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Monterrey, se concentra, con engañosa precisión, en un tema que fluctúa entre lo mundano
que organiza el conjunto de obras realizadas con distintas técnicas y formatos. El reloj es la
figura que se constituye en leit motiv de todo el conjunto. Su presencia ubicua –“crónica”
Por los títulos y la información adicional puede deducirse que lo que ha hecho Ray Smith
es reproducir relojes pertenecientes a otras personas. Y que con ello ha pretendido que la
esbozar un perfil de los sujetos en su relación con las cosas, sino porque asume la
temporalidad de esa relación como formando parte de un ciclo de vida y muerte. Y porque
nos hace sentir que toda relación simbólica tiene como referente esa circularidad; a veces
abarcan la pared más llamativa de la galería. La mayoría son circulares u ovaladas y tienen
toda una variedad de tamaños, que fluctúan entre los 15 y los 150 centímetros de diámetro,
Todas las obras de la exposición son firmadas en 2007, con excepción de un grupo de
cuadros realizados entre 2003 y 2005. Con títulos como Leffingwell, 342 América o 340
casos, lo que pudiera ser parte de su maquinaria. Hacen derivar los significados desde el
máquina y por lo instrumental. Frente a esas obras siento que tal vez a Ray Smith no le
interese tanto el tiempo, sino la medida, no tanto la serie como el cánon. Tal vez valga la
pena recordar que si estos coches de lujo son objetos de especial deseo es, sobre todo,
porque contienen un sentido de la belleza, del misterio y del erotismo en el que se resume
básicamente nuestro universo estético. Creo que eso es lo que ha sintetizado el pintor en
estos cuadros.
Por último, hay una serie de obras recientes que establecen un foco de dinamismo visual en
la muestra. Son relojes representados por medio de impresiones serigráficas sobre espejos.
(y no es poca cosa) el hecho de que el resto de la galería puede verse reflejado en ellas.
propio reflejo, lo que tiene total coherencia con su sentido personal y biográfico, dado que
implicaciones, que entrecruzan la identidad del autor con la de los espectadores, estas
serigrafías de Ray Smith llaman la atención sobre lo que pudiera ser el aspecto filosófico
crucial en su propuesta: las variantes en la percepción de la obra de arte, de la realidad y de
nosotros mismos.
no están presentados como una cualidad de los objetos percibidos, sino como una cualidad
de nuestra propia percepción. Pareciera que no es la realidad, sino nuestra mirada y nuestra
confianza en la percepción, lo que está siendo manipulado por el artista. Tal vez de ahí
venga también el desenfado con que se permite dialogar con los referentes históricos.
Finalmente Ray Smith es un autor con suficiente sentido del humor como para moverse
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