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Diciembre 2009

Barack Obama apuesta su carrera en Afganistán


En juego la presidencia y el prestigio del Nobel de la Paz
Desplegar 30.000 soldados más en los próximos seis meses, centrarse en la
lucha contra Al Qaeda y volver sin esperar a que el país disfrute de un estable
sistema democrático. Estas son las instrucciones que ha fijado el presidente de
Estados Unidos, Barack Obama, para Afganistán.
Tras tres meses de espera, Obama ha tomado una decisión para poner fin a
una guerra que pierde cada vez más sentido y que cada vez es más difícil de
ganar. Su discurso en la academia de West Point ha sido claro; el objetivo en
Afganistán es convertir el conflicto en una guerra contra Al Qaeda y contra
aquellos talibanes que apoyen a la organización terrorista que fue responsable
de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Obama ha dicho que el fin de
la guerra llegará cuando la misión antiterrorista haya sido cumplida, en un
plazo aproximado de tres años comenzará la salida de los soldados
estadounidenses y sin esperar a que quede construida la nación afgana se
producirá la cesión de responsabilidades a las Fuerzas Armadas del país1 A.
Los resultados de esta estrategia serán vitales para Obama porque se juega en
esta guerra su prestigio y su presidencia. El fracaso supondría empantanarse
en la guerra de Afganistán como el anterior presidente de Estados Unidos,
George Bush, en Irak2.
Obama no puede jugar solo, necesita apoyos, porque si no lo consigue
disgustaría a sus aliados en la izquierda, que ya han dejado de creer en esta
guerra, y se convertiría en un blanco fácil para los conservadores de cara a los
próximos comicios B.
El presidente, premio Nobel de la Paz en 2009, no goza de la simpatía de
todos. Por ello, ha intentado convencer en su discurso a los militares que se
muestran inseguros de su misión; a los congresistas, que son reacios a invertir
más dinero; a los ciudadanos, que no quieren perder más vidas ni gastar más
dinero público en este conflicto; a los afganos y paquistaníes, que se muestran
con pánico por la insurgencia talibán y a los aliados, que no pueden soportar
los esfuerzos militares.
La decisión de Obama es la más trascendental que ha tomado desde que
comenzó su mandato pero su éxito o su fracaso, más allá de la propia persona
del presidente de EE.UU., será un éxito o un fracaso para su país y también
para sus aliados en la lucha contra el terrorismo islámico. Ganar esta guerra
supone incrementar la seguridad internacional, sin embargo, los aliados han
dejado de ver que la lucha en Afganistán contribuye a la tranquilidad en casa.
Washington ha pedido a Europa entre 6.000 y 10.000 soldados. Las respuestas
hasta ahora indican que al presidente de Estados Unidos le va a costar
sobremanera convencer a los europeos de la necesidad de incrementar las
tropas3. Francia, de forma rotunda, y Alemania, por imperativo legal, no
aumentarán sus contingentes. Polonia ha dicho que se lo pensará y solo Reino
Unido, Italia y España son los aliados que han anunciado que enviarán
refuerzos4.
Una sola elección
El presidente de Estados Unidos ha tomado la decisión después de tres meses
de reflexión y análisis. Por ello, muchos, sobre todo en el bando republicano, le
han tachado de tener un comportamiento que demuestra un carácter débil.
La opción elegida por Obama responde, por una parte, al análisis crítico
realizado por el comandante jefe norteamericano en Afganistán, el general
Stanley McChrystal, y a su petición de incremento de tropas en 40.000
efectivos. El general había dicho que si no se producía este aumento de
contingentes EE.UU. perderían la guerra; era un ultimátum. Por otro lado,
Obama ha querido incluir las ideas de intervención mixta civil y militar de los
europeos.
La opción de Obama es atrevida y directa, sin embargo, desconocemos si será
la ideal. El presidente de Estados Unidos ha tenido que establecer plazos de
retirada en un conflicto que supera los ocho años y éstos plazos los ha tenido
que anunciar a la vez que ha hablado del incremento de tropas, algo
contradictorioC.
Lo cierto, es que no conocemos cuál será el resultado de esta opción pero sí
podemos estudiarla. Obama, hasta que ha tomado su decisión, ha tenido sobre
la mesa al menos tres opciones, dos de las cuales pasaban por continuar en
guerra.
La primera, defendida por el vicepresidente Joe Biden, abogaba por no mandar
más tropas a Afganistán y apoyar una solución indirecta, contraterrorista,
aplicada a los santuarios de Al Qaeda en la frontera con Pakistán así como a
aumentar la velocidad en la creación del ejército y la policía afgana5.
Se trataba de una opción bastante sensata teniendo en cuenta que los
talibanes están extendidos por Pakistán y que este país, con armamento
nuclear, enfrentado eternamente a la India y con un gobierno muy débil,
supone un verdadero problema.
La segunda opción, más política que militar, estaba cerca del pensamiento del
actual presidente de Afganistán, Hamid Karzai, y moderadamente de los
aliados de la OTAN. Esta consistía en llegar a un acuerdo con los talibanes
más moderados e incluirles en un gobierno afgano si se desligasen de Al
Qaeda. A Obama nunca le desagradó y, de hecho, ha optado en parte por
tomar esta decisión. A pesar de ello, plantea problemas, ya que puede que los
talibanes, aunque sean moderados, cambien de idea y usen a Karzai como una
marioneta de occidente y le manejen a su antojo. Los talibanes controlan el
negocio de la droga y bajo su influencia queda el 80 por ciento de la población.
La tercera opción era la defendida por el general McChrystal que proponía el
aumento inmediato de las tropas en 40.000 efectivos para ganar la guerra. Ésta
conforma otra de las partes de la decisión que ha tomado Obama, si bien la
cifra de incremento actual es de 30.000 hombres6.
La decisión de Obama es, sin embargo arriesgada y plantea múltiples
cuestiones, ¿quién está ganando la guerra a día de hoy?, ¿cuál es el telón de
fondo?, ¿qué opinan los ciudadanos?, ¿cómo se encuentra la población
afgana?, ¿qué papel representa Pakistán en el conflicto?...
Afganistán, una sociedad bajo el paraguas de la corrupción y la droga
En 1979 la Unión Soviética invadió Afganistán7. Contra ese gobierno se
levantaron los talibanes con apoyo de Estados Unidos. Diez años después los
soviéticos se retiraron y los aliados se convirtieron en los enemigos. Se erigió
un régimen talibán y éste fue derribado por Estados Unidos en 2001.
La invasión americana tras el 11-S desenvainaba la espada para invadir
Afganistán pero esto generaba en la población esperanza de cambio. La ilusión
de que Occidente ayudaría a la región a salir de la pobreza y del subdesarrollo
se extendió a lo largo y ancho de toda la región.
Sin embargo, Bush llegó a la presidencia sin conocer los problemas del mundo
y con escaso interés por conocerlos. Bajo el lema de “guerra global contra el
terrorismo”, su estrategia en lugar de centrarse en Afganistán y en Pakistán,
puso el punto de mira en Irak, donde fueron a parar los recursos humanos y
militares.
El deseo de devolver la ira después del 11-S era el marco perfecto para los
neocons, para ellos lo ideal era acabar con Sadam Hussein y hacerse con los
yacimientos petrolíferos.
Esto ha provocado que ocho años después la situación de Afganistán no haya
cambiado. La amenaza de Al Qaeda no ha disminuido sino que ha aumentado
y se ha extendido por África, Asia y Europa atemorizando pueblos desde
Australia hasta Zanzíbar. Además, Osama Bin Laden sigue en libertad.
Los talibanes dominan la sociedad y han vuelto con la ayuda de Al Qaeda y de
los extremistas islámicos en Pakistán así como con el espaldarazo de la
heroína que financia el movimiento. Afganistán es el principal exportador y
productor de opio y sus beneficios van a parar a los "señores de la guerra" y
jefes tribales que son quienes llevan las riendas del paísD.
A pesar de esta situación, la estrategia tomada por Obama es abandonar
Afganistán aún sin haber construido un estado democrático. Ésta concepción
es errónea ya que si no se cambia la sociedad difícilmente se acabará con el
extremismo islámico.
Concienciar a los musulmanes para abandonar el mensaje de Al Qaeda sería
positivo pero esto se debe hacer a través de las autoridades afganas y con
ayuda de Occidente.
Hasta ahora la situación más democrática que se ha dado han sido las
elecciones. En diversos medios de comunicación occidentales se publicaron el
pasado agosto noticias de mujeres enseñando sus documentos antes de votar,
sin embargo, estas fotografías no mostraban nada más detrás, era solo eso, un
voto sin trascendencia, pues siguen violándose los derechos humanos.
En 2005 se produjeron las primeras elecciones, el vencedor fue Karzai, el
candidato de Occidente que sin embargo, no ha logrado paliar ninguno de los
problemas del país como las luchas étnicas8 o la corrupción. El pasado agosto
se celebraron de nuevo elecciones, los comicios volvieron a ser fraudulentos.
Karzai resultó ser el vencedor. Si embargo, esta vez dos meses después, la
ONU admitió 12 que existió fraude9 y llamó a que Karzai y Abdulá Abudlá, su
principal opositor, para que se presentasen ambos a una segunda vuelta.
Abdulá, sin embargo, se retiró. La Comisión Electoral Independiente, creada
para la ocasión, tuvo que suspender la segunda vuelta. La retira de Abdulá
supuso que todo el mundo perdiese y, sobre todo, Occidente.
La segunda vuelta era la última posibilidad de dar legitimidad a un proceso
desvirtuado desde el principio. Ahora, Karzai, que debería ser el que ayudase a
Occidente a ganar la guerra, es un problema.
Pakistán, sin lugar en la estrategia
Otro gran problema es Pakistán.
Obama ha centrado su discurso en Afganistán y ha dejado de lado a Pakistán.
Este país, con armamento nuclear, es, sin embargo, el lugar donde seguro se
esconden los principales terroristas que Occidente quiere derrocarE.
Obama señaló que en suelo pakistaní las operaciones están clasificadas y la
mayor parte de ellas son desarrolladas por la CIA10. La presencia americana
exteriorizada contribuiría a inflamar el sentimiento antiamericano en un país
que reacciona bruscamente a cualquier ataque contra extremistas que también
cueste la vida a civiles, y que teme que Washington se plantee dirigir su
Gobierno y hacerse con su armamento nuclear. Actualmente, solo un 16 por
ciento de la población en Pakistán tiene un opinión favorable a EE.UU frente a
un 27 por ciento en 2006, según la última encuesta del Instituto Pew hecha el
último mes de agosto. Esta desconfianza se debe al tradicional apoyo de
Washington a las dictaduras militares que jalonaron la historia del país11.
Pakistán es un país a día de hoy debilitado pero que siempre ha estado
obsesionado por la seguridad nacional y en el que el ejército ha monopolizado
el poder y ha considerado que el interés nacional dependía de mantener a raya
a la India, desarrollar armas nucleares y tratar de instalar un amigo en
Afganistán. Además, sus servicios secretos, el ISI. son acusados de centros de
formación de talibanes12. A pesar de ello solo discretamente, Obama ha
autorizado una expansión de la guerra a Pakistán por medio de la CIA.
Por tanto, los argumentos que Obama ha planteado en West Point tratan de
poner una solución a este conflicto y conquistar el consentimiento de todos, si
bien es cierto que debería haber prestado más atención a Pakistán y al
desarrollo económico de Afganistán, pero no lo ha hecho. A pesar de ello, la
estrategia no debe fracasar porque si fracasa acabaríamos en un panorama
dominado por el terrorismo global y la proliferación nuclear, además de
producirse una extensión de la droga hasta una escala aún no experimentada.
Notas
1- Véase noticia: “Morir por Afganistán”. Lluís Basset. El País. Última
consulta: 2 de diciembre de 2009. Disponible en Web:
http://www.elpais.com/
2- Véase noticia: “Barack Obama pone en juego su presidencia en
Afganistán”. Antonio Caño. El País. Última consulta: 2 de diciembre de
2009. Disponible en Web: http://www.elpais.com/
3- En citas textuales una fuente diplomática afirma en la noticia de El País
del 2 de diciembre de 2009 bajo el titular “Francia y Alemania se niegan
a incrementar su presencia militar”: “Ha estado meses deshojando la
margarita y ahora quiere que los aliados le respondan de inmediato” en
referencia al tiempo que ha tardado el presidente Barack Obama en
tomar una decisión sobre Afganistán.
4- Véase editorial: “The Afghanistan Speech”. New York Times. 1 de
diciembre de 2009.
5- Véase editorial: “Decisiones sobre Afganistán”. Ricardo Martínez Isidoro.
ABC. Disponible en Web: http://www.abc.es/
6- Véase noticia: “Obama-Afganistán: ¿Decisión in extremis?. 10 de
noviembre de 2009. Disponible en Web: http://www.giron.co.cu
7- El establecimiento del actual estado de Afganistán se produce en 1747.
A partir de 1837 empieza la influencia británica en Afganistán. El 19 de
agosto de 1919, durante la Guerra Anglo-Afgana, el país obtuvo su
independencia del Reino Unido. En 1973 un golpe de estado derribó la
monarquía y proclamó la república. Cinco años más tarde se instaló un
gobierno comunista, pero la actividad de la guerrilla islámica provocó la
intervención Soviética que sólo terminaría en 1989 gracias a influencias
externas. Entonces se reanudó la guerra civil y en 1996 los talibán
entraron en Kabul e impusieron un régimen basado en la Sharia. En
2001 tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, una
coalición internacional invadió el país y derribó el régimen talibán.
8- La distribución de grupos étnicos es la siguiente: pastún 38%, tayikos
25%, hazaras 22%, uzbekos 9%, y Judíos Étnicos 6%. Los idiomas
oficiales de Afganistán son el persa afgano o dari 50%, el patán (en
inglés pashtún) 35%. Otras lenguas incluyen idiomas turcos
(principalmente hazara 9 a 19%, uzbeko 12% y turcomano o turkmeno
8%) 11%, así como 30 lenguas menores.
9- Véase noticia: “La ONU admite que hubo un fraude generalizado en las
elecciones presidenciales afganas”. Agencia Efe. 11 de octubre de 2009.
10- Véase noticia: “Pakistán teme efectos adversos”. Agencias/NYT. 2 de
diciembre de 2009. Disponible en Web: http://www.elpais.com/
11- A pesar de los intermitentes periodos democráticos, Pakistán
posee una larga historia de dictaduras militares, incluyendo las del
general Ayub Khan en la década de 1960, el general Zia Ul Haq en los
años 1980 y el general Pervez Musharraf a partir de 1999. Aunque fue
oficialmente Pakistán declarada una república federal, en octubre de
1999, el general Pervez Musharraf derrocó al gobierno civil liderado por
Nawaz Sharif y asumió el poder ejecutivo. Las elecciones del gobierno
local fueron llevadas a cabo en el año 2000. Musharraf se declaró a sí
mismo presidente en 2001. Un nuevo parlamento fue electo en 2002 y
Zafarullah Khan Jamali, un fiel seguidor de Musharraf, fue nombrado
primer ministro. Después de más de un año de pleitos políticos en la
legislatura bicameral, Musharraf presentó un compromiso con algunos
de sus oponentes parlamentarios, otorgando a sus seguidores dos
tercios de la mayoría de voto requerida para modificar la constitución en
diciembre de 2003. Las reformas constitucionales aprobaron algunos de
los decretos de Musharraf y retroactivamente legitimizaron su
presidencia librándolo del requisito de ser electo para ocupar su cargo.
Tras ganar las elecciones del 6 de octubre de 2007, Pervez Musharraf
había prometido renunciar a su cargo de jefe del ejército y llevar a cabo
un gobierno civil. La ex primer ministro Benazir Bhutto retornó al país
días después tras varios años de exilio, con la esperanza de un retorno
paulatino a la democracia. Sin embargo, el 3 de noviembre se produjo
un autogolpe de estado, echando por tierra las promesas de apertura e
iniciando una nueva dictadura militar con Musharraf a la cabeza. El 27
de diciembre de ese mismo año la ex-primera ministra Benazir Bhutto es
asesinada en un atentado. El 18 de agosto de 2008 Pervez Musharraf
dimitió para evitar la destitución por parte de la Asamblea Nacional que
se iba a votar al día siguiente por los partidos que sostenían al gobierno.
Le sustituyo de manera interina Muhammad Mian Soomro, presidente
del Senado, tal como tiene previsto la constitución hasta la elección de
un nuevo Presidente. En las elecciones presidenciales celebradas el 6
de septiembre, fue elegido Presidente Asif Ali Zardari.
12- Véase noticia: “Los talibanes siembran el terror en Pakistán”. Ángeles
Espinosa. El País. 29 de octubre de 2009.
Sumarios

A- El objetivo es claro; convertir la guerra de Afganistán en una guerra


contra Al Qaeda

B- Barack Obama se juega en esta guerra su prestigio y su presidencia

C- Estados Unidos ha anunciado plazos de retirada de tropas a la vez que


aumento de efectivos

D- Afganistán es el principal productor y exportador de opio en el mundo

E- Obama no centra su discurso en Pakistán, a pesar de ser el escondite


de los terroristas
Bibliografía

- Rashid, Ahmed. “Descenso al caos”. Barcelona: Atalaya, 2008.

-Rashid, Ahmed. “Los talibán”. Barcelona: Península, 2001.

-El País. Consulta en diario impreso y digital: http://www.elpais.com/

-Abc. Consulta en diario impreso y digital: http://www.abc.es/

-La Vanguardia. Consulta diario digital: http://www.lavanguardia.es/

-El Mundo. Consulta diario digital: http://www.elmundo.es/

-New York Times. Consulta diario digital: http://www.nytimes.com/

-Shurke, Astrei. Cuando más es menos: contribuir a la construcción del Estado


en Afganistán”. Informe Fundación para las Relaciones Internacionales y el
Diálogo Social. Septiembre de 2006.

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