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leche con café?). Pienso yo que si el artículo 16 de la Constitución garantiza la
libertad ideológica (además de la religiosa y de culto), señala que nadie podrá
ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias y que ninguna
confesión tendrá carácter estatal, la intención de imponer religión de forma
obligatoria a todo el alumnado es una propuesta totalitaria que intenta, de
forma subrepticia, hacer tragar a los no creyentes, a los que no quieren que sus
hijos sean adoctrinados en una religión, tres religiones como mínimo (¡ved los
contenidos!). Esta situación representa con claridad el compromiso del partido
Popular con valores cercanos al nacional catolicismo aunque adaptados para
un régimen político democrático. ¡Es el neo-nacional-catolicismo!
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Si como se escribe en el prólogo del anexo los contenidos de la religión
no confesional fuesen todos de carácter histórico, cultural, humanístico,
científico y moral, podrían ser la mayoría de ellos integrables en el
currículum normal del área de Geografía e Historia. Debido a ello tenemos
que plantearnos un interrogante, ¿por qué se desgajan de los contenidos
generales del área? Esto conducirá a que se pierda conexión entre unos y
otros, a dificultar la transferencia de los mismos a contextos más amplios y
a una pérdida del sentido global de la historia y de la sociedad. Por lo tanto,
siguiendo la lógica de los contenidos creo que pocos profesores o
historiadores podrían defender la compartimentación de la historia en estas
edades. Como no soy demasiado ingenuo, sé que el motivo no es mejorar
la enseñanza de la historia en general (incluido en ella el fenómeno
religioso).
Por otro lado, si tan necesarios son estos contenidos para el alumnado y
se tiene la certeza de que no son impartidos con la ley de educación
anterior, ¿por qué se permite que el alumnado de religión confesional no se
beneficie de ellos? ¿no necesita también completar su cultura con el
conocimiento de otras religiones, con la historia de éstas, con otros
personajes, ritos, manifestaciones artísticas diferentes de las que creen sus
padres? La respuesta de estos interrogantes quizás esté en que en realidad
la religión confesional se centrará en su propio dogma y tendrá un carácter
eminentemente adoctrinador. Los contenidos los fijan las autoridades
eclesiásticas... ¡Pobres alumnos de religión confesional, tendrán un déficit
cultural respecto a los demás!
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En la enseñanza secundaria obligatoria, en la parte del horario fijado por
el Ministerio de Educación, parece que una hora semanal será asignada a
Sociedad, Cultura y Religión en 1º y 3º y dos en 2º y 4º de la ESO. La
mayoría de los alumnos asistirán más horas a ésta asignatura que a
Tecnología, Música, Educación Plástica, Educación Física o Ciencias de la
Naturaleza. ¿Parece lógico que con la necesidad que muchos alumnos y
alumnas tienen de refuerzo educativo en áreas instrumentales, idiomas,
etc., se invierta un tiempo considerable del periodo escolar en el control de
las conciencias de los niños y jóvenes en lugar de emplearlo en la mejora
de su aprendizaje y de su cultura?
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o La situación económica del profesorado de religión católica se
concertará entre la Administración Central y la Conferencia
Episcopal Española.
Como hemos podido observar son estos dos documentos los que
establecen las reglas del juego respecto a este tema y a los que se hace
referencia desde las dos últimas leyes orgánicas de educación (la LOGSE y la
LOCE) en sus respectivas disposiciones adicionales segundas. Sin embargo,
en la práctica incluso estas condiciones, tan abusivas, son transgredidas en
perjuicio de los que no quieren que sus hijos e hijas reciban adoctrinamiento
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religioso. En lo que respecta a esta materia en España se practica la ley del
embudo. Podemos citar algunos ejemplos:
Año tras año, en muchos centros los padres de todos los alumnos se
ven obligados a declarar sobre sus creencias cuando tienen que
matricular a sus hijos. En los impresos que se proporcionan hay que
poner una cruz en religión católica (u otra que se oferte) o en alternativa
a la religión. La Constitución en su artículo 16 indica que nadie podrá ser
obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias; y en el R.D.
que regula la enseñanza de la religión se señala el proceso que hay que
seguir para que los padres según sus creencias manifiesten que desean
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que sus hijos reciban enseñanza religiosa. Esto es algo que solamente
deben de manifestar los padres de estos alumnos y no los demás, que
se ven también obligados a declararlo hasta ahora. Pues bien,
recientemente ha habido una sentencia del Tribunal Superior de Justicia
de Cataluña que falla contra dicho procedimiento. Sólo quienes opten
voluntariamente por la enseñanza de la religión tendrán que declararlo,
los demás no.
3. El elefante encadenado.
“Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran
los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el
animal preferido por otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y
una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el
elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que
aprisionaba una de sus patas.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos
centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal
capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente. ¿Qué lo sujeta entonces? ¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, y todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté
entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el
elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo
haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y
sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna
vez. Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio
como para encontrar la respuesta:
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BUCAY, Jorge: Déjame que te cuente. Edita Círculo de Lectores.
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“El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que
era muy, muy pequeño”
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de
que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus
esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro...
Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su
destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no
puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió después de nacer. Y lo peor es que jamás
se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.