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La tarde caía con cierto sopor,

el estrés dejaba de ser la primera sensación que se transmitía al pasar al lado de cada
transeúnte, vaya he dicho transeúnte, una palabra muy impersonal quizás demasiado, esas
personas merecen un poco más de atención, más detalle. En sus caras se puede ver el reflejo
de la fatiga, del estrés, de sus preocupaciones diarias, no obstante la tarde caía, todas esas
cadenas iban desapareciendo como si cada uno fuera un poco más libre. El sol brillaba con
intensidad parecía más hermoso de lo habitual, lo bello no era observar su belleza sino darse
cuenta. La tarde comenzaba a refrescarse y ese airé daba un respiro.
Sorpresivamente todos se volvían muy amables, y las primeras sonrisas comenzaban a
aparecer en el ambiente. Unos niños pasaron a mí alrededor riéndose de mi sombrero.
-Señor, tienes tres ojos. Jajaja.-
Los niños señalaban mi anteojo, y sí, efectivamente no se equivocaban sumando la lente de mi
ojo izquierdo, tenía tres ojos. Los niños corrían tras las faldas de sus madres, que no les
importaba que corretearan todo lo que quisieran, ellas saboreaban la buena tarde que hacía
mientras conversaban sobre los quehaceres diarios, que precisamente no eran pocos, incluso
contaban algún que otro flirteo con algún chico joven.
-Buenas tardes señoritas.-
-Buenas, caballero.-
-Les dejo con su entretenida charla.-
-Muy amable, Jaja.-
Las chicas que allí se encontraban comenzaron a susurrar entre ellas, mientras algo
ruborizadas me miraban con cierto descaro. Sin mirar atrás seguí mi rumbo, sorteando a todos
los que iban en dirección contraría y alguna que otra farola dispuesta a ofrecer un poco de su
brillo, para así iluminar los misterios de la noche que estaba naciendo de nuevo. Y es cierto que
la noche contenía muchísimos misterios, algunos eran sanos y otros eran poco inocentes.
Muchos colores destacaban a pesar de la oscuridad, y estos eran poco observados y pasaban
casi desapercibidos, pero en la profundidad de las cosas, incluso los rayos de sol tienen un
espectro visual bastante amplio.

Comenzaba a bajar el ritmo de mis pasos, a pesar de que la tarde era algo más fresca que las
últimas semanas, aún seguía el calor renegándose a terminar con su misión. La esquina con la
avenida Olive, allí se encontraba un pequeño bar, muy elegante, donde solo sonaba un jazz en
un rigor directo, donde los músico se esmeraban en dejar un buen sabor de boca, quizás
alguno de los clientes, les ofreciera algún trabajo. En aquel lugar solo entraban gente
importante, no estaba al alcance de cualquiera incluso a pesar de mí apuesto traje, todos
observaban cada detalle de mi persona. Era un poco embarazoso. La barra del bar se
encontraba algo alejada de la puerta, unas hermosas plantas de hojas finas y largas te daban
la bienvenida. Todo era bien decorado con tonos verdoso y algún rojo espontáneo, la
decoración era muy agradable atraía mis mejores sentimientos, era reconfortante. Los asientos
se veían cómodos, y en la barra una chica atendía, tenía una calida expresión acompañada de
unos ojos impresionantes y una figura espectacular, pero había algo en ella que no encajaba.
-Señorita, serías tan amable de ponerme un Margarita. La tarde ha sido muy calurosa, creo que
lo necesito.-
- Si caballero, de verdad lo necesitas, Jaja.- La risa misma incitaba a beber todo lo que pusiera
sobre la barra. Pero no debía hacer eso tenía una tarea pendiente, y era mucho más
importante que flirtear con una camarera demostrándole cuanto grande es el equilibrio de una
persona a pesar de beber muchos Margaritas.

Era un buen momento, para ponerse a observar a todos aquellos que disfrutaban de su copa o
de los que escuchaban la música que entonaba ahora una melodía muy rítmica y vibrante.
Había cuatro hombres de mediana edad en la misma mesa. Quitándome el anteojo, miré hacía
ellos, y encima de sus cabezas podía ver claramente su aura, según los colores y la intensidad
podía distinguir quienes sentía que cosa por eso era un espía tan importante. Podía deducir
fácilmente quienes eran personas malas, asesinos, o enfermos. Esa siempre era la parte fácil,
hasta ahí cierta maestría podía ayudarme, lo difícil ahora era, conseguir sacar la información o
incluso detener a dichos sujetos. Una tarea ardua, incluso afectaba a mi aura. A veces mi aura
se ponía terriblemente amarilla, cuando el pánico crecía en mí, entonces debía de
tranquilizarme y cambiar progresivamente mi estado. El aura de los hombres que miraban a los
músicos se mantenía en un color índigo estable, y los músicos a su vez tenían un color violeta
profundo, era lo normal hasta ahora. La camarera a su vez, tenía un color rojo un tanto
anaranjado, parecía que su lívido estaba apunto de llegar a lo más alto. Según la experiencia,
era un buen momento para charlar con ella, pero no era parte de la misión lamentablemente.
Un hombre mayor sentado en uno de los rincones, tenía un color gris muy tenue, seguramente
estuviera enfermo. Seguía paseando la mirada, mientras gentilmente saludaba inclinando mi
sombrero, había muchos que tenían un color blanco, un estado neutro, seguramente no
sabrían ni porque estaban allí. No conseguía ver a nadie con un Aura más anormal que el de la
camarera, que por momentos se divisaba más rojizo.

Había olvidado que en uno de los laterales, donde del escenario, había alguien fumando un
puro que despedía un gran humo, su aura era terriblemente oscura. Sin duda podía ser uno de
los candidatos. Sorpresivamente la puerta se abrió bruscamente y tras ello, alguien entró tenía
un color amarillento. Las relaciones se ponían cada vez más clara. Antes de que el vínculo se
afianzara, debía actuar. Improvisar era una cualidad curiosa para mí. Sin pensarlo más de dos
veces y soltando el vaso semivacío de mi Margarita, dí unos pasos cruzándome con dos
jóvenes que se dirigían hacia la barra, y me posicioné cerca de la persona que había entrado,
era una chica bien vestida, pero muy joven, con una blusa de color ámbar, pelo teñido de rubio
y unos increíbles ojos azules. Tomando las bebidas de la mesa de los jóvenes que se
levantaron, y mirando hacía otro lado paré justo frente a la chica.
-Hola, eh! perdona, casi tropiezo contigo.-
-No es nada, si me permi...-
-La chica de la barra se ha equivocado, y me ha dado dos bebidas. Toma ten, es un Margarita.-
Cogiendo la copa, me miraba de forma dubitativa, y por acto reflejo era ayudada por una mano
del mismísimo miedo, se sentó a mi lado. Casi fracasaba si hubiera dejado que acabara aquella
frase. Sujetaba fuertemente un bolso de color naranja impregnándolo del sudor de sus dedos.
Su cara era tensa casi como una piedra, incluso un pequeño parpadeo extra aparecía de tarde
en tarde.
- Veo que ibas con prisa, pero sin embargo el Margarita te estaba esperando.-
- Si, gracias, no es un día muy agradable. Me he de marchar ya.- Mi mano sujetó suavemente
la suya, aportándole un poco de calor, las suyas estaban heladas. No era quizás el momento
para acercarse demasiado, pero la situación lo requería, de soslayo, podía ver a la persona del
aura negra, su mirada era entre sería y aterradora.
- ¿Quien se ha llevado nuestras copas?- Se escuchó en la mesa de atrás.
- ¡Vamos esto es indignante!-
Se echaban las manos a la cabeza, mientras se dirigían a la barra con cierto enfado, señalando
la mesa, donde solo había la marca de las copas. La camarera que tenía un buen día, les invitó
a otras dos copas para calmar un poco sus ánimos acompañados de un color marrón oscuro en
sus auras.
Tras ver que la situación no corría peligro, y centrar la mirada en la chica, se me ocurrió una de
las frases con más sentido de toda la noche.
- ¿Cuál es su nombre? Señorita.-
- Mi nombre es Karen y ¿el suyo?- Se tocaba el pelo mientras su aura pasaba aun tono más
suave, mucho más suave. Claro que no podía desvelar mi nombre tan pronto. Por lo menos no
el verdadero.
- Mi nombre es Zachary Levi.-
-Vaya que nombre tan bonito.-
- Bueno a mi madre le gustó y mi padre no pudo hacer nada, jajaja.-
- Pareces simpático.-
- Vaya gracias, es todo un comienzo jajaja.-
- Karen ¿Te puedo preguntar algo?-
-Adelante.-
- Ejem ¿que hace una chica tan bonita por aquí?-
- Imagino, que lo mismo que tú, buscar una buena copa. Jeje.- El color del aura se estaba
convirtiendo en rosa crema. La cosa funcionaba bien, a pesar de no haber contestado
realmente a su pregunta.
El hombre del puro se había incorporado e hizo un pequeño gesto a la chica, que esta a su vez
no pudo evadir. De repente la chica se levantó con una actitud un tanto zombi, olvidándose de
mí por completo.
Llegando a donde se encontraba el hombre del puro, este le agarró el brazo violentamente, y la
empezó a amenazar mirando fijamente su bolso. El escenario tapaba parcialmente aquellas
acciones que sin duda estaban ya premeditadas por aquel obeso hombre. Solo tuvieron un
fallo, se olvidaron por completo de mí.
Sujetando con fuerza mi sombrero y una botella de tequila, tras bordear el escenario la botella
se apresuró en romperse en pequeños pedazos tras impactar en la cabeza de aquel hombre.
La mirada y el miedo de la chica daban un giro de ciento ochenta grados, tras sorprenderse
tras mi rápido movimiento.
- Gracias, me has salvado.-
- No es nada, ayúdame Karen a sacarlo de aquí.-
- Vale, disimula, haz como si estuviera un poco borracho sigue detrás de este helecho así no
nos ve nadie.-
El sombrero fue rápidamente apresado por Karen, dejando caer mi pelo por encima de mis
hombros, y el sombrero lamentablemente fue a parar a la cabeza de aquel hombre un tanto
sudoroso. Sin duda fue lo peor de aquella noche.
- Hay que ver, tito cuantas veces te hemos advertido que no bebieras tanto tequila.-
En voz alta Karen advertía a todos los del bar de la supuesta borrachera, gesticulaban como
decepcionado de ver a un borracho tan temprano, en aquella noche tan apacible hasta el
momento.
- ¿Dónde vives Karen?- Intentaba hacer algo más distendidos aquellos momentos, mientras
arrastrábamos a aquél pesado cuerpo. Sus ojos brillaban con una intensidad fuera de lo común
mientras salíamos a través de las puertas del Pub.
-Soy de Pasadena, al oeste de aquí ¿tu donde vives?-
- Aquí mismo en Burbank ¿Qué quería de ti? no tiene muy buenas pulgas.-
- Me estaba chantajeando, y quería el dinero que llevo ¿Qué haremos a continuación?-
- No hay nada de que preocuparse. Solo debes desaparecer un tiempo y procurar no ir a estos
lugares lleno de gángsters.-
Sabía perfectamente que no eran gángsters sino más bien una organización secreta, debía
descubrir cualquier vinculación o a quienes pertenecía ella.
Al soltar el cuerpo en un pequeño descampado, donde podía disfrutar de una agradable noche,
hasta que los efectos de la botella de Tequila desaparecieran. En un rápido movimiento, Karen
metió la mano en el bolsillo derecho del hombre y sacó algo de este.
- Bien, dejémoslo aquí, diría que tardará un rato en orientarse.-
-Espero que si, y que no nos identifique.-
- Me gustaría preguntarte algo.- Exclamó mientras se sujetaba el pelo.
- ¿Podrías alojarme esta noche? Seguramente me busquen esta noche, es mejor no andar por
esas calles.-
- Está bien, pero prométeme que me prepararás un Margarita, el mío lo dejé en aquella mesa.-
- ¡Claro! ¡Zachary gracias por salvar mi vida!-
- Ha sido todo un placer.- El sombrero volvía a mi cabeza mientras mis dedos perfilaban su
posición la cuál la había echado mucho de menos, afortunadamente no era muy oloroso que
digamos aquel hombre.-
Aún debía de sacar mucha información a aquella chica, cosa que no sería nada fácil, y menos
descubrir que era aquello que había cogido del bolsillo de aquél hombre.-
La noche se hacía con un traje de negro azabache, con motas plateadas, la profundidad de
aquella esencia se podía palpar, aún la gente pasaba por la calle aunque la mayoría se
encontraban en algún Pub, o en su dormitorio con las ventanas abiertas, para pasar aquella
noche con algo más de fresco. Me acompañaba una linda chica, que a pesar de ser un tanto
misteriosa hacía que mi aura se fuera transformando en un rojo profundo. El de ella contenía
un tono más rosa fucsia.

Las calles aparecían delante de nosotros queriéndonos mostrar su belleza entre el silencio de
la noche y la hermosa oscuridad.
Sintiendo desde dentro algo que es difícil de describir, el fuego vive si tú sientes algo así. Ese
era el paradigma, por un lado la magia debía de estallar estaba deseando aparecer, pero a la
vez, debía descubrir todo lo relacionado con ella. En aquél momento no podía saber que jamás
iba a olvidar el momento en el que conocí aquella mujer.
Solo lamentaba que aquella circunstancia no fuera distinta, afortunadamente en Burbank tenía
un piso franco, donde podríamos pasar la noche. Quizás debía de tener más cuidado con ella,
puesto que podría ser peligrosa, pero en ese caso, tal vez no hubiera llegado a aquél Pub con
tanto pánico, la conclusión final es que era inofensiva. Además había muchos ojos alrededor
como para que ella si era lista hiciera algo imprudente a los ojos de todos.

El viento vuelve a soplar, desde el mismo lugar, canta una canción, una canción que muere sin
nombre. Ese era el sentimiento que yacía en mi corazón, pocas veces había amado y había
querido a una persona. Mis sentimientos eran terriblemente dañinos para mi profesión, perder
el norte no era lo más apropiado para un espía.
Allí a mi lado la veía, su silueta mareaba tan solo por verla caminar, su alegre sonrisa incluía
algo de inocencia, como su color Rosa fucsia que seguía manteniéndose. ¿Estaría
sobreactuando? Cerca del lugar por donde caminaban se veía la inmensidad de “los Ángeles”
que sin duda lo único lamentable era que las estrellas no podían observarse en su totalidad,
pero a quien le iba a importar las estrellas teniendo una al lado ¿Acaso su calor no era mucho
más profundo?

El piso franco se encontraba justo subiendo unas pequeñas escaleras y una vez dentro, una
gigante escalera de caracol les conduciría hacia la habitación. Donde Zachary estaba dispuesto
a interrogar a Karen, para extraer la máxima información posible sobre todo aquello.
La puerta se abría despacio, y dejaba entre veer aquél pequeño piso, sin descuidar ningún
detalle, un precioso sofá y justo al lado una cama, que daba justo frente a una cristalera cuyas
vistas eran perfectas. Allí estaba Karen abriendo de par en par las ventanas que daban a un
pequeño campo, donde el frescor se hacía revitalizador.
El viento entraba por la ventana ondeando su pelo, un pelo que tras ser apartado de su cara
mostraba unos ojos azules que ni el mismísimo Zeus se hubiera podido resistir. Era el
momento en el cuál pensaba y quería que todo fuera real.

-Ponte cómoda Karen.-


- Si en cuanto te haga el margarita.-
- ¡Buena memoria!-
- Claro, lo prometido es deuda.- El bar se encontraba repleto de todo tipo de bebidas, y la
destreza de ella, era inusual, en espacio corto de tiempo tenía preparado un Margarita.
- Ah maravilloso. ¿Cómo sabes hacerlo tan bien?-
- Cuando desde pequeña tus tíos te dicen que se los prepares coges algo de práctica.-
En ese momento caí en la cuenta, si hubiera echado algo a la bebida pronto notaría los efectos
de algún somnífero o veneno, ya era demasiado tarde el primer sorbo recorría mi garganta. -
¿A que te dedicas Zachary?-
- Un poco de todo, pero principalmente, soy vendedor de Arte. Hoy en día hay millares de
artistas que no encuentran salida para sus obras. Cómo ves todos esos cuadros están en
venta.- Cada espía se comprometía a ordenar a su gusto los distintos pisos, para de esta
forma, poder tener todos los recursos al alcance de la mano.
-Cuéntame Karen ¿Por qué te reclamaban dinero estos gángsters?-
- Mi madre regenta un pequeño bar y nos estaban chantajeando.-
Ya creía que lo tenía, y parecía que el argumento de la chica había fallado.
– Si esta vez no has pagado ¿como vas a poder librarte tú y tu familia?-
- Lo último que vio fue a mí en una distancia prudencial, y justo en ese momento llegaste tú.
Además jamás podría llevar su cuerpo yo sola. Lo mismo piensa que he contratado a alguien
especial.- casi susurró mientras hablaba con la copa en la mano.
- Comprendo.- hasta ahí no había podido conseguir ninguna información más.
- Zachary ¿te gustaría viajar un poco conmigo?-
- ¡Perdona!- Su color era de un rojo totalmente intenso, parecía que la sinceridad y el amor era
lo que en aquellos momentos se podía ver en su aura y medio margarita había sido derramado
gracias a la sorpresa. - Esto … Bien ¿porque no?-
- Me gusta eso de ti, eres espontáneo.-
- Si, lo soy un poco.-
A pesar del tonteo, y de buscar algún tema de conversación no encontraba ninguna escusa
más para poder sacarle aunque solo fuera un pequeño atisbo de información, hasta ahora
había sido sincera. Y no podía resistirlo más.

Era precipitado, muy precipitado por un lado debía de hacerlo, por otro era lo que más quería
en este mundo, y por otro no lo quería estropear todo, ya que una parte de mi quería algo más.
Decidido a hacerlo, el color del aura cambió a un amarillo intenso.
Tras un pequeño salto hacía el lugar donde se encontraba ella; y así comprobando que la
agilidad seguía vigente una vez bebido el Margarita, sin ningún tipo de veneno. Acercándome a
ella dejé caer su ropa, ella a su vez participaba en aquel acto de locura, pero locura que por las
dos partes se sumía en la misma esencia del amor, embriagado por una noche un tanto
especial, quizás una noche que jamás iba a volver a encontrar en su extensa vida, una noche
donde las estrellas iban a brillar más. Esperaba encontrar el pequeño objeto, pero la ropa se
acababa y ninguna escondía nada. Era la única forma para poder sorprender a mi amada rival,
pero parecía como si todo saliera en mi contra en ese sentido. Un rojo de pasión lo inundaba
todo. Las caricias, los besos y sobre todo el calor que se desprendía en aquella habitación
habían hecho que todos los objetivos se olvidaran. En un gran hechizo caímos. Algo que ni
Merlín hubiera podido lograr. La noche pasó y una gran danza se hizo protagonista convirtiendo
la realidad en sueño, y el sueño pasó a ser realidad. Ambos abrazados caímos entre algodones
y franela. Las estrellas siguieron danzando en el firmamento, mientras los gallos en la lejanía
cantaban y cantaban hasta ver al sol nacer.

“Rin, Rin” El despertado sonaba a eso de las ocho en punto. Miré a mi derecha y ya no estaba
allí, pensaba que estaría en el baño, pero pude comprobar que no era así. Había desaparecido
dejando una gran nostalgia ¿Había sido un sueño? ¿Podría volverla a ver?
Claramente la misión como espía había sido un autentico fracaso.
Mirando fijamente una mesita pudiendo ver una nota, donde una caligrafía redondita y clara
destacaba. Ella decía:

Querido Zachary Levi:

Las apariencias engañan, No soy quien tú crees que soy. Soy un agente secreto y no del
gobierno de estados unidos como tu. Sino un estado secreto, encubierto y con unos objetivos
que no te puedo describir. Observando tus grandes habilidades, he pensado que quizás
pudieras dejar de ser un mercenario para tu estado y unirte a nosotros. Nada estará por encima
de nosotros. Tenemos nuestros propios derechos y deberes. Pretendemos instaurar un orden
global equitativo y sano. Contamos con la ayuda inestimable de John Fisheral Kennedy,
supongo que de esa forma te interesará ser más leal a tu país, ya que es todo por el bien de
todos.

No obstante te dejo pocas opciones, porque el hombre al cuál golpeaste era un miembro NSA,
y tras hacer las investigaciones oportuna, Los agentes de la CIA deberán de estar por llegar a
tu piso y te acusarán de traidor, gracias por ayudarme a librarme de él era todo un profesional y
el miedo me había bloqueado. La opción que te dejo, que vengas al bulevar Magnolia en cinco
minutos y unirte a nosotros. Allí podrás saber que el artefacto que buscabas de Nicolás tesla,
es algo importante para el futuro y mucho más.
Pronto llegarán en tu busca por traidor. Los siento, pero he ganado esta vez. Te espero.
Un gran error al ver el aura de Karen, puesto que el amarillo era miedo a fallar en la misión, y el
frío espía de la NSA mostraba un aura de un color oscuro que indicaba poca empatía hacía los
demás, todo eso unido a la aceleración de los latidos de mi corazón había forzado una
situación poco usual, ahora sería un traidor para los míos, pero había ganado lo que todos
buscamos al mirar una puesta de sol, el amor que tanto se ansia. Y esa no es otra que la espía
que me derrotó, Karen. Si ese es su verdadero nombre…
FIN

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