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En la filosofía del siglo XX cobró prominencia aquello que vino a
llamarse el ‘giro lingüístico’. Muchos filósofos, especialmente
aquellos de habla inglesa, decidieron suspender sus
discusiones sobre los temas tradicionales de la filosofía, y
prefirieron concentrarse en el lenguaje. Pues, según se alegaba,
antes de entrar a discutir temas filosóficos, es necesario aclarar
los conceptos, en vista de que muchas discusiones filosóficas
reposan sobre confusiones lingüísticas.
En la filosofía del siglo XX cobró prominencia aquello que vino a
llamarse el ‘giro lingüístico’. Muchos filósofos, especialmente
aquellos de habla inglesa, decidieron suspender sus
discusiones sobre los temas tradicionales de la filosofía, y
prefirieron concentrarse en el lenguaje. Pues, según se alegaba,
antes de entrar a discutir temas filosóficos, es necesario aclarar
los conceptos, en vista de que muchas discusiones filosóficas
reposan sobre confusiones lingüísticas.
En la filosofía del siglo XX cobró prominencia aquello que vino a
llamarse el ‘giro lingüístico’. Muchos filósofos, especialmente
aquellos de habla inglesa, decidieron suspender sus
discusiones sobre los temas tradicionales de la filosofía, y
prefirieron concentrarse en el lenguaje. Pues, según se alegaba,
antes de entrar a discutir temas filosóficos, es necesario aclarar
los conceptos, en vista de que muchas discusiones filosóficas
reposan sobre confusiones lingüísticas.
En la filosofa del siglo XX cobr prominencia aquello que vino a
llamarse el giro lingstico. Muchos filsofos, especialmente aquellos de habla inglesa, decidieron suspender sus discusiones sobre los temas tradicionales de la filosofa, y prefirieron concentrarse en el lenguaje. Pues, segn se alegaba, antes de entrar a discutir temas filosficos, es necesario aclarar los conceptos, en vista de que muchas discusiones filosficas reposan sobre confusiones lingsticas. As, a partir de este giro lingstico, los filsofos dieron gran valor a la claridad y la precisin en el lenguaje. Y, segn argumentaban, un lenguaje claro y preciso ser precisamente conducir al refinamiento de la razn. Pero, lamentablemente, a partir de mediados del siglo XX, aparecieron los filsofos postmodernistas, y se opusieron al predominio de la razn, tal como haba sido defendido por los ilustrados del siglo XVIII.
Quien se opone al predominio de la razn, obviamente
empezar por oponerse a la claridad del lenguaje. Y, se es precisamente un punto de partida para muchos postmodernistas. Los ilustrados y sus herederos intelectuales han confiado en la capacidad del lenguaje para reflejar el mundo, como plataforma para promover el predominio de la racionalidad. Los postmodernistas, por su parte, han preferido sostener que el lenguaje nunca podr reflejar el mundo, y muchos deliberadamente buscan confundir para ratificar su postura frente a las pretensiones del lenguaje como representacin clara del mundo. Jacques Derrida encabez el ataque postmodernista en contra de la claridad del lenguaje. De la gramatologa, publicada en 1967, es su obra ms importante. Ah, en un estilo opaco y casi ininteligible, intent analizar las posturas en torno al lenguaje, procedentes de autores tan variados como Rousseau, Levi Strauss y Saussaure, entre otros. El punto central de De la gramatologa es un ataque en contra de lo que Derrida denomina logocentrismo. La palabra logos, en griego, significa palabra, pero tambin razn. Obviamente, los griegos entendieron que el lenguaje y le pensamiento van de la mano. Derrida considera que, en la civilizacin occidental, se ha privilegiado lo racional por encima de lo irracional, y esto, a su juicio, constituye una forma de violencia. Al conceder privilegio al logos, opina Derrida, la civilizacin occidental ha asumido que el lenguaje tiene la capacidad de
reflejar el mundo ntidamente, pero segn l, esto dista de ser
evidente. La razn y el lenguaje operan con base en oposiciones binarias. Por ejemplo, cuando hablamos de alguien, asumimos que, o est vivo, o est muerto. Pero, Derrida sostiene que podemos ubicar conceptos que desafan el orden de estas oposiciones binarias; en nuestro caso, por ejemplo, alguien podra no estar ni vivo ni muerto, sino ser un zombi. Derrida llama indecidibles a los elementos que no encajan en nuestras categoras de pensamiento. Y, segn su propio testimonio, su principal objetivo en la filosofa ha sido buscar indecidibles, de manera tal que coloquen en jaque las bases que reposan sobre las oposiciones binarias. La racionalidad es un intento por ordenar el mundo en categoras. Derrida considera que aquello que l llama logocentrismo ha consistido en dividir al mundo en pares binarios (tal como hace la lgica), y privilegiar a un elemento por encima del otro (hombre vs. mujer, occidental vs. oriental, colonizador vs. colonizado, etc.). Derrida intenta subvertir el orden logocntrico, buscando elementos que no encajen ntidamente en sus categoras. En realidad, lo que Derrida intenta hacer con un lenguaje evocador de bombos y platillos, ya ha sido adelantado por varios lgicos, en un lenguaje mucho ms claro. Uno de los tres principios fundamentales de la lgica es el del medio excluido (los otros dos principios son el de identidad y el de no contradiccin). Segn este principio, si una proposicin no es verdadera, entonces su negacin s debe serlo, y viceversa.
Como corolario de esto, el principio de bivalencia sostiene que
una proposicin, o es verdadera, o es falsa. No es admisible una tercera opcin. Algunos lgicos han considerado que podemos prescindir de estos principios si permitimos una lgica difusa que permite diversos grados de verdad. Bajo esta lgica, una proposicin podra no ser verdadera, pero tampoco falsa, sino medianamente verdadera, y en trminos matemticos, podra asignrsele un valor de verdad de 0,5 (0 sera falso y 1 sera verdadero). Esto no es trivial, pero el aporte de Derrida s lo es. Pues, adems del hecho de que ya muchos lgicos han discutido los mritos y desmritos de la lgica bivalente, es innecesario el lenguaje tan confuso en que Derrida intenta expresar este punto. Derrida hace un alboroto de algo que ya los promotores de la lgica difusa venan manejando. Ahora bien, Derrida parte de una crtica plausible a la lgica tradicional, pero la extiende a campos en los que claramente es ilcito hacerlo. Derrida sostiene que, cuando el logocentrismo opera con base en pares binarios, ejerce una forma de violencia al excluir a los elementos que no encajan en esos pares. Esto ya empieza a sonar como un disparate. Cuando hablamos de violencia, el comn de las personas piensa en asesinatos, violaciones y guerras, no en procedimientos de la lgica. Quizs el principio del tercero excluido sea errneo, pero sostener que el uso de este principio es violento, es ir demasiado lejos. Derrida ha llegado a sostener que el tipo de exclusin que se emplea en las oposiciones binarias es el mismo tipo de
exclusin en contra de mujeres, negros, homosexuales, y dems
grupos socialmente marginados. Esto ya es un disparate en pleno sentido. La exclusin en lgica es muy distinta a la exclusin poltica, y el alegre salto de una esfera a otra no parece ser lcito. Al atacar a los principios de la lgica tradicional, Derrida tambin pretende atacar la bsqueda de la verdad en s misma. De hecho, Derrida considera que cualquier presuncin de que existe una verdad contrapuesta a la falsedad es en s misma logocntrica, y de nuevo, opera con base en la oposicin binaria verdad-falsedad. As, la bsqueda de la verdad es igualmente excluyente y tirnica, y en funcin de eso, es ms conveniente abandonar la pretensin de encontrar la verdad. Esto ha servido de fundamento para que hoy en da est muy en boga la idea segn la cual la verdad no existe en un sentido universal, sino que la distincin entre lo verdadero y lo falso en relativa a cada contexto. As, posturas como las de Derrida ya no son disparatas, sino que tambin empiezan a aparecer nihilistas. Si no existe la verdad, qu queda entonces? Derrida es al menos consecuente (y para ello, parece haber empleado los principios deductivos de la lgica, una obvia concesin al logocentrismo que l mismo critica) en entender que, para atacar el logocentrismo, debe atacar el corazn de la racionalidad: el lenguaje. Hay una tradicin filosfica estimable que ha intentado colocar lmites a las pretensiones y alcances del lenguaje. Quizs de forma ingenua, algunos filsofos han confiado en que el lenguaje es una representacin clara de la
realidad, o que en todo caso, es posible formular un lenguaje
que represente el mundo de una manera fiel y ntida. Por ello, ha sido estimable la labor de algunos filsofos para sealar algunas de las limitaciones del lenguaje. Pero, el intento de Derrida ya va demasiado lejos, y raya en lo disparatado. Para empezar, Derrida sostendra que la distincin entre sentido y sinsentido es una instancia de las oposiciones binarias que l denuncia y, por extensin, una forma de violencia. As, quien enuncia frases sin sentido estara revirtiendo el orden tirnico del logocentrismo occidental que se empea en imponer dicotomas, y en cierto modo, esto tendra un halo heroico. El decir disparates sera una manera de oponerse al logos. Incluso, Derrida llega a sostener en otros rincones de su obra que el logos est asociado al falo, y que por ende, la civilizacin occidental no slo se ha caracterizado por ser logocntrica, sino tambin falogocntrica. El nfasis en la racionalidad, sugiere Derrida, ha propiciado el dominio de los hombres por encima de las mujeres. Segn parece, la manera de liberarse del yugo opresor del patriarcado es ir a una plaza pblica y empezar a pronunciar todo tipo de disparates ininteligibles o irracionales. Pues, en la medida en que nos rebelamos en contra de la racionalidad (el logos), nos estamos rebelando en contra de la primaca del falo. Resulta extremadamente difcil creer que un supuesto filsofo tan renombrado como Derrida defienda cosas tan absurdas, pero ruego al lector que tome mi palabra al respecto, o mejor an, que lo verifique por cuenta propia.
Derrida tambin denuncia insistentemente que, en la historia de
Occidente, se ha impuesto la divisin dicotmica entre habla y escritura, y que abrumadoramente se ha privilegiado a la primera. Derrida est en lo cierto cuando sostiene que Scrates desconfiaba de la escritura, por temor a que las personas olvidasen sus ideas, y porque el texto escrito no tiene la capacidad de ser interpelado en una discusin. Pero, el alegato de Derrida es sumamente exagerado e histricamente incorrecto. Muchos filsofos han visto en la escritura una oportunidad para evitar las imperfecciones del lenguaje hablado (yo, por ejemplo, cometo muchos errores al hablar en la radio), y para emplear un sistema simblico que permite representar la realidad de forma mucho ms rigurosa. Incluso, muchos antroplogos reportan que, en las culturas orales (es decir, aquellas que no conocen la escritura), cuando se introduce la escritura por primera vez, stas quedan fascinadas con los textos escritos, y desean aprender a leer y escribir rpidamente. De manera tal que es sencillamente falso que el lenguaje hablado siempre ha sido privilegiado por encima del lenguaje escrito. En todo caso, Derrida sostiene que el motivo principal por el cual se ha privilegiado a la voz por encima de la escritura es porque la primera est ms cerca del pensamiento, y por ende, se cree que su funcin de representacin es ms confiable. La palabra hablada es una representacin del pensamiento. La palabra escrita es una representacin de la palabra hablada (o, al menos, en los sistemas fonticos de escritura), y por ende, es
una representacin de una representacin. Derrida considera
que el logocentrismo desdea a la escritura porque sta se aleja del pensamiento original, y lo desvirta. As, segn Derrida, el desdn por la escritura se debe, fundamentalmente, al hecho de que, con el alejamiento del concepto original en la mente, se pierda el significado de la representacin. Desde la perspectiva logocntrica, denuncia Derrida, el habla conserva ms el significado que la escritura. Pero, Derrida estima que, en realidad, ningn lenguaje, sea escrito o hablado, puede hacer una ntida representacin del mundo, y asegurar un sentido. Para sostener esta opinin, Derrida se ampara en la clebre teora lingstica defendida por Ferdinand de Saussure. Segn esta teora, el significado de una palabra est en relacin con el resto de las palabras en la cual se inscribe. Por ejemplo, la palabra burro no tiene una relacin intrnseca con la bestia de carga; antes bien, la conexin entre la palabra burro y el concepto del burro, viene de la forma en que esa palabra se inscribe en un sistema conformado por otras palabras. En este libro, escrito en castellano, burro significa una bestia de carga; pero en un libro escrito en italiano, burro significar un producto derivado de la leche (la mantequilla). As, el significado de burro depender de cmo se relaciona esa palabra con las otras palabras. Pues bien, si esto es as, entonces el significado de una palabra est en otras palabras. Pero, Derrida sostiene que esto conduce
a una cadena sin fin. Pues, el significado de esas otras palabras,
a la vez est en otras palabras, y as sucesivamente. Derrida compara esto con la definicin de una palabra en un diccionario. Para definir una palabra, se emplean otras palabras. Pero, al buscar esas otras palabras (las que conforman la palabra inicial) en el mismo diccionario, ste nos remitir a otras palabras. Al final, nunca encontraremos una palabra que tenga sentido por s misma, siempre nos remitir a otras. Para expresar estos conceptos, Derrida invent el concepto de la differance. En francs, la palabra diferencia se escribe difference. Pero, Derrida sustituye la e por la a, para expresar un nuevo concepto. Derrida quiere jugar con el doble significado del verbo diferir: diferenciarse, pero tambin, suspender. As, cuando una palabra encuentra significado en la diferencia con otros, Derrida sostiene que difiere en doble sentido: se pretende alcanzar su significado diferencindose de las otras, pero a la vez, se suspende el significado. Pues, si el significado de una palabra est en otra, y sta a su vez en otra, habr una cadena al infinito, y nunca habr significado fuera de las palabras. Derrida inventa otro nombre para referirse a esto: la archi-escritura; una palabra nunca es autnoma, siempre depende de otra. Derrida inventa an otro concepto en alusin a todo esto: la huella. l postula que las palabras llevan la huella de otras palabras. As, Derrida considera que no existe un sentido propio en el lenguaje. As como el logocentrismo sostiene que la escritura es imperfecta, porque es la representacin de una representacin,
Derrida sostiene que ningn lenguaje puede pretender
encontrar un sentido slido, porque el sentido se deriva de la relacin entre las palabras, y en tanto las palabras adquieren sentido a partir de su relacin con otras palabras, nunca habr una base slida para dotar de sentido al lenguaje. Una conocida frase de Derrida trata de recapitular esta argumentacin: no hay nada fuera del texto. Con esto, segn parece, Derrida quiere decir que el lenguaje no apunta a un concepto real; antes bien, el sentido del lenguaje es meramente arbitrario, pues el significado de las palabras depende de otras palabras. Por extensin, la argumentacin de Derrida parece llevar a la conclusin de que es estril distinguir entre frases con significado y frases sin significado, pues el significado no existe en pleno sentido. El significado es apenas una relacin que surge en el mismo texto, pero que no apunta a algo fuera de l, y de esa manera, no es posible hacer una separacin dicotmica entre una frase como Simn Bolvar muri en Santa Marta en 1830, de una frase como la identidad sexual constituye la futilidad de la verdad. Si bien, desde la perspectiva logocntrica, la primera parece tener sentido y la segunda no, el sentido de cada frase procede de la manera en que cada palabra se relaciona con las dems, y de esa manera, ninguna de las dos tiene sentido fuera de su propio sistema. Estos argumentos marean. En un inicio, pareciera que Derrida parte de algo obvio (la arbitrariedad de los signos); pero despus, nos conduce a la conclusin de que no hay algo que podamos llamar significado y que, por ende, la distincin
entre enunciados inteligibles y enunciados ininteligibles es
ilusa. Vale considerar las implicaciones de todo esto. Si Derrida est en lo cierto (y, para empezar, Derrida se opondra a la idea de que l, o quien sea, pueda estar en lo cierto, pues lo cierto no existe), entonces todo vale, y a la vez, todo enunciado carece de significado y correspondencia con la realidad (de nuevo, la realidad no existira propiamente). Dara lo mismo intentar curar el cncer con quimioterapia (vale agregar, Derrida muri de cncer y se someti a la medicina cientfica) que intentar curarlo con exorcismos; despus de todo, fuera del discurso del mdico o del exorcista no hay un significado, una base slida en la realidad a la cual apunten sus palabras. Pero, el asunto va ms all: dara lo mismo convenir que el racismo debe erradicarse, que convenir que los negros son unos estpidos malolientes; despus de todo, ni el discurso racista ni el discurso anti-racista apuntan a algo real fuera de su propio sistema de signos. Ac vendra bien un poco de sentido comn. Podemos convenir que el significado de burro depender de la relacin que esta palabra tenga con otras (sean en italiano o en castellano), pero ello no debera conducirnos a pensar que no existe propiamente una base slida para el significado. Independientemente de que lo queramos llamar burro, donkey, o ne, podemos confiar en que el concepto de una bestia de carga parecida al caballo existe, y no meramente como un constructo de la relacin entre palabras. Hay, adems, una gran paradoja en todo esto: si, como Derrida sostiene, no hay nada fuera del texto, entonces ello
implica que no hay nada fuera de su texto, y por ende, no hay
motivo para tomarse en serio lo que l dice. La paradoja procede del hecho de que Derrida inevitablemente debe emplear el lenguaje para hacer una crtica al lenguaje. Pero, si el lenguaje tiene todas las limitaciones que Derrida seala, cmo podemos confiar en lo que l mismo expresa a travs del lenguaje? Derrida es un filsofo que empieza por decir cosas plausibles e incluso interesantes (por ejemplo, los lmites de la lgica bivalente, o la arbitrariedad de los signos), pero termina por decir cosas escandalosamente absurdas (por ejemplo, que el logos es complemento del falo), que conducen al ms peligroso oscurantismo. Incluso, podemos asumir cierto pragmatismo en todo esto: hasta ahora, la claridad en el lenguaje nos ha dado resultados sumamente beneficiosos, que han conducido a la felicidad humana; el lenguaje oscurantista puede conducirnos a la falta de entendimiento entre los seres humanos, la cual a la larga, hara derrumbar todo el edificio de nuestra civilizacin. La Biblia dice muchas tonteras, pero al menos tiene una enseanza muy loable en la historia de la Torre de Babel: cuando los seres humanos empiezan a hablar sin entenderse entre s, los edificios (y, metafricamente, los grandes logros civilizaciones) colapsan. Por ello, entre ms claros hablemos, mejor.