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PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA

TRABAJO PRÁCTICO FINAL

“La política
universitaria”

Docente: Victoria Kandel


Alumno: SANTIAGO FACUNDO SIMINIAN
DNI N° 29.542.482
La política universitaria

Introducción
Desde la recordada reforma del `18, la universidad argentina, se vio envuelta en un espiral de
preguntas sin respuesta aparente. Las ideologías que desde un comienzo encontraron tierra fértil
en esta Institución, luego de la reforma se manifestaron sin tapujos. Los universitarios se
plantearon desde antaño que orientación debía encauzar a las políticas universitarias. El presente
trabajo pretende realizar un pequeño aporte de luz a esta cuestión. Para ello comenzamos por
definir el concepto de política, luego lo relacionamos con la Universidad y por último
delimitamos el sentido de la política universitaria relacionándolo con el concepto de pertinencia
epistémica.

Desarrollo del tema

La política como tal nació en Grecia, ya que fue éste el pueblo que secularizó su concepto, de las
visiones deístas. Para los griegos la política era una parte de la filosofía práctica que se orientaba
particularmente a la concreción del bien de la comunidad. Este bien, el común de los ciudadanos,
se refería a un fin propio de la sociedad. Para ellos, los bienes eran como los fines de cada ente,
de allí que algo sea considerado bueno o malo. Se deduce así que la política es el arte de la
búsqueda del bien común, nuestro fin. Los griegos creían que la sociedad se estratificaba desde
el hombre, luego a la familia-empresa, y por último por la polis. La ética buscaba el bien del
hombre, la economía el de la familia- empresa y la política de la polis. La política
analógicamente es la ética de la sociedad, pero con caracteres tan distintos, que lo que comparten
es menos que lo que tienen de semejante. Sin embargo su propósito es el mismo, el bien de su
correspondiente ente. La ética y la política tienen metodologías disímiles, llegando a ser sistemas
casi independientes, pero con puntos de unión muy fuertes. Lo mismo ocurre entre la ética y la
economía; o entre la política y la economía.
Entre las familias-empresa y la polis se encuentran las llamadas entidades intermedias, las cuales
poseen un bien distinto del particular de cada uno, como también de la polis o Estado. La
Universidad es por definición un ente distinto de las empresas y del Estado. La Universidad
posee un bien común universitario, que como todo fin determinará su esencia.
La política deviene directamente de la existencia misma de una ciudad, la universidad,
analógicamente se la puede considerar como tal, en la medida de su magnitud cualitativa. La
política tiene como objeto la concreción del bien común político, consecuentemente la
Universidad, como toda entidad, tiene su fin, su bien común universitario; por ello la “política
universitaria” deberá encaminarse en pos de dicho fin.
La analogía de la Universidad como una república chica es útil si se la considera como tal, una
analogía; pero si se abusa de esa figura, se caerá en un equivoco, ya que entre una república y
una Universidad es menos lo que se comparte, de lo que parece. Su asimilación llevará a un trato
equivalente que devendrá en políticas universitarias que busquen el bien de la nación, pero no de
la Universidad, debido a que como ya dijimos sus objetivos son bien distintos. Los hechos
revelan el deterioro de la Institución universitaria al aplicarse este tipo de políticas.
Tomamos arbitrariamente la palabra “política”, pero advertimos que podríamos haber utilizado
en igual sentido “ética”, ya que con ello solo queremos significar la directriz del accionar
universitario. La esencia de la Universidad está destinada a la concreción del bien común
universitario. Accidentalmente, queriendo decir con ello, no esencialmente, la Universidad podrá
acompañar o encabezar objetivos externos.
La Universidad como toda Institución o persona está influenciada por su contexto. Tratar de
aislar una Institución de la sociedad, o es inocente o es directamente ideologizarla con la asepsia
propia del científicismo. Todas las personas e Instituciones son entes en si mismos y en
relación. El equilibrio que permite desarrollar la esencia dentro de un contexto es la llave que
permite alejarnos de los extremos individualistas o totalitarios. Una Universidad que “se mire el
ombligo”, sin reconocerse dentro de una sociedad con necesidades, no tiene razón de ser. En este
problema radica el desafío. Las aspiraciones de Max Weber, sobre la independencia de cada
ciencia entré si y con respecto a las sociedad, primeramente son utópicas. No existe ni existirá
jamás una Universidad aislada completamente de la sociedad. Igualmente, Universidades de este
tipo, que más bien podrían llamarse centros de investigación científica, se focalizan en el estudio
de las ciencias particulares, su campo de indagación es en demás restringido, y su resultado es
un saber tan “puro” que generalmente no se condice con las necesidades científicas de su
contexto. Este tipo de políticas busca el saber por el saber mismo, pero descontextualizado de la
cultura, necesidades, economía o ideologías de su comunidad.
Por eso muchos autores critican este tipo de Universidad por requerir de una “finalización” del
conocimiento que lleve a la tierra un saber tan teórico que se podría considerar por algunos poco
práctico. Se produce así un conocimiento abstracto que resulta poco útil al progreso de la
sociedad, y que debido a ello requiere pasar por un proceso que tecnifique tales saberes.
Además, es criticable este modelo por olvidarse de una formación del universitario, o “bildung”,
que extraiga ciudadanos comprometidos con su nación, porque el “universitario” además de ser
integrante de una Institución educativa es parte de una sociedad, que no debe olvidar en el
ejercicio de su futura profesión.
Por otra parte, y como rechazo a la Universidad de la especialización, nació el modelo de la
Universidad profesional, la cual es una especie de escuela técnica donde el objeto deja de ser el
conocimiento, para ser el título. El anterior modelo “idealista” se tornó ahora utilitarista. A la
falta de formación intelectual en el modelo cientificista se le sumó un sentido pragmático que
desvirtuó por completo la esencia universitaria.
José J. Brunner y Angel Flisfisch, han definido tres conceptos que según estos autores delimitan
la idea de profesionalización académica, concepto el cual marca a las claras una Universidad
individualista. Estos conceptos son lo de libertad académica, mercado académico y comunidad
académica. La libertad académica en un sentido absoluto, como creo que generalmente se le da,
lleva a la Universidad individualista que ya señalamos. La idea de mercado académico es solo el
producto de un liberalismo económico, que sin hacer juicios valorativos, no tiene un buen
sentido aquí, ya que no se trata del cambio de mercancías sino de la creación y transmisión de
conocimiento. Ahora bien, estos mismo autores advierten que el producto de esa Universidad no
será necesariamente útil para la sociedad. De allí que para relacionar a la Universidad con la
sociedad construyen el termino de “pertinencia”. Francisco Naishtat, indica que a primera vista
no puede existir objeción (si concebimos una Universidad comprometida con la sociedad,
diferenciándose así del modelo Weberiano), sobre el concepto de pertinencia. La dificultad entra
en juego cuando Brunner y Flisfisch, establecen que la Universidad debe crear el conocimiento
en miras a la solución de los problemas de la comunidad y crearlo de forma conjunta con otras
Instituciones como las empresas, y ello es la “pertinencia” recomendada.
Creo ver, a mi parecer, que nuevamente se vuelve a romper el equilibrio que señala el lugar de la
Universidad entre la sociedad y la empresa, y ello de debe a que olvida su razón de ser, buscando
dar soluciones que no puede dar y que por ello no debe pretender brindar. La Universidad debe
buscar la excelencia en la creación y transmisión del conocimiento; pero tal saber debe ser
buscado por ella misma, porque es la Universidad quien solo tiene las herramientas para dirigir
las investigaciones científicas. Insisto, como ya dije antes, que ello no debe significar un
desconocimiento de los problemas sociales. Si se le saca a la Universidad la facultad de dirigir
sus investigaciones, se permite que otros agentes con intereses diversos, como ser económicos,
políticos, etc, decidan sobre que es o no conveniente estudiar. El “qué y cómo” se debe
investigar lo tiene que decidir la universidad; pero sin olvidarse a que sociedad pertenece. En
otras palabras el todo no se tiene que comer a las partes, y que el todo no es simplemente la
suma de sus partes sino algo distinto que perfecciona a las partes. La sociedad debe respetar las
políticas universitarias con respecto al conocimiento, y solo así ésta podrá brindar los frutos que
la comunidad reclama. Ahora bien, tampoco la Universidad puede tener una política indiferente a
los acontecimientos sociales de la comunidad a la que pertenece.
La sociedad toda tiene un bien común mucho más amplio y abarcativo que la Universidad. Por
ello es de sentido común dejar a la Universidad que determine el que y el como de su política, ya
que lo hará mejor y más específicamente.
La política universitaria deberá encauzarse en la búsqueda de medidas que logren una
aproximación a la excelencia académica, entendiéndose por ello la producción de conocimiento
innovador más la transmisión de tales saberes. Esa es la esencia misma de la Universidad y no
otra. Cualquier intento de distraer su objetivo llevándolo por caminos utilitaristas o idealistas
descarrilará a la Institución de su verdadero cause.
La labor universitaria es el conjunto de la investigación y de la transmisión, en lo primero y lo
segundo debe ser en una constante búsqueda del conocimiento, con una permanente
interrogación, y pensamiento crítico. En otras palabras, la tarea universitaria es puramente
intelectual y no de acción. Con ello quiero descartar todo tipo de objetos “extraños” a su razón
de ser, como el progreso económico, social, etc., que vendrán por añadidura, luego de que la
Universidad cumpla su objeto y las circunstancias acompañen. La política propiamente dicha
está llamada a la acción, la política universitaria a lo puramente especulativo, al conocimiento
por el conocimiento mismo aunque circunstanciado.
El modelo de la “pertinencia” viene a ser un rompimiento epistemológico con caracteres
posmodernos. El paradigma moderno que sostuvo una fe inquebrantable en la ciencia, dejó lugar
a las incertidumbres y relativismos, creando las afirmaciones por medio del consenso. Esta falta
de confianza en la verdad que dio lugar las verdades, se introdujo no solo en los contenidos de
los plantes de estudio, sino también en las políticas para elegirlos. De allí que Instituciones y
empresas que desde siempre fueron ajenas a las políticas universitarias, cada vez más, van
tomando injerencia en las tomas de decisión.
Esta es la razón por la que se cuestiona a la Universidad, como monopolizadora en la decisión o
elección de sus políticas. La verdad para el paradigma moderno ya no es absoluta y por ello, la
Universidad no posee la capacidad para “construir la verdad”, sino solo dando intervención a
otras entidades.
Si este nuevo paradigma es simplemente una transición hacia otro o es un modelo en si mismo,
por ahora no lo podemos saber; pero lo que si podemos afirmar es que no todo lo que se afirma,
aunque sea por medio de consensos es aplicable directamente.
Conclusión

La aceptación de una pertinencia en las políticas universitarias obligaría a realizar convenios con
empresas, lo que resultaría en una virtual privatización de los contenidos de las curriculas y de
las directrices de investigación. La Universidad pública y gratuita debe conservar su monopolio
sobre sus políticas y así la comunidad le devolverá su condición de faro de la sabiduría que
antaño tenía. El buscar que es pertinente para la Universidad es desconocer su esencia y razón
de ser. La defensa de la Universidad comienza por reconocer su objetivo y fijar los límites de sus
políticas. Y como dice el refrán: “el que mucho abarca poco aprieta” será mejor que la
Universidad se aboque estrictamente a lo suyo, que de lo demás habrá tiempo.

Bibliografía
 Francisco Naishtat, Ana María Garcia Raggio, Susana Villavicencio (Compiladores)
Filosofías de la Universidad y conflicto de racionalidades. Colihue Universidad. Buenos
Aires. 2001
 Francisco Naishtat. Universidad y conocimiento. Por un ethos de la impertinencia
epistémica. Trabajo presentado en el Tercer coloquio internacional sobre gestión
universitaria en América del sur: “La Universidad sudamericana frente a la crisis, la
integración regional y el futuro”. Buenos Aires. 2003.

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