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10.

Imperialismo, sionismo y Palestina


Maurice Buttin

En la historia contemporánea, el destino del pueblo palestino representa un verdadero


anacronismo en una época en la que muchos pueblos han conquistado su independencia.
Para comprender esta situación, se impone el conocimiento de cierto número de datos
históricos y geopolíticos básicos, inherentes a la región de Oriente Próximo. El papel de
los imperialismos occidentales y ruso-soviéticos, y el del sionismo antes de la creación
del Estado de Israel, será analizado esencialmente en el restringido marco de este
artículo.

El fin del Imperio otomano

Agosto de 1914. Estalla la Primera Guerra Mundial. El Imperio otomano agoniza. La


mayor parte de sus posesiones europeas han sido liberadas. El norte de Africa está
colonizado por las potencias occidentales. Únicamente mantiene su integridad, desde
hace cuatro siglos, en Oriente Próximo, mantenida de facto por los intereses estratégicos
de Inglaterra. Dueña del canal de Suez y hasta de Egipto desde 1882, se niega a ver a
cualquier otra potencia imperialista hacerle la competencia en la ruta terrestre de la
India. Octubre de 1914. La Turquía del sultán entra en guerra al lado de los imperios
centrales. ¡Será su última acción!

Inglaterra teme un empuje turco-alemán hacia el canal de Suez. Cambia de bando y


vislumbra, en un principio, una solución "árabe" bajo control británico para reemplazar
la dominación otomana.

Las promesas hechas a los árabes

Entre julio de 1915 y comienzos de 1916, Inglaterra mantiene con el jerife Hussein,
gobernador de los lugares sagrados musulmanes, conversaciones secretas, conocidas
posteriormente bajo el nombre de Correspondencia Husseín-Mac Mahon, el nuevo
ministro residente británico en El Cairo. A cambio de la promesa de un reino árabe
libre, el jerife propone el levantamiento de las tribus árabes contra el ocupante turco.

Este deseo de independencia de la Media Luna fértil, que no era entonces más que una
provincia turca, Siria, no es nuevo. El nacionalismo árabe apareció en la primera mitad
del siglo XIX, primero con un renacimiento de la lengua y de la cultura árabe, el Nanda,
obra de personalidades musulmanas y cristianas de Egipto, Siria, Líbano, Palestina, que
luchan contra el imperialismo cultural, además de político de la Turquía otomana.

El reparto imperialista anglo-francés

Pero Inglaterra no es la única en guerra contra Turquía, aliada con las potencias
centrales. Francia y la Rusia zarista también lo están. Estos dos países van a solicitar su
parte del pastel; Francia en primer lugar. ¿Su influencia no es preponderante en la Tierra
Santa desde hace lustros? ¿No ha sido reconocida por el Sultán como protectora de
todos los cristianos del Imperio otomano en 1673? ¿No había intervenido para salvar de
la masacre a los maronitas libaneses en 1860?

En 1916 se entablan conversaciones secretas en Londres entre los diplomáticos M.


Sykes y M. Picot que conducen a un "protocolo de acuerdo", al reparto de la región en
zonas de influencia de las dos potencias imperialistas, ¡desconociendo totalmente las
aspiraciones nacionales árabes y las promesas que les han sido hechas por los ingleses!

Para Francia fue el territorio del Líbano y de la disminuida Siria. Para Inglaterra,
Mesopotamia (Irak), el sudeste de Siria y una parte de Palestina (San Juan de Acre). Se
trata para esta última de seguir aprovechándose de la "ruta de las Indias", del canal de
Suez al golfo Pérsico. Una gran parte de Palestina es reservada a una "administración
internacional cuya forma deberá ser decidida tras consultar con Rusia". Anotemos que
esta decisión, destinada a conciliar las enfrentadas aspiraciones anglo-franco-rusas,
sacando argumento de los Santos Lugares cristianos, no guarda ninguna relación con las
aspiraciones de los sionistas que, mientras tanto, mueven sus peones...

La alianza del imperialismo británico y del sionismo

El año 1917, dramático en el frente occidental, va a cambiar algo los planes anglo-
franceses en Oriente Próximo. Hay que poner de relieve tres acontecimientos capitales
en este momento crucial del siglo:
-La entrada en abril de los Estados Unidos en la guerra, con una influencia en lo
sucesivo determinante de este país tanto en el resultado del conflicto como en el
desarrollo de las doctrinas capitalistas liberales a escala mundial.
-La Revolución rusa, seguida en octubre por la toma del poder por los
bolcheviques, triunfo de la ideología marxista-leninista.
-La Declaración Balfour, en noviembre, donde son reconocidas oficialmente por el
Gobierno inglés las ambiciones sionistas.

Balfour y Churchill (1919)


Si el sionismo religioso —La Llamada de Sión, nombre de una colina de Jerusalén— no
ha dejado nunca de atormentar a los judíos piadosos desde la destrucción del Templo
por Tito el año 70, el sionismo político por su parte ha comenzado a manifestarse veinte
años atrás.

Efectivamente, la carta fundadora del movimiento sionista, proclamada tras el primer


congreso sionista mundial, reunido en Basilea, data de agosto de 1897. Un periodista
húngaro, judío perfectamente asimilado sin embargo, Theodor Herzl, es el alma de este
nuevo nacionalismo, nacido de las ideas de la época en toda Europa, pero sobre todo por
la constatación de la permanencia de los pogromos contra judíos en Rusia y Polonia, y
del desencadenamiento de un antisemitismo virulento en Francia, en 1894, con el caso
Dreyfus. Su programa se formula así: "El sionismo tiene por objetivo la creación en
Palestina de una patria para el pueblo judío garantizada por el derecho público".

Theodor Herzl

Hay que subrayar que entre el congreso de Basilea y el de Biltmore en Nueva York, en
1942, los sionistas y sus amigos no mencionaron nunca el término Estado. Simple
eufemismo para evitar una oposición demasiado fuerte en ciertos medios occidentales,
incluyendo a los judíos asimilados, que eran entonces los más hostiles.

¿No había escrito Herzl en 1896 una obra que iba a dejar huellas en la historia, Der
ludenstaat-El Estado judío? Por lo demás él mismo remarcaba en su periódico, al
finalizar el congreso de Basilea: "Allí he fundado el Estado judío. Si se me hubiera
ocurrido proclamarlo hoy todo el mundo se burlaría de mí. Puede que en cinco años, en
cincuenta sin ninguna duda, eso no se le escapará a nadie".

¡Qué premonición!

Herzl murió en 1905. Un judío ruso, tempranamente naturalizado inglés, recoge la


antorcha. Para Chaüm Weizmann, a diferencia de aquél, la "patria judía" no se concibe
fuera de Palestina. Brillante investigador cien-tífico, ayuda seriamente al esfuerzo de
guerra inglés logrando la síntesis de la acetona. Esto le abre numerosas puertas,
principalmente la de Lloyd George, futuro primer ministro. Es ya amigo de Arthur
Balfour, que sería ministro de Asuntos Exteriores. Le propone la creación de un estado
tapón judío en Palestina bajo protección británica, como la mejor manera de asegurar la
defensa del canal de Suez...

Chaüm Weizmann

Los ingleses van a retener todavía más esta idea por temor a ser aventajados por los
judíos alemanes favorables a la causa de este país por odio hacia los rusos, y a que debe
permitir también evitar la internacionalización de Palestina.

La entrada en guerra de los Estados Unidos, la Revolución rusa, el pago que hay que dar
a los judíos americanos para que participen en el esfuerzo de guerra y el gran número de
judíos revolucionarios rusos, disipan las dudas. Balfour pide a Weizmann y a lord
Rothschild –raro aristócrata judío en seguir la vía sionista– que le propongan un
proyecto de declaración concerniente a Palestina. Esta, modificada, será la base de la
carta dirigida por el ministro de Asuntos Exteriores británico a lord W. Rothschild, el 2
de noviembre de 1917, en estos términos: "El Gobierno de Su Majestad ve
favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo
judío y empleará todas sus energías en facilitar la realización de este objetivo".

Violación de las promesas hechas a los árabes

Desde fines de 1917, los dirigentes árabes conocen por el gobierno bolchevique de los
Acuerdos Sykes-Picot. Se enteran unos meses después de la Declaración Balfour, ¡es
decir la instalación en el terreno, más allá de las colonias creadas desde hace treinta
años, de un nuevo imperialismo aliado al imperialismo británico!

Para calmar sus inquietudes, los gobiernos inglés y francés –que al igual que el
Gobierno americano ha aprobado la Declaración– renuevan sus promesas. La víspera
misma del armisticio del 11 de noviembre de 1918, reconocen a los pueblos liberados
del poder otomano el derecho de autodeterminación tan grato al presidente americano
Wilson.
La Revuelta del desierto ha sido, de hecho, muy útil a los aliados. Tras haber liberado el
Heiaz, las tribus beduinas bajo la conducción del emir Faisal, hijo del jerife Hussein,
han tomado Aqaba, remontado por el este de Amman y se han unido todas las tribus
hasta el Eúfrates. Si bien el Ejército británico de Allenby ocupó Jerusalén el 9 de
diciembre de 1917, Faisal —el amigo del famoso coronel Lawrence— y Allenby
entraron juntos en Damasco, el 1 de octubre de 1918.

En julio de 1919, un congreso general de los nacionalistas árabes se reúne en Damasco.


Aprueba diversas resoluciones condenando los proyectos occidentales y especialmente
la instalación de un hogar nacional judío en Palestina. Esto no altera en nada la reunión
del Consejo superior de los aliados el 25 de abril de 1920 en San Remo: el territorio
árabe comprendido entre el golfo Pérsico y el Mediterráneo es dividido en protectorados
ingleses y franceses, que serán confirmados bajo la forma de mandatos por la nueva
SDN (Sociedad de Naciones) en 1922.

La gran Siria es dividida en cuatro partes: para Inglaterra, Palestina y el territorio al este
del Jordán —convertido en Transjordania en 1921—; para Francia, Líbano y Siria. Y el
colmo para los árabes, ¡la Declaración Balfour es incorporada en los términos del
mandato británico!

¡Las promesas hechas a los árabes están totalmente "olvidadas", los principios mismos
de la carta de la SDN violados! Desde entonces, el año 1920 quedará para siempre
grabado en los textos árabes como Am Al Naqba (El año de la catástrofe).

Reacciones árabes. Nueva política británica

Desde la primavera de 1920, sangrientas manifestaciones árabes estallan en Palestina.


Se renuevan en 1929 para culminar en 1936 con la primera insurrección general contra
las fuerzas británicas y sus aliados sionistas, que organizan un ejército secreto, el
Haganah. La represión inglesa es muy dura: más de 5.000 muertos.

Pero la guerra se acerca, y los ingleses tienen ahora miedo de un entendimiento entre
Alemania y los países árabes. Por eso publican en primavera de 1939 un Libro Blanco
que afirma que de ninguna manera es intención suya crear un Estado judío. Palestina
debe obtener su independencia en diez años y convertirse en un estado binacional. La
inmigración judía se limita.

Los dirigentes sionistas se instalan entonces en los Estados Unidos, y en la conferencia


de Biltmore (1942) no dudan más en reclamar la creación de un Estado judío en
Palestina, ¡en todo el territorio del mandato! Ante la oposición británica, las
organizaciones sionistas más duras se lanzan en una gran campaña terrorista contra,
dicen ellos, "el ocupante inglés".
Conferencia de Biltmore (1942)

En los Estados Unidos, el presidente Roosevelt se inclina más bien por los dirigentes
árabes. Pero su brutal desaparición sitúa en primer plano al vicepresidente Truman,
quien para su elección en 1948 necesita del electorado judío. Pide al Gobierno inglés
que deje entrar inmediatamente 10.000 refugiados judíos, rescatados de la Shoah, en
Palestina. Su petición es rechazada.

En el terreno, los actos de terrorismo arrecian y el 22 de julio de 1946, el cuartel general


británico en el King David Hotel es dinamitado. ¡Hay más de 90 muertos y decenas de
heridos! En febrero de 1947, ante la insostenible situación, el Gobierno inglés decide
someter a la ONU el caso palestino.

Dos nuevos imperialismos entran en escena

En marzo de 1947, el presidente Truman anuncia que los Estados Unidos asumen las
obligaciones de Inglaterra en el Mediterráneo oriental y en Oriente Próximo. Ya no las
soltarán. Por su parte, en mayo de 1947, el representante de la URSS en la ONU, Andrei
A. Gromyko, ¡admite la necesidad de la "Repartición de Palestina en dos estados
independientes"! Decepción de los nacionalistas árabes. Se la menciona entonces como
la Declaración Balfour soviética.

Una comisión especial de investigación es designada por la ONU. Su informe,


publicado en agosto de 1947, recomienda la partición del país en tres partes
independientes: un Estado judío, un Estado árabe, y un estatuto internacional para los
Lugares Santos cristianos, de Jerusalén a Belén, el Corpus separatum.

La Asamblea General de la ONU adopta esta proposición el 29 de noviembre de 1947.


Treinta y tres países han votado a favor (entre ellos los países socialistas que ayudarán
ampliamente a las fuerzas judías en la primera guerra árabe-israelí que sobrevendrá en
1948-1949). La población judía, que no representa más que un tercio de los habitantes
del país (600.000 sobre 1.800.000) recibe el 55% del territorio del mandato británico.

El resto... ¡todos lo conocemos!

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