Cambridge, una orquídea y un barco Un extracto del contacto con la sombra
Un día fuimos al jardín nacional de la orquídea y era maravilloso. Finalmente nos
sentamos en el césped y miramos los cisnes. Mi esposa me recordó el tiempo que había lanzado una orquídea a las dos de mis colegas de la universidad. El incidente había ocurrido la mañana después de la bola de mayo. Nos habíamos aprovechado de las bateas de College's de rey libremente y habíamos precisado enseguida después de amanecer. Era gloriosamente lleno de paz y de tranquilidad. Los turistas ruidosos todavía no habían contaminado el río y Cambridge era tan maravillosamente pintoresca como solamente Cambridge puede ser. “Mi papá tenía una canoa,” era la única cosa que el americano dijo la mañana entera. La mujer joven, del sur de China, era cortesa, pero ella también habló muy poco. Sucedió enseguida después que había llevado en batea nuestro barco muy cerca al puente de las matemáticas. La magia simple de la luz del sol reflejada en el superficie inferior del puente me cautivo siempre. Lo toqué, al igual que mi hábito. Como si en señal, ellos ambos dispositivos sacados. Estaba seguro que iban a tomar una foto o un vídeo. En lugar, él comenzó a golpear ligeramente los botones increíblemente rápidos y los sonidos explosivos minúsculos llenaron el aire. Ella había abierto Facebook y podría ver su foto de la identificación, ella en un restaurante con alguÌ チ n animal relleno ridículo. Ella comenzó a jugar a un juego también. Grité, noble. Voladura y el ranting, grité sobre estar oculto a la tradición: ¿“No puede usted sentir el conocimiento y la sabiduría aquí? Esto no es apenas un centro turístico de la postal, usted sabe. Maldiga el dinero de sus padres de los ricos y su ayuda de gobierno!” Era todo el blablabla vitriólico, una pérdida viciosa de respiración. Pisé fuerte mi pie para el énfasis y nos volcamos. Cepillé enojado las ramas del sauce fuera de mi manera y salté sobre la orilla. Se colocaban allí, centro de la corriente, pues el barco flotó lejos. Me miraban y volvieron a sus dispositivos. Vi la orquídea, un ramillete que alguien había caído. Lo lancé en ellos, gritando algo sobre belleza, verdad, niños, Isaac Newton y estupidez. Y Facebook.