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Distinguida fiscal María Domínguez:

En la prensa televisiva del lunes, 19 de abril de 2010, se reseñó que usted participó en el acto
convocado por la Fundación Rafael Leónidas Trujillo, que se realizó en la noche del domingo,
18 de abril 2010, en la Casa de España, ubicada en San Juan, para presentar el libro “Trujillo, mi
padre... en mis memorias”, de la autoría su madre, Angelita Trujillo, donde se hace una apología
de su padre, y en su caso, de su abuelo Rafael Leonidas Trujillo. Además de dar cuenta de su
presencia y la de algunas personalidades mediáticas, más de otras figuras vinculadas a la
judicatura federal, se reseñó que un grupo de ciudadanos dominicanos realizaba en las afueras
del lugar, una manifestación o vigilia, por la memoria histórica y por los asesinatos cometidos
bajo el régimen trujillista en la República Dominicana. Al referirse a los manifestantes expresó
usted, que entendía que los allí presentes ejercían sus derechos democráticos.

Queremos, antes que nada, explicarle el motivo de nuestra misiva. Desde hace unos meses, en el
contexto de un juicio histórico escenificado en Puerto Rico, y fungiendo usted como parte del
equipo de fiscales federales, tuvimos la vaga noticia de que usted era dominicana o, al menos, de
origen dominicano. Independientemente de lo que pensáramos sobre juicio en el que usted
participaba de manera protagónica, nos resultó significativo el que una profesional de origen
dominicano llegara a ocupar un puesto de esa envergadura. Esto último debido, a que como usted
sabe, los miembros de la comunidad dominicana en Puerto Rico no siempre logran posicionarse
en ocupaciones de ese relieve, ello por emplearse la mayoría de sus miembros en escenarios
laborales de otras categorías de menos prestigio social. Más adelante nos enteramos que usted
era hija de la señora Angelita Trujillo, hija menor de Rafael Leonidas Trujillo Molina.

Muy a pesar de la connotación negativa que pesa en suelo dominicano sobre el apellido Trujillo
debemos confesarle que su abolengo, aunque no dejó de llamarnos a la atención, nos pareció
intrascendente, pues pensamos que los hijos y muchos menos los nietos, no tienen la culpa de las
acciones, malignas o benignas, de sus antecesores: nadie escoge a sus padres biológicos y nadie
es responsables de las conductas de ellos, ya sea antes o después de que un sujeto, hembra o
varón, viene al mundo.

Al momento de enterarnos, a través de los medios, de sus orígenes familiares entendimos que
ejercía usted profesional y legítimamente su derecho al trabajo como abogada competente y
dejaba en el orden privado su pasado familiar. Pero cuando la vimos llegar al acto convocado por
la Fundación Rafael Leónidas Trujillo, la noche del 18 de abril, y luego de escuchar lo que
reseña la prensa, creemos que es necesario que le escribamos estas líneas con la finalidad de que
usted nos aclare algunas dudas que tenemos y que compartimos con innumerables ciudadanos
dominicanos y puertorriqueños.

Nos preguntamos si su presencia en el acto de enaltecimiento de las acciones de un dictador,


como Trujillo, que es considerado en todo el mundo como un genocida (en 1937 ordenó asesinar
a 18 mil haitianos), que suprimió los derechos civiles de los dominicanos por treinta años, que

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encarceló y torturó a miles de ellos, que lanzó al exilio a miles de sus compatriotas, que abusó de
decenas de mujeres dominicanas, que usurpó --sin méritos alguno-- todos los títulos académicos
que enaltecen las profesiones y el saber, que se apropió ilegalmente de casi toda la riqueza
colectiva del pueblo dominicano, que traicionó a sus amigos y a su país, que tronchó los sueños
de niños y niñas y otros etcéteras crueles, viles y malignos. Igualmente que asesinó a los
escritores Ramón Marrero Aristy, José Almoina y Francisco Requena y que, igualmente, cometió
actos terroristas como el secuestro, en Nueva York, y posterior asesinato del profesor vasco Jesús
de Galíndez, y la bomba que bajo sus órdenes fue colocada en el automóvil del presidente
venezolano, Rómulo Betancourt; nos preguntamos si usted, repetimos, rechaza esas acciones o
por lo contrario está de acuerdo con su progenitora, la señora Angelita, quien expresó a la prensa
--tratando de higienizar el pasado --, que sobre su padre, (Rafael Leónidas) se habían dicho
muchas barbaridades.

Usted debería aclarar, no sólo a nosotros, sino al orden democrático que representa o debe
representar, si cree en la democracia y en los derechos de los ciudadanos, como los que nos
citamos a protestar por la actividad convocada en nombre de un Dictador; porque nos parece,
contraproducente que alguien que debe velar por los derechos y leyes ciudadanas, asista a actos
abominables, donde se enaltece a alguien que violó los derechos humanos impune y
sistemáticamente y que fue condenado por la comunidad internacional, incluso por los Estados
Unidos, país a quien usted representa aquí en Puerto Rico.

Otro aspecto que nos parece capital y que usted debería esclarecer públicamente, es si el
despliegue de poder que su madre realizó con el apoyo de recursos del ELA, que trataron a su
madre como una Jefa de Estado; cuando es sabido que la señora Angelita Trujillo ni ha realizado
contribuciones a la vida política ni ciudadana, ni a las letras, ni nunca ha sido elegida por algún
consejo, recibe un trato preferencial y un reconocimiento que sólo le puede otorgar el ser la hija
de Rafael Leónidas Trujillo. Debería aclarar usted si ese acto (que implica uso de los fondos
públicos para escoltarla) fue realizado por su potencial influencia y por la posición que usted
ocupa en la corte federal de San Juan.

Su participación es este acto nos ha dejado la impresión que ha empezado usted a dejar de ser
una persona dedicada a sus diligencias profesionales y que, en cambio, busca influir en la
política a través de una imagen nostálgica del siniestro Dictador y que solicita el apoyo de
personas de la comunidad dominicana en Puerto Rico, para que apoyen un acto vergonzoso para
la dignidad de los dominicanos y de los puertorriqueños que creen en la democracia. Eso, porque
entendemos que con actos como el referido se pretende borrar el legado de las familias que
lucharon por la democracia a la que usted se refirió en sus declaraciones.

Como le expresamos más arriba, usted no es responsable de las acciones criminales que realizó
su abuelo Rafael Leónidas Trujillo. Pero cuando asiste a una jornada donde se enaltecen sus
acciones pasadas entonces se hace sospechosa de que las aprobaría. Está demás decirle, que las
acciones humanas pueden ser valoradas en el terreno de la ética y la moral. Y que los hechos
paradigmáticos son aquellos que propician el bien, la seguridad, la solidaridad, la convivencia y

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el respeto a las diferencias con los demás. Ninguno de esos valores tuvo Rafael Leonidas
Trujillo. Creemos que si los familiares de Trujillo quieren participar en la política deberían
reconocer el pasado de terror de su familia (Rafael, Negro, Petán, Ramfis y Radhamés), quienes
mancharon con sus actos criminales y de abusos la historia de la República Dominicana.

Creemos que si los Trujillo quieren intentar ganarse algún tipo de simpatía pública, deberían
entonces empezar por pedir perdón por los actos retorcidos, atroces y sanguinarios cometidos.
Deberían los Trujillo, igualmente, empezar por devolver la riqueza (unos 800 millones de dólares
que fueron sustraídos a los dominicanos cuando ese país era una finca personal de los Trujillo).
Deberían, también, resarcir, a la mayor cantidad posible de familiares de los perjudicados por la
familia Trujillo durante treinta años. Porque quizás sólo así, los herederos más lejanos de la
familia Trujillo podrían empezar a ser dispensado por la sociedad dominicana. Fue demasiado el
daño ocasionado por Trujillo para intentar ahora borrar la memoria histórica. Pero no hemos
visto ni un solo indicio de que esa intención exista, sino todo lo contrario, vía la Fundación
Rafael Leonidas Trujillo.

Creemos que ya es tiempo de que finamente olvidemos a Trujillo, que la sociedad dominicana se
destrujillise, pero cuando casi medio siglo después eso podría ser una posibilidad, aparece la
Fundación Rafael Leónidas Trujillo que pasea a un fantasma como cadáver exquisito y pretende
realizar actividades políticas. Le pedimos que ya sepulten y olviden la sombra del Dictador, pues
su recuerdo no es nada agradable. Nos parece que ni en República Dominicana ni en Puerto Rico
podrán los Trujillo levantar un movimiento de reivindicación de la figura del tirano que lo
rehabilite ante la historia. Los hechos empíricos y estadísticos que censan el mal que causó
Trujillo no lo pueden borrar las palabras. Si sus actividades, no tienen el propósito que aquí
expresamos, creemos entonces que el fin es levantar fondos con la venta del libro. Macabro
resulta entonces que una de las hijas del opresor pretenda recabar dinero con el relato (o la
defensa) de los hechos atroces cometidos por su padre.

Queremos dejarle claro que nuestra voz de protesta no va dirigida a enfrentar el libro de la Sra.
Angelita Trujillo, ya que no auspiciamos ningún tipo de censura en contra de la palabra escrita
porque creemos firmemente en la libertad de expresión. Nuestra voz de alerta se lanza hacia la
Fundación Rafael Leónidas Trujillo que con actividades como las que auspiciara en San Juan
intenta empañar la memoria histórica de aquellos que padecieron en carne propia los efectos
sanguinarios del dictador Trujillo.

Nos compete expresarle, que nuestro interés no guarda ninguna animadversión personal hacia
usted. Pues como le hemos expresado antes, no es usted responsable de los hechos que
pertenecen al pasado de su abuelo Rafael Leonidas Trujillo, pero todos somos compromisarios
cuando lo tomamos como acciones ejemplares para los otros. Debe recordarse que Trujillo no es
un modelo de nada, sólo de Dictador.

Finalmente, le pedimos encarecidamente que reniegue usted de los hechos de lesa humanidad,
contra el orden democrático y los derechos civiles, cometidos por el Dictador y cobrara ante
nuestros ojos la estatura de profesional y de ciudadana que representa los principios de una

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sociedad, abierta, democrática y tolerante. De lo contrario, empezaríamos a pensar que estaría
usted dispuesta, como Rafael Leonidas Trujillo, a perseguirnos y acosarnos por nuestras ideas,
como él lo hizo, brutal e implacablemente, contra dominicanos, haitianos, españoles,
puertorriqueños y venezolanos.

Muy civil y democráticamente,

Dr. Miguel Ángel Fornerín, escritor y profesor universitario

Dr. Eugenio García Cuevas, escritor y profesor universitario

San Juan, Puerto Rico

22 de abril de 2010

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