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que
ensean
los
gobernados
desear
incesante
que sea castigado. Polo, luego de asentir en esto, se justifica en que as se sea
injusto, se es ms feliz pues e posee ms. Scrates lo har retractarse por el
hecho que es ms feliz quien est libre de la culpa de la justicia pues no recibir
castigo algo y que incluso el que se libra del castigo luego de haber sido injusto
ser an ms vergonzoso y malo que feliz.
As, para finalizar esta etapa, pregunta entonces Scrates a Polo que si han visto
que la retrica no consigue el poder y la felicidad, pues hay que cuidarse de la
injusticia, entonces, para qu sirve sta? Polo no ser capaz de justificarse y es
as que pasa a contrariar a Scrates, Calicles culpando a Scrates de haber
derrumbado las argumentaciones de los dos anteriores por errores en las
caractersticas de lo que sostenan, e injuria diciendo que debera mejor dedicarse
a cosas distintas a la filosofa que a edad de Scrates ya no vala la pena, y era
mejor ocuparse de los negocios pblicos. A dems, el antpoda de Scrates
sostiene que el bien supremo es el de saciar todos los deseos. Difcil de sostener
le resulta ya que el filsofo pone la tesis en duda pensando la idea de deseo, y
que a menos que sea limitado y preciso, es insaciable.
Se instaura Calicles en la defensa de la condicin natural de la justicia, de la
imposicin del ms fuerte sobre el ms dbil, increpando Scrates pues la
muchedumbre es ms fuerte que el gobernante y as naturalmente, se instaura
una conducta tica natural basada en el ms fuerte que el gobernante debe
aceptar. Es de este modo que Calicles equipara entonces el placer con el bien, y
frente a esto recurrir Scrates en el hecho de que no siempre hacer lo que
agrade conducir a un bien y lo hace distinguir entre placeres positivos y
negativos, que en la insaciabilidad del irreductible desear vorazmente no se
encuentra lmite y lleva a lo injusto, y es por tal que no se alcanza el bien en la
satisfaccin de los placeres a menos que estos estn limitados por lo justo y el
marco tico del pueblo como el ms fuerte.
Ya en la lnea final, Scrates ataca vehementemente el comportamiento de los
estadistas atenienses que en lugar de forma a los ciudadanos en la bsqueda del
bien, en la observacin de lo bello y lo justo -que es lo que l pretende- se