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Rosario, 2009
Cristina del Carmen López
Identidades, representación y poder entre el Antiguo Régimen y la Revolución: Tucumán, 1750-1850. -
1a ed. - Rosario: Prohistoria Ediciones, 2009.
200 p.; 23x16 cm.
ISBN 978-987-1304-34-9
1. Historia Política Argentina.
CDD 320.982
colección actas – 8
ISSN 1668-5369
dirigida por Elisa Caselli
Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha sido recomendada por reconocidos especialistas
que asesoran a esta editorial en la selección de los materiales.
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, incluido su diseño tipográfico y de portada, en
cualquier formato y por cualquier medio, mecánico o electrónico, sin expresa autorización del editor.
Este libro se terminó de imprimir en los talleres de Cromográfica, Rosario, en el mes de junio de 2009.
Tirada: 500 ejemplares.
Impreso en la Argentina
ISBN 978-987-1304-34-9
Índice
Presentación ............................................................................................................... 9
E
l conocimiento histórico del territorio que hoy constituye el “noroeste” argen-
tino ha avanzado significativamente en las últimas dos décadas. Las investiga-
ciones atienden a múltiples aspectos relacionados con la historia social, políti-
ca y económica del período colonial y posindependiente. Nuestro propósito es aportar
a dicho conocimiento desde nuestro espacio físico y académico.
Los trabajos que componen la presente edición son parte del proyecto denomi-
nado Identidades sociales, representación y poder en Tucumán y la región (1767-
1880), que fue posible mediante los subsidios PIP 5107 (CONICET) y Programa 26H/
333-3 (Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Tucumán).
El objetivo general de la presente propuesta es analizar la conformación de los
grupos sociopolíticos y económicos de la “provincia” de Tucumán1 y la región para
evaluar el reordenamiento de sus identidades, la representación y el poder que
detentaron durante el período comprendido entre la expulsión de los jesuitas en 1767,
el quiebre producido por la Revolución de mayo de 1810 y los cambios y permanen-
cias de la primera mitad del siglo XIX. El análisis estuvo orientado, además, a explo-
rar el alcance de las múltiples relaciones y las disputas entre los diversos sectores
sociales para acceder a los recursos económicos, políticos y simbólicos.
Hemos considerado que el estudio debía partir de la existencia de identidades
sociales dinámicas y relacionales que nos permitieran analizar la construcción de los
espacios de acción y control en el amplio sentido del poder.
La investigación de tan extenso período temporal y espacial cuenta hoy con
avances importantes a partir de los estudios que están llevando a cabo los integrantes
del equipo de trabajo a través de tesis de doctorado, algunos de los cuales forman
parte de esta compilación.
Todos los trabajos se enmarcan en las nuevas perspectivas historiográficas vi-
gentes. Estas propuestas han dirigido las líneas de investigación hacia el encuentro
entre la Historia y la Antropología, confluencia que trasladó el análisis social, político
y económico al terreno de los estudios de familia, las redes familiares y sociales, la
participación de los sectores populares, la historia de los conceptos. Con el aporte de
las herramientas brindadas por las nuevas propuestas, se han articulado las distintas
dimensiones y expresiones de la vida de la sociedad tucumana tardocolonial y
posindependiente. El trabajo no ha sido fácil pero sí muy fructífero en términos de los
aportes que ofrecemos y ponemos a consideración de la comunidad científica.
1 La “provincia” de Tucumán fue creada por el Directorio de Buenos Aires en 1814, a poco de iniciarse la
Revolución de Mayo; reunía a Tucumán como capital de provincia y las jurisdicciones de las ciudades
de Catamarca y Santiago del Estero hasta su autonomía definitiva en 1821.
10 Identidades, representación y poder...
tes que sobre un “ideario” político definido y, por otro lado, la militarización como
canal de participación de los sectores populares en el espacio público y político al
servicio de intereses del poder de turno. En todos los casos se considera que el ejerci-
cio de la fuerza constituye una condición necesaria pero no suficiente para el poder
político. Lo que caracteriza a este poder es la exclusividad en el uso de la fuerza
respecto de todos los demás grupos en un determinado contexto social. La incapaci-
dad de lograr dicha exclusividad caracterizó la inestabilidad política de la primera
mitad del siglo.2
Junto con el proceso de “militarización de la sociedad” comenzaron a generarse
algunos cambios en la estructura socioeconómica producto, en parte, de las demandas
de la guerra y el abastecimiento del aparato militar. Todo ello provocó, coyunturalmente,
la escasez de ciertos recursos a nivel provincial y regional (particularmente ganado),
a la vez que la reactivación de la producción de otros bienes (tales como alimentos y
vestimentas), dando impulso al sector artesanal. Los cambios operados en el mediano
y largo plazo alteraron las bases económicas del poder, provocando la “ruralización”
y el encumbramiento de los sectores vinculados con la producción agroganadera des-
tinada a los mercados de exportación y la amplitud de sectores intermedios de artesa-
nos dedicados a las manufacturas de demanda local y regional. El desplazamiento del
capital mercantil hacia los emprendimientos rurales involucró a los más conspicuos
actores del comercio de importación de efectos ultramarinos de la plaza tucumana. A
partir de la segunda década revolucionaria se sumaron los gastos propios de las gue-
rras interprovinciales y el financiamiento de la nueva burocracia. A su vez, este proce-
so no se comprende sólo en el marco de la realidad contextual americana de fines del
siglo XVIII y primera mitad del siglo XIX sino que forma parte del macrosistema
económico mundial, caracterizado por el interés de las potencias europeas por lograr
mercados de consumo y provisión de materias primas para el creciente proceso de
industrialización.
La investigación de Cristina López indaga el impacto que tuvo la guerra sobre el
comercio de importación de productos ultramarinos para observar las alteraciones
producidas en el volumen y tipo de mercancías que se importaron en la plaza tucumana
durante la primera década revolucionaria, a la vez que sobre los nexos existentes entre
los comerciantes locales, las redes mercantiles extendidas con el puerto de Buenos
Aires y la ampliación del sector con la presencia de comerciantes de la región obliga-
dos por las circunstancias a instalarse en Tucumán.
El trabajo de Francisco Bolsi, por su parte, incursiona sobre las estrategias ma-
trimoniales y de reproducción social de la elite mercantil para hacer frente a los cam-
bios impuestos por la realidad posrevolucionaria mediante el estudio comparativo de
2 WEBER, Max Economía y Sociedad, FCE, México, 1964. BOBBIO, Norberto; MATTEUCCI, Nicola y
PASQUINO, Gianfranco Diccionario de política, Siglo XXI, México, 1998.
Presentación 13
dos familias muy reconocidas en el ámbito local, cuyas trayectorias diferentes conflu-
yen en su paso relativamente exitoso por las inversiones en la agroindustria azucarera.
Pero como en toda revolución, los cambios operados se llevaron a cabo no sólo
con acciones que impusieron los nuevos valores ejercidos mediante el acatamiento a
la autoridad de turno y la fuerza pública, sino fundamentalmente a través de las pala-
bras y las representaciones que ellas conllevaron. Representaciones a su vez cambian-
tes en el tiempo y los espacios, ya que ellas permiten aprehender las experiencias que
los hombres tienen de su tiempo, es decir, cómo viven su presente a partir del pasado
y cómo proyectan sus expectativas.3 A partir de la propuesta teórica y metodológica
que brinda la historia de los conceptos políticos, los trabajos de Juan José Villalón y
Georgina Abbate nos acercan a la gestación de los nuevos lenguajes políticos, así
como a las mutaciones y solapamiento de significados a lo largo del tiempo.
En el primer caso se trata del estudio sobre las representaciones que el concepto
revolución ha tenido en algunos actores de gran participación en el espacio del Río de
la Plata, tales como Cornelio Saavedra, Manuel Belgrano, Martín Rodríguez y Tomás
Guido. Se parte de las afirmaciones sostenidas por la comunidad científica de histo-
riadores según las cuales la Revolución de mayo, iniciada en 1810 en Buenos Aires,
fue una respuesta a las tensiones políticas que sufría el sistema político monárquico
español y que las perturbaciones provenientes del sistema extrasocial y del intersocial
del ambiente que integraba la Monarquía española antecedían a la misma. En el traba-
jo se analizan los discursos y representaciones por los cuales el proceso de la revolu-
ción se presenta como una respuesta ante un desafío planteado en territorio europeo,
que exigía inmediatas tomas de posición desde este otro lado del Atlántico y que esa
decisión tomada en Buenos Aires (no en el resto del territorio del Virreinato que esta
ciudad encabezaba) pediría la debida obediencia en todo el antiguo espacio colonial.
En consonancia con las mismas propuestas teóricas y metodológicas, en el trabajo de
Georgina Abbate se analizan los conceptos de representación y opinión en el uso
dado por la comunidad política tucumana que, según lo ha considerado la historiografía
de estos últimos tiempos, sentaron las bases para la construcción de los nuevos regí-
menes que intentaron construirse a partir de la Revolución.
Una vez alejada la Revolución, pero fundamentalmente el Ejército, la relación
consenso/disenso con respecto a los grupos de poder cambió drásticamente en el es-
pacio tucumano. La disgregación del estado central fue acompañada en algunas de
estas provincias por una marcada inestabilidad política reflejada en la falta de
E
sta investigación tiene como objetivo indagar en las repercusiones de la acción
reformista borbónica, especialmente la medida de expulsión de la Compañía
de Jesús y su impacto en la sociedad tucumana, partiendo de la hipótesis de
que esta última debió acomodarse a la nueva realidad generando un reordenamiento
en el seno de los grupos de poder que buscaban mantener su posición hegemónica.
El alejamiento de los jesuitas provocó cambios en diferentes esferas, pero aten-
diendo al aspecto institucional, el extrañamiento planteó la necesidad de crear la Jun-
ta Municipal de Temporalidades para la administración de los bienes secuestrados a
los expulsos. Esta corporación constituiría un nuevo espacio de decisión cuyos cargos
fueron de hecho ocupados por miembros de familias ya tradicionalmente vinculadas
al ámbito político de la ciudad, como lo era el Cabildo. Su composición planteó un
encadenamiento de tensiones y negociaciones que ponían de manifiesto los mecanis-
mos sociales que articulaban verdaderas coaliciones de vecinos para satisfacer las
apetencias de poder de grupos y familias.
Analizada desde otro aspecto, la expulsión originó el remate de los bienes de los
jesuitas que constituyó una ocasión sin precedentes para quienes la aprovecharon con
el fin de acrecentar sus patrimonios familiares o ampliar y diversificar sus actividades
económicas.
Quienes estuvieron involucrados desde el primer momento en el proceso de ex-
trañamiento, la posterior administración de los bienes incautados y hasta la misma
formación de la Junta de Temporalidades, pertenecían a redes –basadas en el paren-
tesco, la filiación o las alianzas interpersonales– que estratégicamente actuaban para
reproducirse como grupo en la posición dominante. Mediante acciones exitosas en la
concreción de ese común objetivo, a lo largo del tiempo e implicando a varias genera-
ciones, habían logrado la continuidad de su presencia y su accionar desde mucho
antes de la expulsión de la Compañía.
6 TÍO VALLEJO, Gabriela Antiguo Régimen y Liberalismo. Tucumán, 1770-1830, Cuadernos Humanitas,
núm. 62, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Tucumán, 2001.
7 GARCÍA DE SALTOR, Irene La construcción del espacio político. Tucumán en la primera mitad del
siglo XIX, Facultad de Filosofía y Letras, UNT, Tucumán, 2003.
20 Identidades, representación y poder...
que se asientan los intereses que resguardan los individuos y que rigen sus trayecto-
rias personales o grupales.
Es así que en la documentación tucumana del período bajo estudio se perciben
rivalidades que interpretamos como el enfrentamiento entre facciones que integraron
distintas redes de vecinos y familias que, ante los efectos de la expulsión de la Com-
pañía de Jesús, buscaron reordenarse para no perder sus posiciones de poder.
Por lo antedicho, creemos que para adentrarnos en el estudio de los actores que
formaron la Junta Municipal de Temporalidades es importante primeramente exami-
nar a las familias y observar en qué medida formaban parte de un determinado grupo
de relaciones que orientaba las acciones de sus integrantes en beneficio de sus propios
intereses y según la alineación de sus vinculaciones. Al mismo tiempo consideramos
la incorporación a la sociedad tucumana de actores nuevos que también lograron par-
ticipar de la toma de decisiones políticas y económicas.
17 “La relación de la familia Villafañe y Guzmán –una de las más poderosas económicamente– se dio tanto
con los Sánchez de la Madrid como los Aráoz. Don Francisco Sánchez estaba casado con Da. María
Villafañe, hermana de Diego, casado con Da. María de Aráoz (hija de D. Bartolomé Santos). D. Francis-
co Sánchez y D. Diego Villafañe eran concuñados y este último por su mujer quedaba emparentado con
los Aráoz. Los Medina y Montalvo se relacionaron con los Aráoz a través de Baltasar, hijo del Capitán D.
Claudio de Medina y Montalvo, vecino feudatario casado Da. Petronila Villafañe y Guzmán. D. Baltasar
se casó con Da. María Agustina de Aráoz, hija de D. Ignacio Araoz, hermana de Bartolomé, Juan Gregorio
y Diego Aráoz. Baltasar era sobrino de D. Diego Villafañe y ambos estaban casados con dos Aráoz que
eran primas hermanas. D. Diego Fernández Campero, vinculado a las principales familias salteñas pero
residente en Tucumán estaba casado con Da. Francisca Lizarralde y Aráoz, hija de D. Nicolás Aráoz y
hermana de Bartolomé, Juan Gregorio, Diego e Ignacio”. LÓPEZ, Cristina “La sociedad...”, cit., p. 53.
18 Cfr. GARCÍA CALDERÓN, María Lelia “El control fiscal en San Miguel de Tucumán. 1700-1750.
Aportes para su estudio”, en MUÑOZ MORALEDA, Ernesto –compilador– La ocupación…, cit., pp.
60 y ss.
24 Identidades, representación y poder...
1784, de 1787 a 1788 y de 1792 a 1805). Simultáneamente, consta entre los capitula-
res con otras funciones como fiel ejecutor, alcalde de primer y segundo voto y alcalde
de la Santa Hermandad.
Simón Chávez Domínguez figura desde 1776 como regidor y hasta 1790, año en
que murió, aparecía como alférez real, alcalde de primer voto y alcalde provincial.
Entre el año 1776 y hasta 1809 emergió en el Cabildo el sevillano –dedicado al co-
mercio de importación– Juan García Cárdenas, primero como procurador general y
luego como regidor veinticuatro. Además, desempeñó funciones de alcalde de la San-
ta Hermandad interino, procurador general interino, alcalde de primer voto y alcalde
de Monteros. Fue en varias oportunidades rematador de diezmos y estuvo vinculado
“…a la facción de poder local que lideraban los Aráoz y los Sánchez de La Madrid”,19
y a la sociedad tucumana mediante el matrimonio. Era concuñado, en segundas nup-
cias, del subdelegado de la Real Hacienda D. José Silvestre de Ojeda.
Entre 1776 y 1780 fue regidor veinticuatro José Fermín Puiz Poio (o Poyo), en
1783 Francisco Javier Sánchez de la Madrid (regidor fiel ejecutor), de 1778 a 1787
Francisco Tejerina y Barreda fue regidor veinticuatro aunque también desempeñó fun-
ciones de alguacil mayor, alcalde de primer voto, alcalde de la Santa Hermandad y
defensor de menores. En 1784 José de Ojeda se presentó como regidor veinticuatro,
pero desde 1781 a 1790 lo distinguimos cumpliendo funciones de defensor de meno-
res y alcalde de primer y segundo voto.
Francisco Javier Sánchez de La Madrid, hijo del general español Francisco
Sánchez de La Madrid y de Da. María de Villafañe y Guzmán, se casó con Da. Claudia
Aráoz (hija de D. Bartolomé Santos de Lizarralde y Aráoz y de Da. Catalina Echave).20
Cuando enviudó de su primera esposa se casó con Da. Clara de Paz natural de Santia-
go del Estero (hija de D. Domingo de Paz y de Da. Gregoria Aguirre).
A partir de 1767, año en que la expulsión de los jesuitas generó la necesidad de
cubrir funciones en nuevos espacios de decisión, se produjo en San Miguel –con co-
nexiones hacia la región– un reordenamiento de los vecinos alrededor de quienes
estuvieron desde el primer momento relacionados con la ejecución de aquella medida
borbónica. La medida de extrañamiento provocó la emergencia de parcialidades a
19 LÓPEZ, Cristina “Evolución de la propiedad rural de la jurisdicción de San Miguel de Tucumán, 1765
a 1775”, mimeo, Tucumán, 1994, pp. 28-29.
20
Claudia Aráoz era viuda de Andrés Zorrilla, natural de Burgos (España) con quien se había casado en
septiembre de 1750. Él murió el mismo día de la boda. Cfr. Archivo Histórico de Tucumán (en adelante,
AHT), Sección Judicial Civil, caja 13, exp. 4, f. 68v. Sus padrinos en esa oportunidad fueron quienes
más adelante serían sus suegros al casarse con D. Francisco Javier Sánchez de La Madrid (padrinos:
general Francisco Sánchez de La Madrid y Da. María de Villafañe y Guzmán, su esposa). Luego, en la
boda de Claudia Aráoz con Francisco Javier Sánchez de La Madrid fueron padrinos el maestre de campo
Diego de Aráoz y su esposa Da. Josefa de Paz y Figueroa. Cfr. COROMINAS, Jorge Matrimonios de la
Catedral de Tucumán, 1725-1765, Fuentes Históricas y Genealógicas argentinas, núm. 138, Buenos
Aires, 1987, p. 31.
Las disputas por el poder... 25
21
AHT, Sección Administrativa, Vol. 6, ff. 35 y 36, 37 y 38; AHT, Sección Judicial Civil, caja 25, exp. 29,
f. 184v. Luego caja 23, exp. 1, ff. 2 y ss.; PEÑA DE BASCARY, Sara “Jesuitas en Tucumán al filo de la
expulsión”, en Revista de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán, núm. 6, Tucumán, 1994, pp. 117
y 118; AHT, Sección Administrativa, Vol. 11, f. 296.
22 Fermín Ruiz Poyo (o Poio) estaba vinculado a los Aráoz y a los Sánchez de la Madrid. Era sobrino
político de Francisco Javier Sánchez de la Madrid porque éste y Catalina Sánchez de la Madrid eran
hermanos, hijos de Francisco Sánchez de la Madrid y de María de Villafañe y Guzmán. En 1744 Cata-
lina contrajo matrimonio con Miguel Aráoz y Echavez. De esa unión había nacido Catalina Aráoz quien
fuera la esposa de Fermín Ruiz Poyo.
23 Juan Bautista García Cárdenas representaba a los peninsulares arribados en los últimos tiempos pero ya
emparentado con importantes apellidos del medio (Ojeda, Gutiérrez, Pérez Padilla, Rodríguez, Molina).
26 Identidades, representación y poder...
Según asienta Bascary,24 entre 1750 y 1810 las elecciones de capitulares no ofre-
cieron conflictos de envergadura, lo que indica la presencia de fuertes lazos de soli-
daridad entre los miembros de los grupos hegemónicos. Por lo general, los
enfrentamientos se limitaban a conflictos circunstanciales entre las diferentes faccio-
nes, aunque –considera la autora– a la luz de la documentación es muy dificultoso
discernir sus causas concretas.
No obstante, se puede inferir que la base de las controversias era el control del
Cabildo y de la Junta de Temporalidades. De ahí el interés por excluir a los miembros
de la elite política que arriesgaran la hegemonía de algún grupo en particular afirmán-
dose en el argumento de la fidelidad a las transformaciones institucionales borbónicas.
Con este fin la dinámica política de los grupos hegemónicos tucumanos rivalizó
en la construcción de relaciones de poder y de parentelas solidarias.
En consecuencia, al examinar los apellidos de quienes formaron parte del Cabil-
do tucumano desde principios de 1700 hasta 1800, se aprecia la persistencia de algu-
nos nombres y la incorporación de otros, hacia la década de 1760 y de 1770, que de
alguna manera se enlazan con las familias tradicionales.
La gran mayoría de estos tuvieron algún tipo de vinculación con los asuntos de
la expulsión de los jesuitas o con las diligencias que se siguieron posteriormente a fin
de inventariar, regentear y rematar el patrimonio de los expulsos. Asimismo, muchos
de ellos formaron parte de la Junta de Temporalidades y tuvieron la oportunidad de
hacerse de propiedades beneficiándose con la venta de las posesiones que habían
correspondido a la Compañía.
Entre los apellidos con mayor permanencia en la sala capitular hemos encontra-
do: Aráoz (Aráoz de Lamadrid), Bazán, Campero, Chávez Domínguez, Deheza y
Helguero, García de Valdés, Martínez de Iriarte, Medina, Molina, Norri, Román (Román
Pastene), Sánchez de Lamadrid, Silva, Villafañe y Zevallos. Después de la mitad del
siglo, emergen nuevos nombres: Escobar, Fernández Moure, García Cárdenas, Ibiri,
Ojeda, Paz, Pose, Reboredo, Ruiz de Huidobro, Ruiz Poio, Tejerina, Terri, Zavalía y
Zavaleta, que en su mayoría corresponden a los ibéricos arribados a la sazón.
En este proceso, las reformas de la dinastía borbónica basadas en la centraliza-
ción política y tendientes al fortalecimiento del poder de la Corona no significaron un
obstáculo insuperable para los grupos hegemónicos locales. Ese ideal del burócrata
peninsular recién llegado, funcionario borbónico idóneo en su cargo e imparcial ante
las influencias –magistrado, administrador de rentas, obispo, oficial del ejército per-
manente– quien en teoría mantendría ilesa la autoridad de la Corona, debió enfrentar-
se en la realidad al poder y los ascendientes de las elites tradicionales.
Tal como hemos considerado, en San Miguel de Tucumán la presencia de nue-
vos actores en el espacio capitular hacia mediados de la centuria fue resultado de
de “…sus tiránicas medidas, su orgullo, protección que prestaba a los oficiales reales
[…] de sus robos a la sisa y de que había despachado sumas a Europa…”.25
Luego del extrañamiento continuarían las inculpaciones y denuncias26 de indivi-
duos que tuvieron como corolario el levantamiento sedicioso en Jujuy y Salta.27 Este
habría tenido la obvia intención de minar la autoridad de Campero ante la Audiencia
y el Virrey y obtener la destitución del Gobernador al advertir la disminución de las
influencias e intereses económicos del grupo de vecinos con los que los jesuitas ha-
bían mantenido relaciones sociales y mercantiles.
Campero decía responder a los mandatos del gobernador de Buenos Aires Fran-
cisco de Paula Bucareli y Ursúa –fidelidad que lo posicionó en contra de quienes
fueron denominados projesuitas– mientras que los que intentaron deponerlo obraban
según las directivas de la Audiencia, en especial de su presidente Martínez de Tineo
quien se amparaba a su vez en la autoridad del virrey Amat.
Si bien el Cabildo de San Miguel se había mantenido al margen de la sedición
contra el gobernador Juan Manuel Fernández Campero, las derivaciones de aquélla se
hicieron evidentes en el proceso de conformación de la Junta Municipal de
Temporalidades, como observaremos a continuación.
La Sanción Pragmática del Rey otorgada el 2 de abril de 1767 ordenaba la ex-
pulsión de todos los jesuitas de sus territorios aquende y allende el mar y la expropia-
ción de todas sus posesiones. El gobernador de la provincia del Río de la Plata Francisco
Bucareli delegó el cumplimiento de la medida en manos de Fernández Campero.
Con el fin de efectuar lo dictaminado, Campero había comisionado en Salta a D.
Juan Adrián Fernández Cornejo para dar cumplimiento a las órdenes de expulsión y
ocupación de las Temporalidades de la provincia. Con este objeto se hizo intervenir a
miembros del Cabildo de San Miguel mediante el nombramiento de los alcaldes D.
Joseph de Figueroa y D. Fermín de Tejerina, de primer y segundo voto respectivamen-
te, y a D. Joseph de Molina que tenía el Gobierno de Armas para que, durante la
25
Del Cabildo al Rey. Jujuy, 1º de octubre de 1767. ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión de 1767 en el
Tucumán, UNC, Mendoza, 1969, p. 33.
26 En síntesis, las acusaciones contra Campero referían que desde que se había hecho cargo del gobierno
no había visitado los fuertes, que había sacado los libros capitulares y los conservaba en su casa, que
atemorizaba a los moradores con su guardia personal, que había favorecido a su fiador Tomás de Allende
con una inhibitoria judicial, que se había parcializado con éste, con el Doctor Francisco Tomás de
Uriarte y otros vecinos en Salta y Jujuy, que sacó dinero de la tesorería de guerra, que tomó 12 mil pesos
de la Caja de la Sisa de Salta, etc. En ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión…, cit., pp. 16 y 17. Entre
los denunciantes mencionamos a Blas José Sabando comerciante residente en Jujuy, Alejandro Echenique
alcalde mayor de la ciudad de Córdoba, José Antonio Laje, Ignacio Gorriti acreedor de los jesuitas, Juan
Antonio de la Bárcena, José Antonio de Zamalloa, Francisco Villa comerciante de Salta pero residente
en Jujuy, etc. Cfr. ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión…, cit., pp. 52-57.
27 El levantamiento contra Campero fue estudiado por ACEVEDO, Edberto Oscar La rebelión…, cit.
También recientemente LORANDI, Ana María Poder central, poder local. Funcionarios borbónicos
en el Tucumán colonial. Un estudio de antropología política, Prometeo, Buenos Aires, 2008.
Las disputas por el poder... 29
En septiembre del año 1769 Campero fue sucedido por Gerónimo Matorras en
el cargo de gobernador, si bien continuó al frente de las Temporalidades hasta sep-
tiembre de 1770.36 Ante este hecho, volvieron a manifestarse las discrepancias que
dividían a los tucumanos.
El nuevo gobernador no contaba con la simpatía de Bucareli y Ursúa (presidente
de la Junta Provincial de Temporalidades en Buenos Aires) quien lo percibía como un
“…refuerzo para el bando de los enemigos de Campero”.37 Campero acusaba a Matorras
de haber llegado irregularmente al gobierno sin cumplir con las condiciones estipula-
das por la Corona, mientras que el Cabildo tucumano, por su parte, únicamente lo
reconoció luego de haber consultado a la Real Audiencia de La Plata para constatar
que las obligaciones debidas para asumir el cargo ya habían sido cumplidas.
Las diferencias entre Campero y Matorras se plasmaron en los reiterados entre-
dichos de quienes estaban bajo sendas esferas de influencia: entre Vicente de Escobar,
Francisco Tejerina, el alcalde de primer voto Simón Chaver Domínguez y el escriba-
no José Antonio Deheza y Helguero, Diego Aráoz (gobernador de armas nombrado
por Matorras y acusado de promover disturbios projesuitas) y luego Pedro Antonio
Aráoz, su hijo, por un lado (del grupo de Matorras) y el administrador de Temporali-
dades Pedro Collante, Antonio Ugarte (cuñado y sustituto de Campero) Fermín de
Paz y el escribano Rafael de Hoyos por el otro lado (del grupo de Campero).
Los dichos y actuaciones del nuevo gobernador –Matorras– lo posicionaron como
protector y protegido del partido de los sublevados contra el gobernador Campero.38
Se declaraba abiertamente partidario de la Compañía: “Sepa vuestra Señoría que per-
dería cien gobiernos antes que dejar de confesar que soy amigo de los jesuitas...”.39
Asimismo proclamaba no reconocer otra autoridad que no fuera la del Virrey.
Expresaba que “…el gobierno de Buenos Aires no tenía jurisdicción superior sobre la
provincia del Tucumán [y agregaba] y dejémonos de Bucareli que, para mí ha sido
peor que un Mustafá y lo mismo en nombrármelo que nombrar al Demonio [...] pues
es el mayor ladronazo que ha venido al reino...”.40
Camperistas y Matorristas se encontrarán varias veces en situación de conflic-
to. Uno ellos se originó cuando se discutió la orden del gobernador Matorras para
abrir el camino de Tafí –que permanecía cerrado para no perjudicar a las Tempora-
lidades– a lo cual Fernández Campero, como encargado de las Temporalidades, se
negaba.
El Cabildo de San Miguel en abril de 1770 había expedido un Auto y Bando por
el cual todo comerciante podía transitar libremente por los Potreros de San Xavier,
41
Copia testimonio a pedido del Administrador de Temporalidades sobre la entrega de un exhorto al Alcal-
de de 1º voto. San Miguel de Tucumán, 18 de abril de 1770, ff. 496-505v. AHT, Documentos colonia-
les…, cit., Serie I, Tomo III, Vol. 9, pp. 181 y 191.
42 AHT, Sección Administrativa, Vol. 6, ff. 4-5.
43 AHT, Sección Administrativa, Vol. 6, ff. 76 y 79-80.
44 La Real Provisión había sido librada el 14 de diciembre anterior. Esta prohibía con multas y apremios al
Gobernador de la Provincia y a los jueces su participación en el curso de los asuntos de las temporalidades
ni aún con el pretexto de apelación al Regio Tribunal. AHT Documentos Coloniales…, Serie I, Vol. 9,
cit. Copia testimonio a pedido del Defensor Fiscal de Temporalidades sobre lo sucedido en la entrega de
una Real Provisión, pp. 191-200.
Las disputas por el poder... 33
48
AHT Documentos Coloniales…, cit., pp. 194-195.
49 AHT Documentos Coloniales…, cit., p. 192.
50 AHT Documentos Coloniales…, cit., p. 198.
51
Ver nota 44.
52 AHT Documentos Coloniales…, cit., p. 195.
36 Identidades, representación y poder...
legales como los nacidos del apasionamiento que involucraban aún a funcionarios e
instituciones superiores.
La rivalidad volvió a ponerse en evidencia cuando el 9 de octubre de 1770 se
notificaba el reemplazo de Francisco de Paula Bucareli por Juan José de Vértiz en el
cargo de Gobernador de Buenos Aires y Presidente de la Junta Provincial de
Temporalidades. El nuevo funcionario ordenaba en esa oportunidad la formación de
la Junta de San Miguel y distinguía como presidente de la misma a Miguel de Aráoz o
en su defecto a Vicente de Escobar, dejando al Cabildo la elección de los demás
integrantes.
La carta del Gobernador de Buenos Aires al Cabildo de San Miguel de Tucumán
decía:
“...y siendo preciso que essa Ciud. se establezca, ha acordado esta
Junta Prov.l se prevenga a V. S. para que desde luego se forme y
que atendiendo a las quexas que ha avido contra los mas de los
comisionados de esta Prov.a y por los manejos que han tenido de
las temporalidades, se nombren otros, en cuia virtud, y de las fa-
cultades que el Rey me comunica, elixo y nombro con acuerdo de
la Junta a Dn Mig.l de Aráoz y por su ausencia, o lexitimo
impedim.to el mas idóneo, que ha de concurrir de su cuerpo, con
el Proc.r. Gen...”.53
No obstante este claro mandato, en la reunión de los capitulares tucumanos en el mes
de noviembre prevaleció la perspectiva del alcalde de segundo voto Vicente de Esco-
bar quien exponía que otorgar la presidencia de la Junta a Miguel de Aráoz era procu-
rársela a Juan Manuel Campero porque “...entrando con los de aquella parcialidad,
que no se havia de hacer ni arreglar cosa que resultase en beneficio del vecindario
sino a contemplación del Teniente coronel Juan Manuel Campero...”.54
Por ello, el Cabildo tucumano se inclinó en favor de elegir a Escobar pero remi-
tió lo actuado al gobernador Gregorio Matorras para que tomara la decisión definiti-
va. Fue así que ya en noviembre de 1770 los capitulares trataron la respuesta del
Gobernador tucumano consagrando a Vicente de Escobar como Presidente de la Jun-
ta, al alguacil mayor Francisco Tejerina y Barreda como diputado por el Cabildo y a
Gabriel Rubert como Procurador de la ciudad.
Estas diligencias provocaron una reacción del gobernador Vértiz ante el conflic-
to de jurisdicciones que planteó la intervención de Matorras.
Decía el Gobernador de Buenos Aires:
58
AHT, Sección Administrativa, Vol. VI, ff. 32 y 32v.
59 AHT, Sección Administrativa, Vol. VI, f. 28v.
Las disputas por el poder... 39
Pedro Antonio Aráoz y el Alguacil Mayor –que la estaba ejerciendo en ese momento–
Francisco Tejerina y Barreda puesto que los demás eran partidarios de Campero.
José de Figueroa reclamó a la Junta de Buenos Aires presentando su descargo y
consiguió quedar como alcalde. Pero el problema se enmarañó cuando el diputado del
Cabildo ante la Junta, Francisco Tejerina y Barreda hubo de ser reemplazado –al en-
contrarse ausente– por el alcalde de primer voto Miguel Aráoz, cuñado del diputado
eclesiástico Dr. Miguel Gerónimo Sánchez de La Madrid, quien ya había sido nomi-
nado por Vértiz el año anterior para ocupar el cargo de presidente a lo que Escobar se
había opuesto, como vimos anteriormente:
“En la ciudad de San Miguel de Tucumán, en cuatro días del mes
de Abril de mil setecientos setenta y dos años. Los Señores
Precidente, Diputado Eclesiástico y Defensor Fiscal aviendo con-
currido a esta Real Casa en que se acostumbran hazer los acuer-
dos de esta junta [...] dijo el Señor Precidente que por ausencia
del diputado Rexidor y alguacil mayor D. Francisco Texerina la
representó el Defensor fiscal suspendiese el formar junta y que
dieze cuenta, como los individuos del Ayuntamiento a excepción
del referido diputado y del fiel executor D. Pedro Antonio Aráoz,
en los demas avia impedimento para la diputación interina a esta
real junta y que inter las resultas fuese suspensa...”.60
A la sazón, sosteniendo a Escobar, el defensor fiscal Gerónimo Román aconsejaba no
formar junta hasta aclarar la situación. Así se hizo transcurriendo seis meses hasta
junio de 1772 en que finalmente la de Buenos Aires confirmó a Miguel de Aráoz y a
José de Thames como integrantes de la Municipal aún en contra de la opinión de
Escobar.
Entretanto, para poder cumplir con las órdenes superiores y evitar más demoras
en la integración de la Junta Municipal, el diputado eclesiástico Sánchez de La Ma-
drid proponía:
“…respecto a averse ocurrido sobre este particular a la Junta Pro-
vincial se espere su resolución pero que en el inter se cite al nuevo
diputado para que concurra a las juntas, mientras no aya otro, por-
que el parentesco […] no parece ser obise lexitimo para concurrir
a esta junta en que no ay facultades decisivas, ni vale la pluralidad
de votos ni tampoco alla en el nuevo diputado la tacha que [...] le
opone el Defensor fiscal de Amigo y Apasionado de D. Juan Ma-
A modo de conclusión
Las disputas de poder en los grupos dominantes en torno a la formación y gestión de
la Junta Municipal de Temporalidades pusieron de manifiesto grandes esferas de con-
flicto.
66
En febrero de 1782 el diputado del Cabildo, regidor veinticuatro D. Juan García Cárdenas comunicaba
a la Junta local que la Junta Provincial había absuelto a D. José Fermín Ruiz Poyo (que ya había falleci-
do) lo cual se hizo saber a su viuda Da. Catalina de Aráoz. Asimismo, se eximió al alcalde mayor
provincial D. Francisco Xavier Sánchez de La Madrid. AHT Documentos coloniales…, Serie I, Vol. 8,
Tomo II, pp. 109-110.
67 Real Cédula del 15 de enero de 1789. Archivo General de la Nación, Reales Cédulas, 1786-1794, IX-24-
10-2. Las Juntas Municipales se suprimieron por Real Orden del 31 de enero de 1784 y conforme a otra
Real Orden del 7 de febrero de 1786 e instrucciones del 4 de noviembre de 1788 se designaron adminis-
tradores y subadministradores para evitar extravíos y usurpaciones. Finalmente el 19 de septiembre de
1789 las rentas de Temporalidades se incorporarían a la Real Hacienda.
42 Identidades, representación y poder...
68
PEIRE, Jaime “François Xavier Guerra y las nuevas perspectivas en la historia política de América
Latina”, en Actores, representaciones e imaginarios, EDUNTREF, Buenos Aires, 2007, p. 22.
69 LORANDI, Ana María Poder central..., cit., p. 33.
Las disputas por el poder... 43