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- ¡A ti también te gusta Andrómeda! ¡Admítelo James, maldita sea! ± Mark gritó


escandalizado. Por fin se daba cuenta de muchas cosas de las que pasaban a su
alrededor y que le estaban ocultando. Y se suponía que los amigos como ellos,
camaradas desde hace bastante tiempo se contaban todo.

- ¿Cómo crees que me puede gustar ella? ± James le respondió tranquilo y con una
mueca de disgusto ± No es como las que a mí me gustan, y me extraña que pienses
eso, tú deberías de conocerme.

- ¡Y tú! ¡Y tú te haces llamar mi amigo, cuando a pesar de los años que hemos pasado
juntos no eres capaz de saber ni siquiera quien es la persona que me gusta! ± Soltó el
moreno, se sentía engañado, pero más que eso se sentía mal con él mismo por no
haber sido inteligente o curioso y preguntar que era la mierda que estaba pasando en
el grupo.

Y la mierda era la siguiente; a Andrómeda le gustaba James y Matt sabía, ahora junto
con el mismo nombrado y con él, que estaban afuera de la oficina esperando que sus
amigos fueran soltados para volver a clases o volver hacia un lugar tranquilo y pacífico
donde sólo pudieran relajarse y pensar. Ahora más que nunca todos estarían ocupados
en eso, pensando.

Pero no sólo era eso, sino que James gustaba de la adorable y simpática Andrómeda
pero no lo confesaría por las obvias razones de que no era su tipo y que le gustaban
más femeninas y con el busto mucho más grande de lo que la niña tenía.

Luego estaba Matt que parecía repudiar a James, y amar fraternalmente a la niña del
grupo, protegiéndole y haciendo que ella recapacitara y supiera que definitivamente el
chico del cual se había enamorado era un necio, vacío, bruto, cretino y mujeriego que
no le convenía para nada.

Además que ahora se sumaba él, que estaba embobado con Andrómeda desde que la
conoció mejor cuando por la falta de Matt y James, se sentaron juntos y compartieron
todo el día, desde las clases aburridas, hasta el recreo y la clase de Artes donde ambos
trabajaron juntos, se divirtieron y sacaron buena nota. Luego los dos solos se fueron
caminando a casa empujándose, bromeando y contando anécdotas. Luego de
despedida un beso en la mejilla insignificante, pero que él aún recordaba.

Muchas cosas habían cambiado desde la llegada de Andrómeda, era una mujer que
tenía bastante que entregar, risueña, valiente y lo mejor, que todo le tenían la
confianza suficiente para saber que no mentía cuando sí lo hacía. Lo mejor para un
grupo de bromistas reconocidos internamente en el colegio.

Pero Matt era el único que la conocía bien, el que sabía qué hacer cuando se enojaba o
cuando estaba triste, cómo consolarla, decirle las cosas sin herir su gigantesco orgullo
o adularla sin sonar conquistador para no llevarse un golpe.

¿Cómo fue que ella no se encantó por Matt, sino que por James?
Öran pregunta que se mantendría sin respuesta por un largo tiempo.

- Amistad es una palabra muy grande, ± una vez le dijo su mamá, mientras
almorzaban ± pero amor, esa sí que es monstruosamente colosal.

Ahí fue cuando supo que lo que sentía por Andrómeda era monstruoso, porque cada
vez que la miraba su estómago se encogía de los nervios y le daban ganas de vomitar
± era un defecto, los nervios le hacían devolver lo comido -, se perdía en su mirada y
la escuchaba atentamente, tratando de visualizar su mirada que siempre terminaba
admirando los labios de ella. Y era colosal, porque sentía que el corazón le iba a
explotar por las palpitaciones rápidas y fuertes que le daban.

Pero ahora, nada tenía sentido, estar enamorado de una persona y no ser
correspondido es salvaje.

- ¿Ah, sí? ¿Y quién te gusta? ± preguntó James, haciéndole volver a la realidad.

- Yo por lo menos conmigo mismo lo acepté, no soy un cobarde como tú. Además«
déjame decirte que lo del contrato ¡Cómo no se me ocurrió antes! Era demasiado obvio
que era una simple trampilla para que nadie se fijara en ella y no te la quitáramos. La
amas, confiésalo ± dijo lo más veloz que pudo. Si James le decía que le gustaba todas
sus nulas posibilidades se volvían aún más bajas.

- ¿Y si me gustara qué? ± Eso siempre corría como un sí, inconcluso y medio fallido,
con ganas de no admitirlo, pero era un sí de todas formas - ¿Acaso me vas a reñir?

- No, pero porqué no vas y se lo dices ¿Qué esperas? ± Aconsejó Mark mirando el
suelo, el coraje había desaparecido repentinamente pero le envolvió el miedo ±
Además sabes que ella igual está coladita por ti ¿No?

- No, porque es pura calentura del rato« - El moreno sintió una angustia y rabia, para
James todas eran la calentura del rato, pero Andrómeda no era un más.

Mark miró al otro directamente a los ojos y con un rápido movimiento le insertó el
puño en la mejilla y parte de la boca, causando que a James se le rompiera el labio y
éste empezara a sangrar. El otro estaba desconcertado y no entendía el porqué de la
jugada de su amigo, quien después de golpearle lo tiró al piso y lo amenazaba con el
puño. Con la voz quebrada y ahogado habló - ¿Qué puta mierda te pasa Mark?

- Andrómeda no es una más de tus ligues, ella es importante« Ella no es huequita


cómo las otras, pero te aceptaría porque se muere por ti, desgraciado« Y yo« - Mark
no pudo más, bajó el brazo que tenía listo para un próximo golpe, pero jamás vio venir
a James, que con un ágil movimiento lo inmovilizó en el piso invirtiendo las posiciones.

- Mark, Andrómeda jamás será una más, pero yo no siento lo mismo que ella siente
por mí, yo no siento amor por nadie que no sea mi familia y mis amigos, puro amor
fraternal, pero el amor que buscan las chiquillas jamás se encontrará aquí en esta
persona« Yo lo único que quiero es vivir la juventud como todo el mundo, no busco
pareja estable«
- ¿Y Cameron? ± preguntó atosigado Mark.

- Hay cosas que jamás entenderán« - James dio vuelta la cara, soltando un poco el
agarre con el que sostenía al otro.

- Se supone que debemos entenderte, por eso somos tus amigos ± dijo Matt, quién le
sonreía a ambos, mientras que Andrómeda estaba escondida detrás de él con los ojos
aún vidriosos y las mejillas enrojecidas.

- Y siempre estaremos cuando tú nos necesites ± habló la chica con la vos


entrecortada, le había hecho bien esa pelea con Matt para darse cuenta de algunas
cosas que no tomaba en cuenta.

- Porque« - Mark sonrió ± Estamos y estaremos aquí para ti, siempre.

Mark Harrison tenía tres cosas favoritas que eran comer, ver televisión y juntarse a
planear cosas con sus amigos. Era chistoso y simpaticón cuando quería, a veces le
gustaba creerse el cuento y parecía ser un poco vanidoso. Le gustaba el futbol, eras un
de los mejores pero Matt le superaba; cada vez que tenía la posibilidad con una niña
James se la llevaba y su oportunidad se perdía y cada vez que estudiaba para una
prueba y se le secaban las neuronas, se sacaba un seis y Andrómeda el perfecto siete.

Nada en esa vida era justa, pero por lo menos ellos sí que eran buenos amigos.

Ya venía la licenciatura y luego, la fiesta ya entrada la noche. No se compraba aún el


terno y no tenía idea de cómo sería la famosa fiesta, no quería ir elegante ni nada
parecido, no sería con parejas y los padres de todos asistirían. Se sentirían vigilados,
los papás harían que sus hijos pasaran vergüenza y, apostaba, que la comida sería de
los mil demonios.

Invitó a Matt para que lo acompaña a comprar el traje que usaría, no estaba seguro de
que tenía que ir muy formal, pero tampoco tenía que ir con jeans o buzo, quería algo
perfecto para impresionar a todos y que no se le notaran los kilos demás.

- No puedo Mark, si quieres invita a Andrómeda ± dijo afónico Matt desde la otra línea
telefónica -, me siento mal y tengo que mejorarme para estar bien e ir encantador a la
fiesta, como siempre«

- No te importa estar hecho mierda para la licenciatura, pero no puedes perderte la


fiesta ± sonrió pícaramente Mark, ese chico siempre sería un galancete.

- Así es, así que me iré a tomar el remedio casero que me preparó mi madre y nos
vemos mañana en el ensayo ±

- Sí, ojalá que te mejores para que no le pegues tus bichos a las bellas niñas que
quieren contigo« - Ambos rieron ± Ya, chao.

- Chao, y dile a Andrómeda, ella no sabe de moda pero es una buena compañía ±
nuevamente rieron, era totalmente extraño que una chica no supiera nada del buen
vestir y que le gustara combinar todos los colores en un solo día, y extrañamente todo
confabulaba para que le quedara bien y se viera preciosa.

Bueno, eso era lo que pensaba Mark, podía asegurar que todas las niñas pensaban que
era una desatinada sin futuro.

- No te preocupes, yo te acompaño pero con la condición que me compres tú un


vestido o si no me presentaré en pijama ± él rodó los ojos, ella no cambiaría su forma
de ser astuta y codiciosa ni porque eran los últimos días que se verían. Aunque no le
importaba regalarle todo lo que ella quisiera, si uno tiene el dinero suficiente para
hacer esos regalos, tenía que hacerlos.

- Bien, entonces paso por tu casa ya no más a recogerte para que nos vallamos al
centro comercial, pero tienes que ir con una idea clara de lo que quieres, tampoco
estaré recorriendo todo hasta las diez de la noche ± ella no le respondió nada, pero
sacó como conclusión que había sentido con la cabeza, Andro se pasaba para ser
anormal, ¡Uno no puede conversar bien por teléfono con ella!

- Ya, me voy a arreglar ±

- ¿Así que ni siquiera te has levantado floja? ± bromeó Mark, emperifollarse era algo
que su amiga no conocía.

- Bruto de mierda, vete al infierno ± gruñó ella -, si te demoras mucho vas solo ¡Eh!

- Ya, adiós ± nuevamente rodó los ojos, tan fina y delicada que era, como un pétalo de
flor. Pero así le gustaba, con sus eternos insultos y su boquita de cereza.

Se mojó el pelo, se cambió de ropa poniéndose lo más casual que encontrara en su


ropero; siendo escogido su promesa, que era un chaleco morado, unos pantalones
negros y una polera ploma con unas letras en negro, blanco y púrpura, los zapatos
negros con blanco que adoraba y su infaltable bolso con muchos parches de diferentes
grupos musicales y unas chapitas con símbolos de paz cortesía de Andrómeda en
Navidad.

Sacó alguno de sus ahorros y fue en búsqueda de la chiquilla regodeona, y como


siempre pensó que ella saldría enseguida, pero se demoró y tuvo que esperar en el
salón principal de su casa, haciéndole cariño al conejo mascota de la chica y
conversando con el hermanito menor de ella que hablaba mal, muy mal.

- Ya, estoy aquí ± Mark casi se atragantó, si alguna vez James hubiera visto así a la
chica realmente hubiera pasado más que una simple amistad entre ellos.

Tenía el cabello suelto, el flequillo típico amarrado hacia atrás haciendo que su cara
luciera más, tenía un brillo en los labios y por primera vez estaba vestida como una
niña normal; short de mezclilla, polera naranja escotada, pero cubriéndola estaba una
chaqueta negra que le quedaba grande pero que la hacía verse traviesa y más adulta y
unas sandalias romanas plateadas.
- Te ves muy bien ± dijo sonrojado el moreno, ridículamente la temperatura de la
habitación había subido considerablemente.

- Vamos ± invitó ella; ahí fue cuando Mark captó que llevaba una mochilita de conejo
plateada en su espalda, siempre todo lo bueno tenía que tener un defecto, suspiró
yendo atrás de ella con la cabeza gacha, ¿Qué más cosas sorprendentes podían pasar
ese día?

Recorrieron todo el centro comercial unas cuatro veces, los pies de Mark estaban
hinchados y estaba muy cansado, más que cuando terminaban de hacer educación
física en la playa donde sus pies se enterraban y debían recorrerla corriendo cinco
veces, más que cuando con James arrancaron al ver que las chicas los habían pillado
espiando en los camerinos y más que cuando se empachaba con comida.

Se sentó en una de las bancas y le pasó el dinero a Andrómeda para que fuera a
comprarse el vestido que ella quería.

Miró las bolsas y suspiró; lo escogido por su amiga dejaba mucho que desear pero con
eso ya había gastado todo lo que le había pasado su mamá para el traje, ¿Él usando
una camisa rosa? Definitivamente Andrómeda no lo conocía bien o esperaba que
adoptara su mismo estilo. Pero había sido un entretenido día y se lo agradecía, incluso
se le podía llamar cita.

En cinco minutos ella ya estaba lista y ambos estaban ya en el metro de vuelta a casa.
Ella sólo quería fastidiarlo, cómo no se le ocurrió antes, ir con ella de compras es algo
fuera de lo común.

- Bueno, gracias por llevarme de compras y por regalarme el vestido, te quiero mucho
amigo« Ojala estemos siempre juntos ± Ella habló muy tiernamente y acarició la
cabeza del chico, él sólo rió.

- Öracias a ti por ayudarme con la difícil misión de escoger qué ponerme ± ella le giñó
un ojo y sonrió coquetamente.

- Cuando quieras podemos volver a hacerlo ± mencionó Andrómeda.

Ya había anochecido y en la plaza donde estaban despidiéndose, se prendieron las


luces y los grillos empezaron a emitir su típico sonido.

Mark podía ser más bajo que ella, pero se veían casi del mismo porte; él tenía la
espalda más ancha, como la mayoría de los hombres y su parada siempre era de
alguien completamente inalcanzable, su sonrisa cada vez enganchaba a más
adolescentes y sus ojos que siempre tenían un algo indescriptible.

Ella lo abrazó y le susurró al oído ± Öracias por quererme Mark.-

Él quedó congelado en su puesto quizá había sido muy notorio o había gritado muy
fuerte algo en su mente, o Matt« ¡Maldito soplón!
Pero algo lo sacó de sus cavilaciones cuando unos labios con los que había soñado por
mucho tiempo se posaron sobre los suyos; el toque fue delicado e inocente, tan
característico de Andrómeda, ella no conocía aún los ? ?s besos. Le gustaba ella con
su ingenuidad y su mente extraña.

Lo disfrutó porque sabía que no se volvería a repetir, y que ese momento quedaría
muy guardado en su pensamiento, lo recordaría por siempre; porque sabía que ella lo
había hecho sólo para que él tuviera presente que pudo besar a la chica de la cual
estaba enamorado, pero sabría que ese sentimiento de amor no era correspondido.

- Eres genial Mark ± musitó, y se fue, dejando al chico confundido y feliz.

Ya había llegado el día y la hora de la licenciatura, sólo faltaba que llegaran los
personajes importantes de la política de la ciudad y algunos que otros invitados de
honor. Ellos preferían si no se presentaban esos políticos corruptos, se calificaban
como anarquistas, pero para Mark iba a parte de ser un día de pelos al verle la cara al
alcalde, iba a ser uno de los días incómodos por muchas razones.

Desde el beso con Andrómeda, él no podía sacársela de la cabeza y la vigilaba por


cualquier cosa, se celaba por tonteras y, se sentía más enamorado. Quizá la chica
quería cerrar una etapa con ese gesto, pero la había cagado más.

Se habían quedado de juntar con los demás en la sala de siempre; una de audio que
había arriba del escenario que servía para manejar las luces, música, micrófonos y
todo lo demás que fuera útil para los actos escolares. Y, afortunadamente, Andrómeda
siendo la niña mimada de la directora se consiguió la copia de la llave hace unos
cuantos meses. Desde ese momento era su aula de reunión.

Lamentablemente, siendo el más puntual del grupo se tendría que quedar esperando
unos diez minutos, que le servían para pensar« ¡Pero si lo que menos necesitaba era
pensar! ¡Pensar es malo, entiéndalo niños!

Se sacudió el pelo, y se fue a caminar por el colegio, quizá esa sería la última vez que
recorrería esos pasillos en los había estado por nueve años. Podía sentir los gritos de
los profesores, los regaños de los inspectores, los chifles de las niñas y las peleas, los
insultos y los golpes típicos en los recreos. El olor a leche caliente fuera de la cocina, o
el olor a pólvora fuera de la estancia de tecnología, ese profesor sí que les había
enseñado cosas útiles para la vida; luego la esencia de la acuarela en la sala de Artes o
la peste de los números en Matemática. Porque los números apestan.

Volvió al lugar de partida y Andrómeda estaba ahí, viendo al vacío desde la ventana.
Algo le decía que no se encontraba bien, y sin más preguntó - ¿Qué pasa Andro? ±

- Mis padres me van a enviar a un internado ± Explicó ella -, me gané una beca para el
instituto Vivaldi, a fueras de la ciudad.

El Internado Vivaldi era reconocido por la región, las instalaciones eran gigantescas, de
una arquitectura impresionante; no contaba con muchos estudiantes ya que sólo
aceptaban a lo mejorcito y sus profesores eran de gran calidad, reconocidos en el país.
- Yo igual, entré por una beca de deportes ± dijo una vos conocida a sus espaldas,
James siempre tan cauteloso en sus llegadas, a veces daba miedo, parecía fantasma.

- ¿En serio? ± preguntó ella, sus ojos brillaron de entusiasmo, a Mark le dio un dejo de
tristeza, esos ojos sólo eran de alguien embelesada, completamente atraída y porque
no decir enamorada. Ese centelleo de estrellas nunca se daba con él, siempre se
trataba de James.

- Sí, Matt dijo que trataría de que su madre le pagara para irse igual, como ahí es
donde va Sebastián ± Nuevamente a la chica sus ojos le resplandecieron, y a Mark le
cayó un ladrillo en la cabeza ¡Definitivamente no era lo que pensaba, a esa niña le
brillaban los ojos hasta con el chocolate!

- Entonces yo igual me pondré en campaña ± mencionó Mark entusiasmado.

- ¡Si, todos juntitos pero no revueltos en un Internado! ¡Imagínense lo que podríamos


hacer estando encerrados y sin padres! ± gritó chillonamente Andrómeda.

- La idea me parece bien ± dijo Matt ±, pero con una condición, ¡Deja de chillar Andro!

Ya estaban todos y Mark lo supo, era hora de entrar en acción.

Las luces del auditorio se apagaron, todo el público asistente se cayó y la directora que
estaba junto con el alcalde se sorprendió, aún no debía empezar la despedida de los
octavos, faltaban invitados de honor y«

- ¡Lo siento, de veritas! ± un gran pito sonó en los parlantes, luego unos gritos
regañando a la chica que había hablado.

- No puede ser« - susurró la directora, antes de caer desmayada.

Los cuatro chicos estaban en la sala de audio, tratando de poner la luz rosa para que
hablara Andrómeda sobre algunas cosas políticamente incorrectas. James apretó un
botón rosa y mágicamente las luces se prendieron.

- Pensé que era demasiado obvia para ser esa ± dijo Matt, con la cabeza gacha.

- ¡Siempre les digo que para hacer las cosas bien no hay que pensar! ± criticó James,
por alguna razón, a todos esas palabras se les calaron profundo en el alma.

- Quizá« - balbuceó Mark, esa frase sí que le serviría para muchas cosas. Sería como
una filosofía para él de hoy en adelante.

- Dale Andro, cállense todos ± gritó el alto, haciendo que todos pusieran atención al
discurso anarquista de la chica.

- pero no sé bien que decir ± dijo ella.

- Haz lo mejor que puedas ± respondió el pelinegro, abrazándola y dándole un


pequeño beso en el cuello.
Matt miró de reojo enojado y Mark decepcionado, si eso no era ser pareja, entonces no
entendía bien el significado de esa palabra.

- Bienvenidos a todos, a nuestros padres, a los compañeros y los funcionarios, menos


para aquellos corruptos de la municipalidad. Si tiene la cara para estar aquí presentes
hoy día, deberían tener la misma para decir todos los recortes que han hecho al
presupuesto de educación para gastarlo en alcohol, lujos y mujeres, por no decir
drogas; también quería decirles que los profesores nacen con la vocación y que pongan
a un viejo estúpido que no tiene idea de este trabajo ni de manejo de dinero como
alcalde« ¡Ciudadanos, por favor, despierten! ¡Siguen escogiendo al mismo viejo
estúpido cada cuatro años! ¡Les siguen robando y no parará por nada!

El murmullo no se hizo esperar en el auditorio, el alcalde furioso se paró con su séquito


seguidor y abandonaron la licenciatura, los padres estaban conmocionados y loa
alumnos aplaudían, chiflaban arriba de las sillas. Si hay alguien que odia a las
autoridades de todo tipos son los adolescentes después de todo.

- Y ahora que se fueron los cretinos ladrones, prosigamos ± una música de fondo
comenzó a sonar, un ritmo callejero conocido, pegajoso y altamente insultante.

- ¿Quiénes se van? ± Öritó James - ¡La leyendas, los mejores dos cursos de este
maldito colegio! ¡Lo siento, se aburrirán mucho sin nosotros, babosos!

Otra avalancha general se escuchó a través de aplausos arrebatadores y gritos


emocionados. Otro apagón hizo que la fanaticada se sentara en sus respectivos
asientos nuevamente y todos volvieran al relajante silencio. Las luces se encendieron y
en la orilla del escenario estaban puestos muchos espray de distintos colores, mientras
que los cuatro amigos rayaban las paredes poniendo sus nombres.

- ¡Último día, nadie se enoja! ± una ola de alumnos idiotizados subieron agarrando los
primeros tarros que tuvieran al alcance poniendo sus nombres en las blancas paredes,
al terminar se podía notar como la sala cobraba vida, pareciendo un arcoíris.

- Te dije que estaban bien los colores ± susurró Andrómeda a Mark que permanecía a
su lado.

Cuando las almas alocadas ya se habían terminado la canción cambió, era una más
lenta pero emotiva. Algunas amigas se abrazaban y cantaban la letra de la reconocida
canción, mientras que James con Matt entraban con un cartel que tenía escrito:

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 ?     

  

Los cuatro amigos chocaron sus palmas, riendo; si el grande así lo permitía, ellos
seguirían juntos por algunos años más y nada más los podría separar ni detener,
porque ellos se tenían, ya eran una familia con el sólo hecho de estar tantos años
juntos.
Todos se quitaron las corbatas y las tiraron, mientras se escuchaba un solo grito
ensordecedor- ¡Viva la Öeneración 2008!

- ¡Maldita sea! ± gritó James, y todos pudieron ver que estaba emocionado, sonreía
mostrando todos sus dientes pero los ojos azules tenían un dejo de angustia
incomprensible.

Años que estuvieron juntos como grupo y soportaron todo, superaron los obstáculos
más grandes que les había puesto la vida e incluso, superaron un sentimiento
demasiado grande, el amor. Porque en un grupo como el de ellos, ese afecto o cabía,
sólo se necesitaba la camaradería de grupo.

- Entonces nos vemos ± susurró Andrómeda al teléfono. Mark colgó.

Ese día sería la fiesta, la licenciatura después de todo había dado que hablar por el
dinero que tendrían que gastar para pintar nuevamente la sala y los insultos en contra
del alcalde. Pero había sido la mejor en años, corta, simple y con mucho color.

Andrómeda le había dicho que llegaría un poco más tarde a la comida, no sabía por
qué razón en específica, pero que le guardaran un lugar en la mesa.

Comenzó a arreglarse, en una hora debería de estarse yendo a la cena para estar a
tiempo, suponía que valdría la pena después de toda la plata que había dado en esos
años para tener algo bueno.

Se puso la colorida corbata, el colorido cinturón y llegó a la conclusión de que se veía


gay. Muy marica. Había malgastado el dinero en ir de compras con Andrómeda y
resultó la peor inversión que había hecho en años, no podía creer que ella quisiera que
se pusiera eso. Parecía esos de c ?  que aparecía en la novela que veía
Andro, realmente muy rarito; James se burlaría de él todos los años que seguían.

Esperaba que ver a Andrómeda convertida en señorita apagara un poco su reluciente


camisa rosada. Apostaba que James con Matt se verían genialísimos y él, vestido como
un pobre muchacho de otro planeta. Planeta 

Se fue junto a sus padres a la cena, luego ellos se irían y él quedaría solo. Esa sí que
era una de las mejores ideas que había tenido, le encantaba estar solo con sus amigos
y conversar cochinadas.

Llegó y para su sorpresa, Matt y James ya estaban ahí esperando.

- Quiero ver a Andro vestida de mujer ± rió James.

- Andro no es un hombre, es una mujer, no tendría nada de raro ± dijo Matt, para
luego agregar ± pero igual es divertida e interesante la idea de ver a Andro con
vestido.

- Dijo que llegaría tarde ± recordó Mark.

- Maldición ± susurraron los otros dos.


Todos entraron a tomar sus ubicaciones, y ellos siguiendo lo acordado se sentaron en
una de las mesas arrinconadas, guardándole un espacio a su amiga.

Cuando de repente, un cuchicheo de peluquería invadió la tranquila estancia.

Los cuatro miraron hacia la estancia y su amiga estaba con un cortito traje englobado
color fucsia con capuchón celeste, unos guantes largos que le tapaban los brazos casi
completamente de color amarillo y unas botas de los colores del arcoíris, a parte de la
cinta de la misma temática de las botas que se encontraba justo en su cintura
terminado atrás más delgada, dejando la espalda de ella al descubierto.

Para que decir que a los tres la boca casi les toca el suelo.

Los padres de ella tomaron haciendo junto con los de Matt y ella fue donde sus amigos
- ¿Qué tal me veo? ± preguntó ella pícaramente.

- Preciosa ± alagó Matt.

- Estupenda ± balbuceó Mark.

- Igual de bruta y marimacha que siempre ± comentó James, que se ganó una
cachetada gentil por parte de la chica y unos zapes por parte de ellos.

- Me dijo Anna que hay un mesero que está guapísimo ± todos la miraron sin
comprender el mensaje, ella rodó los ojos y miró su lechuga, le atontaba la idea de no
poder hablar de chicos. Ahora le nacía la urgencia de encontrar amigas mujeres, con
las cuales pudiera hablar de tema abiertamente. Y Matt no cabía en ahí, estaba bien de
que pudiera hablar de ciertos temas con él, pero hablar de chicos sería muy raro para
él e incómodo para ella.

- Me dijeron que la cocinera esta que calienta pollas ± dijo James, los otros dos chicos
lo miraron sonriendo y haciendo planes para poder hablar con la ?    
?  que estaría ahí hasta el final de la fiesta, ella sólo se engulló su entrada y tiró el
tenedor para que sonara bien fuerte y hiciera despertar a los chicos de su cabezonería.

Pero nunca le hacían caso, ya estaba acostumbrada.

- ¿Te retiro? ± preguntó amablemente un mesero, ella volteó para responderle y no


pudo decir nada coherente. Ese debía de ser el mesero que hablaba Anna, alto, de pelo
castaño, ojos verdes, unos lentes que le dan un toque intelectual pero misterioso y la
sonrisa gentil, aparte de ser mayorcito. Y a ella le encantaban los mayorcitos.

- Si, gracias ± respondió finalmente cuando terminó su lucha interna. Mark miró de
reojo a la sonrojada chica y luego a James, que se mordía los labios y apretaba los
puños furioso y celoso.

Parecía que James fuera el eterno enamorado y no él, que sería algo problemático y
extraño, viniendo del alto, que siempre volvía loca a cualquier chica sin importar nada,
dejando atrás los tabúes, dando siempre besos sin amor y dejando ese sentimiento de
lado, porque según él las cosas así no funcionaban.
- ¡Perreo! ± Los tres chicos gritaban y bailaban como locos en medio de la pista, con
tres chicas guapas del mismo curso. ± ¡Perreo hasta abajo! ± James y la niña con la
que bailaba comenzaron a descender lentamente frotándose, ese rito era así y a
Andrómeda no le gustaba. Por eso estaba sentada en un lado, sola y sin compañía, los
padres se habían ido hace un rato y sólo quedaban ahí los compañeros de curso, los
meseros y cocineros, y los hermanos mayores de algunos que habían asistido.

Mark bailaba desanimado, la niña con la que estaba no lo soltaba y él quería bailar con
su princesita, que miraba aburrida como todos se divertían bailando esas canciones
machistas y denigrantes para la mujer.

Pero, siguió bailando, no se iba a desanimar por nada del mundo, y podía afirmar que
ella tampoco se iba a aburrir. Cuando la vio partir hacia afuera se alertó, pero no hizo
ni dijo nada, ¿Qué le podría pasar a ella, maestra en pelea cuerpo a cuerpo?

Ella suspiró, no se aburría tanto desde« Ni siquiera sabía si se había aburrido tanto en
alguna parte de su vida, quizá sería la primera vez. Se sentó en una banquita y tomó
un poco del ponche que habían llevado ilegalmente sus amigos. Estaba suave y podía
pasar colado por alguna bebida sin alcohol.

- ¿Aburrida? ± observó alguien a su espalda. Ella se tensó, no tenía idea de quien le


estaba hablando, hasta que volteó y la tensión e incomodidad pasaron a una felicidad y
nerviosismo de temer.

- Si, me carga bailar esos ritmos, lo encuentro denigrantes para la mujer y sólo habla
de sexo ¡No sé cómo le puede gustar tanto a la gente! ± opinó ella, mientras miraba el
suelo y mecía sus pies.

- Bueno, al parecer ellos no opinan lo mismo ± dijo apuntando a los que estaban
disfrutando la fiesta adentro.

- Si, pero ellos que saben ± ella sostenía siempre el punto de vista y jamás cambiaba
de idea, a menos que alguien refutara su opinión con apuntes válidos -, y tú ¿Cómo te
llamas?

- Mi nombre es Edward Osment ¿Y el tuyo?

- Andrómeda Thompson, pero dime Andro ± propuso alegremente.

- Entonces Andro, ¿Quieres bailar? ± preguntó ofreciendo su mano a la muchacha, que


sonrojada aceptó su mano.

La música había cambiado hace unos cuantos minutos y habían puesto lentos en
inglés, todos habían dejado de bailar y la pista estaba vacía, algunos conversaban
como Matt y Mark, y otros se besaban apasionadamente en el momento como James
con la desconocida, que aparentemente era la cocinera calienta pollas.

Andrómeda entró a la pista de baile junto con Edward, y todos voltearon a ver quiénes
eran los que pisaban con la música cursi la pista de baile, llevándose la sorpresa;
Mark con Matt otra vez en la noche la boca se les desencajó y sus ojos se abrieron
tanto que podían sentir cómo se arrancaban de las cuencas. James no supo nada,
estaba demasiado preocupado toqueteando a la mujer y besándola como si se acabara
el mundo para notarlo.

- Fue un gusto conocerte Edward, nunca pensé que bailaría un lento con alguien que
no fuera Mark y sin estar bromeando ± contó ella -, en serio que me has alegrado la
noche« Apuesto que nunca más nos veremos«

- Nunca digas nunca, este mundo es muy pequeño ± afirmó, susurrándole en el oído.

James dejó a la chica súper tetona, y miró para ver quiénes eran los que estaban
bailando, dándose cuenta de que era Andro con el tipo insufrible del mesero. Dejó a la
mujer con la que estaba y fue directo hacia su amiga. La agarró del brazo y la atrajo
hacia sí, dejando al adulto confundido. Entonces dijo ± Ella es mía ± y se la llevó.

- ¿Qué fabulosa fiesta, no? ± dijo sarcástico Mark, mientras Matt asintió poniéndole
una mano en la espalda, consolándolo.

- Es lo más interesante del mundo ± concluyó Matt -, James con ataque de celos, Mark
completamente desenamorado, justo a Andro le había gustado el mesero y yo soltero
como siempre, sin nada que decir y todo en un solo día.

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