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1-. Introducción
La presente comunicación es parte de las del estudio llevado a cabo en el proyecto de tesis
titulado “ Estudio de las interacciones políticas, económicas y mentales en la Gran Canaria de
la Edad Moderna: un objeto de estudio las cofradías y hermandades de penitentes”.
El objetivo principal de la misma es demostrar como el espacio atlántico en general y el que
circunscribe a las islas en particular, fue un claro condicionante para la modificación asociativa
que se recrea en estos territorios al acabar la conquista. La proyección que la monarquía
española, y mas particularmente la corona castellana, hace sobre los territorios americanos se
convierte en un claro evaluador del proceso social que se estaba dando en las islas afortunadas.
La progresión de las entidades asociativas en la isla de Gran Canaria, durante mas de tres siglos,
nos permite la comparación con el sistema cofrade colonial y metropolitano, lo que da una ligera
reseña de como la mentalidad fue cambiando
Con una nueva legislación, que parte del derecho de gentes y que comienza a tener una serie de
adeptos desde los primeros momentos de la conquista americana , el sistema asociacionista cofrade
se convierte en la mejor forma de participación y de control social.
Es por ello que el paso por el gran océano Atlántico,modificó la mentalidad de aquellos
conquistadores y aventureros. El conocimiento de nuevas regiones y la necesidades de encajar
nuevas soluciones sociales religiosas y mentales , dieron como resultado nuevas formas de
relación social bajo un poder universal e indiscutible, la iglesia.
Para reinterpretar y reconstruir todo este cambio disponemos de las fuentes documentales de
cada una de las asociaciones de esta isla, que alcanzan el número de 123, hemos recurrido a
todos los Archivos Parroquiales de Gran Canaria. La cumplimentación civil se ha hecho
mediante los protocolos notariales alojados en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas y
para las legislaciones eclesiásticas y mandatos episcopales hemos acudido al Archivo
Diocesano de Canarias. Todo ello ha sido cumplimentando con trabajos, ponencias y
cominicaciones a la que hemos accedido bien mediante la bibliografía bien mediante la búsqueda
y rastreo por internet.
Es por tanto una metodología cualitativa la que utilizamos para desentrañar la importancia del
hecho al que nos referimos, pues muy a menudo debemos hacer una segunda lectura de las
informaciones que aparecen en los mismos.
El sistema comparativo es utilizado para encontrar las migraciones de nuestras asociaciones con
los trabajos hechos sobre las peninsulares y americanas.
La característica común de ambas asociaciones es que se buscaba un fin previsorio, si bien los
motivos eran diferentes. En el caso primero el móvil de unión no pasaba por ser el concerniente
al trabajo desarrollado, el segundo sin embargo era un sistema de protección basado en los
clanes y familias frente a las desdichas personales. Ambos tipos de asociación son de carácter
civil y sin interés estatal alguno.
Andando el tiempo ambos sistemas comienzan a motivar una serie de uniones que ven su culmen
con las invasiones bárbaras y su reconocimiento político con los distintos ordenamientos que en
los concilios y cortes se fueron tomando. El Liber Iodiciorum y las partidas de Alfonso X son
el producto de una recopilación en las que las cofradías, confraderías, confrarías así como las
hermandades o germanías se iban consolidando y adquiriendo un carácter social con
reconocimiento legal.
La querella ideológica del medievo entre el poder civil y el poder religioso hace que este tipo
de asociaciones se vean entre dos fuegos, legisladas por dos poderes y sin saber a cual atender. No
en vano es en este momento cuando encontramos a las cofradías como núcleos de regulación
social. Tras el renacimiento de las ciudades en el siglo XIII, encontraos como comienzan a existir
una necesidad de asociacionismo gremial que revivía aquellas collegiae romanas.
Llegados a este punto encontramos la asunción de dos factores importantes, que marcarán el el
cambio posterior. Por un lado la necesidad de unión de hombres libres para la consecución de
fines previsorios o comerciales. Por otro lado la aparición de una ideología que le da cobijo,
pero que marcara en los siglos venideros la actuación y la moral de sus miembros el
cristianismo.
Este asociacionismo fue en aumento, de tal forma que ya a mediados del siglo XV, comienzan a
existir paralelismos entre las banderías de nobles y burgueses y las cofradías. Debido a ello y
tras la Guerra Civil que asoló el reino de León y Castilla, es la propia reina Isabel la Católica la
que limita la creación de asociaciones de burgueses que pudieran controlar las ciudades. Es un
duro golpe para las asociaciones gremiales que ven como el municipio comienza a inmiscuirse
en sus privilegios y como el poder de la corona los deja en desamparo tras diversas
disposiciones.
Sin embargo no todo estaba perdido pues debido a la religiosidad de los reyes y las permisiones
que la iglesia gozaba, comienzan a tener un auge las asociaciones de tipo previsora o puramente
religiosas. Por tanto tras la conquista de Canarias, encontramos como esas asociaciones llegan
totalmente cambiadas y enriquecidas.
Cuando los conquistadores logran poner fundar sus reales en la isla de Gran Canaria, el sistema
cofrade había experimentado muchos cambios a niveles mentales sociales y religiosos.
Con estas disposiciones ya en uso, en Canarias comienzan a fundarse asociaciones de devotos que
no pasan por tener en apariencia mas fin que el religioso. En el caso de Gran Canaria, no
encontramos en todo el periodo mas cofradía gremial que la de mareantes de San Telmo, con lo
que hallamos en esta isla la primera consecuencia de la transformación social peninsular.
Por otro lado no existe un papel asistencial en las asociaciones pías grancanarias, si
entendemos esa asistencia como la descrita por Rumeu de Armas, en las que la erección de
hospitales la gratuidad de médicos el mantenimiento de asociados y demás ventajas estaban
garantizadas a sus asociados. En las cofradías y hermandades isleñas el especial interés radicaba
en la asistencia ante la muerte.
Sin embargo no todo fue deficitario en las islas. La nueva sociedad que se estaba creando fue el
germen del cambio. A diferencia de las asociaciones peninsulares que eran mas cerradas y
compuestas por iguales, las asociaciones canarias,no entienden de segregación. Si bien no existe
el mismo derecho entre los libres y los esclavos, es verdad que tanto amo como señor podían
pertenecer a un mismo ente asociativo. No es extraño que incluso se inscriban juntos o muchas
veces el esclavo antes que el patrón.
La mescolanza de personas de diferentes orígenes y costumbres dio como resultado la
focalización de tradiciones y expresiones culturales diversas y características de otros lugares.
Dignos de mención son las danzas tribales africanas que se desarrollaban cada año en las fiestas
de San Juan en Telde, los cantos de gitanos para las mismas fiestas o la aprición de costumbres
y tradiciones orales propias de otras tierras que se iban fraguando alrededor de las asociaciones.
El continuo intercambio comercial, hizo posible que la iconografía y los ornamentos que se
compraban para el culto fueran de mayor variedad y de mejor calidad, existiendo contactos
con Flandes, Inglaterra o Francia entre otros muchos. Este intercambio queda muy relacionado con
el comercio azucarero y vinícola.
Otro cambio que se observa en las asociaciones canarias es el comercial. Debido apa posesión de
bienes inmuebles o a sus rentas , las cofradías y las hermandades se convierten en pequeñas
redistribuidoras de grano y animales, lo que conlleva un cierto poder de decisión social y
económico.
Debido a ello y a la consideración social que las mismas tenían, muy pronto comienzan a ser
codiciadas por la burguesía de las principales ciudades de la isla, que veían en el desempeño de
sus cargos una distinción social digna de conseguir en una sociedad que estaba comenzando a
consolidarse.
Ello implica que aparezcan un fuerte culto a Maria bajo advocaciones que guardan relación con
la redención, con la salvación o con la ayuda a los mas desfavorecidos. Cultos como el Rosario
o la Merced, como la Inmaculada o la Soledad se preparaban en estas islas para luego dar un salto
al continente americano. Dela misma forma se mantienen cultos propios de los conquistadores
como es el caso de San Sebastián, patrón de los tercios castellanos, o san Telmo en clara alusión a
la naturaleza marinera de esta sociedad.
Lo cierto es que en pleno siglo XVII, nada tiene que ver las asociaciones canarias con sus
hermanas peninsulares, siendo las primeras mas abiertas en cuanto a la aceptación de socios y no
centrándose única y exclusivamente en la previsión sino que se configura como elemento de
control social.
Comienza a crearse un sistema de clientelismo y de jerarquías que salen fuera de lo estrictamente
gobernativo, la moral y la obediencia que la cofradía o la hermandad exigía debía conservarse
fuera de la misma, lo que extrapolaba esa jerarquización secundaria al plano comercial, familiar
y social.
Como podemos apreciar las interacciones que el marco atlántico daba a estas asociaciones
comenzaron a ser un factor diferenciador. La laxitud en la aplicación de las leyes de las corona y
la necesidad que de este tipo de asociaciones se perpetuara dieron como resultado que el modelo
se trasladara a los nuevos territorios americanos.
4 Conclusiones
Partiendo de las afirmaciones expuestas, llegamos a la conclusión de que el marco atlántico en el
que se desarrolló la conquista canario-americana, así como la importante aportación que los
diferentes estratos poblacionales e ideológicos hicieron sobre la sociedad isleña, sirvió de
elemento de cambio.
Que las asociaciones americanas y su forma de formulación son descendientes directas de las
canarias, heredando su bagaje cultural y de cambio con respecto a las peninsulares.
Podemos afirmar que las cofradías mixtas que a posteriori serán fundadas en los virreinatos
americanos, o las asociaciones en las que su mayoría se componen de negros en indios, parten del
cambio radical que se establece tan sólo unas décadas antes en las afortunadas.
La corona de León y Castilla, comenzaba a tener la necesidad de un control cada vez mayor de la
población, lo que hará que entre de nuevo en conflicto con la Iglesia por el control de las cofradías.
Este hecho desembocará en las dos desamortizaciones decimonónicas, pero dejará la vez una
fuerte herencia cultural en las dos orillas del gran océano.
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