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EL AVANCE CIENTÍFICO EN UNA DÉCADA

Para el avance general de la investigación científica en el mundo, referirse a lo que se


ha conquistado en el transcurso de una década es apenas hacer un corte transversal de un
espesor muy reducido. Y, sin embargo, haciendo un examen atento de lo que se ha hecho
en diez años, se puede tratar de determinar cuáles son las tendencias que impulsan su
desarrollo y en qué condiciones se ejercen. En el periodo de dos lustros, entre 1948 y
1958, se advierte, desde luego, una intensificación y una profusión de los trabajos
científicos que han impulsado el avance del conocimiento a un ritmo tremendo, el cual
corre parejo con la velocidad a que progresan sus aplicaciones técnicas. Debido a esto,
se han mejorado en mucho las condiciones de la vida humana y ha aumentado la
influencia que tiene la ciencia en todos los aspectos, incluyendo las decisiones de
carácter político y alcanzando hasta las formas comunes del pensamiento. En cuanto a
las realizaciones más notables que se hicieron es obligado citar cuando menos los
numerosos descubrimientos logrados en la física de los núcleos atómicos, en los
procesos que ocurren a temperaturas sumamente bajas y en las interacciones y
transformaciones de las partículas elementales; los importantes trabajos químicos y
biológicos sobre hormonas, enzimas, proteínas, alcaloides y moléculas de estructura
muy compleja; las investigaciones acerca de los procesos neurofísiológicos y
metabólicos, las conducentes al descubrimiento de nuevos antibióticos y vacunas, los
injertos de diversos tejidos y la utilización transitoria de órganos artificiales; el
perfeccionamiento de las pilas y motores atómicos y su empleo para fines pacíficos, la
formación de núcleos atómicos por fusión para aprovechar la energía liberada y el
desenvolvimiento de los cohetes y los aviones de retroimpulsión, los muchos
conocimientos adquiridos a través de la cooperación internacional durante el Año
Geofísico, el desarrollo de la televisión y el sorprendente avance de las máquinas
cibernéticas; el comienzo de la conquista del espacio interplanetario por el venturoso
lanzamiento de sputniks, con la consiguiente iniciación de la experimentación en el
campo de la astronomía y, por otra parte, los grandes descubrimientos y aportaciones
hechos en torno a los problemas relativos al origen y a la evolución de las estrellas y
galaxias; en fin, el insospechado descubrimiento de que la simetría espacial no se
cumple en la forma que siempre se había considerado, con lo cual se ha planteado la
necesidad de dar una nueva estructura a las teorías físicas establecidas hasta ahora.
Dentro de este panorama mundial, nos interesa fijar detenidamente la atención en las
investigaciones científicas hechas en México, durante estos diez años, para poder señalar
con objetividad el alcance de nuestras aportaciones, el nivel de los trabajos ejecutados,
las condiciones en que se efectúan y las posibilidades de intensificar y acrecentar la
investigación científica en México. Por principio de cuentas, tenemos que en el año de
1948 ya se habían formado, en su mayor parte, los institutos y laboratorios de
investigación que existen actualmente. Sin embargo, algunos de ellos han
aumentado de manera importante sus recursos —tanto en instrumentos como en
investigadores— y se han creado algunos más, como son: el Instituto Nacional para la
Investigación de los Recursos Minerales, el Instituto de Geofísica de la Universidad
Nacional Autónoma de México, el Instituto Botánico de Chiapas, los Laboratorios
Nacionales de Fomento Industrial, el Centro de Documentación Científica y Técnica, el
Instituto Nacional de Cancerología, el Departamento de Investigaciones Médicas del
Hospital General con carácter autónomo y varias unidades dependientes de la Escuela
Nacional de Medicina, el Instituto Nacional de Gastroenterología, el Instituto Nacional
de la Investigación Científica, la Academia Potosina de Ciencias, el Instituto de
Investigaciones Agrícolas de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, el Instituto de
Ciencia Aplicada de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto
Mexicano de Investigaciones Tecnológicas del Banco de México, la Comisión Nacional
de Energía Nuclear, el Instituto Mexicano de Recursos Naturales Renovables y el
Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. Además, se
fundaron Escuelas de Ciencias en la Universidad de Nuevo León, en la Universidad de
Puebla, en el Instituto Tecnológico de Monterrey y en la Universidad de Sinaloa; y,
tanto en estas universidades como en otras de provincia y en varias instituciones
privadas de la metrópoli, se organizaron algunos nuevos laboratorios de investigación
científica. Por tanto, podemos decir que, en la última década, continuó el proceso de
formación de las modernas instituciones científicas de investigación y de enseñanza;
proceso que empezó propiamente hace 80 años, al fundarse el Observatorio Astronómico
Nacional y diez años después el Instituto de Geología, pero que quedó suspendido por
largo tiempo y sólo se reanudó hace apenas 30 años, con la autonomía de la Universidad
Nacional de México.
Desde un punto de vista general, las instituciones científicas mexicanas tienen
habitualmente una buena organización interna; padecen en común deficiencias —a
veces, bastante graves— en su equipo de aparatos e instrumentos de trabajo, que son
siempre modestos, y cuentan con un grupo reducido de investigadores, formado por
científicos empeñosos y, muchas veces, de un talento extraordinario. Pero, al mismo
tiempo, las relaciones entre la mayoría de dichas instituciones son más bien anárquicas,
o sencillamente no existen, de lo cual resulta una lamentable falta de coordinación y, en
ocasiones, una estéril repetición de esfuerzos. Esta situación es motivo de una
preocupación cada vez más honda entre los mismos hombres de ciencia, quienes
consideran que, especialmente en un país como México, es indispensable aprovechar en
la forma más eficiente con una inteligente organización de conjunto y conforme a una
orientación planeada racionalmente, los recursos disponibles —tanto humanos como
económicos— que, al menos durante mucho tiempo más, seguirán siendo escasos con
respecto a nuestras numerosas necesidades. Por desgracia, los intentos que se han hecho
en este sentido no han tenido hasta ahora el éxito deseado. El más importante de estos
intentos, representado por la fundación del Instituto Nacional de la Investigación
Científica, en 1950, no ha servido para cambiar la situación en la medida que, con una
urgencia cada vez más imperiosa, se requiere. En realidad, en los ocho años que tiene de
funcionar el INIC, a los cuales podemos sumar los siete años que duró su antecesora, la
Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación Científica (CICIC), es
evidente que no ha podido llevar a la práctica los propósitos principales de su creación,
que son: fomentar, desarrollar y coordinar las investigaciones relacionadas con las
ciencias matemáticas, físicas, químicas, biológicas y geológicas, así como con las
ciencias aplicadas derivadas de ellas. Por consiguiente, uno de los problemas más
ingentes que se planteaba para la investigación científica en México en 1948 se
mantiene todavía carente de una solución satisfactoria en 1958.
Uno de los acontecimientos más notables de la década que nos ocupa fue la
celebración del Congreso Científico Mexicano, organizado en 1951 para conmemorar el
IV Centenario del establecimiento de la Universidad Mexicana. Este congreso dio
ocasión a que se presentara un programa bastante completo del nivel alcanzado entonces
por las investigaciones científicas en México y permitió poner de manifiesto la
distribución del interés y el número de investigadores existente en los diversos campos
de estudio. La densidad relativa de las aportaciones quedó representada con una buena
aproximación por los 532 trabajos cuya calidad ameritó que fuesen publicados en la
Memoria de dicho congreso. Su distribución fue la siguiente: 266 trabajos en medicina
(o sea, exactamente el 50 por ciento); 66 en biología (12.4 por ciento); 63 en química
(11.8 por ciento); 38 en matemáticas (7.1 por ciento); 26 en geología (5 por ciento); 20
en geofísica (3.7 por ciento); 19 en física (3.5 por ciento); 13 en astronomía (2.4 por
ciento); 11 en teoría de la ciencia (2.1 por ciento); y 10 en geografía (2 por ciento). El
interés relativo que se tenía entonces en las especialidades de los investigadores y las
instituciones se mantiene sensiblemente en la misma proporción hasta ahora, con la sola
excepción del notable aumento que se ha observado en el interés hacia la física y,
principalmente, hacia la física atómica en los años posteriores. En cuanto a la
prominencia de las investigaciones realizadas, el reconocimiento ostensible lo tenemos
en la justificada designación como miembros del Colegio Nacional del astrónomo
Guillermo Haro, en 1953, y del médico Manuel Martínez Báez, en 1955. En lo que se
refiere a las condiciones generales de trabajo, el hecho más conspicuo ha sido la
creación de los investigadores de tiempo completo en el seno de los institutos
dependientes de la Universidad Nacional Autónoma de México y en algunos otros
centros de investigación, lo cual ha venido a colocar a los científicos en la situación de
poder preocuparse fundamentalmente por su trabajo.
Pasemos ahora a exponer, aunque sea únicamente por su simple mención, lo que se
ha hecho en los últimos diez años en los distintos campos de la investigación científica.
En el dominio de las matemáticas, los estudios se han efectuado casi exclusivamente
dentro del Instituto de Matemáticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Los trabajos publicados por los matemáticos mexicanos corresponden a las ramas en que
actualmente se desarrolla mayor actividad en el mundo y, a la vez, se encuentran en un
nivel semejante a los que se efectúan en otros países, por lo que sus resultados son
interesantes para quienes trabajan en la misma disciplina. Las especialidades
matemáticas que se cultivan en México son la topología algebraica, la teoría de las
ecuaciones diferenciales, el álgebra moderna, la geometría algebraica, la estadística, la
geometría diferencial, la teoría de la medición y la lógica matemática. En otros institutos
de la Universidad Nacional Autónoma de México y en otros centros de investigación se
hacen trabajos de matemática aplicada. Hasta 1951 se laboró activamente en el
desarrollo de la teoría de la gravitación propuesta por George D. Birkhoff, obteniéndose
algunos resultados importantes. Pero, en los últimos siete años se han suspendido estas
investigaciones o, por lo menos, no se han conseguido nuevos resultados dignos de ser
publicados. Por lo que se refiere a la divulgación de las matemáticas y a la propagación
del interés por su cultivo, esta función la ha seguido cumpliendo con eficacia la
Sociedad Matemática Mexicana, por de la publicación de su Boletín y de la celebración
de sus Asambleas regionales en distintos estados de nuestra república.
En el campo de la física, las investigaciones se efectúan principalmente en el
Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la División de
Física del Instituto Nacional de la Investigación Científica y en la Comisión Nacional de
Energía Nuclear. Al parecer, también se hacen algunos estudios sobre física nuclear en
los laboratorios de la Compañía de Luz; y, ciertamente, se han iniciado investigaciones
en el laboratorio de física nuclear de la Universidad de San Luis Potosí. Como decíamos
ya, el interés por la física atómica y la nuclear ha crecido notablemente y esto se refleja
con claridad en el hecho de que el número de estudiantes de física en la Facultad de
Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México se ha multiplicado varias
veces en los últimos diez años y a ellos hay que agregar los alumnos de las otras cuatro
Escuelas de Ciencias que existen en el país. Los trabajos publicados por los físicos
mexicanos se refieren a problemas relativos a los temas de mayor importancia en la
actualidad y, algunos de ellos, especialmente los correspondientes a la física nuclear
teórica, han recibido merecido interés en el mundo científico. También se trabaja
activamente en el estudio de la radiación cósmica primaria, en el laboratorio instalado
por el INIC en la Ciudad Universitaria. Igualmente se estudia el estado sólido de
algunos minerales y de moléculas orgánicas por medio de rayos x, se mide
constantemente la lluvia radioactiva producida por las explosiones atómicas de prueba,
se investigan las variaciones en la intensidad del campo gravitatorio de la Tierra, se
están preparando experimentos para tratar de descubrir posibles perturbaciones en la luz
provocadas por las ondas gravitacionales y se han hecho preparativos para iniciar
algunas investigaciones aprovechando las propiedades radioactivas del carbono 14. Con
el acelerador Van de Graaf, de dos millones de voltios, se estudian los niveles de energía
de los núcleos atómicos livianos y los efectos biológicos producidos por los rayos x. Un
hecho interesante es la construcción efectuada en el Instituto de Física de un
espectógrafo de masa. En el terreno teórico se hacen investigaciones sobre la estructura
del núcleo atómico, lo mismo que acerca de las reacciones, fuerzas y otras propiedades
de las partículas elementales. En ciencia aplicada se hacen estudios sobre electrónica,
mecánica de los fluidos y mecánica de suelos.
Las investigaciones que realizan los astrónomos mexicanos son de primer orden, por
su seriedad y notabilidad tienen repercusión en todos los centros astronómicos del
mundo y han acarreado para México un justo renombre científico. A partir de 1949, se
han conjugado los esfuerzos del Observatorio Astronómico Nacional de Tacubaya con
los del Observatorio Astrofísico de Tonantzintla, estableciendo así un amplio
intercambio de personal, instrumentos y datos, y abriendo sus puertas para la
preparación y el adiestramiento de los jóvenes investigadores. Los resultados obtenidos
se publican en el Boletín de los Observatorios de Tonantzintla y Tacubaya, que es
considerado merecidamente del más alto nivel. En los diez últimos años se ha
proseguido la publicación del Anuario del Observatorio Astronómico Nacional y la
preparación de la Carta Fotográfica del Cielo, en la parte que le fue asignada a México.
Las otras investigaciones comprenden el estudio de la estructura morfológica de nuestra
galaxia, incluyendo los enjambres estelares, las estrellas variables, la distribución de
objetos estelares dentro y fuera de la galaxia, particularmente las estrellas supergigantes
de tipo espectral temprano situadas alrededor del ecuador galáctico y los objetos de alta
temperatura existentes en los casquetes polares de la galaxia. También se refieren a las
relaciones entre las estrellas de tipo T-Tauri y ráfagas tipo UV-Ceti con el material
interestelar, la distribución de masas gaseosas en las nebulosas extragalácticas, los
problemas de fotometría de los sistemas extragalácticos y las propiedades y efectos de
la actividad solar. De acuerdo con lo expresado por Guillermo Haro —el más brillante
de los astrónomos mexicanos contemporáneos, pero no el único—, "la filosofía
científica de los estudios e investigaciones que realizamos, se puede resumir en el
problema de la evolución de los objetos estelares". Una particularidad importante de las
investigaciones astronómicas que se hacen actualmente en México es la de que son
producto del trabajo en equipo, en más de sus dos terceras partes, sin que por ello se
inhiban la imaginación, la capacidad y la iniciativa individuales de cada quien. Ahora se
encuentra en construcción un nuevo telescopio refractor de un metro de diámetro, que
empezará a funcionar en 1960, el cual ha podido ser adquirido gracias al prestigio que
se han labrado los astrónomos mexicanos y al empeño puesto para su consecución.
Solamente para dar una idea de los trabajos realizados en la década a que nos referimos,
relatamos lo que sigue: en 1948, R. Minkowski indicó que, por lo menos en las regiones
no oscurecidas, el número de nebulosas planetarias conocidas hasta entonces era
prácticamente completo. En efecto, la revisión que se hizo del Catálogo Draper aumentó
el número de objetos estelares conocidos de 9,000 a 227,000, agregando una sola nebu-
losa planetaria más entre los nuevos objetos. Sin embargo, las investigaciones
realizadas en el Observatorio de Tonantzintla, entre 1949 y 1951, sirvieron para
encontrar que, entre 437 objetos con fuerte emisión, existentes en una región de 6000º
cuadrados, 121 correspondían a nebulosas planetarias previamente descubiertas,
mientras que otras 67 son seguramente nuevas nebulosas planetarias y 48 más son
posiblemente nebulosas planetarias o nebulosas brillantes difusas.
Los trabajos que se realizan en el campo de la química en México son muy
semejantes a los que se hacen ahora en los otros países; tienen importancia para los
especialistas y han contribuido a elevar el índice del progreso científico de nuestro país.
En el Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México se hacen
investigaciones sobre química orgánica, fisicoquímica orgánica y bioquímica. Se
estudian los alcaloides, los glucósidos y otros productos naturales obtenidos de plantas
mexicanas. En el campo de los esferoides se han buscado nuevos productos y nuevas
síntesis, a la vez que se han hecho modificaciones a las moléculas esferoidales que
pudieran tener aplicaciones farmacológicas. También se indagan las velocidades a que se
realizan ciertas reacciones orgánicas y los mecanismos de las mismas. Se han
efectuado análisis de uranio, examinando particularmente los minerales oaxaqueños
ricos en uranio, torio y tantalio. Asimismo, se realizó una investigación sobre los cactos
mexicanos en colaboración con la Universidad de Wayne; y se ha hecho un estudio de
las semillas de la tullidora, que producen parálisis y pueden provocar la muerte, el cuál
será completado farmacológicamente por los investigadores del Hospital de
Enfermedades de la Nutrición. En el laboratorio de investigación de la empresa Syntex
es en donde se dispone de los mayores recursos económicos y está dedicado a la química
de los esferoides y a la búsqueda de nuevos productos medicinales y farmacéuticos en
general. Por otra parte, se hacen algunos estudios sobre bioquímica de los alimentos,
química de los suelos agrícolas y química metalúrgica en varias instituciones
gubernamentales; y también se trabaja en los laboratorios de las empresas fabricantes de
drogas y productos medicinales. Últimamente se ha establecido un laboratorio de
química inorgánica en la Comisión Nacional de Energía Nuclear.
En el campo de las ciencias de la tierra trabajan los investigadores del Instituto de
Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México, del Instituto Nacional para
la Investigación de los Recursos Minerales, de los laboratorios de Petróleos Mexicanos,
del Instituto de Geofísica, del Instituto de Geografía y del Instituto de Ciencia Aplicada
de la Universidad Nacional Autónoma de México. Los estudios que se realizan abarcan
muchas ramas: geología general, estratigrafía, mineralogía, petrología, paleontología,
historia geológica, sismología, localización de minerales metálicos y no metálicos,
espeleología, geohidrología, gravimetría, radiación cósmica, meteorología,
geomagnetismo, geodesia, oceanografía, física de la atmósfera, vulcanología,
tectonofísica, radiación solar, química de la. atmósfera, cartografía, fisiografía, ecología
vegetal y demografía, Las investigaciones geofísicas han alcanzado un nivel decoroso y
es francamente promisoria la actividad que vienen realizando algunos investigadores
jóvenes. En el caso de la geología, en cambio, no se advierten todavía indicios de que las
investigaciones mexicanas tiendan a recuperar el alto nivel en que se mantuvieron hasta
el primer tercio del presente siglo. En cuanto a la geografía, los trabajos que se hacen en
el Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México son
fundamentalmente de carácter cartográfico, y fuera de dicho instituto solamente se
publican manuales escolares.
En las ciencias biológicas, los investigadores mexicanos se dedican particularmente
al estudio taxonómico de las plantas y animales del país y a investigar otras
características de las especies estudiadas. En el Instituto de Biología de la Universidad
Nacional Autónoma de México trabajan especialistas en fanerogamia, criptogamia,
fitopatología, cactología, bacteriología, micología, fitogeografía, bioquímica,
helmintología, entomología, histología, embriología, hidrobiología, mastozoología,
ornitología, herpetología, ictiología y fisiología. En la Escuela Nacional de Ciencias
Biológicas del Instituto Politécnico Nacional se hacen investigaciones fisiológicas,
farmacológicas, microbiológicas, botánicas, zoológicas, hidrobiológicas, bioquímicas,
neurofisiológicas y de ingeniería bioquímica. En el Instituto de Investigaciones
Agrícolas de la Secretaría de Agricultura y Ganadería se efectúan algunos estudios de
genética aplicada, especialmente acerca de los híbridos y de su relativamente rápida
degeneración. En el Laboratorio Entomológico dependiente del Departamento de
Agricultura del gobierno de los Estados Unidos se hacen, al parecer, estudios sobre la
mosca de la fruta y, particularmente, sobre la mosca prieta de los cítricos. En el Instituto
Mexicano de Recursos Naturales Renovables, que es una institución privada, se efectúan
investigaciones sobre ecología, conservación de recursos, suelos y aguas, problemas de
zonas áridas, caza y fauna silvestre, hidrobiología y pesca. Además, en algunos centros
universitarios de provincia, entre los cuales destacan la Universidad de Nuevo León y la
de San Luis Potosí, se realizan también investigaciones biológicas y se hacen estudios
históricos y bibliográficos acerca de las ciencias biológicas.
La medicina es la disciplina científica a la cual se dedica una abrumadora mayoría de
los investigadores mexicanos. En realidad, todo gran hospital público o privado
constituye al mismo tiempo un centro de investigación en medicina experimental. Y en
muchos de ellos se han establecido núcleos dedicados por entero a la investigación, cuya
importancia es reconocida objetivamente por sus resultados en el mundo entero. Sin
duda, las investigaciones médicas que se hacen en México se encuentran al mismo nivel
que las que se realizan en los países más adelantados. En particular, se han colocado en
posición eminente las investigaciones que se hacen en el Hospital Infantil, en sus
laboratorios de bacteriología intestinal, de cancerología, de virología, de inmunoquímica
y de isótopos radioactivos. En el Instituto de Cardiología, en los campos de la fisiología
del corazón y del aparato circulatorio, la neurofisiología, la anatomía patológica, la
farmacología, la electrocardiografía, la hemodinámica, la bioquímica, la nefrología, la
embriología, la microbiología, la fisiología auditiva, la fisiología muscular, la
vectocardiografía, la fonocardiografía y la radiología cardiovascular. En el Instituto de
Salubridad y Enfermedades Tropicales en los dominios de la bacteriología, la micología,
la protozoología, la fisiología, la parasitología, la entomología, la anatomía patológica,
la química de los esteroides y la epidemología. En el Hospital de Enfermedades de la
Nutrición se cultivan principalmente la gastroenterología, la endocrinología, la hema-
tología, la neurología, la bioquímica y la farmacología. En el Hospital General en los
departamentos y unidades de investigación de la Escuela Nacional de Medicina y en
otros muchos centros médicos, tanto en la capital como en las provincias, se hacen
también estudios importantes sobre varias de las ramas ya mencionadas y, además, en
los campos de la ginecología, la obstetricia, la oftalmología, la gastroenterología, la
cancerología, la neurología, la urología, la bioquímica, la venerología, la
neuropsiquiatría, la neuropatología, la neuroquímica, la inmunología, la alergología, la
reumatología, las enfermedades transmisibles, la ortopedia, la farmacología, la
histopatología, la anestesiología, la cirugía, la salubridad y la higiene. Un hecho de gran
importancia lo constituirá el funcionamiento del Centro Médico Nacional, cuya
construcción está a punto de terminarse, ya que se mejorarán en mucho las condiciones
en que se efectúan las investigaciones y se podrá establecer una coordinación mucho
más estrecha entre los distintos núcleos de estudio. Por otra parte, en el Instituto de
Estudios Médicos y Biológicos de la Universidad Nacional Autónoma de México se
realizan investigaciones histológicas, de la fisiología del sistema nervioso central y de
las formaciones musculares y de hematología experimental, especialmente en tejidos hu-
manos y cultivos experimentales. En la mayoría de los centros mencionados, las
investigaciones son fruto del trabajo realizado en estrecha cooperación. De esta manera,
los investigadores de la medicina están descubriendo continuamente nuevos hechos que,
por pequeños que parezcan, como se encuentran por millares y millares y son
acumulados esmeradamente, forman una riquísima materia prima, a partir de la cual se
van estableciendo correlaciones de toda índole y, finalmente, se ponen al descubierto y
se determinan las leyes generales.
En la ciencia aplicada y la tecnología debemos mencionar las investigaciones que
se realizan en los Laboratorios Nacionales de Fomento Industrial, en el
Instituto de Ciencia Aplicada de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el
Instituto Mexicano de Investigaciones Tecnológicas del Banco de México, en el Instituto
de Investigaciones Industriales del Instituto Tecnológico de Monterrey y en el Instituto
de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. En lo que se refiere a la
teoría de la ciencia, los trabajos del Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos
son conocidos y estimados en muchos otros países, además del nuestro. Por lo demás, la
comprensión, la colaboración y el acercamiento entre los investigadores de las más
diversas especialidades, que se han establecido a través de las labores que realiza este
Seminario, son reconocidas también de una manera conspicua.
Como conclusión de este breve examen, podemos afirmar que en México existen
grandes posibilidades para el desenvolvimiento de la investigación científica, que ya se
han creado algunas de las condiciones necesarias para ese desarrollo y que, en varios
campos, los trabajos de investigación que actualmente se hacen se encuentran ya en el
más elevado nivel. Por otra parte, es fácil advertir que entre los hombres de ciencia ha
menguado mucho el falso optimismo que se tenía respecto a nuestra situación científica
y que, en su lugar, existe ahora una fecunda preocupación y un decidido empeño por
hacer avanzar realmente el conocimiento científico en México. Y para decirlo en una
palabra, lo que hace falta ahora, para lograr que este anhelo se convierta en realidad, es
reorganizar la educación desde la escuela primaria, para incluir los conocimientos
científicos puestos al nivel adecuado, establecer una política sobre la actividad científica
y crear un organismo que dirija y coordine la investigación científica en forma flexible,
inteligente y nada burocrática, de manera tal que se puedan aprovechar óptimamente los
recursos económicos, técnicos y humanos de que disponemos.

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