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Alicia Poderti
(Directora)
La Hermana Mayor
Perspectivas de la Larga Revolución
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Poderti, Alicia (Directora)
La Hermana Mayor. Perspectivas de la Larga Revolución
Edición especial
Bicentenario de la Revolución de Mayo y de la Independencia
Héctor Marteau - Daniel Lopez Salort - Federico Martin Gómez – Dionel
Edmundo Filipigh - Rosana Tejerina Sánchez
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/
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Alicia Poderti
(Directora)
La Hermana Mayor
Perspectivas de la Larga Revolución
Edición Especial:
Bicentenario de la Revolución de Mayo
y de la Independencia
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Índice
Agradecimientos
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Palabras previas.
La Larga Revolución
Alicia Poderti
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I.
ESTUDIO PRELIMINAR
II.
VERSIONES DE MAYO EN EL TIEMPO LARGO
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Analecta Literaria
Comité Editorial Internacional
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VITTOR, Luis A. YEBARA, Sonia M.
Universidad Argentina John F. CEOR - Universidad Nacional de
Kennedy Rosario
CEOR - Universidad Nacional de
Rosario
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Agradecimientos
10
11
Palabras Previas
La larga Revolución
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posibilidades que ofrece la construcción de la historiografía
contemporánea, ya despegada de los moldes tradicionales y de los
arquetipos que nos mostraron las revistas que leíamos en nuestra
infancia.
Actos declamatorios como el del 9 de julio de 1816 también signan
momentos importantes en el proceso de ruptura con la península.
Pero observando en perspectiva podemos concluir que la Revolución
ordenada desde Buenos Aires, -quien se arroga el rol de “hermana
mayor”-, no fue una empresa fácil. Casi 15 años de sangre y lucha en
las fronteras móviles de los Virreinatos, con pérdidas irreparables
constituirían los síndromes de “Mayo”.
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Pero Ayacucho, que en nuestra visión, marca la fecha de nacimiento
de la gran nación independiente, también sería, en el enfoque del
tiempo largo, un hito en la historia de las sucesivas colonizaciones
que los pueblos de Sud América han desafiado. Inmigración y
desierto. Civilización y Barbarie. Diseños y figuraciones que van
mutando con los años.
Postglobalizados, hipermediatizados, asomados desde el borde del
ciberespacio, los habitantes de la nación argentina se preguntan hoy
cuántas batallas más habremos de librar hasta cristalizar una
constitución definitiva como “nación” independiente. Un relato de
coloniaje exterior e interior, de lucha por el poder. Con sangre de
inocentes que ha corrido en las últimas décadas traumáticas. Un
relato de democracias desfiguradas y amenazadas que buscan
todavía su modelo más estable.
Alicia Poderti
Buenos Aires, Mayo de 2010
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I
Estudio Preliminar
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Proceso Formativo de la Argentina
Regiones, ciudades, provincias, nación.
1. Preliminares
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El Lic. Armando Bazan es Vicepresidente y miembro de Número de la
Academia Nacional de la Historia. Doctor Honoris Causa de la Universidad Católica.
Profesor titular de Universidades argentinas. Ex Investigador de carrera del
CONICET, también se desempeñó como integrante del Directorio de esa Institución.
Miembro de las Academias de Historia de España, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay,
Brasil, Puerto Rico, Guatemala y Colombia. Entre sus publicaciones relevantes han
de distinguirse: Pavón y la crisis de la confederación. Equipos de Investigación
Histórica. Buenos Aires, 1966; Ángel Vicente Peñaloza. Buenos Aires, Hachette,
1969, Felipe Varela, su historia. Buenos Aires, Plus Ultra, 1975; Historia de La
Rioja. Colección “Historia de Nuestras Provincias” Buenos Aires, Plus Ultra, 1979;
Historia del Noroeste argentino. Buenos Aires, Plus Ultra, 1984; El Noroeste y
la Argentina contemporánea. Buenos Aires, Plus Ultra, 1992, Esquiú. Apóstol y
ciudadano, Buenos Aires, Emecé, 1996, La cultura del noroeste argentino.
Buenos Aires, Plus Ultra, 2000, etc.
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condición de “Hermana Mayor”, supeditada a la ratificación posterior
por los Cabildos del interior.
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Patagonia, anclados en el estadio primitivo de los cazadores y
recolectores.
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desde Salta hasta La Rioja y el norte de San Juan. Las fuentes
literarias y las comprobaciones de la arqueología revelan que los
diaguitas se organizaron en pueblos cuya ubicación respondía a su
género de vida y mejor aprovechamiento de los recursos naturales.
Siendo agricultores y recolectores, el agua y las formaciones
boscosas tuvieron importancia decisiva para configurar su geografía
política.
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tener en común: el “allentiak”, hablado por las parcialidades de
Tulún, Guanacache y Calingasta, y el “millcayac”, propio de los
moradores de Mendoza y San Luis. A diferencia de los diaguitas, no
basaron su economía exclusivamente en la agricultura. Ese fue el
género de vida predominante en las tribus asentadas en la ribera de
los ríos, mientras que los laguneros de Guanacache eran pescadores
y las parcialidades ubicadas en la zona montañosa complementaban
con la caza y su corta agricultura.
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pérdida de muchos hombres y arte de su caballería. El cruce se hizo
en el otoño de 1536 y al cabo de 18 meses desde su salida del Cuzco
emprendió su regreso, pero esta vez por la travesía de la costa o
“despoblado de Atacama”.
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araucanos, se le cruzó en su camino. El conquistador “chileno”
cuestionó que la ciudad fundada por Núñez se hallaba en jurisdicción
asignada al gobernador y capitán general de Chile. Ese argumento,
apoyado en una relación de fuerzas desigual, persuadió a Núñez de
Prado para trasladar su ciudad al Valle Calchaquí, y así nació la
efímera “Barco II”. El sitio no era el más apropiado, pues se hallaba
en el corazón de tribus indómitas y hostiles. Aconsejado por las
circunstancias, levantó su portátil ciudad y la trasladó a tierra de
juríes, junto al río del Estero. Quiso su mala fortuna que ahí chocara
con el arrogante Francisco de Aguirre, quien lo tomó prisionero, anuló
las mercedes de tierras y repartimientos de indios que había
concedido y resolvió trasladar “Barco II” apenas a media legua de
distancia, atribuyéndole el carácter de una nueva fundación. Así nació
Santiago del Estero (1553) y Aguirre se llevó la gloria de la primera
fundación en el Tucumán.
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respectivamente. Ninguna duró. Cuando se creó la Gobernación sólo
una ciudad trataba penosamente de sobrevivir, flagelada por la
miseria y asediada por los indios. Era Santiago del Estero, definitiva
versión de la portátil “Barco” de Núñez de Prado. No había otro
asiento español en todo el territorio argentino, por eso a ella le cabe
el justo título de “madre de ciudades”.
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territorio chileno, y más tarde intentar el poblamiento del país de
Cuyo, allende la Cordillera. La empresa fue harto difícil y consumió
muchos años. El obstáculo más serio consistió en la feroz oposición
de los indios araucanos. Empeñado en conseguir refuerzos para esa
guerra, Valdivia sube al Perú, convulsionado por la guerra civil
desatada por la rebelión de Gonzalo Pizarro. El conquistador de Chile
puso su espada al servicio del Pacificador La Gasca, triunfador en la
contienda a favor de la causa del rey. Este servicio le fue premiado
con su nombramiento como Gobernador y Capitán General de Chile,
en 1548. Calificado con estos títulos regresó a Santiago, sede de su
gobierno. Su preocupación absorbente era la guerra con los
araucanos y la experiencia le indica que carece de fuerza suficiente
para someterlos. Entonces envía a su teniente Francisco de Villagra
para reclutar soldados en el Perú. Ahí el Pacificador La Gasca lo
autoriza a levantar bandera de enganche, y cuando consigue reunir el
contingente necesario emprende el regreso por el camino del Inca.
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fertilizan el páramo con sus aguas. Hubo otros hechos que dilataron la
empresa. Valdivia halló trágica muerte en Tucapel (1553) peleando
con los araucanos y entonces se planteó el litigio por la sucesión
entre Villagra y Aguirre. La Audiencia de Lima falló desalentando los
títulos que ambos invocaron para gobernar Chile y difirió ese
pronunciamiento para el nuevo Virrey Marqués de Cañete, quien lo
recibió en Lima a mediados de 1556. Con criterio nepótico nombró a
su hijo, García Hurtado de Mendoza, como Gobernador y Capitán
General de Chile, decisión que contrarió profundamente a los viejos
conquistadores. A su iniciativa se debe el envío de expediciones al
Tucumán y Cuyo. Para la jornada conquistadora en Cuyo designó a
Pedro del Castillo, quien el 2 de marzo de 1561 asentó en el valle de
Güentota la ciudad de Mendoza, nombre escogido para halagar a su
comitente. Alzó el rollo de la justicia, nombró alcaldes y regidores
para el Cabildo, puso a la ciudad bajo el patronato de San Pedro,
trazó la planta urbana y repartió solares a los vecinos “para ahora y
para siempre jamás”. Así nació la primera ciudad española en la
región cuyana.
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Resurrección”. Pero esa denominación nunca prosperó y siguió
llamándose Mendoza “por siempre jamás”.
3. El mestizaje
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La colonización no habría podido cimentarse si no hubiera ocurrido un
generalizado mestizaje del conquistador con el aborigen. La
desigualdad numérica del blanco respecto del indígena era
abrumadora. Los exiguos contingentes que fundaron las ciudades
ocuparon tierras pobladas por tribus numerosas, pacíficas a veces,
como los huarpes, pero casi siempre hostiles y aguerridas como las
parcialidades diaguitas. Núñez de Prado trajo consigo desde el Perú
70 hombres y con ellos fundó Barco en tres asientos distintos. Su
enemigo, Francisco de Aguirre, vino desde Chile con 60 soldados y
eso le bastó para hacer el traslado-fundación de Santiago. Acabamos
de referir que San Juan se creó con 32 vecinos. Por lo demás, la
mayoría de esa gente eran varones y tuvo descendencia con las
mujeres del país, si bien esas uniones no aparecen registradas en los
libros parroquiales. Los prejuicios de la época cohibían dar estado
matrimonial a esos amancebamientos. El hijo de español y de india se
anotaba en el libro de “naturales”, sin mención del nombre del padre.
El caso del hidalgo Juan Eugenio de Mallea, fundador de San Juan, que
desposó a la hija del cacique de Angaco, bautizada con el nombre de
Teresa de Ascencio, significa un caso excepcional.
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mayoritario. Por lo que concierne a Cuyo, dicho censo demuestra que
los blancos eran el estrato mayoritario con el 42 % de la población,
aunque no deja de ser significativa la presencia de naturales y de
negros.
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excedentes para su colocación en los mercados disponibles. En lo
que atañe al Tucumán sabemos que, desde principios del siglo XVII,
se había establecido un activo comercio con Potosí, donde el sueño
minero de los conquistadores tuvo fortuita concreción. Ahí estaba la
Sierra de la Plata que buscaron porfiadamente los españoles entrados
por el Río de la Plata. La fiebre minera atrajo multitud de españoles e
indígenas y comenzó a tomar forma el milagro americano de Potosí.
Hacia 1573/75 se construyó la Casa de Moneda donde se acuñaron
los pesos fuertes o “reales de a ocho”, patrón monetario de
Hispanoamérica.
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vecinos aprovecharon el sistema indígena de canales y acequias para
regar sus chacras y huertas. Por eso una de las preocupaciones
constantes del Cabildo fue mantener limpios y expeditos dichos
acueductos. Esto aseguró el beneficio de la tierra para cosechar trigo,
maíz, cebada y desarrollar la fruticultura: durazneros y
principalmente viñas. En las estancias se criaban vacas, ovejas y
caballos. Edberto O. Acevedo consigna datos relativos al año 1604
sobre la tasación hecha por el Cabildo a esos productos. La
descripción del Fray Reginaldo de Lizárraga y la crónica de Mariño de
Lovera resaltan la importancia de la producción agrícola en Cuyo.
Esos primeros testimonios coinciden en señalar la abundancia y
calidad de sus frutos, especialmente de sus viñas. Posiblemente, los
comerciantes seguían utilizando el camino del Inca que Lizárraga
recorrió en toda su extensión. El allanamiento posterior del itinerario
hacia Buenos Aires, que atravesaba San Luis, Río Cuarto y Arequito,
permitió conducir los productos del agro cuyano en las sólidas
carreteras mendocinas.
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funcionario es de pobreza, tanto que el Cabildo no tenía ingresos por
el ramo de “propios”. La economía se sustentaba, primordialmente,
de la ganadería: setenta mil ovejas, catorce mil vacunos y diecisiete
mil caballos. La ocupación de los hombres consistía en llevar ganado
a Chile, el alquiler de mulas y desempeñarse como peones en las
tropas de carreta. La industria de las mujeres era la tejeduría de
ponchos y frazadas que se comercializaban en Chile.
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comprar a buen precio negros esclavos para sustituir al indio en los
trabajos rurales y domésticos. Ese crecimiento demográfico fue
modesto porque no hubo aquí nada parecido a Potosí, donde la
minería causó un aumento espectacular de la población que convirtió
a la ciudad en la más populosa de Hispanoamérica.
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Mucho menor era la población cuyana. En la comprensión de las tres
ciudades que formaban el Corregimiento vivían un total de 23.411
habitantes distribuidos de la siguiente manera: Mendoza, 8.765; San
Juan, 7.690 y San Luis, 6.956. A diferencia del Tucumán, aquí los
blancos eran mayoría con un porcentaje del 42 % del caudal
demográfico.
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obispado- y la Iglesia de los jesuitas, eran templos de noble
arquitectura y de sólida fábrica. Con algunas modificaciones estos
edificios se conservan como monumentos coloniales hasta la
actualidad. Salta, primero sede de la gobernación y después de la
Intendencia a partir de 1783, exhibía frente a la plaza el edificio del
Cabildo, reedificado casi íntegramente a fines del siglo XVIII. El nivel
de prosperidad de los vecinos principales, beneficiados por el
comercio de mulas con el Perú, se reflejaba en el decoro y
alhajamiento de las casas con el sello arquitectónico colonial. Varias
tenían dos plantas con balcón voladizo sobre la acera, con techos de
tejas y utilización abundante de madera tallada y hierro forjado en
puertas, ventanas y balcones.
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comodidades en las de Mendoza. El terremoto que asoló a esta
ciudad en 1861 nada dejó en pie y lo propio ocurrió en San Juan con
el sismo de 1944. Todo ello explica que la reconstrucción de esas
ciudades no haya podido conservar casi nada de la arquitectura
colonial.
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patrono. Sus miembros eran elegidos entre los vecinos principales
que formaban el patriciado criollo.
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Buenos Aires, necesitó en ese momento decisivo de la legitimación
por parte de los “pueblos” que formaban el Virreinato. La tesis de la
retroversión de la soberanía al pueblo por la vacancia del trono
español, desarrollada por Castelli en el Cabildo Abierto del 22 de
mayo, no preveía la consulta a las demás ciudades. Buenos Aires
estaba decidida a reasumir dicha soberanía en nombre de todas las
demás. Por eso la perplejidad que embargó a los dirigentes porteños
cuando Villota, fiscal de la Real Audiencia, cuestionó ese derecho que
se atribuía la capital del Virreinato. La embarazosa situación fue
zanjada con un argumento de necesidad y urgencia: la consulta se
haría “a los pueblos” pero la “hermana mayor” tomaba la decisión de
hacer cesar al Virrey y formar gobierno propio, ad-referendum de lo
que resolvieran aquellos. Así fue como cursaron circulares a las
ciudades para que en Cabildo Abierto designaran los diputados que
concurrirían a la formación del nuevo gobierno. Pero también se
decidió el envío de dos expediciones militares que la Junta puso a las
órdenes de Francisco Ortiz de Ocampo -riojano-, y de Manuel
Belgrano –porteño, como argumento disuasorio de cualquier rebeldía.
Esto creó gran incertidumbre en las ciudades del Norte que se vieron
entre dos fuegos. La reacción realista de Córdoba y la actitud
beligerante que asumieron las Intendencias altoperuanas de
Chuquisaca y Potosí, gobernadas por Vicente Nieto y Francisco de
Paula Sanz, respectivamente. El éxito acompañó inicialmente a la
Expedición Auxiliadora del Alto Perú, que desbarató la resistencia de
Córdoba y cumplió la orden de fusilar a sus dirigentes con Liniers a la
cabeza. Sabemos que en Paraguay la suerte fue adversa para el
ejército del Belgrano, lo cual significó la segregación de dicha
Intendencia del cuerpo político de las Provincias Unidas. Y Montevideo
se sostuvo como bastión realista hasta 1814.
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Al margen de la crónica militar, resulta significativo el protagonismo
que adquieren los Cabildos a partir de la Revolución. Si ellos
desconocían a la Junta de Buenos Aires, como sucedió en el Alto Perú,
Paraguay y Montevideo, el nuevo gobierno perdería toda sustentación
legal y política. Es cierto que en algunas ciudades arribeñas,
principalmente en Salta y Jujuy, hubo trabajos revolucionarios previos
que se venían desarrollando desde 1809 con José Moldes y el grupo
de abogados salteños, denunciados como “subversivos” por el Virrey
Cisneros al Intendente Isasmendi. Por su parte, el canónigo jujeño, Dr.
Juan Ignacio de Gorriti, a comienzos de ese año decisivo de 1810,
redactó un documento favorable al cambio político que circuló
ampliamente en Salta y Jujuy.
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dependientes de la Intendencia, pues cuando llegaron los oficios de
Buenos Aires casi todos creyeron prudente esperar instrucciones de la
capital. La única que se pronunció morosamente fue Jujuy, en una
actitud comprensible: por su ubicación geográfica estaba en el ojo de
la tormenta, con la amenaza de invasión por los realista del Alto Perú,
duros represores de Chuquisaca y La Paz. El diputado fue nombrado
recién el 3 de setiembre. Asistieron 75 vecinos y resultó elegido por
mayoría el Dr. Juan Ignacio de Gorriti, cuyas ideas a favor del
gobierno de los criollos eran notorias.
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evolución, y en el seno del gobierno local las opiniones estaban
divididas. En el Cabildo Abierto del 23 de junio, los partidarios del Rey
se oponen a reconocer a la Junta. Una nueva asamblea realizada dos
días después designa diputado a Don Bernardo Ortiz, pero el
subdelegado de la Real Hacienda y su gente asaltan el cuartel y se
apoderan del armamento. El giro de los sucesos es parecido a lo
ocurrido en Salta. La Junta interviene designando al teniente coronel
José de Moldes –salteño-, como Teniente Gobernador y Subdelegado
de Hacienda y Guerra. A mediados de noviembre parte a Buenos
Aires el diputado Lic. Manuel Ignacio Molina para incorporarse a la
Junta.
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También llegaron comisionados de las partes en conflicto -Buenos
Aires y Córdoba-, a fin de alegar en favor de sus causas. ¿Dónde
estaba el gobierno del Rey?, se preguntaron los sanjuaninos. “La
consternación fue general”, dice un informe de José Javier Jofré,
comandante de armas. El Cabildo quiso ganar tiempo para informarse
mejor y finalmente decidió la convocatoria a un Cabildo Abierto el 7
de julio. En medio de la expectativa de la gente reunida en la plaza,
José Ignacio Fernández Maradona, regidor decano, comunicó el
contenido de los pliegos recibidos, aclarando que la Junta de Buenos
Aires se proponía “sostener los derechos de nuestro augusto monarca
el señor don Fernando Séptimo”. Los primeros en hablar fueron los
jefes de las comunidades religiosas: domínicos, agustinos,
mercedarios y frailes hospitalarios de San Juan de Dios. Todos
apoyaron el reconocimiento de la Junta. Se opusieron a ello el
subdelegado de la Real Hacienda, el licenciado Francisco Oscariz,
criterio apoyado por algunos españoles acaudalados. Agotado el
debate, la asamblea aprobó una resolución anodina: no desconocía la
legítima autoridad del gobernador de Córdoba, peso a lo cual el
pueblo sanjuanino debía a obedecer a la Junta de Buenos Aires, sin
prejuicio de declarar su vasallaje al rey don Fernando VII. La elección
del diputado se practicó dos días después, recayendo la mayoría de
sufragios en el alférez real José Ignacio Fernández Maradona.
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en nombre de sus pares expresó que se atenían al motivo de la
convocatoria. Moreno tuvo que renunciar y, a partir de ese debate,
quedó instalado en diciembre de 1810 un gobierno verdaderamente
representativo de las ciudades que habían legitimado el cambio
político. Desde ese momento comenzaron las contribuciones de las
ciudades con hombres, dinero y vituallas para sostener militarmente
el nuevo orden.
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demora al diputado Gregorio Funes, representante de Córdoba, quien
oponía reparos a sus ideas por ser partidario de conservar la
estructura política intendencial. Abonó su nueva presentación con un
argumento difícil de refutar. “Al establecerse el nuevo gobierno
revolucionario, no se dirigió a las capitales provinciales para que
ellas, como tutoras de los pueblos interpretasen su voluntad; se
dirigió a los pueblos mismos, esto es, a los Cabildos, sus
representantes, para que éstos deliberaran sobre su destino político”.
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la sorpresa inicial fue trocándose primero en adhesión y después en
entusiasmo. Resultaba halagüeña la noticia de que por fin los hijos
del país, los criollos, habían formado su propio gobierno sin depender
del favor de un soberano distante.
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Ocampo y Juan José Castelli cuestionando la indebida intromisión en
la elección de capitulares santiagueños. Constituido en cabeza de un
partido autonomista para resistir el “despotismo” de Buenos Aires,
promovió un estallido revolucionario en diciembre de 1816 y terminó
trágicamente su vida fusilado por orden de Manuel Belgrano.
El salteño Moldes era hijo del comerciante más fuerte de la plaza. Fue
enviado a España para seguir la carrera de las armas. Trabó amistad
con otros jóvenes americanos que soñaban con la independencia de
estos dominios y se afilió a la Logia de Cádiz. Regresó al Río de la
Plata, en enero de 1809, y se comprometió con los dirigentes
porteños a trabajar por la idea de la independencia en Córdoba,
Santiago y Tucumán. Fue un patriota de la primera hora y eso explica
su nombramiento como Teniente Gobernador de Mendoza y más
tarde su actuación como coronel en el Ejército Auxiliar del Perú. Tuvo
comportamiento destacado en la batalla de Tucumán y fue diputado
en la Asamblea del año 1813. Ahí se ganó el odio de los miembros de
la Logia que eran mayoría en el cuerpo, por razón de su genio
atrabiliario y la actitud de permanente denuncia de irregularidades en
el manejo de los negocios públicos. Cuando se reunió el Congreso
General Constituyente de Tucumán, tuvo la firme adhesión de los
diputados de varias ciudades para ser elegido Director Supremo.
Fueron activos promotores de su candidatura Mariano Boedo y
Eduardo Pérez Bulnes, para quienes él significaba la mejor garantía
de la paz con Artigas y las provincias litorales sujetas a su influencia.
Pero se cruzó el veto de San Martín, quien lo consideraba un
disociador.
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más apremiante fue imponer su autoridad en todo el territorio del
Virreinato a cuyo efecto se despacharon dos expediciones militares.
Ya se ha visto que Manuel Belgrano fracasó en el Paraguay. La Banda
Oriental sostuvo su fidelidad a la Corona hasta 1814 cuando la plaza
de Montevideo fue expugnada por Carlos María de Alvear.
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negativa a producir el fusilamiento de los rebeldes de Córdoba; la
segunda tuvo como jefe a Manuel Belgrano; la tercera a José
Rondeau. No haremos la crónica de esas campañas; nos interesa
solamente la primera por las experiencias militares y políticas que
ella significó. Por de pronto, hubo una conducción bicéfala, el
abogado Castelli y el militar Antonio González Balcarce, donde el
mando político prevaleció con lamentables resultados.
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sucedió en el mando, y de los historiadores Gabriel René Moreno y
Bernardo Frías.
Una vez que el Ejército hizo sentir su autoridad en el territorio del Alto
Perú, instaló su campamento en el pueblo de La Laja, sobre el
Desaguadero. Allí, Castelli entabló negociaciones con el jefe realista
general Goyeneche, las que dieron por resultado un armisticio de 40
días. “Tal pacto fue burlado por ambas partes y mejor aprovechado
por los realistas...” En este estado ocurrió la batalla de Huaqui (29 de
junio de 1811) que fue un verdadero desastre. No hubo retirada sino
dispersión y fuga, y las pérdidas del Ejército Auxiliar fueron estimadas
en más de mil hombres. Goyeneche quedó dueño del territorio y de la
iniciativa. Reprimió la resistencia patriota de Cochabamba
encabezada por Esteban Arce y Mariano Antezada. Su vanguardia, al
mando del brigadier José Pío Tristán, avanzó sobre Jujuy.
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Estaba convencido de que para lograr el triunfo de la causa era
preciso inflamar de entusiasmo los sentimiento del pueblo, emoción
colectiva que no podía ser obviada por el más brillante cálculo
político.
Cuando llegó a Jujuy advirtió que los pueblos del Norte, enfriado el
entusiasmo inicial, estaban desmoralizados y casi hostiles. A la
derrota militar se sumaba la torpe decisión del Triunvirato de
expulsar de Buenos Aires a los diputados que representaban la
soberanía de los pueblos. Este trato agraviante era peor que la
obediencia a los funcionarios del rey, que obraban según un sistema
legal establecido. Mientras acometía la tarea de reanimar los
despojos del Ejército, quiso recrear la mística revolucionaria con una
tocante ceremonia. El 25 de mayo de 1812, en la plaza mayor de
Jujuy, hizo bendecir por el canónigo Gorriti –uno de los diputados
expulsados- la bandera que había creado. Luego las tropas juraron
defenderla hasta morir. Fue impresionante el efecto moral de esta
iniciativa. Un pueblo libre necesita convicción y no temor para
acompañar una causa política.
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”Éxodo Jujeño”, episodio heroico pero también inútil. La batalla que se
dio un mes más tarde en Tucumán pudo empañarse en Jujuy. Los
protagonistas hubieran sido los mismos y la adhesión popular no
habría sido menor.
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la arbitrariedad de gobiernos elegidos solamente por la capital. El
desafío inicial se reactualiza con todo vigor.
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10. Republiquetas y Guerra Gaucha.
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quedó deshauciado como objetivo militar y se privilegió la guerra
defensiva en la jurisdicción salteña. Para ese momento el eje de la
Revolución habíase desplazado a Mendoza, según el plan continental
concebido por San Martín, Gobernador Intendente de Cuyo.
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Unidas con la naciente nacionalidad boliviana, se pudo comprobar
que el uti possidetis generado por el proceso bélico fue decisivo. La
soberanía territorial de las Provincias Unidas quedó configurada por el
espacio geográfico que pudo retener el ejército de Güemes.
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La reunión del Congreso de Tucumán significó pues, una concesión a
los pueblos del Interior agraviados por el manejo centralista y
arbitrario de los dirigentes porteños. Hay un documento revelados.
Fray Cayetano Rodríguez escribió a Agustín Molina (10 de setiembre
de 1815) para explicarle los motivos sobre la elección de dicha sede:
“Hoy encuentras mil escollos para que el Congreso sea en Tucumán
¿Y dónde quieres que sea? ¿En Buenos Aires? ¿No sabes que todos se
excusan de venir a un pueblo a quien miran como opresor de sus
derechos...? ¿No sabes que el nombre porteño está odiado en las
Provincias Unidas o desunidas del Río de la Plata?
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Aires los útiles más diversos. El comercio local tuvo que atender el
aprovisionamiento de artículos que no era indispensable adquirir en
Buenos Aires, referidos especialmente a vestuario y comida de la
tropa.
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perspectiva del tiempo, dicha convocatoria de congreso fue una
decisión temeraria y corajuda.
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representantes de Córdoba. Los congresales del Norte carecieron de
una estrategia propia. El riojano Castro Barros, de destacada
actuación, apoyó la candidatura de Pueyrredón y preparó el terreno
para su nombramiento con una gestión ante Güemes. Consiguió que
éste deshauciara la postulación de José Moldes comprometiendo la
designación de Belgrano como jefe del Ejército del Norte para
desplazar a Rondeau, con quien el caudillo salteño había tenido
graves distancias. Pedro Miguel Aráoz, tucumano, fue siempre
solidario con la política de su hermano Bernabé, gobernador aliado de
Buenso Aires. José Ignacio Thames, fue pieza clave en la maniobra
tendiente a rechazar el diploma de Moldes, elegido por Salta pero
odiado por los dirigentes de la Logia. El doctor Teodoro Sánchez de
Bustamante –jujeño-, fue redactor del proyecto de Constitución del
año 19, centralista, aristocrática y ambiguamente monárquica, que
chocó de lleno con la voluntad republicana y federalista de los
pueblos del Litoral.
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previa de los pueblos. Argumentó en contra del gobierno monárquico
Tomás Manuel de Anchorena (Buenos Aires), quien preconizó una
federación de provincias. Los diputados altoperuanos en bloque
adhirieron al proyecto de Acevedo, pero cuando llegó el momento de
resolver la cuestión, para sorpresa de muchos, el chuquisaqueño
Serrano cambió su voto aduciendo dificultades de índole procesal.
Fue rebatido por sus paisanos Sánchez de Loria y Malabia pero un
grave incidente dejó sin definición la materia. El congresal José
Antonio Cabrera (Córdoba), denunció que los asuntos del Congreso se
manejaban con espíritu de parcialidad. Los porteños acusaron el
golpe y ellos originó un acalorado debate que consumió tres sesiones.
Así se desvaneció el proyecto alentado por Belgrano y Güemes,
sostenido por la casi totalidad de los diputados altoperuanos y
norteños y que contaba incluso con la adhesión de Godoy Cruz,
vocero de San Martín. Como ha demostrado Pérez Guilhou, la
inmensa mayoría de los congresales adhería a la monarquía
constitucional y sólo diferían en la procedencia de conferirla a un
miembro de la dinastía incaica o de las casas europeas.
61
Director a la Gran Logia después de recibirle el juramento de
obediencia a las decisiones de la corporación.
62
El ambicioso proyecto de emancipación continental desconfiaba de
las aspiraciones localistas de los pequeños distritos por entender que
la fragmentación podía arruinar el gran objetivo de la causa común.
Pronto se vería que ese ideario de unidad continental chocaba con los
sentimientos localistas hondamente arraigados en los pueblos
pertenecientes a la América española. Esta es la realidad que
manifiesta el proceso de la revolución americana. En la jurisdicción
rioplatense se insinúa progresivamente la voluntad autonómica de las
ciudades sufragáneas. En el escenario continental, más tarde, la
corriente impetuosa de las patrias nacionales haría fracasar el
proyecto bolivariano de la anfictionía americana.
63
Los partidarios del federalismo no coincidieron en el modo de
instrumentar el sistema. Primero el deán Funes y más tarde Bernabé
Aráoz y Juan Bautista Bustos, bregaron por la instauración de un
federalismo regional que conservara la integridad territorial de las
intendencias. Pero ese federalismo regional fue sumergido por el
federalismo municipal. La voluntad política y el sentimiento de los
pueblos prevaleció sobre la doctrina constitucional. Así fracasó la
República de Tucumán, auspiciada por Aráoz, que llegó incluso a
dictar su propia constitución en setiembre de 1820. Su existencia
terminó con el derrocamiento de Aráoz, en agosto del año siguiente.
64
diputación encabezada por el síndico procurador de la ciudad. Pero el
contagio autonomista estaba en marcha atizado por otros
operadores. Una reunión de vecinos principales con oficiales de las
milicias presionaron al Cabildo para que siguiera el ejemplo de las
demás ciudades subalternas. El 25 de febrero de 1820 el
ayuntamiento asumió transitoriamente el poder y declaró la
autonomía.
65
obediencia a un gobernador artiguista como José Javier Díaz. Al año
siguiente, la facción opositora de los Villafañe y Ocampo se tomó la
revancha. Provocaron un motín que destituyó a Ramón Brizuela y
Doria y devolvió a La Rioja a su situación de dependencia de Córdoba
(15 de abril de 1816). El Congreso ya estaba reunido y en su seno
brillaba el talento de Castro Barros, elegido diputado con el auspicio
del partido desalojado del poder. Denunció “el anárquico
comportamiento” de los revolucionarios riojanos y obtuvo por el voto
de los congresales la designación del teniente coronel Alejandro
Heredia para intervenir a La Rioja, sujeto a instrucciones terminantes.
El comisionado repuso a Brizuela y Doria en el gobierno, quien
desacató una orden del gobernador Díaz para presentarse en
Córdoba negándole autoridad para inmiscuirse en los asuntos
riojanos. Sin fundamento legal, el Congreso amparó esa rebeldía y
previno al gobernador que se abstuviera de ejercer acto alguno de
jurisdicción sobre el pueblo de La Rioja. Esta decisión comportaba una
maniobra política para humillar a quien había caído en desgracia con
el Directorio y el Congreso por su posición artiguista. Un año después,
cuando Díaz fue reemplazado por Ambrosio Funes, hombre adicto al
gobierno nacional, el cuerpo soberano volvió sobre sus pasos
restituyendo a La Rioja a su antigua dependencia (15 de diciembre de
1817).
La sublevación de Arequito (7 de enero de 1820), que tuvo por
cabeza al coronel Juan Bautista Bustos, creó la situación propicia para
que Córdoba reasumiera la plenitud de la soberanía. Un Cabildo
Abierto nombró gobernador interino al mismo Díaz y en la plaza una
pueblada quemó la bandera nacional y enarboló la enseña tricolor del
Protector de los Pueblos Libres. Poco después hizo su entrada a la
ciudad el jefe de la rebelión en medio de entusiastas demostraciones
de adhesión. En una proclama calificó severamente “el diferente trato
66
que habían recibido los hijos de las provincias interiores”. El 20 de
marzo fue elegido gobernador y su programa se proponía convertir a
Córdoba en eje de la política nacional. La situación era apropiada:
Ramírez y López habían derrotado al ejército directorial en Cepeda
provocando la disolución del Congreso y del Directorio. La nación
estaba acéfala.
67
Los resultados no correspondieron a los afanes del gobernador
cordobés. Él quiso reunir el Congreso a pesar de todo. En Salta había
ocurrido la trágica muerte de Güemes por bala realista en
complicidad con salteños que lo odiaban. Poco después, Ramírez, el
“Supremo Entrerriano”, terminó sus días en el norte de Córdoba
cuando huía de las tropas enviadas en su persecución. Artigas se
había exiliado en el Paraguay como consecuencia de sucesivas
derrotas a manos de los portugueses y de su antiguo teniente
Francisco Ramírez. Pero la oposición al congreso no vino de los
caudillos sino de la política porteña. Los diputados de Buenos Aires,
calificados con el mote de “espiones”, bloquearon el principal objetivo
del congreso con la tesis de que las provincias debían organizarse
internamente antes de considerar la cuestión sobre organizar la
nación. Detrás de esa operación estaba la mano de Rivadavia,
ministro de Gobierno de Martín Rodríguez, quien consideraba
“inoportuna” la instalación del congreso. El redactó las instrucciones
que limitaban las atribuciones de los diputados a celebrar solamente
tratados interprovinciales.
68
forma federal republicana y esto no está en los intereses de aquella
envidiosa capital...”
69
se regirían por sus propias instituciones hasta la sanción de la
Constitución, cuyo texto les sería sometido para su conformidad.
70
Semejante desmesura –contenida en los artículos 130 y 132- provocó
reacciones comprensibles. Córdoba y Santiago retiraron sus
diputados y poco después la Constitución fue rechazada por las
provincias. El conflicto derivó en una guerra civil. En ella cobró
protagonismo relevante Juan Facundo Quiroga, caudillo riojano de la
campaña pastora. Hombre intrépido, de rápidas decisiones, formó
una Liga con los gobernadores Bustos e Ibarra y emprendió campañas
militares sobre Cuyo y el Norte que lo hicieron dueño de medio país.
El presidente Rivadavia, desprovisto ya de sustentación política se vio
obligado a renunciar. Según la expresión de Quiroga, era evidente
que “el voto de los pueblos se uniformaba con la Federación”.
71
Río de la Plata. La disidencia no era solamente política o ideológica.
Era la lucha de una provincia rica, dueña del puerto único y de la
aduana para el comercio exterior, con las provincias pobres,
partidarias de una política proteccionista para amparar sus
producciones agrícolas y artesanales frente a la competencia
desventajosa de los géneros europeos beneficiados con el
librecambio. En 1824, los ingresos de Córdoba eran de 70 % anuales;
Buenos Aires recaudó más de $ 2.5000.000.
¿Dónde nacen los caudillos? Algunos surgieron del Ejército del Norte,
donde se formaron en una escuela celosa del principio de autoridad.
A esa extracción pertenecen Juan Bautista Bustos, Juan Felipe Ibarra y
Alejandro Heredia. Otros no tuvieron formación profesional específica
pero poseían innato don de mando y desarrollaron sus aptitudes en
las comandancias de campaña. Es el caso de Estanislao López,
Facundo Quiroga y Juan Manuel de Rosas. El manejo del poder
adquirió un acentuado carácter autoritario propio de los hombres de
armas. Esta mentalidad que también contagió a civiles prominentes
caló hondo en nuestra experiencia histórica.
72
Sostenidos por una adhesión popular incuestionable, los caudillos
fueron árbitros de la vida política durante más de veinte años.
Estanislao López gobernó Santa Fe hasta su muerte en 1838. Juan
Facundo Quiroga, sin vocación por los asuntos administrativos, es el
prototipo del guerrero que consiguió tener bajo su autoridad a nueve
provincias hasta su trágica muerte en la emboscada de Barranca
Yaco. El liderazgo regional que dejó vacante fue heredado en el Norte
por Alejandro Heredia, quien fundó un protectorado que abarcaba
desde Salta hasta La Rioja. En Santiago del Estero, Juan Felipe Ibarra
conservó el poder durante treinta años sin tentar hegemonía más allá
de su ínsula provincial. Apoyó decididamente el sistema federal pero
obró siempre aconsejado por un realismo político que nacía de la
experiencia y también de su idiosincracia.
73
contrario, elevó la “santa causa de la Federación” a la categoría de
dogma pero ningún unitario trabajó con tanta tenacidad y astucia
para cimentar el predominio de Buenos Aires sobre las demás
provincias.
74
Así estaban las cosas cuando ocurrió la revolución de las provincias
del Norte contra el poder de Rosas. Fue un acuerdo regional contra un
sistema exclusivista que conmovió nueve provincias. Para reprimirla
no bastaron los gobernadores adictos al Restaurador y fue preciso
mandar un poderoso ejército con los mejores generales del régimen y
empeñar una campaña de un año de duración. Pueblos empobrecidos
y humillados tomaron la decisión heroica de jugar su destino a cara o
cruz, sabiendo que no habría clemencia en caso de una derrota. Este
proyecto denota la vigencia de una conciencia de unidad regional, sin
la disciplina de un centro hegemónico como había sido el
protectorado de Alejandro Heredia. Esta reacción no se habría
producido de no existir causas internas estrechamente vinculadas con
la situación económica y social de los pueblos del Norte y con la
postergación indefinida del proyecto de organización nacional. Por
eso coincidieron unitarios y federales.
75
Relaciones Exteriores. De ella dependía la reanudación del comercio
con el mercado altoperuano, vital para sus economías.
76
bloqueo francés y otro en las novedades que le llegan de las
provincias arribeñas-, produce un golpe maestro de esgrima política.
Ibarra había dado hospitalidad a José María Cullen, su compadre y
amigo. El ministro de Estanislao López estaba condenado por Rosas a
la muerte civil por haber osado gestionar ante el ministro inglés y el
cónsul norteamericano la solución del bloqueo francés que
perjudicaba el comercio de cabotaje del Litoral. El Restaurador
fulminó a Ibarra con una apelación a su fidelidad. Lo acusó de haber
dado asilo a un “salvaje unitario”, quien con sus maniobras estaba
perjudicando la causa de la Confederación. Con siniestra jugada logra
definir a Ibarra atándolo a su carro político. De ese modo, las
conveniencias políticas prevalecieron sobre el sagrado deber de la
hospitalidad. Con un gesto reprensible, Ibarra resolvió entregar al
verdugo a su “compadre y amigo”.
77
Pero Lamadrid llegó a Tucumán, se presentó al gobernador
Piedrabuena –su primo y amigo- y le informó sobre la misión que le
había sido conferida. Luego de un confuso trámite, la Legislatura
sancionó una ley pronunciándose contra Rosas, a quien acusó de
abuso en el manejo de las Relaciones Exteriores y de haberse
arrogado el “peligroso derecho de hacer la paz y declarar la guerra”.
Con esos argumentos le revocaron el mandato para conducir las
Relaciones Exteriores, decisión que fue recibida con entusiasmo por
el pueblo, según refiere Lamadrid en sus Memorias.
78
El 22 de agosto se reunieron en Tucumán los diputados del Norte
para celebrar una alianza ofensiva y defensiva. Hubo
cuestionamientos procesales del gobierno salteño, pero como los
sucesos bélicos se precipitaban en La Rioja, invadida por Aldao desde
Cuyo, el Congreso verificó el nombramiento de Tomás Brizuela como
general en jefe. El 14 de septiembre de 1840, fecha de grata
memoria para la Patria, se aprobó el Tratado de la Liga. Se nombró
Director a Tomás Brizuela, otorgándosele atribuciones para dirigir la
guerra, hacer la paz y negociar empréstitos dentro o fuera de la
República. Podía, también, celebrar tratados sometiéndolos a la
ratificación posterior de las provincias signatarias. Era el jefe de un
Estado segregado de la Confederación.
79
los planes tácticos de Lamadrid y de la División Constitucional de
Salta. Y cuando llegó el momento de definir la guerra, Rosas puso en
acción a sus mejores espadas: Oribe en el Norte y Pacheco en Cuyo.
Hubo incontables combates y refriegas: la más sangrienta fue la
batalla de Angaco, donde Mariano Acha enfrentó a Aldao y Benavídez.
El 19 de setiembre de 1841 chocaron en Famaillá (Tucumán) Lavalle
y Oribe. Después de una hora de combate, el ejército de la Liga se
dispersó y su jefe con reducida escolta emprendió la retirada hacia el
Norte. Pocos días después, en Rodeo del Medio (Mendoza), Pacheco
derrotó a Lamadrid. Los vencidos escaparan de la vindicta federal
pasando a Chile con la cordillera nevada. Sarmiento ha descripto con
elocuencia este dramático episodio.
80
II
Versiones de Mayo en el tiempo largo
81
82
Sobre la Revolución de Mayo y el Interior
El momento belgraniano y los invisibles de la historia
Héctor Marteau2
2
Lic. y Esp. HÉCTOR R. MARTEAU: Profesor Titular Ordinario, Director de
Investigación, Presidente del Instituto de Estudios Laborales y Sociales, Profesor de
las Maestrías de Ciencia Política (UNLP), de DDHH (UNSa), de Filosofía Práctica
(UNMdP), autor de publicaciones propias y en colaboración, nacionales y
extranjeras. Ex Asesor Directo del Presidente R. Alfonsín y ex Secretario de
Educación –con rango de Ministro- del ex Territorio Nacional de Tierra del Fuego e
Islas del Atlántico Sur. Actual Secretario de Posgrado en el DAV-IUNA. DAV.
3
Tal como lo historiza y conceptúa J.G.A.Pocock en “El momento maquiavélico”,
Tecnos, Madrid, 2002.
83
en un gesto extraordinario como un Exodo y la variedad de acciones
ofrecidas en los comienzos de una opinión pública que está
atenazada por la herencia de los invisibles, los descartables, tal como
experimentan su propia vida los afroamericanos y luchan los pueblos
originales por su presencia diferente4.
4
Esperamos tener pronta para nuestra lectura en español la obra del escritor
Cugoano, esclavo caribeño que a fines del siglo XVIII produce un texto de teoría del
derecho y la política que desmiente la pasividad y espíritu esclavista (del amo y del
esclavo) de los americanos, según lo destaca Walter Mignolo en su Conferencia del
2006 en la Universidad Andina Simón Bolívar, ver: http://alainet.org./docs/
5
Según consta en la Biblioteca de Mayo, Tomo XVI.
84
cerrojo decisivo para el triunfo patriota. A ello cabría añadirle de
contexto para lo que sigue, la situación subjetiva que vivían en Jujuy
por las decisiones administrativas del gobierno revolucionario de
Buenos Aires, especialmente con la introducción de Juntas principales
y subordinadas, en la que estaba afectada Jujuy. Sobre estas
cuestiones hay una amplia bibliografía que es reveladora de los
pormenores de la actividad que despierta el Gral. Belgrano, que
comienza con sus conversaciones irradiadas a todo la élite local, el
ofrecimiento de la bandera que hizo jurar en febrero de 1812 en el
Paraná y la bendición por las fiestas mayas que imitara para todo el
país la Asamblea del año 1813. No obstante la reprobación por el
símbolo que le hace después el gobierno de Bs.As., el general les
contesta, entre otras palabras de su misiva oficial, con las siguientes
(cursivas nuestras): “…diré también, con verdad, que , como hasta
los indios sufren por el rey Fernando VII, y les hacen padecer con los
mismos aparatos que nosotros proclamamos la libertad, ni gustan oír
nombre de rey, ni se complacen con las mismas insignias con que los
tiranizan…”.
85
enajenando sus fincas pueda transportar con libertad…”6-cursivas
nuestras-.
9
La obra del historiador José Carlos Chiaramonte lo prueba, al punto que más
parecían ciudades-estados las denominadas provincias que estados en condiciones
de desarrollar el federalismo. Su trabajo especial sobre la provincia de Corrientes es
paradigmático al respecto.
88
La aportación metodológica que realizan quienes desde la
microhistoria han vuelto la mirada, europea en el caso más conocido,
hacia las clases o sectores populares colocadas en el rango de
subalternos, ha sido decisiva para reconstruir otra historia moderna10.
En América no existe la subalternidad, salvo que señalemos el lugar
cubierto por los pobres periféricos de la sociedad criolla, en cuyo caso
hay una relación jerárquica de superior a inferior pero en el mismo
campo de pertenencia. Precisamente la idea de sociedad criolla
plantea la singularidad de unas formaciones sociales que en ningún
caso permite el despliegue de lo que define la idea de campo. Hay
influencias, indudablemente, se produce el mestizaje, pero la
evangelización característica de la búsqueda de hegemonía
ideológica no se acompaña con propuestas de inclusión, como no la
puede haber entre un amo y un esclavo, entre un señor y la
servidumbre indígena. En todo caso, la debilidad de inserción en el
comercio global despertada en torno al Atlántico es la que produce la
pobreza en la periferia de los criollos, al mismo tiempo que amasa la
fortuna de los fuertes jerárquicamente ubicados. De modo que por la
actividad económica, por el régimen jurídico o por los fenómenos de
control espiritual, quedan por fuera de lo criollo indígenas y
esclavos11.
10
Nos referimos a Guinzburg, Le Roi Ladurie, Williams, entre otros, que como
señala Barbero, revierten “…la capacidad de acción, -de dominio, imposición y
manipulación- que antes era atribuída a la clase dominante, es traspasada ahora a
la capacidad de acción, de resistencia e impugnación de la clase dominada…”. Aquí
hay un campo que define las existencias implicadas, mientras en América tal campo
si lo consideramos como lugar de fuerzas, interacciones y negociaciones, es
demasiado estrecho en relación por los estudios de aquellos antes citados.
11
Vale la pena recordar que el trabajo remunerado no era autorizado para esclavos
y servidumbre de los pueblos originarios: la exacción era externa al mundo criollo.
89
Sin embargo el grito revolucionario de mayo ha llegado a los confines
del territorio del entonces Virreinato del Río de la Plata, ha tocado la
región que fuera la más dinámica en los siglos anteriores y que
experimenta la caída de sus actividades con la división administrativa
que impone Carlos III. Por ello es posible suponer que hubo en
Belgrano un componente carismático, una capacidad de evocación de
la futura patria y la promesa de un nuevo país para todos los
hombres, que en la acción le excede aún en su mentalidad: el exterior
en que coloca lo indio…Por coyunturas más débiles se cimentó el
cimarronaje de los esclavos y los levantamientos del Tawantinsuyu
(por ejemplo la rebelión de los Willcas, sublevación general del siglo
XVIII). ¿Por qué habrían de creer esclavos y servidumbre indígenas en
que sería para mejor lo que sobrevendría a esta rebelión política de
los criollos?
90
contradictorias, a veces ambiguas y ocasionales, sin embargo se fue
formando una corriente que amalgama la influencia del mundo liberal
europeo –sobre todo en sus representantes románticos- con la nueva
conciencia hecha al conflicto, la resistencia y la voz propia que en
siglos pueblos originales y esclavos afroamericanos fueron
experimentando por fuera del escaso ambiente público de las ideas,
de las opiniones y la publicidad de ellas. De modo que no hubo
solamente un cruce de ideas entre la centralidad que reclamaba
Bs.As. y el peso del mandato imperativo que amenazaba desde el
interior, aunque aquellas otras ideas circularan por ámbitos de lo
clandestino, el ocultamiento y el disimulo, tal como habían obtenido
sobrevivir tras largos siglos de opresión colonial y expoliación al
grado de vidas desechadas.
91
La Emancipación Continental
Y los Precursores de la Independencia
Alicia Poderti12
92
Güemes y de la Provincia de Salta o sea de la Independencia
Argentina. La imagen de Güemes que presenta Frías rectificó el
enfoque parcial e incompleto que circulaba hasta entonces en torno a
la figura del héroe gaucho, describiendo la intrincada escena socio-
política en la cual Güemes actuó.
13
Benita Campos nació en Salta en 1882 y se recibió de maestra en la Escuela
Normal en 1901. Colaboradora de los diarios locales, como el períódico El Cívico,
fundó y dirigió la revista Güemes, en la que plasmó su objetivo de resaltar el
accionar de las figuras de los principales héroes de la emancipación americana.
Falleció el 26 de agosto de 1925 en ejercicio de su labor docente. Benita Campos
fue una mujer de avanzada que rompió con los cánones tradicionales de principios
de siglo, en el que la mujer sólo debía ocupar el espacio del hogar y de la familia,
dejando a los hombres otros ámbitos de acción, como el periodístico. Es loable la
iniciativa de la directora de Güemes, que va más allá de los condicionamientos de
su tiempo y transgrede aquellas fronteras entre el espacio femenino privado y el
público. El resultado es una revista de formas cuidadas no sólo en lo estético, sino
en la esencia misma, ya que intenta ser un vehículo de revalorización de nuestra
identidad regional, elevando las figuras del General Güemes y de la escritora Juana
Manuela Gorriti a un lugar nunca antes propuesto.
93
historiografía escrita desde el centro hegemónico del país restó
importancia a la actuación heroica en la guerra de la emancipación
del General Martín Miguel de Güemes. La tradición historiográfico-
literaria se inscribiría en un movimiento pendular que va desde las
versiones que contribuyeron a su culto idealizado o las corrientes que
lo recluyeron en un Olimpo “Clase B” (Cfr. Luna, 1972).
14
La cita pertenece al números original de la Revista Güemes dirigida por
Benita Campos entre 1907 y 1921, cuyos ejemplares fueron consultados en el
Archivo Histórico de Salta. La negrita es nuestra.
94
Continuando con el itinerario historiográfico de recuperación de la
gesta güemesiana, la publicación de la Historia de Güemes de Atilio
Cornejo, en 1946, constituye otro de los hitos en la historiografía
salteña que explora el complejo proceso político en el que se
introduce el líder independentista. El discurso argumentativo de
Cornejo se propone revertir el efecto de los relatos adversos a
Güemes. En este sentido, su texto previene constantemente acerca
del papel que han desempeñado las pasiones en la construcción de la
figura del guerrero, trabajando un conjunto de testimonios que
abrevan tanto en la tradición oral como en la escrita.
95
marco, la escritura de la historia argentina propuesta por Bazán se
aboca a la tarea de reintegrar la multiplicidad del pasado nacional,
antes circunscripto a la epopeya de Buenos Aires.
Hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX, la trascendencia del
movimiento encabezado por José Gabriel Túpac Amaru es recuperada
por algunos hombres claves en el proceso independentista
americano: el ecuatoriano Francisco de Santacruz y Espejo, el
mendocino Juan José Godoy, el peruano Juan Pablo Viscardo Guzmán,
el bogotano Antonio Nariño y el caraqueño Francisco de Miranda. En
el grupo de libertadores que promueven el ideal incaico, debe
incluirse a Simón Bolívar, quien en la carta profética de Jamaica ataca
las grandes lacras del régimen indiano: la esclavitud y el tributo.
96
figuras prominentes del proceso emancipatorio, como San Martín,
Belgrano, Pueyrredón y Güemes fueron quienes promovieron el
modelo de la monarquía incaica.
97
breve la dinastía de los Incas, veamos sentado en el trono y
antigua corte de Cuzco al legítimo sucesor de la corona?"
(Güemes, 1982, III: 473).
98
la masacre de 1781. Esta petición fue acogida por un decreto de
Bernardino Rivadavia, el 24 de octubre de 1822.
99
caudillo de la lucha fronteriza contra la dominación ibérica. Dos
hombres de procedencias étnicas y sociales diferentes, pero ambos
capaces de movilizar a las masas populares en torno a un ideal de
liberación continental.
Perspectivas
100
decisivamente hacia la ruta del mercado británico, que ofrecía mayor
solidez que la estructura española. Desde 1810, una pieza esencial de
aquel espacio – el Alto Perú- estaba en manos realistas, lo que
clausuraba la ruta del Norte. A partir de ese momento, las fuerzas
económicas regionales –y especialmente las de Salta- buscaban
restituir esa vinculación altoperuana (Cfr. Halperín Donghi, 1972).
101
102
Bibliografía
103
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Ultra.
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Túpac Amaru y el Noroeste argentino, Buenos Aires: Corregidor.
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las pasiones”, en el libro Historias de Caudillos Argentinos, Buenos
Aires: Alfaguara, Taurus, Aguilar, Altea. Tomo coordinado por Jorge
Lafforgue con prólogo de Tulio Halperín Donghi. Quinta Edición
(Pocket) 2002, Buenos Aires: Suma de Letras Argentinas, colección
Punto de Lectura.
104
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históricas y ficcionales”, ponencia del UNDÉCIMO CONGRESO
NACIONAL Y REGIONAL DE HISTORIA ARGENTINA, organizado por la
Academia Nacional de la Historia, Córdoba, 20 al 22 de septiembre de
2001.
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TORINO, Luis Arturo , 1992, Los Gorriti de la Gesta Güemesiana, Salta:
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ZINNY, Antonio, 1921, Historia de los Gobernadores de las provincias
argentinas, Buenos Aires: Administración general, Vol. V (Salta -
Jujuy).
105
106
Córdoba:
El adiós y los inicios en 1810.
Tal vez amaneció tras una noche de luna menguante. Tal vez hubo
niebla en aquel amanecer de mediados de Mayo de 1810. Tal vez eso
impedía ver aquel navío inglés en toda su eslora, mientras se
aproximaba para tirar sus amarras en el puerto de Buenos Aires. Lo
cierto es horas después de atracar aquel navío, rápidamente se
difundieron las graves noticias que traían oficiales y tripulantes.
Incluso, algunos de éstos las confirmaban con movimientos de cabeza
y frases de un castellano torpe con acento bávaro. Lo cierto es que
los franceses se habían apoderado de Sevilla, que los miembros de la
Junta Central habían huido a Cádiz y a la isla de León, que se había
formado un Consejo de Regencia que se mantenía leal al rey
Fernando VII, pero sin poder efectivo. O sea que un militar de
cuarenta años, nacido en Córcega, pintado por Dominique Ingres con
cejas finas, larga nariz recta, mentón partido, llamado Napoleón
Bonaparte, era en realidad el dueño de los pueblos de los Virreynatos
españoles. Ni los oficiales ni los tripulantes de aquel navío español
imaginaron lo que sus comentarios originarían en aquella ciudad
chata, de siestas lentas y perros gordos, donde los acontecimientos
sociales eran las recatadas fiestas en alguna casona o los encuentros
15
DANIEL LÓPEZ SALORT. Ensayista y escritor. Ha publicado Alto Murmullo y
Presencias de lo Sagrado. Director de la revista Konvergencias, Filosofía y Culturas
en Diálogo. Miembro del Traductorado y Lectorado de Polylog: filosofar
intercultural, Munich; del Consejo Editorial de Revista de Observaciones Filosóficas,
Valparaíso; y de Archivo Filosófico Argentino, del Centro de Estudios Filosóficos de
la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. Es Profesor de Lengua Inglesa,
traductor y ha cursados estudios de Filosofía y Arte en la Universidad Nacional de
Córdoba. Ha recibido entre otras distinciones el Premio T. Karamaneff, Embajada
de Bulgaria, Argentina.
107
para el rezo en una catedral más ancha que alta -como simbolizando
más las preocupaciones terrenales que los misterios divinos-, donde
los jóvenes se reunían para admirar los pechos y los muslos de las
mulatas lavando en el río, donde el bostezo de la vida se había
quebrado años atrás con las invasiones de aquellos soberbios
ingleses finalmente derrotados.
108
aprovechar las riquezas provenientes de América: si hasta los
trabajos más necesarios como los de herrería, esquila, curtiembre,
eran vistos como menores o decididamente deshonrosos. Su dominio
se había convertido en mala palabra en el Río de la Plata. Desde
España no llegaban a las colonias todos los productos que éstas
necesitaban, y dado la imposición de exclusividad de comercio, el
contrabando de mercaderías en uno y otro sentido se fue haciendo
costumbre y estilo, especialmente con ingleses y portugueses, con los
que se lograban mejores precios. Además, cuando la doble invasión
de la corona británica, España aportó nada para defender a Buenos
Aires. Y los criollos eran cada vez más en número que los españoles
pero no en el peso de las decisiones. Hasta en el clero se notaba la
profunda división entre los peninsulares y los nativos. O sea que el
rey no daba ni bienestar ni seguridad. La burocracia carecía de
talento de gestión precisamente para su responsabilidad
fundamental. Era evidente que las rentas del Estado crecerían por la
apertura del puerto a los barcos de cualquier bandera. Cuando los
franceses depusieron a los borbones y cruzaron su territorio
ampliando su poder hasta Portugal, el momento de los primeros actos
de libertad se anunciaron solos. Oficiales y tripulantes de aquel navío
inglés de mediados de Mayo hicieron emerger públicamente la
pregunta que muchos susurraban en privado: ¿a qué seguir
dependiendo de lo que no servía y se podía dejar de lado? Esta
pregunta contenía las ideas que venían semillándose: las que llevó a
Luis Capeto y María Antonieta a la guillotina en 1793, las de Francisco
de Miranda, las más lejanas del jesuita Juan Pablo Vizcardo y Guzmán,
quien en 1767 había escrito: El Nuevo Mundo es nuestra Patria, y su
historia es la nuestra, y en ella es que debemos examinar nuestra
situación presente, para determinarnos, por ella, a tomar el partido
109
necesario a la conservación de nuestros derechos propios y de
nuestros sucesores.
110
deliberaciones en silencio. Ahí estaba Paso, más bien bajo y de rostro
vertical, el matemático Paso, el siempre sonriente Paso, el Paso con
fama de mujeriego, quien respondió con contundencia que Buenos
Aires obraba como una hermana mayor, custodiando ese derecho de
todos los pueblos del Virreynato, puesto que no era prudente atesorar
demoras. Habría que agregar ahora que, finalmente, fueron mayoría
los votos contra el Virrey Cisneros, que se nombró una Junta de
Gobierno a la espera de los diputados de las provincias, que se
ensillaron y partieron los caballos que llevaban sobre sí los
comunicados de los sucesos como banderas de la independencia.
111
nuestra rebelión e infidelidad contra el legítimo soberano, dueño y
señor de América, y de las vidas y haciendas de todos sus hijos y
habitantes.
112
dorados y negros de sus lanas. Porque aquí todo comenzó por la
declaración de principios y voluntades.
113
Victoria: no se alcanzaba a los mil hombres. Era imprescindible
dinero, y mucho. Se tomó un empréstito de Juan Larrea, quien
además donó su sueldo (el mismo Larrea que muchos años después
se suicidaría por sus tropiezos políticos y su ruina económica). Se
recibieron donaciones de Gervasio Posadas: seis meses de sueldo y
mil quinientos pesos; Belgrano y Matheu también rechazaron sus
sueldos; Saavedra, que recibía ocho mil pesos, aportó cincuenta, y
Moreno trajo seis onzas de oro. Los soldados y sus jefes marcharon
hacia Córdoba, y a medida que se acercaban eran aclamados en los
pueblos por los que pasaban. Las provincias cuyanas decidieron
enviar diputados a Buenos Aires, y tanto el Deán Funes como su
hermano Ambrosio agitaban Córdoba contra Liniers: los vocales
comenzaron a faltar a las urgentes sesiones del Cabildo, de noche los
hombres reclutados por Liniers desertaban en grupos cada vez más
numerosos. Acostumbrado a los cambios en pleno combate, Liniers
comprendió que era urgente moverse, y las dos luces del crepúsculo
lo vieron partir. Al día siguiente, el Cabildo cordobés adhirió a la
revolución y fueron recibidos con repiques de campana Ocampo y
Vieytes al frente de las fuerzas que venían desde Buenos Aires.
114
despedir a los oficiales fieles, abandonar los coches. Todos montaron
en sus propias cabalgaduras, llevando algunas mulas de carga. El
obispo Orellana tomó hacia la derecha de donde estaban, Liniers se
dirigió a las sierras, el resto siguió el camino de las postas. Balcarce
esperaba este movimiento y dividió sus hombres en varias partidas
que cubrieron los caminos posibles. Pasaron otros tres días. En la
noche del monte, sus subordinados le hicieron señas al Ayudante de
Campo Urien: más allá había unas leñas ardiendo. La partida se
ocultó y fue silencio. Enseguida los vieron: dos paisanos cuidaban
varias mulas mientras se cuidaban del frío. Uno de ellos, el moreno,
contó que Liniers estaba a poco menos de una legua, en una choza. Él
lo sabía porque ahí lo había ocultado después de que Liniers le
pagara para hacerlo. Señaló el lugar con más precisión: era cerca de
Chañar. Estaban durmiendo cuando la partida los atrapó, bayonetas
en el pecho. Quizás a la distancia se oyó el canto de un crespín. Urien
ordenó revisar los equipajes, y tomó lo que había en joyas, monedas,
billetes. Los llevaron atados manos atrás, mientras uno de los
subordinados le preguntaba a Liniers si era verdad que estaba frente
al que había derrotado a los ingleses y Urien lo callaba con un
ademán. La orden de Buenos Aires era cristalina: En el momento en
que todos o cada uno de ellos sean pillados, sean cuales fuesen las
circunstancias, se ejecutará esta resolución, sin dar lugar a minutos
que proporcionaren ruegos y relaciones capaces de comprometer el
cumplimiento de esta orden y el honor de V.E.
115
una beca otorgada por Liniers que pudo estudiar en Córdoba, y tan
luego con Funes. Para éste, la boca de las armas no era el camino
mejor, si hasta había un sacerdote entre los prisioneros. Ocampo
decidió trasladarlos a Buenos Aires. Algunos soldados fueron
apalabrados para que informaran a Liniers que se había organizado
una fuga, pero Liniers se negó, pensaba que en Buenos Aires podría
hacer cambiar de ideas a la Junta. Midió mal las circunstancias.
¿Habrá confiado más en la gloria que había adquirido que en su olfato
militar de que los pueblos del Virreynato hacía rato se preñaban de
los deseos de libertad? ¿No advirtió que la mayor parte de la
dirigencia revolucionaria era nacida aquí, sin experiencia en funciones
de gobierno ni en administración de Estado, que no buscaban un
cambio de nombres sino una transformación absoluta? Urien fue
relevado porque sus hombres se cansaron de sus borracheras y sus
robos. Mariano Moreno se anotició de todo esto y ordenó a Castelli
que cabalgara hasta Córdoba y cumpliera la orden. El comandante
Domingo French tomó de Ocampo la responsabilidad de los
prisioneros, a quienes se les quitó los cuchillos que tenían para
comer, aunque se les permitió seguir con los estribos en las
monturas. A dos leguas de Cabeza de Tigre, los esperaba el teniente
coronel del cuerpo de húsares, Juan Ramón Balcarce, hermano de
Antonio, de quien una de sus partidas los apresaran. Aquél ordenó
que los criados no continuaran la marcha, que se quedaran con los
equipajes. No hizo falta más precisiones: los prisioneros se dieron
cuenta de lo que sucedería. Había un monte cerca: el Monte de los
Papagayos. En el camino se toparon con Rodríguez Peña y Castelli.
Éste ordenó que los bajen, les leyó la sentencia, les dio cuatro horas
para poner en orden sus cosas. Liniers y Allende se confesaron con el
Obispo Orellana quien, también prisionero, no fue ejecutado dado su
condición religiosa. Los restantes se confesaron con el Padre Jiménez,
116
sacerdote de la zona. A las once y media, al parecer con los ojos
vendados, los prisioneros oyeron a Balcarce que desenvainaba su
sable y lo levantaba, oyeron a Castelli y a su orden, oyeron el inicio
de los disparos. Liniers también pudo oír a French cuando lo remató.
Ninguno oyó los pájaros porque seguramente hacía rato que habían
callado. No es descabellado suponer que el aire y la pólvora quedaron
unidos hasta la tarde. En una zanja junto a una iglesia, en Cruz Alta,
los tiraron. Alguien escribirá con los años que los primeros muertos de
la Patria Nueva eran los héroes de la Patria Vieja. Es que en tiempos
de guerras se vive el tiempo como una sucesión de vísperas, el hoy
es apenas deseo de un mañana donde todo acabe y se resuelva en
beneficio del anhelo propio. El tiempo es una sucesión de combates y
caídas, cuántas son las heridas de uno y cuántas las ajenas. La
felicidad es apenas que no he muerto hoy, y la esperanza es que ojalá
no muera mañana.
117
fueron subidos al bergantín Gravina, para yacer desde entonces en
Cádiz.
118
aún por otros diecinueve años. Supo de otras cumbres y otros
abismos. Escribió en la Gazeta con el seudónimo de El Ciudadano
sobre la democracia como principio de organización del país que
nacía, de las instituciones que eran necesarias, del federalismo de las
intendencias. Levene pensó que sus ideas constitucionales siguieron
de cerca de las de Moreno. Cuidó de las reformas que había
introducido en los estudios universitarios en Córdoba, donde se
conservó a Aristóteles en cuanto a las virtudes, pero se abrieron los
programas a la física, a la historia de la filosofía, a las matemáticas, a
Condillac y a Malebranche. Escribió: Confesemos de buena fe que en
los gobiernos despóticos se ha hecho servir la religión para dar un
carácter de santidad a las pretensiones más injustas. Si uno observa
que fueron alumnos suyos Lafinur, Juan Cruz Varela, José María Paz,
Vélez Sársfield, comprende que la literatura, la lucha militar, la
redacción del Código Civil Argentino, tuvieron en él un propiciador de
fuentes. Profundizó las críticas a Bartolomé de las Casas por la
postura de éste ante la esclavitud de los negros en las colonias
americanas. Escribió el Ensayo de la historia civil del Paraguay,
Buenos Aires y Tucumán, tal vez por aquello de Cicerón: Ignorar lo
que precedió a nuestro nacimiento es vivir siempre en la niñez. Con
una prosa culta, siendo Tácito el modelo y Plutarco el trasfondo, contó
no sólo hazañas memorables e imperios destruidos, sino también
crueldades, los efectos tristes de un gobierno español opresor.
Groussac lo vio vanidoso e intrigante, con una escritura de ideas
cortas diluida en frases largas, y en verdad no soportó que Funes no
estuviera junto a Liniers cuando éste decidió estar contra la
independencia naciente, aunque se cuidó de decirlo abiertamente
porque su solidaridad como francés pudo más. Se negó a ponderar
todo lo que Funes hizo para que no mataran a Liniers. Se negó a
ponderar que en los planes realistas figuraba el destierro o algo peor
119
para Funes, ya que hubo voces a favor de la muerte del deán en caso
de triunfo. Funes supo de acusaciones y cárcel dos veces. En sus
escritos no faltaron los argumentos sólidos para la libertad de
imprenta, y para la división de los poderes institucionales. Ya viejo, le
escribió a su hermano Ambrosio: Si no haces uso del telescopio que
dejé en ésa, te estimaré me lo mandes. En sus últimos años lo
ganaron hondas melancolías, enfermedades derivadas del escorbuto
–lo que prueba sus pobrezas y miserias-, representó temporalmente a
la Colombia de Bolívar, cobraba una pequeña pensión de Bolivia por
un deanato que le habían otorgado y la representación como
Encargado de Negocios que en algún momento cumpliera, recordaba
con nostalgia los bienes de su familia que fueran expropiados por el
virrey Acebal del Perú cuando él adhirió a la revolución. Fue
vendiendo uno a uno los libros de su impar biblioteca, luego la
Enciclopedia de Diderot, más tarde su colección de raros manuscritos.
Había que comer, conseguir remedios. Ejerció la traducción de
Daunou: Ensayo sobre las garantías individuales que reclama el
estado actual de la sociedad. Ahí proclamó en una de las notas de su
prólogo: El temor a las leyes es saludable; el temor a los hombres es
origen funesto y fecundo de crímenes. Salió a pasear en crepúsculo
de Enero de 1819 por un parque levantado por los ingleses en Buenos
Aires, caminó entre árboles frutales y canteros barrocos de flores, y
ya no volvió.
120
libertades, o los más de quince en el Congreso de Tucumán en 1816.
Sarmiento dijo que hubo un instante en que algunos fueron la
frontera entre la colonia y la república, como el dios Término de los
antiguos, con una cara al pasado y otra a lo que vendrá, habiendo
sido Funes uno de ellos. El Deán Funes no fue teólogo, fue un
pensador de los derechos al modo de Francisco de Vitoria. Antes que
el púlpito, cultivó la historia. Prefirió la independencia de las
Provincias del Río de la Plata a la sólida amistad que tenía con Liniers,
se negó a seguir a Moreno y a tantos otros porque abrazó a los
pueblos del interior y no el centralismo decisional de Buenos Aires.
Perdió todos sus bienes materiales y con eso se ganó una vejez
apenada. No dejó hijos sino ideas, no tuvo romance mayor que con un
suelo americano libre del dominio español. Todo lo esperó de esto.
Todo en él se hizo desde la soledad íntima. En una carta a
Monteagudo le confiesa: Véame usted aquí, recogiendo por fruto de
mis tareas, en una edad septuagenaria, vivir como un triste
pordiosero a expensas de la providencia. No le hubiera gustado saber
de tantos que terminaron como él. Negó siempre ser jansenista,
precisamente porque no creyó en otra predestinación que no fuera la
de la libre voluntad personal y colectiva. No tuvo el ardor del místico
ni los traspasamientos de límites que suelen derrotar a éste. Miró la
historia desde la libertad americana pero habitó en sus principios
religiosos. Quizás, a la hora de elegir, haya que recordarlo procreador
y habitante de lo que sugieren aquellos versos del escocés Robert L.
Stevenson: las torres que fundamos y las lámparas que encendimos.
Hay seres a los que podemos pensar sin el paisaje que los instituyó:
Inmanuel Kant es ejemplo de esto. En otros es imposible: no se puede
evocar a Germán Arciniegas sin oír el oleaje del Caribe que lo
habitaba. A mí se me hace que a la primera categoría perteneció
121
Liniers, siempre tal fiel a la monarquía española como primer rasgo,
estuviera donde estuviese. La obediencia al Rey fue superior a su
destino naval. Y el Deán Funes a la segunda: en cada línea, en cada
acto de su vida, lleva su suelo americano como tantos otros
contemporáneos y posteriores suyos. Es más: tal vez haya que pensar
que el suelo americano, por entonces casi desértico, fue el que
escribió a Gregorio Funes. Porque no fue una tierra inmóvil la que
vivió, sino una llena de movimientos con sentido de cambios. Liniers y
el Deán Funes se diferenciaron por los defensas históricas de sus
convicciones, se igualaron por sus devociones a la madre de Aquél
que nació en un establo. Que la muerte no es distinta de la vida que
la elaboró lo muestra que ambos, voces que negaron o elaboraron el
adiós al sistema colonial y los inicios de la independencia, yacen
símbolos: Liniers en España, en el gaditano Panteón de Marinos
Ilustres, y Funes en su Córdoba, en el atrio de la Catedral, tras subir
las blanquecinas escalinatas.
122
Bibliografía
124
125
Una relación hecha de rupturas
Dionel Edmundo Filipigh16
Introducción
16
Dionel Edmundo Filipigh. Obtuvo el título de Profesor en Historia en el Instituto
Universitario de Formosa, reconocido por la UNNE. Profesor, Coordinador, Director y
Supervisor de cátedras en el secundario y en la Universidad Nacional de Formosa.
Ha conducido durante más de 10 años trabajos de investigación en el Nivel
Terciario del Instituto Santa Catalina Labouré en Clorinda. Ha publicado en diarios
del medio local. Actualmente se desempeña como Profesor Adjunto en la
Universidad Nacional de Formosa, frente a las cátedras de Latín, Griego. También
dicta Historia de la Lengua española en el Profesorado de Letras y en el Profesorado
en Historia, Historia Argentina II e Historia Contemporánea II.
126
Como lo diría Ricardo Nasif al hablar del docente investigador, no se
puede ser neutral. No estamos investigando entes de razón, somos
como aquellos hombres y mujeres, cerrados de temporalidad y
ubicación. No seremos perfectos. Es lo último que se pretende. A
veces lo óptimo es una oposición a lo bueno.
127
del Río de la Plata, en 1617, por Real Cédula del Rey Felipe III. Y la
primera división con capital en Buenos Aires y en Asunción trae
aparejado el problema de límites que se mantendrá latente hasta
1811 y después, hasta más tarde aún.
17
Nos exime de originales el buen trabajo de don Vicente Sierra en "Historia de la
Argentina" de la que hemos tomado la información como fidedigna. Véase Sierra,
Vicente. Historia de la Argentina. Tomo II Libro Primero Capítulo 8. Editorial
Científica Argentina. Buenos Aires 1972. Pp. 127-130.
128
una piltrafa por el golpe de la espada que lo desarmó por la
impotencia y la ironía.
18
Ibidem. Tomo III. Libro III pp.468-470
129
II.- La secesión perdurable
Hay que destacar (para continuar con esta suerte de lógica que nos
hemos propuesto) que mientras en Asunción aparece fuertemente
presentada y representada la figura del Gobernador, en Buenos Aires
se eclipsa. Las instituciones virreinales, donde puntualmente no hay
que ignorar la presencia de la persona que ejerce las funciones de
Virrey le dan a Buenos Aires una impronta diferenciada del resto de
las capitales de Intendencia.19
19
Como no es el tema que atañe, se dejan los siguientes interrogantes: ¿Habrá sido
don Pascual Ruiz Huidobro, teniente general quien se desempeñaba como
Gobernador de la Intendencia de Buenos Aires? De ser así ¿por qué entre las
autoridades no ostenta el título de Gobernador? Y quizá la más preocupante ¿toda
la Intendencia de Buenos Aires dependía del Virrey? Porque de ser de esta manera,
mucho antes del Directorio de Posadas, el gobierno unipersonal ya estaba instalado
en lo que devino en el tiempo en llamarse Provincias Unidas del Río de la Plata. Y
por lo tanto, la tesis de la hermana mayor no es más que un relato de lo que ya
ocurría desde hacía tiempo. Interrogantes, nomás. No tengo las respuestas.
Comentario personal. Realizado un análisis de los datos proveídos por "Ideario de
Mayo". Compilación y estudio preliminar de Narciso Binayán. Editorial Kapelusz.
1960 pp.3-39
130
Mientras Buenos Aires apela al Virrey para que autorice al Cabildo
Abierto, en Asunción es el Gobernador el que convoca.
131
En la documentación aparecen dos preocupaciones: una que
podríamos decir agorera “si llega el desgraciado momento de saber
sin duda alguna, la pérdida absoluta de la Península”. Como dirá más
adelante Saavedra en sus Memorias respecto a quien no creía a
ciencia cierta que Napoleón dominaría todo. Este presagio agorero,
pretende tener dos reaseguros: por una parte que con este gobierno
provisional se busca mantener la unidad y llegado el momento del
presagio antes mencionado “se halle el distrito del Virreynato de
Buenos Ayres sin los graves embarazos que con la incertidumbre y la
falta de legítima representación del Soberano en España a la
ocupación de los franceses…”20
20
El entrecomillado corresponde al texto del Acta del 27 de Mayo cuyo facsímil
fuera reproducido en la obra de Vicente Sierra en el tomo V. O.C. p.19
21
Es un parecer (nota del autor)
132
El juramento de fidelidad al Consejo de Regencia, un acto que
podríamos titular de conservador, parece el detonante de la
enemistad con Buenos Aires. Pareciera que el contraste que se instala
es:
22
Texto citado en Sierra Vicente o.c. Tomo V Libro I p. 195
133
por el contrario, expulsar a los sospechosos y en caso de resistencia
ordenar la muerte del Obispo y del Gobernador.
23
Texto citado en Sierra, Vicente. O.c. Tomo V pp. 194-195
24
Alberdi, Juan Bautista. La omnipotencia del Estado es la negación de la libertad
individual.
134
La imputación a Moreno de este tipo de acciones está respaldada por
la comunicación de los embajadores ingleses y por el cambio de
rumbo dado a las instrucciones recibidas, una vez que de la Junta
Provisional se pasó a la Junta Grande. Los términos se suavizan, si
bien la expedición continúa.
25
Foucault, Michel. Arqueología del saber. Siglo XXI
135
Establezcamos que la Junta de Buenos Aires nunca fue reconocida en
España, que por el Virrey depuesto, el Consejo de Regencia envió
otro, don Javier de Elío26 sobre todo como ya lo insinuamos, ya en
1810 Napoleón salía de una España invencible y luego se dirigiría a
Rusia. Este aserto que era ya observable en 1810, para luego de las
derrotas de Belgrano en Paraguary y Tacuary,27 eran obvias para
1811. A Belgrano la Junta Grande ya le había disminuido la violencia
de las primeras instrucciones de septiembre de 1810.
26
Cuántos - entre quienes me incluyo- no hemos encontrado en esos juegos de
acertijos la indagatoria: "Último virrey del Río de la Plata"
27
Los nombres de las batallas libradas por Belgrano en las proximidades de
Asunción, se colocan intencionalmente de la forma como se pronuncia en guaraní,
hasta ahora. Esta "y" suena en guaraní como una u francesa, pero más palatal (cfr.
El aparato fonador. Javier Cuétara Priede , Margarita Palacios Sierra Fonética y
fonología Universidad Nacional Autónoma de México.
28
Se refiere a la campaña de Belgrano ordenada por la Junta Provisional de
Gobierno de Buenos Aires, como se la nombraba en Paraguay (nota del autor)
136
manifestado a su vez grandes atenciones al Comisionado José de
Abreu.29
Por otra parte la ciudad de Corrientes había sido tomada por los
colonialistas y se había producido una resistencia con apoyo
paraguayo que terminó con éxito, por otra parte se producía el
alzamiento de Ytapúa. Yegros se dirigió a Asunción donde arribó
triunfante el 21 de mayo.
Tratado de límites entre las Juntas Gubernativas de Buenos Aires y del Paraguay -
32
140
Mientras en Buenos Aires, la Junta Provisional gobernó durante 1810.
En diciembre se convirtió en Junta Grande y para octubre era ya un
Triunvirato. Sin embargo el primer indicador de que los tiempos y las
situaciones iban por caminos diferentes en la relación con Paraguay,
lo señala el comienzo de este acuerdo firmado en Asunción del
Paraguay el 12 de octubre de 1811.
33
El texto íntegro se adjunto en Apéndice.
34
Ibidem. Tratado de Límites
141
Sarmiento, con su dicotomía “Civilización/ Barbarie” denostará de
este tipo de gobierno. Para el sanjuanino no existían más que dos
formas: la monarquía y la república.35 La diacronía en el trato de los
temas históricos, convierten a su obra en deficiente en estos
aspectos.
El otro concepto que retomamos y al que este tratado dio lugar en las
futuras relaciones entre Paraguay y la Confederación Argentina, es
justamente eso. El tratado propone una acción confederada. Por ello
el título de apartado es una instancia superadora. El artículo 5 de este
Tratado expresa esta idea:
35
Sarmiento, Domingo F., Civilización y Barbarie. Cap. 4 "Revolución de 1810".
Centro Editor de América Latina.1979. pp. 60-73.
142
Desinteligencias, intereses, comunicaciones, confrontaciones fueron
diluyendo este principio de la sincera, sólida y perpetua amistad.
143
la República del Paraguay y la República Argentina será el río
Pilcomayo.36
V.- Conclusiones
36
Obviamos los detalles intencionalmente (nota del autor)
144
APÉNDICE
145
sus ilustres Representantes enviados a esta Ciudad acaba de darnos
en esta conclusión una nueva prueba y la más brillante de la rectitud
de sus determinaciones y de las ideas benéficas y liberales de que se
halla poseído con respecto a esta Provincia. El Gobierno que por la
obligación que le impone su ministerio ha tomado siempre el mayor
interés no sólo en sostener los justos derechos de la Provincia, más
también en todo cuanto concierne a la prosperidad común y
particular de todos sus moradores, tiene hoy la mayor complacencia
en comunicar al público este último tratado arreglado y concluido en
la forma siguiente:
146
sistema: Convenimos unánimemente en que el Tabaco de Real
Hacienda existente en esta misma provincia se venda de cuenta de
ella y sus productos se inviertan en aquel sagrado objeto, y otro de su
analogía al prudente arbitrio de la propia Junta de esta Ciudad de la
Asunción, quedando como efectivamente queda extinguido el estanco
de esta especie y consiguientemente de libre comercio para lo
sucesivo.
147
perjuicio de los derechos de esta Provincia podrá arreglarse este
punto en el Congreso.
148
auxiliarse y cooperar mutua y eficazmente con todo género de
auxilios según permitan las circunstancias de cada una, toda vez que
lo demande el sagrado fin de aniquilar y destruir cualquier Enemigo
que intente oponerse a los progresos de nuestra justa Causa, y
común Libertad; en fe de todo lo cual con las más sinceras protestas
de que estos estrechos vínculos unirán siempre en dulce
confraternidad a esta Provincia del Paraguay, y las demás del Río de
la Plata, haciendo a este efecto entrega de los poderes insinuados,
firmamos esta Acta por duplicado con los respectivos Secretarios,
para que cada parte conserve la suya a los fines consiguientes.
Fechado en esta Ciudad de la Asunción del Paraguay a doce de
octubre de mil ochocientos once.
150
La cocina durante la Revolución
y la Independencia
Rosana Tejerina Sánchez37
37
Profesora de Historia de la Universidad Nacional de Salta, Becaria de la
Universidad de Buenos Aires- Ministerio de de Ciencia , Tecnología e Innovación
Productiva, en la Maestría política y gestión de la Ciencia y la Tecnología.,
Investigadora del Consejo de Investigación de la Universidad Nacional de Salta,
diplomada en Ciencias Sociales con orientación en Educación (FLACSO), trabaja en
la actualidad sobre políticas de alfabetización en ciencia y tecnología en el nivel
secundario, su vinculación con la universidad y la empresa.
151
interesante desafío. Este tendría como base el discurso histórico
matizado con la recopilación de distintas fuentes que sobre el tema
existen, cuestión que lo haría aun más interesante.
152
las acciones o gestas derivadas de las mismas…” (Fleming, 1994:
98). En este tramo nos estamos refiriendo al rol protagónico que
durante el siglo XIX inicia la mujer, más allá del ámbito doméstico,
siendo coparticipe de la agenda revolucionaria.
De la colonia a la revolución
153
La cocina colonial y su mestizaje creador
154
diferencia general de sus descendencias, tenían sucia la cocina sin
genero de excepción. Ocupaba la ahumada pieza, el último lugar de
la casa. Era un cartujo negro, excepto los días que le blanqueaban la
cara, lo que acontecía, cada muerte de obispo. No era aquel color
negro hoy tan repujante, efecto de la suciedad propia del oficio de la
manera que ardía el fogón…” (Frias: 1976)
155
La particular caracterización del espacio colonial ha permitido que
existan investigaciones como las de Frías en las cuales se permite
reconocer que las cuestiones de la distribución del poder también
pueden ser leídas en la construcción de una vivienda. En aquellos
banquetes muy largos y abundantes en las casas coloniales
encontramos la mesa servida de manjares, entre las comidas
denominadas “autóctonas”, encontramos los tamales, humintas y
empanadas. Hasta en al actualidad estos tres alimentos son muy
requeridos por el público local y extranjero.
Tamales:
156
para aumentar la dulzura del grano; ora molido y transformado en
diversas pastas, desde la borona, pan del pueblo en Vizcaya, hasta el
delicado pastel limeño y la riquísima huminta de que voy a ocuparme:
Los indios hacen con ellas, colocándolas una sobre otra, un horno, en
el suelo, que ahondan como diez centímetros de la superficie, y en
cuyo centro encienden una fogata que atizan para dar intensidad al
fuego, a fin de caldear las piedras.
157
con tanta destreza como velocidad, derriban el horno, y mientras uno
apronta las piedras de en torno del fuego, reducido ya a brasas, los
otros se ocupan, cada uno por su parte, en lo siguiente:
Toman una piedra, colocan sobre ella una huminta, cubierta con otra
piedra, y colócanla de nuevo sobre el fuego hecho brasas, para
formar no ya un horno sino una pared de piedra caldeada, rellena de
humintas: todo esto con ligereza, a impedir que las piedras pierdan la
intensidad del calor necesario a la cocción de la huminta que lleva en
su seno.
Empanadas a la coquetonas
“Llámanlas así mis amigas, por una razón toda suya: diz que hay
coquetería en la manera con que muevo mis manos al hacer estas
confecciones. Si quienes las saboreen las encontrasen ricas, ¡bendita
sea la coquetería con que convierto una libra de harina en masa!
primero sobada hasta tornarla blanda y suave, gracias a la fuerza del
puño y a dos onzas de grasa de chancho, poco a poco mezclada al
sobarla, y que entonces transformo en una hojaldra de seis hojas,
extendiendo primero...
158
Pero, ¿quién ignora cómo se hace la hojaldra? Pues, vamos al relleno,
dejando cortada en cuadritos la masa, ya adelgazada por medio del
palote, y puesta sobre un mantel.
159
carnes, tamales, frijoles, asados, mazamorras y chichas aparecen en
recetas de las mencionadas regiones.
160
rodea a la verosímil historia que Juana Manuela reconstruye a partir
de su plato de pescado.
“Diz que allá, cuando este héroe, en su gloriosa odisea, cabalgaba por
los pagos vecinos al Pasage, un día, al salir de Metán, pronto a partir,
y ya con el pie en el estribo, rehusaba el almuerzo que, servido, le
presentaban, llegó un pescador trayéndole el obsequio de un
hermoso dorado; tan hermoso, que el adusto guerrero le dio una
sonrisa.
161
asistentes, que a carrera tendida partieron, y adelantando al general,
llegaron a la siguiente etapa, donde el famoso dorado fue puesto al
horno, y asado, y calentito lo aguardaban para serle servido en la
comida. En su sobriedad, San Martín quiso que ésta se limitara al
pescado y su relleno” (Gorriti, 1994).
162
Los postres, a discreción, ofrecían su tentación a lo largo de la
mesa. Mangos, papayas y dulces variados, estaban al alcance
de la mano; pero lo que más concitó la atención de los
forasteros fueron los quesillos con miel. De la bodega salieron
varias botellas de vino añejo, conservado en sótanos. Para la
sobremesa don Vicente había reservado jerez y cognac según
las preferencias. Los salteños y jujeños preferían la coca, su
mejor digestivo. Afuera, no lejos de la sala, descansaba la tropa
dedicada a devorar el rancho. Varias reses habían sido
sacrificadas para saciar el apetito contenido de centenares de
soldados esqueléticos, semidesnudos. La chicha y la aloja eran
las únicas bebidas racionadas que circulaban para evitar
borracheras y reyertas" (Poderti, 2007: 22).
163
San Marin llega al lugar, alista a sus solados, y espera a Belgrano. El
encuentro no se hace esperar, abraza al coronel, reconoce que este
hombre ha ganado espacio a través de sus logros militares. En este
encuentro se planifica la fusión de los dos ejércitos. El del Norte,
desanimado, harapiento, hambriento y agobiado por las derrotas. Y el
de Buenos aires, disciplinado, y bien alimentado.
A modo de postre
164
Y para concluir una breve cita de Álvarez Peñaloza, que demuestra
que la mujer y el arte de las cocina les pertenece:
165
Bibliografía
166
167
La construcción territorial
de la República Argentina.
El imaginario histórico-social argentino
desde la Revolución de Mayo.
38
Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Maestrando en
Relaciones Internacionales. IRI. UNLP. Miembro Investigador del Centro de Reflexión
en Política Internacional y del Departamento de Islas Malvinas, Antártida e Islas del
Atlántico Sur. Instituto de Relaciones Internacionales. Universidad Nacional de La
Plata.
168
sus teorías en la heredad del Virreinato del Río de La Plata,
explicando el modo en que dicha construcción fue infundiéndose a lo
largo de nuestra historia, en la cultura y educación de los argentinos.
169
claramente la supuesta errónea percepción sobre las pérdidas
territoriales nacionales, realizadas por varios académicos e
investigadores nacionales. Escudé esgrime como ejemplo, las
posiciones defendidas por los estudios realizados por Vicente
Quesada en el siglo XIX, el cual se basa en documentación de origen
española, generando así un amplio debate con su contraparte chileno,
Miguel Luís Amunategui, sobre las verdaderas posesiones territoriales
pertenecientes a uno u otro estado. Ambos autores, en busca de
consagrar sus posiciones, se basaron en documentos verdaderos,
pero generaron de todas maneras falacias en relación a la soberanía
sobre los territorios referentes a la Patagonia, y su real pertenencia a
la Argentina o a Chile por medio de títulos históricos. Sumado a esta
dicha apreciación personal, Carlos Escudé suma a su estudio
referencias de cómo la expansión realizada por ambos países hacia el
sur para ocupar territorios, denominados por el autor res nullíus39
(según la percepción de las potencias europeas a excepción de
España), desde ambos países se percibía una verdadera perdida de
grandes porciones territoriales, las cuales no podían conquistar, y no
como si fuera que conquistaron territorios que podrían haber poblado
y defendido. Dichas apreciaciones, según Escudé, han afectado y
dañado gravemente tanto a Argentina como a Chile, generando a lo
largo de la historia compartida por ambos Estados, carreras
armamentistas y enfrentamientos, imposibilitando la
complementación e integración entre ambos. Pablo Lacoste (2003)
apunta claramente que no debemos dejar de tener en cuenta que
estos momentos de grave tensión entre dichas naciones lograron
superarse mediante acuerdos diplomáticos bilaterales: el Tratado de
39
Esta expresión latina, describe el territorio sobre el cual ningún Estado ejerce su
soberanía y que se considera abierto a adquisición por cualquier Estado. Ver
Jimenez de Arechaga, Eduardo. 1980. Derecho Internacional Contemporáneo Madrid
Técnos, pág. 220
170
Límites de 1881, los Pactos de Mayo de 1902 y el Tratado de Paz y
Amistad de 1984, resaltando además la necesidad de conocer el
entorno académico y nacional, en el cual se generaban dichas
percepciones, debido a que “muchos historiadores argentinos y
chilenos enseñan a los niños y a los jóvenes que el vecino es un país
expansionista y sustractor de territorios” (Lacoste 2003, 14).
171
La idea de que la República Argentina es heredera del Virreinato del
Río de la Plata es tonta, ya que éste fue el primer enemigo de ella: el
origen de ésta afirmación de Escudé, se encuentra en que la capital
de ambos territorios, tanto la República Argentina como del Virreinato
del Río de la Plata, tuvo el mismo lugar de establecimiento, por lo
tanto, existe una conciencia nacional de heredad del virreinato
172
victoria de la Triple Alianza, Mitre logró destruir a un peligroso
competidor, según el Escudé, como era en ese momento el Paraguay.
Este Estado tenía ya 800.000 habitantes frente a 1.200.000
habitantes de la Argentina, referenciándose en las extensiones
territoriales de ambos Estados, lo que le permitió ganar los territorios
en la costa del río Paraguay y en el nordeste, sumando a estola
decisión chilena de hacer la guerra contra Perú y Bolivia, la cual
generó una situación de debilitamiento y vulnerabilidad, que le
permitió a la Argentina, la negociación del acuerdo de límites de 1881
con Chile.
173
En el presente análisis de este período y remitiéndonos a la cuestión
de la construcción y consolidación territorial, no debemos obviar la
necesaria mención de las “constantes” de la política exterior
argentina analizadas por los autores Juan Carlos Puig y Gustavo
Ferrari.
174
Retomando lo descrito al comienzo del análisis, este nacionalismo fue
percibido como pérdidas territoriales a lo largo del siglo XIX. En
Argentina por su parte, explica Escudé, existe la idea generalizada de
una expansión chilena a costa de nuestro país en el sur y de pérdidas
adicionales en otras regiones. Mientras que en Chile, existe al mismo
tiempo, una percepción paralela de un expansionismo argentino a
costa de Chile en el sur, mitigada esta, por la apreciación chilena de
su propia expansión hacia el norte a expensas de Bolivia y de Perú.
En el caso de Bolivia, opina Escudé, es algo debatible en cuanto a la
validez de la expansión, no siendo igual en el caso de Perú, en el que
no es necesario una justificación dado que la misma es demasiado
clara.
175
Argentina contase con vastos territorios habitables y fértiles, podría
haberla llevado a desinteresarse en la cuestión del mantenimiento del
mismo.
176
Con el triunfo de Mitre en Pavón (1860), se produjo la unificación
territorial entre la Confederación y Buenos Aires, aunque frágil, fue
consolidándose, lo cual posteriormente a la Guerra del Paraguay
(1865-1870), se incorporaron territorios en la costa del río Paraguay y
en el nordeste, del hasta entonces territorio argentino. Pero el
gobierno paraguayo instalado por el Brasil, al finalizar la guerra, inició
una controversia sobre el territorio que se halla entre el Pilcomayo y
el Río Paraguay. El mismo fue sometido al método del arbitraje y
mediante la participación del Presidente norteamericano Hayes, el
Paraguay obtuvo finalmente esos territorios, los cuales hoy se
conocen como Villa Hayes.
177
En relación a los conflictos limítrofes hacia el oeste, con Chile,
mediante la firma del Tratado de 1881 se establecen los principios
básicos articuladores mediante los cuales los dos países resolverían
sus problemas de delimitación durante el siglo siguiente. La firma de
dicho tratado se da en el marco de la debilidad chilena, como
consecuencia, de la recientemente finalizada Guerra del Pacífico. La
elaboración y materialización del mismo, sería coordinado con el
correr de los años, por la firma del Tratado definitivo de Limites entre
Quirno Costa y Vaca Guzmán, por el cual la Argentina concede
territorio, Tarija y parte del Chaco y Bolivia cede la Puna de Atacama
en 1888, pero que igualmente la ratificación y canje no se realizó
hasta 1893, debido a lo imperiosa necesidad de concordar
armónicamente con el Tratado firmado con Chile en 1881.
178
Es de esta manera que desde iniciada la revolución, a partir de Mayo
de 1810, comenzarían los sucesivos desgajamientos, a partir de los
cuales se cederían territorios a Paraguay, se daría la pérdida de la
Banda Oriental y la separación de las cuatro provincias del Alto Perú
(La Paz, Charcas, Cochabamba y Potosí), que fueron declaradas como
pertenecientes al Estado Argentino, pero que eran de todas maneras
dejadas en libertad, para que dispusiesen de su propia suerte,
despejando así, el camino a la independencia altoperuana.
179
El autor Gustavo Ferrari (1981) aclara que se debe tener incluso en
cuenta que “las distintas corrientes argentinas no han mirado a los
sucesivos desgajamientos de las antiguas comarcas del Virreinato
como algo negativo, sino más bien como un timbre de honor”. Es de
esta manera en que ejemplifica nuevamente la cuestión de la
honorabilidad de parte de los gobernantes de entonces de que
aquellos territorios que quisiesen podían optar su propia
determinación. Ejemplificando dicha aseveración cita al historiador
180
rosista Adolfo Saldías, cuando éste, en su obra “Historia de la
Confederación Argentina. Rosas y su época”, recalca el hecho de que
Argentina ha dado independencia a seis nuevas repúblicas. Gustavo
Ferrari argumenta de esta manera, que ésta es una clara forma de
equiparar la religión del progreso con la desmembración territorial.
181
ideas, pero intentó reivindicarse mediante la fuerte política
demográfica que enunciaba “Gobernar es poblar”.
Con respecto al último punto, que por lo demás queda bastante claro,
se debe tener en cuenta que la Argentina no se vio en aprietos con
respecto a cuestiones geográficas. Casos contrarios fueron por
ejemplo Chile, que sufrió un inmenso desafío geográfico, o Brasil, que
182
a pesar de poseer un extenso territorio, solo una parte muy pequeña
de éste era habitable. En consecuencia, estos países han buscado
extenderse con ímpetu y, generalmente con éxito. Chile, por ejemplo,
avanzó sobre Bolivia y Perú hacia el norte mediante la Guerra del
Pacífico. Recapitulando en relación a la dicotomía entre las posiciones
opuestas sobre las supuestas visiones de ganancias o pérdidas de
territorios, podemos observar, realizando un balance a nivel histórico,
los siguientes puntos referentes a esta cuestión de la perdida de
territorios:
183
caudillos, el mismo Rosas, etc. De esta manera el territorio se
presentaba como una interpelación del nacionalismo, como una
obligación y tarea del Estado, ante la relación imaginaria que tienen
los argentinos con el territorio nacional. Hoy día, dicha relación se
presenta como una vaga pérdida en el colectivo nacional de
territorios aislados, con una excepción, un territorio que ejerce sobre
nosotros los argentinos, una fascinación intensa y pasional, el
territorio de las islas del Atlántico Sur, entre ellas Islas Malvinas. Este
nuevo enfoque, nos demuestra hasta que punto a lo largo de nuestra
historia, desde el período de la revolución de Mayo, el territorialismo,
observado desde diferentes puntos y con distintas percepciones, se
constituye como un componente identitario actual del ser argentino,
en su concepción como habitante de nuestro país, enmarcado el
mismo, en una historia y en una realidad socio-política e histórica
particular, componentes tanto la historia como la realidad, del
imaginario colectivo, las cuales confluyen en la importancia del
mismo, para su continuo debate, investigación y reflexión.
184
Bibliografía
185
186
Las Marchas Patrióticas
y el Imaginario Poético-Musical
de la Emancipación Americana
Alicia Poderti40
40
Dra. Alicia Poderti: Investigadora de carrera del CONICET (Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina), especializada en temas
transdisciplinarios. Profesora de Posgrado en universidades argentinas y
extranjeras. Reside en Buenos Aires y se desempeña en proyectos de la Academia
Nacional de la Historia. E-Mail: apoderti6@arnet.com.ar Página web: www.alicia
poderti.com.ar.
187
proyecto y realización de un proceso histórico conformado desde una
ideología y también desde la ficción.
Nación Una e Indivisible
188
En ese contexto, la novela y el periódico son las dos formas de
imaginación que se generaron en el siglo XVIII y que proveyeron los
medios técnicos necesarios para la "representación" de las
comunidades imaginadas nacionales. Otras formas artísticas también
han contribuido a la estructuración de las nacionalidades, como
algunos poemas, canciones y, sobre todo, los himnos nacionales. Los
himnos y canciones patrias simbolizan la idea de nación que se desea
que los ciudadanos imaginen.
Formas de imaginar
189
Los autores Blas Parera y Vicente López y Planes tenían conciencia de
que la Revolución era impulsada desde Buenos Aires, pero no podían
ignorar el esfuerzo precursor de las masas indígenas rebeldes sobre
el arco andino. Como ha notado Eduardo Astesano, este fragmento de
la letra del Himno Nacional es una alusión evidente al levantamiento
indígena producido treinta años antes.
190
Cuando el Sol descendiendo los Andes
Coronaba con su oro a los grandes,
Al volar una airosa vestal:
Que agitando su enseña celeste,
A ese Sol le arrancó un áureo rayo
Y escribió: ¡Gloria al pueblo de Mayo!
En la frente del cielo triunfal”.
191
ejecutada por primera vez el 12 de junio de 1910 en el teatro Victoria
y cantada por el coro del Colegio Belgrano. Los pocos datos que
conocemos de Rafael Baldassari, un italiano cellista (1861-19??)
nacido en Roma, son registrados por la Revista Güemes al
otorgársele el Premio, que consistía en Medalla de oro y diploma
alegórico en pergamino. Baldassari, quien se presentó al concurso
con el seudónimo de “Porteño”, es definido en las páginas de la
revista como un “verdadero maestro en el arte de Verdi y de
Donizzetti; reside en Buenos Aires, donde vive modestamente, como
sucede siempre a los privilegiados de la cultura y del arte. Como un
estímulo al compositor afortunado, publicamos su retrato dando a la
vez una reseña de los demás trabajos que lleva publicados” (en
revista Güemes, Nº 34, marzo de 1909, p.377).
44
La biografía de Enea Verardini ha sido consultada en el Diario El Litoral de
Corrientes, Miércoles, del Martes, 02 de Enero de 2007.
45
Cfr. Reunión LXXXVI, 9ª Sesión Ordinaria del 1º de julio de 2003, de la Honorable
Cámara de Diputados Provincia de Corrientes, Sistema de Ordenes del Día de la
Prosecretaria. A hs. 17: 00: Asuntos Entrados, Comunicaciones Particulares, para
conocimiento: 2.- Expte. 1553: Sr. Alberto Romero remite documentación respecto
al “Himno de Corrientes”, compuesto por Don Enea Verardini y Tte. 1º Gabriel
Monserrat, estrenado el 9 de julio de 1916 en el Teatro Juan de Vera.2rme
solicitadopo
194
número dedicado al “Centenario del nacimiento de Mitre”, (Revista
Güemes, Nº 58, junio de 1921, pp 728-730).
46
Cfr. Anexos I. Estrofa VIII.
195
La táctica militar inaugurada por Güemes significó la puesta en
escena del tipo gaucho o criollo como protagonista de las guerras
independentistas. Esto se reproduce en el resto de América del Sur,
donde estas luchas generan movilidad social. Así, las guerras de la
emancipación tienden a producir un grado de acercamiento entre los
criollos y las clases populares, en tanto la elite dirigente se ve
obligada a valorar la valentía, el lenguaje popular y las formas
culturales del pueblo. En esta etapa, la categoría de "gaucho"
adquiere otro status social y los miembros de esta clase son
compensados por su tarea heroica. Dentro de la escala de beneficios
acordados por Güemes para los gauchos soldados, se encontraba el
"fuero gaucho", que consistía en el privilegio de no pagar los
arriendos de aquellas tierras abandonadas por dueños contrarios a los
ideales revolucionarios (Cfr. Pérez de Arévalo, 1979).
Por otro lado, la idea del proyecto continental también está presente
en el poema de Monserrat, y ponemos como ejemplo una estrofa
clave:
47
Cfr. Anexos I. Estrofa XIII.
196
De este modo, la lucha independentista y en especial la gran gesta
güemesiana, que fuera leída durante años como una defensa de
intereses locales, se transforma en una empresa de escala
continental, en el que la que la América del Sur adquiere su propia
identidad frente al otro continente “europeo”
48
En este contexto, la metáfora “coloso del mundo” de Monserrat se refiere,
indudablemente, a Napoleón Bonaparte.
49
Cfr. Anexos I. Estrofa IX.
197
proyectos de una sudamérica libre han perdido fuerza y se han
constituido las modernas naciones.
Hacia principios del siglo XX, cuando Güemes todavía era un ser
olvidado por sus comprovincianos y repudiado por la historia oficial,
será Benita Campos quien contribuya fundamentalmente al rescate
de su figura. En un contexto de sucesivas conquistas femeninas en el
campo de la escritura, la tarea de esta mujer marca un verdadero hito
en la historia del periodismo femenino. Así, la revista Güemes50,
fundada y dirigida por Benita Campos fue merecedora de importantes
elogios, no solamente por parte de intelectuales del país, sino de
numerosos escritores latinoamericanos que colaboran en la
publicación quincenal, con notas históricas, sociales y literarias. Esto
muestra que la proyección de la revista también es continental (Cfr.
Poderti, 2005).
50
La colección de la revista fue relevada en el Archivo Histórico de Salta y objeto de
numerosos estudios por la autora de este trabajo.
198
Es importante resaltar cómo las formas artísticas han contribuido a la
estructuración de las identidades regionales y nacionalidades, como
algunos poemas, canciones y, sobre todo, los himnos. Según Benedict
Anderson, los himnos y canciones patrias son conjuntos semánticos
que pueden mutar en el tiempo, re-simbolizando la idea de nación
que se desea que los ciudadanos imaginen (Cfr. Anderson, 1993: 200-
217).
51
En este voluminoso número del año 1921, realizado en homenaje a los cien años
de la muerte del héroe Gaucho, se incluye una imagen del famoso cuadro que
representa la muerte de Güemes, pintado por Alice, junto a un artículo que
peticiona la construcción de un monumento al Inca Manco Capac.
199
200
Bibliografía
201
Anexos
202
203
Himno a Güemes
versión de
Gabriel Monserrat y Enea Verardini (1918).
I
Por Caminos del Sur de Bolivia
Marcha ardiente la hispánica tropa
Que ha vencido a famosas de Europa,
Se ve el sol en sus armas brillar,
Inflamada de grande arrogancia
A los aires tremola pendones
Y el tropel con belígeros sones
Hace el suelo doquier retemblar.
II
¡Ellos son! … ¿No los veis como avanzan?
Que será de la Patria querida
Ante empuje de tropa aguerrida
Que ha ceñido su lauro inmortal
¿Qué ha de ser de ese pueblo de Salta
Sin hazañas, sin brillo y sin armas,
Doblará la cerviz entre alarmas
A su paso glorioso y triunfal?
III
¡Escuchad!... Hondo grito de guerra
Hiende el aire vibrando cual trueno;
204
Desde Salta a Yaví en su seno
Que hace al gaucho patriota indignar:
Y cual recio huracán que se agita
Estruendoso en carrera gigante,
Así, corre aquel pueblo arrogante,
De opresores la patria a librar.
IV
¿A las armas! Atruena en los valles,
Y se ven agruparse guerreros
Reluciendo en sus diestras aceros;
¡Qué de Güemes acoge el clamor!
Y estirando sus potros el cuello
De ancha crin que el violento aire azota,
Se repliega entusiasta el patriota
Acosando al soberbio invasor.
V
¡A las armas! El ínclito Güemes
Como Alcides los bravos incita,
Su corcel desfogado se agita,
¡Ha encendido la lid por doquier!
Y no queda retazo de tierra
Sin que el chuzo del gaucho que hostiga,
No lo encharque de sangre enemiga
Que enrojezca humeando al correr.
VI
205
Humahuaca, Jujuy, San Pedrito,
Chicoana, El Rosario y Tilcara,
Abra Pampa y en donde estampara
Con soberbia su planta el audaz;
Le circunda esa gaucha mesnada,
Semejando en acecho una tromba
Que al caer de improviso cual bomba
Cien trofeos levanta fugaz.
VII
De fragosas alturas sus armas
Bronco atruenan de día y de noche,
La osadía del gaucho en derroche
Dio gran fama a su altivo adalid;
Protegidos por sus guardamontes
Hábilmente en las frondas se escurren,
Y, a los llanos sagaces concurren,
¡A lancear a los hijos del Cid!
VIII
¡Fue la lucha feroz!... Tiradores
Guarecidos en selvas agrestes,
Denodados batían las huestes,
Sus columnas haciendo ralear.
Por doquiera El Centauro Gloriosos
Enseñó a La Serna el Presunto,
Que ese gaucho era un vivo trasunto
Del patriota argentino al lidiar.
IX
El soldado que triunfa en Europa
206
Que de lauros orló su oriflama,
Poco a poco perdió su alta fama
Que gozaba de gran guerreador.
De radiante diadema cegado:
“Vencedor el coloso del mundo”
Al medirse ante gaucho iracundo
Agraviado se siente en su honor.
X
Y su hueste diezmada en su avance,
Se detiene impotente y deshecha;
Su arrogancia quedaba maltrecha
No pudiendo a ese pueblo humillar.
¿Dónde están su braveza y pericia
Y el laurel cuyas sienes enjoya,
Si fue Salta, novísima Troya,
Y les vio el San Bernardo cejar?
XI
Sí; mirad, cual retorna burlado
Tanto heroico soldado de España
Perseguido entre selva o maraña,
Por doquiera dejado en tendal:
Su bagaje, sus muertos y equipos,
Sus cureñas, y débiles brutos
Que al morir de cansancio o de enjutos,
Les desgarra el sangriento puñal.
XII
Con su lazo trenzado en la liza
207
Nuestro criollo a una voz de la raza,
En su audacia, realistas enlaza,
Y doblar se les ve la cerviz…
Y la Historia de bellos ojazos
Al saber que el león ya se humilla
Apacible escribió de rodilla
Ricas fojas de un áureo matiz.
XIII
En la última vez que invadieron
Hiere a Güemes el plomo… y la vida
Al rendir por la Patria querida,
Entra a Lima triunfal San Martín.
Y Bolívar que vence hasta Quito
De Colombia en la armas al frente,
Tremolando su emblema luciente
Va al encuentro del gran paladín.
XIV
Los señores del cetro no vieron
Que el Supremo a los hombres le plugo
Quebrantaran de oprobio su yugo,
En honor de la sacra igualdad:
Que perdiera la causa patriota
Imponiendo el poder fuera mengua,
Y oprimir era en vano la lengua
Cuando el pecho grabó: ¡LIBERTAD!
XV
Vieron solo, asombrados los reyes,
Cuando el Sol descendiendo los Andes
208
Coronaba con su oro a los grandes,
Al volar una airosa vestal:
Que agitando su enseña celeste,
A ese Sol le arrancó un áureo rayo
Y escribió: ¡Gloria al pueblo de Mayo!
En la frente del cielo triunfal.
CORO
¡Gloria Eterna a los gauchos famosos
Que al triunfar en la lid sin cuartel,
Coronaron la Patria orgullosos
De radiante y sublime laurel!
SALTA
(Soliloquio)
XVI
Es mi túnica blanca y celeste,
Verde lauro mi frente corona,
Ya mi alma tan solo ambiciona
Hollar sendas de paz y de amor.
A través de los níveos encajes
Este pecho entusiástico late
Y mi brazo en las gestas combate,
En mi afán de progreso y Labor.
XVII
Yo soy Salta, la invicta amazona,
Que en la hazaña viril de Febrero,
209
En la historia esculpí con mi acero
Una foja de espléndida luz;
Con mi brida impetuosa al realista
Humillé su cerviz en el llano
Y rindióse al virtuoso Belgrano
En el campo inmortal de la Cruz.
XVIII
Yo soy Salta la Esparta del Norte,
Gran baluarte yo fui en lejanías,
Se vio allí estrellar tiranías
Cual en rocas las olas del mar
¡Mis augustas hermanas ondearon
En los Andes la sacra bandera
Bajo el Sol que en su altura hechicera
Fue su imagen, de amor a estampar!...
XIX
Mientras siembran ruidosas victorias
En su lidia gigante y homérica
Por salvar de su yugo a la América,
Me lancé con mi brioso corcel…
¡Fulgurando mi acero, al realista
Le trazó en la frontera una marca…
San Martín va al Perú… desembarca,
Y la Gloria me ciñe un laurel!
XX
Yo soy madre de insignes patriotas,
De un varón que Belgrano retempla,
Y entusiasta la Patria contempla
210
A mi Güemes, ideal paladín.
Que aún más grande y feliz que Leonidas,
Clamoroso la bóveda atruena;
Y alcanzando la raya… sofrena
Su pegaso que agita la crín.
XXI
Yo soy Salta la egregia heroína,
Que cual sol resplandece en la historia;
Embrazando el escudo de gloria
Y esgrimiendo la espada triunfal.
¡Soy la altiva y gallarda provincia,
La de insigne y soberbio pasado,
La que otrora a la Patria ha ofrendado
Fojas de oro en su lidia inmortal!
TRIUNFAL
211
Es mi orgullo este joyel,
Simboliza mi lealtad;
Es mi premio de virtud,
Un recuerdo de otra edad,
¡A mis héroes gratitud,
prez, y excelsa majestad!
Material complementario:
212
213
COLOFÓN
214
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216
217
218