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6 De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo
que Dios uni no lo separe el hombre.
La plenitud de la mujer se encuentra en el hombre y la del hombre en la mujer.
Arofnosky, por su parte, en su pelcula El orden del caos resalta tambin el sentido de la
mujer para el hombre en el dialogo que Max, matemtico en busca de un patrn
ordenador del Universo, sostiene con Sol, su profesor. ste le cita una ancdota donde el
rey le plantea un problema a Arqumedes de Siracusa, a quien le pide averige si un
regalo que le haban obsequiado era de oro macizo, lo que tortur al gran matemtico
provocndolo insomnio, hasta que su mujer, tan cansada como l, porque comparta la
cama con el genio, le aconsej que tomara un bao y se relajara; entonces, cuando se
introdujo en la baera, Arqumedes se dio cuenta que el nivel del agua suba, se
desplazaba y que, por tanto, poda calcular el volumen, lo cual le permitira calcular la
densidad y as Arqumedes resolvi el problema.
Hombre y mujer, unidos por Dios en una sola carne, aportan en sentidos complementarios.
En el caso de la ancdota de la Pelcula el Orden del Caos, la mujer al compartir la
misma cama, sugiere el bao a Arqumedes, quien en la baera da pie con bola a la
solucin del problema planteado por el Monarca. Es en el complemento hecho sgerencia de
relajacin donde el Matemtico logra resolver el enigma. La mujer sin resolver con precisin
el problema ofrece una condicin para la misma.
Lo que le falta a la mujer para ser mujer completa es el hombre, as como el hombre
necesita a la mujer para lograr su completud, pero ese necesitar complementario ha de
entenderse precisamente como constituyentes de una nueva realidad no separada como
varn y mujer, sino como hombre-mujer formando una sola carne: Es en esa sola carne
donde se logra su plenitud complementaria.