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Esbozo de Editorial a la Primera Edición (inédita)

La democracia como imposibilidad desde la visión platónica, y con una civilización como la
contemporánea, la cual para una investigador como Humbolt habría alcanzado una vaga medida
por la manera en que trata a sus animales, caricaturizan a la Argentina, y en particular a la plaza
tucumana, con la absurda y ridícula posición de comunidad de desalmados e ignorantes,
irrespetuosos y ladinos asesinos.

No vamos a hablar de ecología, eso es demasiado para un pueblo con hambre; como tampoco de
conservación, respeto u otros lujos de los que privilegiados países que coherentemente proveen de
altos estudios a sus ciudadanos, porque su fin es otro que la mera supervivencia.

Pero sí vamos a hablar de algo que está en boca de todos y por la que todos creen tener la autoridad
y el derecho de opinar: la política.

La errónea traducción de la definición peripatética del hombre como “animal político” se divorcia
irreconciliablemente hasta prostituir a las dos palabras más sagradas para la pólis. Y es que cuando
uno se enfoca en otro objeto más allá de la cotidianeidad, no encuentra salvo restos de una increíble
denigración de la especie responsable por las vidas del planeta.

La indiferencia con la que se abandona a los animales (por no mencionar a niños, artistas, etc. de la
sociedad “civilizada”), y la miseria con la que se vive mezquinamente el día a día, acusando de
inhumana a la ley de la selva y reclamando a los incompetentes políticos por permitirla, siendo que
la responsabilidad no le corresponde ni a una ley divina ni tampoco a una plana jerárquica que
domina el poder de turno, hacen que el sufrimiento de las vidas que pagan por el aquí y el ahora, no
repercutan.

Los animales no votan, eso es muy cierto (… lástima), pero sus dueños sí, y si acaso los que ahora
dicen ser políticos (desautorizando las ideas de lo que ello significaba para nuestros ancestros) no lo
advierten, debieran recordar al menos que ni la carne que sostienen con sus huesos podría servir a
los hambrientos: y es que hay un cierto nivel de dignidad en aquellos que no dicen ser de esa
“especie” (y no hablo de ética o anticanibalismo, sino de sentido común: a nadie, por más
desgraciado o especie animal que sea, le gusta comer m…).

Promesas y discursos, arengas y placebos: mecánicas de control y dominación que antes estaban
destinadas exclusivamente a los animales, ya que la especie humana “era” superior. Entonces, ¿por
qué practicarla con sus pares? ¿o acaso el pópulos no es par de los políticos y sí de los animales?
Coincidencias: reciben mal trato, sufren abandono y humillación…

Soy más igual a mi mascota que de un dirigente político. No me avergüenza, sino que me
enorgullece, puesto que la inteligencia emocional de los animales es más que la irracionalidad de los
brutos funcionarios…

Animáte, la revista de los animales desprotegidos intenta recomponer los Valores: y con ello incluyo
los políticos, aquellos que recuerdan la responsabilidad de los gobernantes como educadores, del
crimen como fruto de la ignorancia y de la indiferencia como resultado de la a-culturalidad.

Yo también soy político, pero prefiero que me digan animal, porque se es más “animal político”
conviviendo y no viviendo a mis pares maltratándolos.

Marco ALbornoz
San Miguel de Tucumán,
marzo 16 de 2007 e.·. v.·.

NOTA: este proyecto nunca se concretó: http://losperrosprimero.com.ar/proyectos/revista/

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