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El Mito de las Reservas de Libre Disponibilidad

Por el Lic. Aldo Abram, director del Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de
Argentina (CIIMA-ESEADE)

Publicado en el diario “El Cronista”, 12/03/10, pág. 17

El escándalo institucional que rodeó la creación del Fondo del Bicentenario ha llevado a una
discusión sobre cómo deberían determinarse las “Reservas de Libre Disponibilidad” (RLD) y,
lamentablemente, hay “cola” de políticos, economistas y empresarios proponiendo cómo gastar esos
supuestos “excedentes”. Además, se conoció la noticia de que el Dr. Jorge Leiva hizo una
presentación ante la Justicia por entender que dicho concepto es erróneo y determina la posibilidad
de vaciamiento económico del Banco Central; lo que podría significar un grave deterioro del valor
de nuestra moneda. Estoy plenamente de acuerdo con este planteo; aunque cabe recordar que esta
definición fue aprobada por el Congreso y, lamentablemente, es legal, aunque no tenga sustento.
Por lo tanto, sería bueno que nuestros legisladores abran el debate sobre esta cuestión; ya que la
mayoría parece muy propensa a considerar que dichas divisas están allí esperando para que ellos
decidan cómo usarlas.

Según la definición actual, las RLD son las que sobran una vez detraído del total el monto necesario
para avalar la base monetaria al tipo de cambio vigente. Como no se toman en cuenta los demás
pasivos financieros que el Banco Central asumió para sumar esas reservas, da la impresión que
aparecieron mágicamente en el arbolito de Navidad y se pueden gastar, sin costo, unos US$ 17.090
millones (al 26 de febrero) del stock de divisas de la autoridad monetaria.

Por supuesto, esto no es así. De esas RLD:

a) US$ 6.976 millones es lo que han depositado los bancos por sus encajes de las cuentas en
dólares; lo que implica que, si el gobierno los usa para financiarse, ¿quién responderá por esa
porción ante los depositantes bancarios?

b) US$ 16.556 millones fueron adquiridos por el Banco Central tomando deuda a través de pases
pasivos, LEBACs y NOBACs. Entonces, si el Estado los usa, implica que estamos haciendo que la
autoridad monetaria asuma pasivos para financiar el gobierno.

c) US$ 3.000 millones se estima que se le debe al Banco de Basilea. Para el uso de esta parte,
corre el mismo análisis descripto en b).

d) US$ 556 millones son los adquiridos con los depósitos realizados por el gobierno en el Banco
Central; lo cual implicaría la paradoja de que servirían para financiar al Estado y, al mismo tiempo,
están disponibles en su cuenta para cuando quiera usarlos.
Si sumamos todos estos ítems, vamos a encontrar que superan en más del 50% las supuestas
reservas de libre disponibilidad. La conclusión obvia es que al BCRA no le sobra nada y, por lo
tanto, tiene lógica hablar de que el uso de las RLD implicaría un vaciamiento del Central. A menos
que alguien considere que las letras ilíquidas a 10 años que colocaría el gobierno contra ellas es un
activo que tiene algún valor relevante, el que debería deducirse del monto “vaciado”.

Algunos colegas proponen que lo importante es ver cuál es el aval de la base monetaria que queda
al deducir del total de reservas los puntos a) al d). Creo que es más correcto tomar los pasivos
financieros en pesos; ya que son los que el Banco Central puede licuar, en términos de divisas,
mediante una devaluación. Por eso, al total de reservas que excede a los pasivos en dólares (US$
37.782 millones) habría que dividirlo por el total de pasivos financieros en pesos ($ 181.441
millones), al tipo de cambio vigente (US$ 47.779 millones); lo cual nos daría un 79% de aval.

Como no estamos en un sistema de Convertibilidad, no tiene que haber un porcentaje fijo de


cobertura de los pasivos financieros en pesos; ya que depende de la confianza de la gente en la
moneda local. Sin embargo, desde principios de 2007, en pleno auge mundial, el porcentaje de aval
ha sido mucho mayor a 65%, nivel en que quedaría ahora el aval al detraer las divisas que se
transfierieron al gobierno. Por lo tanto, para recuperar reservas, es esperable que el Banco Central
aumente la oferta de moneda nacional y que lo haga por encima de su demanda; lo cual llevaría a la
esperada pérdida de valor del peso de la que habla el Dr. Leiva en su presentación judicial. Cabe
aclarar que este último es el mejor de los casos; ya que las reservas son el instrumento con el que
cuenta el Banco Central para estabilizar el mercado cambiario y el sistema financiero ante una
crisis. Por lo tanto, si el gobierno usase las reservas, ante una corrida, el tipo de cambio al que la
autoridad monetaria podría frenar la depreciación del peso sería hasta un 20% mayor al que podría
imponer si sus recursos permanecieran intactos.

Lamentablemente, no sólo el PEN y la mayoría de los legisladores parecen haber asumido que
realmente hay divisas que están a su libre disposición para ser gastadas. Ahora se han sumado los
gobernadores provinciales y algunos sectores empresariales que han visto la oportunidad de “meter
la cuchara” en esta tentadora “lata de dulce de leche”. Total, el costo lo pagará el conjunto de la
sociedad, particularmente los más pobres, en términos de más impuesto inflacionario y nadie lo
relacionará con los beneficios que ellos obtuvieron. Y ahora que hay “cola” para gastarlas, ¿quién
podrá defender las reservas de todos los argentinos?

Se pueden leer más artículos en http://ciima.org.ar

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