerse en evidencia cuando el 9 de octubre de 1770 se
notificaba el reemplazo de Francisco de Paula Bucareli por Juan José de Vértiz en el
cargo de Gobernador de Buenos Aires y Presidente de la Junta Provincial de
Temporalidades. El nuevo funcionario ordenaba en esa oportunidad la formación de
la Junta de San Miguel y distinguía como presidente de la misma a Miguel de Aráoz o
en su defecto a Vicente de Escobar, dejando al Cabildo la elección de los demás
integrantes.
La carta del Gobernador de Buenos Aires al Cabildo de San Miguel de Tucumán
decía:
“...y siendo preciso que essa Ciud. se establezca, ha acordado esta
Junta Prov.l se prevenga a V. S. para que desde luego se forme y
que atendiendo a las quexas que ha avido contra los mas de los
comisionados de esta Prov.a y por los manejos que han tenido de
las temporalidades, se nombren otros, en cuia virtud, y de las fa-
cultades que el Rey me comunica, elixo y nombro con acuerdo de
la Junta a Dn Mig.l de Aráoz y por su ausencia, o lexitimo
impedim.to el mas idóneo, que ha de concurrir de su cuerpo, con
el Proc.r. Gen...”.53
No obstante este claro mandato, en la reunión de los capitulares tucumanos en el mes
de noviembre prevaleció la perspectiva del alcalde de segundo voto Vicente de Esco-
bar quien exponía que otorgar la presidencia de la Junta a Miguel de Aráoz era procu-
rársela a Juan Manuel Campero porque “...entrando con los de aquella parcialidad,
que no se havia de hacer ni arreglar cosa que resultase en beneficio del vecindario
sino a contemplación del Teniente coronel Juan Manuel Campero...”.54
Por ello, el Cabildo tucumano se inclinó en favor de elegir a Escobar pero remi-
tió lo actuado al gobernador Gregorio Matorras para que tomara la decisión definiti-
va. Fue así que ya en noviembre de 1770 los capitulares trataron la respuesta del
Gobernador tucumano consagrando a Vicente de Escobar como Presidente de la Jun-
ta, al alguacil mayor Francisco Tejerina y Barreda como diputado por el Cabildo y a
Gabriel Rubert como Procurador de la ciudad.
Estas diligencias provocaron una reacción del gobernador Vértiz ante el conflic-
to de jurisdicciones que planteó la intervención de Matorras.
Decía el Gobernador de Buenos Aires:

53 AHT, Sección Administrativa, Vol. VI, f. 29.


54
AHT, Actas Capitulares, Vol. VII, f. 101v.
Las disputas por el poder... 37

“... estos pretenden disputarme las facultades con que el Rey me


tiene autorizado, siendo absolutas y pribatibas, arrogándose a sig-
nificar q.e ese Cabildo puede elegir el comisionado, siendo de mi
impresión solo el proponer sujetos!
[…] en esta ocasión significo al Gov.or. de esa Provincia Dn
Gerónimo Matorras, se abstenga de intervenir en lo sucesivo en
los asuntos que tengan relacion con las temporalidades [...] que
los gobernadores no perturben el establecimiento de las Juntas
Municipales, ni la autoridad superior que tiene esta Provincial sobre
ellas [...] prevengo a V., S. que de ningun modo repita recurso ni
consulte a su gobernador en estos asuntos...”.55
En este sentido, la misma Audiencia de La Plata comunicaba una Real Provisión a D.
Gerónimo Matorras ordenándole que:
“…con ningún motivo ni pretexto impida ni embarace la corres-
pondencia de los comisionados de Temporalidades de aquella pro-
vincia con la de Buenos Aires, ni otras correspondencias [...] que
en el punto de Temporalidades no debe mezclarse ni poner el menor
óbice sino [...] sólo [está obligado a] auxiliar y fomentar las Pro-
videncias que se diesen por los comisionados siempre que estos le
pidan auxilio [...] por tenerse comprendida la privativa jurisdic-
ción que por Reales Ordenes compete a los comisionados de este
importante asunto...”.56
Por el contrario, Gabriel Rubert, el procurador general de la ciudad, patrocinaba la
posición rebelde del Cabildo al apoyar la opinión de que el Gobernador de la provin-
cia debía entender en todas las decisiones de los capitulares por ser su presidente y de
que gozaba de la facultad de intervenir ante los problemas que se habían suscitado
luego de la expulsión de los jesuitas, por ejemplo en torno a la administración de las
haciendas y las reducciones de indios del Chaco.
Exponía: “…estos reparos no pertenecen al Sr. Govern.or de la Prov.a? V.S. no
debe azer pres.te. quanto el Prox le previene como casos q.e. son de perjuicios al vien
comun?...”.57
Y agregaba, en tono de crítica, que la indiferencia de Buenos Aires y el modo
con que se estaba administrando sólo contribuía al “…extermino de las temporalidades”.

55 AHT, Sección Administrativa, Vol. VI, f. 25.


56
AHT, Sección Administrativa, Vol. VI, ff. 237 y ss.
57 AHT, Sección Administrativa, Vol. VI, f. 31v.
38 Identidades, representación y poder...

“Muchos son los fundamentos qe. Al Proc. le asisten y muchos


son los qe. omite expresar [...] y todos de vien común en qe. se
incluie el manejo de temporalidades, ramo de sisa, cruzada y de-
más de qe. pr. comisión del Sup. Gov.no de estos Reynos a estado
entendiendo el Sr. Govern.r de la Prov. y como tales la a sido
preciso a su Señ.a dar vista de alg.nos al Pror. con qe. se a imp.t.
en aquella parte qe. a reconocido con quanta malicia se han mane-
jado estos negocios viniendo en conocim.to de los sujetos en q.nes
a recaido el manejo de Temporalidades y sequestro de Reduccio-
nes hallándolos no solo insufic.tes p.a. el expendio y providencias
qe. Se deven dar sino mui perjudiciales...”.58
Finalmente, luego de estas diligencias, que transcurrieron desde octubre de 1770 a
junio de 1771, había prevalecido la posición de quienes apoyaban a Matorras, un
grupo de tendencia pro-jesuita. Desde Buenos Aires, Vertiz debió aceptar el nombra-
miento de D. Escobar aún cuando escribía: “Este proceder es acreedor al mas serio
castigo [...] que los períodos de sus cartas y escritos del Procurador concidero dicta-
dos de la ygnorancia y efecto de la poca ynstrucción y ningun conozimiento que les
asiste de las facultades de esta y mías”.59
La Junta tucumana quedó integrada en julio de 1771 de la siguiente manera:
Vicente Escobar como presidente, Francisco Tejerina y Barreda como diputado por el
Cabildo, Gabriel Rubert como Procurador General de la ciudad y Miguel Gerónimo
Sánchez de La Madrid como diputado eclesiástico. Dos partidarios de Campero se
mantuvieron en ejercicio por un breve tiempo. Pedro Collante continuaría adminis-
trando los bienes de Temporalidades hasta junio de 1771 y Rafael de Hoyos hasta
octubre de 1772, fechas en que hicieron entrega de los mismos ante las nuevas autori-
dades mediante inventarios.
A lo largo de la vida de la Junta Municipal de Temporalidades, algunos de los
miembros se renovarían periódicamente –no sin mediar conflictos– como el represen-
tante del Cabildo y el Procurador de la ciudad.
En el año 1772 el presidente Escobar impugnaba el elección para Procurador de
José de Thames por ser teniente de oficiales reales y de José de Figueroa como alcalde
por ser deudor –según su parecer– de las Temporalidades por el arrendamiento de
Vipos.
Esta circunstancia también puso de manifiesto las apetencias entre los grupos
que intervenían –conforme a sus propios dichos– a favor o en contra de Campero.
El Defensor fiscal Gerónimo Román coincidía con Escobar en que los únicos
vecinos aptos para ejercer la diputación del Cabildo ante la Junta eran el fiel ejecutor

58
AHT, Sección Administrativa, Vol. VI, ff. 32 y 32v.
59 AHT, Sección Administrativa, Vol. VI, f. 28v.
Las disputas por el poder... 39

Pedro Antonio Aráoz y el Alguacil Mayor –que la estaba ejerciendo en ese momento–
Francisco Tejerina y Barreda puesto que los demás eran partidarios de Campero.
José de Figueroa reclamó a la Junta de Buenos Aires presentando su descargo y
consiguió quedar como alcalde. Pero el problema se enmarañó cuando el diputado del
Cabildo ante la Junta, Francisco Tejerina y Barreda hubo de ser reemplazado –al en-
contrarse ausente– por el alcalde de primer voto Miguel Aráoz, cuñado del diputado
eclesiástico Dr. Miguel Gerónimo Sánchez de La Madrid, quien ya había sido nomi-
nado por Vértiz el año anterior para ocupar el cargo de presidente a lo que Escobar se
había opuesto, como vimos anteriormente:
“En la ciudad de San Miguel de Tucumán, en cuatro días del mes
de Abril de mil setecientos setenta y dos años. Los Señores
Precidente, Diputado Eclesiástico y Defensor Fiscal aviendo con-
currido a esta Real Casa en que se acostumbran hazer los acuer-
dos de esta junta [...] dijo el Señor Precidente que por ausencia
del diputado Rexidor y alguacil mayor D. Francisco Texerina la
representó el Defensor fiscal suspendiese el formar junta y que
dieze cuenta, como los individuos del Ayuntamiento a excepción
del referido diputado y del fiel executor D. Pedro Antonio Aráoz,
en los demas avia impedimento para la diputación interina a esta
real junta y que inter las resultas fuese suspensa...”.60
A la sazón, sosteniendo a Escobar, el defensor fiscal Gerónimo Román aconsejaba no
formar junta hasta aclarar la situación. Así se hizo transcurriendo seis meses hasta
junio de 1772 en que finalmente la de Buenos Aires confirmó a Miguel de Aráoz y a
José de Thames como integrantes de la Municipal aún en contra de la opinión de
Escobar.
Entretanto, para poder cumplir con las órdenes superiores y evitar más demoras
en la integración de la Junta Municipal, el diputado eclesiástico Sánchez de La Ma-
drid proponía:
“…respecto a averse ocurrido sobre este particular a la Junta Pro-
vincial se espere su resolución pero que en el inter se cite al nuevo
diputado para que concurra a las juntas, mientras no aya otro, por-
que el parentesco […] no parece ser obise lexitimo para concurrir
a esta junta en que no ay facultades decisivas, ni vale la pluralidad
de votos ni tampoco alla en el nuevo diputado la tacha que [...] le
opone el Defensor fiscal de Amigo y Apasionado de D. Juan Ma-

60 AHT Documentos Coloniales..., Tomo I, Serie I, Vol. 7, p. 32.


40 Identidades, representación y poder...

nuel Campero y que mientras no la justifique debidamente el di-


cho Defensor le da por supuesta y meramente voluntaria...”. 61
Estos desacuerdos originaron varias veces la recomendación de Vértiz y del nuevo
Gobernador tucumano Espinosa quienes exhortaban a los miembros de la Junta tucu-
mana a trabajar en conjunto dejando a un lado los resentimientos y las parcialidades.
Por su parte, desde Salta el 25 de noviembre de 1771, D. Joaquín Espinosa y
Dávalos Teniente Coronel de Infantería de los Reales ejércitos y Gobernador y Capi-
tán General de las Provincias del Tucumán requería se tuviera cuidado en hacer elec-
ciones “…en los sujetos mas imparciales, que no estén mezclados en las temporalidades
de los expatriados [...] y que sean de [...] honor y celo en el Real Servicio para que de
esta suerte se restablezca la paz y la concordia entre los vecinos, sepultando sus sen-
timientos cada uno...”.62
En el mismo tenor se había expresado Vértiz:
“En la ciudad de San Miguel de Tucumán, en tres días del mes de
junio de mil setecientos setenta y dos años [...] mando el Señor
Precidente se leyese [...] la carta de diez y seis de mayo del pre-
sente año en la que el Señor D. Juan Joseph de Vertiz como
Precidente de la Junta Provincial manda, que por el Señor
Precidente de esta, se amoneste a los Señores Vocales de ella para
que con exactitud, actividad y zelo tengan presente, que se cum-
plan las reales intenciones procediendo de acuerdo y comformidad
a ello separándose de motivos y resentimientos que puedan per-
turbarles...”.63
En marzo de 1780 se revela la discordancia entre el Cabildo y la Junta a causa de que
los capitulares denunciaron ante el Virrey los lazos de parentesco que ligaban a los
miembros, la compra de bienes de las Temporalidades realizadas por interpósitas per-
sonas a favor de los integrantes de la Junta, entre otras imputaciones, de modo tal que
todo es una Casa.64
Los dos principales inculpados eran el presidente José Fermín Ruiz Poyo y el
diputado por el Cabildo Francisco Javier Sánchez de la Madrid, tío del anterior.65 La
Junta de Buenos Aires decidió que los bienes de los indicados fueran embargados.

61 AHT Documentos Coloniales..., Tomo I, Serie I, Vol. 7, p. 36.


62
AHT, Sección Administrativa, Vol. VI, f. 168.
63 AHT Documentos Coloniales..., Tomo I, p. 39.
64 AHT, Sección Administrativa, Vol. 9, ff. 178-182.
65
Francisco Xavier Sánchez de La Madrid y Catalina Sánchez de La Madrid eran hermanos. Hijos del
general Francisco Sánchez de La Madrid y de María de Villafañe y Guzmán. En 1744 Catalina se casó
con Miguel Aráoz y Echávez. De esa unión nació Catalina Aráoz que fue la esposa de Fermín Ruiz Poyo.
De allí que Ruiz Poyo era sobrino político de Francisco Xavier Sánchez de La Madrid.
Las disputas por el poder... 41

El Virrey nombró entonces a José de Figueroa a la cabeza de la Junta bajo la


presidencia de quien se hicieron las investigaciones correspondientes para terminar
finalmente con el levantamiento de los cargos y la restitución del buen nombre de los
afectados en 1781.66
La disolución de la Junta tucumana se produjo luego del fallecimiento de su
último presidente en 1788, D. José de Figueroa. Con ese objeto se observó la aplica-
ción de dos Reales Cédulas, una del año 1784 que permitió la subsistencia de las
Municipales en caso de ser necesario y la otra de 1789 que subrogaba en su lugar a los
gobernadores.67
Posteriormente, para la tutela de los bienes que quedaban en todas las jurisdic-
ciones, se designarían administradores subalternos sujetos al administrador principal
de Buenos Aires.
Como Comisionado de Temporalidades en Tucumán fue nombrado Fermín de
Tejerina pero ante su dimisión se hizo cargo Pedro López Cobo en 1791.
Por último el Rey, para facilitar la organización y gobierno de las Temporalidades
de Indias, designó un Director General –por decreto del 5 de diciembre de 1783– para
España e islas adyacentes. Esto se extendió a América en la persona del Secretario de
Estado del Despacho Universal de Gracia y Justicia, por resolución fechada el 25 de
mayo de 1792.
Recibidas las órdenes del Rey de incorporar las Temporalidades a la Real Ha-
cienda, se nombró en 1799 como comisionado a Juan Silvestre Deheza y Helguero
que se mantuvo hasta fines del mismo año. En 1800 nuevamente López Cobo se halla-
ba al frente de la dirección de las Temporalidades con jurisdicción sobre Tucumán,
Jujuy, Catamarca y Santiago del Estero y como Administrador Subalterno de las
Temporalidades hasta 1804.

A modo de conclusión
Las disputas de poder en los grupos dominantes en torno a la formación y gestión de
la Junta Municipal de Temporalidades pusieron de manifiesto grandes esferas de con-
flicto.

66
En febrero de 1782 el diputado del Cabildo, regidor veinticuatro D. Juan García Cárdenas comunicaba
a la Junta local que la Junta Provincial había absuelto a D. José Fermín Ruiz Poyo (que ya había falleci-
do) lo cual se hizo saber a su viuda Da. Catalina de Aráoz. Asimismo, se eximió al alcalde mayor
provincial D. Francisco Xavier Sánchez de La Madrid. AHT Documentos coloniales…, Serie I, Vol. 8,
Tomo II, pp. 109-110.
67 Real Cédula del 15 de enero de 1789. Archivo General de la Nación, Reales Cédulas, 1786-1794, IX-24-
10-2. Las Juntas Municipales se suprimieron por Real Orden del 31 de enero de 1784 y conforme a otra
Real Orden del 7 de febrero de 1786 e instrucciones del 4 de noviembre de 1788 se designaron adminis-
tradores y subadministradores para evitar extravíos y usurpaciones. Finalmente el 19 de septiembre de
1789 las rentas de Temporalidades se incorporarían a la Real Hacienda.
42 Identidades, representación y poder...

Por un lado, el problema suscitado entre el proceso de descentralización de po-


der en América y el impulso centralizador borbónico. En otras palabras, la nueva
política española intentaría enérgicamente dominar las viejas instituciones locales
(Cabildos y Audiencias) pero los grupos hegemónicos locales, lejos de consentir que
se perdiera su influencia, buscarían los mecanismos para salvar su espacio político.
Prueba de ello es el enfrentamiento entre Bucareli y Fernández Campero –ejemplos
de funcionarios borbónicos– y quienes los apoyaron contra la Audiencia, reducto de
los avecindados que ya formaban parte de la elite local.
La autoridad metropolitana demostraría la precariedad y las limitaciones que
caracterizaban a la Monarquía española del Antiguo Régimen. Aún cuando la preten-
sión del monarca habría sido el absolutismo, sus funcionarios se vieron obligados a
negociar para lograr el equilibrio en la realidad política. “El rey tiene más que poder,
jurisdicción”.68 Es decir, que en las Indias estaba bien entendido que la jurisdicción
Real estaba por encima de cualquier otra, pero a su vez ésa no pudo ignorar las juris-
dicciones corporativas, como era la que ejercían los vecinos en los cabildos locales y
que muchas veces activaban mecanismos de resistencia al poder metropolitano en
defensa de los intereses de los grupos dominantes.69
Por otro lado, y más allá de la alineación evidente de las autoridades y los veci-
nos hacia una u otra facción –anti o pro jesuita– subsiste la cuestión de la puja por el
poder. Es el conflicto de preeminencia de un grupo sobre otro. Cada una en su mo-
mento, las facciones tratarían de preservar su espacio, ganar posiciones o desplazar a
la otra en las luchas de poder local aún sin cuestionar la autoridad del Virrey ni el po-
der político del Gobernador. Les importaba dominar el escenario local por eso actuaban,
decidían e influenciaban a fin de imponer su criterio en la realidad en que vivían aún
usando su ascendiente, mediante demandas, en los estamentos político-administrati-
vos superiores con el objetivo de alterar a su conveniencia la situación local.
En efecto, el proceso de aplicación de reformas que se había iniciado con la
nueva dinastía tuvo como uno de los factores de cambio a la Compañía de Jesús que
con su desaparición originó nuevos espacios para la toma de decisiones de índole
desconocida hasta el momento amén de otras repercusiones en el terreno económico,
social, cultural y religioso.
En el período bajo estudio (1767-1804) se ha observado que el virrey Manuel de
Amat –primo del Conde de Aranda– ejerció como juez de competencias según lo
permitía su jerarquía. Tendría la oportunidad de afianzar su poder al dirimir y arbitrar,
como representante del Rey, en cuestiones jurisdiccionales entre el Gobernador de
Buenos Aires y el Gobernador del Tucumán, por ejemplo en ocasión en que Matorras
–aún declarándose pro jesuita– decía no reconocer otra autoridad que la del Virrey,

68
PEIRE, Jaime “François Xavier Guerra y las nuevas perspectivas en la historia política de América
Latina”, en Actores, representaciones e imaginarios, EDUNTREF, Buenos Aires, 2007, p. 22.
69 LORANDI, Ana María Poder central..., cit., p. 33.
Las disputas por el poder... 43

negando al mismo tiempo la jurisdicción de Bucareli como presidente de la Junta


Provincial de Temporalidades.
En el caso del Gobernador de Buenos Aires, de quien dependía la Junta Munici-
pal tucumana, su papel en la esfera del poder sería variable ya que en un primer mo-
mento existió un efectivo apoyo de Bucareli hacia Campero aún en contra de la fac-
ción pro jesuita local, pero más adelante –con la renovación de autoridades– el nuevo
gobernador de Buenos Aires, Vértiz, debió acatar las decisiones del Gobernador de
Tucumán –al aceptar el nombramiento de Escobar como presidente de la Junta Muni-
cipal avalado por Matorras– no pudiendo así hacer cumplir su mandato de nombrar a
D. Miguel de Aráoz ante la resistencia de los grupos de poder locales.
En cuanto a la situación en estos desafíos del Gobernador de Tucumán, depen-
dería de qué modo quedara posicionado políticamente con las redes locales ya que
actuaría directamente en contacto con ellas. El gobernador Campero, por ejemplo, en
ejercicio en 1767 fue quien pagó el costo político de la expulsión al ser destituido por
una sedición, mientras que su sustituto Matorras, declarado pro jesuita, se mantuvo
porque permitió que redes de poder locales actuaran a su beneficio, aún en contra de
los mandatos de Vértiz.
En este proceso las familias estudiadas lograron consolidar su poder, no todas,
sino las que activaron los mecanismos para adaptarse y reordenarse ante las circuns-
tancias. En otras palabras, perduraron las redes más fuertes, que venían cimentándose
desde tiempo atrás y que consolidaron su hegemonía.
Desde el Cabildo defenderían la jurisdicción real ordinaria ante la injerencia en
los asuntos de derecho general por parte de la Junta de Temporalidades a la que con-
sideraban, con sus fueros y su privativa jurisdicción, no sujeta a la ley general. Desde
la Junta Municipal resguardarían el cumplimiento de la disposición real de expulsión
y recurrirían a las impugnaciones y los recelos en la renovación de los miembros en
pos de preservar sus intereses (en el caso de las acusaciones a los capitulares de ser
deudores de las Temporalidades) o apelarían a las autoridades superiores cuando en-
tendían que existía injerencia de los capitulares y que los intereses de las temporalidades
eran menoscabados (en el caso del camino de Tafí).
El poder de las redes sociales se demuestra a partir de lo expuesto porque con su
influencia lograron la destitución del gobernador Campero, que el gobernador Matorras
consintiera sus demandas, que el Gobernador de Buenos Aires no tuviera el poder de
hecho sobre la Junta Municipal y por último que el Virrey terminara arbitrando a favor
de ellos en los conflictos entre ambos gobernadores, logrando en otro orden consoli-
dar su poder patrimonial y su posición social preeminente.

Vous aimerez peut-être aussi