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Enero 2009

LIBERALISMO DEMOCRATICO
VS
NEOLIBERALISMO ECONOMICO

Víctor Alarcón Olguín

Una primera característica del llamado "neoliberalismo" es su apuesta por la contención


total de la intervención del Estado en la economía mediante las llamadas políticas de
choque, relativas a reducir todo aquello que se considere excedente o ineficaz dentro de
la esfera pública de producción económica. La libertad, como principio articulador e
innovador de las llamadas "sociedades abiertas" (recordando aquí la famosa expresión
de Karl R. Popper) paradójicamente se vuelve incapaz de diagnosticar diferencias en los
ritmos y las estructuras sociales afectadas, en tanto asume que habrá ciclos de rápida
recomposición y adaptación al pleno mercado. La adhesión a las fórmulas únicas en
materia económica justamente convierte al neoliberalismo en una versión conservadora,
incompleta y dogmática, que termina por separarse del propio movimiento liberal.

Una premisa que resulta crucial en el desarrollo del liberalismo, por cuanto permite
entender uno de sus principales rasgos, su sentido cosmopolita y universalista, es su
capacidad para defender la posibilidad de que todo individuo pueda tener acceso
irrestricto a los beneficios de la acción pública, con base en derechos que sean
promovidos mediante la combinación adecuada en el funcionamiento de los mercados y
el Estado.

Cualquier tipo de impedimento que aduzca consideraciones nacionalistas o particulares


olvida la premisa básica de que la libertad y la democracia, como cualquier otro valor,
pudieran ser extendibles y realizables en cualquier lugar del orbe. Especialmente, la
postura particularista de los movimientos comunitaristas es una constatación fehaciente
que ha conjuntado a posiciones tan disímbolas como el marxismo y el catolicismo
conservador, las cuales, si bien rechazan inicialmente al modernismo por su culto al
maquinismo y al individualismo, ambas también caen en la misma pretensión de
construir un orden político y económico únicos. En este sentido, cabe indicar que el
liberalismo es una ideología que no oculta sus pretensiones de crear principios y valores
de validez general.

Por otra parte, los mecanismos de dirección política siguen siendo fuertemente
centralizados y ejecutados desde arriba por las capas dirigentes, con lo que se reduce la
capacidad de convocatoria democrática para consensuar los costos colectivos del
ajuste económico, ya que carecen de una legitimidad participativa, poniendo así en
riesgo a las propias instituciones públicas. El retiro del Estado de muchas áreas de
cobertura y servicios significa contratiempos en el cumplimiento y la observancia de las
reglas del ajuste, lo que obliga al surgimiento de una diáspora de comportamientos
antisociales y antieconómicos que se caracterizan por la informalidad y el no apego a
ningún tipo de orden legal, un contrasentido si se asume la centralidad del Estado de
derecho como un medio de protección y realización para la propia ciudadanía.

En este sentido, la condena al debilitamiento moral de las sociedades es un principio


general compartido por todas y cada una de las diversas expresiones del liberalismo,
pero paradójicamente la versión neoliberal acelera este deterioro que ahora se expresa

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en mayor inseguridad en las calles, delincuencia y desconfianza ante cualquier iniciativa
social o política.

En este orden de ideas, el neoliberalismo automáticamente se convierte en un


instrumento inhibidor de los círculos productivos, además de que incrementa la
desconfianza sobre los mecanismos democráticos y, en muchos casos, termina por
afectar la aplicación y cumplimiento cabal de los sistemas de justicia y respeto a los
derechos humanos, ya que también potencia la pérdida de capacidad de los mecanismos
de readaptación social, sustituyéndolos por crecimientos en el número de policías.

Con ello, se omite la instrumentación de auténticas políticas incluyentes que


reconstruyan las cadenas de empleo productivo, y en su lugar termina por imponerse
una abierta sujeción a las nuevas fuerzas estructurantes de los mercados económicos y
políticos, como la corrupción promovida por el crimen organizado y el narcotráfico, que
terminan por imponer su lógica de organización mínima dentro de las prácticas públicas,
con lo que la capacidad de resistencia del Estado y la sociedad es cada día menor para
responder ante estas nuevas fuerzas que imponen sus propias leyes de mercado,
consumo y decisión política..La distorsión de los valores, la dignidad y la cultura de las
sociedades parece terminar por aceptar estos nuevos comportamientos y termina por
adoptarlos y protegerlos en tanto son la única aparente vía para poder sobrevivir dentro
de las informales sociedades políticas y económicas actuales.

En consecuencia, la marginalidad y la pobreza generadas por los procesos de


privatización y destrucción de los bienes públicos provocan que uno de los resultados
paradójicos de las modificaciones sin concertación de las instituciones políticas y
económicas sea precisamente el debilitamiento dual de los Estados y las sociedades. En
este sentido, el "neoliberalismo" no puede ser asumido como un sistema equivalente o
similar al liberalismo democrático clásico en su vertiente social, ya que éste asume los
principios más drásticos del ya mencionado "liberalismo", pero a la vez mantiene
inalteradas las estructuras tradicionales más autoritarias, tales como el corporativismo,
el autoritarismo, el populismo político, etc. Debemos reconocer que dicho proceso se ha
expresado, con diversos niveles, en las experiencias transicionales inacabadas de
América Latina y Europa del Este.

Bajo esta lógica, el llamado neoliberalismo se ha convertido en una ortodoxia económica


perversa, asociada con un claro neoconservadurismo político, con lo que la ecuación
transformadora de las últimas dos décadas, lanzada en contra de los órdenes sociales y
económicos atrapados en prácticas autoritarias, no sólo ha sido insuficiente, sino que
además arroja como resultado una globalización excluyente y no cooperativa.

Sin duda, esta situación manifiesta un hecho totalmente contradictorio, si se observa la


naturaleza histórica que ha impregnado a los documentos rectores del movimiento
político liberal desde 1947 -fecha en que se constituyó la Internacional Liberal, como un
esfuerzo orientado a reunir a los partidos y movimientos con orientación liberal o
radical- hasta el presente. En América Latina y Europa, los partidos políticos liberales y
radicales han tenido siempre una presencia en los debates ideológicos, pero durante la
década " de los noventa han mostrado un bajo desempeño electoral, debido justamente
a la inconsistencia de muchos gobiernos que han aducido estar adscritos a la filosofía
política liberal-radical, aunque su acción económica y política sea, en realidad,
neoliberal.

Con mucha precisión, las líneas democráticas y progresistas del liberalismo llegaron a
su máximo desarrollo a mediados de este siglo, como una propuesta intermedia y
moderada entre los fascismos y los totalitarismos. Sin embargo, el peso abrumador de
los movimientos socialista-democráticos en la segunda posguerra, así como el
resurgimiento de los nacionalismos fundamentalistas y los neopopulismos a finales del
siglo xx, parecerían hacer lejanos y obsoletos los objetivos de la Internacional Liberal.

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Para dar cuenta de algunas de sus premisas en torno a lo que podría entenderse como
liberalismo, su Manifiesto asumía como imprescindible una cooperación mundial
ordenada y regida bajo instituciones de derecho, que culminaría en la creación de
órdenes económicos y políticos justos. Dicho valor ha permanecido inalterado hasta
hoy, aunque la mayoría de los integrantes actuales de dicha agrupación difícilmente
encajan en términos prácticos dentro de tales premisas.

Cual es el futuro del liberalismo dentro de un mundo donde el valor de la moderación y


los equilibrios ideológicos no parecen ser plausibles, debido a la urgencia de las
soluciones que son exigidas en plazos más cortos y secuencias cada vez más complejas
e intensas. Ciertamente, no existe un escenario promisorio para el liberalismo
democrático, en tanto persista el principio de "libertad negativa" en el cual domina el no
compromiso social y la competencia irrestricta al interior de las economías de los
gobiernos neoliberales. Dicha situación prevalece por encima del sentido de la "libertad
positiva", que pueda colocar nuevamente la defensa igualitaria y el goce de las
libertades bajo mecanismos de responsabilidad e identidad en el centro de la reflexión.

Recuperar el aliento progresista y autocrítico del viejo liberalismo democrático sin duda
se constituiría como uno de los aspectos sustantivos al que deben enfrentarse los
procesos de reestructuración política y económica del mundo durante la siguiente
centuria. Implicará reconquistar la idea de que es posible un liberalismo con rostro
humano y alcance democrático. (Fragmento del cuaderno Libertad y Democracia,
editado por el Instituto Federal Electoral)

Pensamiento ético y político en la historia


Por Raúl Cadena Cepeda

Thomas Hobbes (1588 – 1679)

Los hombres son iguales por naturaleza.


El sistema de gobierno se debe fincar en un convenio entre ciudadanos.
El gobierno debe ser escogido por la mayoría.
Esta multitud organizada se denomina commonwealth y forma un lebiatan que es un
Dios mortal.
El gobierno establecido no está limitado por derechos legales de otras entidades.
Los ciudadanos están sujetos al convenio, pero el gobernante no.
Las leyes de propiedad están sujetas a la voluntad del soberano.
El soberano puede ser persona física o moral (asamblea)
Es mejor tener un monarca que una asamblea soberana, pues así habrá menos
favoritos. (Cada vez que cambia la asamblea, aparece una nueva generación de
millonarios).
La única limitante de la sumisión ciudadana al monarca es la integridad personal y
abstenerse de participar en la guerra.
El individuo no está obligado ante un soberano carente de poder para protegerlo.
El soberano no está sujeto a la ley del fuero común.

Benedictus Spinoza (1632 - 1677)

El soberano siempre está en lo correcto.


La Iglesia debe estar sometida al estado.
Debe existir libertad de opinión.

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John Locke (1632 – 1704)

Tesis sobre:

Gobierno:
Rechazo al principio del poder hereditario.
Aceptación del gobierno democrático de las mayorías
Separación de poderes en el gobierno (ejecutivo, legislativo y judicial).
La política tributaria debe ser aprobada por la ciudadanía.
Los conflictos entre el ejecutivo y el legislativo deben ser dirimidos por la fuerza.

Propiedad:
Derecho del particular a poseer el producto de su trabajo.
Derecho del particular a poseer toda y solamente la tierra que pueda cultivar
Los bienes valen sólo por la cantidad de trabajo invertido en ellos.

Ética:
Se define lo bueno aquello que produce placer y lo malo lo que produce sufrimiento.

Jeremías Bentham (1748 – 1832)

El individuo persigue siempre lo que cree que es su felicidad.


Lo bueno es aquello que produce felicidad.
El deber del legislador es buscar la armonía entre el interés público y el privado.
El criminal no debe ser castigado con odio, sino sólo para prevenir el crimen.
Es más importante que el castigo sea seguro a que sea severo.
La ley civil debe tener 4 objetivos:
Subsistencia (no cambie con el tiempo)
Abundancia (cubra todos los aspectos de las relaciones)
Seguridad (no se preste a ambigüedades)
Igualdad (considere a todos por igual)

John Stuart Mill (1808 – 1873)

Quienes pregonan la moral del sacrificio sólo buscan que otros se sacrifiquen por
ellos.
El orden moral es resultado de un equilibrio de intereses.
Los legisladores obran siempre en su propio interés. Solamente el equilibrio de
poderes y la opinión pública los orientan hacia el bien común.
Lo bueno es aquello que produce placer y esto se logra sólo mediante la satisfacción
de una necesidad que puede ser del orden físico, emocional, afectivo, intelectual o
espiritual.
Los deseos pueden ser buenos o malos según acarreen o no la felicidad general.
La valoración de una acción depende primordialmente de sus consecuencias y no de
la intención de la misma.

Juan Jacobo Rosseau (1712 – 1788)

El origen de las injusticias sociales se halla en la propiedad privada.


Apoya teóricamente la democracia, pero prácticamente justifica el totalitarismo.
Supone que la democracia funciona sólo en comunidades pequeñas mediante la
autocracia electiva.
Sumisión total del individuo a la comunidad.
No existen los derechos individuales, sólo existen los derechos comunitarios.
El poder supremo recae en la comunidad.

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La voluntad del soberano representa el bien común, por lo tanto siempre es correcta.
La libertad consiste en plegarse a la voluntad del soberano.
El bien común no es el bien de la mayoría, sino el bien del cuerpo político.
Las asociaciones de individuos deben prohibirse pues interfieren con la expresión de
todos los ciudadanos.

Emmanuel Kant (1724 – 1804)

La justificación moral se basa en el sacrificio.


La moral se finca en la ley.
El valor moral sólo existe cuando se actúa por el deber.
El interés personal es ajeno a los valores morales.
Importa más la intención de los actos, que el resultado de los mismos.

Gregorio Federico Hegel (1770 – 1831)

No hay libertad sin ley.


El espíritu alemán es el espíritu del nuevo mundo.
Glorificación al estado nacional.
El Estado representa el orden moral.
La realidad espiritual se logra a través del Estado.
La guerra tiene un alto sentido de mejoramiento moral.
El interés del Estado es la ley máxima, por lo que no existe conflicto entre la moral y la
política.
No existe distinción entre medios y fines.
Los ciudadanos existen en función del Estado.

Federico Nietzsche (1844 – 1900)

La virtud es cualidad de una minoría aristocrática.


Las masas deben ser controladas por hombres superiores.
La democracia es el sistema de los mediocres.
La cultura está basada en la espiritualización de la crueldad.
Lo noble es la encarnación del deseo del poder.
No existe moralidad posible fuera de los bien nacidos.
Se debe prohibir la unión de las clases inferiores, pues pueden sobrepasar en poder a
los individuos superiores.

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Comité Ejecutivo Nacional:

CARLOS FALCON NARANJO: Presidente, CLAUDIA JUAREZ GARDUÑO: Secretaria


General, DANIEL MARMOLEJO GONZALEZ: Oficial Mayor, JOSE LUIS ORTEGA
PEREZ: Coordinador de Capacitación y Educación Cívica, JORGE RETANA YARTO:
Coordinador de asuntos Económicos, JOSE LUIS FALCON MIRANDA: Coordinador
de Finanzas, NATALY DEL CARMEN: Atención Ciudadana.

Comités Estatales:

GUADALUPE NIETO ALVAREZ: Guerrero. MIGUEL GUZMAN BEJAR: Michoacán,


JUAN ALARCON: Guanajuato, JOSE LUIS BANDA: Veracruz, MAGDA RIVERA:
Tamaulipas, JOSE LUIS AYALA: Estado de México, Canek Ortega Cano: Distrito
Federal, Victor Reyes Cuautle: Puebla. María de la Luz Ortiz: Jalisco, José Luis Falcón
Naranjo: Querétaro, Daniel Marmolejo González: Morelos.

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