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¿Habría que lamentar que estas herramientas culturales de simbolización estén perdiendo vigencia o estén dejando de ser eficaces? Muchas veces escuchamos que se intenta relacionar a estos cambios recientes –relativos a la flexibilización de las diferencias de género y de la identidad de género- con un desmoronamiento de la Ley. Si la cuestión fuese tan simple tal vez podríamos pensar que nuestra cultura está retrocediendo, que los mencionados cambios únicamente llevarían al desorden, la desestructuración y el caos, tanto a nivel social como a nivel psíquico. Sin embargo, por otro lado sabemos que las transformaciones importantes casi siempre generan, al comienzo, incertidumbre y cierta desorganización, siendo necesario que pase un tiempo para que se vuelva a alcanzar un orden, para que se recomponga una estructura distinta. Parafraseando a Laplanche[4]: no se puede pretender construir un orden nuevo, menos rígido, más auténtico o menos sujeto al inconsciente, sin tener que asumir –duelo incluido- la destrucción del anterior.
¿Habría que lamentar que estas herramientas culturales de simbolización estén perdiendo vigencia o estén dejando de ser eficaces? Muchas veces escuchamos que se intenta relacionar a estos cambios recientes –relativos a la flexibilización de las diferencias de género y de la identidad de género- con un desmoronamiento de la Ley. Si la cuestión fuese tan simple tal vez podríamos pensar que nuestra cultura está retrocediendo, que los mencionados cambios únicamente llevarían al desorden, la desestructuración y el caos, tanto a nivel social como a nivel psíquico. Sin embargo, por otro lado sabemos que las transformaciones importantes casi siempre generan, al comienzo, incertidumbre y cierta desorganización, siendo necesario que pase un tiempo para que se vuelva a alcanzar un orden, para que se recomponga una estructura distinta. Parafraseando a Laplanche[4]: no se puede pretender construir un orden nuevo, menos rígido, más auténtico o menos sujeto al inconsciente, sin tener que asumir –duelo incluido- la destrucción del anterior.
¿Habría que lamentar que estas herramientas culturales de simbolización estén perdiendo vigencia o estén dejando de ser eficaces? Muchas veces escuchamos que se intenta relacionar a estos cambios recientes –relativos a la flexibilización de las diferencias de género y de la identidad de género- con un desmoronamiento de la Ley. Si la cuestión fuese tan simple tal vez podríamos pensar que nuestra cultura está retrocediendo, que los mencionados cambios únicamente llevarían al desorden, la desestructuración y el caos, tanto a nivel social como a nivel psíquico. Sin embargo, por otro lado sabemos que las transformaciones importantes casi siempre generan, al comienzo, incertidumbre y cierta desorganización, siendo necesario que pase un tiempo para que se vuelva a alcanzar un orden, para que se recomponga una estructura distinta. Parafraseando a Laplanche[4]: no se puede pretender construir un orden nuevo, menos rígido, más auténtico o menos sujeto al inconsciente, sin tener que asumir –duelo incluido- la destrucción del anterior.
El psicoanlisis irrumpe en el comienzo mismo del siglo XX
con la subversin freudiana del descubrimiento del
inconsciente y la ampliacin del concepto de sexualidad. As se construye el concepto de sexualidad tal como la entendemos hoy. Fue tan fuerte y escandaloso que ti todo el movimiento cultural de la primera mitad del siglo, el arte por ejemplo el surrealismo- y todas las que hoy llamamos ciencias conjeturales. La presencia de la ciberntica, el desarrollo de los computadoras a partir de los 50, ha iniciado una revolucin impredecible que no slo cambi y seguir cambiando el arte del siglo XXI, sino tambin los modos de percibir y de vivir. A grandes rasgos podemos decir que a partir de la segunda mitad del siglo XX el posmodernismo abre un debate criticando los postulados de la modernidad. sta se caracterizaba por una concepcin racional del mundo, el avance del pensamiento cientfico, el iluminismo, los autores romnticos y los grandes pensadores como Descartes, Kant y Hegel. El posmodernismo, surgido a partir de la segunda guerra mundial, implica un cambio paradigmtico que pone en cuestin lo deseable de la modernizacin, considerando que el modelo utpico de las vanguardias y su proyecto fue condenado al fracaso El posmodernismo incorpora fuertemente lo histrico, la pluralidad internacional, es globalizado. Se han desarrollado corrientes de pensamiento dentro de las ciencias sociales y el arte que cuestionan los modos de racionalidad de la modernidad, el pensamiento universal, el patriarcado y la norma heterosexual, y toman en cuenta las
modificaciones producidas en el seno de la institucin familiar:
familias monoparentales, adopcin por parejas de homosexuales, legalizacin de parejas no heterosexuales, nuevas formas de reproduccin, etc. Los que toman en gran medida estas cuestiones son los autores de los estudios de gnero, dentro de los cuales encontramos las feministas, los estudios de gays y lesbianas, los tericos queers, etc. El debate sobre la construccin de la diferencia de los sexos se ubica en el centro de estos cuestionamientos que abri la posmodernidad y se expresa a travs de distintas corrientes del pensamiento. Obviamente, los psicoanalistas estamos profundamente concernidos en este debate, ya que la invencin del inconciente y la ampliacin del concepto de sexualidad tal como hoy lo conocemos, son los pilares del psicoanlisis creado por Freud. Los estudios de gnero Los estudios de gnero se desarrollan a partir de la operacin de separar el sexo del gnero, que muchos autores atribuyen a Stoller, quien en 1968 escribi un texto llamado Sex and Gender. Si bien sta es una verdad histrica que da cuenta de la proliferacin de estos estudios en la segunda mitad del siglo XX, no queremos dejar de sealar el movimiento inicial que produjo la operacin de separacin de estos dos rdenes. Nos gustara citar el reconocimiento que realiza Bersani, un importante terico queer a Freud: El primer gran intento terico de desexualizar el placer no fue la Historia de la sexualidad" de Foucault, sino Tres ensayos de una teora
sexual de Freud, unos setenta aos antes. Es esta obra la
que plante por primera vez la posibilidad de disolver toda la nocin de sexo en una reorganizacin de los placeres corporales.(...) la originalidad de su pensamiento esta centrada en la apropiacin de la nocin de sexualidad para ciertos fenmenos que fue el primero en describir y que tenan poco que ver con lo que, hasta l, se haba entendido como especficamente sexual. Esto no nos impide valorar en toda su importancia el gesto de Stoller. Al contrario, en una cultura la americana- en la cual el psicoanlisis haba decidido sucumbir en la adaptacin al stablishment, al yo, a la norma, la posicin de Stoller se destaca an ms, como una especie de renovacin del gesto freudiano. A partir de los distintos autores que trabajan esta problemtica podramos establecer esta diferenciacin de conceptos tomando sexo para el orden biolgico, gnero para el socio-cultural y sexualidad-sexuacin para la concepcin del psicoanlisis. La presencia tanto social, sexual como poltica- de lo que hoy preferimos llamar nuevas presencias de la sexualidad: gays, lesbianas, travestis, transexuales, bisexuales, transgneros, etc. plantea la necesidad de revisar las viejas categoras con las cuales venan siendo pensadas en el siglo pasado. Se trata de una presencia social y poltica de grupos de sujetos que reivindican sus derechos respecto de nuevas prcticas sociales, polticas y sexuales y que por esa va defienden una identidad especfica, como pueden ser los agrupamientos de gnero mas diversos: mujeres, feminismos, homosexuales, queers, lesbianas, gays, transexuales,
travestis, transgneros, nuevas masculinidades, etc. Estos
agrupamientos, adems, defienden para s el derecho a constituir cualquiera de las tradicionales instituciones como parejas y/o familias. El debate sobre la construccin de la diferencia de los sexos Respecto de las incidencias que este debate abierto por la posmodernidad pudiera tener sobre el psicoanlisis, son pocos los autores que lo toman en cuenta y participan en l. Y creemos importante hacerlo. Es curioso ver como muchos psicoanalistas terminan defendiendo lo que Foucault llam los aparatos disciplinarios; horrorizados por las consecuencias que tendr para los nios ser adoptados en una relacin monoparental, ser adoptados por una pareja de gays o lesbianas y ni que decir por travestis o transexuales. En muchos casos se argumenta que el futuro de esos nios ser un desastre, que no ingresarn al orden simblico, que implicar la disolucin del Nombre del padre, etc. Creemos que pensar de este modo es confundir el orden simblico impuesto por el lenguaje, que define la constitucin del sujeto humano como parltre y el orden socio-cultural con sus leyes, sus normas y prohibiciones, que es histrico y relativamente contingente. Tanto Freud como Lacan, cada uno a su manera y por qu no decirlo, a la manera de su tiempo, defendieron al psicoanlisis de la ideologa familiarista y tambin de la religiosa. La diferencia de los sexos en el psicoanlisis a partir de Freud se fundamenta en la oposicin Falo-Castracin. Hay un solo principio del sexo en el inconciente: el falo. Es alrededor de
esta oposicin que se organiza la sexualidad dentro del campo
abierto por Freud, produciendo una clara ruptura con el orden biolgico. Para el psicoanlisis, la diferencia de los sexos no es un dato de entrada, sino que es el resultado de un complejo proceso articulado alrededor de identificaciones, fijaciones de goces y, fundamentalmente, de la operatoria de la castracin. Lacan con el desarrollo de las frmulas de la sexuacin, que realiza en el Seminario Encore, aporta un tratamiento totalmente novedoso de la diferencia de los sexos, planteada en trminos de una diferencia entre goces: el goce totalmente flico y el goce no totalmente flico. Con la lgica de las frmulas de la sexuacin, Lacan trabaja los lmites de la funcin flica para significar el goce. As, entonces, vemos desarrollar en las frmulas, a grandes rasgos, el goce flico y lo que estara mas all del goce flico, un otro goce nombrado como goce del cuerpo, goce femenino, goce de los msticos, o los lmites de la funcin flica para significar el goce sexual. La castracin queda planteada como el efecto del vaciamiento de goce producido por la insercin del ser hablante en el mundo del lenguaje. En este mismo seminario Lacan postula la imposibilidad de la escritura de la relacin/proporcin sexual. Es decir, plantea la imposibilidad de que pueda articularse como saber. Este punto de imposibilidad ser lo real de la sexualidad. Es decir, que hay algo en el campo de la sexualidad que no es coextensivo al campo de lo simblico.
Esta imposibilidad de la escritura de la relacin/proporcin
sexual quedar planteada como un axioma en el campo del psicoanlisis. Este axioma se plantea como ahistrico, como el fundamento que concierne a nuestra especie en tanto se humaniza por la insercin de su organismo en el lenguaje, desnaturalizando cualquier instinto sexual. En otros trminos, la afirmacin de no hay relacin sexual significa que no se puede escribir lgicamente la relacin. Lo real del psicoanlisis es esto, la ausencia de esa escritura de la relacin sexual y las consecuencias de esto para cada uno. Es este mismo axioma el que nos impide ser prescriptivos en cuanto a cualquier tipo de normatividad sexual. Las posiciones sexuadas son maneras diferentes de hacer con la castracin. Cada sujeto enfrenta el objeto de su fantasma, y las formas que esto asume para cada uno son mltiples y varan histricamente. No hay acto sexual que funde lo sexual como relacin. Se apela al acto sexual a falta de esa relacin que no hay, y frente a eso, como vemos en la clnica, cada quin v cmo se arregla. Respecto del mencionado debate sobre la diferencia de los sexos, sealaramos que intentamos pensar la diversidad sexual actual como Freud toma el caso del fetichismo, para aprender qu nos ensea sobre la sexualidad del sujeto parlante y no, en cambio, apresurarnos a encerrarlos en categoras psicopatolgicas incapaces de alojar un verdadero despliegue de la subjetividad. Ya que se corre el riesgo de que el diagnstico, la entidad sea un reservorio explicativo y
causal, invirtiendo lo mas rico del surco abierto por Freud.
Como dice Lacan en la Introduccin a la edicin alemana del primer volumen de los escritos: Freud lo dijo antes que yo: en un anlisis hay que acoger todo como si por otra parte nada estuviera establecido. Por ltimo, una novedad radical que nos ha presentado la ciencia en estos ltimos aos es que por la va de la clonacin existe por primera vez en la historia de la humanidad la posibilidad de la reproduccin de la especie sin pasar por la cpula sexual. Si bien esta posibilidad se plantea como una ruptura mas radical con el orden biolgico, al mismo tiempo, deslocaliza a la sexualidad del lugar de soporte de la reproduccin sexuada en el que estaba enclavada hasta ahora. Creo que todava nos resta pensar las consecuencias que esto puede implicar en general y para nuestro campo, en particular. El presente artculo forma parte de una investigacin de Doctorado, Facultad de Psicologa, UBA. Mirta La Tessa es Profesora Adjunta de Clnica de Adultos I. Titular de la Materia Optativa: Nuevas Presencias de la Sexualidad. Tambin es Docente de Posgrado y Docente de la Maestra en Psicoanlisis de la Facultad de Psicologa, UBA. Tiene un Doctorado en curso en la Facultad de Psicologa, UBA.
Presentacin Gnero es un concepto que aparece tardamente en la teora psicoanaltica. Stoller[1] lo introduce recin en 1968 y nos dice que se trata de un atributo que nos es asignado, lo
que implica que el sexo biolgico no determina nuestra
identidad de gnero. Sin embargo, Stoller no llega al punto de excluir definitivamente a la biologa como factor constitutivo de la identidad de gnero sino que opta por una frmula mixta: la asignacin, por un lado, y la biologa, por otro[2]. Excluir a la biologa como factor constitutivo de la identidad de gnero supone abandonar la posicin esencialista, que caracteriza la forma de abordar la cuestin incluso desde la perspectiva de los estudios de gnero. Segn esta posicin, el sexo biolgico estara en la base del gnero, pudiendo ser esta realidad o bien aceptada como tal o bien repudiada, destruida, subvertida Pero, cmo entender la relacin entre sexo y gnero desde el psicoanlisis? O, en palabras de C. Dejours, qu significacin conviene darle a la diferencia de sexos en la teora sexual? (Cf. Por una teora psicoanaltica de la diferencia de sexos). Este segundo nmero de ALTER rene textos que aportan unas bases slidas para pensar este tema. Una de las propuestas novedosas que nos presenta Laplanche en su artculo (Cf. El gnero, el sexo, lo sexual) es que, en el curso de la historia individual y la constitucin de la identidad, el gnero es anterior al sexo: el gnero no viene a simbolizar o a interpretar la realidad anatmica del sexo sino que, por el contrario, sta ltima la diferencia sexual anatmica- le sirve al nio para simbolizar aprs-coup la realidad cultural del gnero, que le es transmitida y hasta impuesta desde el nacimiento en la relacin con sus objetos significativos. La identidad de gnero comienza a constituirse antes de que se descubra la diferencia de sexos. El nio distingue entre individuos pertenecientes a los gneros femenino y masculino por sus comportamientos, costumbres, tono de voz, etc.- y llega a considerarse como integrante de uno de esos dos grupos antes de percibir la diferencia
anatmica de sexos. De modo que podra decirse que cuando
descubre esa diferencia alrededor de los tres aos- lo que percibe es ya una interpretacin favorecida por la cultura: el nio ve un solo rgano sexual, que en el caso de las nias est ausente. La teora de la castracin sera el correlato de esa percepcin, diramos ilusoria, de la diferencia anatmica de sexos. Esta teora es, desde la perspectiva que aqu presentamos, una simbolizacin de la diferencia de gneros, segn la cual los individuos que pertenecen al gnero femenino recibieron un castigo la castracin- mientras que los que pertenecen al gnero masculino no lo han recibido an, aunque la amenaza del castigo persiste para ellos. Se trata, a fin de cuentas, de una teora sexual infantil (Cf. el artculo de J. Andr), a pesar del estatuto metapsicolgico que pretende darle Freud[3] cuando habla, por ejemplo, de la roca biolgica, confundiendo, por lo dems, anatoma y biologa. De modo que un punto importante en la elaboracin de Laplanche ser insistir en la necesidad de la distincin entre, por un lado, la anatoma (y concretamente la percepcin de la anatoma), y por otro lado la biologa. Ahora bien, si nos ubicamos en el terreno de sta ltima, es legtimo preguntarse si acaso las hormonas sexuales no son un factor importante en la constitucin de nuestra identidad de gnero. La respuesta es clara: si bien es cierto que existe una impregnacin hormonal peri-natal, sta se interrumpe rpidamente para reaparecer recin en la pubertad, y no tiene ninguna influencia en la constitucin del gnero. En este punto Laplanche coincide, adems, con Stoller: no hay ninguna evidencia cientfica de una determinacin hormonal del cerebro que se traducira en un psiquismo macho o hembra (Cf. El gnero y Stoller).
As, parece inevitable otorgar toda su importancia a la idea de
asignacin: para poder identificarse con algn gnero, antes el nio debe ser identificado (por los adultos cercanos) como perteneciente a ese gnero. Pero esta identificacin primaria -que es la asignacin del gnero- no est libre de conflicto y, a diferencia de Stoller, Laplanche insiste en este aspecto conflictivo. Segn l, el proceso de asignacin de gnero se lleva a cabo a travs de lo que llama mensajes enigmticos: mensajes comprometidos -cargados de significaciones inconscientes- que el nio debe traducir o comprender aprs-coup pero que son enigmticos tambin, y en primer lugar, para el adulto que los propone. De modo que el proceso est interferido por las fantasas inconscientes de sus protagonistas adultos, sobre todo las que estn relacionadas con la constitucin de su propia identidad de gnero. El sexo, la percepcin del sexo y su interpretacin, es lo que ayudar al nio a traducir o a dar sentido a esos mensajes enigmticos recibidos desde el origen, que difieren segn cada caso particular. Desde esta perspectiva, no es difcil advertir que la tipicidad de la traduccin en cuestin la teora de la castracin- es favorecida por el mundo cultural, y que lo era en la poca de Freud mucho ms que hoy en da. Es posible que nuestra cultura est dejando de favorecer esa interpretacin de la diferencia de gneros? Es la in-diferencia de los sexos una ficcin o un desafo? (Cf. el artculo de C. Dejours). Laplanche muestra que, apenas es adquirida, la diferencia masculino/femenino est destinada a problematizarse, a contaminarse rpidamente, lo que le hace sealar la precariedad de esa lgica binaria en la que se sostiene la teora de la castracin (Cf. El gnero lingstico). Se trata de una lgica que permite pensar la diferencia en trminos de la
presencia o la ausencia de un nico atributo: existira slo un
sexo (el masculino), que puede estar o no presente. Pero los artculos presentados en este nmero tambin nos permiten recordar que, incluso si en un futuro nuestra forma de simbolizar el gnero llegara a transformarse radicalmente, el psicoanlisis conservara plenamente su capacidad de aportar una teora coherente para la comprensin del ser humano, pues el inconsciente que no conoce la oposicin ni la negacin- es indiferente a la realidad cultural de la diferencia de gnero. Lo que tal vez dejara de tener sentido es seguir ubicando a los complejos de Edipo y castracin en el ncleo del inconsciente -o considerarlos pilares del edificio psicoanaltico- pues la contingencia de los relatos que los sostienen, su estatuto secundario y dependiente del contexto histrico-social, se volvera cada vez ms evidente. Habra que lamentar que estas herramientas culturales de simbolizacin estn perdiendo vigencia o estn dejando de ser eficaces? Muchas veces escuchamos que se intenta relacionar a estos cambios recientes relativos a la flexibilizacin de las diferencias de gnero y de la identidad de gnero- con un desmoronamiento de la Ley. Si la cuestin fuese tan simple tal vez podramos pensar que nuestra cultura est retrocediendo, que los mencionados cambios nicamente llevaran al desorden, la desestructuracin y el caos, tanto a nivel social como a nivel psquico. Sin embargo, por otro lado sabemos que las transformaciones importantes casi siempre generan, al comienzo, incertidumbre y cierta desorganizacin, siendo necesario que pase un tiempo para que se vuelva a alcanzar un orden, para que se recomponga una estructura distinta. Parafraseando a Laplanche[4]: no se puede pretender construir un orden nuevo, menos rgido, ms autntico o
menos sujeto al inconsciente, sin tener que asumir duelo
incluido- la destruccin del anterior. Deborah Golergant Directora Editorial Notas [1] Sex and gender. On the development of masculinity and femininity, Science House, 1968. [2] Laplanche (El gnero y Stoller) muestra lo ambigua y confusa que resulta la posicin de Stoller respecto a la biologa. [3] Cf. Algunas consecuencias psquicas de las diferencias anatmicas entre los sexos (1925), O.C. v. XIX o Anlisis terminable e interminable (1937), O.C. v. XXIII. [4] Cf. por ejemplo en Temporalidad y traduccin, El tiempo y el otro o El psicoanlisis entre determinismo y hermenutica, en La prioridad del otro en psicoanlisis, Bs. Aires, Amorrortu, 1996.