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¿ Q ué es la mentalidad ganadora?, el ganador, ¿nace o se hace?, ¿es posible adquirir esta fortaleza mental con los
años?...
LA MENTALIDAD GANADORA
Uno de los mitos más comúnmente aceptados en el mundo del deporte es el que afirma que algunas personas nacen con
“mentalidad ganadora”... algo totalmente inventado porque simplemente la mentalidad ganadora no existe. Podríamos
decir que el ganador no nace, sino que se hace.
La clave de un jugador con mentalidad ganadora está en ser capaz de asumir situaciones y adaptarse a ellas.
Como hemos dicho, un ganador no tiene miedo a perder. Saben que perder no es el fin del mundo, sólo una lección más
a aprender.
Lo importante es poder aprender esas lecciones, al tiempo que se mantiene la autoconfianza.
Dicho todo esto, seguro que si preguntásemos a cualquier profesional sobre su mentalidad ganadora nos diría que la ha
construido a base de esfuerzo, de reflexión y de formación; que la entrena cada día y que es la única forma de asegurar
que siempre dará todo lo que vale.
En resumen, todo se basa en el trabajo duro. Usted debe trabajar para que las cosas te salgan bien, no se queje cuando
salgan mal y, si salen mal de forma continuada, tendrá que entrenar más y preocuparse más por lo que hace. Y también a
la inversa: no deje que la euforia le supere cada vez que consigue un triunfo, sólo conseguirá obtener una percepción
errónea de la situación y no le servirá para aprender nada.
Los dos extremos: el exceso de confianza y el derrotismo impiden el desarrollo de una mentalidad ganadora.
LAS ZONAS DE SEGURIDAD
Muchos psicólogos deportivos trabajan con sus clientes lo que se denomina “zonas de seguridad”.
La seguridad es un concepto imprescindible para el ser humano, tanto que la ausencia de seguridad puede llevarnos al
desequilibrio emocional, social, familiar, laboral... Sentirse seguro resulta imprescindible para ser feliz y, en
consecuencia, la ausencia de seguridad puede ser el motivo de una gran cantidad de trastornos en todos los ámbitos de
la vida.
Dicho esto, en el ámbito deportivo llamamos “zona de seguridad” al lugar en el que el deportista se encuentra seguro, es
decir, aquel en el que no hay consecuencias si no se rinde del todo bien.
Los jugadores con zonas de seguridad más amplias son los que siempre lo harán mejor bajo presión, en los momentos
importantes.
Usted mismo puede crearse su zona de seguridad. Para ello lo primero es intentar no tener subidones cuando gana y
bajones cuando pierde. Aprenda a ganar y a asumir la derrota.
La psicología deportiva le ayudará a ganar el necesario control mental. Podemos resumirla en tres puntos:
1.- Desarrolle la necesaria confianza en sí mismo: este es el activo más importante para un correcto control mental.
Para trabajar esta confianza es necesario ir planteándose metas alcanzables que le permitan ir mejorando paso a paso, de
manera que iremos aprendiendo de nuestras propias capacidades. O lo que es lo mismo: nos ayuda a saber quiénes
somos y dónde estamos (desde un punto de vista deportivo, claro está).
2.- Utilice imágenes mentales: intente visualizar la técnica correcta, lo que desea hacer. Al realizar esta actividad
mental de visualización, el cuerpo refuerza su habilidad. Hay que concertarse en crear una imagen viva del movimiento.
Utilice imágenes positivas (un lugar pacífico, un momento de diversión...) para reducir la tensión acumulada en
determinados momentos del juego. Responda a los pensamientos negativos con imágenes positivas.
3.- Controle las dudas y el pensamiento negativo: no podemos evitar que un pensamiento negativo aparezca, pero tal
vez sí podremos evitar que continúe, para ello “atáquelos” con pensamientos e imágenes positivos.
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Le presentamos el primer driver que combinan las tecnologías FCT y MWT® en una cabeza de 460 cc, lo que
permite 24 combinaciones de ángulos de la cara y de ubicación del centro de gravedad, permitiendo un cambio de
trayectoria de hasta 68,5 metros.
Todo ello en una cabeza con gran perdón.
Cuando arriesgamos en exceso puede ocurrir que la bola acabe reposando en el lugar más complicado del búnker,
dejando muy poco green entre la bola y el hoyo.
Si esto nos sucede lo más importante es que sepamos realizar el approach adecuado, el cual se basa en lo siguiente:
– Colocarse tal y como lo haríamos en un golpe de bunker normal, pero con el stance y el wedge algo más
abiertos de lo habitual.
– Realizar la subida habitual, de nada sirve acortarla.
– Bajar el palo hacia la arena, justo detrás de bola.
– La clave se encuentra en acortar el follow-through: es necesario sacar la cantidad de arena habitual, pero
intentando parar la cara del palo aproximadamente a un paso del punto de impacto, lo que dará el impulso justo
para sacar la bola del búnker.
– En el finish debemos asegurarnos de que la cara del palo apunta al cielo: eso significará que hemos mantenido
la cara abierta durante el impacto, lo que minimiza la distancia del golpe.
LECCIÓN 226:
UN PALO MÁS
Muchos jugadores se muestran muy reacios a coger un palo más, sólo por el miedo al “qué dirán”; un gran error; si
dejamos de lado nuestro ego y nos decidimos a coger ese palo más cuando realmente es necesario, nuestro juego y
nuestra tarjeta sin duda nos lo agradecerán.
A continuación haremos un repaso de los momentos en los que debemos coger un palo más:
1.- Bola por debajo de los pies: cuando la bola se encuentra a un nivel inferior al de los pies, ese desnivel nos hará
pegar un golpe con curva de izquierda a derecha. Con un fade no lograremos alcanzar la misma distancia que con un
golp recto; la solución: usar un palo más.
2.- Green elevado: cuando tenemos que jugar la bola hacia un green elevado, hay que tener presente que la bola llegará
antes al suelo, acortando el vuelo. Por eso, si la calle es llana pero el green está elevado, deberemos coger un palo más.
En caso de que la calle se vaya elevando hasta llegar a un swing elevado, deberemos coger dos palos más.
3.- Viento en contra: la regla por todos aceptada es coger un palo más por cada 32 km/h de viento. No cabe duda de
que medir la velocidad del viento cuando estamos jugando es prácticamente imposible de conseguir, por eso podemos
guiarnos por lo siguiente:
– Si notamos brisa en la cara: cogeremos un palo más.
– Si notamos brisa fuerte en la cara: cogemos dos palos más.
– Si notamos que el viento “aulla”: cogeremos tres palos más.
Tenga presente que siempre que hay viento, resulta preferible confundirse de más que de menos.
Dicho todo esto, no está de más recordar que, siempre que tengamos alguna duda o si observamos que de manera más o
menos habitual nos estamos quedando cortos, convendrá decantarse por usar un palo más