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No transcurre un solo da en que no ocupe grandes titulares. Como dicen en Estados Unidos, no
es que Donald Trump se haya apropiado del debate poltico, sino que l se ha convertido en el
debate. Todo parece girar en torno su figura y l, muy consciente de ello, no deja de revolver el
avispero con su incendiario discurso. Ha salido reforzado, o por lo menos indemne, de
situaciones escandalosas que en anteriores campaas hubiesen daado las posibilidades de otros
candidatos.
Aun as, la irrupcin de Trump en la carrera por la Casa Blanca supone una revolucin electoral
que nadie haba podido prever. La percepcin que el propio Partido Republicano tiene acerca de
quines son sus votantes y con qu mensaje llegar a ellos est siendo puesta en solfa. Y en el
extico escenario de que Trump se convirtiese en presidente de los Estados Unidos, podemos
anticipar que la poltica de aquel pas cambiara para siempre. Y no para bien.
cabe no dejarse llevar por esta idea. Su mensaje no es equivalente al de un partido ultraderechista
europeo, porque Trump no es un antisistema.
No censura el sistema poltico en s, sino ha quienes lo han estado manejando. No ataca a las
instituciones, sino a los polticos que han ocupado sus despachos. Su mensaje es emocional y
apela a los instintos, s, pero no se presenta bajo un paraguas revolucionario. No es un
ultraderechista al uso. Algunos incluso lo etiquetan de oportunista, recordando que en tiempos
pasados, antes de asaltar la escena poltica, sus ideas no parecan tan radicales. El propio Trump
gusta de presentarse como un conservador de sentido comn antes que como un conservador
dogmtico. Quienes conocen su trayectoria ideolgica sospechan que fuerza la nota para ganar
notoriedad; no sera un cordero con piel de lobo, desde luego, pero tampoco el lobo que pretende
hacernos creer.
Aun as, se crea o no la totalidad de sus discursos, la pregunta es: en qu radica su xito? Parte
de la respuesta nos la podra haber dado el propio Trump cuando presume de que su condicin de
multimillonario le permite ser un candidato espontneo y diferente, aunque haya sido astuto
presentndose bajo el paraguas del Partido Republicano para no convertirse en otro Ross Perot,
aquel otro multimillonario que se present como independiente y plant cara a ambos partidos
pero no pudo ganar en uno solo de los cincuenta estados, ni siquiera en 1992, cuando obtuvo un
nada despreciable 19% de los votos totales.