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relaciones entre simblico y real. Lo real -que no hay que confundir con
lo vivido o la realidad- est radicalmente fuera de lo simblico, y es por
lo tanto inexplorable e inanalizable. Se lo puede encerrar en una figura:
la figura generadora, la del instinto materno, a la que el padre tiene
que prohibirle reintegrar su producto para humanizarla en madre
capaz de transmitir su palabra; lo femenino que hay que humanizar en
mujer tomada en los parmetros flicos; el sexo femenino, esos
rganos de carne, ese algo ante lo cual las palabras se detienen.
Segn la ley de lo simblico, uno no se constituye como hombre o mujer
ms que por la represin y al mismo tiempo por el repudio de lo
femenino-materno concebido como la12
marca de la animalidad en
nosotros: pues lo real es imposible de mediatizar. Pero resiste a lo
simblico y lo amenaza. Desde luego, lo hace desde el lado de la madre
tentadora, la que puede castrar al hijo privndolo del acceso a la
castracin simblica.
No obstante, surge donde no se lo espera, del lado del padre: detrs del
resplandor del Padre simblico se precipita, como su sombra, la figura
obscena y feroz del padre primordial impotente para redimirse en la
ceguera eterna del Edipo. Peor an, la ley que debe conducir a la vida
se hace seduccin que lleva a la muerte: induce al pecado, persigue
al paranoico, fabrica al perverso, instrumento de un Dios que le
ordena: Goza!. Hay que matar a ese padre, pero ello significa volver
a caer en el goce: la muerte del padre es la clave del goce supremo,
identificado despus con la madre como mira del incesto. Este cara a
cara sin otro deja al hijo sin recurso ante el reino de la pulsin de
muerte. De modo que el reparto de lo sensible y lo inteligible entre los
dos polos disociados del complejo parental no basta para asegurar la
superacin del complejo de Edipo, ni siquiera en el hombre. El Nombredel-Padre no llega a ser el asesinato de la Cosa: matricidio legitimado
y parricidio simbolizado nos dejan vctimas de la Cosa que hay en
nosotros, el infans incomprensible que nos asedia. Lacan radicaliza la
lgica falo-patrocntrica, y de tal modo muestra sus lmites e incluso sus
impasses.