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La vida proviene de la vida

Observar el gigante universo que nos rodea, es como estar frente al altar
del Infinito en forma de su espacio y tiempo eternos, con un
funcionamiento tan perfecto que definitivamente nos convence de que la
Conciencia Suprema es demasiado grande y completa. Y la vida, nuestra
vida es un regalo divino y muy hermoso que proviene de este mismo Ser
Supremo.

Lo más extraordinario en la vida es nuestra conciencia individual, es


decir, nuestra capacidad de amar, sentir y desear; a esto se llama
chitsakti o fuerza divina. Y esta conciencia individual o nuestra capacidad
de amar y de sacrificarnos por una causa superior es el regalo más
grande que Dios nos ha dado. Es la libertad para ser responsables y
avanzar. Sin embargo, este gran regalo debemos dirigirlo hacia la
trascendencia, hacia lo espiritual o la identidad de nuestro ser, pues
cuando es dirigido hacia las cosas temporales nos causa mucha
frustración y sufrimiento. Esto quiere decir que, más allá de este cuerpo
físico, que es una máquina sofisticada que funciona por la interacción del
cuerpo sutil: mente e inteligencia a través del sistema nervioso, está la
posibilidad de vincular nuestra fuerza viviente con la trascendencia. Esa
es la enseñanza de la Sabiduría Védica. Y el proceso para lograr esto es a
través de la invocación de mantras (oraciones) y prácticas espirituales
que transforman nuestra conciencia personal, identificada con lo material
y astral, en una conciencia absorta en lo espiritual, alcanzando así la
autorrealización e incluso la liberación de los repetidos nacimientos y
muertes que experimentamos en estos cuerpos materiales.

Así, la Sabiduría Védica nos revela que nuestra vida y nuestra conciencia
son un regalo de Dios que viene de la misma Vida Suprema. Y que la
naturaleza (que es la fuerza externa de Dios) también tiene vida, al igual
que el universo, los planetas, los animales, las plantas y los minerales.
Pero ver o saber cómo funciona todo eso, es demasiado extenso para
nuestro pequeño cerebro; sin embargo, podemos comprender que la vida
proviene de la vida y que la individualidad proviene de la Suprema
Individualidad. Así, el escéptico finalmente tiene que aceptar que la madre
naturaleza es quien lo creó y quien lo está manteniendo; por lo tanto,
debe admitir su total dependencia de fuerzas superiores.

De este modo podemos comprender que lo superior puede producir algo


inferior pero no que algo inferior puede producir algo superior. Es decir,
que la energía muerta, bajo ninguna circunstancia puede crear conciencia
como especulan los científicos neófitos.

Las tradiciones espirituales nos explican que no somos este cuerpo


material, sino la conciencia que se encuentra dentro de este cuerpo; la
cual tiene la capacidad de descubrir la trascendencia, ya que la infinita
creación material es insuficiente para nuestras verdaderas inclinaciones
amorosas; es decir, que no podemos amar al tiempo ni al espacio, pero sí
podemos amar al Creador y Mantenedor de todo.

De esta manera, la Sabiduría Védica nos revela que efectivamente, la vida


proviene de la Vida y que esta Fuerza Suprema dadora de vida está muy
cerca de nosotros en forma de Paramatma o Conciencia Suprema dentro
de nuestro corazón. En otras palabras la omnipresencia del Creador
reside en cada átomo y en cada ser como guía, testigo y bienqueriente
permanente. Esto es lo que la Sabiduría Védica nos instruye por medio
del estudio, la oración y la meditación. Aquel que practique una disciplina
espiritual con sinceridad podrá percibir la presencia de la vida original y
de la conciencia trascendental.

Aquellas personas que profesan la idea de que la vida y el universo son


productos de un accidente, son los culpables del fatalismo y del egoísmo
que traen como consecuencia tanta criminalidad y desesperación al
mundo. Ellos deberían tener en cuenta que esa filosofía no ofrece
ninguna esperanza o inspiración positiva para la humanidad. En tanto que
la comprensión de que la vida proviene de la Vida y que tiene un
propósito superior que puede ser alcanzado en esta etapa de la vida
condicionada, por medio de la purificación y la conducta perfecta, nos
permite tener una posición superior al fatalismo materialista tan de moda
en la actualidad.

Debemos agradecer a la Sabiduría Védica por esta información de que la


vida proviene de la Vida, de la Vida Suprema, que no es más que el mismo
Señor Supremo, quien es conocido con muchos nombres en las diversas
culturas, pero es el mismo Señor. Tal como compartimos el sol y la
naturaleza en el mundo y para todos son los mismos; así también el
Creador y Mantenedor de todos también es el mismo.

Todas las glorias a Sri Krishna, a Sri Govinda, al Señor del Universo y a
todos los Santos Nombres de Dios.

Citas:
• No podemos amar al tiempo ni al espacio, pero si podemos amar al
Creador y Mantenedor de todo.
• La idea de que la vida y el universo son productos de un accidente,
no ofrece ninguna esperanza o inspiración positiva para la
humanidad.

Swami B.A. Paramadvaiti

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