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Las Escuelas de Artes Olvidadas de Cuba.

En enero de 1961, exactamente dos


años después de que Fidel Castro
derrocara la dictadura batistiana en
Cuba, Castro y Che Guevara juegaban
una ronda de golf en los terrenos del
abandonado Country Club de La
Habana, tratando de decidir el destino
de este espacio justo en las afueras de
la ciudad, en una nueva nación sin
divisiones sociales e instituciones
elitistas. Al final de la ronda, habían
decidido crear escuelas nacionales de
arte para Cuba en el sitio, lo cual
ayudaría a promover uno de los
objetivos de la Revolución, la promoción del arte y la cultura. Construida entre
1961 y 1965, la Escuela Nacional de Arte representa “la pasión revolucionaria y el
optimismo utópico de un momento único” al comienzo de la Revolución. Nunca
terminada, la arquitectura innovadora y los hermosos edificios ahora existen como
ruinas habitadas, un símbolo del estado de Cuba cuarenta años después del inicio
de la Revolución.
Las escuelas fueron iniciadas en un momento en que la Revolución parecía
indestructible, y los propios edificios trataron de reflejar el espíritu idealista del
país en ese momento.
En 1961, Castro llamó la Escuela Nacional de Arte “la más bella academia de las
artes en todo el mundo.” Sin embargo, desde mediados del decenio de los 60’s, las
críticas a las escuelas de arte fue generalizada, y los arquitectos nunca pudieron
terminar el proyecto.
Poco después de finalizar la última
ronda de golf jugada en el Country
Club de La Habana, Castro encargó al
arquitecto cubano Ricardo Porro el
diseño de las escuelas de arte, y Porro
recurrió a la ayuda de dos arquitectos
italianos, Roberto Gottardi y Vittorio
Garatti. Porro parecía la elección
perfecta para el trabajo: bien
educado, mundano, revolucionario, y
cubano. En 1961, el joven arquitecto
ya era bien conocido en Cuba, había
regresado al país después de dos años
en el Instituto de Urbanismo de la Sorbona en París. Aunque no nacidos en Cuba,
los amigos de Porro, Garatti y Gottardi habían emigrado a Venezuela y luego se
trasladaron a Cuba.
La academia fue dividida en cinco edificios, cada uno de ellos albergaría una
escuela diferente. Porro diseñó la Escuela de Danza Moderna y la Escuela de Artes
Plásticas. Gottardi era responsable de la Escuela de Arte Dramático, y Garatti la
Escuela de Música y la Escuela de Ballet.
Los cinco edificios estaban destinados a existir como estructuras autónomas, pero
también trabajaban juntos como un todo estético, figurativamente vinculados a
través de tres principios rectores. El primer elemento común fue la decisión
aceptada mutuamente de respetar el paisaje circundante. El segundo elemento
compartido fue el uso de materiales nativos, que limitaría la arquitectura con un
efecto positivo. No acero y muy poco cemento estaban disponibles en Cuba a causa
del subdesarrollo industrial, así que estos materiales comunes de las arquitectura
modernista fueron sustituidos por el ladrillo y las baldosas de terra-cotta tiles. El
último elemento que unifica los edificios es el uso de las bóvedas catalanas, con
delgadas capas de baldosas de terra-cotta, que son mucho más ligeras que el
cemento y son prácticamente indestructibles.
En un principio, el proyecto de
construcción de la Escuela Nacional de
Arte fue un importante emblema de la
Revolución, tanto para el país como
para los propios arquitectos.
En retrospectiva, Porro expresó la
siguiente reflexión sobre el proyecto:
“Ahora desearía refutar tanto la
arquitectura como el pasado
aristocrático de mi propia familia.
Quería buscar una expresión de la
arquitectura para el pueblo y para
ahondar en los problemas eternos de
la condición humana . La Escuela de Artes Plásticas es la expresión de los
comienzos, de los comienzos de mi vida creativa y el comienzo de la Revolución.”
Sin embargo, el entusiasmo por la arquitectura de la Escuela Nacional de Arte fue
de corta duración. El proyecto pronto fue objeto de duras críticas por una serie de
razones, además del problema evidente de las dificultades financieras del país. La
independencia de la Revolución no duró mucho, y la adopción de estilo soviético
de conformidad en la arquitectura fue uno de los muchos resultados de la nueva
alianza cubano-soviética.
Se hizo evidente que la Escuela
Nacional de Arte no encajaba en los
pre-fabricados simplistas de estilo
funcional de la arquitectura soviética,
y esta diferencia condujo a su crítica
como individualista, un atributo no en
carácter con la Revolución, motivada
por criterios estéticos en vez del rigor
socialista.
Los críticos estabam especialmente
molestos con la arquitectura sensual
de la Escuela de Artes Plásticas
diseñada por Porro, y expresaron su desconfianza a la ubicuidad de las bóvedas
catalanas. Por otra parte, el equipo de arquitectos tuvo que enfrentar antagonismo
en el seno del Ministerio de la Construcción, porque Porro era de la burguesía y no
del proletariado, y Gottardi y Garatti no eran cubanos.
En 1965, los fondos para el ambicioso proyecto arquitectónico fueron reducidos, y
la construcción fue abandonada. Un año más tarde, un desilusionado Porro emigró
a París. En 1974, Garatti fue detenido bajo la acusación de espionaje, encarcelado,
y más tarde absuelto y exiliado a Milán. Gottardi es el único de los tres arquitectos
que ha permanecido en Cuba. En la década de los 81’s un grupo de jóvenes
arquitectos con la ayuda de Gottardi empezó a tratar de terminar la construcción
de las escuelas.
Al igual que muchos de los proyectos
emprendidos por la Revolución
Cubana, la Escuela Nacional de Arte
nunca se terminó, pero sigue
existiendo como las más importante
escuela de Cuba para las artes. Los
alumnos han aprendido a funcionar y
prosperar dentro de la estructura
inacabada. La Escuela de las Artes
Plásticas es particularmente un éxito,
y recientemente ha producido artistas
que han logrado reconocimiento
internacional. Las Escuelas nunca
cumplieron las grandes aspiraciones
de los arquitectos; sin embargo, todavía se usan en su actual estado de ruina
parcial.

Fuentes:
Loomis, John A. Revolución de las formas: Las escuelas de artes olvidadas de Cuba.
Nueva York: Princeton Architectural Press, 1999.
Camnitzer, Luis. Nuevo Arte de Cuba. Austin, TX: University of Texas Press, 1994.

Distribución de los edificios de las escuelas.

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