Para el avance general de la investigación científica en el mundo, referirse a lo que se
ha conquistado en el transcurso de una década es apenas hacer un corte transversal de un espesor muy reducido. Y, sin embargo, haciendo un examen atento de lo que se ha hecho en diez años, se puede tratar de determinar cuáles son las tendencias que impulsan su desarrollo y en qué condiciones se ejercen. En el periodo de dos lustros, entre 1948 y 1958, se advierte, desde luego, una intensificación y una profusión de los trabajos científicos que han impulsado el avance del conocimiento a un ritmo tremendo, el cual corre parejo con la velocidad a que progresan sus aplicaciones técnicas. Debido a esto, se han mejorado en mucho las condiciones de la vida humana y ha aumentado la influencia que tiene la ciencia en todos los aspectos, incluyendo las decisiones de carácter político y alcanzando hasta las formas comunes del pensamiento. En cuanto a las realizaciones más notables que se hicieron es obligado citar cuando menos los numerosos descubrimientos logrados en la física de los núcleos atómicos, en los procesos que ocurren a temperaturas sumamente bajas y en las interacciones y transformaciones de las partículas elementales; los importantes trabajos químicos y biológicos sobre hormonas, enzimas, proteínas, alcaloides y moléculas de estructura muy compleja; las investigaciones acerca de los procesos neurofísiológicos y metabólicos, las conducentes al descubrimiento de nuevos antibióticos y vacunas, los injertos de diversos tejidos y la utilización transitoria de órganos artificiales; el perfeccionamiento de las pilas y motores atómicos y su empleo para fines pacíficos, la formación de núcleos atómicos por fusión para aprovechar la energía liberada y el desenvolvimiento de los cohetes y los aviones de retroimpulsión, los muchos conocimientos adquiridos a través de la cooperación internacional durante el Año Geofísico, el desarrollo de la televisión y el sorprendente avance de las máquinas cibernéticas; el comienzo de la conquista del espacio interplanetario por el venturoso lanzamiento de sputniks, con la consiguiente iniciación de la experimentación en el campo de la astronomía y, por otra parte, los grandes descubrimientos y aportaciones hechos en torno a los problemas relativos al origen y a la evolución de las estrellas y galaxias; en fin, el insospechado descubrimiento de que la simetría espacial no se cumple en la forma que siempre se había considerado, con lo cual se ha planteado la necesidad de dar una nueva estructura a las teorías físicas establecidas hasta ahora. Dentro de este panorama mundial, nos interesa fijar detenidamente la atención en las investigaciones científicas hechas en México, durante estos diez años, para poder señalar con objetividad el alcance de nuestras aportaciones, el nivel de los trabajos ejecutados, las condiciones en que se efectúan y las posibilidades de intensificar y acrecentar la investigación científica en México. Por principio de cuentas, tenemos que en el año de 1948 ya se habían formado, en su mayor parte, los institutos y laboratorios de investigación que existen actualmente. Sin embargo, algunos de ellos han aumentado de manera importante sus recursos —tanto en instrumentos como en investigadores— y se han creado algunos más, como son: el Instituto Nacional para la Investigación de los Recursos Minerales, el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Botánico de Chiapas, los Laboratorios Nacionales de Fomento Industrial, el Centro de Documentación Científica y Técnica, el Instituto Nacional de Cancerología, el Departamento de Investigaciones Médicas del Hospital General con carácter autónomo y varias unidades dependientes de la Escuela Nacional de Medicina, el Instituto Nacional de Gastroenterología, el Instituto Nacional de la Investigación Científica, la Academia Potosina de Ciencias, el Instituto de Investigaciones Agrícolas de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, el Instituto de Ciencia Aplicada de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Mexicano de Investigaciones Tecnológicas del Banco de México, la Comisión Nacional de Energía Nuclear, el Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables y el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. Además, se fundaron Escuelas de Ciencias en la Universidad de Nuevo León, en la Universidad de Puebla, en el Instituto Tecnológico de Monterrey y en la Universidad de Sinaloa; y, tanto en estas universidades como en otras de provincia y en varias instituciones privadas de la metrópoli, se organizaron algunos nuevos laboratorios de investigación científica. Por tanto, podemos decir que, en la última década, continuó el proceso de formación de las modernas instituciones científicas de investigación y de enseñanza; proceso que empezó propiamente hace 80 años, al fundarse el Observatorio Astronómico Nacional y diez años después el Instituto de Geología, pero que quedó suspendido por largo tiempo y sólo se reanudó hace apenas 30 años, con la autonomía de la Universidad Nacional de México. Desde un punto de vista general, las instituciones científicas mexicanas tienen habitualmente una buena organización interna; padecen en común deficiencias —a veces, bastante graves— en su equipo de aparatos e instrumentos de trabajo, que son siempre modestos, y cuentan con un grupo reducido de investigadores, formado por científicos empeñosos y, muchas veces, de un talento extraordinario. Pero, al mismo tiempo, las relaciones entre la mayoría de dichas instituciones son más bien anárquicas, o sencillamente no existen, de lo cual resulta una lamentable falta de coordinación y, en ocasiones, una estéril repetición de esfuerzos. Esta situación es motivo de una preocupación cada vez más honda entre los mismos hombres de ciencia, quienes consideran que, especialmente en un país como México, es indispensable aprovechar en la forma más eficiente con una inteligente organización de conjunto y conforme a una orientación planeada racionalmente, los recursos disponibles —tanto humanos como económicos— que, al menos durante mucho tiempo más, seguirán siendo escasos con respecto a nuestras numerosas necesidades. Por desgracia, los intentos que se han hecho en este sentido no han tenido hasta ahora el éxito deseado. El más importante de estos intentos, representado por la fundación del Instituto Nacional de la Investigación Científica, en 1950, no ha servido para cambiar la situación en la medida que, con una urgencia cada vez más imperiosa, se requiere. En realidad, en los ocho años que tiene de funcionar el INIC, a los cuales podemos sumar los siete años que duró su antecesora, la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación Científica (CICIC), es evidente que no ha podido llevar a la práctica los propósitos principales de su creación, que son: fomentar, desarrollar y coordinar las investigaciones relacionadas con las ciencias matemáticas, físicas, químicas, biológicas y geológicas, así como con las ciencias aplicadas derivadas de ellas. Por consiguiente, uno de los problemas más ingentes que se planteaba para la investigación científica en México en 1948 se mantiene todavía carente de una solución satisfactoria en 1958. Uno de los acontecimientos más notables de la década que nos ocupa fue la celebración del Congreso Científico Mexicano, organizado en 1951 para conmemorar el IV Centenario del establecimiento de la Universidad Mexicana. Este congreso dio ocasión a que se presentara un programa bastante completo del nivel alcanzado entonces por las investigaciones científicas en México y permitió poner de manifiesto la distribución del interés y el número de investigadores existente en los diversos campos de estudio. La densidad relativa de las aportaciones quedó representada con una buena aproximación por los 532 trabajos cuya calidad ameritó que fuesen publicados en la Memoria de dicho congreso. Su distribución fue la siguiente: 266 trabajos en medicina (o sea, exactamente el 50 por ciento); 66 en biología (12.4 por ciento); 63 en química (11.8 por ciento); 38 en matemáticas (7.1 por ciento); 26 en geología (5 por ciento); 20 en geofísica (3.7 por ciento); 19 en física (3.5 por ciento); 13 en astronomía (2.4 por ciento); 11 en teoría de la ciencia (2.1 por ciento); y 10 en geografía (2 por ciento). El interés relativo que se tenía entonces en las especialidades de los investigadores y las instituciones se mantiene sensiblemente en la misma proporción hasta ahora, con la sola excepción del notable aumento que se ha observado en el interés hacia la física y, principalmente, hacia la física atómica en los años posteriores. En cuanto a la prominencia de las investigaciones realizadas, el reconocimiento ostensible lo tenemos en la justificada designación como miembros del Colegio Nacional del astrónomo Guillermo Haro, en 1953, y del médico Manuel Martínez Báez, en 1955. En lo que se refiere a las condiciones generales de trabajo, el hecho más conspicuo ha sido la creación de los investigadores de tiempo completo en el seno de los institutos dependientes de la Universidad Nacional Autónoma de México y en algunos otros centros de investigación, lo cual ha venido a colocar a los científicos en la situación de poder preocuparse fundamentalmente por su trabajo. Pasemos ahora a exponer, aunque sea únicamente por su simple mención, lo que se ha hecho en los últimos diez años en los distintos campos de la investigación científica. En el dominio de las matemáticas, los estudios se han efectuado casi exclusivamente dentro del Instituto de Matemáticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Los trabajos publicados por los matemáticos mexicanos corresponden a las ramas en que actualmente se desarrolla mayor actividad en el mundo y, a la vez, se encuentran en un nivel semejante a los que se efectúan en otros países, por lo que sus resultados son interesantes para quienes trabajan en la misma disciplina. Las especialidades matemáticas que se cultivan en México son la topología algebraica, la teoría de las ecuaciones diferenciales, el álgebra moderna, la geometría algebraica, la estadística, la geometría diferencial, la teoría de la medición y la lógica matemática. En otros institutos de la Universidad Nacional Autónoma de México y en otros centros de investigación se hacen trabajos de matemática aplicada. Hasta 1951 se laboró activamente en el desarrollo de la teoría de la gravitación propuesta por George D. Birkhoff, obteniéndose algunos resultados importantes. Pero, en los últimos siete años se han suspendido estas investigaciones o, por lo menos, no se han conseguido nuevos resultados dignos de ser publicados. Por lo que se refiere a la divulgación de las matemáticas y a la propagación del interés por su cultivo, esta función la ha seguido cumpliendo con eficacia la Sociedad Matemática Mexicana, por de la publicación de su Boletín y de la celebración de sus Asambleas regionales en distintos estados de nuestra república. En el campo de la física, las investigaciones se efectúan principalmente en el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la División de Física del Instituto Nacional de la Investigación Científica y en la Comisión Nacional de Energía Nuclear. Al parecer, también se hacen algunos estudios sobre física nuclear en los laboratorios de la Compañía de Luz; y, ciertamente, se han iniciado investigaciones en el laboratorio de física nuclear de la Universidad de San Luis Potosí. Como decíamos ya, el interés por la física atómica y la nuclear ha crecido notablemente y esto se refleja con claridad en el hecho de que el número de estudiantes de física en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México se ha multiplicado varias veces en los últimos diez años y a ellos hay que agregar los alumnos de las otras cuatro Escuelas de Ciencias que existen en el país. Los trabajos publicados por los físicos mexicanos se refieren a problemas relativos a los temas de mayor importancia en la actualidad y, algunos de ellos, especialmente los correspondientes a la física nuclear teórica, han recibido merecido interés en el mundo científico. También se trabaja activamente en el estudio de la radiación cósmica primaria, en el laboratorio instalado por el INIC en la Ciudad Universitaria. Igualmente se estudia el estado sólido de algunos minerales y de moléculas orgánicas por medio de rayos x, se mide constantemente la lluvia radioactiva producida por las explosiones atómicas de prueba, se investigan las variaciones en la intensidad del campo gravitatorio de la Tierra, se están preparando experimentos para tratar de descubrir posibles perturbaciones en la luz provocadas por las ondas gravitacionales y se han hecho preparativos para iniciar algunas investigaciones aprovechando las propiedades radioactivas del carbono 14. Con el acelerador Van de Graaf, de dos millones de voltios, se estudian los niveles de energía de los núcleos atómicos livianos y los efectos biológicos producidos por los rayos x. Un hecho interesante es la construcción efectuada en el Instituto de Física de un espectógrafo de masa. En el terreno teórico se hacen investigaciones sobre la estructura del núcleo atómico, lo mismo que acerca de las reacciones, fuerzas y otras propiedades de las partículas elementales. En ciencia aplicada se hacen estudios sobre electrónica, mecánica de los fluidos y mecánica de suelos. Las investigaciones que realizan los astrónomos mexicanos son de primer orden, por su seriedad y notabilidad tienen repercusión en todos los centros astronómicos del mundo y han acarreado para México un justo renombre científico. A partir de 1949, se han conjugado los esfuerzos del Observatorio Astronómico Nacional de Tacubaya con los del Observatorio Astrofísico de Tonantzintla, estableciendo así un amplio intercambio de personal, instrumentos y datos, y abriendo sus puertas para la preparación y el adiestramiento de los jóvenes investigadores. Los resultados obtenidos se publican en el Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya, que es considerado merecidamente del más alto nivel. En los diez últimos años se ha proseguido la publicación del Anuario del Observatorio Astronómico Nacional y la preparación de la Carta Fotográfica del Cielo, en la parte que le fue asignada a México. Las otras investigaciones comprenden el estudio de la estructura morfológica de nuestra galaxia, incluyendo los enjambres estelares, las estrellas variables, la distribución de objetos estelares dentro y fuera de la galaxia, particularmente las estrellas supergigantes de tipo espectral temprano situadas alrededor del ecuador galáctico y los objetos de alta temperatura existentes en los casquetes polares de la galaxia. También se refieren a las relaciones entre las estrellas de tipo T-Tauri y ráfagas tipo UV-Ceti con el material interestelar, la distribución de masas gaseosas en las nebulosas extragalácticas, los problemas de fotometría de los sistemas extragalácticos y las propiedades y efectos de la actividad solar. De acuerdo con lo expresado por Guillermo Haro —el más brillante de los astrónomos mexicanos contemporáneos, pero no el único—, "la filosofía científica de los estudios e investigaciones que realizamos, se puede resumir en el problema de la evolución de los objetos estelares". Una particularidad importante de las investigaciones astronómicas que se hacen actualmente en México es la de que son producto del trabajo en equipo, en más de sus dos terceras partes, sin que por ello se inhiban la imaginación, la capacidad y la iniciativa individuales de cada quien. Ahora se encuentra en construcción un nuevo telescopio refractor de un metro de diámetro, que empezará a funcionar en 1960, el cual ha podido ser adquirido gracias al prestigio que se han labrado los astrónomos mexicanos y al empeño puesto para su consecución. Solamente para dar una idea de los trabajos realizados en la década a que nos referimos, relatamos lo que sigue: en 1948, R. Minkowski indicó que, por lo menos en las regiones no oscurecidas, el número de nebulosas planetarias conocidas hasta entonces era prácticamente completo. En efecto, la revisión que se hizo del Catálogo Draper aumentó el número de objetos estelares conocidos de 9,000 a 227,000, agregando una sola nebu- losa planetaria más entre los nuevos objetos. Sin embargo, las investigaciones realizadas en el Observatorio de Tonantzintla, entre 1949 y 1951, sirvieron para encontrar que, entre 437 objetos con fuerte emisión, existentes en una región de 6000º cuadrados, 121 correspondían a nebulosas planetarias previamente descubiertas, mientras que otras 67 son seguramente nuevas nebulosas planetarias y 48 más son posiblemente nebulosas planetarias o nebulosas brillantes difusas. Los trabajos que se realizan en el campo de la química en México son muy semejantes a los que se hacen ahora en los otros países; tienen importancia para los especialistas y han contribuido a elevar el índice del progreso científico de nuestro país. En el Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México se hacen investigaciones sobre química orgánica, fisicoquímica orgánica y bioquímica. Se estudian los alcaloides, los glucósidos y otros productos naturales obtenidos de plantas mexicanas. En el campo de los esferoides se han buscado nuevos productos y nuevas síntesis, a la vez que se han hecho modificaciones a las moléculas esferoidales que pudieran tener aplicaciones farmacológicas. También se indagan las velocidades a que se realizan ciertas reacciones orgánicas y los mecanismos de las mismas. Se han efectuado análisis de uranio, examinando particularmente los minerales oaxaqueños ricos en uranio, torio y tantalio. Asimismo, se realizó una investigación sobre los cactos mexicanos en colaboración con la Universidad de Wayne; y se ha hecho un estudio de las semillas de la tullidora, que producen parálisis y pueden provocar la muerte, el cuál será completado farmacológicamente por los investigadores del Hospital de Enfermedades de la Nutrición. En el laboratorio de investigación de la empresa Syntex es en donde se dispone de los mayores recursos económicos y está dedicado a la química de los esferoides y a la búsqueda de nuevos productos medicinales y farmacéuticos en general. Por otra parte, se hacen algunos estudios sobre bioquímica de los alimentos, química de los suelos agrícolas y química metalúrgica en varias instituciones gubernamentales; y también se trabaja en los laboratorios de las empresas fabricantes de drogas y productos medicinales. Últimamente se ha establecido un laboratorio de química inorgánica en la Comisión Nacional de Energía Nuclear. En el campo de las ciencias de la tierra trabajan los investigadores del Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México, del Instituto Nacional para la Investigación de los Recursos Minerales, de los laboratorios de Petróleos Mexicanos, del Instituto de Geofísica, del Instituto de Geografía y del Instituto de Ciencia Aplicada de la Universidad Nacional Autónoma de México. Los estudios que se realizan abarcan muchas ramas: geología general, estratigrafía, mineralogía, petrología, paleontología, historia geológica, sismología, localización de minerales metálicos y no metálicos, espeleología, geohidrología, gravimetría, radiación cósmica, meteorología, geomagnetismo, geodesia, oceanografía, física de la atmósfera, vulcanología, tectonofísica, radiación solar, química de la. atmósfera, cartografía, fisiografía, ecología vegetal y demografía, Las investigaciones geofísicas han alcanzado un nivel decoroso y es francamente promisoria la actividad que vienen realizando algunos investigadores jóvenes. En el caso de la geología, en cambio, no se advierten todavía indicios de que las investigaciones mexicanas tiendan a recuperar el alto nivel en que se mantuvieron hasta el primer tercio del presente siglo. En cuanto a la geografía, los trabajos que se hacen en el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México son fundamentalmente de carácter cartográfico, y fuera de dicho instituto solamente se publican manuales escolares. En las ciencias biológicas, los investigadores mexicanos se dedican particularmente al estudio taxonómico de las plantas y animales del país y a investigar otras características de las especies estudiadas. En el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México trabajan especialistas en fanerogamia, criptogamia, fitopatología, cactología, bacteriología, micología, fitogeografía, bioquímica, helmintología, entomología, histología, embriología, hidrobiología, mastozoología, ornitología, herpetología, ictiología y fisiología. En la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del Instituto Politécnico Nacional se hacen investigaciones fisiológicas, farmacológicas, microbiológicas, botánicas, zoológicas, hidrobiológicas, bioquímicas, neurofisiológicas y de ingeniería bioquímica. En el Instituto de Investigaciones Agrícolas de la Secretaría de Agricultura y Ganadería se efectúan algunos estudios de genética aplicada, especialmente acerca de los híbridos y de su relativamente rápida degeneración. En el Laboratorio Entomológico dependiente del Departamento de Agricultura del gobierno de los Estados Unidos se hacen, al parecer, estudios sobre la mosca de la fruta y, particularmente, sobre la mosca prieta de los cítricos. En el Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables, que es una institución privada, se efectúan investigaciones sobre ecología, conservación de recursos, suelos y aguas, problemas de zonas áridas, caza y fauna silvestre, hidrobiología y pesca. Además, en algunos centros universitarios de provincia, entre los cuales destacan la Universidad de Nuevo León y la de San Luis Potosí, se realizan también investigaciones biológicas y se hacen estudios históricos y bibliográficos acerca de las ciencias biológicas. La medicina es la disciplina científica a la cual se dedica una abrumadora mayoría de los investigadores mexicanos. En realidad, todo gran hospital público o privado constituye al mismo tiempo un centro de investigación en medicina experimental. Y en muchos de ellos se han establecido núcleos dedicados por entero a la investigación, cuya importancia es reconocida objetivamente por sus resultados en el mundo entero. Sin duda, las investigaciones médicas que se hacen en México se encuentran al mismo nivel que las que se realizan en los países más adelantados. En particular, se han colocado en posición eminente las investigaciones que se hacen en el Hospital Infantil, en sus laboratorios de bacteriología intestinal, de cancerología, de virología, de inmunoquímica y de isótopos radioactivos. En el Instituto de Cardiología, en los campos de la fisiología del corazón y del aparato circulatorio, la neurofisiología, la anatomía patológica, la farmacología, la electrocardiografía, la hemodinámica, la bioquímica, la nefrología, la embriología, la microbiología, la fisiología auditiva, la fisiología muscular, la vectocardiografía, la fonocardiografía y la radiología cardiovascular. En el Instituto de Salubridad y Enfermedades Tropicales en los dominios de la bacteriología, la micología, la protozoología, la fisiología, la parasitología, la entomología, la anatomía patológica, la química de los esteroides y la epidemología. En el Hospital de Enfermedades de la Nutrición se cultivan principalmente la gastroenterología, la endocrinología, la hema- tología, la neurología, la bioquímica y la farmacología. En el Hospital General en los departamentos y unidades de investigación de la Escuela Nacional de Medicina y en otros muchos centros médicos, tanto en la capital como en las provincias, se hacen también estudios importantes sobre varias de las ramas ya mencionadas y, además, en los campos de la ginecología, la obstetricia, la oftalmología, la gastroenterología, la cancerología, la neurología, la urología, la bioquímica, la venerología, la neuropsiquiatría, la neuropatología, la neuroquímica, la inmunología, la alergología, la reumatología, las enfermedades transmisibles, la ortopedia, la farmacología, la histopatología, la anestesiología, la cirugía, la salubridad y la higiene. Un hecho de gran importancia lo constituirá el funcionamiento del Centro Médico Nacional, cuya construcción está a punto de terminarse, ya que se mejorarán en mucho las condiciones en que se efectúan las investigaciones y se podrá establecer una coordinación mucho más estrecha entre los distintos núcleos de estudio. Por otra parte, en el Instituto de Estudios Médicos y Biológicos de la Universidad Nacional Autónoma de México se realizan investigaciones histológicas, de la fisiología del sistema nervioso central y de las formaciones musculares y de hematología experimental, especialmente en tejidos hu- manos y cultivos experimentales. En la mayoría de los centros mencionados, las investigaciones son fruto del trabajo realizado en estrecha cooperación. De esta manera, los investigadores de la medicina están descubriendo continuamente nuevos hechos que, por pequeños que parezcan, como se encuentran por millares y millares y son acumulados esmeradamente, forman una riquísima materia prima, a partir de la cual se van estableciendo correlaciones de toda índole y, finalmente, se ponen al descubierto y se determinan las leyes generales. En la ciencia aplicada y la tecnología debemos mencionar las investigaciones que se realizan en los Laboratorios Nacionales de Fomento Industrial, en el Instituto de Ciencia Aplicada de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el Instituto Mexicano de Investigaciones Tecnológicas del Banco de México, en el Instituto de Investigaciones Industriales del Instituto Tecnológico de Monterrey y en el Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. En lo que se refiere a la teoría de la ciencia, los trabajos del Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos son conocidos y estimados en muchos otros países, además del nuestro. Por lo demás, la comprensión, la colaboración y el acercamiento entre los investigadores de las más diversas especialidades, que se han establecido a través de las labores que realiza este Seminario, son reconocidas también de una manera conspicua. Como conclusión de este breve examen, podemos afirmar que en México existen grandes posibilidades para el desenvolvimiento de la investigación científica, que ya se han creado algunas de las condiciones necesarias para ese desarrollo y que, en varios campos, los trabajos de investigación que actualmente se hacen se encuentran ya en el más elevado nivel. Por otra parte, es fácil advertir que entre los hombres de ciencia ha menguado mucho el falso optimismo que se tenía respecto a nuestra situación científica y que, en su lugar, existe ahora una fecunda preocupación y un decidido empeño por hacer avanzar realmente el conocimiento científico en México. Y para decirlo en una palabra, lo que hace falta ahora, para lograr que este anhelo se convierta en realidad, es reorganizar la educación desde la escuela primaria, para incluir los conocimientos científicos puestos al nivel adecuado, establecer una política sobre la actividad científica y crear un organismo que dirija y coordine la investigación científica en forma flexible, inteligente y nada burocrática, de manera tal que se puedan aprovechar óptimamente los recursos económicos, técnicos y humanos de que disponemos.