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EL PERFIL DE UN DICTADOR ANTILLANO: EL GENERAL GERARDO MACHADO Y MORALES, PRESIDENTE DE LA REPUBLICA DE CUBA (1925-1933) FRANCISCO J. MACIAS MARTIN 1, INTRODUCCION En el presente articulo vamos a referirnos a una etapa precisa de la his- toria de Cuba: el , en Strenae Emmanuelae Marrero Oblatae, Universidad de La Laguna, 1993, t. I, p. 254-255, 235 Acabada la contienda pas a la politica. Fue elegido alcalde de Santa Clara en 1900 y en el afio siguiente. Pronto se decanté por el Partido Libe- ral, y con su apoyo intenté ser gobernador de la provincia, sin conseguir- lo. Este contratiempo, empero, no le hizo renunciar, de modo que tras la proclamacién de la Reptiblica aparece su nombre en el alzamiento contra Estrada Palma y, tras el acceso de José Miguel Gémez a la Presidencia, lo encontramos ejerciendo diversos cargos de confianza. En 1912 sufrié otro revés electoral en su pretensién de ser gobernador de La Habana; hasta ese momento habjfa estado al frente de la Secretaria de Gobernaci6n. En 1917 ya tenfa una posicién destacada dentro del liberalismo, y asf se aprecia en su participacién en La Chambelona, movimiento politico acontecido ese afio. Por entonces se granjeé la enemistad de algunos compafieros de par- tido, que incluso le acusaron de ambicioso y traidor por ciertas actuaciones poco claras. A la hora de sefialar su figura la mayoria de los estudiosos han desta- cado ese lado oscuro de este hombre, aunque hay biografias que no abor- dan esta parcela. Este seria el caso de la publicada en 1926 en el diario La Lucha, donde no se duda en alabarlo como luchador en la manigua, como hombre emprendedor en la politica y en los negocios, ajeno a cualquier tutela y dispuesto a desempefiar el poder sin buscar el provecho personal. Claro que ya entonces era el Presidente de la Repablica, lo que explicaria las loas ampulosas y la inexistencia de referencias a su falta de escripulos y habilidad para sacar provecho de su relacién con el precitado José Miguel Gémez, a su actuacién durante los sucesos de 1917 y, mucho menos, a la campafia electoral de 1920, en la que si inicialmente apoyé a Gémez, al final cambié de bando y se alineé con Alfredo Zayas. En esta misma linea laudatoria debemos entender los intentos de aureolar su persona con un halo de predestinacién, y una capacidad inde- finida para resolver todos los problemas. Como afirma Lionel Soto, esta costumbre no era tan nueva por estos lares, todo lo contrario: estaba muy asentada en la psicologfa de un pueblo como el cubano, acostumbrado a creer en «salvadores» de este tipo’. Nada tiene de extrafio, pues, que Jestis Maria Barraquer, un periodista nombrado por Machado Secretario de Jus- ticia, intentara hacerle pasar a la historia con el sobrenombre de El Egre- gio. Otros se han ocupado de subrayar aspectos menos brillantes de su per- sona: la carencia de formacién, la mezquindad, la falta de escripulos, la ambici6n, la crueldad... 2 «Santa Clara», nimero extraordinario de La Lucha, La Habana, 1926, p. 77. > L, Soto: La revolucion del 33, Ed. Cultura y Educaci6n, La Habana, 1985, t. I, p. 203. 236 Henri Barbusse, no dudé en recalcar las semejanzas del régimen de Machado con otras tiranfas latinoamericanas, y tampoco en buscar en la historia cubana reciente los fundamentos del mismo, tanto en lo relativo a la influencia norteamericana como a la actuacién al frente de la Reptiblica de otros mandatarios anteriores, de los que seria algo asi como la culmina- cién‘, Herndndez Caté coincide en el planteamiento, y si bien reconoce que no podia culparse a Machado de todos los males del pais, lo calificé de «auténtico carnicero» y del «cubano que mas dafio ha hecho a Cuba»°, 3, EL GENERAL MACHADO SEGUN LA DIPLOMACIA ESPANOLA. Los diplomdticos espafioles también manifiestan en sus escritos las dos caras del Presidente. A principios de 1924, y una vez sofocado el movimiento revolucionario de los veteranos y patriotas, los principales partidos politicos, el liberal y el conservador, estaban inmersos en los pro- Jegémenos de las préximas elecciones presidenciales. Zayas queria ir ala reeleccién, los conservadores dudaban sobre el nombre a proponer, en tanto que los liberales dividfan sus adhesiones entre el general Gerardo Machado y el coronel Carlos Mendieta. Las informaciones recopiladas por la Legacién de Espafia prevefan, ya en febrero, un enfrentamiento entre Machado y Zayas®. Los despachos llegados a continuacién a Madrid hablan ya de las diferencias en el seno del Partido Liberal, dividido entre «machadistas» y «mendietistas», asi como de los recursos empleados por cada grupo para encontrar mas apoyos, empefio en el que el jefe de los pri- meros ya daba muestras de no reparar en medios para abortar cualquier maniobra contraria a sus propésitos, como ocurrié el 13 de julio, cuando propici6 el fracaso de una asamblea en la que debfa elegirse al candidato de la formaci6n liberal’, por carecer ain del némero de compromisarios necesario para salir triunfante. El 16 de julio consiguié la nominacién, mientras que los conservadores hicieron lo propio con Menocal. Zayas renuncié a la lucha. * H. Barbusse, en el prefacio de El terror en Cuba, editado por el Comité de J6venes Revolucionarios Cubanos, Madrid, 1933. 5 A. Hernéndez Caté: Un cementerio en las Antillas, Calo-Séez, Madrid, 1933. © Despacho n° 22 del Ministro Plenipotenciario de Espafia en Cuba, La Habana, 18 de febrero de 1924, Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (en adelante, AMAE), H- 1432. 7 Despacho n.° 101 del Ministro Plenipotenciario de Espafia en Cuba, La Habana, 16 de julio de 1924, AMAE, H-1432. 237 La victoria de la candidatura liberal no sorprendié a la representacién espafiola, desde donde parece haberse recibido el resultado de los comicios «con verdadero alivio», incluso se utiliza la palabra «jibilo» para definir el estado de dnimo por la designacién de un hombre que . El Ministro de Espa- fia en La Habana mostré desde el principio escepticistho ante un proyecto que, segiin informs, no estaba nada definido, a tenor de lo que podia dedu- cir de los contactos mantenidos con distintas personalidades de relieve, en especial con el secretario de la Presidencia, Viriato Gutiérrez, «persona que goza de la fntima confianza del general Machado y que esta impuesta de cuantos propésitos e iniciativas abrigue el Presidente», todo lo cual le Ilev6 a concluir que «ese asunto era un proyecto muy vago, esbozado a la ligera en un programa de realizaci6n lejana; que no podfa pensarse en él, no solamente por no existir consignaciones algunas, para tal fin, en los pre- supuestos, sino por no consentirlo la situacién econémica del pais»*?. No obstante, en la liturgia diplomatica ninguna de estas consideracio- nes sobre la persona del Presidente, sus actuaciones 0 las de su gabinete parecfan ensombrecer la cordialidad entre las dos naciones, como ha que- dado constancia, por ejemplo, en el discurso pronunciado por Gutiérrez de °9 El Mundo, La Habana, 10 de noviembre de 1927, Recorte en AMAE, R-1075-38, » Carta de Luis Llans6 al comandante don Fidel de la Cuerda Ferndndez, del Estado Mayor Central del Ejército, Nueva York, 17 de noviembre de 1927, AMAE, R-1075-38. % Tbidem. % Telegrama (personal y reservado) n.° 44 del Ministro de Estado al Embajador de Espaiia en La Habana, Madrid, 29 de diciembre de 1927, AMAE, R-1075-38. * Carta del Marqués de Estella al Embajador de Cuba en Espafia, Madrid, 19 de diciembre de 1927, AMAE, R-1075-38. 38 Nota del Embajador de Cuba en Espafia al Marqués de Estella, Madrid, 22 de diciembre de 1927, AMAE, R-1075-38. % Despacho (s.n.) del Embajador de Espafia en Cuba, La Habana, 7 de enero de 1928, AMAE, R-1075-38. 2» Thidem. Agiiera en la recepcién presidencial de Afio Nuevo correspondiente a 1929, en calidad de Decano del Cuerpo Diplomitico acreditado en La Habana. En la alocucién el diplomatico hizo referencia a los buenos deseos expresados en el afio anterior por su homénimo estadounidense Enoch Crowder, reafirmando con rotundidad la plena confirmacién de tales augu- rios, «pese a la depresién econémica que ha imperado durante todo el afio». Seguidamente el Embajador ponderé 1a destacada participacién de Machado en estos logros: «el gobierno de Vuestra Excelencia ha dado un gran impulso a las Obras Publicas, sorteando victoriosamente adversidades transitorias; orienté con saludable energia y por cauces rectos y prudentes la principal riqueza nacional; concerté Tratados y Arreglos comerciales que permitiran, sobre la base de conveniencias reciprocas, amplia expan- sion a la produccién cubana»**, En la respuesta, el mandatario cubano se mostré muy satisfecho del reconocimiento a su labor: «Personalmente, me siento muy complacido de que la representacién autorizada de las naciones més ilustres de la Tierra hayan apreciado ese esfuerzo, en todo lo que pudiera tener de noble y de witil dentro de la labor reconstructiva de la humanidad»®. En realidad, como reflexionaba Agiiera en alguno de sus despachos, poco tenfa de al pafs, sin conseguirlo, y la oposiciGn pedfa insistentemente que aban- donara el poder, a lo cual él, con igual inquina, respondfa negativamen- te, «atribuyendo al comunismo internacional las actividades revolucio- narias» origen tltimo, afirmaba, de la campafia contra su persona”. «Resumiendo: el General Machado, a pesar de la oposicién de que es objeto, sigue imperturbable en el poder, como apoyado por el Congreso y respaldado por los Estados Unidos»’5. Aunque esta realidad no era desconocida para Madrid, a finales de febrero de ese afio la Embajada en La Habana transmitié al Ministerio de Estado noticias del malestar exis- tente en el Ejecutivo cubano, ante ciertas opiniones vertidas en la pren- sa de la capital de Espaiia sobre el panorama politico en la isla caribefia -se hablaba ya «dictadura machadista»— y, mas concretamente atin, sobre las responsabilidades que podian imputarse al Presidente y a los jueces de la nacién”. Por esas mismas fechas el representante de Cuba en Madrid hizo llegar al citado Ministerio una nota de protesta” por estos articulos en los que «figuraban conceptos respecto al general Machado» que la Legacién cubana estimaba «poco amistosos e injus- tos». El Ejecutivo espafiol tomé cartas en el asunto con rapidez, como lo confirma una Real Orden mediante la cual el Ministro de Estado trans- mitfa a su homénimo de Gobernacién la solicitud de actuaciones para evitar episodios como el referido, toda vez que «en tanto se mantenga la censura de prensa, el Gobierno de S.M. aparece en cierto modo respon- sable de la publicacidén de juicios emitidos en los diarios acerca de la % Despacho n.° 14 signado por el Encargado de Negocios de la Embajada de Espafta en La Habana, La Habana, 13 de enero de 1931, AMAE, H-2353. %4 Despacho n.° 33 del Encargado de Negocios de la Embajada de Espafia en La Haba- na, La Habana, 5 de febrero de 1931, AMAE, H-2353. 75 Thidem. 7 En concreto el diario madrilefio El Sol public6, el 24 de febrero, un articulo titulado «La Toga ante la Dictadura» (recorte en AMAE, H-2353), donde, entre otras cosas decfa: {Qué responsabilidad tiene la «gente de toga» en el actual caos politico, administrativo y econémico de Cuba? Ya es tiempo de hacerse esta pregunta, por- que el régimen machadista esta en la agonia, una agonia que puede ser larga y tan peligrosa como la del cocodrilo, cuyos tiltimos coletazos son precisamente los ‘més destructores, pero no deja de ser el principio del fin. ¥ cuando se estd en las postrimertas de una situacién como ésta es tiempo de depurar responsabilidades 7 Nota del Embajador de Cuba en Madrid al Ministro de Estado, Madrid, 26 de febre- ro de 1931, AMAE, H-2353 254 politica de otros paises»”*, En respuesta sobre el particular, Ilegada poco mis tarde desde Gobernacién, afirmabase haberse dado «las érdenes oportunas al Gabinete de Censura de Prensa para que en lo sucesivo se impida la publicacin de cualquier concepto que pueda perjudicar las excelentes relaciones»” entre las dos naciones. Puede que las relaciones fueran «excelentes», pero lo cierto es que los partes diplométicos mantenfan bien informado al Gobierno espafiol sobre la «manifiesta hostilidad» de la mayor parte de los cubanos hacia su Presi- dente, y algunas actitudes hablaban por si solas*®: Demostracién inequivoca de la hostilidad del pueblo hacia el general Machado fue la escasa concurrencia que asistié a la inauguracién de la Carrete- ra Central y Capitolio (...). El Presidente, desde las escalinatas del Capitolio se dirigié al pueblo manifestando que las rebeldias nada conducen y que él, patrio- ta de siempre, no es tirano, como se demuestra por la libertad de que goza el pue- blo (...). Mientras tanto y a pesar de tan bellas palabras, continian suspendidos varios periédicos; en la cdrcel muchos detenidos; expulsados buen niimero de extranjeros (entre ellos espaftoles acusados de terroristas); cerradas las Univer- sidades e Institutos; perseguidos los elementos de significacién politica contraria al Gobierno y amordazada la prensa... Cada vez era ms evidente que la oposicién, «constituida por casi todo el pafs»*!, atribufa la pésima situacién econdémica y politica al General quien, no obstante, mantenja su energfa «y no transige ni acepta nada que pueda constituir abdicacién de sus derechos. Se le ha pedido que renuncie y dice que eso seria cobardia»®. Todo lo mds permitié la discusién en el Congreso —en el verano de 1931-, de un nuevo proyecto de reforma cons- titucional que rectificaba el de 1929, y reducfa su mandato hasta 1932, sin que ello modificara el discurso de sus adversarios politicos. Luego vinie- ron los sucesos revolucionarios de agosto, que logré sofocar, desarrollan- do posteriormente una campafia para atraer «la simpatia del pueblo», con promesas de reformas més o menos amplias. El anélisis hecho desde la 78 Real Orden comunicada por el Ministro de Estado al Ministro de la Gobemaci6n, Madrid, 28 de febrero de 1931, AMAE, H-2353. 7 Real Orden comunicada por el Ministro de 1a Gobernacién al Ministro de Estado, Madrid, 11 de marzo de 1931, AMAE, H-2353. ® Despacho n.° 42 del Embajador de Espafia en Cuba, La Habana, 3 de marzo de 1931, AMAE, H-2353. 81 Despacho n° 115 del Embajador de Espafia en Cuba, La Habana, 30 de mayo de 1931, AMAE, H-2353 ® Tbfdem. 255 Embajada rezuma escepticismo; se consideré en todo momento «poco sin- ceras» las ofertas del Presidente, argumentando, entre otros extremos, su «modo de ser y conducta absorbente y autoritaria»®. Los acontecimientos de 1932 no hicieron sino confirmar tales aseveraciones y, por otro lado, sir- vieron para calificar la conducta de Machado de exhibicionista e, incluso, de «teatral», epiteto este dltimo utilizado por Rafael Forns cuando, en nombre del embajador Francisco Serrat, informé sobre los pormenores del atentado frustrado contra su persona, en junio, y de la actitud que adopté al dia siguiente, paseando por una de las principales calles de La Habana en horas punta™, Desde finales de 1932 apreciamos en Ja documentacién diplomatica unas constantes referencias al «significativo» alejamiento del poder de algunas personalidades politicas que hasta ahora habfan permanecido fie- les al Presidente: «se van convenciendo de que éste no puede seguir en el poder y son los primeros en aconsejarle que lo abandone»*, sobre todo tras la victoria de Roosevelt en la carrera a la Casa Blanca. En los primeros meses de 1933 la situacién era ya inaguantable para Machado, segtin afirmaba Rafael Forns, quien por informaciones obteni- das confidencialmente, supo que iba «perdiendo optimismo poco a poco» y afiadié: «se encuentra anonadado, viendo como le atacan por todas par- tes y la imposibilidad de defenderse»*®, En febrero ya se hablaba de una «revoluci6n proxima», también de «una renuncia inminente»*’, aunque en marzo, cuando tomé posesién el nuevo embajador, Luciano Lépez Ferrer, en la primera entrevista mantenida con el Secretario de Estado, doctor Ferrara, éste intent6 transmitir una confianza y un optimismo «que no comparto»"*, E] relato de los meses siguieron muestran al dictador como un hombre acosado por la oposicién interna y por los Estados Uni- dos, a la vez que decidido a permanecer en el poder. Tras una entrevista 83 Despacho n.° 213, firmado por el Encargado de Negocios de la Embajada de Espa- fia en La Habana, La Habana, 9 de septiembre de 1931, AMAE, H-2353. * Despacho n.° 113, firmado por el Encargado de Negocios de la Embajada de Espa fia en La Habana, La Habana, 13 de junio de 1932, AMAE, R-325-1 § Despacho n.° 229, firmado por el Eneargado de Negocios de la Embajada de Espa- fia en La Habana, La Habana, 16 de noviembre de 1932, AMAE, R-325-1 * Despacho n.° 21, firmado por el Encargado de Negocios de la Embajada de Espafia en La Habana, La Habana, 31 de enero de 1933, AMAE, R-325-1. * Despacho n° 32, firmado por el Encargado de Negocios de la Embajada de Espafia en La Habana, La Habana, 25 de febrero de 1933, AMAE, R-325-1 Despacho n.° 57 del Embajador de Espafia en Cuba, La Habana, 17 de marzo de 1933, AMAE, R-325-1 256 privada mantenida con el Embajador de Espajia a principios de agosto, éste informé a Madrid lo siguiente: «me ha dicho que no piensa desertar de su puesto y que sdlo lo haria ante una intervencién armada de los Estados Unidos»®, y concluia: «creo que sobre este hombre s6lo pueden hacer pre- sién los Estados Unidos»*°. En la mafiana del 12 de agosto Machado pre- senté su dimisién y huy6 posteriormente a Nassau (Bahamas) seguido por un buen ntimero de adeptos®!. Su marcha, sin embargo, no hizo més que abrir un nuevo periodo de incertidumbre en la historia de Cuba. En definitiva, la llegada de Machado al frente de la Republica cubana, su caida y los acontecimientos posteriores, la Revolucién de 1933 en fin, no trajeron consigo un cambio radical en la Gran Antilla. En realidad, lo que Manuel de Paz define como «El problema social cubano», siguiendo las palabras del periodista canario-cubano Luis Felipe Gomez Wangiie- mert”, mantuvo inalterables sus Ifneas generales. En las crOnicas que este columnista remitia regularmente al periddico palmero El Tiempo, predo- mina cierta desesperanza ante la continuidad de unos pardmetros que ha- bian conducido a la Reptblica por caminos de continua zozobra a lo largo de sus tres décadas de historia independiente y cuyas principales victimas habjan sido las clases trabajadoras. A nadie puede extrafiar, por tanto, que en uno de esos articulos afirmara con énfasis, «jTodo sigue igual, parece que fue ayer!»®, ® Telegrama cifrado del Embajador de Espafia en Cuba al Ministro de Estado, La Habana, 9 de agosto de 1933, AMAE, R-840-13. © Tbidem. % Telegrama cifrado n.° 65 del Embajador de Espaita en Cuba al Ministro de Estado, La Habana, 12 de agosto de 1933, AMAE, R-840-13. % M. de Paz Sénchez : Wangiiemert y Cuba, C.C.PC., Santa Cruz de Tenerife, 1992, t I, pp. 135-175. © L. B Gomez Wangiiemert: «El problema social cubano» (1), E! Tiempo, Santa Cruz de La Palma, 19 de mayo de 1934. Reproducido fntegramente por M. de Paz Sanchez, en op. cit, t. I, pp. 202-204. 257

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